lunes, 8 de abril de 2013

Entre picaditos y palabras hirientes



Las culpas de los que esquivan toda culpa
El presidente uruguayo, José Mujica, siempre da letra con sus desprolijos dichos. Aunque algunos afirman que sus palabras iluminan, en realidad, deja muchas sombras a su paso. A veces parece danzar de una manera un poco confusa para alguien con un pasado tan extremo. Tal vez, la vejez derechice a sus víctimas. El pintoresco descuido en su imagen no debería trasladarse íntegro a sus declaraciones. Sobre todo, porque sirve un festín en bandeja para la derecha angurrienta, que explota al máximo sus exabruptos y los transforma en titulares. O lo hará adrede, para que se entretengan un poco y no molesten en los asuntos serios. Aunque no le salga tan bien el artilugio. La ostentación de austeridad, por ejemplo, resulta funcional a la derecha apologista de los recortes y la reducción de conquistas laborales. Si un presidente puede vivir con 800 dólares en una chacrita y con las pilchas usadas durante décadas, un trabajador podrá hacerlo con algo menos.
El cineasta Pino Solanas decidió tomar las palabras de Mujica como una humorada y aconsejó a la dirigencia política a “no perder el humor”. Entonces, ¿será un chiste su alianza con Carrió? En cambio, el cuartetero uruguayo, Mauro Lecornel -quien convierte cualquier hecho informativo en cumbia- consideró, al presentar su nuevo tema “Esta vieja es peor que el tuerto”, que “no se puede aplaudir semejante payasada, tenemos que aprender a respetarnos entre hermanos”. Primero, CFK no es vieja y tiene menos años que él. Además, resulta evidente que la vejez puede producir sabios o viejos paspados. Segundo, Néstor Kirchner no era tuerto, sino bizco. Tercero, la terquedad no es, en sí, un calificativo que porte una carga negativa. Una persona terca no necesariamente será de dura sesera; puede ser tenaz, irreducible, pertinaz, rebelde, convencida. Más importante que enojarse porque calificó a La Presidenta como ‘terca’, es dilucidar por qué lo dijo, en función de qué obstáculo en la relación con nuestros vecinos. Mientras más vueltas demos al asunto, de una mala anécdota, puede pasar a una declaración de ruptura. Y a nadie le conviene eso.
Después de los lamentables hechos de esta semana, conviene más dedicar unas líneas a los que son tercos en serio; a los que, de tan testarudos, producen mucho daño en nuestra vida; a los que insisten en desentenderse de las obligaciones con las mayorías para beneficiar a unos pocos; a los que carecen de autocrítica pero vomitan acusaciones sin sentido. En definitiva, a esos que aprovechan los dichos de Mujica para desarmar todo lo que hemos recuperado e impiden buscar lo que nos falta. Mientras el Alcalde amarillo, recién llegado de sus vacaciones en Troncosa, se dedica a atropellar inundados y jugar al fútbol en su quinta de Los Nogales, los ciudadanos de verdad se ofrendan para reparar los daños de la desidia de dirigentes como él. Fiel a sus principios de mirar para otro lado, busca un acercamiento hacia los sectores que desprecia para socializar sus culpas. Y también, para alcanzar su sueño dorado: que los demás trabajen por él para después transformar los laureles que no supo conseguir en consignas de campaña.
En el Comedor Los Piletones, de Villa Soldati, declaró que "la tragedia pone las cosas blanco sobre negro y me demuestra que la tarea realizada, aun cuando haya sido importante, no es suficiente”. Tareas importantes si lo que quiere es convertir la Capital del país en un autódromo o en una pista náutica. Terco de verdad que insiste en subejecutar el presupuesto dedicado a las tareas verdaderamente importantes. Terco y torpe que ahora llama a redoblar un esfuerzo que jamás comenzó, al menos para él. Terco, torpe y mentiroso, que echa culpas al Gobierno Nacional por el famoso crédito, cuando en realidad podría haber concretado las obras con recursos propios, con todo lo que recauda con su nueva empresa, “CABA SA”, en la que, más que alcalde, es gerente.
A todos los demás calificativos dirigidos a Mauricio Macri, que además de inoperante, intenta ser locuaz, podemos agregar que es hipócrita y bastante cínico: simula ser humano pero le sale muy mal. Lo que viene a continuación, lo demuestra: “escuchamos que los vecinos nos preguntan: ‘¿Dónde está la plata que hubo todos estos años, que estamos tan desprotegidos?’. Esto tiene que ver con cómo se invierte y administra, cómo se gestiona. No es lo mismo invertir que gastar. Cuando uno hace cosas que son muy populares se postergan inversiones”. Aunque tenga forma de autocrítica, en realidad está cuestionando el accionar del Gobierno Nacional, como si su gestión al frente de la capital argentina fuese un ejemplo a imitar por el resto de los gobernantes. Pero lo que viene, es peor, si eso fuera posible: “esto tiene que servir para que aprendamos que hay que administrar teniendo en cuenta que el Estado tiene la obligación de invertir y tiene que defender en su presupuesto la cuenta inversión, para que la infraestructura mejore permanentemente y le dé seguridad a la gente”. En realidad, no se entiende de qué lado se ubica; parece un ciudadano más tratando de orientar a sus gobernantes. El no se siente Estado; él no se ve como un gobernante con responsabilidad; él juega con la maqueta que le regaló papá sin otro objetivo que divertirse con sus amiguitos. O necesita terapia urgente, lo que no lo desligaría de sus irresponsabilidades y torpezas destructivas.
Mientras el no-alcalde memorizaba las excusas redactadas por sus guionistas, la sociedad seguía el ejemplo de La Presidenta, que puso el cuerpo sin grandes declaraciones. Sin excusas pero con mucho dolor, CFK se calzó las botas y se sumergió con los damnificados, se empapó de gente, se dejó salpicar por las lágrimas. Como conductora de un movimiento, insistió en la organización para paliar los daños, para calmar la tristeza, para restañar heridas. Como mandataria de un país en marcha, meditó unos días y planificó el futuro. Y después, sólo después, se dirigió a su Pueblo. No pronunció sus acostumbrados mensajes para la Historia, con frases para enmarcar en el recuerdo. Sólo se refirió a esta historia y la manera de repararla. Puso a disposición de las víctimas el dinero que el Estado Nacional recauda, la caja que algunos cuestionan, las arcas que muchos intentan eludir, hasta a los balazos.
La Presidenta puso el cuerpo junto a muchos militantes sociales y ciudadanos sin militancia que, codo a codo, se volcaron a la tarea de asistir a las víctimas o, cuanto mucho, de acompañarlas en su desolación. Algunos pajarracos, desde árboles resecos, cacareaban cantos lúgubres en contra de las pecheras de identidad. Todavía siguen removiendo sus picos hasta encontrar algo que pueda inspirar sus desentonados cantos. Y allí quedarán, en esos árboles resecos hasta que se contagien de tamaña sequedad.
Pero Cristina no sólo emparchó el abandono: como siempre, volvió a prometer futuro. Ahora pondrá manos a la obra para buscar a los responsables, para señalar los errores, para indicar las falencias. Con nombre y apellido habló del barrio Mitre, que nunca se había inundado hasta el arribo del shopping Dot Baires, que lucía su esplendor en medio de la caótica oscuridad de sus vecinos. Pero también es responsable de ese bullir acuático que surgía del pavimento y que inundó la zona. Parece que no sólo tendrá que comprometerse a reformular sus desagües pluviales, sino que deberá poner ‘algo’ para indemnizar a las víctimas.
La inundación en Buenos Aires y La Plata provocó daños que pueden superar los 2000 millones de pesos, según calculan algunos expertos. Cifra que se “gastará” para reparar los daños, además de lo que insumirán las obras necesarias para impedir algo así en el futuro. Cifra que si se hubiera invertido en el momento adecuado, en lugar de priorizar maquillajes o facilitar negocios, los estragos serían menores. Esto cuantificado en dinero, no en dolor ni en pérdida. Sobre eso no hay cálculos ni puede haberlos. Tampoco réditos ni ganancias. Pobre del que lo piense. Por eso, quizá, los que defienden sus vacaciones eternas no podrán asomar la cabeza en mucho tiempo, salvo que se decidan a honrar el cargo para el que fueron elegidos. Pero para algunos, eso será muy difícil, como en breve, ellos mismos demostrarán.

