viernes, 31 de enero de 2020

Nada de amnistía


Mientras los cambiemitas sigan recurriendo a la falaz Pesada Herencia que recibieron en 2015, no queda más remedio que hablar del desastre real que ellos dejaron hace apenas dos meses. Y más aún si, para posicionarse como oposición se constituyen como un destituyente obstáculo para la reconstrucción de casi todo. Lo que no rompieron, lo abandonaron. Lo que no pudieron fugar, trataron de esconderlo. Las promesas, casi todas incumplidas. En los despachos de ministerios y secretarías, los nuevos funcionarios descubren el despojo del paso de una plaga de langostas. Y si no fueron insectos, habrá sido la tormenta tan advertida por el principal estafador de estos cuatro años: el Infame Ingeniero que con muchos engaños y obsecuente prensa, llegó a ser presidente de los argentinos, el peor de los últimos, sin ánimos de exagerar, sino todo lo contrario.
Tanto los integrantes del Gran Equipo como los que los avalaron durante estos cuatro años –y lo siguen haciendo- más que autocrítica, deberían hacer un mea culpa, porque gran parte de lo que hicieron fue adrede. Y demoledor. Casi todas las decisiones fueron tomadas para vulnerar derechos, succionar recursos públicos o extorsionar a los opositores. Pero lo peor es que decían que todo era por nuestro bien. Esto y mucho más, motiva que uno destine tiempo a hablar del pasado reciente para garantizar que en el futuro, tipejos así no pasen ni cerca de la Casa Rosada.
 Encima, nos tenemos que hacer cargo del endeudamiento histórico que Macri tomó sin pasar por el Congreso y que sólo ha servido para complacer a los timberos del mundo financiero. Que nadie pague las consecuencias, como ha ocurrido muchas veces, es una invitación para que carroñeros como éstos logren engañar una vez más al electorado y lo vuelvan a hacer. El nuevo equipo económico podrá negociar la extensión de los plazos y quita de intereses, pero entre todos terminaremos pagando sumas siderales que no han servido para mejorar la vida de la mayoría. Hay que insistir con esto: la deuda tomada por Macri y su Gran Equipo en los últimos cuatro años es, en gran parte, ilegítima y deben ser ellos los encargados de asumir el compromiso, junto a todos los que han ganado fortunas con esta trampa letal para los pueblos.
Evaluaciones del daño
Para recomponer el descalabro dejado por estos vándalos VIP habrá que batallar mucho, sobre todo con aquellos que se acostumbraron al descontrol que Macri alentó con la vil excusa del Libre Mercado. Las tarifas de los combustibles y la energía deberán retrotraerse hasta significar el mismo porcentaje en los ingresos que antes del aluvión amarillo. Lo mismo que los medicamentos, que en estos cuatro años han aumentado más de 400 por ciento, muy por encima de la inflación. Los formadores de precios de la canasta básica se han cebado tanto, que el retorno de los Precios Cuidados no terminará con su angurria. Desarmar la trama de sociedades off shore que han facilitado la evasión y el lavado demandará un esfuerzo enorme para el nuevo Inspector General de Justicia, Ricardo Nissen.
Pero lo más difícil es deconstruir el entramado de patrañas que logró seducir al 40 por ciento. La imagen del Buen Mauricio agachado tocando el pavimento, las veces que ha dicho “hacemos lo que hay que hacer” o la enumeración de obras nunca realizadas, entre otras obscenas tretas, deben haber calado en la memoria de los incautos. El caso de la construcción de rutas y autopistas debería bastar para convencer a los crédulos. Guillermo Dietrich y Javier Iguacel –ministro de Transporte y titular de Vialidad Nacional, respectivamente- han mentido descaradamente desde el primero al último día de gestión. Y Macri también, por supuesto. De los 2800 km de autopistas prometidos, sólo se concretaron 365, apenas un 13 por ciento; de los 4000 km de rutas, nada más que seis, un 0,15 por ciento de lo anunciado; y de los 13000 km de reparación y pavimentación, el porcentaje trepa al 61 por ciento, algo más cerca del total pero igual de vergonzante.
Además de números, la usina PRO también instaló conceptos en su público. Trabajo en equipo, diálogo, consenso, honestidad y transparencia son algunos de los más declamados y los menos cumplidos. Pero el más hipócrita es el de Justicia Independiente. Ya se sabía que esto era una farsa desde el mismo momento en que Macri nombró a dos miembros de la Corte Suprema por decreto. Y después continuó con el atropello de la prisión preventiva para disfrazar la persecución a los opositores. Con tribunales funcionando a las órdenes de los principales medios, la Justicia Independiente no es más que la obediencia a los poderes fácticos. El audio que publicó esta semana El Cohete a la Luna, en donde el presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jujuy reconoce que los procesos a Milagro Sala no tienen más fundamento que el encono de Gerardo Morales y Pedro Blaquié, debería bastar para reclamar con énfasis una profunda reforma judicial.
Esta reciente experiencia neoliberal deberá ser la última. Nuestra vida no puede estar oscilando entre la derecha destructiva y la centro izquierda reparadora. La alternancia política es la mejor excusa que utiliza el Círculo Rojo para absorber recursos y engrosar sus arcas a costa de las penurias de la mayoría. Alguna vez tendremos que entender que los ricos no son nuestros aliados sino nuestros explotadores y no se puede conciliar con ellos. Eso, más que magia, sería la trampa más peligrosa en la que podríamos volver a caer.

