lunes, 26 de diciembre de 2016

Reflexiones navideñas a la sombra del Cambio



El Cambio cada día sorprende más. Con un par de berrinches y algunos sobornos, los amarillos consiguen imponer sus proyectos nefastos y hasta logran que Papá Noel visite por primera vez La Rosada. Un Papá Noel tan magro como las ventas navideñas. Los insultados de la semana pasada sonríen felices por haber abandonado sus principios. Los sindicalistas que hicieron cinco paros al gobierno anterior por el Impuesto a las Ganancias brindan con el empresidente porque, en lugar de eliminarlo como prometió en campaña lo modificó para que haya más contribuyentes. Al gobierno del cambio le va tan bien que logró frenar el impuesto a las empresas mineras que incluía el proyecto opositor que había triunfado en Diputados y que, después de los insultos oficialistas, se transformó en lo que Macri quería. Un año con los PRO ha puesto en cuestión la tan recitada frase “si al gobierno le va bien al país le irá bien”. Y si esto no basta, la sanadora de confianza de Macri aportó una señal insoslayable: preocupada por su salud, le aconsejó que saque todo lo que Cristina dejó en casa de Gobierno y Olivos, “especialmente las flores amarillas, porque para empezar el amarillo es traición”.
Si Ángeles Ezcurra hubiera advertido con más énfasis las contraindicaciones de ese color en la antesala del balotaje, quizá algunos votantes se habrían abstenido de confiar ciegamente en las angelicales promesas del Ingeniero y su troupe. Tan evidente es la traición a la voluntad democrática que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña tuvo que admitir en una entrevista radial que los mensajes de campaña no debían tomarse al pie de la letra. Ya tuvieron que disculparse de la peor manera con la fantasiosa idea de la Pobreza Cero. Conmigo no vas a perder nada de lo que tenés se convirtió en pérdida de empleo, poder adquisitivo, vacaciones y en algunos casos, hasta la libertad. En estos días, la contradicción del impuesto a las ganancias casi hace trastabillar al Gran Equipo. “Eso fue en un spot” soltó Peña, a la manera del Infame Riojano cuando reconoció que si decía lo que iba a hacer no lo votaba nadie.
Claro, si Macri hubiera dicho en el famoso debate que iba a devaluar la moneda, eliminar impuestos a los más ricos, liberar el comercio exterior, producir inflación, recesión y desempleo, desmantelar la creciente industria nacional y expoliar a los usuarios con tarifazos de miedo, en lugar del 52 por ciento, sólo lo hubieran votado masoquistas, suicidas y sádicos. En lugar de esto, recitó “¿en qué te han convertido, Daniel? Parecés un panelista de 678”. Y con esa magistral síntesis de desprecio, alimentó los prejuicios que faltaban para conquistar las urnas.
Chocadores de calesitas
Por eso, aunque ellos insistan con la idea del sinceramiento, estamos experimentando un escandaloso engaño que se renueva día a día. Una extraña manera de sinceridad que sería inaceptable en otro escenario. El estamos aprendiendo estuvo en boca de muchos de los integrantes del Gabinete Amarillo, incluso de la vicepresidenta, Gabriela Michetti, que no deja de pasar papelones en el Senado. Ahora se suma el nuevo presidente de Aerolíneas Argentinas, Mario Dell’Acqua, que declaró no conocer nada de una compañía aérea. Si sumamos esta sinceridad a su apellido, que parece más adecuado para la actividad acuática, es lícito sospechar que quieren fundir la línea de bandera para liquidarla por unas monedas.
Antes de ecualizar su voz, el Ingeniero al que le brotan empresas off shore por cada uno de sus poros recrudeció sus falacias sobre el gobierno de Cristina: “recibimos un país quebrado”. Una descomunal mentira que hasta el propio INDEC de Todesca desmiente. El crecimiento del año pasado sigue creciendo con cada estimación: en junio dijeron que la economía en 2015 había crecido un 2,4 por ciento, en septiembre, 2,5 y ahora admiten un 2,6. Un país quebrado no puede ostentar una expansión así, con un 6 por ciento de desempleo, una industria que se duplicó en diez años, desendeudado, con alto nivel de consumo, una cobertura jubilatoria casi total y reservas mayores que las de hoy. Eso no es un país quebrado, señor Macri. El país lo está quebrando usted con sus alocadas medidas que ni los economistas más ortodoxos comparten.
En el tercer trimestre se produjo la mayor baja del año en el PBI, con un 3,8 por ciento de caída interanual. Ni brotes verdes ni lluvia de inversiones: el segundo semestre fue cuesta abajo y, contra toda previsión oficial, no habrá rebote porque el plan económico del PRO más que una pelota es un chicle. En el mismo período, el consumo privado –el 72 por ciento de la demanda- cayó 3,1 puntos en comparación con el año pasado. Y si esperaban que las ventas navideñas hicieran repuntar los números, la CAME –Confederación Argentina de la Mediana Empresa- considera que, en cantidad de artículos, el retroceso fue de un 2,1 por ciento. No se puede esperar otra cosa si el poder adquisitivo ha perdido más de seis puntos. La inflación –que iban a bajar con pericia- la multiplicaron con sus propias medidas hasta superar el 40 por ciento. Y si agregamos que las exportaciones registraron una baja del 2,5 por ciento y las inversiones cayeron 8,3 puntos, el empresidente debería mirarse en un espejo más que denostar al mandatario anterior. Menos aún enorgullecerse porque beneficiaron a los más ricos con una disminución de impuestos que representa 1,6 puntos del PBI, como hizo Marcos Peña hace unos días.
Tanto sinceramiento abruma, sofoca y un poco indigna. O bastante. Como la explicación que dio el ministro de Gobierno y Justicia de Jujuy, Agustín Perassi sobre la represión a la diputada Mayra Mendoza por parte de la policía provincial. Según el funcionario, merecía ese trato porque estaba “histérica”, lo que agrega violencia de género a la institucional. Un poco más y la referente de la Cámpora debería agradecer la terapia psiquiátrica, la descompresión de sus vértebras cervicales y las exitosas pruebas sobre su capacidad respiratoria.
Ellos dicen que son sinceros pero no pueden ocultar el tono burlón que acompaña cada declaración. No es sinceridad asumir un cargo sin el conocimiento necesario, sino irresponsabilidad. Y jactarse de ese desconocimiento, es puro cinismo. Quizá de esta forma quieran explotar el mito del hombre común que no viene de la política como garantía de transparencia. Pero son tan alevosos los chanchullos que ni los familiares se lo creen.
A medida que avanza por esta maraña de fracasos voluntarios, el Gran Equipo se va desgranando más lentamente de lo que debería. La ceocracia de Macri, atrozmente ajustadora, bestialmente persecutoria e indiscutiblemente incapaz, está por chocar una calesita mientras algunos dirigentes opositores –por temor o conveniencia- alientan el dramático trayecto. Total, el estropicio no lo padecen ellos sino los que se abalanzan sobre un contenedor como si fuera la góndola de un súper. Algo de responsabilidad tienen, pero nadie merece semejante castigo por meter el voto equivocado.

1 comentario:

  1. El mejor equipo es una pandilla de desbocados piratas. Lo único que hacen es incrementar sus negocios y los de sus amigos. Como dice Víctor Hugo "choreo a la vista". Geniales tus apuntes. Ana Escobar

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