jueves, 18 de enero de 2018

Totalitarismo al palo

   Desde hace tiempo, el establishment vernáculo tiene cierta inquina con el Papa Francisco. Todos los que hoy son oficialistas lo imaginaron como un aliado celestial, pero se toparon con alguien que predica en contra del ideario que están imponiendo en el país: la acumulación sin tope de riqueza, la miserabilidad de los que tienen de sobra y la crueldad de empobrecer más a los que sobreviven en la base de la pirámide social. Por eso, desde los medios dominantes, tratan de emporcar su imagen, diluir su palabra, distorsionar sus gestos para que su público también lo deteste. "No me gusta tanto este Papa", podrá comentar una vecina sin poder explicar el porqué. Con su visita a Chile sin escala en Argentina, las plumas hegemónicas estrujaron su creatividad para orquestar una campaña anti pontífice sin precedentes. Y el colonizado se deja tejer telarañas de incomprensión como si fuera un lactante ante el arrullo materno, mientras el gobierno que traiciona todos los principios sigue sembrando desigualdad y violencia.
   Así con todo, no sólo con el Papa. Los cerebros mediáticos y políticos que nos gobiernan realizan esfuerzos mancomunados para convertir la escasa conciencia del espectador en un licuado indigerible. Mentiras y justificaciones atraviesan la pantalla para sostener un consenso que se deteriora con cada medida gubernamental. A pesar de tanta apología aturdidora, las encuestas revelan una auspiciosa caída en la imagen presidencial. Si no fuera por las nocivas vociferaciones medíaticas que aturden todo entender, nadie como Macri hubiera llegado tan lejos.
   Que la gobernadora de Buenos Aires -como otros funcionarios PRO- argumente que Francisco no viene a Argentina por la violencia que reina en estos días es un desafío a la voluntad de creer. Los atentados a iglesias, edificios y helicópteros en Chile no constituyen una bienvenida muy pacífica. Aunque la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich asegure que los manifestantes del 14 y 18 de diciembre en rechazo a la Reforma Previsional arrojaron 14 toneladas de piedras contra el Congreso, en nuestro país reina la paz, a pesar de las provocaciones. Con semejante cantidad de piedras, que ocuparían más de 50 metros cúbicos, una parte del edificio hubiera quedado sepultada. Y no es la primera patraña de este inadecuado personaje. Con recordar su denuncia sobre las armas mapuches que cortan árboles de cuajo bastaría para desplazarla de cualquier cargo que exija cierta responsabilidad. Pavadas que se dicen a sabiendas de que no serán puestas en duda por la Cadena Nacional encubridora de las atrocidades del Gran Equipo.
   Desde esas usinas de estiércol llegaron a decir que no había entusiasmo por la visita papal y trataron de desalentar a los fieles que deseaban cruzar la cordillera para presenciarla. La realidad paralela que construyen a diario sólo encuentra eco en los que están convencidos de esas pamplinas. Si lograron que Macri ocupe La Rosada, ¿cómo no van a lograr que muchos católicos renieguen de Su Santidad?
 Mucho más que marketing
    El discurso amarillo llama 'violencia' al rechazo que generan sus prepotentes decisiones. Sin el efecto "amortiguación" de los medios hegemónicos, las calles argentinas estarían más efervescentes y la indignación con fundamento inundaría los rostros cotidianos. Si el Gran Equipo pudo desbaratar tanto, es por el blindaje que lo rodea. Nadie en su sano juicio podría aceptar tanto deterioro innecesario, tanto avasallamiento institucional. Aunque los titulares no lo denuncien, estamos a las puertas de algo insólito: un totalitarismo en democracia. Con un liderazgo artificial, el empresidente invade todas las esferas de la República para poner todo a disposición de las corporaciones.
