martes, 30 de agosto de 2022

El comienzo del futuro

 

Después de dos meses de ausencia, el Autor de estos apuntes vuelve despabilado por los millones que se alzaron contra los atropellos judiciales, mediáticos y corporativos que estamos padeciendo.

Imposible resistir la tentación de retomar estos apuntes; difícil escudarse en una crisis personal para no esbozar un análisis sobre lo que ha despertado el inefable alegato de los fiscales Luciani y Mola en el juicio contra CFK. Las calles se han poblado del hartazgo ante el acoso que desde 2008 padecen la dirigente y todos los que se atreven a esbozar simpatía hacia ella. Todos estamos sorprendidos por la reacción, desde los que nos consideramos seguidores hasta los que la quieren destruir. Si el gobierno del FDT estaba transitando una meseta de complacencia hacia el Poder Real en detrimento de las mayorías, a partir de ahora el rumbo debe ser distinto. El Presidente y todos sus funcionarios no deben tomar la movilización popular sólo como un tierno agradecimiento a los doce años de kirchnerismo, sino sobre todo como un compromiso para recuperar lo que hemos perdido desde 2015.

Y para eso hay que abandonar de una vez el intento de dialogar con los angurrientos, conspiradores, evasores, especuladores, contrabandistas y fugadores. ¿Qué consenso puede haber con los que se creen dueños de todo? ¿Qué acuerdo se puede alcanzar con los que nos estafan día a día con los precios de cualquier cosa que queramos adquirir? ¿Cómo respetar a funcionarios judiciales al servicio de los poderosos, pisoteando leyes y procedimientos? ¿Para qué buscar la simpatía de los que despreciarán siempre a cualquiera que intente distribuir de forma más equitativa lo que generamos entre todos?

Este episodio es un parteaguas. Bastante se han soportado los insultos de kamikazes disfrazados de periodistas que a toda hora fomentan el odio y el desprecio desde sus inmerecidos espacios mediáticos. Monigotes rentados que inventan, tergiversan, estigmatizan para apuntalar propuestas políticas destructivas. Manipuladores seriales que tildan de violenta una movilización pacífica y ponderan como ejemplar las minoritarias hordas que arrojan palos incendiarios, esgrimen guillotinas y cuelgan bolsas mortuorias en las rejas de la Casa Rosada. Y siguen insistiendo con la enorme mentira de mostrar como asesinato el suicidio del fiscal Nisman, que permitió a Mauricio Macri llegar a la presidencia. De una vez por todas, hay que sancionar a los medios y seudo periodistas que malversan de esa forma el derecho humano a la información.

La multitud que se concentró en la esquina de la casa de la Vicepresidenta y en muchos puntos de país no busca su impunidad, sino que clama su inocencia. Si durante los tres años del juicio de Vialidad las pruebas y testimonios presentados por la fiscalía no lograron fundamentar la acusación, ¿cómo no considerar una burla las jornadas de alegato acusatorio de Luciani y Mola y una provocación el pedido de condena? ¿Cómo pueden integrar tribunales los que son amigos de los acusadores y exhiben sin pudor el logo del equipo que integran? ¿Hasta cuándo vamos a soportar que fiscales y jueces malversen los recursos del Estado en causas armadas a partir de un no-delito?

La reacción de los cambiemitas –el desconcierto, la violencia, los refunfuños- indica que esto no se lo esperaban. La represión desplegada por Rodríguez Larreta y las exigencias de “mucho más” de la infame Patricia Bullrich alientan para profundizar este plan de lucha. Si quieren la paz social, que todos los que se acurrucan del peor lado de la Grieta dejen de hacer lo que han hecho siempre, tanto los integrantes del Círculo Rojo como sus peones desparramados en los medios, tribunales y las bancas del Congreso.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...