viernes, 30 de enero de 2015

La absurda danza de los futuros derrotados



Nada más patético que un velorio con llorones indignados sin motivo. O con el motivo equivocado. El escándalo patriótico de pisotear la banda de la corona que Alejandra Gils Carbó había ofrendado al fiscal Nisman alguna vez deberá revelar a sus ideólogos. Tanto odio alimentado por titulares amañados. Individuos conmovidos por una muerte que recicla sus prejuicios. El sujeto bestial que se construye desde los medios; el ser irracional que, con ser sólo un televidente, pretende actuar como ciudadano. Seres que desprecian a las mayorías y tratan de imponer su ombligo como única interpretación del mundo. Caceroleros que exigen Justicia, pero si el fiscal no se hubiera suicidado, el martillo lo condenaría por haber traicionado su rol, por haber malversado recursos durante más de diez años, por haber puesto su cargo –y hasta su vida- al servicio de un oscuro plan. Pero el fiscal está muerto: su último acto fue la delirante denuncia y los mensajes de whatsapp constituyen una confesión del complot al que se había sumado. ¿Cómo reaccionarán cuando se enteren de que Nisman fue una víctima de la mafia que los alimenta a diario con libelos manipuladores?
El absurdo nos invade, nos desborda. Un clima ilógico que crece y parece incontenible. A partir de ahora, todo será analizado bajo esta pátina incomprensible. Casi nadie sabe los motivos del suicidio, salvo los que lo condujeron hasta allí. Pero la interpretación dominante –pero no mayoritaria- es la de los impresentables que tratan de arrojar este muerto sobre el sillón presidencial. Ya la verdad no importa sino las sospechas que han sembrado durante todos estos años: Cristina es capaz de hacer cualquier atrocidad. Ningún dato coherente los apartará de esa fábula que resulta tan funcional a los intereses de una minoría. La famosa grieta en su máxima expresión. Hasta se olvidan de que Lagomarsino fue quien aportó la pistola.
Este hecho policial seguirá siendo dudoso mientras pueda utilizarse como ariete político. Cuando pierda su funcionalidad, nadie se acordará de Nisman. Los caceroleros no sabrán quiénes son, hasta que un nuevo titular los convoque para una nueva identidad destituyente. En eso estamos, mientras los políticos con representación regalan el poco prestigio que les queda a cambio de unos minutos de aire que, de ninguna manera, garantizarán el triunfo.
Con las peores intenciones
Los eternos candidatos ya no saben en qué contradicciones incurrir para reforzar la confusión del manojo de individuos al que dirigen su campaña. Macri pide que el cambio de la SI por la AFI sea tratado en el Congreso después de que La Presidenta anunció el lunes que lo presentaría en el Senado. Se nota que ni la escuchó y encima, le informaron mal. Binner afirma en su tono geriátrico que toda persona es culpable hasta que se demuestre su inocencia, dando por tierra a cualquier principio de justicia. Massa no entra en contradicciones porque está entretenido en imitar las tonadas provincianas para sus spots televisivos. ¿Y en manos de estos irresponsables algunos pretenden depositar el futuro del país?
Mientras tanto, los confabuladores con banca hacen su aporte a la campaña, demostrando lo poco que les interesa el país y sus instituciones. Tan poco les interesa que hasta son capaces de incumplir con las leyes. A fin de año, Eugenio Zaffaroni anunció su renuncia al cargo en la Corte Suprema de Justicia porque alcanzaba la edad máxima que dispone la Constitución. ¡Qué diferencia con Carlos Fayt, que excede en más de veinte años ese límite y continúa atornillado vaya a saberse en defensa de qué intereses! Y para aportar casi nada, pues apenas asiste a las tertulias judiciales.
