jueves, 29 de diciembre de 2016

La alegría de unos pocos



La realidad argentina insiste en arruinar las vacaciones del Ingeniero. Un cambio de ministro resulta inoportuno en medio del descanso, más aún cuando los números de la economía no son adecuados para el relax. Algunos episodios relacionados con la inseguridad y el hartazgo de los vecinos pueblan las pantallas de impaciencia. El segundo Fin de Año de la Revolución de la Alegría promete el alivio de abandonar un 2016 para archivar en el arcón de los malos recuerdos. Menos mal que siempre hay jueces dispuestos a inventar procesamientos que permitan alzar la copa a los predadores que gobiernan desde las sombras. El mismo magistrado que sobreseyó a los responsables de la apropiación de Papel Prensa en complicidad con la dictadura elaboró el dictamen contra Cristina y sus funcionarios para que el Poder Real pueda gozar del verano. Macri sonreirá satisfecho al leer los diarios que facilitaron su camino a La Rosada y que ahora desplazan de sus tapas los amargos tragos que genera su gestión para seguir denostando al gobierno que logró sacarnos del fondo del pozo.
Cambiar al ministro de Hacienda y Finanzas no es una decisión que toma un presidente en vacaciones. Tampoco puede entenderse que un integrante estrella del Gran Equipo elija este momento para “dar un paso al costado” de manera tan amigable. Más aún cuando puede darse el lujo de brindar en conferencia de prensa el rosario de logros de su gestión. Logros que sólo puede aplaudir un puñado de beneficiarios como la quita de retenciones, la eliminación de los controles cambiarios, la cancelación de deudas de empresas eléctricas y la exención impositiva a los productos de alta gama. Ni hablar del blanqueo, que permite que evasores históricos exterioricen una porción del botín para simular honestidad. Aunque la AFIP sume más de 5000 millones de dólares a la recaudación, poco significa en relación al brutal endeudamiento pasado y por venir.
Que a Prat Gay lo reemplacen dos personas no es indicativo de su valor, sino de la cantidad de estropicios que tienen en mente. De la mano de Clarín y La Nación, Nicolás Dujovne será el suplente de una mitad de Prat Gay en Hacienda. Su impronta es endeudadora y ajustadora, además de sostener la idea de abaratar los salarios para incentivar el empleo, un experimento que ha fracasado en varios momentos de nuestra historia. Para él, sobra un millón de empleados públicos porque el Estado funciona más como un seguro de desempleo que como dadora de servicios. La otra mitad de Prat Gay la ocupará Luis Caputo, primo de Nicolás, amiguito de la infancia del empresidente. El nuevo ministerio de Finanzas, entonces, estará a cargo de quien pagó a los buitres más de lo que pedían e incrementó su patrimonio en un 584 por ciento gracias al dólar futuro. Con semejantes mascarones de proa,  este barco no tendrá buen destino.
Una distracción permanente
Qué descaro el de Dujovne eso de hablar de empleados que sobran, cuando a los que son como él les sobra de todo. Desde desprecio hasta avaricia. Prepotencia y soberbia, también porque hablar de las personas como sobras es inhumano. Más aún en un contexto laboral que viene en declive gracias a las medidas tomadas por el Gran Equipo. Si piensa que va a combatir la recesión, la inflación y el desempleo ajustando y despidiendo ya debería estar renunciando. No nos preocupemos demasiado por memorizar su nombre porque no durará ni un suspiro. Cuanto mucho será golondrina de un verano.
Pero la culpa no es sólo de él: el mayor despreciador es el Turista Perpetuo. ¿O qué otra cosa inspiró el veto presidencial a la expropiación del Hotel Bauen? Sus dueños abandonaron la empresa y sus empleados con incontables deudas y los trabajadores la convirtieron en un emblema del emprendedorismo que tanto pregonan los amarillos. ¿O será que es un mal ejemplo que laburantes sin patrones lleven adelante un negocio exitoso? Como siempre, el cinismo de los PRO está presente en los argumentos: "el proceso expropiatorio implicaría un severo perjuicio en la posibilidad de asignar por parte del Poder Ejecutivo nacional los recursos económicos disponibles a otras necesidades básicas insatisfechas para el conjunto de la población”. No dijeron eso al beneficiar a los agrogarcas, minegarcas o champangarcas con las bajas impositivas, con un perjuicio fiscal mucho mayor.
