lunes, 29 de septiembre de 2014

Cómo elegir un candidato y no fallar en el intento



No es una hipótesis descabellada sostener que muchos exponentes de la oposición opinan sobre las cosas sin tener demasiada información, para no decir ninguna. Tampoco es desacertado considerar que sólo tienen en cuenta las mezquinas miradas de algunos comunicadores para elaborar sus dicterios. Por eso, no debería sorprender que aparezcan ante las cámaras criticando cualquier cosa sin argumentos. Y bajo esas palabras casi recitadas, subyace la ausencia de ideas y el desprecio hacia un proyecto de país que se niegan a comprender pero, como bestias enfurecidas, tratan de destruir. Prestos a encantar al establishment, desfilaron por las pantallas cuestionando el discurso de La Presidenta ante la ONU, aunque, si los periodistas hurgaban un poquito, quedaba en evidencia que no lo habían escuchado. Demasiada irresponsabilidad de parte de los postulantes a la presidencia. Claro, como todos dirigen sus palabras al público cacerolero construido por los medios hegemónicos porteños, necesitan tener un discurso acorde. O monocorde, más precisamente. Por eso, en lugar de diseñar un modelo de país alternativo, denuestan y manipulan, propalan mentiras y magnifican versiones con el fin de desterrar al kirchnerismo para siempre, única posibilidad de tener un modesto protagonismo en el futuro.
No les importa abandonar todo principio ni tampoco entrar en contradicción con sus propias ideas, si es que alguna vez han tenido. Con recordar las sandeces de Hermes Binner, alcanza y sobra. En las elecciones presidenciales de Venezuela hubiera votado por Capriles, esa derecha amorfa y destituyente, perpetua aliada del Imperio. En el conflicto con los fondos buitres, no dudó en afirmar que había que cumplir el fallo. Y lo sigue diciendo, a pesar de haber tenido cuantiosas oportunidades de profundizar en el caso. El ex anestesista aseguró que ellos no hubieran llegado a esta situación. Probablemente, la hubieran empeorado poniendo los bienes del país al servicio de estos angurrientos. Y, para confundir más a los confundidos, afirmó que “desde nuestro lugar, responsablemente, no podemos decir si hay que pagar o no a los fondos buitre pero hay que empezar a negociar”. Lo que no tiene en cuenta el ex gobernador es que Paul Singer –y todos los que son como él- no quiere cobrar, sino tener en sus manos el futuro de nuestro país.
Timorato como pocos, mostró su incomodidad ante el discurso de CFK en la ONU. “Nosotros seríamos respetuosos de la primera economía del mundo”, explicó, sin dudar y pidió “evitar los agravios que no ayudan a solucionar los problemas”. Y pensar que se dice socialista. Y considera que agraviar es decir la verdad. El respeto hacia quien no respeta nada, sería sumisión, Mr Binner. Pero, como está acostumbrado a exasperar con su hibridez, también aportó su lucidez al servicio de la economía doméstica. Con respecto a la llamada Ley de Abastecimiento, explicó que “en ese camino vamos a una confrontación porque es muy difícil entrar a un campo y confiscarle las silo-bolsas”. De más está decir que la norma no habilita eso, que no es más que una consigna mediática. Pero también sería saludable aclarar que los que abusan con los precios y esconden los productos de nuestra tierra, más que confrontación, están declarando una guerra.
Obama, decime qué se siente…
El beneficio de la duda puede excusar una opinión apresurada sobre un hecho reciente. Proponer la idea de la negociación a pocas horas de conocer la validación del fallo de Griesa, a mediados de junio, puede justificar al opinólogo. Pero después de tantos meses, con las cuantiosas explicaciones, con los innumerables apoyos internacionales, con la especificación de los riesgos de responder a la extorsión, ya es irresponsabilidad o complacencia sugerir un acuerdo con esos nefastos especuladores. Y tuerce por un tenebroso sendero, habría que advertir. Más aún cuando es un representante con aspiraciones a más, como el caso de Macri, Massa y Binner.
