jueves, 20 de marzo de 2014

Como bestias desaforadas


Mientras Mauricio Macri y Sergio Massa guardan un bochornoso silencio respecto al tema de Malvinas, Lanata y sus columnistas analizan -por telepatía, una vez más- la psiquis de La Presidenta. Un esguince de tobillo es más crucial que las preferencias del ministro británico para negociar la devolución de las Islas. Seguramente, los primeros enmarcarán las declaraciones de Hugo Swire para decorar sendos despachos. En cambio, Cristina se reirá mucho al leer que el psicólogo Eduardo Chaktoura considera que “las torceduras hablan sobre personas que resisten; hablan de rigidez, de falta de flexibilidad”. En un colectivo, dos hombres de más de sesenta hablan de política. Uno dice: “hace unos días le echaban tierra y ahora le chupan las medias”, en referencia a la reunión del Papa con CFK. ¿Cómo no van a llegar a semejante conclusión con la información que reciben desde los medios hegemónicos? Pronósticos apocalípticos, análisis alarmantes, mentiras disfrazadas de noticias y delirios presentados como opiniones. Ya no quedan dudas: esos medios y su público se retroalimentan con prejuicios para malograr el universo de lo cotidiano. A esta altura de la vida, si las tapas no estuvieran pobladas de titulares agoreros, los lectores dejarían de apoyarlos. Un círculo vicioso que cada vez es más cerrado, más pequeño, más nocivo, más agónico.
Una minoría que se siente satisfecha con el sentido común que les han construido. Y creen que son portadores de un pensamiento crítico, cuando en realidad, sólo arrastran un amasijo criticón. Porque ese sentido común al que se abrazan los conduce sólo a desconfiar, a despreciar, a despotricar. Claro, si los autores de los libelos que consumen se esfuerzan para convertir cualquier hecho en una mala noticia y de culpabilizar a La Presidenta con las tramas más descabelladas. Descolocados por la relación entre Francisco y Cristina, hacen hincapié en el esguince. Desmentidos por la convocatoria al acuerdo con el Club de París y el apoyo del presidente francés, François Hollande, sólo se preocupan por el hotel en el que se alojó y las inconsistentes quejas de Ricardo Piglia. No saben cómo disimular la bronca, la envidia que les da la atención que prestaron los dos Franciscos a Nuestra Presidenta.
Medios y público gozarían como en vacaciones si el IPC de febrero hubiese rasguñado el 4 por ciento, pero, como no llegó al 3,5, mascullan todo el estiércol que, desde hace unos años, acumulan en sus entrañas. Y vuelta a poblar tapas y pantallas con los peores deseos con formato periodístico. Entonces, exhiben índices alucinantes sacados de la galera de operadores financieros disfrazados de objetivos analistas económicos. En un extremo del absurdo, se enojan con los hechos porque no suceden como ellos quieren. En lugar de la republiqueta decadente que ellos dibujan, se encuentran con un país soberano que se levanta de a poco para avanzar hacia un horizonte de equidad.
La batalla por los precios
Lejos de contar las cosas que ocurren desde su punto de vista, van más allá de cualquier teoría de la comunicación y esquivan toda coherencia para pintar un escenario caótico. Como ya no soportan al Gobierno Nacional, intentan adelantar su salida. Esas intenciones se les escapan cada vez que abren la boca, como al presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, quien, en el programa de Grondona, solicitó al próximo Gobierno que elimine las retenciones en junio del año que viene. El pez por la boca muere: para ese entonces, recién nos estaremos preparando para las primarias. El nuevo mandatario estará en condiciones de tomar alguna medida recién después del 10 de diciembre de 2015. ¿O será que los miembros del círculo rojo están pergeñando algún plan para acelerar los tiempos?
Después de las elecciones legislativas, intentaron convencernos de que el oficialismo había sido derrotado, a pesar de haber resultado la fuerza política más votada en todo el territorio nacional y obtener una mayoría cómoda en las dos cámaras del Congreso. Como eso no les resultó, instalaron la idea de la transición, aunque falte un año y medio para las PASO. Ansiosos como a la espera de un parto, alientan los licuados de la oposición para que los equipos estén preparados. Anhelantes ante una agonía que nunca llega, aprovechan cualquier resquicio para profundizar una grieta que les permita desestabilizar al Gobierno y hundirlo para siempre, sin importar el daño que puedan ocasionarnos.
Si se quejan por el nuevo número del INDEC no es porque estén preocupados por nuestro bienestar sino porque la inflación es el tema preferido para golpear. Y no hablan de eso para buscar una solución, sino para acrecentarla con sus pronósticos y rumores; para sembrar de malhumor a los pobladores que todavía confían en sus dicterios; para convocar a la tropa empresarial a nuevos incrementos injustificados de precios. Si recorren supermercados no es para denunciar los abusos sino para escenificar un fracaso.
Los supermercadistas también tienen lo suyo. Ellos contribuyen con su avidez a generar el clima de desconcierto que tanto los beneficia. Ellos buscan la manera de eludir el acuerdo firmado, esconden mercadería, inventan normas caprichosas, estafan a sus clientes. Pero la lógica de antaño ya no hace tanta mella en el pensamiento de muchos ciudadanos. Muchos hemos comprendido que los precios no los pone Cristina, sino los empresarios que quieren apropiarse de parte de nuestro salario para incrementar sus ganancias. En los primeros dos meses del año aumentaron los precios a cuenta de las devaluaciones futuras. No sólo en los supermercados, sino en toda la cadena de producción y comercialización. Aunque pueda sonar paranoico, están generando el caos. O peor, están provocando la reacción.
A pesar de los subsidios, de las advertencias, de los consejos, algunos quieren ganar mucho con poco esfuerzo. Para ésos, conviene más un mercado interno pequeño, reducido, privilegiado, antes que uno ampliado y creciente. Algunos prefieren vender diez productos a veinte que veinte a diez. Por eso no invierten, no amplían su producción.
El Equipo Económico deberá tomar medidas más enérgicas para frenar estas dentelladas. Las sanciones sólo parecen cosquillas y siempre hay jueces dispuestos a salir en defensa de los intereses corporativos. Las clausuras que dispone la Ley de Abastecimiento pueden beneficiar el clima belicoso que proponen, además de perjudicar a los empleados. La difusión de los Precios Cuidados está concientizando a los compradores, pero no es suficiente. La Secretaría de Comercio está sumando a nuevos actores en esta cruzada, como los negocios de proximidad y las empresas familiares y cooperativas. Para consolidar este modelo de distribución de bienes, el desafío de este año es expandir los beneficios del Mercado Central y llegar a todas las ciudades del país. Y nosotros, los compradores, también tenemos un desafío: empezar a dar la espalda a los grandotes que quieren apropiarse del contenido de nuestras billeteras.

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