viernes, 29 de julio de 2011

Las desventuras de un taxinauta

Tal vez sea necesario aclarar que este apunte será más discontínuo que nunca. Son muchos temas los que emergen para una síntesis de la semana. Tampoco hace falta hacer una síntesis… Lo importante es encontrar el comienzo. Puedo empezar contando un incidente que no-protagonicé en un taxi. Digo que no protagonicé porque no estuve a la altura de las circunstancias. Porque, en definitiva, no reaccioné como debería haber hecho ante tan duras e innecesarias palabras. Ya lo he dicho en otras ocasiones: viajo mucho en taxi. No me enorgullezco ni me vanaglorio por eso, pero tampoco me avergüenzo. Es sólo un dato. Como por lo general son trayectos cortos, no entablo con el chofer conversaciones muy transcendentes ni profundas, para no extrañarlo después. A veces permanezco callado durante todo el trayecto. Si no, del tránsito, del clima, de fútbol, temas de los que no soy un experto, pero me esfuerzo en comprender para ser atento, como después se verá.
El martes iba a uno de los colegios en el taxi que había conseguido. En el interior había silencio. No se escuchaba a Chiche, Longobardi ni ninguna de esa gente que armoniza las horas de los choferes destilando el veneno de los prejuicios más irritantes de la derecha incomprensible. Un pequeñísimo embotellamiento inspira el comentario del conductor. “Ya no se puede circular más por esta ciudad”. Contesto: “No. Y no hacen nada para solucionar el conflicto en el microcentro”. El taxista hace un gesto de asentimiento y repite “no hacen nada”. No sé por qué, pero refuerzo el comentario: “a pesar de las promesas y las declaraciones, en los veinte años de socialismo rosarino, anunciaron tomar medidas pero no lo han hecho”. “No, nada de nada”, dice el chofer. Hasta ahí, no parecía haber conflicto en el diálogo. Pero recordé un dato y quise comentarlo con el conductor: “cuando Binner era intendente, se hablaba del proyecto de las líneas troncales”. Uno de los conflictos que tiene el microcentro rosarino es la convergencia de casi todas las líneas de transporte público en un rectángulo de nueve por doce cuadras. El proyecto de las líneas troncales planteaba un alivio para la circulación vehicular, pero quedó en la nada. Y el chofer saca su conclusión: “sí, vino con el proyecto de los coches traídos de Curitiba, con fuelles… Y después vino la otra con lo del tren bala… ¿Por qué no se mete una bala en la cabeza?”. Quedé desconcertado, mudo, porque no entendía la relación entre los problemas del tránsito en la Cuna de la Bandera y el faraónico proyecto del tren bala que la Presidenta había anunciado al inicio de su mandato. Pero además no comprendía la necesidad de que Cristina se meta una bala –con tren y todo- en la cabeza para agilizar el tránsito en Rosario.  Y quedé callado. Hasta ese momento de mi vida, sólo he explotado con los taxistas cuando hilvanan el discurso reaccionario de la derecha represora respecto de “estos negros de mierda que quieren vivir sin trabajar y encima cortan calles”. En muchas ocasiones, me he bajado del vehículo cuando despliegan una reivindicación al estilo de “esto con los militares no pasaba” o “acá hace falta la mano dura de los militares para poner orden”.
Me bajo del coche porque no hay acuerdo posible con gente así. Tampoco una mínima posibilidad para desplegar mi capacidad de docente y hacer una especie de “clase delivery”. En ocasiones en que surge un discurso opositor al gobierno nacional, sobre todo colonizado por los medios dominantes, trato de aportar elementos que al menos, demuestren mi desacuerdo con sus opiniones. Pero en este caso, no se justificaba el abandono del vehículo ni tampoco había lugar para la didáctica. Debería haber preguntado por qué tanto odio hacia la presidenta, pero no lo hice. Quedé unos segundos en silencio porque ya estábamos llegando. Puede que haya sido para no confirmar eso de que los K somos autoritarios e intolerantes. Creo que lo saludé, pero no como hago siempre, con mucha amabilidad, sino con parquedad. Claro, él no notó la diferencia. Yo sí. Puede que él haya advertido mi repentino silencio. Tal vez mi silencio fue la mejor respuesta frente a tamaña desubicación.
Pero no fue la única agresión gratuita de la semana. El miércoles a la noche, en el programa “A dos voces” de TN, difundieron un informe especial ultrasecreto –con pruebas irrefutables, je, como siempre- en el que mostraban el autoritarismo de Cristina en los cambios que la AFA va a realizar en el torneo para el año que viene. Relataban órdenes que habría dado la Presidenta a Grondona y justificaban la medida a partir de la teoría de la conspiración con la que sueñan todos los días para erradicar la plaga K. Increíble. Y para coronar la noche, una entrevista que le realizó Gerardo Rozin al efímero gobernador electo de Santa Fe, Miguel Torres Del Sel. Fue muy amable con él y le dejó pasar muchas monstruosidades que dijo, pero no tanto como para que no se note la desproporción del cargo al que aspiraba con su incapacidad para asumirlo. Pero quedó flotando una amenaza: en 2015 volverá recargado como Matrix para disputar nuevamente la gobernación de Santa Fe y apoyando a Macri como presidente, no de Boca, sino del país. Queridos conciudadanos de Buenos Aires, amadísimos porteños, está en vuestras nobles y sabias manos frenar la fiebre amarilla, cercenar el camino de tan imprescentables exponentes del pasado no-político y obediente al mercado. Sería un buen final para el mes de julio y un excelente regalo para el autor de estos apuntes discontinuos. Además, si se logra un triunfo de Filmus, se convertirán en protagonistas de una épica que será recordada por muchas generaciones. Estimados habitantes de la CABA, tuerzan los números de las encuestas, hagan historia. Rompan con la soberbia amarilla de estos tipos. Sería fantástico.

miércoles, 27 de julio de 2011

El voto de la pereza

Muchos quedamos todavía cavilando en las elecciones del pasado domingo en Santa Fe. Este espacio batió records de visitas al último texto en el que se afirmaba que el voto a Del Sel estaba inspirado en la mala intención de elegir al peor candidato. A algunas personas de mi entorno les molestó esa afirmación. Pero sigo insistiendo: no vale hablar de ignorancia, brutalidad o estupidez en esa decisión, sino malintención. En la mala intención de patear el tablero hay voluntad. Apelar a lo otro –a la idiotez, para sintetizar- es traer a colación el voto calificado, a la necesidad de que se instale una especie de mesa de examen en la antesala del cuarto oscuro y evaluar si el votante está calificado para emitir el voto. Eso no sólo se convertiría una evaluación arbitraria sino que sería la instauración del prejuicio. Distinto es evaluar la decisión del otro con los números en la mano. Y encarar con el otro una discusión profunda, interpelar el por qué de una decisión tan suicida. La explicación más difundida de los que eligieron al MIDACHI pasa por la igualación de los individuos que actúan en política, un desprecio profundo como si estuviéramos en una situación desesperada, caótica, apocalíptica. Lo escuchado estremece. Como son todos iguales, voto por el más incapaz y el que se afirma como no-político. No hubo engaño. No hubo simulación. No hubo promesas. El candidato se mostró como el más inepto y su único “valor” era no pertenecer a la clase política, ser “un vago que viene a revolver el café con leche”. Si alguien decide poner su voto por un candidato así, que después no se queje por las críticas.
Uno está en todo su derecho a cuestionar tamaña irresponsabilidad. No nacimos de un repollo ni nos trajo una cigüeña de la luminosa París. Tuvimos una dictadura que trató de destruir toda oposición política para defender los intereses de la clase dominante. Retornamos a una democracia condicionada por los mismos intereses. Tuvimos diez años de política obediente, cínica y destructiva. Durante todos esos años nuestro imaginario se alimentó de la negación de la política, de la ideología, del conflicto. Dominó el consenso concebido como obediencia y sumisión. Diciembre de 2001 fue una explosión colectiva, tal vez justificada en la confusión de no saber quién era en realidad nuestro enemigo. A partir de ahí, se hizo obligatorio para el ciudadano tomar más en serio las cosas. Si la negación de la política, de la visión ideológica del mundo es lo que nos hizo daño, ¿por qué apelar a lo mismo?
El voto a Del Sel es malintencionado porque es producto de la pereza intelectual. Frente a dos candidatos ideológica y programáticamente definidos, Bonfatti y Rossi, lo más fácil es votar por un tercero que no nos obliga a pensar, al igual que el estilo de humor que lo coronó de éxito. Y eso es pereza, negarse a pensar, votar como quien tira mierda al pozo. Elegir es evaluar, y eso significa un trabajo muy profundo y comprometido. Tanto que se reclama el respeto por las instituciones. El voto forma parte de eso. Es nuestra práctica institucional y merece todo nuestro respeto y compromiso. Al votar de esa manera, descomprometidos, despreocupados, desinformados, estamos contribuyendo a la destrucción de las instituciones. El voto a Del Sel fue un capricho, un exabrupto que no es producto de la desesperación, sino de la superficialidad. En el apunte “Esforzarse por da asco", expuse una diferenciación entre el voto individual y el voto colectivo. Cito: “Son los ciudadanos los que emiten un voto. Son los ciudadanos los que constituyen el pueblo. Cuando un ciudadano vota, no lo hace con la despreocupación que se manifestó el domingo. El ciudadano –el que forma parte del pueblo- no vota para sí mismo, sino para el conjunto. Vota aquello que garantiza el beneficio del colectivo. El ciudadano, el pueblo, vota para todos”.
El voto que descalifica la política –el voto no-político- no es entonces el voto de un ciudadano, del que forma parte del pueblo, sino el voto de un individuo, que se escuda en el preconcepto, en el prejuicio de que “son todos iguales” para no tener que elegir. El voto no-político es el del colonizado, del que forma parte del sentido común, del que no quiere conflicto ni crispación. Pretender que se bajen los índices de pobreza, que haya hospitales públicos dignos y eficientes, que los jubilados y los trabajadores cobren lo que merecen sin tocar los intereses de los poderosos, es decir, sin generar conflictos, es de una ingenuidad absoluta. La redistribución de la renta necesariamente genera conflictos, por más que los patrones de la Rural lloriqueen. Solucionar los problemas enumerados requiere una decisión ideológica y una gestión política. Cuando se apela al “honestismo” se está colonizando al ciudadano, se lo está transformando en individuo. Para la administración de un país es necesaria la gestión política. Si todos los políticos generan desconfianza desde el purismo de la transparencia, dejemos ese tópico de lado. Que la sentencia al corrupto sea posterior y no previa. Privilegiemos otra cosa. No sus promesas, que cualquiera puede hacer, sino los recorridos para cumplirlas, el cómo llegar al paraíso que prometen. Claro, para eso hay que pensar, abandonar la pereza intelectual, informarse, comprometerse, discutir, construir. En definitiva, abandonar la colonia para construir un país. Dejar de ser individuos para constituirnos como ciudadanos. Eso es todo.