Que un periodista afirme ante un micrófono que el problema se arregla en 15 minutos puede ser obediencia a sus empleadores. Pero que un político con cargo repita esa idea ya es una validación de la falsedad, una forma de legitimar la manipulación mediática, de engañar a su posible votante. Sólo un necio puede elegir como presidente a un embaucador casi confeso. Que no vuelva a pasar lo del Infame Riojano, que prometía el salariazo y la revolución productiva y mucho tiempo después de destruir empleos y empobrecer a la población en beneficio de unos pocos, confesó que si decía lo que se proponía hacer, nadie lo votaba. Anécdota que debería quedar grabada a fuego en la memoria colectiva.
Nadie que defienda a los más ricos gobernará a favor de los más pobres. Pero esta situación puede disfrazarse con poco esfuerzo. Siempre hay algún individuo que sueña con ocupar el lugar del que lo oprime. Si alguien le promete cumplir su anhelo con sólo defender los privilegios de unos pocos, seguramente no dudará en votarlo. Así se impone el modelo del derrame, tan tentador porque promete felicidad para todos sin enojos ni conflictos. Pero claro, exige mucha paciencia porque el derrame se convierte en minúsculo goteo apenas se pone en movimiento la transferencia de recursos públicos hacia las arcas privadas. Y esas arcas no tienen fondo.
En estas cosas hay que pensar al momento de considerar a un candidato: ¿a quién representará verdaderamente cuando asuma su cargo? En función de eso, hay que tratar de penetrar el trasfondo de sus palabras. Siempre hay algo que revela la oscuridad de su pensar. No sólo los fallidos, sino los puntos difusos de sus argumentaciones. Por ejemplo: ¿de qué manera la reducción de los salarios puede beneficiar al asalariado? ¿O por qué artilugio la quita impositiva a las grandes empresas tenderá a la equidad? Y una tercera: ¿por qué es inconveniente regular la cadena de comercialización si es ahí donde se producen los abusos en los precios? Quien no pueda responder a esas preguntas o lo haga de manera evasiva es porque, sin dudas, tiene en mente ampliar los privilegios del Círculo Rojo en detrimento de los derechos de la mayoría.
Y esto no sólo en la escena doméstica. El conflicto con los fondos buitres ha dejado en evidencia que la defensa de la soberanía y la consolidación de nuestro futuro sólo son posibles con la resistencia a sus embestidas. Acatar el fallo de Griesa no sólo nos hundiría en el más doloroso abismo, sino que sería aceptar un sometimiento al poder imperial, no el del país del Norte, sino de los capitales especulativos. Si fracasa esta gesta, el mundo estará expuesto a esta infinita avaricia. No en vano la mayoría de los países han brindado su apoyo a nuestra posición y se han comprometido a elaborar una normativa para frenar esta alocada carrera de acumulación asimétrica. Y no sólo eso: el Consejo de DDHH de la ONU investigará el accionar de los fondos buitre y la manera como afectan a los pueblos.  Después de todo esto, quien cuestione el camino emprendido por Cristina y su equipo, no está oponiéndose a un gobierno, sino facilitando una nueva colonización de nuestro país. El desacato es la mejor manera de hacer flamear la celeste y blanca. Más aún cuando el discurso de La Presidenta en Nueva York sonó como si hubiera cantado “Obama decime qué se siente…”

viernes, 26 de septiembre de 2014

Otra vez en la cueva de los buitres



Qué difícil es vencer la tentación de imaginar lo que dirían en la ONU ciertos postulantes a la presidencia vernácula. Seguramente, desgastarían sus lenguas, no por el tiempo empleado en pronunciar su discurso, sino por lamer el suelo del Imperio. De más está decir que Macri y Binner resultarían soporíferos, además de obsecuentes. Y los circunloquios, metáforas y aforismos de Massa confundirían a cualquiera. De ocupar Scioli ese lugar, tampoco dejaría huella memorable en ese atril. No es por nada, pero extrañaremos mucho a Cristina. No sólo por ser una buena oradora, sino por la audacia de plantear los principales problemas por los que atraviesa el Mundo en la usina donde se generan. Que Obama declare que su país busca la paz es una hipocresía que no cree ni él. Pero que ese organismo desoiga los clamores de poner freno a la barbarie es ceguera o cobardía. Para pacificar el planeta hace falta atenuar el poder de las naciones belicosas.