Si no fuera por la confusión que siembran a diario los medios hegemónicos, estas contradicciones estarían en boca de gran parte de los argentinos. Sin embargo, cronistas, analistas y comentaristas operan para atribuir las malarias del presente a las políticas del kirchnerismo, sobre todo a la tan efectista corrupción. No importa si sólo un cinco por ciento del dinero de los paraísos fiscales pertenece a políticos y casi el 70 es de empresarios inescrupulosos. Tampoco interesa si los hechos que denuncian correspondan a coimas abonadas a algunos funcionarios por muchos de los anunciantes de sus programas. Los blancos de sus diatribas son siempre los políticos, los únicos actores sociales elegidos por el voto popular.
El gerente de La Rosada puede descansar tranquilo en la estancia de su amigo Joe Lewis porque tiene las espaldas cubiertas por las estrategias de manipulación que Noam Chomsky deschavó unos años atrás. La primera que aparece en el listado es la de distracción, que consiste en desviar la atención del público para que no se centre en lo importante. Cuando un hecho es adverso a la imagen del gobierno, los medios cómplices imponen una agenda para taparlo. En esta semana, los damnificados por algunos hechos delictivos y las inundaciones más la salida de Prat Gay del gabinete y los datos negativos sobre el segundo semestre amenazaban con oscurecer la última semana del año. La condena de Milagro Sala por un hecho absurdo y no demostrado y el procesamiento de La Presidenta permiten alimentar los prejuicios y justificar el malestar económico.
El novelón que escribió el Juez Julián Ercolini es un monumento a la incongruencia y, en un exceso de servilismo, embargó a Cristina por la descomunal cifra de 10000 millones de pesos. Sus fundamentos son las declaraciones de Leonardo Fariña, el informe oficial “El Estado del Estado” y la denuncia de Javier Iguacel, titular de Vialidad Nacional y ex candidato a intendente de Cambiemos. Además de que las dos primeras fuentes no son objetivas ni confiables, lo llamativo es que la tercera contradice la auditoría elaborada por los técnicos de Vialidad Nacional. En este informe los técnicos aseguran que no hubo sobreprecios y “no se perciben deficiencias de relevancia en las construcciones, los desajustes de certificaciones de obras no se consideran relevantes, el ambiente de control imperante resulta razonable, no se encuentran desvíos significativos”. En síntesis, no existe nada de lo que denuncia la pata judicial del PRO. Y los tan mencionados retornos por el alquiler de los hoteles no alcanzan ni el 0,03 por ciento de los montos de obra pública recibidos por Lázaro Báez. No hay pruebas de sobreprecios, de coimas ni de sub ejecución pero el juez denuncia. Ni siquiera hay delito, porque la asociación ilícita no puede aplicarse a un gobierno elegido por el voto popular.
La denuncia de Ercolini, las fantasías judiciales de Bonadío y la sentencia a Milagro Sala sólo tienen como objetivo distraer al público, confundir las causas de la actual crisis y demonizar al kirchnerismo. Como ya son muchos los que advierten lo bien que estábamos cuando estábamos mal, en lugar de buscar una salida alternativa al tenebroso túnel en que nos metieron, el Gran Equipo y las Usinas de Estiércol insisten en reforzar las falacias que permitieron el copamiento de La Rosada. Todo tiene un límite: hasta la alienación de las conciencias. Y no hay nada que frene a un Pueblo cuando, por fin, se despierta.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Reflexiones navideñas a la sombra del Cambio



El Cambio cada día sorprende más. Con un par de berrinches y algunos sobornos, los amarillos consiguen imponer sus proyectos nefastos y hasta logran que Papá Noel visite por primera vez La Rosada. Un Papá Noel tan magro como las ventas navideñas. Los insultados de la semana pasada sonríen felices por haber abandonado sus principios. Los sindicalistas que hicieron cinco paros al gobierno anterior por el Impuesto a las Ganancias brindan con el empresidente porque, en lugar de eliminarlo como prometió en campaña lo modificó para que haya más contribuyentes. Al gobierno del cambio le va tan bien que logró frenar el impuesto a las empresas mineras que incluía el proyecto opositor que había triunfado en Diputados y que, después de los insultos oficialistas, se transformó en lo que Macri quería. Un año con los PRO ha puesto en cuestión la tan recitada frase “si al gobierno le va bien al país le irá bien”. Y si esto no basta, la sanadora de confianza de Macri aportó una señal insoslayable: preocupada por su salud, le aconsejó que saque todo lo que Cristina dejó en casa de Gobierno y Olivos, “especialmente las flores amarillas, porque para empezar el amarillo es traición”.