lunes, 25 de julio de 2011

¿Fiebre amarilla o un mal chiste?

Los primeros datos que comenzaron a volcarse al sistema parecían el producto de la peor pesadilla, una broma de muy mal gusto que tenía como objetivo amargar la noche del domingo. Primero, uno podía pensar que el hígado estaba pasando factura por los festejos desdoblados del día del amigo. Pero no. La pantalla del televisor exhibía sin rubor ni pudor los datos de la decisión del pueblo de Santa Fe. Por unos momentos, los votos coronaban como gobernador con más del 38 por ciento a Miguel Torres Del Sel. Si un año atrás un vidente llegaba a predecir algo así, o Carrió, por citar un nombre, las camisas de fuerza hubieran hecho fila para acomodarse en su cuerpo.
Pero pegó en el palo. Estuvo a punto. Durante más de una hora, el MIDACHI fue gobernador. Y se dio el gusto de tomar un micrófono y hablar como un gobernador electo, parodiando primero a su jefe político, presente en la provincia, con un aluvión de “gracias” y después parodió muchas otras cosas más. Hasta llegó a imitar a un cómico. El público presente, mientras tanto, celebraba enloquecido, a la espera de lo más importante y profundo del acto: los globos y las cumbias. Finalmente, para satisfacer a los asistentes, las estridentes cumbias, los coloridos globos y los eufóricos saltos inundaron el búnker del PRO, pero sólo para celebrar un muy buen resultado pero no un triunfo. Un alivio, a medias.
Y habló, por supuesto. Antes de la explosión “festejativa” Miguel del Sel intentó hacer su primer discurso como gobernador amenazante. Entrecortado, incoherente, lanzó un aluvión de palabras que apuntaban a confirmar lo que ya se sabe: no sabe nada y representa lo peor de la antipolítica. “Nos metieron tanto miedo” (¿?) y “un vago me decía esta mañana revolviste el café con leche” (¿¿¿¿????) fueron sus conceptos más desconcertantes. Con un poco más de profundidad, espetó: “estamos podridos de los vivos; hay que animarse a meterse en política”.  Para alivio de los santafesinos, y también para el suyo, fue una estrella fugaz. En breve volverá a las pelucas y a su “fino y elaborado” humor. Pero la broma llegó a ser real.
Y hay que aclarar algo importante. No fue el PRO el receptor de los votos, sino el cómico. El PRO como construcción política –y perdón por el grosero oxímoron- no obtuvo nada más que los votos de Del Sel. Las listas de concejales, diputados, senadores y demás sacaron lo que debían sacar, no más de un quince por ciento. Como no tengo la trascendencia de Fito Páez ni recibiré tantas críticas como él, puedo expresarme con cierta libertad y sin sutilezas. Hay que ser muy mala leche para votar a Del Sel. Uno puede entender que haya un porcentaje considerable de zapallos, nabos y algunas hortalizas más que ejerzan el derecho soberano del voto con la despreocupación con la que se aplasta una hormiga. Pero cuando un treinta y pico por ciento de votantes regala la posibilidad de acceder al mayor cargo ejecutivo de una provincia a un personaje así, las sutilezas no encuentran su lugar en la expresión. El asco es poco.
En CABA, más allá de las enormes diferencias que uno pueda tener con Macri, tanto desde lo ideológico como de las ineficiencias en la gestión, el que votó por el PRO, lo hizo avalando un proyecto, una trayectoria, un recorrido, una propuesta. Y eso puede provocar asco. Pero votar por Del Sel es mucho más grave. No cabe analizar este fenómeno desde los lugares comunes de los politólogos que hacen hincapié en los errores de los demás candidatos y tratan de suavizar cualquier crítica a la decisión de los electores. Preguntar por qué los votantes pensaron en Del Sel como el mejor candidato a gobernador es crucial para desentrañar el insólito resultado de las elecciones de ayer. Porque no había nada de nada para suponer que era el más indicado para dirigir los destinos de la provincia. La desinformación no es una excusa porque no había nada más para informar sobre él que lo que se sabía. Hay mala intención en ese voto y esto no es un chiste. Quien eligió a Del Sel lo hizo a conciencia, sabiendo que era el menos indicado para gobernar. Es un voto dañino y por eso el asco es poco.
No se votó por un proyecto político sino por la negación de esa construcción conceptual. Ni siquiera se puede considerar un experimento porque no había nada para experimentar. El que elegía a Del Sel apostaba al desastre por cuatro años. La voluntad del treinta y pico del electorado apuntó al fracaso anunciado, al retroceso, a la decadencia. Y fue un acto volitivo, no inconsciente ni pasional. El votante santafesino que eligió a Del Sel apostó a las peores pesadillas de nuestro pasado democrático. A la no-política, a la no-gestión, al dominio de la economía sobre la política. Y eso ya lo vivimos en los noventa. Y nos fue mal. Muy mal. Por eso explotamos en el 2001. No por una decisión de los hados perversos sino por la política al servicio de los poderes económicos.
Después se podrá analizar de qué manera influyeron en los resultados las negras palabras de Reutemann, cuyo inexplicable peso político sigue teniendo una considerable capacidad de daño. También podrá pensarse en la Presidenta, que al cuestionar los números del crecimiento en la provincia, ofendió al susceptible pueblo santafesino. Absurdo. Deberá tenerse en cuenta el voto estanciero del norte de la provincia, conservador y reutemannista. Duhalde y Macri también traccionaron un poco. Y Rossi, que a pesar de sus esfuerzos no logra tener una llegada masiva, su discurso no convence o el electorado se resiste a la convicción que el candidato transmite.
Algunos justificaron los resultados desde una crítica al sistema que funciona en la provincia desde las internas, pero la boleta única no permite confusiones. El votante debe elegir, debe marcar con un bolígrafo. No es tomar al azar una boleta que está sobre la mesa y meterla completa en un sobre. La boleta única permite armar el voto, cruzar candidatos, armar estructuras partidarias. Por ese lado no puede leerse este fenómeno.
El dato es que más del treinta y cinco por ciento de los habilitados para votar eligió a Del Sel, como una broma, como una expresión de bronca, como una condena al fracaso, como desconsideración política. Como todo eso junto, pero sobre todo con una profundísima mala intención.