No es la primera vez que un presidente argumenta en ese ámbito la necesidad de reformular el Consejo de Seguridad. Pero todos los años, CFK insiste en su caducidad, porque parte de sus miembros son los que crean todos los conflictos. ¿Qué seguridad puede garantizar el país que pergeña todas las guerras para multiplicar las ganancias de la corporación bélica? ¿Qué paz buscan los que inventan enemigos para dominar las regiones prometedoras de grandes negocios? ¿Por qué una minoría tiene la potestad para conducir al resto a la aniquilación?
Nada se puede transformar si no hay voluntad de cambiar. Un paso importante es la decisión de regular los mercados, establecer normas que mitiguen la capacidad de daño de los fondos especulativos en la reestructuración de las deudas soberanas. El 9 de septiembre se demostró que 124 naciones quieren modificar las reglas de juego para que la economía global no quede expuesta a la angurria de una minoría. En este tema, nuestro país es un caso testigo: el uno por ciento de los acreedores y un juez municipal tienen en vilo a un país. Una desproporción que quedará para la historia. Quizá sea la primera vez que un país otrora sometido resista con fortaleza la injusticia imperial. El inadmisible fallo del juez Griesa ha recibido críticas hasta de los aduladores, aunque pese a eso, insistan en su cumplimiento.
De tan embrollado episodio nadie puede anticipar el final. Sin embargo, parece que esta vez van a perder. Si Argentina ha pagado casi 190 mil millones de dólares en todos estos años, cumpliendo con los cronogramas acordados, queda demostrada la voluntad pagadora de una deuda fraudulenta. Y encima, con la ley de pago soberano, se pone a disposición de los acreedores que no entraron al canje, las sumas que les corresponderían de aceptar la propuesta. Paul Singer incluido. Para evitar mayores escándalos, el soberbio magistrado debería reconocer su error, dejar de obedecer a los abogados buitreriles y hacer una interpretación racional de la cláusula pari pasu. Y las instancias superiores de la justicia norteamericana deberían sugerir la anulación de esa descabellada sentencia. Si es que escuchan la racional y legítima voz de la mayoría.
Pero siguen sin oír
Mientras la conspirativa prensa argentina se burla por el escaso auditorio que escuchó a La Presidenta, el Consejo de DDHH de la ONU aprueba una resolución que condena la especulación financiera y "ordena una investigación sobre sus actividades y las consecuencias de sus acciones en todo el mundo". Para preparar el clima, Clarín y La Nación brindaron otra vez sus páginas a la difusión de una insultante y mentirosa solicitada de los buitres. En ella, el grupo de tareas contra Argentina afirma que “el desprecio de la presidenta Cristina Kirchner por los tribunales estadounidenses y la negativa de la Argentina a pagar sus deudas o negociar con los acreedores, ha provocado críticas internacionales”. Cabe preguntar quiénes son los que critican si la posición de la mayoría de los países del mundo coincide con la nuestra. Y también es necesario destacar que una cosa es la libertad de expresión y otra, la traición a la Patria. Porque eso están haciendo todos los medios que ofrecen espacio a las presiones de estas minorías destructivas.
“En tiempos de buitres económicos y halcones de la guerra necesitamos más palomas de la paz para construir un mundo más seguro –reclamó Cristina el miércoles- necesitamos más respeto al derecho internacional, necesitamos más igualdad de tratamiento entre los que estamos aquí sentados”. Una verdadera democracia global donde todos contribuyan a construir un mundo más justo, más estable, más solidario, menos suicida. Y para desesperar a los agoreros y apologistas del neoliberalismo, presentó un sintético relato de la década ganada, como un consejo hacia todos los países que están padeciendo el menú de los buitres. “Con un modelo de desarrollo y crecimiento, pudimos generar millones de puestos de trabajo y nos hizo reducir la pobreza y la indigencia”, destacó la Primera Mandataria. Según el FMI, el crecimiento económico de Argentina entre 2004 y 2011 se ubica en el tercer puesto mundial por la inclusión y el desarrollo humano. Y todo esto, respondiendo a las acreencias de manera acorde a nuestras posibilidades y sin renunciar a la autonomía soberana.
Pero los buitres no cejan con el aluvión de picotazos. Con la complicidad de los bicharracos locales, por supuesto. En eso, tampoco CFK se fue al mazo. Por el contrario, denunció que los carroñeros “amenazan y hostigan con acciones sobre la economía de nuestro país, provocando rumores, infamias y calumnias desde lo personal hasta lo económico y financiero”. De más está decir que fue más allá y los denunció como auténticos terroristas: “actúan como verdaderos desestabilizadores de la economía, casi una suerte de terrorismo económico y financiero”. Ponerse de su lado es una infamia. Lamer sus suelas, una burla para la Humanidad.
