miércoles, 26 de agosto de 2015

El interminable juego sucio



Como si en lugar de un candidato presidencial fuera un predicador, Mauricio Macri solicita a La Presidenta y a Daniel Scioli que pacifiquen el país. Sergio Massa, un poco más ladino, reclamó que en las elecciones de octubre se utilice el voto electrónico. La operación está en marcha: a partir de ahora, estos seguros perdedores apostarán a la deslegitimación de la voluntad popular. Ellos, que son los tramposos, proponen herramientas para evitar las trampas que ellos mismos hacen. Ellos, que son los violentos, exigen que no haya violencia. En medio de este sainete, José Cano demandó nuevos comicios pero sólo en las categorías en las que perdió. Más allá de estos detalles vergonzantes, consiguieron la foto que necesitaban: la represión del lunes por la noche, que confirma la falsa hipótesis del gobierno intolerante y autoritario con la que construyen su absurdo discurso.
Claro que el desborde policial debe ser cuestionado. Los palos, gases y balas de goma resultan desproporcionados contra bombas de estruendo, piedras y naranjazos. En todo caso, el jefe del operativo debería haber dejado que los manifestantes avancen contra la Casa de Gobierno tucumana y rompan algunos vidrios. Entonces, la crítica opositora apuntaría a la inacción de la policía ante los desbordes de los revoltosos. La trampa es en estéreo. El oscuro laberinto que proponen como escenario, cualquier camino conduce a la oscuridad. En la retorcida lógica que ordena el pensamiento de los agoreros, el hilo de su discurso acaba en un enredo. Si entramos en su juego, acabaremos estrangulados en sus apretados nudos.
Si seguimos el libreto, terminaremos con los pies en el pantano con el que sueñan, en la ciénaga en la que casi nos ahogamos a comienzos de este siglo. La comedia es predecible. En los días previos a los comicios, anuncian que habrá fraude, por las dudas. Si ganan, será un ejemplo de transparencia; si pierden, de opacidad. Si los números coronan la victoria opositora, despliegan globos, papelitos y bailes; si resultan adversos, una catarata de llantos mediáticos y denuncias compulsivas. Si triunfan, el pueblo se ha manifestado con madurez y sabiduría; si son derrotados, el clientelismo y la demagogia ha inundado las urnas. En el medio, disponen algunos incidentes, travesuras y picardías. Después, serán minimizados o amplificados, de acuerdo a los resultados y las necesidades del momento.     
Fieras enardecidas
Una manera perversa de pensar la democracia. O de no pensarla, porque estos sectores quieren prescindir de ella para recuperar el control del país. Claro, ya no es funcional a sus intereses. En otros tiempos, contaron con una banda de uniformados para voltear gobiernos adversos o con presidentes que gerenciaron sus negocios. Y también incurrieron en groseras contradicciones, como impulsar golpes de Estado para garantizar el funcionamiento de las instituciones o desbordar sus arcas para beneficiar al país. Como en estos doce años nos hemos encargado de descubrir sus tretas y conocer sus horrorosos rostros, están entrando en pánico. Como advierten que esta vez no podrán engatusarnos, tratan de patear el tablero. Como olfatean que les daremos la espalda, empiezan a despreciarnos. Como presienten lo que vamos a decirles, se niegan a escucharnos.
Y los candidatos de la oposición son los actores de este reiterado sainete. Macri se espanta con la quema de urnas pero omite considerar que los sospechosos son militantes y candidatos de sus propias fuerzas. Massa propone el voto electrónico cuando sabe que no habrá tiempo para implementarlo. Así, tiende la trampa. Si, como es predecible, las elecciones de octubre se realizan con el sistema vigente, el manto de sospecha está echado. Si el Gobierno accede a implementar el voto electrónico, podrán denunciar improvisación en caso de que pierdan. Con cualquier sistema y ante cualquier resultado, las elecciones de octubre ya están deslegitimadas. La grieta se ensancha y ellos, los ensanchadores, se lamentan por ello.
Lo malo que el sainete puede finalizar en drama. Tanto agitar las aguas y remover el aire puede terminar en tempestad. Tanto denunciar fraude, la muchedumbre se exalta porque se siente defraudada, pero no sólo por los sospechosos de siempre, sino por todos. El camino hacia la despolitización tiene la alfombra tendida. Cuando los individuos critican a los políticos, están poniendo en duda su capacidad de elección y así, ceden el mando a quienes siempre nos han hecho estampar contra los escollos más duros.
La desesperación del establishment es la que expresa su candidato favorito, Mauricio Macri, porque prevé que la CABA será su reducto, o tal vez su prisión. El Alcalde Amarillo avizora un fracaso en los intentos de extender sus porteñas garras al resto del país. Sus amigotes y auspiciantes están ante la peor de sus pesadillas: en los próximos años deberán seguir lidiando con un Gobierno que se resiste a sus interminables demandas; deberán seguir remando contra la corriente que quiere desalojar al capitalismo salvaje para siempre; deberán resignar muchas de sus angurrias para fortalecer el fin colectivo de construir un país en el que todos podamos gozar de sus bienes. Estos tipos –que no han dejado de llenar sus arcas en todos estos años- están desolados porque en el futuro no tendrán un gerente ni un mayordomo, sino un presidente.

2 comentarios:

  1. Se abrio una etapa,.la de enterrar el voto popular

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  2. Eso es lo lamentable, el sainete de la oposición, llevando a los argentinos al descreímiento de la clase política, el mismo descreímientos que años atrás desembocara en un golpe institucional y es lo que están buscando. Recomiendo leer completo el inforne de Gustavo Rosa.

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