lunes, 1 de agosto de 2011

Sobre Ledesma, el poder y algunas cosas más

Podemos encontrar muchas señales que lo indican. Hay muchos gestos, muchas palabras que muestran algo de nerviosismo. Se entiende. Pero cuando esas señales de poder terminan en la muerte de conciudadanos, no hay explicación que atenúe el hecho. El jueves en horas de la madrugada, justo un día después de que se cumplan 35 años de la llamada “Noche del Apagón”, un desproporcionado número de policías desaforados y enfurecidos, junto a muchos vigilantes privados del Ingenio Ledesma, desalojó con violencia –desmedida violencia- a unas quinientas familias que ocupaban un predio perteneciente a la familia Blaquier. Vamos a los números, que resultan aburridos para algunos pero muy significativos para todos. La familia Blaquier ostenta 160 mil hectáreas en el sur de la provincia de Jujuy, cuarenta mil de las cuales rodean practicamente Libertador General San Martín, una población de unos 60 mil habitantes. El déficit habitacional afecta a cerca de 2000 personas y hace tres años que se reclama al Ingenio Ledesma que ceda quince hectáreas de su infinitud territorial para solucionar el problema. Es por esas quince hectáreas que se produjo el hecho sangriento del jueves pasado. Veamos proporciones urbanas: quince hectáreas son quince manzanas, 160 mil hectáreas son 160 mil manzanas. Es desproporcionada tanta mezquindad. Esas 160 mil hectáreas equivalen a más de diez veces la ciudad de Rosario, de casi doce mil hectáreas de superficie. Los Blaquier, además de los siete yates que ostentan y muchas tierras y propiedades en Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos , poseen diez ciudades de Rosario en la provincia de Jujuy. Eso sí, sin un solo Monumento a la bandera.
Para un ciudadano común, la lógica del buen sentido y no la del sentido común conduce a una duda enorme. Si yo tengo cien millones de pesos,  ¿en qué me afecta regalar mil? Obviamente que el problema no es material, porque la cifra a ceder es insignificante respecto de la totalidad: es apenas el 0,001 por ciento. Nada. Es el equivalente a menos de un centavo sobre cien pesos. Seguramente hay otra cosa detrás de este violento desalojo con un saldo de cuatro muertos y casi sesenta heridos.
Un juez que firmó una orden y se fue de vacaciones es otro dato de este incomprensible hecho. Pero es inaceptable que el mismo juez sea el encargado de la investigación. Jorge Samman se llama el juez y firmó la orden de desalojo el 22 de julio. Otro magistrado más que es obediente a los intereses del poder económico. Desde el buen sentido –y no desde el sentido común- no es una buena manera de ejercer la justicia en un país que busca desde hace ocho años solucionar los problemas de exclusión social y económica.
Según los actores de esta historia, el gobernador de Jujuy, Walter Barrionuevo, alineado al gobierno nacional, sólo controla el norte de la provincia. El resto es territorio de Blaquier y tiene sus propias reglas. Esa no debe ser la forma de organizar un país. Cómo símbolo, eso es el poder económico por encima del poder político. Es la lógica neoliberal que se debe torcer para la construcción de un país con inclusión y equidad.
Desde ese eje podemos visualizar mejor el origen de todos los conflictos que hemos protagonizado desde la asunción en 2007 de CFK. Desde los cortes de ruta de la mesa de enlace hasta este último episodio centralizado en Jujuy, la puja es por lo mismo: ¿quién manda a quién? En el medio, la Ley de Servicios Audiovisuales, cuya aplicación se retrasa debido a la actuación de jueces tan obedientes y adornados como el jujeño.
Con el caso de la llamada Ley de Medios, también reina la desproporción. ¿Por qué un emporio con cerca de 260 medios, entre otros negocios, se niega a cumplir con lo que dicta una ley del Congreso Nacional, hasta el punto de asumir actitudes destituyentes y por fuera de toda concepción ética? ¿Esa negativa está inspirada solamente en motivos económicos?
En la misma pregunta está la respuesta. No hay que pensarla.
Para reducir la inequidad hay que profundizar en la redistribución de los ingresos. Redistribuir es distribuir mejor, volver a distribuir. Para achicar la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es necesario que cedan los que nunca han cedido. Pero además, hay que pensar que las grandes fortunas no son fruto del trabajo esforzado de una persona o una familia que ahorra honestamente peso sobre peso. Las fortunas incontables e “ingastables”, no las buenas posiciones económicas. Esas grandes fortunas se originan en la explotación, la corrupción y la especulación. Esas grandes fortunas son las que generan las grandes miserias. Esa brecha entre ricos y pobres es producto de la avidez desenfrenada de los que quieren ganar a toda costa y nunca tienen límites de ningún tipo. Ni siquiera la vida de los otros. Y la resistencia a ceder, a redistribuir, a renunciar a una mínima parte de todo lo que tienen no pasa por lo económico solamente. Lo crucial es que no quieren renunciar a ser patrones, no de sus tierras, sino del país entero.
Ya lo dijo Hugo Biocati en la inauguración de la 125° Exposición Rural. En un período de cosechas récords, con un crecimiento continuo de la producción agropecuaria, sus palabras con forma de súplica parecen más un grito de guerra: “dejen de castigar al campo, dejen de castigar a la Argentina”. El “castigo” para ellos es tener que obedecer a un poder político al que aborrecen. El “castigo” para ellos es pagar impuestos. El “castigo” es no ser adulados como lo eran en los tiempos del centenario. Pero el peor castigo –y esto se relaciona con la reconstrucción de los símbolos- es dejar de ser La Argentina para empezar a formar parte de ella.

1 comentario:

  1. Una publicación brillante, Profe, cargada de idelogía y buenas intenciones pero...Lo que habría que preguntarse es hacia donde apunta el inconciente colectivo de la gente...Macri...Del Sel... Exponentes claros de un neo liberalismo atroz y angurriento. ¿Nos importan los pobres?. ¿Nos importa la exclusión?. ¿Somos sensibles a la marginalidad?. ¿O solo son negros de mierda cortando una ruta o una calle que solo rompen las pelotas?.¿A quien nos queremos parecer?. ¿Quien nos creemos que somos?. Lipchitz los saca de Plaza Pringles porque los truchones están enojados pero ni se calienta si cortan Juan José Paso y Travesía. No aparece ni el loro siquiera a ordenar el tránsito. ¿A quien responde Lipchitz?. ¿A quien representa?: Al 52% de Rosario. El Gobierno Nacional debe tomar postura inmediata en el aberrante Jujuy pero fundamentalmente cada uno de nosotros debe hacer un profundo examen de conciencia y preguntarnos quienes somos, en que nos estamos convirtiendo y quien queremos que nos represente.

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