Entonces, no es descabellado proponer acciones más severas para estos personeros y sus cómplices, que amplifican su voracidad destructiva por todos los medios a su alcance. Las cosas están muy claras, por lo que no hay posibilidad de confusión. No estamos hablando de honestos ahorristas estafados por un Estado, sino de verdaderos estafadores que se quieren llevar puesto al mundo para acumular fortunas alucinantes. Por ellos se hacen las guerras, para satisfacer las infinitas ansias de multiplicar el capital de unos pocos. Algo está cambiando en el planeta y no hay que desoír estos nuevos vientos sureños.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cambio de temporada, pero no de vestuario



La llegada de la primavera no desalentó los intentos carroñeros por marchitar todas las flores. Desesperados por horadar la fortaleza del Gobierno Nacional, difunden por todos sus medios las mentiras más infames. Ingenuas, también. El objetivo es despertar al cacerolero dormido, a fuerza de manipular su ya confundida sesera. Todavía siguen insistiendo con el aislamiento del mundo, la alienación de La Presidenta, la prepotencia choripanera de La Cámpora, la crisis inminente que nunca llega y el dólar blue que quiere hacer blanco en el Arsat cuando alcance la estratósfera. Claro, sus candidatos no miden como esperaban y nada logrará que se amalgamen en un cóctel indigerible para derrotar al kirchnerismo en las elecciones presidenciales. Tanta comparación con Venezuela y no les da el cuero para intentar la gran Capriles. En algún momento, va a saltar el imperativo de conformar una alianza indefinible que logre la sucesión en 2015 para conducir al país a los abismos de antaño. Mientras tanto, siguen arrojando dardos con la esperanza de desgastar la imagen de CFK. Y no aciertan un tiro.  
Porque parece que mientras más estiércol arrojan los agoreros, Cristina brilla mejor. No sólo para sus representados sino para todos los que se cruzan con ella. Francisco la invita a almorzar no para apuntalar la gobernabilidad, como vociferaron los peleles del establishment, sino para hablar del conflicto que Argentina mantiene con los fondos buitre. No para darle benditos consejos sino para que lleve su voz papal a la Asamblea Anual de la ONU y al Consejo de Seguridad. Que el Papa la elija como emisaria es una dolorosa patada para los opositores. Ellos que lo consideraban un aliado, se toparon con una realidad que los descoloca: ya no es el Bergoglio que les daba letra desde la Catedral Metropolitana, sino un Francisco que hasta parece nac&pop.
La visita posterior a Nueva York también consiguió descolocar los intentos por desprestigiar a la delegación argentina. Mientras desde los medios opositores cuestionan el número de integrantes de la comitiva, las voces consultadas por ellos mismos los dejan fuera de juego. Que menos de treinta personas acompañen a La Presidenta no es algo escandaloso, sino, por el contrario, una cantidad austera. Que Ban Ki-moon se haya reunido con Cristina 20 minutos para los voceros del establishment es poco, pero son cinco más de los que concede habitualmente el Secretario General de la ONU. Que nuestra batalla con los buitres haya recibido el apoyo de los representantes gremiales de los países que rechazaron la necesidad de controlar el mercado financiero es para ellos un dato menor, digno de no mencionarse. Y que traten de presentar como buitre al multimillonario George Soros es otra muestra de impotencia. No importa el ridículo al que se expongan porque lo esencial es fustigar el humor de su público para que pueda transformarse en un manojo de peones en esta feroz campaña de deslegitimación de un gobierno democrático. 
Más manipulaciones para este boletín
Algunos se enganchan en ese anzuelo y van por la calle refunfuñando y repitiendo las consignas falaces que escucharon minutos antes por la tele. Más que ganas de responder, despiertan pena porque recitan las sandeces más insostenibles, ésas que se desmoronan con una sola mirada. Todavía algunos protestan, muy sueltos de cuerpo, porque no se puede salir del país. Y despotrican contra Boudou, Kicillof y Capitanich sólo porque los estelares periodistas que ven a diario en las pantallas se burlan de ellos. Hasta creen que estamos atravesando la peor crisis de nuestra historia. Alguna vez, estos comunicadores deberán rendir cuentas porque deformar tanto la opinión pública pisotea el derecho a la información y significa un menosprecio a la libertad de expresión.
