viernes, 24 de octubre de 2014

Esquivando los embates



Cada vez con más insistencia, los miembros de todos los sectores de la oposición reclaman la búsqueda del diálogo y del consenso. Que quede claro: para ellos, la ausencia de esas dos civilizadas prácticas es culpa absoluta de la barbarie kirchnerista. Barbarie que nos ha sacado del pozo más profundo al que hemos llegado en nuestra historia reciente; un abismo al que nos arrojaron muchos de los que ahora se arrogan el derecho de salvarnos; esto sería, ni más ni menos, que volver a empujarnos a esos pestilentes sumideros. Barbarie que soporta insultos, mentiras y operaciones como nunca antes ha recibido otro gobierno. Mientras los bárbaros gobiernan con mano firme y buen rumbo, los civilizados arrojan estiércol, conspiran y desgastan. Pero nada dicen sobre la especulación, la evasión y el encanutamiento que practican los empresarios más angurrientos y destituyentes. ¿Acaso eso es dialogar y buscar consenso? No, señores. Esta vez no nos engañan: eso es estafar a todos los argentinos. Y si para ellos dialogar es sólo escuchar sus órdenes y el consenso es acatarlas, ya no estamos dispuestos a hacer eso.
Si aplauden a cuatro manos la posibilidad de expulsar a los extranjeros que delinquen, que sostengan la misma euforia con algún empresario foráneo que trate de gambetear al fisco o burle la ley para incrementar su rentabilidad. Sin dudas, los segundos deben abundar más que los primeros. Y encima, con un solo manotazo pueden hacer tambalear nuestra economía doméstica. O, por lo menos, dificultar su crecimiento. ¿O acaso es posible sostener un diálogo coherente con concesionarios y automotrices, que se muestran preocupados por un descenso de las ventas y, cuando el Gobierno elabora un plan, tratan de boicotearlo con todos los medios a su alcance? ¿O con los productores y exportadores agropecuarios, que no han liquidado los bienes de nuestra tierra para forzar una devaluación y obtener mayores ganancias? De una vez por todas, debemos comprender que no hay diálogo posible con los que nos quieren perjudicar.
Quienes evaden, especulan y aumentan los precios de manera indiscriminada no nos preguntan si estamos de acuerdo con sus trampas. Entonces, ¿por qué tenemos que dialogar en lugar de sancionarlos? Este año, la cosecha de soja alcanzó un 15 por ciento más que el año pasado. Sin embargo, por la angurria de los estancieros, no significará el mismo ingreso de divisas que si la hubieran liquidado en enero, cuando el precio internacional era mayor. Las exportadoras han prometido desempolvar unos 6 mil millones de dólares en porotos, aunque lo almacenado en los blancos gusanos rurales supera los 10 mil. Si no cumplen, como acostumbran, ¿no sería buen momento para nacionalizar la exportación y cuidar mejor nuestros intereses? Bastante tenemos que lidiar con los boicoteadores connacionales para soportar los embustes de los forasteros.
Un casting en Mar del Plata
Pero además de estas trapisondas, los que más tienen también fugan divisas. Y no sólo eso: son los mismos que reclaman la necesidad de inversiones extranjeras y exigen dólares frescos vía endeudamiento. ¿Para que el país crezca?, preguntará algún ingenuo. ¿Para aumentar la producción y mejorar la competitividad?, supondrá algún iluso. No, de ninguna manera: para seguir acumulando el resultado del saqueo en cuentas en el extranjero, como han hecho siempre. O, por lo menos, desde marzo de 1976, cuando conocieron las delicias de la bicicleta financiera y las estatización de deudas privadas. Cuando comprendieron que con un Estado cómplice podían multiplicar sus fortunas sin demasiado esfuerzo. Y la nociva conducta se hizo hábito. Casi una malsana adicción difícil de controlar y, más aún, de abandonar.
Por eso no ven la hora de que llegue el fin de ciclo, tantas veces anunciado. Más aún cuando el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en su informe bimestral en el Senado Nacional, destacó la necesidad de una comisión bicameral para investigar maniobras especulativas y terrorismo económico. “Es muy importante que el Congreso haga una exhaustiva investigación sobre por qué se hacen estas fugas de capitales y quiénes son los autores”, fundamentó. Mientras los senadores de la oposición se dedicaban al ritual de reclamar a Boudou un paso al costado, Capitanich denunciaba que entre 2003 y 2013 se fugaron casi 63 mil millones de dólares. Un importante contraste, vale aclarar; una foto para retener en la memoria durante décadas. Para quien no comprenda bien esta analogía, la oposición es el brazo ejecutor de la venganza del Grupo Clarín hacia quien logró la re estatización de los fondos de pensión. El actual vicepresidente quitó un jugoso negocio de las fauces de la bestia. Un monstruo muy herido porque por fin la democracia está encontrando su sentido.
Ya lo dijo la diputada Elisa Carrió, más como alarma que como denuncia: Clarín es la muralla de protección de los más importantes grupos económicos. Y si cae Clarín, caen todos. No todos, sino los más perjudiciales. Una aclaración: para ellos, caer es sólo acatar las leyes y someter sus angurrias a la vida democrática. No significa que a partir de ahora deban vivir debajo de un puente con sus pertenencias amontonadas en un carrito de supermercado. Caer no es el despojo, sino una contención de su avaricia. Como les molesta tener límites, en su horizonte vislumbran un Estado mínimo y, de ser posible cómplice de sus fechorías. Pero para alcanzar ese país paradisíaco deben acabar con el kirchnerismo, por las buenas o por las malas.
Para tal fin, organizaron un festín en Mar del Plata con formato de coloquio, música nostálgica y ganas de restauración. La 50° edición del encuentro de IDEA, que reúne a los más férreos defensores del neoliberalismo, se convirtió en un espacio para que los candidatos presenten sus propuestas electorales. En realidad, no es más que un lobby donde los empresarios comparten sus angustias y cantan los más emotivos tangos sobre los tiempos idos. Y los candidatos, como participantes de un casting, tratan de agradar a los miembros del jurado, acaudalados patricios que pagaron 15 mil pesos la tarjeta. El ganador será el que pueda convertir en plataforma política sus egoístas exigencias.
Pero ya no hay que escuchar los ladridos de estos oscuros personajes porque no quieren nuestro bienestar, sino todo lo contrario. En lugar de un fin de ciclo deberían recibir para Navidad de 2015 una auspiciosa continuidad. Y los que menean el rabo ante estos requerimientos succionadores merecen el vacío en las urnas, para que aprendan que el Estado democrático debe proteger los intereses de la mayoría y no defender los privilegios de una minoría destructiva.

1 comentario:

  1. Muy buen relato !!!. Una descripción exhaustiva de las luchas vigentes entre el poder fáctico y el poder político ... Esclarecedor y revelador de las artimañas y miserabilidad ,de los que pretenden arrancarnos la alegría de haber recuperado la PATRIA y la identidad

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