4 comentarios:

  1. Gustavo, comparto todo lo que decís sobre el no-alcalde. El muchacho se encarga de ser noticia día tras día.
    De todos modos, me parece que en una situación similar está Bruera, que aunque no es noticia como el muchacho-bien es tan o más responsable, y si pretendemos ser objetivos también tiene que ir a la celda de al lado de 'Mauri'.
    Saludos

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  2. Sí, por supuesto que sí. Pero Bruera no es presidenciable pero Macri sí. Macri representa todo lo opuesto que está haciendo el Gobierno Nacional. Bruera está liquidado antes de nacer. Macri puede resucitar, todavía, de la mano de la protección mediática de la que todavía goza.

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  3. Gustavo he decidido, para aprender de usted, polemizar con usted. Siempre desde el respeto, el amor por los pensantes como usted, ser subjetivo -no objetivo xq eso suena a neutral y cobarde- con argumentos, no como en los comentarios del diario mitrista y traidor a la soberanía nacional, La Nación, predica, que es el insulto cobarde y anónimo dentro de la cibernética espacial.
    Primero, Mujica que va a decir su polula entre dos potencias de América sureña como Argentina y Brasil. Segundo, si hoy fueran las elecciones hay mucho voto en blanco porque todos nuestros representantes fracasaron ante la inundación. Todos, todos estaban de joda, en Brasil, en Europa, en el Calafate. Dan asco. Cristina fue a La Plata solo a ver a su mamá y su barrio. Por supuesto, la Presidenta es la mejor o menos maña de una dirigencia política pésima. Y ahí cae duramente Macri, que la daba de la antipolítia y así llegó al poder porteño y hoy se derrumba como político. Bruera ni hablar. Mentiroso, sínico, peor que Ibarra terminará,
    Todo con argumento y podría seguir para sumar su gran aporte. abrazo

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  4. Respecto de La Presidenta, tiene responsabilidad a la hora de asistir a las víctimas, pero no de prevenir la tragedia. No puede gobernar por los intendentes. Tolosa fue el barrio más castigado, después fue a la Facultad de periodismo. Respecto a lo del barrio mitre, de Capital, fue por una cuestión simbólica, que señaló en su discurso del viernes. Ese barrio se inundó por un descontrol de la construcción. Son señales que dio, mientras Macri jugaba al fútbol y bruera se escondía.

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