Sin dudas, los medios de comunicación contribuyen al estado de ánimo de los integrantes de una sociedad. Semejante rol exige un actuar responsable, algo que los medios hegemónicos omiten sin pudor. En algún momento de la historia reciente, periodistas, intelectuales y analistas lograron convencer a los consumidores de que están en este mundo sólo para estar en contra. Cualquier palabra favorable puede aniquilar esos nobles fines. Por eso, si no hay malas noticias, habrá que inventarlas. Si se producen hechos positivos habrá que forzar la reconstrucción para volverlos inadmisibles. Y si esto no es posible, habrá que ocultarlos.
Los primeros pasos del periodismo se orientaron a brindar protección y voz al ciudadano indefenso ante los abusos del poder político y económico. Con el paso del tiempo, descubrieron que esa actitud podía ser heroica pero no llenaba sus bolsillos. Por eso, ahora se han transformado en voceros del establishment para denunciar los intentos del Estado de alcanzar un modesto equilibrio en la sociedad. No tiene nada de malo que defiendan intereses minoritarios, lo grave es que disfracen su accionar como tutela al ciudadano. Y lo peligroso, que algunos individuos estén convencidos de esto. Nunca hay que olvidar los miles de caceroleros que ponían sus utensilios al servicio de la mezquindad de los estancieros. Siempre debe estar presente en nuestra memoria ese despliegue de odio y prejuicios para salvaguardar la angurria de unos pocos. En un póster debe estar esa foto de los individuos que clamaban por los dólares para facilitar la acumulación de los que producen todas las desigualdades.
Para decirlo con cierta claridad: proteger a los ricos es multiplicar la cantidad de pobres. Lo que sobra a los que más tienen ocasionó la carencia de los que menos tienen. Hay una relación de causalidad entre los primeros y los últimos deciles de la pirámide social. Y el Estado debe poner freno al crecimiento de los privilegiados para garantizar el bienestar de los más desposeídos. Limar la punta para expandir la base. Sólo así se tiende a la equidad. ¿A cuántos habrá dejado en el camino el que ostenta una fortuna descomunal? De una vez por todas, debemos comprender que el vaso nunca se llena y sólo gotea un poco mientras se ocupan de alargarlo.
Las leyes en defensa del consumidor constituyen un intento de contener la angurria de los formadores de precio. Y es mentira lo de Argenzuela. En casi todos los países, las grandes empresas tienen límites a sus ganancias. Pretender una rentabilidad superior al diez por ciento es considerado delito en los países del llamado primer mundo. En el último año, las principales cadenas de supermercado argentinas superaron el 100 por ciento. Una estafa monumental que vulnera el bolsillo, que es la propiedad privada del consumidor. Pensar que algunos periodistas y opinólogos avalan este latrocinio no puede producir más que asco. Debería considerarse apología del delito salir en defensa de estos timadores. Más grave aún es que diputados y senadores hayan votado en contra de esas normas, a sabiendas de que lo hacían contra los intereses de sus representados. Sólo para agradar a los integrantes del Círculo Rojo, que ostenta ese color por su peligrosidad y no por su simpatía a las ideas marxistas.
Pero hay más. Porque muchos de estos personajes también expusieron su ya malograda imagen para sumarse a la embestida de los buitres. Y lo siguen haciendo. Mientras la posición del Gobierno Nacional recibe el apoyo de 124 países en la ONU, de los representantes de 180 millones de trabajadores, de economistas, periodistas, analistas y hasta del propio Papa, los miembros de la oposición dejaron en soledad al oficialismo y sus aliados en la defensa de la soberanía. Bueno, si decidieron comenzar la campaña con tanta anticipación sin otra propuesta más que denostar todo lo que se hace, que no se quejen si los números no son favorables. Si en lugar de diseñar una alternativa de país, pergeñan su destrucción, que no protesten por la poca repercusión que logran. Si decidieron operar en defensa de privilegios y no de la conquista de derechos, que no se lamenten por la soledad que los rodea.