viernes, 22 de julio de 2011

Algunas confusiones sobre la veda electoral

En los días previos a las elecciones en Capital Federal, hubo acusaciones cruzadas por incumplimientos de esta medida electoral que pueden resultar instructivos para el acto cívico que se producirá en la provincia el próximo domingo. Entre las diferentes prohibiciones que se estipulan están las referidas a las campañas proselitistas y la difusión de encuestas y resultados electorales desde las 48 horas antes y tres horas después del acto electoral. Parece fácil, pero no lo es. Esto significa que desde el viernes a las ocho de la mañana, ni los candidatos ni los números estadísticos pueden difundirse.
Supongamos que en una revista que sale a la venta el jueves hay una entrevista con profundo contenido político a uno de los candidatos y una nota en la que se difunden los resultados de las últimas encuestas. Esa revista estará exhibida en los kioscos no sólo el jueves, sino el viernes, el sábado  y el domingo. ¿Se está incumpliendo la veda electoral con esta publicación?¿Deberá sacársela de circulación a partir del viernes a las ocho de la mañana? Y en el caso de un diario del viernes que se imprime unas horas antes del comienzo de la veda y que se vende durante todo el día ¿está transgrediendo la prohibición si publica datos y opiniones sobre los candidatos o alguno de ellos?¿Se los puede nombrar, aunque sea despojado de las propuestas de campaña? En este último caso, se podrá publicar una extensísima entrevista al candidato favorito del medio, que ocupe varias páginas con fotos a color en donde se hable de cosas que están por fuera de la campaña, de la familia, viajes, libros, películas porque no transgreden la prohibición.
¿Y qué pasa con las paredes pegoteadas de afiches desde los que sonríen los postulantes? ¿Serán arrancados durante la madrugada del viernes para que la ciudad también cumpla con la veda o seguirán tratando de conquistar al electorado con sus congeladas sonrisas seductoras, en algunos casos?
Está claro que los militantes de alguna de las agrupaciones políticas no pueden hacer volanteadas en la calle, ni recorrer la ciudad en autos con propaladoras, ni realizar pintadas callejeras ni pegatinas de afiches. Pero pueden hablar y persuadir a familiares y vecinos para que voten por su candidato. ¿O acaso eso también está prohibido? Y de ser así, ¿cómo se controla?
Más difícil todavía es el caso de las redes sociales por las que se puede difundir toda clase de mensajes referidos a la campaña política sin restricciones. También están los blogs, que pueden presentar consignas, opiniones y hasta datos de encuestas, como formatos que pueden incumplir con la veda electoral. En internet también se puede acceder a notas de archivos que pueden contener encuestas, entrevistas, propuestas de campaña. ¿Todo eso también está prohibido? Y de ser así, ¿cómo se sanciona?
Se puede dar el caso de que el viernes a la noche un grupo de amigos salga a cenar y en la sobremesa, aflore la discusión política. Los vecinos de esa mesa de bulliciosos y participativos comensales ¿podrán denunciarlos por transgredir la ley electoral? ¿Deberán estos amigos mencionar a los candidatos de manera elíptica o con apodos sólo conocidos por ellos?¿O deberán hablar sólo de banalidades, para no recibir posibles sanciones?
Pero también quedan otras situaciones cotidianas que pueden convertirse en una forma de hacer campañas políticas encubiertas más allá de la veda electoral. Sábado a la tarde, un grupo de votantes jóvenes se junta a jugar un partido de fútbol. En referencia  a la dificultades de vencer al equipo rival, uno dice: “está chivo este partido”. O en el vestuario podrá comentar: “este antro huele a chivo”.  De esta forma, el astuto deportista promoverá a su candidato de manera sutil y efectiva, siempre y cuando sus oyentes sepan que uno de los candidatos tiene ese apodo.
Otro caso muy común es que un padre –seguro votante del socialismo- le hable por teléfono a su hijo pidiéndole auxilio con unas dudas de internet y le diga: “esto de la informática a veces parece chino básico”. Claro, si el joven no tiene idea de que al candidato oficialista le dicen el chino, la campaña encubierta cae en saco roto.
Este es un recorrido bastante incompleto de las formas de no cumplir con la veda electoral y lo ridículo que resulta tratar de expandir sus restricciones a otras áreas de las especificadas por el texto de la ley. Más allá de que los candidatos tengan que suspender la campaña y que no se puedan difundir los datos de las encuestas, el ciudadano común puede continuar con la pasión por la política en las discusiones familiares y con amigos. Nadie va a sacar a relucir la idea de la veda porque nombremos al candidato por el que vamos a votar.
De lo contrario, los videoclubes de la ciudad deberán abstenerse de alquilar los shows de los MIDACHI en DVD o Blue Ray porque uno de los candidatos forma parte de tan “particular, sutil y elevada” manera de hacer felices a los espectadores. ¿Lo hará de la misma forma si llega a acceder al inmerecido cargo al que aspira?¿Serán tan irresponsables los votantes si deciden trasladar la simpatía mediática a la efectividad de la gestión política?¿Estoy transgrediendo las normas al publicar este texto o es tan anodino, inocuo e inofensivo que las autoridades electorales ni se preocupan por su circulación?

miércoles, 20 de julio de 2011

El día del amigo y sus controversias

Un 20 de julio más. Instaurado por vaya a saber quién, ahora está totalmente institucionalizado y, por supuesto, comercializado. Recuerdo que la primera mención sobre el día del amigo que escuché fue en uno de los almuerzos de Mirtha, allá por principios de los ochenta. No creo que haya sido una idea suya, pero tal vez ella le dio un impulso. Y de a poco fue creciendo y hoy alienta y justifica celebraciones a lo largo de toda la semana. Reservas en bares y restaurantes, regalos, reuniones en casa. Año a año se agregan más modalidades al festejo.
Para los que no se suman a la climatología festiva del calendario, será un día más, sin multitudes, sin bullicio. Tal vez reciba algunos llamados o mensajes y, con suerte, algún regalo, lo que lo hará sentir extraño, en desventaja por su parquedad. Puede ser que se convierta en el sorprendido destinatario de una llamada de alguien a quien hace mucho que no ve y no esperaba volver a ver. Es posible que una fecha así sea la excusa perfecta para una reconciliación con alguien a quien vale la pena tener cerca.
Pero el día del amigo está y de alguna manera –por empatía o rechazo- hace que sea un día distinto, aunque caiga en miércoles. No puede pasar desapercibido, por más que alguien se empeñe en esconderse debajo de la cama. Nadie puede decir “uh, no sabía” porque ya desde principios de julio se está hablando de este día, de la necesidad de realizar reservas, de las reuniones, algunas promos en la tele. No hay ostra que no sepa que hoy es el día del amigo.
Los que pretenden hacer semiología con el nombre de este día particular están fritos. La construcción de la frase impide que se analicen sus componentes. Realizar devaneos filosóficos sobre el significado de la amistad, o de lo que es o debe ser un verdadero amigo no cabe. En cierta forma, es un día donde la amistad se reparte con absoluta equidad. Todos somos amigos de todos. En la verdulería, en el colectivo, en los lugares de trabajo alguien te va a decir “feliz día” y uno no puede ser tan desubicado de contestar “vos no sos mi amigo”. Además, si yo le digo “feliz día” a cualquiera, no quiere decir necesariamente que sea mi amigo. Es el día del amigo, así en general, no de “mis amigos”. Seguramente, el saludado será amigo de alguien. ¿O acaso el día de la madre o del padre saludamos sólo a nuestros padres? No. También saludamos a las madres y a los padres que conocemos, aunque no sean los nuestros.
Así, el día del amigo se convierte en un día totalmente democrático. Saludamos a cualquiera por la calle como si más que el día del amigo fuese el día del ser humano. Lo tomamos como la excusa perfecta para repartir felicidades a los cuatro vientos.
Eso sí, hay diferentes maneras de tomar este día tan especial o al menos ineludible. Algunos se desesperan por mandar mensajes para ser los primeros en saludar a los que no esperaban un saludo así. Lo más importante es sorprender. Otros, con la excusa de que las líneas se saturarán empiezan a llamar desde las once de la noche del día anterior. Mandan mails con algunas horas de antelación para que no se amontonen con los demás mensajes del destinatario. De esa manera garantizan que su mensaje sea leído. Otros se convierten en los primeros organizadores de los festejos y comienzan con la cadena de llamados para comprometer a la mayor cantidad de gente posible.
Están los que realizan “sabias” reflexiones sobre la naturaleza de la amistad, que no es para cualquiera. Otros, desde la cuestionable sabiduría de la experiencia, dirán que uno tiene pocos amigos en la vida, pero los verdaderos amigos, los que están tanto en las buenas y como en las malas. Y así justifican su absoluta soledad.
Otros, más simplistas, consideran amigos a todas las personas que conocen. Pensarán en los festejos multitudinarios y bulliciosos más que en las celebraciones íntimas. Tal vez, al día siguiente relatarán a sus compañeros de trabajo o de estudio los pormenores de la fiesta y competirán con el número de amigos reunidos. Suele pasar en una sociedad que valora más la cantidad que la calidad.
Hay quienes gambetean la posibilidad de dibujar una sonrisa y plantean el carácter comercial del festejo. Están quienes rehúeyen de cualquier celebración argumentando que el día del amigo debe ser todos los días, aunque termine siendo ningún día.
Otros tratan de apelar a la teoría de la conspiración esgrimiendo el mito del falso alunizaje, allá por julio de 1969. Hablará de los títeres y los escenarios que simulaban la superficie lunar. Un amargado.
Otros toman a Fontanarrosa como El Amigo, aunque nunca hayan cruzado una palabra con él. Y estarán los que se guardan, los que reniegan, los que están todos los días con sus amigos menos el 20 de julio, de puro contreras que son.
Y hay personajes a los que ni en la más brillante inspiración se imagina recibiendo un saludo por el día del amigo. ¿Alguien le dirá feliz día a Duhalde, Reutemann o a Menem? ¿Celebrará Macri con globitos un día como hoy?¿De qué se disfrazará Miguel Torres Del Sel un día como hoy? Ayer recibí un llamado telefónico de este candidato, de esos grabados. Hablaba como un amigo, invitándome a confiar en él. Yo puedo confiar en su amistad, pero no en su calidad de gobernador. Espero que muchos santafesinos piensen lo mismo.

