lunes, 14 de septiembre de 2015

Caranchos en 3 D



La foto de Oscar Sánchez, el adolescente quom fallecido la semana pasada en la provincia de Chaco, no es muestra de la preocupación de un sector de la sociedad por los más necesitados. Hasta las mascotas pueden llegar a esta conclusión sin demasiado esfuerzo deductivo. Sólo es una oportuna víctima, funcional a la campaña. Como la telenovela del fraude en Tucumán no convoca cacerolazos en torno al Obelisco y el affaire de Niembro amenaza desmembrar al Club de los Amarillos, una muerte por desnutrición surge como un viento de cola para los desanimados opositores. Claro, tanto cinismo empalaga: los que simulan conmoción son los mismos que denuestan los “planes” y la AUH, los que protestan contra los impuestos y piensan al dólar como un derecho, los que claman por un Estado mínimo y la libertad de mercado, los que tuercen el gesto ante negros, villeros, bolitas, paraguas y perucas, los que hablan de choripanes y Negrópolis. Emisor y público comparten un espacio de hipocresía que los lleva, entre tanda y tanda, de la conmoción al espanto y viceversa.
Demasiado sería suponer que desean que más cosas como éstas ocurran en los días que faltan para las elecciones presidenciales. Mucho más imaginarlos participando en ceremonias estrafalarias, coloridas rogativas y convocatorias agónicas a espíritus malignos para que ocasionen nefastos incidentes utilizables como excusa de campaña. Difícil creer que puedan caer tan bajo: que las aprovechen es una cosa pero que las deseen… Que desplieguen su poder mediático para amplificar y magnificar cosas que ocurren pasa por un carril pero que recurran a la mística para provocarlas pasa por el otro. Que hayan apelado a sus malas artes y contactos non santos para fabricar accidentes y desatar desmanes o saqueos en el pasado no quiere decir que lo hagan siempre. Por si el lector no lo ha captado, el exceso de ingenuidad de este párrafo no es más que una ironía.
Aunque suene duro, siempre habrá un sufriente para exhibir ante las cámaras, más aún cuando la redistribución del ingreso no ha llegado a toda la población. El Estado podrá tener las mejores intenciones pero no es omnipresente y en un país tan extenso y diverso, llegar a los más necesitados puede ser muy dificultoso. Sobre todo cuando las distintas instancias estatales no mantienen el mismo nivel de compromiso. Ni hablar del sector privado que, a pesar del crecimiento que ha tenido en estos años, evita profundizar la inclusión tan buscada. Y una regla incomprensible: a mayor tamaño menor inversión y angurria creciente y desproporcionada. Eso sí, los que se encargan de indagar bajo las piedras y difundir a los cuatro vientos estas dolorosas historias no aspiran a transformar en serio la situación. Por el contrario, quieren desplazar este proyecto político que ha logrado cambiar el paradigma económico, social y político para restaurar el modelo importado que sólo acrecentaría el drama.     
Señales de advertencia
Alcanzar niveles históricos de actividad económica en todos los rubros no ha sido producto del azar, sino del fortalecimiento del mercado interno para crecer de abajo hacia arriba, como es lógico en todo crecimiento. El patrón del derrame –propuesto siempre por el establishment con incomprensible terquedad- nunca ha dado resultados promisorios, sobre todo porque deja un tendal de excluidos. Ellos, los más radicalizados, pueden funcionar solos, sin productos ni consumidores, porque multiplican sus fortunas a fuerza de especulación.
Ellos muestran un pobre para desterrar al kirchnerismo, no para terminar con la pobreza. Ellos exhiben la miseria para retomar el sendero tenebroso que abandonamos en 2003 y que no conduce precisamente a una mayor equidad, sino todo lo contrario. Ellos traspasan toda regla ética y nos muestran una foto, no para transformar una realidad, sino para profundizarla. Ellos tratan de quebrar la adhesión de un pueblo con sus conductores para apropiarse del país, para hundirnos en la indignidad, para disolver los lazos sociales, para despojarnos de todo. Ellos no difunden la foto de Oscar Sánchez en pos de un ideal, sino para ampliar sus privilegios. El que se deja engañar por estas mugrosas tretas es porque así lo quiere.
Mientras se empeñan en mostrar estas fotos, tratan de ocultar aquellos datos que evidencian nuestros avances. Cuántas veces hemos escuchado los lamentos por nuestro aislamiento del mundo pero minimizan que la ONU aceptó nuestra propuesta para las reestructuraciones de deuda. En lugar de alegrarse por ese aval a nuestra posición contra los fondos buitre, pareciera que el encono los desborda. Mientras ellos muestran la foto de Oscar, organismos internacionales como el Banco Mundial, la OIT, el FMI y la OCDE destacan que Argentina y Brasil son los únicos miembros del G-20 que en la última década han reducido los índices de desigualdad.
Desde sus vociferantes medios denuncian miserias, corrupción y deficiencias pero no para corregir esas desviaciones sino para que el país vuelva a ser propiedad de una minoría privilegiada. Por más que sus candidatos oculten sus rostros tras máscaras angelicales, el futuro que prometen nunca será mejor que este presente que hemos construido con tanto esfuerzo. Sin pudor, proponen un mundo idílico con las recetas que tantas veces nos han conducido a la ruina. Por más fotos que publiquen, por más informes que elaboren, esta vez no podrán engañarnos a todos. El camino del ajuste, la devaluación y el libre mercado convertirá esas imágenes esporádicas en una constante generalizada. Y no sólo la memoria nos puede salvar del ardid: el mundo que no nos muestran allende el mar nos tiene que servir de advertencia. Más señales no se pueden pedir.

3 comentarios:

  1. "Ellos muestran un pobre para desterrar al kirchnerismo, no para terminar con la pobreza" - más claro... Gracias, Gustavo!

    Pablo López

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    1. Gracias a vos, por tomarte la molestia de destacar mis palabras. Abrazote

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  2. Lo leo y lo publico de a tramos Gustavo como siempre imperdib.e!!

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