   Sus decretos de necesidad y urgencia sólo buscan amoldar a golpes la legalidad para profundizar un reparto desigual de las riquezas que generamos entre todos. Sólo la avaricia de una minoría rentística guía los pasos del Cambio. Para justificar el mega decreto de descuartizamiento del Estado, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun apeló, una vez más, a la mentira y con el cinismo que lo caracteriza, eructó: "su implementación es urgente para fomentar la inversión y poder cumplir el objetivo de salir de la pobreza". Las tan invocadas inversiones y para tentarlas, reducen impuestos, cargas laborales y brindan un amplio abanico de posibilidades para vaciar el país. Con todo esto, no vienen. 
   Pero más grave que esta zanahoria es el objetivo que plantea: salir de la pobreza. Decir que nuestro país está en la pobreza no es más que un engaño para imponer los ajustes que se le antojen al Ingeniero y su Gran Equipo, para sumergir nuestra autoestima, para someter nuestra dignidad. Argentina no es pobre ni lo ha sido nunca sino que padece un cíclico proceso de saqueo vampírico. Mientras existan personajes que ostenten fortunas superiores a los 3000 millones de dólares, no es adecuado hablar de pobreza, sino de injusta distribución de la riqueza. Algún ingenuo dirá que esa fortuna se amasó por el trabajo de su dueño. Ningún trabajo arduo, honesto y comprometido rinde tanto en el mercado. Una cifra como ésa es resultado de la evasión, la especulación y la explotación.
   Y de la miserabilidad de gastar lo menos posible en tributos y salarios; vicio que llaman pomposamente, 'mejora de la rentabilidad'. En criollo: mutiplicar las ganancias poniendo cada vez menos. En estos días explotó el ejemplo del ministro de Trabajo, Jorge Triaca: registró a su empleada cuando asumió como funcionario pero completaba su sueldo con el aporte del sindicato de los marinos. Y encima la echa de la peor manera. Si el encargado de regular las relaciones laborales actúa así, ¿qué se puede esperar de los grandes empresarios? El hecho de que siga siendo ministro se explica porque es el Poder Real el que gobierna y lo hace como su angurria le dicte.
   Por eso sus barbaridades quedan impunes. Como la decisión de la estatal YPF de diferenciar el precio de las naftas por barrio, horario y disponibilidad, lo que desatará una "guerra", no para tender a la baja sino para que las petroleras ganen más, incluída Shell, la favorita del ministro de Energía. O la invitación de la gobernadora Vidal a los docentes a que se desafilien de sus sindicatos. Ellos hablan de diálogo y consenso pero sólo quieren acatamiento de sus órdenes. Si no, que lo cuente Carlos Anaya, el ingeniero y arborista que, después de afirmar que la palmera de la Casa Rosada podría haberse salvado, fue obligado a jubilarse con anticipación. 
   La hipocresía abunda en las filas del PRO y sus integrantes no se cansan de demostrarlo. Si Marco Peña Braun dice que "vamos a trabajar en el marco de paritarias libres" es porque las quieren limitar: con el techo artificial del 15 por ciento que sólo los trabajadores van a cumplir o con el decreto ministerial que anula la partiraria docente nacional como han hecho en estos días.
   Algunos dicen que estamos en una neodemocracia y otros, en una neodictadura. Con la etiqueta que quieran, el Cambio es perjudicial para la mayoría pero no todos se dan cuenta: mientras la telenovela de Nisman reaviva los corazones caceroleros, el aleteo de los buitres nos traen vientos putrefactos. El Ministerio de Finanzas advirtió que la capacidad del país para endeudarse "puede verse afectada por el remanente de litigios holdouts". Y eso que anunciaron hace casi dos años la salida del default. Nada les sale o nada hacen bien. Lo que les sale muy bien es el mal y cada vez son más los afectados por sus tinieblas. La luz no está tan lejos; sólo hay que saber buscarla.