PD: el 11 de julio, este espacio cumplió tres meses. No es mucho, pero es bastante. Quiero agradecer a todos los que me han apoyado, criticado, comentado, leído, ignorado. Todo es bienvenido... casi, todo. Feliz día del amigo para todos los que han visitado alguna vez estos Apuntes Discontinuos. Gustavo Rosa.

martes, 19 de julio de 2011

Lo esperable, lo deseable y lo temible

De acuerdo a las últimas encuestas, los candidatos a gobernador en La Invencible mantienen sus mismas posiciones: Antonio Bonfatti, Agustín Rossi y Miguel Torres Del Sel. Y todo esto a pesar de que en el debate televisivo del pasado sábado, el candidato del Frente Santa Fe para Todos demostró una solidez que opacó a sus contrincantes. Lo que tal vez no lo ayuda sea ese permanente gesto hosco, que lo hace parecer mucho menos simpático de lo que es. Algunos dicen que el MIDACHI dará una sorpresa y el –por ahora- Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, imagina ya el triunfo de su delfín.
Durante el debate no hubo cruces muy fuertes. Aunque Rossi fue quien más aprovechó el derecho de réplica para contradecir algunos dichos de Bonfatti, el clima que se vivió no fue de violencia verbal sino de cierta armonía. Según los que saben de estas cosas, los santafesinos no disfrutan de los encuentros políticos confrontativos. El chispazo mayor se produjo al momento de abordar la relación entre el gobierno provincial y el nacional y los permanentes reclamos de Binner sobre la falta de envío de fondos. Ahí Rossi perdió toda compostura y latigó: “hasta los contenedores de basura de Rosario los puso la Nación”. Tan tenso fue el momento que Bonfatti no pudo evitar ponerse colorado. En el medio, Del Sel que no sabía de qué se estaba hablando, ponía cara de estar planeando el futuro provincial, aunque en realidad estaba inventando una nueva anécdota incomprobable que se adapte al tema en cuestión.
Lo más elaborado que planteó el humorista a lo largo de todo el programa especial consistió en el relato de su reciente viaje a Estados Unidos. En algunas de sus diferentes exposiciones exaltó los cambios que se habían producido en la ciudad de Nueva York de la mano de las políticas de seguridad encaradas por el alcalde Rudolph Giuliani, impulsor de la tolerancia cero, un símbolo casi orgásmico de los simpatizantes de las derechas. Además, con un entusiasmo desmedido, prometió urbanizar las villas con créditos del BID, lo que en apariencia, será el eje de su campaña. El resto de su discurso estuvo plagado de generalidades y lugares comunes, pantallazos turísticos de pobreza y conmovedores diálogos imaginarios con personajes anónimos.
El inexplicable Jefe del Gobierno porteño, Mauricio Macri estuvo en Rosario y expresó convencido que Del Sel será gobernador, lo que le permitirá construir un espacio político creciente de cara a las elecciones presidenciales de 2015, claro, como en las próximas de octubre no se animó a competir, se las saltea. Es comprensible, todavía le dura el impacto por el desmesurado éxito obtenido en las elecciones porteñas, cuyos resultados ni él puede asimilar. Y Del Sel, fiel al profundo y comprometido estilo que caracteriza a tan concienzudo partido no-político del que forma parte –el PRO- cerrará su campaña el jueves por la noche en el programejo de la intragable y superficial Susana Giménez. Esto es para que vayan incorporando datos sobre lo que puede venirse en la provincia todos aquellos que están evaluando votar por tan poco prometedor candidato, cuya principal promesa política es actuar bien en política porque no viene de la política.
En el mundillo político local se comenta que Del Sel será beneficiario del ya olvidado voto bronca, expresión injustificable en la situación que se está viviendo, tanto en la ciudad, la provincia y la nación. Pero siempre hay algún descolocado que por no estar muy informado o por hacerlo a través de canales inadecuados todavía considera a la totalidad de los políticos como enemigos de los ciudadanos. Posición ya apolillada que está inspirada en el compromiso no-político del descomprometido.
En cambio, Rossi promete resolver el desequilibrio en el desarrollo económico de la provincia. De acuerdo a los datos del censo 2010 –recordado con mucho dolor por la muerte de Néstor Kirchner- el crecimiento poblacional en todo el país ronda el diez por ciento, en cambio en la provincia sólo ha crecido un 6,7 por ciento, lo que indica migración hacia otras provincias. La industrialización –de acuerdo al candidato del Frente Santa Fe para Todos- es la que garantiza la creación de nuevos puestos de trabajo que impediría que muchos santafesinos se vean obligados a abandonar estas tierras para encontrar un mejor futuro. Los ejes de su gestión se basarán en la inclusión social, el desarrollo de la obra pública y el trabajo en conjunto con la Nación.
Y Bonfatti, como exponente del actual oficialismo provincial, promete continuar las políticas iniciadas por Binner y profundizar las transformaciones pendientes. De acuerdo a los datos de las consultoras, el candidato del socialismo tiene más de un cuarenta por ciento de preferencia electoral. En cierta forma, aunque estos cuatro años de gestión no han transformado sustancialmente la vida en la provincia, algo se ha hecho, sobre todo en comparación con los veintitantos años de gobiernos justicialistas. Eso –sólo eso- podría traccionar votos hacia el socialismo, que merece una segunda oportunidad, después las innumerables e injustificadas que ha tenido el peronismo después de la vuelta a la democracia. Esto es lo esperable.
El programa de gobierno de Agustín Rossi promete generar un crecimiento económico de la provincia en sintonía con el del resto del país. Además exhibe transformaciones importantes en el ámbito educativo y en el freno a la inseguridad, que de acuerdo a sus datos, ha crecido en los últimos años. El entusiasmo con que plantea sus propuestas hace que un triunfo de Rossi se convierta en lo deseable.
Miguel Torres Del Sel, a pesar del equipo de trabajo con el que cuenta, reduce su programa de gobierno sólo a una lectura no muy profunda del estado de situación de la provincia, no mucho más de lo que uno puede hacer en una recorrida turística por alguna región. Y sus acciones tendientes a solucionar esos problemas no son más que un catálogo de buenas intenciones despolitizadas y de dudoso recorrido. El no saber de qué manera se va a reducir la pobreza, industrializar la economía local y concretar las obras de infraestructura genera una enorme desconfianza hacia el candidato amarillo. La banalidad del personaje convierte un posible triunfo de su fórmula como algo por demás de temible.
Entonces, el votante santafesino se encontrará el próximo domingo ante la disyuntiva de elegir entre lo esperable, lo deseable o lo temible. ¿Tan difícil es?