martes, 28 de enero de 2020

Un pez con mucha boca


El Buen Mauricio interrumpe sus vacaciones para recalentar el ambiente y echar un poco de luz a sus seguidores. También, para demostrar –una vez más- que ha sido el peor presidente desde la vuelta a la democracia, además del más cínico. No sólo él, por supuesto, sino también el hato de vándalos que calificó como “el mejor equipo de los últimos 50 años”. Simultáneamente, la exhibición de sí mismo evidencia la calaña de los que aún lo aplauden y, ya que estamos, la desvergüenza de los que callan los latrocinios, traiciones y desastres que caracterizaron su gestión. Nada distinto se puede esperar en un escenario donde el guion lo escriben los medios hegemónicos para beneplácito del Poder Real, cada vez más expuesto después del fracaso del que creía su mejor candidato.
Aunque parezca mentira, ahora Macri simula hacer autocrítica. Y de la peor manera, como siempre: explotando el desinformado entendimiento de los que lo escuchan. Que el tipo que endeudó al país por cien años y que se vanagloriaba de ello venga a confesar que él estaba en contra resulta creíble sólo para zopencos. Que él, patrón y caprichoso, asegure que sus asesores no escuchaban sus opiniones, es por demás inverosímil. Que después de tanto reiterar el verso del “trabajo en equipo”, el que lo comandaba no tenía mando. Que el que llevó adelante una política para enriquecer a los especuladores cuestione el accionar de los mercados es la exteriorización de su hipocresía. Que él, que es un endeudador serial diga que “no se puede tomar deuda eternamente”, es una burla inadmisible. Que él, que generó pobreza, devaluación, desempleo afirme que tenía “sobre su cabeza a los 44 millones de argentinos”, cuando sus políticas cayeron como garrote sobre la cabeza de la mayoría, es una falsedad por demás repudiable.
Además de falso, hipócrita y cínico, el Ingeniero es siniestro. Con recordar su reacción después del resultado de las elecciones primarias basta y sobra para verificar esta afirmación. Después de 50 días de descanso –más para nosotros que para él- intentó mostrarse reflexivo sobre la victoria de les Fernández: “nos dejó esa situación amarga de no poder continuar”. ¿Con qué, con la destrucción del país; con la propagación de la miseria; con el camino al subdesarrollo y la dependencia? ¿Qué quería continuar este sátrapa? Encima, se planta ante sus seguidores como un héroe víctima de los caprichos de los dioses, con toda su ignorancia a cuestas. Como si fuera portador de una intelectualidad luminosa, el infame ex presidente –y da mucho placer decirlo con énfasis- pretende seguir jugando a la política y, con optimismo incomprensible, prometió que “no nos van a llevar puestos como en 2001”. En realidad –pocos se pueden confundir en esto- fueron “los mercados” los que se llevaron puesto al país y no es difícil dilucidar de qué lado estaba Macri en ese entonces.
El agujerazo sin fin
La nueva estrategia de Macri es usar un nuevo maquillaje para exculparse del país que ha dejado. Un maquillaje que sólo es efectivo para aquellos que desean creer en su efectividad, como su nuevo cargo en la FIFA, cuestionado por todos los que están ligados al fútbol. Este embaucador pasa de la presidencia del país a la de una fundación destinada a "contribuir a la promoción de un cambio social positivo y de recaudar fondos para la rehabilitación y reconstrucción de infraestructuras deportivas dañadas o destruidas alrededor del mundo". Menos mal que es ‘alrededor’ y no ‘en’ el mundo, sino estaríamos condenados a una pronta extinción. Lo del ‘cambio social positivo’ está dentro del catálogo de conceptos vacíos propio del establishment, pero poner a Macri a recaudar fondos es no conocer al personaje.
Con sólo echar un vistazo a algunos hechos que se están revelando en estos días basta para comprender que nada que venga de él puede ser positivo ni honesto. Aunque intente desprenderse de lo realizado por sus funcionarios y asesores, él los eligió, los elogió y hasta posó en muchas fotos con ellos. Por eso, el préstamo que el Banco Nación le otorgó a la empresa Vincentín, contra todo lo dispuesto por el organismo no es sólo responsabilidad de Javier González Fraga. El Buen Mauricio, además de consentir, debe haber ordenado esa generosa suma, de la que una minúscula parte retornó como aportes de campaña. Este episodio debe terminar con la estatización de la empresa sin poner un centavo y con un severo castigo para estos dos estafadores.
Todos, desde ministros hasta subsecretarios han operado en estos cuatro años para vaciar las arcas del Estado y transferir recursos a los más ricos con decretos, leyes votadas con engaños, sobornos y presión y con sobres ocultos en cajones secretos. El Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses no se utilizó para mejorar la vida de los jubilados ni la estabilidad del sistema de reparto, sino para devolver a las empresas las acciones de las AFJP. Los incrementos de las tarifas de los servicios públicos no se decidieron para mejorar la producción y distribución de la energía, sino para llenar los bolsillos de los amigotes del ex presidente. Y los que desde los barrios cerrados protestaban en contra de los subsidios y las tarifas baratas, terminaron convirtiéndose en enganchados VIP. Los directivos de Vialidad Nacional nombrados por Macri que fueron desafectados el 1 de enero, hurtaron varios bienes del organismo, como discos rígidos, computadoras, teléfonos y autos.
La Revolución de la Alegría nos enseñó de la manera más didáctica que en el mundo capitalista los principales ladrones son los más ricos. No sólo los principales, sino los peores, porque no roban para comer, como puede hacer un pobre, sino para seguir acumulando y escalar el podio de las revistas financieras. Y lo más cínico es que pontifican sobre los valores, después de dejar a su paso millones de damnificados producto de su incontenible avaricia.