El caso es que la Corte debe tener cinco miembros y se ha quedado con cuatro (considerando a Fayt como un entero). Por el decreto 222/03 el Poder Ejecutivo debe proponer un reemplazo en el término de 30 días que deberá tener la aprobación de 2/3 del Senado. Desde mucho antes, un grupo de senadores de la oposición había firmado un compromiso para no aceptar nada que propusiera el Gobierno, en un declarado caso de sedición constitucional. Como parece que piensan ganar en las elecciones presidenciales, el nuevo Supremo lo quieren proponer ellos. Más allá de estas especulaciones, están sumando su granito de arena a las diferentes estrategias destituyentes a las que está apelando el establishment. Estos representantes están deslegitimando a una mandataria elegida con el 54 por ciento de los votos hace poco más de tres años y a la fuerza política más votada en las últimas legislativas.
No les importa el postulante, sino alimentar la indignación de su público. Nunca se había visto una oposición tan encarnizada, tan enceguecida, tan golpista. Y todo por responder a los intereses del Poder Fáctico. Jueces, fiscales, candidatos y legisladores en el mancomunado esfuerzo de voltear a CFK. Todo sirve para desgastar este proyecto, desde el suicidio de Nisman y su desechable denuncia hasta la muerte de un niño por desnutrición. Cualquier foto es funcional para el retorno del modelo que nos llevó a la ruina.
Pero esta vez no les resultará tan fácil. Y lo saben, por eso están perdiendo la sutileza; por eso hay tanto nerviosismo; por eso convierten un velorio en un cacerolazo. Por eso los medios hegemónicos no disimulan lo poco que les interesa el suicidio del fiscal; por eso se burlan con la sátira de una serie; por eso no tienen respeto ni por la información. Porque saben que perderán; que sus candidatos se caen por su propio peso; que tendrán que bancarse cuatro años más de kirchnerismo, en cualquiera de sus versiones.
Y saldrán a hablar de los choripanes, de la poca educación, del fraude. Hasta dirán que la gente vota con el bolsillo, como una forma de descalificar a todos los que conquistaron dignidad a lo largo de estos años. Claro, votar para fugar divisas a Suiza es más fashion que para conservar un sueldito. No es lo mismo elegir un proyecto que garantiza derechos que un modelo que multiplica privilegios. Desde todos estos medios ilegales y en rebeldía saldrán a decir todas estas cosas porque es seguro que sus candidatos perderán.
En otros tiempos, el Círculo Rojo golpeaba las puertas de los cuarteles cuando veía amenazados sus intereses. Después de 31 años de democracia y con la plena condena a los crímenes de la dictadura, ya no pueden apelar a esos peones. Lo han intentado todo y algunas veces lo han logrado. Pero en los últimos tiempos, las cosas no han salido tan bien. Lo más cerca que estuvieron del triunfo fue en 2008, cuando, en lugar de tanques, sacaron tractores y camionetas vip a la calle y un vice traidor aportó su colorido moño. Luego, comenzaron a acumular una derrota tras otra. Y a fin de año morderán el polvo nuevamente porque ya comprendimos sus intenciones: quedarse con todo lo que nos pertenece a todos. Esta vez no podrán y lo saben. Nosotros también lo sabemos y por eso nos reímos de sus escatológicas danzas, cada vez más patéticas pero menos dañinas.

miércoles, 28 de enero de 2015

Una cadena para contener a las bestias



Desde que se conoció la muerte del fiscal, los carroñeros y sus acólitos comenzaron a exigir por todos los medios la sumisa y arrepentida voz de La Presidenta. Ellos, que siempre han despreciado las Cadenas Nacionales, ahora necesitaban una para nutrir sus dicterios. Pero CFK ha dicho muchas veces que no esperen de ella palabras de ocasión ni declaraciones vacías. Para eso están los demás. Cuando Cristina habla, no es sólo para dar condolencias. Ella esperó, pero cuando abrió la boca lo hizo para apostar al futuro, sin dejar de recuperar el pasado. Eso es sabiduría y compromiso: la palabra para construir. Por eso es una estadista: porque piensa, evalúa y espera el momento oportuno para intervenir. Por eso es Ella y no los otros. Para actuar como los otros, están los otros. Para decir sandeces y vociferar palabras huecas hay un abundante elenco estable siempre funcional a la desestabilización del país.