sábado, 16 de julio de 2011

Un juego entre símbolos y algo de debate

Durante esta semana, los símbolos se entrecruzaron para desordenar un poco más el imaginario de nuestros conciudadanos. Después de los globos coloridos, las cumbias y los robóticos bailes del otrora ingeniero y ahora no-político, el asco de Fito saturó el ambiente mediático, iluminando los opacos cerebros de las estrellas del periodismo vernáculo. Sobre el final de la semana –y para ordenar el desorden de los primeros días- lo mejor: los dos modelos de país visualizados de la manera más didáctica posible, como en un manual de sexto grado, con cuadro sinóptico incluído.
Todo ocurrió el jueves y para no generar un suspenso torpe e innecesario es mejor soltarlo sin más prolegómenos. Las dos inauguraciones que coronaron la semana y que dejan en claro los dos modelos de país en pugna: La exposición Rural y Tecnópolis. ¡Oh casualidad!, es la edición 125 de la Feria Agraria, número místico que divide un antes y un después en nuestra historia reciente y en su discurso de apertura, el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti se despachó con críticas al gobierno e inundó de lágrimas el Predio Ferial de Palermo. Del otro lado de la General Paz, la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, dejó inaugurada la postergada megamuestra Tecnópolis. Lo de postergada no fue por decisión o inoperancia de las autoridades nacionales, sino por un antojo –casi un mohín de envidia- del –por ahora- Jefe de Gobierno porteño.
Macri atrincherado en la Rural con los exponentes del “campo”, con la alcurnia telúrica, como hizo el año pasado en los festejos del Bicentenario, aunque entonces todo se desenvolvió en el hoy alicaído Teatro Colón. Cristina al frente de un museo-ciudad científica de 50 hectáreas, un parque temático de la ciencia, la tecnología y la industria argentina en donde se cuenta la historia y se mira al futuro. Macri celebró el Bicentenario como se hizo en el Centenario. Cristina culmina los festejos del Bicentenario mirando al Tricentenario.
Para finalizar con esta comparación simbólica, basta recordar el discurso –o mejor la hilavanación de frases incoherentes- del triunfador provisorio de las elecciones del pasado domingo. En un momento de su eufórico tartamudeo expresó la necesidad de olvidar el pasado para concentrarnos en el futuro, idea que no es extraña a su línea de pensamiento, y perdón por el exabrupto. Esto resulta contradictorio en alguien que vive anclado en el imaginario de los primeros cien años de nuestra historia y con la mirada puesta en la economía de los noventa. Gran futuro promete.
Y hablando del futuro, el sábado se realizó el histórico debate de los candidatos a la gobernación de la invencible provincia de Santa Fe. Un pequeño paréntesis. Próximamente, Apuntes Discontínuos presentará una interesante propuesta sobre la necesidad de cambiar ciertos nombres, en sintonía con la batalla cultural que estamos librando desde hace ocho años. El nombre de esta provincia es uno de ellos, pues “Santa Fe” suena demasiado eclesiástico y es un residuo de los tiempos de la conquista de nuestro territorio por parte de la corona española a fuerza de espada y cruz, o viceversa.
Pero volvamos al debate, que fue mucho más interesante que el realizado entre los intendentes algunas semanas atrás. No es el objetivo de este apunte analizar de manera completa las propuestas presentadas por los candidatos, pues eso se hará con mayor detalle en el transcurso de la semana. Tan sólo se realizará un paneo general sobre la presentación de cada uno de los postulantes.
Los temas tratados en el debate se relacionan con los déficits que han quedado de la gestión socialista de cara a los próximos cuatro años: educación, seguridad, salud, relación con el gobierno nacional, planificación, obra pública, producción, empleo y trabajo. Cada candidato tenía al principio dos minutos para exponer su visión de cada tema, después había un minuto para realizar una réplica y finalmente una pregunta de los periodistas que conformaban el panel. Los tiempos se respetaron de manera impecable y el clima fue de amable convivencia, a pesar de que los cruces amenazaban con sacar chispas. Un dato curioso fue que los conductores del programa especial trataban de usted a Agustín Rossi y Antonio Bonfatti, pero a Miguel Torres Del Sel lo trataban de “vos”. Un detalle que puede resultar favorable o no para el candidato de Unión PRO Federal.
Antonio Bonfatti, el candidato por el Socialismo se condujo con la seguridad que le aporta ser funcionario del actual gobierno en gestión. Resaltó mucho lo que se hizo y anunció lo que queda pendiente, sin hacer muchas diferencias entre uno y otro tópico. En cierta forma, garantizó una continuidad de lo realizado por Hermes Binner. Bonfatti fue refutado en varias oportunidades por Agustín Rossi, sobre todo en algunos datos imprecisos o directamente equivocados.
Agustín Rossi, por su parte, no pudo abandonar su constante gesto de malhumor, lo que puede resultar contraproducente a la hora de captar electores. Sin embargo, demostró una preparación muy detallada y profunda de los temas abordados, con datos, cifras y propuestas concretas. El candidato por el Frente Santa Fe para Todos utilizó en muchas ocasiones carteles con cuadros estadísticos, que aportaron al debate un matiz pedagógico.
Finalmente, Miguel Torres Del Sel no intentó siquiera interrumpir su pose de personaje mediático, con el que se siente más seguro, aunque al principio arrancó algo serio. Fiel al estilo de su jefe político, Mauricio Macri, recurrió a innumerables anécdotas y diálogos incomprobables con “gente común” que encontraba en sus recorridas por pueblos de la provincia. Si bien se mostró muy preocupado por el estado de abandono y pobreza de muchas poblaciones de la provincia fue quien menos presentó propuestas concretas para solucionar el estado de situación. Eso sí, puso mucho énfasis en “sacarle el pie de encima al campo” y en la necesidad de atraer inversiones extranjeras para incentivar la producción y el empleo.
Más allá de estas exquisiteces, el debate fue muy dinámico y enriquecedor porque permitió ver la diferencia entre dos políticos que desde hace mucho tiempo vienen construyendo y gestionando y un extemporáneo improvisado que se presenta sólo con buenas intenciones pero no sabe en lo que se está metiendo. Más allá de las diferencias ideológicas que son evidentes entre Rossi y Bonfatti, se podía apreciar la solidez y la pasión por la gestión política, lo que representa una garantía de gobernabilidad. El triunfo de cualquiera de ellos será la coronación de una trayectoria política comenzada desde abajo.
Del Sel, en cambio, no tiene nada de eso. Es un as en la manga del macrismo y de ganar, será más por su pasado de humorista que por su futuro de político. De ganar el MIDACHI, será una humillación para los otros dos candidatos y una vergüenza para el electorado santafesino. Y vaya uno a saber qué más.