lunes, 15 de enero de 2018

Dinosaurios color ilusión

  Muchos habrán recordado en estos días la célebre frase de Javier González Fraga cuando aún no era funcionario, ésa que los kirchneristas hicieron creer que los sueldos medios alcanzaban para comprar plasmas, celulares y viajar al exterior. El bienestar kirchnerista era una ilusión que se materializaba en objetos palpables. Los Amarillos, en cambio, nos traen la realidad de frescura de una piscina plana y sin agua. Milagro Sala lleva dos años presa por haber construido un natatorio real pero el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta hace una pileta de mentira y está libre. Una de las tantas paradojas del Cambio. Un cambio que ofrece la ilusión de avanzar, cuando, en realidad, estamos retrocediendo más de un siglo. Cuando estemos empobrecidos, humillados y desperdigados será más difícil revertir el deterioro que los eternos vendedores de ilusiones habrán producido en nuestro país.
  En estos dos años de gerencia PRO no sólo se ha verificado que la campaña presidencial fue un engaño sino que el plan que traían entre manos nos conduce a una catástrofe sin escalas. Aunque el empresidente Macri recibió el país en mejores condiciones que todos los precedentes, primero disparató los números con medidas regresivas y ahora aplica una receta más adecuada para una economía terminal. El Gran Equipo provocó un desastre y para repararlo provocará más desastres. Y todo esto mientras aseguran que todo es en pos de normalizar el país. Una normalidad que implica desatender todas las normas para satisfacer las angurrias de una minoría empachada que jamás derramará una gota. Una ilusión que asegura que este penoso camino nos conduce a un paraíso llamado Revolución de la Alegría.
  Una alegría orgiástica en la que los cortes de electricidad son más caros que antes. Los votantes del Cambio no sólo consiguieron la eliminación de los tan ofensivos subsidios a los servicios públicos sino también un bestial incremento en las tarifas que no derramaron en inversiones, sino que se fueron por la canaleta de la acumulación avarienta. Ahora son más los que disfrutan de un verano con más de 40 grados sin aire acondicionado, heladera ni ascensor: pagan miles de pesos para terminar sentados en la vereda abanicándose con un Clarín viejo. Y los que antes caceroleaban por veinte minutos sin servicio ahora toleran días de simulacro decimonónico con un silencio vergonzante.
Votantes tan convencidos de su voto que hoy ni se quejan de la inflación: si antes consideraban que era el resultado del populismo K, ahora que ocupa el segundo lugar en la región después de Venezuela, la toman como algo tan inevitable como una lluvia sorpresiva. Y eso que Macri en campaña había dicho que "era lo más fácil de resolver", pues es una muestra de incapacidad para gobernar. Lejos de reconocer tan evidente incapacidad, corre las metas como Pierre Nodoyuna, el tramposo de "Los autos locos". Tramposo y egoísta, porque quiere imponer un techo salarial para transferir más fortunas a los que tienen de sobra, aunque la inflación acumulada desde su asunción alcanza el 70 por ciento y el poder adquisitivo ha perdido, en consucuencia, un extenso terreno.
  Votantes tan conformes de lo que han votado que, en la soledad del baño, celebran la muerte de Santiago Maldonado, el asesinato de Rafael Nahuel y todos los decesos que se han producido por violencia institucional: uno por día, todo un récord en democracia. Esto es razonable porque en el ideario PRO hay vidas que valen menos. Pero es contradictorio que los que lloraron por las víctimas de la Tragedia de Once, ignoren con énfasis a los tripulantes del ARA San Juan y el dolor de sus familiares.
Ojos muy bien cerrados