¿Para qué quería la diputada Laura Alonso un discurso presidencial? ¿Para tildar como “monstruo” a Nuestra Primera Mandataria porque no dio el pésame a los familiares de Nisman? Cuando se requieren declaraciones insustanciales está Macri, su jefe no-político, que siempre recita algunas frases de catálogo para salir del paso ante cualquier ocasión. CFK nunca va a satisfacer las demandas de los insatisfechos porque sabe que siempre mostrarán sus dientes. Y no es que tema a la contundente dentadura de estos personajes, más apropiada para una paródica peli de terror que para actores políticos. Quien tiene el timón en sus manos debe preocuparse por el rumbo y no por las altisonantes voces de las horrorosas sirenas.
¿Laura Alonso viene a calificar como monstruo al otro? Y no estamos hablando de su belleza, sino de la forma en que logra mutar las facciones de su rostro al punto de pesadilla cuando aflora tanto odio acumulado. Si hablamos de monstruos, la oposición está plagada de ellos. Los que pisotean los intereses del país para satisfacer la avidez del establishment no son otra cosa que bestias destructivas. Los que van a pedir órdenes a la embajada de EEUU y rinden cuenta de sus acciones a los buitres merecen con honores el calificativo que la diputada destinó a Cristina. Y los que pretenden conquistar cargos electorales para dar su espalda al pueblo y facilitar el accionar de los angurrientos, también.
Ni hablar de los eternos candidatos que se prenden con uñas y dientes a cualquier operación mediática. Ahora falta que salgan con un cartel que rece “Yo soy Pachter”, Lagomarsino o cualquiera que puedan erigir como víctimas del régimen. A lo largo de estos años y después de unos minutos de cámara cada tanto, terminan siendo cualquier cosa menos lo que deberían ser. El Concejo Deliberante del Partido de la Costa decidió cambiar el nombre de la calle Salta, ingreso a La Lucila del Mar, por el del fiscal Nisman, iniciativa impulsada y aprobada por radicales y massistas. Los kirchneristas rechazaron el proyecto, no por desalmados, sino porque no son oportunistas. Ése es el pésame que exigen, el gesto instantáneo sin ningún contenido: descartar el nombre de una provincia y reemplazarlo por el de un personaje que no ha actuado como héroe, precisamente.
El ritmo del verano
Tampoco Massa será un héroe. Ni Macri, Bullrich, Stolbizer y unos cuantos más que bailan al ritmo del clarín. Binner ya perdió los pasos y pronto estará condenado al olvido. Ni el adoquín de una cortada merecerá su nombre. Hasta el lunes a la tarde, estos saltimbanquis clamaban por profundos cambios en la Secretaría de Inteligencia, porque pensaron que Cristina no se iba a atrever a meter el dedo en semejante llaga. Pero se atrevió y todos enloquecieron. Después de mofarse por la silla de ruedas y el vestido blanco, comenzaron a vomitar ese incontenible veneno que los conduce a tan notorias contradicciones. Los poderosos esperaban una confesión, un pedido de disculpas, un gesto de sumisión. Pero la inmovilidad sólo está ocasionada por un tobillo dañado y no porque haya decidido hacer la plancha durante los once meses que quedan de su mandato.
“A mí no me van a extorsionar –afirmó CFK el lunes- no me van intimidar, no les tengo miedo, que digan lo que quieran, que los jueces me citen, no me van a hacer mover un centímetro de lo que siempre he pensado”. Lejos de la docilidad que esperaban, La Presidenta redobló la apuesta: descartó la SI –ex SIDE- y presentó la AFI, Agencia Federal de Inteligencia. Los suspicaces considerarán esto como un simple cambio de nombre y cuando se cansen de esta cantinela, recitarán generalidades sobre la desconfianza e insistirán con la demonización de la Jefa de Fiscales, Alejandra Gils Carbó. Tan obvios que hasta nos hacen parecer adivinos. Tan torpes que hasta toman una posición sin tener idea de nada. Binner y Macri encabezan esta categoría, pues ni siquiera logran disimular la ignorancia que los desborda al abordar cualquier tema. Los otros no se quedan tan atrás: mentirosos, contradictorios, conspiradores, destituyentes, demagogos. En todo esto y en mucho más se han convertido por abandonar la política y zambullirse en la servidumbre.