jueves, 23 de enero de 2020

El crimen y su más allá


El asesinato de Fernando Baéz Sosa en Villa Gesell por parte de los diez rugbiers no sólo puede servir para acrecentar el rating de los programas veraniegos: también puede inspirar una metáfora sobre lo que anda mal en nuestra sociedad. Claro que no a la manera de los que dicen que todos somos culpables o que hay un incremento de la violencia, sino en otro sentido. Menos hay que atender a los que afirman que el rugby no tiene nada que ver, porque son los que concluyen que “a los negros hay que matarlos a todos” ante el robo de una billetera. El hecho en sí se reduce al ensañamiento alevoso contra el otro, la muerte lenta y desigual, la proximidad del fin de una vida a fuerza de golpes desenfrenados. La tortura seguida de muerte, podría agregar, tan determinante en nuestra historia. Diez individuos contra uno: abuso de poder, desde donde se lo mire. Los agresores contra un indefenso, como el punto de partida para construir esta metáfora.
A veces parece que toda violencia se reduce a eso. Cuando digo ‘toda violencia’ me refiero precisamente a eso: a todas las situaciones de violencia que se producen en nuestro entorno. En todas, hay un individuo –o muchos- que encarnan un poder, temporal o permanente y ejerce violencia contra el más débil. En casos como éste, nadie puede negar su carácter violento, aunque traten de atenuar la responsabilidad de los ejecutores con elevadas dosis de alcohol o estimulantes. O el rugby. Si todos los practicantes de ese deporte, borrachos y drogados, salieran a las calles a matar a golpes a los demás, la extinción de la especie humana estaría a la vuelta de la esquina. Ni el deporte ni los consumos generan la violencia, aunque puedan contribuir. Los violentos son, sin vueltas, individuos que ven en la violencia su razón de ser, hagan lo que hagan y sean lo que sean.
La violencia está en los golpes, que se pueden presentar con diferentes formatos: los más evidentes son las patadas, los puñetazos y otras maneras de golpear, literalmente, al otro; pero también es un golpe al indefenso la arbitrariedad de los precios, el despido injustificado, la mentira mediática o las operaciones judiciales; formas no reconocidas de violencia, pero tan violentas como las otras. Y en todas está el abuso de poder, la dominación del otro y, si hay resistencia, su aniquilación. El capitalismo y su versión más bestial, el neoliberalismo, es violento y todos los que lo sostienen también lo son. Toda sociedad sumida en el sistema dominante está expuesta a todas sus formas violentas ejecutada por corporaciones, fuerzas de seguridad y hasta jugadores de rugby.
La oscuridad y la luz
El hecho en sí es atroz y nadie puede salir a justificarlo. La interpretación se torna confusa porque no es la primera vez que rugbiers producen escenas tan deleznables. Las características de ese deporte apresuran las conclusiones: como otros, habilita que la destrucción del adversario se convierta en el objetivo principal. Aunque parezca mentira, la inasible Cecilia Pando puede arrojar un poco de luz sobre el tema, para después pasar a otra cosa. "Para los que hablan tonterías, ¡¡¡el rugby no forma asesinos!!!", escribió en las redes el personaje que vive sólo para hacer apología del terrorismo de Estado y defender a sus oscuros pergeñadores. Y para que nadie tenga dudas de cómo se posiciona del lado de la oscuridad, agregó "todos mis hijos juegan al rugby y trabajan muchos valores en equipo", como si eso fuera garantía de algo viniendo de una férrea aliada al macrismo, que destruyó el país pontificando sobre los valores y trabajando en equipo.
Siempre hay que prestar atención a estas “luminarias” para reafirmar el lado en el que uno se planta. El Estado también se posiciona para establecer un antes y un después del hecho: Cromañón fue una catástrofe parte aguas, el maltrato hacia las mujeres obligó a elaborar la tipificación de violencia de género y las consecuencias de los abortos clandestinos están conduciendo a la legalización de la IVE, como algunos ejemplos emblemáticos. La última dictadura se convirtió en el Nunca Más, una expresión que reaparece ante cada situación límite. Así, el intendente de Villa Gesell, Gustavo Barrera decidió prohibir el consumo de alcohol en la vía pública, algo que no es una solución, pero simula serlo.
Pero los desubicados siempre encuentran lugares para desubicarse, como los que realizan esas sorprendentes guerras de botellas en las playas. Aunque se prohíba el alcohol, las botellas o el rugby siempre habrá individuos desaforados que exhiben la peor faceta de sí mismos. Los explotadores, los especuladores, los evasores son como rugbiers de la economía. Los expoliadores de derechos, los endeudadores, los conspiradores, los apátridas lo son de la política. No hace falta lucubrar mucho para concluir que los que más daño provocan son los más privilegiados, los más avarientos, los más ociosos. Ni tampoco para intuir qué medidas debería tomar un Estado que pretenda proteger a los ciudadanos de los violentos que sólo existen para abusar de su poder.