  Antes se preocupaban por la plata de los jubilados porque acataban las órdenes de los medios que consumen y hoy toman como necesaria la reforma previsional -que despoja a los pasivos y serrucha a los que están prontos a serlo- para solventar una deuda alimentadora más de la especulación que del desarrollo. Jubilados que ya no reciben medicamentos gratuitos y ven malograda la atención de su salud. "Nuestros queridos abuelos" -como decía el Ingeniero en campaña- observan con resignación cómo la canasta de alimentos empieza a ser inalcanzable. La gobernadora Vidal aseguraba cuando era candidata "no vas a perder nada de lo que tenés",  salvo el poder adquisitivo que, con el nuevo cálculo de incremento, perderá por goleada frente a la inflación, empecinada en superar las metas que dibuja el Poder Ejecutivo. Votantes PRO que cierran los ojos ante la certeza de que el Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la ANSES -más de un billón de pesos en activos- jugará en la timba como un privado hasta quedar en manos de los especuladores.
  Esos ciudadanos comprometidos que consideraban a Leopoldo López como el mártir de la dictadura venezolana, condenado por cuarenta homicidios, pero festejan con champaña sin aranceles el encarcelamiento injusto que padecen muchos K y allegados por imaginarios delitos indemostrados. Y toman como héroes a los jueces que castigan sin sentencia a los ajenos y perdonan a pesar de la evidencia a los propios. A los que actúan por presión, no tanto, como el caso de Daniel Rafecas, que archivó la causa por conflicto de intereses en la venta de Autopistas del Sol SA. Que Macri haya impulsado un aumento en los peajes del 400 por ciento para después vender la empresa a cuatro veces más de su valor no resulta sospechoso para un juez que no parece muy hábil con los números.
  Esos individuos a control remoto que colmaban la Plaza convocados por los titulares para defender instituciones que no estaban en peligro, hoy aceptan con beneplácito que sean pisoteadas en serio. Aunque Cristina firmó apenas 29 Decretos de Necesidad y Urgencia -19 más que Alfonsín- en sus dos mandatos y Macri la supera pasada la mitad del primero -y es de esperar, que único- el imaginario del colonizado sostiene lo contrario. Ni tiene en cuenta que modificar leyes o nombrar miembros de la Corte de esa manera es anticonstitucional, como lo hizo con la de Blanqueo que, en su versión parlamentaria, prohibía el beneficio para familiares y un decreto lo habilitó.
  Tampoco enoja que, desde Villa La Angostura, el presidente off shore firmó un mega decreto de 192 artículos que modifica más de 140 leyes para re estructurar el Estado, sin más necesidad ni urgencia que satisfacer intereses minoritarios a los que representa. Si dudas, una decisión inconstitucional de quien ya actúa como un dictador. Aunque los bancos ganaron más de 70 mil millones de pesos durante el año pasado, el buen Mauricio pone las cuentas sueldo a disposición de los embargos, algo que deja en la indefensión a los trabajadores. Y eso no es nada: además modifica las licencias de importación tal como lo exige la OCDE para bombardear la ya vulnerada industria nacional. Una entrega que debería despertar la ira de gran parte de los argentinos, que se verán perjudicados con este adefesio, cuyos fundamentos fueron copiados de un decreto de los noventa. Después dicen que son el futuro, pero se basan en el peor de los pasados.
  Una pena que estemos atravesando estos espinosos tiempos que no nos conducen a nada bueno. Una lástima que los que se dejaron embaucar por las edulcoradas promesas ahora se nieguen a reconocer el error. Sin dudas, creyeron la patraña de que un multimillonario en el gobierno no tiene necesidad de robar. Sin embargo, se mueve. Y tanto que sólo podrá ser frenado cuando las calles se pueblen hasta de todos los que se ilusionaron con esta incamuflable restauración oligárquica.