Que nadie interprete esto como un intento de construir un discurso único. Nadie quiere que todos acuerden en todo con el ideario kirchnerista, que le digan a cada cosa que propone CFK, sino que sean más comprometidos con los intereses del país, que sean más honestos, serios, racionales, autónomos. Que sean más políticos y menos marionetas. Que comprendan que, en el hipotético caso de alcanzar la presidencia, con tanto servilismo conducirán el país a las ruinas de las que estamos saliendo. Salvo Macri, que forma parte de ese poder avariento, los demás serán mayordomos y felpudos que servirán en bandeja de plata nuestra dignidad, nuestra soberanía, nuestras riquezas.
¿Todavía no entienden que cuando sirven a un Amo tan monstruoso se vuelven oscuros peleles, descartables en cuanto pierdan funcionalidad; que no le hacen ningún bien al país con esa obediencia debida; que no son representantes del pueblo sino peones de los poderosos? ¿Tanto les cuesta entender eso o saben que no tienen retorno? Tal vez ya hayan advertido que un milímetro que muevan su posición los condenará al silencio, como ocurrió con Stolbizer hace no mucho tiempo. Está claro que la diputada comprendió la lógica y ha decidido abandonar sus últimos principios para continuar ocupando un sillón en los estudios televisivos, en lugar de la banca del Congreso.
No. Todavía no han comprendido y parece que jamás lo harán. Por eso están cada vez más solos. Quien se sienta movilizado por estos personajes debería echar una mirada a su propio corazón y descubrir qué habita en su interior, si el desprecio o la esperanza. Si es el desprecio, estamos condenados a que un manojo de individuos nos conduzca con su prejuicioso voto a los tortuosos laberintos que ya hemos padecido. Si es la esperanza, alguna vez deberán reconocer cuánto se equivocaron al coronar a semejantes candidatos. Porque la esperanza nunca es individual, sino siempre colectiva: nadie se salva solo, sino en comunidad. Un país se construye con los sueños de la mayoría y no con las ambiciones de una minoría. Muchos ya lo hemos entendido; un esfuercito más y tendremos la victoria asegurada.

lunes, 26 de enero de 2015

En busca de la funcionalidad perdida



La Muerte –como el Tiempo- es tirana. Su guadaña cercena sin preguntar y como todo corte, interrumpe lo que sea: un abrazo, una crítica, un agradecimiento. En el caso de un suicidio, trunca cualquier explicación. Una especie de culpa quedará entre familiares y amigos por no haber podido disuadir esa voluntad destructiva. Los motivos que llevaron al fiscal Nisman a disparar en su cabeza con un arma prestada, teniendo otras más contundentes y seguras, quedarán sólo en el terreno de la especulación. También inspirarán lucubraciones fantasiosas los temores por la seguridad de sus hijas y la inconsistencia de pensar que con una pistola calibre 22 en desuso podría enfrentar esos supuestos peligros. Todo eso estaba en la cabeza del investigador de la causa AMIA al momento de tomar tan drástica decisión. Nadie se mata por presentar una denuncia inconsistente, salvo que eso sea crucial para su futuro. Acá terminan los mitos y comienzan las certezas. Las llamadas recibidas en los días previos a la interrupción de las vacaciones en España –dejando sola a su hija- pueden convertirse en la punta de una investigación reveladora. Los que exigieron su precipitado retorno para protagonizar la comedia de mediados de enero deberán dar explicaciones, porque fueron ellos los que lo condujeron a la angustiante soledad de su baño.
Ahora que está claro que fue un suicidio, los carroñeros dejarán de mordisquear los huesos del funcionario. Una muerte así no convocará nuevos cacerolazos. Los individuos afectos a estas manifestaciones no podrán convertir en carteles las evidencias del suceso. La indignación expresada en el “Yo soy Nisman” deberá esperar un nuevo titular que reavive las llamas de cualquier prejuicio. Todos los políticos que se engancharon al absurdo impulso de culpar a La Presidenta, deberán agachar la cabeza y reconocer públicamente cuánto se han equivocado. Macri con sus lamentos sobre la violencia, Massa y su ridícula querella y Carrió denunciando a los muchachos de La Cámpora que empezaron a matar a partir de noviembre. No es posible que vivan diciendo tonterías y nadie les pase factura.
