viernes, 5 de julio de 2013

El Imperio y su pandilla



Nuevas amenazas de los saboteadores
Con un poco de esfuerzo pero sin llegar a la paranoia, algunos hechos de esta semana pueden convivir en un mismo texto. Desde la humillante sospecha hacia Evo Morales hasta los intentos de algunos conspiradores vernáculos contienen una evidente dosis de deslegitimación. El atropello diplomático padecido por la delegación presidencial boliviana está impulsado por un decadente –pero aún riesgoso- espíritu imperial. La gravedad del asunto no pasa sólo por una reivindicación de las raíces indígenas del Presidente Evo: sólo la condescendiente mirada del colonizador puede convertirlo en un mero incidente racial. La afrenta alcanza a toda la región y debe afectar a cada uno de sus presidentes. No fue la particularidad de una etnia la vulnerada, sino la institucionalidad de un continente. Y también de todo el mundo. Las alucinaciones paranoicas de un país no pueden alterar la convivencia del planeta. En realidad, así ha sido el clima internacional después de la Segunda Guerra, cuando EEUU comenzó a consolidar su hegemonía y diseñar enemigos a la medida de sus necesidades. Ya no basta con señalar la prepotencia demoledora del país que más conflictos ocasiona en nombre de la paz. De una vez por todas, hay que ponerle un freno.
Un límite discursivo, por ahora. En algunos de nuestros países sabemos de qué se trata eso: desmoronar un sentido común colonizado para entronar un pensar colectivo soberano. Precipitar la caída de las máscaras para que los rostros muestren todo su horror. Interpelar a los conceptos para descubrir los intereses de quienes los sostienen. Escuchar la historia de los pueblos para garantizar el futuro de las naciones, porque toda construcción empieza desde abajo. Como esto no pretende ser una receta, podemos interrumpir la enumeración de infinitivos y buscar una síntesis. Si un statu quo resulta extremadamente nocivo, hay que invertir toda la energía necesaria para modificarlo y una vez comenzada la tarea, es imprescindible llegar hasta el final. De lo contrario, cuando retorna, puede ser más destructivo.
 Evo Morales recibió un trato más adecuado para un forajido que para el presidente legítimo de un país. En esos países que pusieron en vilo la seguridad del avión boliviano tratan con más respeto a los especuladores financieros que están hundiendo a sus pueblos. Por eso, la reacción de UNASUR fue la más acertada. “Nuestro pecado es ser indígenas y antiimperialistas”, afirmó el presidente de Bolivia, después de haber estado de rehén en Austria. “Que pidan perdón –exigió CFK en Cochabamba- alguna vez en la vida que pidan perdón por lo que han hecho”. El acto de apoyo y desagravio a la Nación Latinoamericana se realizó en el estadio Coliseo de la Coronilla, donde los representantes de los pueblos quechua y aymara, sindicatos y de otros colectivos sociales se sumaron a cinco presidentes y delegaciones de diferentes países. “Indigno presidente Rajoy –clamó Nicolás Maduro- que pretendió revisar el avión presidencial de Bolivia”. Después de acusarlo de abusador, calificó el episodio como la muestra de “una derecha enloquecida de odio y desesperación”.
Pero tanto odio y desesperación no inspira sólo a los enemigos externos. Fronteras adentro, cada país de la Patria Grande tiene lo suyo. En simultáneo con el conflicto diplomático padecido por Evo, nuestra agenda se vio nutrida por los dolorosos obstáculos que pergeñan los grandes saboteadores locales, que pretenden sacudir la apacible escena electoral con conflictos artificiales. Primero, los productores y acopiadores trigueros que, empecinados en doblegar al poder político, esconden las espigas para negarnos el pan. Después, los ferroviarios que, como en 2011, pretenden pisotear las urnas arrojando piedras a una estación de trenes. Y lo que se viene: un paro-puente de los camioneros con movilización incluida.
Desde hace un tiempo, los dirigentes de la Mesa de Enlace apelan a la extorsión para socavar la legitimidad del Gobierno Nacional. Eduardo Bussi, de Federación Agraria, aconsejó muchas veces aguantar lo más posible los productos antes de volcarlos al mercado. Esconder, ni más ni menos, lo que la tierra de nuestro país produce. Especular para ganar más y acaparar para desfinanciar al Estado. Protestar para molestar. Lloriquear para perjudicar.
Pero si con sus fintas esperaban doblegar a La Presidenta, otra vez se equivocaron. No estamos en 2009, por si no se enteraron. Ante el apriete de los agroexportadores con el trigo, vino la respuesta del Ejecutivo. El enemigo de los conspiradores, el secretario de Comercio Guillermo Moreno, firmó la resolución 67/2013 para que “los distintos sectores intervinientes en los procesos productivos de trigo ejecuten las acciones comerciales tendientes a proveer adecuadamente al mercado interno”. De la advertencia del miércoles, pasó a la acción. Ahora, de no atender esta orden, el Gobierno podrá decomisar el trigo estoqueado para enviarlo a los molinos y hasta podrá aplicar sanciones a los que no cumplan. Si todo funciona como corresponde, el precio de la harina deberá descender para no presionar más el bolsillo de los ciudadanos. Pero hay que estar atentos. Mientras no se modifiquen las relaciones de fuerza en nuestra estructura económica, siempre estaremos a merced de los angurrientos.  
También de los violentos. Un injustificado paro ferroviario termina con destrozos en una estación de trenes. Una medida de fuerza sorpresiva y venenosa por un retraso que no fue tal. Una cámara se cuela en el conflicto; o mejor dicho, en la cabina de los conductores. Y, como otras veces, sicarios disfrazados de pasajeros indignados dispuestos a incendiar y romper todo. Por ahora, el Ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, presentó una denuncia penal contra el titular de La Fraternidad, Omar Maturano, por incumplir las disposiciones que regulan la prestación de los servicios públicos. Los agresores detenidos tal vez conduzcan a los cerebros organizadores de tamaño vandalismo.
Pero hay más. Porque si algo está muy claro es que no nos darán respiro. Estos oscuros personajes apelarán a sus más sucias tretas para restar algunos porotos a los candidatos del oficialismo. Ahora toman la posta los camioneros, que después de atacar a los trabajadores tintoreros, planean un paro general para el lunes. Una forma un poco malsana de conquistar un feriado puente. Así es: Hugo Moyano convocó a un paro de 24 horas que afectará la recolección de residuos, provisión de caudales y distribución de diarios y transporte de combustibles. El impuesto a las ganancias es la excusa y generar caos, el verdadero propósito. "La soberbia tanto de la presidenta como la del ministro de Trabajo de no escuchar un legítimo reclamo de los trabajadores lleva a esta consecuencia: a un paro nacional”, explicó Moyano en una radio capitalina.
Para nada amedrentada con estos gruñidos, La Presidenta aseguró que no tolerará “la extorsión de nadie” y exhortó a realizar “un gran esfuerzo para que los conflictos se encaminen y se resuelvan democráticamente”. Sobre todo, aquéllos que se originan más por la angurria que por la necesidad. Aunque parezca increíble, los que más tienen son los más quejosos. Y los que tienen mayor capacidad de daño. Algo que debe cambiar cuanto antes. ¿Quién deja una ametralladora cargada en manos de un orangután enloquecido?

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