Mientras
los cambiemitas sigan recurriendo a la falaz Pesada Herencia que recibieron en 2015, no queda más remedio
que hablar del desastre real que ellos dejaron hace apenas dos meses. Y
más aún si, para posicionarse como oposición se constituyen como un
destituyente obstáculo para la reconstrucción de casi todo. Lo que no
rompieron, lo abandonaron. Lo que no pudieron fugar, trataron de esconderlo.
Las promesas, casi todas incumplidas. En los despachos de ministerios y
secretarías, los nuevos funcionarios descubren el despojo del paso de una
plaga de langostas. Y si no fueron insectos, habrá sido la tormenta tan
advertida por el principal estafador de estos cuatro años: el Infame
Ingeniero que con muchos engaños y obsecuente prensa, llegó a ser
presidente de los argentinos, el peor de los últimos, sin ánimos de
exagerar, sino todo lo contrario.
Tanto
los integrantes del Gran Equipo como los que los avalaron durante estos cuatro
años –y lo siguen haciendo- más que autocrítica, deberían hacer un mea culpa, porque gran parte de lo
que hicieron fue adrede. Y demoledor. Casi todas las decisiones fueron tomadas
para vulnerar derechos, succionar recursos públicos o extorsionar a los
opositores. Pero lo peor es que decían que todo era por nuestro bien. Esto
y mucho más, motiva que uno destine tiempo a hablar del pasado reciente para garantizar
que en el futuro, tipejos así no pasen ni cerca de la Casa Rosada.
Encima, nos tenemos que hacer cargo del endeudamiento
histórico que Macri tomó sin pasar por el Congreso y que sólo ha servido
para complacer a los timberos del mundo financiero. Que nadie pague las consecuencias,
como ha ocurrido muchas veces, es una invitación para que carroñeros como
éstos logren engañar una vez más al electorado y lo vuelvan a hacer. El
nuevo equipo económico podrá negociar la extensión de los plazos y quita de
intereses, pero entre todos terminaremos pagando sumas siderales que no
han servido para mejorar la vida de la mayoría. Hay que insistir con esto: la
deuda tomada por Macri y su Gran Equipo en los últimos cuatro años es, en gran
parte, ilegítima y deben ser ellos los encargados de asumir el compromiso,
junto a todos los que han ganado fortunas con esta trampa letal para los
pueblos.
Evaluaciones del daño
Para
recomponer el descalabro dejado por estos vándalos
VIP habrá que batallar mucho, sobre todo con aquellos que se
acostumbraron al descontrol que Macri alentó con la vil excusa del Libre
Mercado. Las tarifas de los combustibles y la energía deberán retrotraerse
hasta significar el mismo porcentaje en los ingresos que antes del aluvión
amarillo. Lo mismo que los medicamentos, que en estos cuatro años han
aumentado más de 400 por ciento, muy por encima de la inflación. Los
formadores de precios de la canasta básica se han cebado tanto, que el
retorno de los Precios Cuidados no terminará con su angurria. Desarmar la
trama de sociedades off shore que han facilitado la evasión y el lavado
demandará un esfuerzo enorme para el nuevo Inspector General de Justicia,
Ricardo Nissen.
Pero lo
más difícil es deconstruir el entramado de patrañas que logró seducir al 40
por ciento. La imagen del Buen
Mauricio agachado tocando el pavimento, las veces que ha dicho “hacemos lo que hay que hacer” o la
enumeración de obras nunca realizadas, entre otras obscenas tretas, deben haber
calado en la memoria de los incautos. El caso de la construcción de
rutas y autopistas debería bastar para convencer a los crédulos. Guillermo
Dietrich y Javier Iguacel –ministro de Transporte y titular de Vialidad
Nacional, respectivamente- han mentido descaradamente desde el primero al
último día de gestión. Y Macri también, por supuesto. De los 2800 km de
autopistas prometidos, sólo se concretaron 365, apenas un 13 por ciento;
de los 4000 km de rutas, nada más que seis, un 0,15 por ciento de lo
anunciado; y de los 13000 km de reparación y pavimentación, el porcentaje trepa
al 61 por ciento, algo más cerca del total pero igual de vergonzante.
Además
de números, la usina PRO también instaló conceptos en su público. Trabajo en equipo, diálogo, consenso,
honestidad y transparencia son algunos de los más declamados y los menos
cumplidos. Pero el más hipócrita es el de Justicia Independiente. Ya se sabía que esto era una farsa desde
el mismo momento en que Macri nombró a dos miembros de la Corte Suprema por
decreto. Y después continuó con el atropello de la prisión preventiva para disfrazar
la persecución a los opositores. Con tribunales funcionando a las órdenes
de los principales medios, la Justicia Independiente no es más que la
obediencia a los poderes fácticos. El audio que publicó esta semana El Cohete a la Luna, en donde el
presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jujuy reconoce que los
procesos a Milagro Sala no tienen más fundamento que el encono de Gerardo
Morales y Pedro Blaquié, debería bastar para reclamar con énfasis una
profunda reforma judicial.
Esta
reciente experiencia neoliberal deberá ser la última. Nuestra vida no puede
estar oscilando entre la derecha destructiva y la centro izquierda
reparadora. La alternancia política es la mejor excusa que utiliza el
Círculo Rojo para absorber recursos y engrosar sus arcas a costa de las
penurias de la mayoría. Alguna vez tendremos que entender que los ricos
no son nuestros aliados sino nuestros explotadores y no se puede conciliar
con ellos. Eso, más que magia, sería la trampa más peligrosa en la que podríamos
volver a caer.
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