jueves, 14 de julio de 2011

Esforzarse por dar asco

Ya se sabía: era cantado. Estaban predispuestos a encontrar cualquier cosa que validase sus prejuicios. Fito Páez fue un disparador necesario. El resto, pura imaginación, paranoia, manipulación, mentira. Recurren a eso porque no saben que contraponer. Ni ellos pueden explicar el desmesurado triunfo de Mauricio Macri en las elecciones del domingo pasado en CABA. Por eso mienten, también inflan globos. Como ni siquiera un mozo de la Casa Rosada emitió una sola queja, un solo insulto hacia los votantes que eligieron la boleta amarilla, se la agarran con Fito.
Esperaban que las salvajes hordas Kirchneristas salieran a la calle para atemorizar a los votantes amarillos, que rompieran vidrieras de Barrio Norte, que propinaran golpizas a cuanto gorila vieran en la calle. Pero no, al contrario. Filmus habló con calma. Más se responsabilizó a sí mismo que a los votantes. Como la realidad no les da la razón, encontraron a Fito. Lo convirtieron en el peor oficialista ultra K, fascista, temible, injuriante, intolerante. No tienen nada. Y no se avergüenzan de eso. Al contrario: se enorgullecen de ser tan imbéciles. Y lo peor: hacen denuncias por discriminación, sin saber siquiera lo que significa esa palabra. Quizá por eso, cuando ellos discriminan, no se dan cuenta.
Tomar el asco de Fito hacia los que eligieron una ciudad amarilla como expresión discriminatoria es no entender o ser muy –pero muy- cínico, hipócrita y perverso. Pero más aún, convertirlo en un exponente de la política oficialista es no tener ética ni respeto por el público lector. Fito Páez no es funcionario, ni siquiera es militante.
Pero más allá de eso, y más allá también de las artimañas utilizadas para identificar al artista con la política, son ellos los que dan asco. Se rasgan las vestiduras ante cualquier crítica que reciben, ante una mínima corrección de sus tantas mentiras destiladas como veneno. Apelan a la libertad de expresión hasta cuando les hacen una multa por mal estacionamiento. Provocan. Eso es lo que hacen. Provocan. Porque hasta ahora no han encontrado nada de lo que buscan. Ni fascismo, ni intolerancia, ni autoritarismo. Sólo ven fantasmas proyectados desde el interior de sus propias conciencias. Son pesadillas que ellos mismos generan. No advierten que lo que ellos ven en el otro, es la imagen que les devuelve el espejo en que se miran.
Hay una vieja consigna repetida hasta el hartazgo: los pueblos nunca se equivocan. Generalmente, esta frase es utilizada por los que nunca deberían haber ganado. El autor de estos apuntes la escuchaba mucho en los noventa, ante cada elección en la que el riojano inmortal se alzaba con un inmerecido triunfo. Y probablemente la hayan recitado muchos militantes PRO durante esta triunfalista semana. Pero se equivocan. El 47 por ciento que coronó a Macri como triunfador no es el pueblo, sino individuos que insertaron un papelito en una caja. Son los ciudadanos los que emiten un voto. Son los ciudadanos los que constituyen el pueblo. Cuando un ciudadano vota, no lo hace con la despreocupación que se manifestó el domingo. El ciudadano –el que forma parte del pueblo- no vota para sí mismo, sino para el conjunto. Vota aquello que garantiza el beneficio del colectivo. El ciudadano, el pueblo, vota para todos, sin importar si tiene asegurada su atención médica con una prepaga, si manda a sus hijos a una escuela privada, si viaja en subte o en taxi o en limusina con chofer francés. El individuo es el que vota por la exclusión, por la inoperancia, por la superficialidad fashion, por el pelotero, por la exclusión. El ciudadano no: vota pensando en clave de pueblo. Todo lo otro es lo que da asco.

miércoles, 13 de julio de 2011

El triunfalismo de los derrotados

Festivos, trasnochados, burbujeantes se mostraron el lunes algunos referentes de la oposición al gobierno nacional. Aunque los números obtenidos en las elecciones porteñas por las fuerzas políticas a las que representan no alcanzan en conjunto al diez por ciento del electorado se apropiaron del triunfo del PRO y se subieron a un tren al que todavía no fueron invitados. Carrió, Alfonsín y Duhalde, sin ponerse colorados –salvo por el consumo exagerado de champagne- comenzaron a repartirse los votantes de Macri de cara a las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) del próximo 14 de agosto. Claro, desde su lógica política basada exclusivamente en lo que ocurre en los estudios de un canal de TV, Capital Federal es la Argentina y ya ven una contundente derrota del kirchnerismo en las elecciones nacionales.
Pero no. CABA no es el país. Si bien las encuestadoras quedaron descolocadas por los resultados de los comicios del pasado domingo, la tendencia del electorado es mantener las autoridades actuales. De sostenerse esta paradoja, la combinación Macri en Capital Federal y Cristina a nivel nacional es una fija que ningún analista se atreve a negar. Claro, salvo los perdedores absolutos, los que sueñan con trasladar los votos obtenidos por el Jefe de Gobierno porteño a sus filas como si fueran mansas ovejas pastando en la pradera de la 9 de julio. Desde ahora y hasta el 14 de agosto, el Isidoro Cañones de la política será tironeado por las tres fuerzas desplazadas y suplicantes para que se declare a favor de alguna de ellas. Quien puede ser el beneficiario es el candidato radical, aunque los próceres del partido más que centenario –y más aún, Don Raúl Alfonsín- abucheen desde la eternidad ese caudal conservador.
Hasta el 31 de julio, que es la fecha establecida para el esperado balotaje, la capital del país será el escenario de la confrontación de dos modelos y quien más deberá remar  será el senador Daniel Filmus, muy lejos del porcentaje necesario para alcanzar el triunfo.
El actual Jefe de Gobierno no tendrá que hacer ningún esfuerzo en su estrategia de campaña. Lo realizado durante estos últimos meses –o lo no-realizado- le bastó para superar el discurso fuertemente persuasivo de Daniel Filmus. En efecto, Macri seguirá flotando en su laguna, atrincherado en el búnker mediático construido por sus aliados, los exponentes del periodismo independiente. Sólo tendrá que repetir algunas veces más las insulsas consignas de sus afiches y apuntar a la felicidad, a los globos coloridos, al olvido del pasado y algunas frases memorizadas extraídas de libros de autoayuda.
Y Filmus está ante el gran desafío: revertir el resultado conquistando al electorado que le fue esquivo. Si lo logra, si puede ampliar su aceptación, si puede convencer al número necesario de votantes, su victoria será histórica. Y hay algo de eso. No en vano circuló en estos días la versión de que el candidato del Frente para la Victoria renunciaría al mano a mano para obtener el cargo de Jefe de Gobierno porteño. Si no alcanza a superar a Mauricio Macri, será la validación de los resultados del pasado domingo.  Pero si Filmus persuade a los que votaron a otras fuerzas, a los que no votaron y a los posibles arrepentidos será como el final feliz de una película pochoclera. Será David derrotando a Goliath.
¿Tiene que cambiar Filmus su estrategia de campaña? ¿Tiene que apelar a las frases sencillas y efectistas?¿Deberá aprender a bailar cumbias entre globos de colores? No, porque eso sería una vulgar imitación de algo que de por sí es vergonzante. Filmus tiene que ampliar su auditorio, visibilizar sus propuestas invisibilizadas por la prensa hegemónica, reforzar la claridad de sus ideas. Deberá mostrar el contraste entre una gestión ineficiente, descafeínada, incumplidora y victimizante y su discurso poblado de acciones tendientes a la equidad, a la justicia, a la ampliación de derechos, a la construcción de una ciudad más solidaria. Deberá hacerse oir entre el estruendo fatuo y ensordecedor de la nada macrista. Tiene que vencer el viejo prejuicio que dice que cada cual tiene su idea; debe demostrar que las consignas del PRO son vacías; sólo con ideas se vencen los prejuicios. Son los buenos argumentos los que convencen al otro. Las meras consignas seducen, distraen, desvían. Filmus tiene que señalar un camino de transformación para una ciudad que parece a contramano del resto del país. El balotaje es una segunda oportunidad que los ciudadanos de la CABA deben aprovechar.
En la provincia de Santa Fe no tenemos esa posibilidad de votar “en borrador” para después hacer un original más prolijo. Es una sola vez y chau. Los números del domingo inyectaron en el candidato Miguel Torres del Sel un optimismo desmedido. Sus propuestas son tan huecas como las de su jefe político porteño. El sábado será el debate entre los candidatos a la gobernación. Si bien es una puesta en escena, con textos memorizados y ensayados, permitirá que los electores santafesinos visualicen las propuestas del futuro habitante de la Casa Gris.