lunes, 22 de septiembre de 2014

La interminable avidez de los ricos



 “El que no arriesga, no gana”, reza un viejo refrán. Pero quien lo sigue, debe estar predispuesto a perder. Por eso el riesgo. Si los productores de soja dejaron sus enormes gusanos blancos ostentando obesidad en los campos, apostaron para ganar un poco más. O esperaron un mejor precio internacional o presionaron para una devaluación de la moneda o las dos cosas. Pero el poroto cotiza en baja y el dólar se mantiene estable. Los estancieros y los no tanto se toparon con el contenido implícito del dicho y ahora están al borde de las lágrimas. Y pensar que, en un caso así, con la 125 las retenciones serían más bajas. En aquellos tiempos también apostaron y creyeron ganar. Ahora, que le vayan a cantar a Cobos. Que no se atrevan a aprovechar esta circunstancia para exigir compensaciones y subsidios, porque satisfacerlos sería premiar, una vez más, la especulación rural. De una vez por todas, deberán aprender a no pensar sólo en ellos. Y si el problema no es sólo económico, si sus intenciones son políticas, que apuesten por un candidato y si no gana el que promete el oro y el moro, que esperen sentados hasta que los vientos sean más favorables.
En los últimos tiempos, la especulación ha dejado de ser una avivada bien vista, no sólo en nuestro país, sino en casi todo el mundo. El interés individual de obtener una mayor tajada con el menor esfuerzo choca con la voluntad del bienestar colectivo. Y algunos líderes mundiales lo están empezando a comprender. Francisco no es el primer papa que se lamenta por la pobreza, pero ha sido el único que ha denunciado sus causas. Y en sus intervenciones habituales, condena la especulación financiera y la autonomía absoluta de los mercados porque profundizan la desigualdad y empobrecen a los pueblos. Esto, por supuesto, va más allá de la religión, pero más acá de la ruptura del sistema. Antes de desechar al capitalismo, hay que intentar humanizarlo. Ese es el mensaje de Francisco, una palabra que conviene –al menos por ahora- para los que queremos un mundo más equitativo.
Ya no valen las excusas de otros tiempos. Ya no creemos más en el modelo del derrame. Ya descubrimos que la Economía no es una ciencia aséptica, sino un espacio en disputa. Y que si queda en manos de los tecnócratas neoliberales se convierte en una succión sanguinaria. Ahora sabemos que la libertad de mercado no es un derecho constitucional sino una manera perversa de disfrazar la explotación, la especulación y la evasión. También comprendimos que las deudas sólo se pagan cuando no son extorsivas. Y nos estamos convenciendo de que no siempre la justicia es justa, sobre todo cuando proviene del poder imperial. Lo que debemos hacer carne es que para alcanzar la equidad, los que más tienen deben renunciar a una porción de sus privilegios. Quien prometa lo contrario, sólo está vendiendo coloridos vidrios.
Pasos para el futuro    
Decirlo es fácil; convertirlo en realidad, es otra cosa. Que los ricos se resistan a la redistribución del ingreso es comprensible. Pero que digan que la acumulación que practican beneficia al conjunto ya es puro cinismo. Y más aún cuando, en lugar de invertir sus cuantiosas fortunas en la producción de bienes y servicios, las trasladan de un paraíso a otro para jugar a la ruleta financiera. Encima, como si fueran víctimas acosadas por los desposeídos, exigen garantías para multiplicar sus ganancias. Seguridad jurídica es el eufemismo que utilizan para que los estados faciliten la sangría. Impuestos mínimos y controles inexistentes son las condiciones para poner en movimiento los alucinantes montos que manejan. “Todos hablan de previsibilidad y de certezas, pero realmente si hoy hay incertidumbre y falta de certeza, es precisamente a partir de una economía que se ha basado en la especulación de las finanzas, en la globalización, el movimiento de los capitales de un lado al otro, en la existencia de guaridas fiscales, en la existencia de fondos buitres”, señaló CFK, después de su encuentro con Francisco.
Para que no queden dudas de la relación causal entre la minoría enriquecida y la mayoría acosada por tamaña angurria, La Presidenta explicó que “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”. Y con una claridad que deslumbra, concluyó que “este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”. Los apologistas de este sistema inhumano son los que intentan mimetizar su ideario como sentido común. Entonces, hablan de propiedad privada cuando se refieren al botín, llaman iniciativa al latrocinio, consideran como ganancias el vaciamiento de las arcas públicas, nombran como paraíso a las cuevas donde guardan sus tesoros y se acuerdan de la libertad sólo cuando los estados diseñan controles. Y son tan cínicos que se ponen como ejemplo del éxito, tan hipócritas que se conduelen por la pobreza que ellos mismos producen.
