lunes, 10 de septiembre de 2012

La desesperación de los que no respiran bien


La tapa del último número de la revista Noticias revela muchas más cosas de lo que parece. Junto con las diferentes operaciones de esta semana, la hipótesis del goce de Cristina apunta a algo más que la simple descalificación, además de reforzar el ultra machismo que parece difícil de desterrar. Tanta bajeza demuestra el tamaño de su odio y el grado de desesperación al que han llegado. Desesperación que indica que vamos por el buen camino si son ellos los desesperados. Desde el escándalo por la cadena del Día de la Industria hasta la portada del pasquín existe la intención de cercenar la Palabra de la Primera Mandataria. Palabra que enloquece a los que ya no tienen argumentos, que desconcierta a las filas opositoras, que sacude algunas conciencias todavía no definidas. En eso radica la desesperación: el sentido común que estos medios defienden está en franca retirada. Mentiras, acusaciones, distorsiones, procacidades son los últimos cartuchos de estos nostálgicos del peor pasado, provocadores de reacciones, carroñeros de las desgracias. La fecha de vencimiento está próxima y aunque lo intenten, nada podrá impedir que se aplique la Ley de la Democracia.
La semana comenzó con la Cadena Nacional en pleno prime time. Cristina osó interrumpir los programas más vistos por los televidentes argentinos; invadió los hogares que, en la sobremesa, se aprestaban a disfrutar de las superficialidades más variadas; desafió a los medios con hegemonía en decadencia. Al día siguiente, Clarín hizo las cuentas y reveló la cantidad de horas que La Presidenta había gastado en lo que va del año: 14 horas, 17 minutos y 23 segundos. Y ahí mostraron su debilidad, pues se sienten desbordados por esas casi quince horas sobre las 5900 que han transcurrido desde el 1° de enero. No es la cantidad lo que los vulnera, sino la calidad. O mejor, la profundidad de su contenido. O el sentido de las medidas. Lo que molesta es que CFK ostente lo que ellos no tienen: argumentos y propuestas. Y resultados positivos, por supuesto. Ese sector minoritario pero destructivo cuenta las palabras de Cristina porque sus propias palabras son impronunciables y traen a la memoria lo peor de nuestro pasado.
Y no saben cómo hacer para callarla. Desde las propaladoras de estiércol machacan todo el día con lo de la Cadena Nacional, tanto que lograron que un centenar de caceroleros demuestren sus habilidades musicales en una protesta espontánea. A pesar de tantos esfuerzos, el discurso del lunes por el Día de la Industria tuvo más rating que los productos más exitosos. La Cadena Nacional molesta porque difunde la Voz de La Presidenta sin posibilidad de distorsiones. Y vaya que distorsionan lo que no está en Cadena. El affaire Rocca lo demuestra. El cruce verbal entre el Ceo de Techint y CFK tiene su origen en la manipulación de la palabra del otro. Si el empresario es sincero o no con la desmentida o si está confabulado con su socio para meter interferencias, es un dato menor. O no tanto. Pero deja al descubierto que ese medio de prensa ha roto los tímidos lazos que mantenía con la información. El ex Gran Diario Argentino ya no duda en traicionar a sus lectores y clamarlo a los cuatro vientos. Porque ésta no ha sido la primera vez que queda al desnudo una mentira difundida en sus páginas. Instituciones, políticos y funcionarios han tenido que salir al cruce de afirmaciones que en nada se parecían a lo ocurrido. Hasta Ricardo Lorenzeti ha sido víctima de sus manipulaciones des-informativas.
Sin embargo, muchos lectores insisten en alimentar sus prejuicios con los contenidos de ese libelo, a pesar del desprestigio creciente. Pero más grave aún es que muchos políticos de la oposición basen sus opiniones en esas versiones desajustadas de la realidad. Tanto los clarinadictos que todavía quedan como los opositores no se molestan siquiera en consultar otras fuentes y transitan por la vida convencidos de que van bien informados. Y muchas veces, se conforman con leer sólo los titulares, que en general, contradicen a los textos. Y encima, ya no es un secreto que mienten de manera descarada.