Si Ángeles Ezcurra hubiera advertido con más énfasis las contraindicaciones de ese color en la antesala del balotaje, quizá algunos votantes se habrían abstenido de confiar ciegamente en las angelicales promesas del Ingeniero y su troupe. Tan evidente es la traición a la voluntad democrática que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña tuvo que admitir en una entrevista radial que los mensajes de campaña no debían tomarse al pie de la letra. Ya tuvieron que disculparse de la peor manera con la fantasiosa idea de la Pobreza Cero. Conmigo no vas a perder nada de lo que tenés se convirtió en pérdida de empleo, poder adquisitivo, vacaciones y en algunos casos, hasta la libertad. En estos días, la contradicción del impuesto a las ganancias casi hace trastabillar al Gran Equipo. “Eso fue en un spot” soltó Peña, a la manera del Infame Riojano cuando reconoció que si decía lo que iba a hacer no lo votaba nadie.
Claro, si Macri hubiera dicho en el famoso debate que iba a devaluar la moneda, eliminar impuestos a los más ricos, liberar el comercio exterior, producir inflación, recesión y desempleo, desmantelar la creciente industria nacional y expoliar a los usuarios con tarifazos de miedo, en lugar del 52 por ciento, sólo lo hubieran votado masoquistas, suicidas y sádicos. En lugar de esto, recitó “¿en qué te han convertido, Daniel? Parecés un panelista de 678”. Y con esa magistral síntesis de desprecio, alimentó los prejuicios que faltaban para conquistar las urnas.
Chocadores de calesitas
Por eso, aunque ellos insistan con la idea del sinceramiento, estamos experimentando un escandaloso engaño que se renueva día a día. Una extraña manera de sinceridad que sería inaceptable en otro escenario. El estamos aprendiendo estuvo en boca de muchos de los integrantes del Gabinete Amarillo, incluso de la vicepresidenta, Gabriela Michetti, que no deja de pasar papelones en el Senado. Ahora se suma el nuevo presidente de Aerolíneas Argentinas, Mario Dell’Acqua, que declaró no conocer nada de una compañía aérea. Si sumamos esta sinceridad a su apellido, que parece más adecuado para la actividad acuática, es lícito sospechar que quieren fundir la línea de bandera para liquidarla por unas monedas.
Antes de ecualizar su voz, el Ingeniero al que le brotan empresas off shore por cada uno de sus poros recrudeció sus falacias sobre el gobierno de Cristina: “recibimos un país quebrado”. Una descomunal mentira que hasta el propio INDEC de Todesca desmiente. El crecimiento del año pasado sigue creciendo con cada estimación: en junio dijeron que la economía en 2015 había crecido un 2,4 por ciento, en septiembre, 2,5 y ahora admiten un 2,6. Un país quebrado no puede ostentar una expansión así, con un 6 por ciento de desempleo, una industria que se duplicó en diez años, desendeudado, con alto nivel de consumo, una cobertura jubilatoria casi total y reservas mayores que las de hoy. Eso no es un país quebrado, señor Macri. El país lo está quebrando usted con sus alocadas medidas que ni los economistas más ortodoxos comparten.
