viernes, 7 de febrero de 2014

Un paso más en la construcción de ciudadanía


Ante las maniobras especulativas de los formadores de precios, militantes, cíber-usuarios y algunas organizaciones sociales convocaron a un Apagón de Consumo en supermercados, cadenas de electrodomésticos y en las estaciones de Shell. Una manera de defender los bolsillos, víctimas de los mordiscones de los angurrientos de siempre. Esta idea rompe el sentido común enloquecedor de los medios hegemónicos, que tratan de culpar al Gobierno Nacional por la suba injustificable de los precios. En realidad, desde las usinas de estiércol y de la oposición patológica, todo, absolutamente todo, es culpa de Cristina. Una mirada pueril sobre la vida política argentina a la que sólo pueden adherir los prejuiciosos, distraídos y desmemoriados. Porque si a esta altura de los hechos todavía creen en las catástrofes -más deseadas que cercanas- que anuncian a cada rato, en la torpe demonización que realizan de algunos funcionarios, en la lectura maniquea que exponen sin rubor, en las fábulas con pretensión analítica y en las mentiras necesarias para justificar tanto desquicio, nada podrá hacerse para rescatarlos de esa nociva burbuja agorera.
Desde hace unas semanas, las caras famosas de la tele y las ilustradas plumas de los diarios más vendidos manifiestan un indisimulable placer por los números que parecen desmadrarse. El dólar blue –ilegal, vale aclarar siempre- y el pronóstico del clima sirven por igual para condimentar el ambiente apocalíptico que dibujan para su alucinado público. Ni una sola crítica se les escapa hacia las pocas empresas que fabrican todo ni a las grandes cadenas de supermercados que multiplican sus ganancias a fuerza de saquear nuestras billeteras. Y si La Presidenta solicita a la ciudadanía que fiscalice las góndolas, salen los pavotes a decir que ése no es trabajo para los compradores. Claro, para los individualistas extremos, deberíamos salir acompañados por un policía, un inspector de tránsito, un funcionario de la secretaría de Comercio y otro de Bromatología para protegernos durante el escabroso paseo por las góndolas. En el ideario destructivo que presentan todos los días no hay espacio para la construcción de la ciudadanía.
Como era previsible, los serviles periodistas hegemónicos se escandalizaron por el Apagón de Consumo y, como contrapropuesta,  llamaron a consumir como nunca. Esto demuestra que no les importa nada, ni la economía, ni el público ni el futuro del país. Como son representantes del Poder Económico, aunque se disfracen de objetivos, no hacen más que defender los intereses de los que quieren succionar nuestros recursos, de los que fugan divisas, de los que nos estafan, de los que nos quieren ver otra vez de rodillas.
El pequeño escenario de los medianos
 Nada de esto sería posible sin el aporte imponderable de los políticos de la oposición extraviada, que, aunque son representantes elegidos por el voto popular, actúan como guardianes de los intereses de una minoría. No se equivocan nunca y jamás se distraen. Mientras se maquillan para las masas, desfilan para los buitres. Aunque se muestren como republicanos, pisotean las instituciones. Aunque cobren como legisladores, trabajan como columnistas en los grandes medios. Aunque afirmen tener propuestas, sólo recitan consignas dictadas por la ortodoxia.
Fieles cancerberos, las estrellas del radicalismo convocaron a una conferencia de prensa, más como un casting para llamar la atención del Círculo Rojo que como una acción esclarecedora para defender los intereses de todos. El eje del guión que interpretaron fue una crítica lapidaria de la caótica situación económica, política y social a la que nos ha conducido el proyecto K. Aunque los periodistas escarbaron para encontrar algún atisbo de definición o propuesta, sólo balbucearon algunas quejas sobre la inflación calamitosa y el despilfarro de los recursos del Estado. Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central en tiempos del neoliberalismo, gambeteó: "no se trata de plantear ahora medidas. Lo primero es reconocer el problema y para eso necesitamos un índice de inflación creíble. No el del INDEC. Es la única manera de ponerse metas para bajar la inflación y trabajar sobre las expectativas inflacionarias, que son centrales".