La importancia de la voz directa de La Mandataria se notó el jueves, el día que habló del miedo. Lo que venía relatando rondaba por la paralización en algunas obras públicas o por medidas cautelares o por detección de sobreprecios. “Yo también entiendo por qué el juez colocaba penalidades a los funcionarios, en sus propios patrimonios, una cosa nunca vista –reflexionó Cristina- Porque en realidad si un funcionario comete un delito, lo que hay que hacer es meterlo preso, hacerle juicio, procesarlo, indagarlo, pero si no hacían tal cosa le ponían multas que tenían que pagar de su propio patrimonio. Tal obra debía hacerse en 30 días, en 40 y tenía aterrorizado a todo el mundo. Pero no hay que aterrorizarse, solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo caso también un poquito”. No quedan dudas de que el temor debían tenerlo los funcionarios tentados por la corrupción, no todos los argentinos. Pero la tergiversación estaba cantada: a Cristina hay que tenerle miedo.
Entonces, tan manipulados y subestimados como los lectores, los exponentes de la oposición desarticulada comenzaron a hacer fila para opinar sobre lo que no habían escuchado. Las ridiculeces más descabelladas salieron de esas ilustres bocas sin pudor, en lo que parece ser otro hueso de Cristina para entretener a los descarriados. El Gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, dejó aflorar su misticismo y afirmó que “a Dios no se le teme porque es puro amor”. Mauricio Macri, abandonando por unos instantes la Galería de Farsantes de FeVida, pidió a los “argentinos que no tengan miedo” porque “somos mayoría los que queremos vivir en libertad”. Lúcido y comprometido como siempre, el líder del FAP, Hermes Binner afirmó que los dichos del miedo “están dentro del contexto que están tomando sus mensajes del último tiempo” y, retomando su papel de ex médico, aunque anestesista, diagnosticó: “no la vemos bien. Tiene que dar un mensaje de paz y tranquilidad. La vemos crispada”. Otra luminaria que emergió del letargo fue Ricardo Alfonsín que, sin temor, recitó que “el miedo a los presidentes está asociado a los momentos más oscuros de la historia política argentina” y especuló con que Cristina “no recuerda que el 30 de octubre de 1983 los argentinos dejamos atrás el miedo”. La otra voz sapiente del radicalismo, el ex vicepresidente Julio Cobos, denunció que “es un gobierno de sumisión, unitario, que impone el miedo y lo hace saber por distintas vías, como lo ha demostrado y lo está demostrando”. La multipartidaria Patricia Bullrich acusó al Gobierno Nacional de liderar prácticas de extorsión y se envalentonó: “queremos decirle a la Presidenta que a pesar de sus acciones y amenazas, no le tenemos miedo”. Para redoblar la apuesta, Francisco De Narváez expresó que la Presidenta “no le da miedo sino vergüenza debido a que ahora empieza a compararse con Dios”.
Como opinaron sobre algo que ni escucharon ni trataron de entender, vergüenza dan ellos, ovejas sometidas a las letras de molde. Letras de molde que en breve tendrán una importante sacudida: el 7 de diciembre el poderoso multimedios deberá quedar reducido a apenas un diez por ciento de lo que es. El Jefe de Gobierno porteño salió a defender a sus mejores amigos, los que cubren todas sus tropelías gubernamentales: “que no apriete a los medios independientes porque el 7 de diciembre no pasa nada”. Claro, como exponente de una clase patricia poco acostumbrada a cumplir con las leyes, no es de extrañar que diga eso. Pero el Amador Porteño no advierte que esta vez no será así. Hay una mayoría ansiosa por ver al monstruo sometido y con él otros más. El 7 de diciembre será como un fin de año anticipado, con fuegos artificiales y brindis incluido, que indicará el inicio de un país mucho mejor.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...