Tonterías que portan una gravedad institucional de dolosas consecuencias, porque tienen intenciones destituyentes. Quien las tome como simples opiniones se está equivocando mucho. Cuando Macri habla de violencia, Massa prueba querellar al Gobierno y Carrió tilda de asesinos a los militantes están sentando en el banquillo a CFK. Sin pruebas pero con mucho desprecio, no sólo hacia la Primera Mandataria sino a todos los que nos sentimos consustanciados con su gestión. Ellos, personajes con cargos públicos, alientan que el pintoresco –para no decir ridículo, que suena irrespetuoso- Jorge Asís despliegue sus delirios golpistas y hasta se queje por la cantidad de elecciones que tenemos por delante. Ellos que se erigen como paladines de la transparencia republicana son los primeros que se precipitan para pisotear las instituciones.
Tras la feroz tormenta, despunta el sol
Ahora bien: desde que lo conocemos, el kirchnerismo se reformula ante los nuevos desafíos. La reconstrucción del país genera conflictos y estos episodios lo fortalecen porque es la única fuerza política dispuesta a profundizar las transformaciones de la última década. El golpe letal que había planeado el Círculo Rojo para asestar al Gobierno Nacional terminó convertido en una bombita de olor que estalló en sus propias manos y costará mucho disipar esos putrefactos aromas. El que arroja boñigas terminará manchado de estiércol.
Algunos no han aprendido esta ancestral lección y utilizan las redes sociales para cacerolear en sus ratos libres. Que un ciudadano común lo haga puede considerarse una catarsis; en un reconocido cineasta puede resultar penoso; a Diego Lagomarsino lo conocemos recién ahora, por lo que todo lo que haya escrito se encuadra en la primera categoría; en cambio, los caceroleos de la jueza designada para el caso Nisman, Fabiana Palmaghini, no deben tomarse a la ligera, no sólo por las diatribas dirigidas a La Presidenta, sino por la liviandad con la que habla de su profesión. Que se haya encargado de borrar su irresponsable paso por la web ni bien se hizo cargo de la causa, es una muestra de su malsana intencionalidad. Menos mal que ahora, que no hay causa, su capacidad de daño quedará reducida a la nada, aunque da mucha vergüenza que alguien así sea jueza federal.
En realidad, muchas cosas dan vergüenza. No de ahora, si no de hace mucho tiempo. En el contexto de esta Década Ganada sorprende cuando algunos tópicos todavía están extraviados, pero no del todo perdidos. Aunque suene a perogrullada, los organismos del Estado deben estar al servicio del Estado. No del gobierno de turno, sino de todos nosotros. Siempre deben estar para proteger a la mayoría y no para resguardar los privilegios de una minoría. De la Justicia ya hemos hablado mucho en los últimos años. Necesario es seguir haciéndolo porque parece que estamos llegando al núcleo del problema. Con jueces que se ofrecen, presurosos, a obedecer los requerimientos del establishment, no hay democracia que aguante. La epidemia de las cautelares está saturando nuestra paciencia y la capacidad de congelar causas que involucran a los grandotes, ya la ha desbordado.
De una vez por todas, hay que apurar los procesos que involucran a los que se creen dueños del país. Si el juez Ercolini tiene miedo de continuar con el juicio por la apropiación de Papel Prensa, que lo diga, así le brindamos valor con nuestro apoyo. Si no le da el cuero para enfrentar a los poderosos cuando cometen delitos, se debería dedicar a cualquier otra cosa, menos administrar justicia. Ahora, si entre el que debe juzgar y el juzgado hay complicidad, no debe haber contemplaciones para castigar semejante usurpación. Eso no es independencia de poderes, sino todo lo contrario. Y eso no es democrático, sino el autoritarismo de los que más tienen. Ese magistrado no cumple con su función de castigar al que comete un delito y habilita a que cualquier empresario futuro apele a las mismas tretas para incrementar su patrimonio. Si los jueces permiten que se incumplan las leyes por parte de cualquier ciudadano, estamos en serios problemas.