jueves, 11 de enero de 2018

Por un necesario despertar

Un dicho popular aconseja que “no hay que dar por el pito más de lo que el pito vale”, quizá porque ensordece con sus pitidos a los que no quieren escucharlo. Discutir en serio las vociferaciones de Cacho Castaña es entrar en el juego de una derecha retrógrada. Ninguna violación se disfruta porque la voluntad no debe admitir violencia de ninguna especie. La TV contemporánea ha retrocedido tanto que, aunque ostente colorido, parece en blanco y negro. Tanto que algunos de sus popes se burlaron de la injusta situación del ex canciller Héctor Timerman. Nada de relajarnos y gozar de la violación que estamos padeciendo con el Cambio. Cuando la humillación es el objetivo, no hay forma de adornar nada. Y menos blandir las banderas de la democracia, cuando gran parte de los votantes se dejaron seducir por los cantos de horrendas sirenas ávidas de sangre fresca.
Los vecinos de Azul pueden dar cuenta de ello. En las legislativas, refrendaron con un 50 por ciento de los votos la ya caduca Revolución de la Alegría. Los rumores de cierre de la planta de explosivos Fanazul fueron desmentidos por el Jefe de Gabinete, Marcos Peña Brown durante la campaña. La credulidad en un mentiroso serial primó en las urnas y ahora la fábrica se cierra, dejando en la calle a más de 250 familias azuleñas. Una dura manera de aprender una lección. Hoy, los ciudadanos resisten el desprecio de una clase que sólo ve el Estado como facilitador de sus negocios. Aunque Fanazul no daba pérdidas, sino todo lo contrario, los terrenos que ocupa serán presa de los especuladores inmobiliarios, muchos de ellos integrantes del Gran Equipo.
Esta tenebrosa postal del verano no es la única: el cruel e innecesario ajuste a los empleados de los medios públicos y de muchos ministerios agrega leña a esta hoguera. Mientras Macri, en una interrupción de sus constantes vacaciones, declama sobre la cultura del trabajo y el esfuerzo, el Régimen Amarillo no cesa de producir desocupados. El cinismo contagia y provoca absurdos, como el periodista Ceferino Reato que despotrica contra los empleados estatales cuando su esposa goza de 90 mil pesos que pagamos entre todos. Tanto denostar a los ñoquis, pero mantienen en plantel inútiles que ni siquiera asoman la cara; como el ministro de Medio Ambiente, Sergio Bergman, que sólo saber combatir incendios con sus rezos, importar televisores de Chile o inflar el salvavidas cuando hay inundaciones; o la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, que amplifica patrañas contra los K pero oculta chanchullos de los M. Los succionadores históricos nos gobiernan y nada bueno puede salir de ello, como queda demostrado en esta democracia de baja intensidad o, como conceptualizan algunos politólogos, una neo dictadura del siglo XXI.
El abismo no es un chiste
El empresidente Macri es una sirena que está perdiendo la calidad de sus cantos. Sólo engaña a los más voluntarios. Sus hipocresías estallan apenas abre la boca. Después de sobrevolar los incendios, encabezó un acto en San Rafael de Mendoza, donde muchos de sus habitantes lo declararon persona no grata. Allí aseguró que “ahora las licitaciones son más transparentes”, pero su primo, Ángelo Calcaterra recibió más obra pública en estos dos años que Lázaro Báez en los doce de kirchnerismo. Transparencia que no incluye el negocio de casi 50 millones de dólares que la empresa presidencial logró con la venta de parques eólicos ni los cortes de energía que afectan a un 60 por ciento más de usuarios que en 2016 ocasionadas por la desinversión de sus amigos. El incremento de casi el 2000 por ciento en la tarifa y la condonación de las deudas que tenían con el Estado no sirvieron para mejorar el servicio, sino para acrecentar la fortuna de sus propietarios, Nicolás Caputo y Joe Lewis.
Con la impunidad verbal que construyen los medios hegemónicos, el Ingeniero da rienda suelta a sus incongruencias. Aunque no coincida con la realidad de su política económica, reiteró que “no es de buenos padres dejarles deudas a sus hijos”. El que empeñó al país por cien años beneficiando a los piratas internacionales, el apologista del endeudamiento para el ciclismo de la city, el que nos arrojó a las garras de los buitres, ahora simula preocupación por las generaciones venideras. O quizá sólo esté intranquilo por la deuda que el Correo Argentino tiene con el Estado desde los tiempos en que Menem lo puso en sus manos. Esos 70 mil millones de pesos que intentó perdonarse sí que son una pesada herencia para sus sucesores. Y después cuestiona a los que se aprovechan del Estado, omitiendo que Socma endosó montos millonarios de su deuda sobre nuestras espaldas durante la dictadura y el gobierno de Duhalde.
Con estos estafadores al mando, estamos muy lejos de la relajación y menos aún de cualquier goce. Malversadores de la voluntad ciudadana que vio en ellos a angelicales salvadores. Embaucadores que convencieron sobre la necesidad de una venganza camuflada de justicia con hechos de corrupción que no pueden probar. Tanto es así que tienen que apelar a la inconsistente denuncia de Nisman, al falaz informe de Gendarmería y a la obediente predisposición para el absurdo del juez Claudio Bonadío para alimentar los prejuicios de los colonizados. Tragicomedia que conduce a la revocación de la visa de Timerman, impedido de viajar al Imperio para retomar la cura del cáncer que lo atormenta. Y todo por el descontrol de los poderosos que han accedido a desgobernar el país sin intermediarios.