En el tercer trimestre se produjo la mayor baja del año en el PBI, con un 3,8 por ciento de caída interanual. Ni brotes verdes ni lluvia de inversiones: el segundo semestre fue cuesta abajo y, contra toda previsión oficial, no habrá rebote porque el plan económico del PRO más que una pelota es un chicle. En el mismo período, el consumo privado –el 72 por ciento de la demanda- cayó 3,1 puntos en comparación con el año pasado. Y si esperaban que las ventas navideñas hicieran repuntar los números, la CAME –Confederación Argentina de la Mediana Empresa- considera que, en cantidad de artículos, el retroceso fue de un 2,1 por ciento. No se puede esperar otra cosa si el poder adquisitivo ha perdido más de seis puntos. La inflación –que iban a bajar con pericia- la multiplicaron con sus propias medidas hasta superar el 40 por ciento. Y si agregamos que las exportaciones registraron una baja del 2,5 por ciento y las inversiones cayeron 8,3 puntos, el empresidente debería mirarse en un espejo más que denostar al mandatario anterior. Menos aún enorgullecerse porque beneficiaron a los más ricos con una disminución de impuestos que representa 1,6 puntos del PBI, como hizo Marcos Peña hace unos días.
Tanto sinceramiento abruma, sofoca y un poco indigna. O bastante. Como la explicación que dio el ministro de Gobierno y Justicia de Jujuy, Agustín Perassi sobre la represión a la diputada Mayra Mendoza por parte de la policía provincial. Según el funcionario, merecía ese trato porque estaba “histérica”, lo que agrega violencia de género a la institucional. Un poco más y la referente de la Cámpora debería agradecer la terapia psiquiátrica, la descompresión de sus vértebras cervicales y las exitosas pruebas sobre su capacidad respiratoria.
Ellos dicen que son sinceros pero no pueden ocultar el tono burlón que acompaña cada declaración. No es sinceridad asumir un cargo sin el conocimiento necesario, sino irresponsabilidad. Y jactarse de ese desconocimiento, es puro cinismo. Quizá de esta forma quieran explotar el mito del hombre común que no viene de la política como garantía de transparencia. Pero son tan alevosos los chanchullos que ni los familiares se lo creen.
A medida que avanza por esta maraña de fracasos voluntarios, el Gran Equipo se va desgranando más lentamente de lo que debería. La ceocracia de Macri, atrozmente ajustadora, bestialmente persecutoria e indiscutiblemente incapaz, está por chocar una calesita mientras algunos dirigentes opositores –por temor o conveniencia- alientan el dramático trayecto. Total, el estropicio no lo padecen ellos sino los que se abalanzan sobre un contenedor como si fuera la góndola de un súper. Algo de responsabilidad tienen, pero nadie merece semejante castigo por meter el voto equivocado.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Voces de hoy con ecos de ayer



En estos días, el Ingeniero tuvo que someterse a una microcirugía láser para recomponer su aparato fonador, que sonaba disfónico en sus últimas actuaciones. Algunos mal llevados pensaron que las mentiras se enredaban en sus cuerdas vocales, pero no: sólo era un pólipo en una de ellas; llamativamente en la izquierda. Ninguna voz oficial aclaró si la ecualización realizada en ese lado volverá al empresidente más progresista o si, por el contrario, recrudecerá su tendencia derechosa. Nada grave: ni para un susto. Hay que preservar la salud del Gerente de La Rosada porque la línea sucesoria no promete nada mejor: si la vice Gabriela Michetti no pudo aprender el reglamento del Senado en tres años, cuesta imaginar el infinito que le insumirá la Constitución, los Códigos y las instrucciones para acceder a los ascensores de la Casa de Gobierno; de Federico Pinedo sólo tenemos sus penosos testimonios mediáticos y su fugaz presidencia de prepo de doce horas, de las que seis se lo pasó durmiendo. Mientras la voz de Macri se recupera para emitir nuevos embustes, los ecos del 2001 atravesaron la semana para que no olvidemos de dónde venimos.
Un origen provocado por muchos de los que hoy nos están gobernando: el listado involucra a funcionarios, secretarios y ministros que formaron parte de la alianza que nos condujo a esa crisis de principios de siglo. Por lo que parece, estos ceócratas modelo XXI intentan aplicar en poco tiempo las peores políticas de los últimos 25 años del siglo pasado. Difícil pensar que el mismo plan con los mismos artífices pueda desembocar en un resultado diferente. Más aún si son los técnicos del FMI los que dictan las medidas que se acatan sin chistar. El abandono del proteccionismo –cobrar impuestos por los productos importados- es una obsesión del neoliberalismo y estuvo entre las primeras decisiones del Gran Equipo. Liberar las exportaciones es una pulsión de los agrogarcas y, aunque eso signifique reducir los productos en nuestra mesa, también se ubicó en el podio. Infaltable la quita de retenciones que, además de poner un botín en manos de los acumuladores seriales, desfinancia la industria y encarece todo. 