La peor muestra de estrabismo es estar de parte de ellos. En 2008, en tiempos de la Rebelión de los Estancieros, muchísimos argentinos de clases medias tomaron partido por las avarientas demandas de los grandes productores agropecuarios: creyeron defender la patria cuando en realidad respaldaron patrimonios exclusivos. Esos patriotas rurales hoy se niegan a liquidar lo producido en nuestro suelo, dificultando la recaudación y redistribución del ingreso. Cuando piensan en verdes no hay patria que valga. Algo estamos aprendiendo: la semana pasada, algunos siervos del establishment convocaron un cacerolazo en contra de las leyes de defensa del consumidor y control a las grandes empresas pero sólo una decena de individuos respondieron al llamado.
Así se construye un país más equitativo: frenando la carrera de los que nos pisotean para amontonar divisas, no construyendo muros para tapar las zonas pobres de las grandes ciudades. Lo del muro no es una metáfora. En la CABA, la capital del PRO, una foto amarillenta del pasado estigmatiza más a los marginados. El sector de la Autopista Illia que recorre la Villa 31 será adornado con un cerco vandálico y antirrobo, una manera elegante de nominar a una rígida cortina que evitará una espantosa postal. Estigma por donde se lo mire. Eso es lo que prometen: defender con uñas y dientes a los poderosos y ocultar y reprimir la consecuente exclusión. Y todo eso con el falso lema de que no tienen posicionamiento ideológico. Qué claro que está todo y qué difícil confundirse. Sin embargo, algunos se dejan llevar por esa lógica. Pero a no desanimarse: son cada vez menos los que se engañan. Y los que queden, ya no son engañados, sino convencidos. A éstos, no los cambiamos más.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Las nucas que miran al pueblo



La Presidenta viaja a Roma para encontrarse con Francisco, mientras buitres, caranchos y demás carroñeros afilan picos y colmillos para mordisquear la legitimidad del Gobierno Nacional. De paso, para llenar un poco más sus bolsillos, único objetivo de sus avarientas vidas. Rumores, mentiras, advertencias y amenazas poblaron esta semana los titulares de las propaladoras de estiércol, cada vez con menor repercusión en la ciudadanía. Ni logran convocar un cacerolazo en la CABA para defender a los formadores de precios. Ante la disminución del rating medido por sus aliados de Ibope, TN está tratando de renovar su imagen sin modificar al personal. Quizá, en breve, veremos las caras habituales menos estreñidas y severas, aunque sin abandonar el tono de abismo inminente. Porque, de otra manera, no lograrán instalar a los candidatos de los verdaderos titiriteros de la tragicomedia que estamos presenciando. Contra todo lo que pronostican, el fin de ciclo nunca llega. Por más que clamen por diálogo y consenso –órdenes y obediencia, en el vocabulario del Poder Económico- el oficialismo parece no ceder a las presiones y avanza con las iniciativas para controlar a las bestias y construir un país más justo.
Primero fue la Ley de Pago Soberano para eludir la embestida de Paul Singer, reforzada por el juez Griesa y el sistema judicial yanqui. Esta norma, no sólo ofrece mejores garantías para cumplir con el pago a los bonistas, sino que establece  depositar los fondos necesarios para satisfacer a los acreedores que no entraron al canje. Con esta ley, se cierra la posibilidad de una negociación más ventajosa para los buitres pero perjudicial para nuestro país. Siempre vale recordar que casi cien diputados de la oposición votaron en contra de esta propuesta que sólo busca reforzar nuestra independencia. Y también que los exponentes del PRO anunciaron que Macri, de alcanzar la presidencia, derogaría esta ley para cumplir, sumiso, la sentencia del juez neoyorquino. Si esto tiene éxito en el electorado, seguramente se sumarán Sergio Massa y Hermes Binner a tan cipaya propuesta de campaña.