Las comparaciones con el peor pasado emergen todos los días con la presencia de las fuerzas de represión en donde olfatean resistencia, los aprietes mafiosos con forma de allanamiento a los que quieren fabricarles causas, la denostación mediática a cualquiera que pretenda oponerse a esta aplanadora neoliberal, la invención del Enemigo Interior para desatar el salvajismo de los uniformados. Los Amarillos han venido a desmantelar derechos y reinventar símbolos para modelar los argentinos del futuro: sumisos, laboriosos, subestimados y austeros que acepten vivir de las migajas que un puñado de familias descarta. Un horizonte inaceptable para un pueblo que sabe sostener su dignidad más allá de estos desvíos temporales.

lunes, 8 de enero de 2018

Fábulas en un cristal empañado

El carro de esta historia está empezando a acomodar los melones del descontento. Muchos apologistas del montón creen que las protestas puntuales en todo el territorio nacional son orquestadas por los malos perdedores K porque piensan la vida política del país en términos futboleros: los que ganaron festejan hasta el próximo cotejo sin importar cómo quedará la cancha; y los que perdieron, calladitos y al rincón, a lamer sus heridas y aprender cómo se juega. Como el equipo Amarillo ganó, aclaman a sus goleadores en las jugadas más torpes y ríen hasta enloquecer de las más ladinas. Babeantes, exhiben sus fotos en poses que no cuadrarían en ningún partido, recuerdan goles que nunca ocurrieron y aplauden faltas ominosas. Sin entender demasiado a qué se juega y para qué, entonan cánticos provocativos, elaboran insultos humillantes y festejan de antemano el próximo triunfo. A estos hinchas no les importa el partido ni la construcción del país, sólo destruir al otro en todas sus dimensiones.
Aunque no estén conformes con la actuación del Gran Equipo, los fans aplauden las promesas incumplidas y se esperanzan con las que jamás cumplirán. Alienados a más no poder, consideran como buenas las medidas que antes repudiaban y celebran aquéllas que tarde o temprano los perjudicarán. Hasta se burlan de los que pierden dignidad porque los consideran merecedores de una impiadosa guadaña y justifican los muertos por abuso policial con un lacónico “uno menos”. Portadores de un estatus que no tienen, estiran el cuello para observar la inundación desde un escalón en el que jamás estarán. Huérfanos de argumentos, permiten que los prejuicios dominen sus palabras, a riesgo de retroceder al Medioevo. Inmunes a la coherencia, se dejan guiar por disparates como que el incremento de las tarifas los hará gastar menos o que la reducción en el aumento de los haberes hará que los jubilados ganen más. Tan perdidos están, que ven un paraíso en el iceberg a donde nos encaminamos.
Por eso no hay que sorprenderse si no comprenden por qué la imagen negativa del empresidente Macri está en ascenso y siete de cada diez argentinos no ven con buenos ojos sus medidas. Tampoco asombrarse porque consideren K a cualquiera que esboce una crítica, aunque sea el economista más ortodoxo. Y menos indignarse porque se abracen a cualquier patraña con formato periodístico para seguir ostentando un tamaño que no tienen. El balde de agua fría caerá en algún momento y el golpeteo de los hielos acomodará un poco sus ideas hasta la próxima confusión.
Las zanahorias marchitas
Algunos se contentan con un par de fotos casuales en donde los personajes simulan gestos humanos. La soledad los rodea siempre porque las vallas alejan hasta a los que votaron por ellos. Un chamuyo estudiado pero inconsistente completa el engaño que mostró como un cambio lo que en realidad es la restauración de un modelo de desigualdad perpetua. Los medios cómplices se encargan del resto: ocultar, distraer, disfrazar, adornar y proteger. Un perverso mecanismo que actúa junto a jueces y fiscales que abonan la sospecha permanente sobre los que intentan proponer un rumbo distinto al saqueo que estamos padeciendo.