lunes, 11 de julio de 2011

Una sorpresa amarilla

Después de los resultados de una elección, lo más importante es tratar de encontrar una explicación a las intenciones del votante. Incluso cuando la foto del día después rompe con todos los análisis previos de las encuestadoras, politólogos y sociólogos. En el caso de la contundente, sorpresiva y exagerada victoria del macrismo en Capital Federal hay que partir más de las dudas que de las certezas en la voluntad del electorado. Porque no es Macri ni su equipo el que sorprendió a todas las predicciones, sino el electorado. El porcentual obtenido por el actual Jefe de Gobierno sobrepasó hasta las encuestas más optimistas, que le daban una ventaja del doce por ciento sobre el candidato del Frente para la Victoria, el senador Daniel Filmus. Evidentemente, hay algo en Macri que los ciudadanos de Buenos Aires ven y quien escribe estos Apuntes Discontinuos no puede apreciar.
Todo lo que uno puede conocer, leer, escuchar sobre la gestión en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CABA, presenta un déficit respecto de las promesas realizadas en 2007. Los kilómetros de subte no construídos, las viviendas sociales, la seguridad, la educación y la salud pública es el saldo deudor de una gestión basada en la culpa ajena y no en deficiencias propias, en la victimización permanente por la incapacidad de solucionar los problemas en la capital del país. Además, están las anomalías de la administración macrista, la superpoblación de funcionarios, las escuchas ilegales, la represión racista de la UCEP, el contrato escandaloso por las neetbook con sobreprecios para las escuelas públicas. Y está su discurso, que expresa un desprecio hacia los que menos tienen, una visión light y clasista de la realidad, despolitizada, descomprometida. Las palabras triunfalistas del domingo por la noche, más parecían la aceptación de un destino no deseado, un cargo tomado más con resignación que con la pasión que la política requiere.
A pesar de todo esto, que es lo que uno percibe desde la distancia, el ciudadano de Buenos Aires otorgó un desmesurado triunfo a la fuerza no-política identificada con el color amarillo; premió una gestión a partir de los logros que el PRO no puede ostentar; apoyó las expectativas que Macri no despierta. Un grosero error que se puede cometer en la lectura de esta realidad es explicar el voto porteño desde la desinformación, desde el desinterés. Eso sería descalificar el voto popular, algo muy tentador, pero equivocado. Recordemos las declaraciones de Pino Solanas después del triunfo del Frente Para la Victoria en Catamarca, cuando se refirió a la baja calidad del voto en los sectores pobres.
La mayoría de las encuestadoras preveían una casi paridad entre los dos candidatos; cuanto mucho, una diferencia de diez o doce puntos. Sin embargo, los veinte puntos existentes entre Macri y Filmus descalifica más a los expertos que a los votantes. Tal vez las encuestas están más para torcer las voluntades que para leer las intenciones. Esto es una duda, no una afirmación.
Una explicación que circuló previamente –una excusa anticipada- se relaciona con el cerco informativo realizado por los principales medios informativos. Es un dato: no había una sola noticia que reflejara aspectos negativos de la gestión macrista en la prensa hegemónica. Eso puede afectar al público del interior, que ante la imposibilidad de comprobar de manera directa el estado de la CABA, la percepción se da a través de las noticias. Pero el habitante porteño puede apreciar los déficit –o los logros- de manera directa.
Para el autor de estos apuntes, el personaje que Macri presenta en cada aparición mediática resulta indigerible. El esfuerzo por mostrarse alejado de toda ideología, la superficialidad con que aborda los temas que se le plantean, la intencionalidad de comportarse como un hombre común alejan al líder del PRO de mis preferencias electorales. Pero tal vez sea eso lo que encante a los porteños, el personaje canchero, desinformado, ganador, improvisado y hasta con una inocente figura de chantún.
Si no se tuvieron en cuenta los déficit –los no-logros- ni tampoco la visión ideológica ni las promesas incumplidas, ¿qué se valoró de Macri? ¿Qué se premió?
Hay dos formas de convencer al otro, de ganar su voluntad: la persuasión y la seducción. En la persuasión entran en juego los argumentos, las evidencias, los logros, las ideas. En la seducción no hay nada de eso. Lo que seduce es lo que no se muestra, el secreto, el ocultamiento. Lo que no se dice seduce. Quizá haya sido esto lo efectivo de la campaña de Macri a través de frases como “vos sos bienvenido” o “juntos vamos bien”, ideas que no dicen mucho –no persuaden- pero sí seducen. Son consignas sin promesas concretas. En las elecciones de 2007 Macri ganó con promesas que no cumplió a lo largo de sus cuatro años de gobierno. Ahora no hace hincapié en los incumplimientos de su anterior campaña ni en nuevas promesas sino que en esas frases descafeínadas transforma lo que no se hizo en una gestión eficiente. Seduce con la nada.
Y lo que viene en estas tres semanas es la incertidumbre. La manera en que se reparta la torta electoral de cara al balotaje es una incógnita. El electorado a repartir se ubica en los que no votaron o los que votaron a otras fuerzas. Tal vez haya arrepentidos. Es posible que la victoria desmesurada de la fuerza gobernante se origine en la intención de garantizar una segunda vuelta. Y hay un riesgo. Lo que está en juego en la segunda vuelta es sólo la jefatura de gobierno. Los legisladores y los comuneros ya están elegidos y hay mayoría amarilla. En el caso de que el electorado corone a Filmus como alcalde de CABA se conformará un licuado de gestión imposible de predecir.
Un último punto: qué rol juega la autonomía de la CABA en todo esto. Recordemos que esta situación es nueva. Antes, era el Poder Ejecutivo Nacional quien elegía al intendente de Capital Federal.  Desde hace quince años el ciudadano porteño elige sus autoridades y la autonomía puede significar una necesidad imperiosa de diferenciarse de las autoridades nacionales. En este caso, sería más importante la diferencia que la gestión. Esto es que el ciudadano porteño se siente tan autónomo que prescinde de los logros de una gestión, que lo único que puede garantizar su autonomía es la diferencia. ¿Será eso?
Lo más preocupante para los santafesinos es la imagen de un Miguel Torres Del Sel exultante, exaltado, compartiendo el escenario triunfalista de tonalidad amarillenta, como un peligroso empujón para acceder a la gobernación de la provincia en las elecciones del próximo 24 de julio. Gracias por el chiste.