lunes, 20 de enero de 2020

La desvergüenza de los destructores


Atrás quedó el falso apotegma de que “en enero no pasa nada” y que los medios tienen que exprimir sus seseras para poder presentar noticias. En enero pasa de todo y más aún cuando los tilingos están de vacaciones y tiran corderos desde un helicóptero o se matan a golpes en la costa atlántica. Y los que no pueden vacacionar, se juntan en una plaza para volver a ser Nisman, en lugar de ser ellos mismos. El verano es intenso y no sólo por el calor: la reconstrucción del país después de los infaustos años de macrismo no se puede tomar descanso, como tampoco debe hacerlo la necesaria desmentida de las patrañas hegemónicas. Trabajo arduo el de la descolonización de las conciencias que quedaron enredadas en los titulares engañosos de la mafia mediática y las arremetidas de los espadachines judiciales.
Un trabajo muy complejo eso de no quedar como un apologista acrítico cuando hay que lidiar contra ataques discursivos nada arteros destinados a crédulos desbordados de odio. Mientras el gobierno apenas supera el mes, unos pocos ya piden su renuncia o se aferran a los lemas que instalan seudo periodistas resentidos por haber perdido el poder de idiotización que ostentaron durante más de cuatro años. Por eso, en las calles algunos hablan de ajuste, impuestazo o robo a los jubilados. Tanta es la confusión que los cordobeses se quejan de las reformas del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, aunque no les afecte en nada. La democracia debería erradicar la monstruosa manipulación informativa para conformar una ciudadanía plena. De lo contrario, la confusión convierte a los pobladores en un séquito incoherente de los poderosos: una pléyade de individuos rabiosos dispuestos a poblar las calles para preservar los privilegios de unos pocos.
El año empieza con dos desafíos titánicos: el primero es convencer de que en los cuatro años del macrismo se destruyó por pura ambición y maldad lo mucho que se había construido en los años anteriores, sin caer en la tentación de recurrir al tontuelo mote de Pesada Herencia que tanto explotaron los farsantes amarillos; si una mayoría creciente vislumbra que nada puede defenderse de lo realizado por los Gerentes de la Rosada SA más lejos estaremos de la posibilidad de que estos destructores neoliberales vuelvan camuflados en el futuro. El segundo desafío es ponderar las iniciativas reparadoras de la nueva gestión, exigir lo necesario, señalar lo contradictorio y denunciar lo oscuro sin ser tildado de chupamedias o tirapiedras ni ser de los que se vanaglorian por no estar ni de un lado ni del otro para terminar pegoteado con el peor. Una estrategia discursiva que logre todo esto garantizará la construcción de un país donde sus riquezas no sean disfrutadas sólo por un puñado de avarientos sino por todos los que habiten en él.
Telenovela interminable
Mientras los nuevos gobernantes tratan de restaurar lo destruido, los destructores siguen destruyendo. Como no pueden destacar un logro, los ex funcionarios de la Revolución de la Alegría tratan de arrojar todo el estiércol posible para mantener a sus sexagenarios fans. Como buenos cínicos, siguen denunciando actos de corrupción que no han podido demostrar en cuatro años de poder absoluto sobre una minoría judicial, cuando ellos han sido y son los verdaderos corruptos. Como la verdad no está de su lado, explotan la voz embrutecedora de los medios cómplices para imponer sus mentiras. Embaucadores de alta cuna, afirman que sentaron las bases para que el país crezca, una manera elegante de decir que nos han llevado hasta el fondo del pozo. Difamadores seriales, acusan de autoritarios a los actuales gobernantes y funcionarios, después de haber estado pisoteando leyes e instituciones que obstaculizaban sus maléficos planes. Hipócritas sin límites, denuncian persecuciones, censura y autoritarismo, proyectando lo que ellos han sido cuando coparon el gobierno.