El discurso oficial justifica los despidos: en el Estado con los ñoquis y en el sector privado con la competitividad. Por supuesto, son pamplinas para disciplinar a los trabajadores, para asustar a los que pretenden defender sus derechos, para gritar a los cuatro vientos un futuro de explotación. Los medios públicos padecen el desmantelamiento y la degradación que los amarillos les destinan. Como no rinden en el apuntalamiento de su destructivo ideario, apuestan a que se conviertan en una presencia fantasmal. Todo tiene que ser privado en un país en que el Estado facilita los negocios de unos pocos.
El caso de Fabricaciones Militares es un ejemplo de ese capricho de clase: el gobierno argentino compra balas y chalecos importados para despedir a los que los fabrican aquí. La localidad bonaerense de Azul está sufriendo el cierre de Fanazul que deja afuera a más de 200 familias y el diálogo que plantea el oficialismo es el acatamiento de sus órdenes. Como la gobernadora Vidal con los guardavidas: protestar por los desplantes es violencia, pero no lo es adeudar salarios o despedirlos.
Todo está en la mira de la impronta PRO y mientras más pontifican, más serruchan. La educación de calidad no es más que un lema para encantar a los incautos: ya no se reparten más libros en las escuelas y el Programa Conectar Igualdad ha quedado entre los buenos recuerdos de la Pesada Herencia. En doce años de gestión kirchnerista se construyeron más de 2000 escuelas en todo el país. En dos años de gerencia macrista, ni una sola. Y los jardines de infantes tan prometidos brillan por su ausencia. El maquillaje se apoya en el aire enrarecido que exhalan los angurrientos que están vaciando el país.
Mientras el descontento se viraliza en toda la sociedad, los medios hegemónicos entretienen a sus cautivos con allanamientos y excavaciones orquestadas por la in-justicia jujeña para no encontrar nada que involucre a Milagro Sala en alguna de las ficciones de las que la acusan. A pesar de eso, la tienen secuestrada desde hace dos años sin otra condena más que la de los huevos que nunca pudo tirar a Gerardo Morales cuando era senador. La justicia PRO es la venganza de una clase hacia los que intentaron mejorar la vida de los que no tienen nada. Tantos años de falsas acusaciones mediáticas sin más sustento que el prejuicio, se convierten en sentencia con el generoso reparto de prisiones preventivas a los que ni siquiera fueron procesados. Mientras los miembros del Gran Equipo gozan de impunidad hasta en los latrocinios más evidentes, los kirchneristas son encarcelados gracias a jueces cómplices que interpretan a martillazos la Constitución y las leyes.
Nada es eterno y menos los triunfos espurios. La Rosada SA ha abierto muchos frentes adversos y en lugar de sofocarlos, los provoca. Que Emmanuel Echazú, el único gendarme imputado por la muerte de Santiago Maldonado, haya sido ascendido por Patricia Bullrich es una muestra de eso. Otra provocación es la Reforma Previsional, aprobada a los apurones y con muchas presiones, a pesar de que Macri, en la última campaña electoral, había dicho que no vería la luz hasta 2019. O que el Ingeniero prolongue sus vacaciones en la “República Terrorista de la RAM”, superando los 100 días desde su asunción, aunque siempre pregone que hay que trabajar hasta los domingos. Hasta colocan un explosivo frente a una comisaría para vender la comedia del enemigo interior.
El empresidente también dice que todos debemos poner nuestro granito de arena, pero los de abajo arrastran rocas para extender la altura de la pirámide social. Como la desigualdad se profundiza, los que se resisten son cada vez más. Como la empatía es inexistente, se desentienden de los dramas que ellos mismos generan. Ni siquiera con los familiares de los tripulantes del submarino misteriosamente desaparecido tienen una gota de compromiso. Éste es el Cambio por el que muchos se dejaron tentar: la crueldad de un modelo que ha venido para excluir. Nos quieren desinformados, embrutecidos, empobrecidos y dispersos. Cuando los melones del descontento terminen de acomodarse, el carro de la historia saldrá de este siniestro camino para retomar el rumbo que jamás debimos abandonar.

