lunes, 8 de septiembre de 2014

Operaciones al desnudo




No es algo nuevo lo que se ha escuchado esta semana, pero da la sensación de que la estrategia –por llamarla de algún modo- ha recrudecido. Tanto periodistas como políticos de la oposición se han puesto de acuerdo en decir que los argentinos estamos cansados del Gobierno Nacional; que la estamos pasando tan, pero tan mal que algunos componentes de nuestro cuerpo se están hinchando; que las calamidades que se nos aproximan merecen acciones que no son –precisamente- las que toma el equipo de CFK; que todo lo que ocurre y lo que no ocurre es culpa absoluta de Cristina y todos los chifles no resueltos de su vida personal; que esto es peor que la dictadura, que vamos hacia el chavismo, que se parece a la Alemania Nazi, que es más destructivo que la glaciación del cuaternario. Hasta dicen que éste es el más corrupto de la historia. Tal vez estemos cansados, pero no del gobierno que eligió la mayoría sino de estas pueriles triquiñuelas que sólo buscan restaurar el modelo que nos llevó a la ruina.
Disfrazar la opinión propia como si fuera la de la mayoría es una premisa básica de la manipulación. Además de instaurar ideas, tiende a producir contagio. Como nuestra carnadura nos impide la omnipresencia, debemos apelar a los medios para alcanzar una modesta imitación. Si confiamos demasiado en ellos, corremos el riesgo de convertirnos en meros propaladores de la palabra de Otro y así, servir a sus intereses. Intereses contrapuestos a los nuestros, vale aclarar. Intereses que, para prosperar, deben pisotear a los nuestros, necesario advertir. Alguno dirá que no existe público tan dócil que crea a rajatabla que ocurre lo que no ocurre sólo porque lo haya visto en los medios. Y… las brujas no existen pero…
Creer o no creer, será la cuestión, entonces. No nos queda otra si queremos que la mirada vaya más allá de nuestra nariz. Y si dicen todo el día que las cosas están mal, deberá ser así, aunque no lo parezca. No estamos acostumbrados a estar bien y no tenemos parámetros para medir ese estado. Entonces, aunque esto parezca funcionar bien, como no lo sabemos porque nunca lo hemos experimentado y, como a la vez, nos dicen todo el día que estamos mal, entonces, esto será estar mal, como antes, como siempre. 
Para que no ocurra esto, uno debe apelar a algunos filtros como la memoria, la experiencia propia, la del entorno inmediato, la desconfianza, y demás instrumentos que, si los dejamos, funcionan solos. Más difícil será despojarnos de nuestros prejuicios y practicar una nueva mirada. Tantos años invertidos en pensar mal no pueden tirarse por la borda como si nada. Pero vale la pena el esfuerzo. Más aún cuando desde esos medios están tan empeñados en deshacerse del kirchnerismo que ya no se preocupan por ser sutiles, ni siquiera creíbles.
Deshojando la margarita
Un par de ejemplos pueden servir para esclarecer un poco este asunto. Alguien con traje de experto disfraza su opinión de absoluta verdad, sin importar cuán infundada esté. Con que diga que “el precio de la yerba se multiplicará hacia finales de septiembre ante la posibilidad de un nuevo default” o cualquier otro pronóstico que parezca un latigazo puede provocar una catástrofe. Eso sí, necesita estar en un contexto en donde los conductores del programa intenten contener la risa y puedan dibujar en sus rostros un severo gesto de preocupación. Después los del servicio informativo se encargarán de transformar esa idea en un titular de fácil comprensión, como “a fines de septiembre faltará la yerba”. Si a eso sigue un titular de contagio, como “en los súper, la gente compra de a tres paquetes”, la demoníaca semilla será sembrada. Con la difusión de algunas ideas aleatorias se construirá un panorama más alarmante: “Sin yerba en septiembre, crecerán los embarazos a fin de año”.  Un desfile de más trajeados que analicen la cuestión convertirá la crisis de la yerba en un caos, al menos, hasta que la mentira sea desmentida o encuentren otra cosa.