Y eso no es nada. El Grupo Clarín parece ser el más protegido por los jueces, aunque no es el único. Pero su caso es el más paradigmático. Un símbolo de resistencia a la legitimidad de las leyes y de obediencia judicial. Ni siquiera los Supremos se atreven a intervenir en un conflicto que pisotea su propio fallo de constitucionalidad de la LSCA. De una vez por todas, todos los jueces, tanto los federales como los provinciales deben comprender que están a nuestro servicio y no al de las corporaciones. Todos, absolutamente todos los ciudadanos contenidos y al amparo de las leyes de la democracia. Y el que no esté de acuerdo con este principio republicano, que se aguante lo que venga, ya sea carterista, estafador, especulador o evasor.
El episodio del fiscal Nisman recalentó nuestro verano, pero no se ha convertido en un escollo para nuestro camino colectivo. Al contrario, señala con flechas y lucecitas dónde tenemos que aplicar el bisturí: la democratización de la Justicia en serio y la domesticación de los servicios de Inteligencia. Un esfuerzo más en la reconstrucción, tal vez uno de los últimos, para que, después de tan tortuoso transitar, podamos gozar del maravilloso país que, cada vez más, nos merecemos.

viernes, 23 de enero de 2015

Un policial para la playa



Desparramado en las arenas de Santa Teresita, este Ignoto Profesor de Provincias no dejaba de pensar en el inicio del texto sobre el “caso Nisman”. Muchas entradas pasaron por su cabeza, pero la dinámica informativa de la historia impedía elegir con precipitación. De ninguna manera da para creer en la versión de los carroñeros, como siempre. Tanto se excitan con la sangre, que sólo los prejuiciosos se dejan tentar por su malsana interpretación de los hechos. Más aún cuando pueden orientar algunas gotas del fluido vital hacia la investidura presidencial. Y en parte, algo lograron: que un puñado de caceroleros pueblen las calles clamando a los cuatro vientos ser Nisman. Tan desorientados están estos individuos que buscan cualquier excusa para renunciar a su identidad. En estos años fueron agrogarcas, kelpers, buitres, Campagnoli, Bonadío, Charlie y ahora, Nisman. En realidad, renuncian a cualquier cosa con tal de voltear a CFK. A la coherencia, a la razón, al compromiso. Sus referentes son sólo aquéllos que logran alimentar sus prejuicios. Y así, indignados, viven felices. Sin rumbo pero con mucho enojo.
El caso genera muchas dudas y porta una gravedad institucional insólita. Pero no hay que olvidar que Nisman presenta su insustancial denuncia en plena feria judicial, cuando millones estábamos disfrutando de una temporada veraniega auspiciosa. El año pasado no terminó con revueltas policiales ni saqueos aunque éste –crucialmente electoral- comienza con lo que promete ser un culebrón. Y si está en manos del juez Ariel Lijo, seguramente se convertirá en una nueva herramienta de desgaste.
Ningún cacerolero se pregunta a quién beneficia la oportuna muerte del fiscal. Como siempre, quieren como culpable a Cristina y cualquier funcionario K, más allá de toda prueba, porque eso es lo que dicen en los medios que consumen a diario. Tampoco llama la atención de los cacharreros la premura con que el fiscal interrumpió sus vacaciones en España para presentar una denuncia que, además de pruebas, carecía de urgencia. O sí: el apuro de horadar la sólida y creciente imagen de la Presidenta de cara a un año electoral que augura la contundente derrota de los candidatos del establishment. El moño de la operación fue su suicidio –o lo que sea-, justo un día antes de presentarse en el acting pergeñado en el Congreso por los opositores. Sesión que se iba a desarrollar de manera reservada con los representantes de las corporaciones como únicos actores. Cuando los diputados oficialistas decidieron sumarse, todo perdió su gracia.