 Gracias a los consejos del organismo internacional gestor de fracasos, el Estado empieza a recaudar menos por la renuncia fiscal y la recesión económica y entonces debe comenzar a achicarse. La tijera pública contagia a la privada y mientras los desocupados se multiplican, la rueda del mercado se convierte en una aplanadora. La única manera de tapar los agujeros es con deuda externa, el gran negocio de unos pocos que desde los 80 comenzaron a gobernar el planeta y lo han convertido en un revoltijo. El FMI más que un consejero es un operador de los piratas financieros y un verdugo de los pueblos.  
Estatua ecuestre para ex funcionario hípico
Como el Fantasma de las Navidades Pasadas que acosaba a Ebenezer Scrooge en la novela de Dickens, Domingo Cavallo emerge cada tanto para estremecernos con el eco de su voz. Lejos de padecer el ostracismo por los fracasos que tanto nos dañaron, el ex ministro de Economía considera que deberíamos hacer un monumento en su memoria. Si lo encerramos en el pedestal podríamos aceptar, así nos libraremos de su cinismo para siempre, ya que la Justicia no se atrevió a castigarlo como merecía.
Aunque Cavallo reclame su lugar en el paisaje urbano, ya tiene uno en la memoria colectiva. Por más que los medios pretendan instalarlo como un experto celestial, gran parte del público lo recuerda como el hacedor de sus peores momentos. De su mano llegaron la privatización de las empresas públicas, la creación de la AFJP y la flexibilización laboral en los noventa. Y lo que él considera su mayor éxito, la convertibilidad, fue la ilusión de pertenencia al primer mundo que nos condujo a la ruina.
Varias de sus frases resuenan con algunas medidas del actual gobierno. Si entonces Cavallo envió a los científicos del Conicet a lavar los platos, los gerentes de hoy les aconsejan convertirse en emprendedores. Menos insultante pero la misma impronta: un Estado que abandona la soberanía científica para alquilar desarrollo con un delivery más costoso. La descarada sinceridad de ayer es el cínico sinceramiento de hoy. En un acto en La Rosada, el Jefe de Gabinete Marcos Peña –un experto en simulacros- entregó los premios Houssay mientras el ministerio de Ciencia y Tecnología era el escenario de una toma pacífica por parte de los becarios. El motivo: un recorte que se niega y más de 400 desplazados.
Como Cavallo lagrimeando por su padre jubilado, Peña recordó a su abuelo, un médico destacado y discípulo de Bernardo Houssay, aunque, a diferencia de su nieto, defensor del rol del Estado en el desarrollo científico. En los tiempos en que Cavallo era ministro de Menem, la gran idea era “comprar tecnología” porque era más barato que desarrollarla. Los apátridas de hoy no dicen esas barbaridades, pero las llevan impresas en su ADN.
Mientras Cavallo reclama su monumento, el FMI recomienda subir la edad jubilatoria de las mujeres. La idea seduce a los gestores del cambio que en varias oportunidades han hablado del tema. El director del PAMI, Carlos Regazzoni, consideró a mediados de año que “la gente a los 65 años puede seguir trabajando y tiene muchísimos años por delante y eso es algo que tenemos que celebrar”. Así son entrenados, para aportar dulzura a sus definiciones más amargas.
Y si el ex ministro quiere homenajes es porque hoy tiene fieles alumnos. El empresidente Macri, que hoy intenta poner en la misma bolsa la Segunda Década Infame y la Gloriosa Década Ganada, se declaró muchas veces admirador de Menem y Cavallo. Desde hace mucho sostiene la idea del salario más como un costo a serruchar que un derecho a resguardar. Su plan económico no busca más que convertir a los trabajadores en esclavos con propina fija. La nueva ley de ART con media sanción en el Senado y sus comentarios sobre los convenios colectivos de trabajo auguran la llegada de una ley de flexibilización para incrementar las ganancias de los grandes empresarios. Una receta probada en muchas oportunidades y que jamás sirvió para combatir el desempleo: sólo para precarizar la estabilidad de los asalariados.