Para que se entienda, detrás de las expectativas inflacionarias no hay una preocupación por el bolsillo del trabajador. Bajar la inflación significa, para los defensores de la ortodoxia económica, achicar el mercado interno, acotar las posibilidades de consumo de la clase media y, sobre todo, reducir las asignaciones que reciben los que menos tienen. En definitiva, la única propuesta que podría mejorar la situación del país es dejar la economía en manos de los expertos, que no son más que operadores del sector financiero nacional e internacional para que la vida cotidiana quede a merced de las impiadosas leyes del mercado. Lo que quieren es que los ciudadanos se conviertan en servidores del capitalismo salvaje para seguir llenando las arcas de una minoría empachada que quiere seguir engordando.
Lo más grave es que no confiesan lo que piensan ni aclaran qué harían en caso de estar en el poder. El senador Ernesto Sanz inició el diálogo con los periodistas con una capciosa lectura sobre el discurso que el martes brindó CFK en cadena nacional. "Otra vez la presidenta perdió la oportunidad de transmitir certezas y, por el contrario, con su discurso sembró más incertidumbre", sin aclarar para quién sembró semejante cosa. En realidad, la incertidumbre para los que más tienen son certezas para los que menos tienen. Y viceversa.
Lo que Sanz y sus secuaces querían escuchar en boca de la Primera Mandataria era un plan de ajuste al estilo noventoso o los recortes al mal llamado gasto público que pergeñó la Alianza a comienzos de este siglo. Por el contrario, Cristina anunció incrementos en los haberes jubilatorios y la ayuda escolar, para que el mercado interno se movilice desde abajo. Y ésta es la manera más efectiva para garantizar la redistribución del ingreso, porque si los recursos van a hacia los que más tienen -el famoso modelo del derrame- los miserables sólo dejarán caer algunas gotas y el resto irá a parar a algún paraíso fiscal.
Un día antes, fue el diputado socialista Hermes Binner el encargado de decir inconsistencias, como sus deseos de que el Gobierno Nacional “dé en la tecla con las medidas que mejoren la situación económica del país”. Como si de un juego de azar se tratara y no de un proyecto que en diez años recuperó lo que durante mucho tiempo se rifó al capital internacional. Después, dijo lo de siempre, bajar la emisión monetaria, cuidar las reservas y las tonterías del diálogo y el consenso. No olvidar: para los poderosos, el diálogo es el espacio para dictar órdenes y el consenso es la obediencia. Conceptos alejados de cualquier ideario socialista que se piense como tal.
Todos los integrantes de la desconcertada oposición evitan confrontar con los grupos concentrados de la economía. Por el contrario, hablan de ellos como si fueran víctimas y no victimarios. Víctimas de un gobierno que se ha comprometido a construir un nuevo futuro, en el que todos gocemos de los bienes que se producen en el país. Víctimas porque tienen que renunciar a una mínima porción de sus ganancias espurias porque Cristina se ha encaprichado con la idea de la redistribución del ingreso. Víctimas de una horda politizada de jóvenes -y no tanto- dispuesta a defender lo conquistado. Víctimas porque el despreciable populacho se resiste a convertirse en esclavo. Víctimas porque, de una vez por todas, deberán devolver lo que nos han escatimado durante todos estos años.

3 comentarios:

  1. Excelente Gustavo !!! Claro y contundente como Siempre. Con más Fuerza que nunca salimos a Defender las conquistas logradas Gracias a este Proyecto Nacional y Popular !!!

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    1. EL PROBLEMA DE TODOS ESTOS DETRACTORES DE CFK ,ES QUE CADA. VEZ TIENEN MENOS POBRES PARA EXPLOTAR,AUNQUE AÚN QUEDAN MUCHOS DESDENTADOS.

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    2. Por supuesto que todavía falta mucho para conquistar y muchos argentinos para incluir. Pero están desesperados por romper lo que hemos construido en estos años. Se caen las babas cuando miran las reservas y los recursos destinados a los que menos tienen

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