Tampoco se preguntarán los caceroleros qué hacía Patricia Bullrich en el departamento de Nisman a pocos minutos de conocerse el hecho, porque los medios hegemónicos sólo dudan de la presencia de Berni. Ni las relaciones que tenía el fiscal con oscuros personajes de seguridad privada, con la CIA, la embajada norteamericana o con la agrupación no-política de Macri parecen mitigar la fe en los medios que los manipulan. Sólo les importa que este extraño caso conduzca al cadalso a Cristina y sus secuaces.
La vieja treta de sembrar sospechas
Aunque cuesta creerlo, los que tanto se quejan de los discursos de CFK ahora le están exigiendo una Cadena Nacional. Y si hubiera aparecido, también se lo reprocharían. Los caranchos periodísticos y políticos se tuvieron que conformar con mordisquear los dos mensajes de Facebook y algunos opinaron sobre el escrito sin haberlo leído. Desde el mismo lunes, los eternos candidatos trataron de posicionarse para sacar réditos en la campaña, a la vez que afirmaban que no debía hacerse eso. Ante las cámaras, trataron de manifestar una indignación que siempre es funcional a los gerentes de la no-política. Mauricio Macri apeló a generalidades sobre la violencia, haciendo un forzado parangón con los trágicos setenta. Sergio Massa se presentó como querellante de cualquier cosa, demostrando que de Derecho sabe poco y nada. Algunos miembros del coro hasta buscan adelantar las elecciones y demás propuestas tan poco democráticas.
En un caso tan confuso como éste, cualquier certeza se hará esperar. Los vínculos oscuros y cerrados, el procedimiento mafioso y la contaminación de la escena del crimen dificultan tomar una postura racional. Pero una sola pregunta puede ordenar la investigación, aunque tenga muy difícil respuesta. Todo ronda el porqué de esta extraña historia. Un porqué enorme que abarca toda la secuencia, desde el retorno del fiscal hasta su escabroso final. Si la hipótesis es el suicidio, lo de Nisman parece inmolación en beneficio de la causa opositora, no de los políticos, sino los integrantes del Círculo Rojo, siempre ansiosos por retomar las riendas del país. Si fue un homicidio, habría que preguntarse a quién le sirve semejante escenario. Pensar que Cristina lo mandó a matar sería una torpeza, porque los fundamentos de la denuncia son tan endebles que no constituyen siquiera un delito. En cuanto el documento de 300 páginas se dio a conocer, perdió el valor para denostar al Gobierno Nacional. Entonces, la muerte le aporta una trascendencia que no tiene; garantiza que el tema se mantenga durante algunas semanas, más en los medios que en los juzgados. Hasta que saquen un nuevo tema de la siniestra galera.
Y aunque haya una explicación judicial, las sospechas mediáticas perdurarán por siempre. El fiscal pide prestada un arma pequeña, a pesar de tener otras más contundentes; está preocupado por su seguridad, pero ordena a sus custodios que se retiren hasta el domingo a la mañana; la muerte se produce mientras los demás están tratando de ingresar al departamento; el fiscal no respondió a ninguna de las llamadas; tardaron casi ocho horas en solucionar los problemas de la cerradura; un médico entró al baño para confirmar la muerte antes de la llegada de las autoridades. Raro, muy raro.
Una pregunta que tal vez nunca halle su respuesta: ¿por qué el Gobierno permitió que Nisman llevara adelante una causa de semejante envergadura, a pesar de las dudas que generaban sus visitas a la embajada norteamericana? ¿Por qué el fiscal investigó a espaldas del juez Canicoba Corral, sin que nadie le exija una rendición de cuentas? ¿Después de diez años advierten la calaña en la que habían depositado su confianza?
Si con esto esperan erradicar definitivamente al kirchnerismo, otra vez se llevarán un chasco. En este extraño episodio se advierte una siniestra garra: la de los enemigos de cualquier pueblo. Y ya nuestro olfato está suficientemente entrenado para detectar su pestilencia. A tal punto que este dudoso capítulo no inclinará el tablero como los carroñeros desean. Lo único que debemos exigir es que los encargados de esclarecer, no congelen la causa, como han hecho con tantas que se han convertido en arietes políticos o en protección de asesinos y mafiosos. Paciencia, cuando los velos se corran, confirmaremos una vez más cuánto han mentido los que se resisten a perder sus descomunales privilegios.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...