Falaces incorregibles, ahora vuelven con Lodenisman para seguir alterando el orden democrático que jamás respetan. Y convocan muchedumbres selectas e indignadas para pasar papelones en público, tratando de explicar lo que no entienden, exhibiendo con orgullo su más absoluta ignorancia, ostentando desinformación en lugar de compromiso ciudadano. La indemostrable hipótesis del asesinato del Fiscal es el ejemplo de la manipulación perfecta, de la imposición de patrañas más allá de los hechos, el dominio de la falsedad sobre cualquier intento de veracidad.
Por más que simulen exigir la verdad, jamás aceptarán nada que discrepe con la fábula en la que creen: que a Nisman lo mató Cristina a través de asesinos que cometieron un magnicidio en un departamento cerrado por dentro, sin ser registrados por las cámaras de seguridad ni dejar huellas en el baño regado de sangre y el cuerpo trabando la puerta. ¿En qué universo es posible que algo así haya ocurrido? En el de los odiadores manipulados que no se interesan por los datos sino por las pamplinas que justifiquen su odio. Ni siquiera se perturban cuando uno les recuerda que el expediente de la causa que pronto irá a juicio oral desmiente todo lo que afirman los que dicen ser Nisman: que nadie provocó su muerte más que él mismo, que la bala entró por delante y no por detrás de la oreja, que no encontraron huellas de nadie extraño a su círculo íntimo. Y lo más importante es que nadie está imputado por homicidio: Diego Lagomarsino está acusado de ser partícipe necesario por prestar su arma a pedido del Fiscal y los custodios, por abandono de persona. La causa es tan insostenible que todo se tambalea por un documental de Netflix.
Así, uno puede pensar sin error que son idiotas que confían en los farsantes que eligen como dirigentes. En personajes impresentables como Patricia Bullrich, Laura Alonso, Elisa Carrió, Mauro Wolf y un puñado más que a pesar de las conclusiones de los peritos de la Corte, se apoyan en el absurdo informe de los inexpertos de Gendarmería. Estos mascarones de carnaval dan entidad a la denuncia del Fiscal que fue rechazada por cinco jueces antes de caer en las a-jurídicas zarpas de Bonadío. Estos fabuleros a conciencia dicen: "nadie que se crea dueño de una verdad se suicida”. Entonces, cuando se demuestre que lo del magnicidio es mentira, ¿se suicidarán como Nisman? ¿Las noticias hablarán del suicidio de todos los periodistas que vienen mintiendo desde hace tanto tiempo?
Nadie quiere más suicidios ni que se explote uno para imponer la no-política como normalidad democrática. Pero tampoco es deseable que las mentiras se tomen como verdad ni se conviertan en procesos judiciales absurdos. Nadie pide que se suiciden pero, al menos, que paguen las consecuencias de haber llevado tan lejos un lamentable episodio que se debería haber esclarecido en pocos días. Nadie quiere más suicidios, sino que digan claramente qué país proponen, porque el que han dejado después de cuatro años de mal gobierno es la peor de las pesadillas.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...