Tanto estamos desandando el camino que corremos el riesgo de pisotear las garantías constitucionales. Jujuy parece estar abocada a constituirse en un estado pre democrático para ejecutar la venganza de Gerardo Morales en nombre de Pedro Blaquier y la oligarquía provincial. Lo que parecía ser un conflicto local se ha convertido en un escándalo internacional: presos políticos, torturas, asesinatos, juicios amañados con testigos falsos, represión nostálgica y un gobernador que actúa como un tirano. De acuerdo a sus resultados, este sacudón del noroeste del país puede interpretarse como una gran piedra en el zapato de Macri o como el experimento que permita disciplinar a los díscolos en toda Argentina. Las voces de hoy nos traen los peores ecos de ayer. No hay que taparse los oídos sino escucharlos con atención para reaccionar a tiempo.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Embusteros y estafadores



Que alguien le avise al empresidente Macri que su Jefe de Gabinete Marcos Peña aseguró, hace unas semanas, que “no dedicaron el año a hablar mal del gobierno anterior. O que le sugieran que actúe de acuerdo a esa gran mentira, al menos por unos días. Nadie le pide que se convierta en un apologista del cristinismo, apenas que deje de enredarse en circunloquios incomprensibles para denostarlo. Que algún colaborador más o menos coherente le recuerde que no está en la fiestita de un club selecto, sino al frente de un país con más de 40 millones de personas adentro. Que sus burlas y patrañas lo que menos hacen es abonar la concordia tan prometida, el diálogo tan cacareado, la paz tan deseada: sólo despiertan el enfermizo aplauso de odiadores y prejuiciosos. Que alguien le recuerde que ganó el balotaje por menos de dos puntos y que, de seguir así, no obtendrá más adherentes, sino todo lo contrario.
El Ingeniero no pasará a la historia por sus dotes de orador y eso es indiscutible. De cualquier modo, lo recordaremos por algún tiempo gracias a sus frases más destacadas. No por su brillo, precisamente. Si en el Bicentenario del Día de la Independencia nos sorprendió con la estupidez de los héroes angustiados por romper con la corona y la obsecuencia del querido rey, cualquier cosa saldrá de su boca mientras arruina nuestra vida. Pero en estos días superó todas las expectativas.
Primero, elogió al ministro de Energía de la peor manera por haber favorecido a sus amigos con los tarifazos pasados y por venir. Uno es Nicolás Caputo, compañerito de banco desde la primaria, y el otro el británico Joe Lewis, dueño de una estancia con un lago de uso exclusivo y recientemente favorecido por un loteo de tierras en una reserva de la zona de El Bolsón. En esa frase puso en evidencia sus prioridades: “Juanjo –por Aranguren- este año te ha tocado bailar con la más complicada”. Claro, el baile más complicado le tocó al funcionario que multiplicó la tarifa de los servicios y operó para beneficiar a la petrolera Shell, de la que era gerente y accionista. Los usuarios, que tuvieron que ajustar sus cinturones para satisfacer a los más ricos, ya no pueden bailar con nadie.
Después, expelió una seguidilla de palabras cargadas tanto de originalidad como de desprecio. Aunque circuló por los medios y las redes, acompañada de ingeniosos chistes, vale la pena recordarla: “el aire acondicionado es uno de los elementos más disruptivos que ha venido a integrarse a este cóctel explosivo y siniestro que dejó el gobierno anterior”. Una extraña manera de definir un artefacto que no fue inventado por Cristina sino por Willis Haviland Carrier a principios del siglo XX.
Multiplicar la desigualdad
Macri sabe que el aire acondicionado no es un invento kirchnerista ni tampoco disruptivo. Lo disruptivo, lo que rompe con la lógica del Gerente de La Rosada es que no sea de uso exclusivo de las clases más acomodadas. Eso sí es disruptivo y, por tanto, lo que más molesta. Para Macri –y muchos como él- el confort debe ser un privilegio, como las vacaciones, los autos 0 Km, el lomo, los celulares y los televisores más novedosos. En esa frase, el presidente off shore sintetiza su pensamiento de clase, además de expresar el desprecio hacia sus predecesores por la osadía de expandir los disfrutes a los sectores medios y medio bajos. Para Él – y muchos como él- que un trabajador medio goce en una sociedad capitalista es inadmisible, explosivo, siniestro. Eso es lo imperdonable que debe ser castigado.