sábado, 9 de julio de 2011

Paranoia, fatalismo y Del Sel y la nada

Observador de las cosas que como autor de estos apuntes debo ser, trato de que no se me escape detalle cuando recorro las calles de mi ciudad. También escucho los relatos que familiares y amigos me hacen de lugares apartados de mi centro de operaciones. Para completar, leo diarios y veo los informativos locales y nacionales. No por esto voy a decir que accedo a la totalidad del mundo que uno puede conocer. Al contrario, más allá de mi extrema atención y la cantidad de fuentes de información, mi percepción es sobre una realidad limitada, como la de todo sujeto ligado a su espacio y a su tiempo. Esto quiere decir que me pierdo muchas cosas, como todos los seres humanos de cualquier parte del mundo.
A pesar de estas limitaciones, propias de la naturaleza humana, uno puede apreciar el pulso de los aconteceres en las cosas cotidianas; se advierte el clima que se vive en la calle, en los negocios, en las conversaciones, en los rostros. Sin ir más lejos, el jueves llevé al cine a mi sobrina menor, paseamos por las peatonales y entre las personas que se nos cruzaban -multitudes por las vacaciones- había un clima festivo, alegre, tranquilo. Es posible que al mismo tiempo, en otros lugares, ocurrieran cosas terribles, como asaltos, robos, asesinatos, explosiones, guerras, huracanes, terremotos, trombas marinas y ataques de tiburones a bañistas despreocupados. Pero todas esas cosas pasan todo el tiempo y llenan las páginas de los diarios. Más me alarmaría la tapa de un diario que anunciara con grandes letras “Tío y sobrina pasan una tranquila tarde en el centro de la ciudad”  y en las páginas interiores aparezcan amables relatos similares. No. Los diarios y los informativos se dedican a difundir malas noticias y en cierta forma nos hacen sentir a salvo. Aunque no siempre.
El viernes, la carta de un lector del diario –es un decir- La Capital traslucía el temor agónico de quien está rodeado de ratas famélicas. El texto se titula “La sociedad desciende a la D” y lo firma una tal Adriana. Relaciona el descenso de River con la decadencia moral, humana, política y económica que –según sus dichos- vive nuestro país, con mucha imaginación y también, paranoia. Perdón, dije “nuestro país” y debería haber dicho “su país”. Porque si bien no estamos en el país de las maravillas, el territorio de las pesadillas que incluye Adriana en su relato está muy lejos de ser la realidad de un país que está comenzando a recuperarse.
Al mediodía, en uno de los noticieros locales, informaban sobre el corte de energía eléctrica en una cuadra poblada de edificios. Los vecinos se quejaban, con justo motivo, pues tenían que subir y bajar escaleras y sobre todo gente mayor que no puede hacer tamaño esfuerzo. Pero un señor lanzó la frase mágica que hace que un escalofrío recorra mi espalda: “este país no da para más”. Oración fatalista –si las hay- que no significa nada y a la vez significa mucho. Porque uno la escucha a menudo ante los accidentes más cotidianos e insignificantes. En su momento –cuando agregué algunas zonceras al libro de Aníbal Fernández, sin que haya enviado acuse de recibo, por supuesto- analicé esta idea que circula por algunos conciudadanos. Si nuestro país –no “este” que suena como si no nos perteneciera- no da para más, no nos queda otra cosa más que el suicidio colectivo, porque no hay nada ya que lo mejore. El único camino es esperar su muerte definitiva. Además, cada vez que circuló esa frase, que se hizo carne en la mayoría de los ciudadanos, caímos más bajo todavía. Afortunadamente, la mayoría de los ciudadanos sabe que nuestro país da para mucho más.
Da para tanto nuestro país, que hasta Miguel del Sel puede jugar a ser candidato a gobernador. Y para tanto más que algunos santafesinos hasta pueden llegar a votarlo, aunque todavía no presentó el libro con sus propuestas que había prometido a mediados de mayo. Es más, para conocer algunas de sus ideas, tuve que recurrir a entrevistas realizadas en diferentes medios, porque ni siquiera en la página oficial del PRO Federal se puede encontrar algo parecido a una propuesta de campaña. El sábado 16 de  julio lo veremos en el debate con los otros dos candidatos a gobernador y tal vez pueda hacer una convincente imitación de un político.
Para que vayamos pensando, voy a exponer algunas declaraciones que hizo en distintas oportunidades, desde el momento en que anunció su intención de presentarse como candidato a gobernador de la “invencible” provincia de Santa Fe. Apelé al buscador de internet, lo que me brindó entrevistas en distintos medios gráficos, radiales y televisivos.
Como figura mediática más que política, lo primero que hizo al lanzar su candidatura en Santa Fe fue recorrer distintos medios capitalinos… no de la capital santafesina, sino de Capital Federal, porque, según dijo, su estrategia es estar en contacto con “la gente” y así se llega a lo cotidiano familiar. ¿Está clara la paradoja? Además, expresó que su perfil de votante es similar al de Carlos Reutemann, para tranquilizar a los santafesinos que padecieron la peor inundación durante la gobernación del expiloto.
Una de sus expresiones habituales, junto con las críticas a toda la dirigencia política en general, es ser alguien que viene de “afuera”. Venir de afuera singnifica ni más ni menos que no viene del terreno político, sino que se baja del escenario para ser nada menos que gobernador y va a superar a todos los políticos desde lo no-político. Esto quiere decir algo así: como no soy político voy  a ser mejor político que todos los políticos que me antecedieron o todos son malos menos yo que nunca estuve en política.
A pesar de que no promete mucho, ya hay personajes del pasado que lo apuntalan como el futuro gobernador. Uno es el caso de Luciano Miguens. El discurso del candidato hace eje en la producción agropecuaria, uno de sus hobbies cuando no está haciendo otros personajes en escena. Todo indica que va a ser un representante incondicional de ese sector de la economía local y que sus medidas apuntarán a favorecer a la producción primaria, aunque desliza sin convicciones que se interesa por la industria asociada.
Una de las cosas que siempre repite es ser un candidato transparente porque “la gente me ve como buen tipo, porque me fue bárbaro durante treinta años y tengo plata”. Eso en política se llama “honestismo”, cuando la figura del candidato se basa en la honestidad futura y no en sus propuestas políticas. Por último, afirma que la gente ve tanto a él como a su candidato a vice como “gente normal”. ¡Cuánta profundidad hay en los dichos de Del Sel! Tanta que parece que sus promesas nos pueden conducir a un abismo.
Claro. Nadie dice que un actor cómico no pueda dedicarse a la política. Hay numerosos ejemplos como Luis Brandoni, Lidia Satraño, Irma Roy, Nito Artaza que han ligado su vida a la construcción política, pero de a pasos. Ninguno de los personajes dieron un salto tan grande ni tan irrespetuoso como él. Comenzaron en la tarea legislativa y tal vez no salgan de ahí. Otros comienzan como concejales, después diputados provinciales, nacionales… La política es construcción, voluntad, compromiso. Miguel Torres del Sel ha sido construido desde la nada y parece que más que gobernar va a ser gobernado por los sectores a los que él representa. Por lo pronto, parece que crece en las encuestas y su aceptación alcanza el veinte por ciento. ¿Caeremos tan bajo en la “invencible”?

miércoles, 6 de julio de 2011

El rubro 59 y las travesuras de Marcelo

Antes de comenzar con este Apunte Discontínuo debo aclarar que jamás veo el programa de Marcelo Tinelli. No entra en mis opciones de entretenimiento ni aunque no me queden opciones, a pesar de que sus engendros televisivos tienen más horas de transmisión que la Cadena Nacional. Sin embargo, a veces, la casualidad pone ante mis ojos algunos instantes de semejante aquelarre. Algo así pasó el lunes 4 de julio, cerca de la medianoche. Por simple curiosidad quería saber qué temperatura estaba haciendo en Rosario y puse canal 5 que en ese momento estaba pasando publicidad. Me vi obligado entonces a poner canal 3, la repetidora sin vergüenza ni reparos de cuanta estupidez se produzca en canal 13 de Buenos Aires, que a esa hora emite Show Match. Mientras miraba el número que indicaba la temperatura, había un chico y una chica terminando su exhibición de saltos y contorsiones espasmódicos vestidos con un atuendo inadecuado para una noche invernal… o mejor dicho, casi desvestidos. Cuando acabaron de sacudir cada milímetro  de su piel brillante y ante el aplauso desproporcionado del público presente, la pareja se fundió en un abrazo y se arrojó al suelo, el muchacho de espaldas y ella sobre él, cara a cara, pecho a pecho, cual simulación de coito. La cámara, ni corta ni perezosa, hizo un primer plano de las protuberantes nalgas de la bailarina y su insinuante entrepierna.
Como si esto fuera poco, el conductor de semejante bazofia televisiva se acercó titubeante, se arrodilló junto a los bailarines y se acostó sobre la espalda de ella, simulando un desmayo. Mientras ocurría esa travesura de Marcelo, el público aplaudía desaforadamente y la locutora en off decía las estupideces que sólo ella sabe decir. Pero ahora viene lo peor, porque lo relatado puede formar parte de la canallesca picardía explotada hasta el hartazgo por tan mercenario personaje.
La pantalla estaba poblada por este triplete humano: Tinelli parecía la frutilla del postre. De fondo, la malsana bulla del público y la locutora que simulaba retar al conductor. Claro, para perfeccionar el mal gusto de la escena, Tinelli intentaba levantarse pero no podía, excusa perfecta para apoyar su mano izquierda en cuanto trozo de piel femenina tenía cerca. Con la mano derecha  sostenía el micrófono, el símbolo fálico de su composición escénica. Todo esto no duró más de dos minutos, tal vez menos. Mi estómago no hubiera soportado más que eso. Pero el asco me dura. No por lo provocativo de la fusión de los cuerpos desnudos ni por la obscenidad que destilaba, sino por la relación de poder que allí se establecía. Eso es consenso, cuando alguien poderoso somete a alguien débil. El consenso no es un acuerdo entre iguales, sino que conlleva una relación de jerarquía.
Tinelli, el jefe, podía manosear frente a todos a la sometida muchacha. El joven, su pareja de baile, debía ser testigo de la escena con absoluta impotencia, aceptando esa “virtual” violación. El, dominante, estaba por encima de los dos. El dueño de casa toqueteando a la mucama con total impunidad. El gerente de la empresa –un viejo baboso- abusando de su secretaria. Si eso no es explotación y abuso de género no entiendo nada. No vengan con el verso de que las chicas aceptan eso, que hay un contrato, un acuerdo. No, estimados lectores, hay consenso. Nadie va a aceptar ser humillado de esa manera ante las cámaras, aunque quiera acceder al estrellato. Eso es abuso de poder y me da asco. Debe producir asco.
Pero más me asquea el disfrute masturbatorio que tamaña monstruosidad puede despertar en el espectador hogareño, que se convierte en cómplice de una violación –actuada o no- para su beneplácito. Quien se ríe de una escena así debería sentirse avergonzado.
En textos anteriores manifesté mi rechazo rotundo a la “marca Tinelli”. Es un residuo de otras épocas, no-contenidos que resultan extemporáneos y embrutecedores, además de despojados de todo valor humano.
Probablemente muchos aplaudieron la prohibición del rubro 59 a través de un decreto firmado por la Presidenta. Resulta contradictorio que después de tal medida, un número importante de ciudadanos decida regalar rating a este deleznable sujeto público  que sólo merece nuestro repudio. A veces parece que algunos no entienden nada. Por lo pronto, prometo no preocuparme más por la temperatura invernal.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...