Desmentida siempre, pero sancionada nunca. Ni siquiera por los que han sido engañados tantas veces. Algunos ni se enteran de que han sido víctimas de una operación y están los que se enteran pero les encanta estar así. También están los que, por las dudas, obedecen la orden y vacían las góndolas para llenar sus alacenas de valiosos paquetes de yerba. Y los que, si todos lo hacen, se suman al acopio de yerba aunque no les guste el mate.
Más allá de la yerba, los medios habilitan la presencia de poderosos personajes telepáticos, capaces de conocer el sentir de millones de ciudadanos con poco esfuerzo. Muy seguros de esa facultad, con sólo ubicarse en la base del Obelisco escanean las mentes más distantes y afirman ante las cámaras que los argentinos ya se están cansando, que no dan más, que quieren que solucionen sus problemas. Por si alguno se ha dejado convencer, es triste decir que esto también forma parte de una estrategia de manipulación. Así como no podemos tener acceso a todo lo que ocurre por nuestras limitaciones corporales, tampoco podemos acceder al pensamiento de todos con sólo llevarnos un dedo a la sien. Así que esos diputados, senadores y candidatos que se exhiben muy sueltos en nombre de la gente, también se suman a las operaciones mediáticas para producir el efecto contagio. “Si todos piensan así, habrá que sumarse”, pensará el desprevenido televidente y no dudará en comentar con sus iguales la nueva tendencia.
En beneficio de la duda, puede ser que el susodicho personaje tenga contacto con muchas personas y hable con ellas periódicamente. Pero eso no significa conocer el pensamiento de todos, sino apenas de algunos. Ni siquiera podría construir una generalidad con esas improvisadas experiencias. Quien se arroga esta potestad, sólo está intentando imponer su pensamiento y no realizar una lectura de lo que realmente se piensa, algo imposible. Las consultoras se aproximan más a ese objeto con procedimientos científicos, pero tampoco sus resultados pueden considerarse contundentes. Apenas aproximación.
En los últimos años, las cosas están más claras. Ningún medio tiene el patrimonio de la verdad. Con buenas intenciones, apenas pueden presentar una versión de los hechos y los que no las tienen hacen lo que vemos todos los días: tergiversar, mentir, fabricar, agitar, preocupar, conspirar. Hace un tiempo era un buen ejercicio desgranar cada uno de los exabruptos con forma de noticia. Después, comenzó a resultar agotador. Ahora ya es enfermizo. Con sólo algunos casos basta para confirmar que cada vez se alejan más de cualquier fin honrado en su función de informar para conformar la opinión pública.
Lo único que buscan es destronar al kirchnerismo para siempre. Y cuanto antes. Aunque eso signifique pisotear el mandato de la mayoría expresada en el voto. Aunque eso implique la restauración del modelo que tanto daño nos ha hecho en el pasado. Aunque eso habilite la instalación de candidatos erráticos que prometen un paraíso con un simple pase mágico.
El centro es un espacio de disputa. Un centro entendido como la opinión mayoritaria y no como un punto equidistante entre derecha e izquierda; como un sentir común conformado por valores, memorias y prejuicios; un centro inestable que oscila entre los extremos. El centro de hoy es distinto que el de hace treinta años. Y también lo será dentro de otros treinta. Lo crucial será hacia dónde se incline, si hacia ese pasado con un puñado de privilegiados y millones de oprimidos o hacia un futuro en el que la conquista de derechos sea lo cotidiano.

1 comentario:

  1. Don rosa en el medio periodistico creo que el esfuerzo supremo es ocupar el vacio dejado por el procer menemista bernie(doña rosa ) neustadt quien arraso con todos los premios, y creo que no se sometia al regimen manganetista, me parece que era libero o por lo menos surfeaba la ola, asi que los emulos no saben como hacer para ocupar ese vacio

    ResponderBorrar

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...