Y los exponentes de la oligarquía gobernante tienen todas las herramientas para hacerlo, además de La Palabra y los micrófonos para difundirla. La persecución política por esa osadía toma la forma de una justicia independiente. Jueces tan comprometidos con la justicia que perdonan delitos de Lesa Humanidad que involucran a los instigadores y beneficiados civiles de la dictadura, como Héctor Magneto, Ernestina Herrera, Bartolomé Mitre, Pedro Blaquier y muchos más. Una oportunidad que nos perdemos de condenar a los verdaderos artífices de la perversidad pasada, presente y futura. Tan independientes que excusan a los funcionarios del actual gobierno que compraron dólar futuro y decidieron la cotización para incrementar sus ganancias.
Tan razonables y juiciosos que suspenden un juicio de Lesa Humanidad para sentar en el banquillo a una militante social por arrojar huevos a un senador ocho años atrás. Aunque no haya estado presente ni haya alentado la afrenta, ese senador convertido en gobernador está decidido a vengarse. Milagro Sala explicó la escena que nos avergüenza ante el mundo: “siento que la molestia de él –Gerardo Morales- es que los negros nos pudimos organizar y que inculcamos a los compañeros que tenían que estudiar y prepararse y que no teníamos que bajar la cabeza por nada del mundo”. Construir casas, piscinas, polideportivos para los pobres es lo mismo que usar aire acondicionado o viajar: para la minoría que nos gobierna eso es disrupción o, como dicen cotidianamente, corrupción. Fugar, evadir, explotar no es corrupción; redistribuir el ingreso para dignificar la vida de los que menos tienen sí lo es.
Aunque digan lo contrario, no soportan la tan pregonada igualdad de oportunidades. Ellos, poseedores de todos los privilegios, detestan los derechos de los desposeídos y hacen lo imposible para cercenarlos, desde lo más elemental hasta lo más simbólico. Después de encarecer los productos de nuestra mesa y transformar en un lujo los servicios públicos, ahora van por los inmigrantes que vienen a estudiar a nuestro país. La comisión de Educación de Diputados pidió a los rectores de las universidades públicas que informen sobre la cantidad de estudiantes extranjeros, qué carreras cursan y de qué países provienen. “Queremos saber a quién le ponemos la plata”, explicó Eduardo Amadeo, uno de los impulsores PRO de la medida.
Los ciudadanos también tenemos esa preocupación, pero en un sentido bien diferente. Mientras este diputado se inquieta por los estudiantes extranjeros, nosotros deberíamos preguntarnos adónde van los recursos que el Gran Equipo dejó de recibir por las retenciones, los aranceles de los productos importados, el impuesto a la riqueza, las deudas perdonadas y los subsidios que benefician a las distribuidoras de energía, que todavía persisten. Eso también es dinero que ponemos entre todos para beneficiar a los que no necesitan ni un centavo pero quieren mucho más. Esos millones que hemos perdido en este nefasto año del cambio se explican en la fuga de divisas que bate el record de más de 30 mil millones de dólares, en la timba de las Lebacs con casi 300 mil millones de pesos y en el endeudamiento que es el más alto del mundo.
Ellos ostentan un cinismo tan obsceno que son capaces de denunciar al que se roba una moneda mientras ocultan millones en los paraísos fiscales que tan bien conocen. Ellos son tan viles que denuestan al que obtuvo una vivienda social o usa un aire acondicionado mientras viven rodeados de lujos de ensueño. Ellos son tan hipócritas que pontifican sobre la cultura del trabajo sin saber lo que eso significa. Ellos son tan crueles que exigen sacrificios a los que ya no tienen nada a lo que renunciar mientras transfieren cifras millonarias a los que les sobra de todo. Ellos son tan ajenos a la vida cotidiana que no se imaginan lo que es una carencia. Ellos provienen de una otredad para conquistar nuestras vidas y enajenarnos de todo. Por una perversa confusión en la conciencia popular nos gobierna la pandilla más impopular de la historia.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...