En esta semana, la Cámara de Diputados convirtió en ley la iniciativa para limitar el accionar angurriento de las empresas con posición dominante. Las pavadas que se han dicho con respecto a este tema deberían formar parte de una antología. Desde las comparaciones con autoritarismos pasados y presentes hasta los más terroríficos pronósticos sobre nuestra economía recitaron, sin pudor, los apologistas del neoliberalismo. Los más creativos esbozaron escenarios desoladores con el objetivo de angustiar a la población y despertar la paranoia siempre latente de los especuladores. Y los más audaces –o desesperados- magnifican los resultados de las pequeñas conspiraciones que se producen a diario. Eso sí, al unísono, los tres candidatos de la oposición prometieron derogar esta ley para dejar vía libre a la especulación de una minoría rebosante. La metáfora de Máximo Kirchner –que miran al pueblo con la nuca- se confirma con esas ofrendas de campaña, que sólo beneficiarán al cinco por ciento del empresariado, los que trastornan nuestras compras. Recapitulando: cuando vistan banda derogarán las leyes de Pago Soberano y de Defensa del Consumidor, además de la LSCA y reprivatizarán YPF y las jubilaciones. ¿Derogarán también la Constitución y el Acta de la Independencia? Uno les preguntaría si de verdad quieren ganar las elecciones, pero será mejor dejarlos en el error. O tal vez sepan que cumplir lo que prometen –reforzar y acrecentar privilegios a costa de succionar derechos- nos conducirá otra vez al abismo y por eso no se atreven a ganar.
Una mirada al futuro
Porque de otra manera, ¿cómo pueden oponerse a frenar el abuso de los formadores de precios? ¿O creen en serio que la inflación sólo es producto de errores del proyecto? El manual de la ortodoxia recomienda en estos casos aplacar la máquina de fabricar billetes y hacer recortes en los gastos del Estado. El ajuste que tantas veces hemos padecido en las últimas décadas del siglo pasado. Quizá la cuenta les cierre, pero un país es algo más que números. ¿Para qué sirve el equilibrio en los balances públicos cuando gran parte de la población no accede a un bienestar elemental? Lo más importante que debe alcanzar un gobierno es la felicidad de los ciudadanos y no sacar un diez en contabilidad. Y para eso debe bregar para que la distribución del ingreso sea más equitativa, algo difícil de lograr cuando los más ricos no tienen fondo. Entonces, es el Estado quien debe poner los límites para proteger a los más débiles, que son los ciudadanos, para que con sus ingresos puedan acceder a más bienes.
Para el secretario de Comercio, Augusto Costa, estas leyes “amplían los derechos de los consumidores y dan herramientas al Estado para evitar abusos”. Pero no todo será un lecho de rosas y tendremos que lidiar con las espinas. Quien piense que la semana que viene la compra en el súper dejará de ser pesadilla padece de optimismo extremo. Como siempre, cada paso que se intenta dar hacia la equidad tropieza con la implacable resistencia de los angurrientos. Ya están paseando por los juzgados para encontrar algún oscuro magistrado que les fabrique una medida cautelar que postergue la aplicación de las leyes surgidas de acuerdo a las instituciones. Como advertencia, Costa destacó que "van a tener que demostrar que estas herramientas del Estado son inconstitucionales o no son legítimas, cosa que en 40 años de vigencia ningún juez sentenció".
A diferencia de la llamada ley de medios, éstas tuvieron un nulo respaldo de la oposición, lo que deja el oficialismo en soledad. Sólo el respaldo de la sociedad puede revertir esta situación. La distribución democrática de la palabra resultó una conquista demasiado abstracta para una parte de la población. La defensa del bolsillo y la facilidad para realizar nuestras compras son batallas más concretas, más cotidianas, más tangibles. A los voceros del Poder Fáctico va a resultarles muy difícil convocar a un cacerolazo para defender a los más grandotes.    
Además, aunque nos falta mucho, estamos en el camino correcto y no sería saludable torcer nuestro rumbo a los senderos tenebrosos de antaño. Una investigación realizada por el FMI revela que Argentina ocupa el tercer puesto en el ranking de países con mayor crecimiento inclusivo, detrás de Bulgaria y China. Si con todos los escollos y resistencias hemos logrado ese lugar, lo que sería nuestro país con un poco más de generosidad y compromiso. Paciencia. Alguna vez comprenderán que el país es de todos y con su potencial alcanza para que no haya ni un solo pobre. Y si no lo comprenden, deberán acatar la voluntad de la mayoría, que es la construcción de un país equitativo. Y si no acatan, que no se quejen.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...