jueves, 4 de enero de 2018

Los malos hábitos

Con el gobierno amarillo nos estamos acostumbrando a muchas cosas a las que no deberíamos acostumbrarnos. El cinismo y la hipocresía de los funcionarios ya son los condimentos del duro pan cotidiano con que tratan de hacer tragar la crueldad de sus medidas. Los que venían a salvar la República nos brindan una democracia de bajísima intensidad, donde la represión y la cárcel son las únicas respuestas a la crisis que están construyendo. Los que prometían una Revolución de la Alegría sólo reparten la tristeza de perder el trabajo, cerrar el negocio o apretar la dignidad hasta volverla inexistente. Los que aseguraban que la inflación era un fracaso de gestión, no paran de potenciarla con incrementos desaforados. Los que se comprometieron a fortalecer las instituciones y bregar por una justicia independiente, no ven la hora de amoldar juzgados y fiscalías a la medida de sus chanchullos. Si ellos fueran oposición, estarían exigiendo la renuncia de los autores de tantos desastres.
Un contrafáctico ayudará a comprender el concepto: si el extravío del ARA San Juan se hubiera producido durante el gobierno anterior, los medios hegemónicos estarían todo el día con el tema y entrevistarían hasta a las mascotas de los tripulantes; a esta altura de los hechos, ya habrían organizado varios cacerolazos “espontáneos” para exigir el castigo a los responsables; los principales editorialistas no cesarían de analizar la tragedia y los denunciadores domingueros contarían los bolsos y adosarían la nave a la Ruta del Dinero K; los que hoy son funcionarios que ni mencionan el caso, simularían indignación y compromiso desde las pantallas cómplices; y el público, siempre dispuesto a dejarse inyectar con dosis manipuladoras, pegaría hasta en su pecho leyendas de identificación, al estilo de “Yo soy el ARA”. Aunque no haya imágenes de los damnificados, como en el accidente de Once, el impacto social sería otro si gobernara un signo político distinto.
Este ejercicio de hipotéticas analogías invita a considerar muchas de las decisiones del Gran Equipo y las consecuencias de su impronta. Un apunte no alcanza para todas, pero se pueden intentar algunas. Mientras el Macri en campaña prometía terminar con el curro de los DDHH, los medios cómplices marcaban la contradicción del oficialismo K de nombrar a César Milani como Jefe del Ejército. Apenas La Rosada se coloreó de amarillo, comenzó el ajuste en los organismos del Estado relacionados con el tema y hasta pusieron en duda el número de desaparecidos y en esto no hay contradicción, salvo en algunos hipócritas discursos de ocasión. Tampoco la hay en que muchos funcionarios estén consustanciados con el ideario de la dictadura ni en el 2x1 del que casi nadie habla. Sin embargo, cuando nada sabíamos de Santiago Maldonado, los peones oficialistas recordaron a Jorge López, más para amortiguar el conflicto que por humanidad.
Limando el maquillaje
En estos días, Miguel Etchecolaz, sospechoso por la desaparición de ese testigo clave, obtuvo una prisión domiciliaria que incomoda a gran parte de la sociedad. Pero no es el único: más de la mitad de los condenados por delitos de Lesa Humanidad –unos 549- han recibido el mismo beneficio. Uno de ellos, Norberto Bianco, fue autorizado a vacacionar en Mar de Ajó, pero el intendente del Partido de la Costa lo declaró persona no grata. Eso sí, los que se preocupaban por Milani y López están calladísimos. La época enrarece cualquier clima.
Más aún con el accionar de los medios de comunicación, que someten la opinión pública al capricho de una malintencionada agenda informativa. Que la cadena TN destaque como tema del día la decisión de una familia de instalar una pileta de lona en la vereda, mientras la inflación supera todas las previsiones es un ejemplo de eso. Esos medios que antes convertían en drama cualquier incremento, hoy cuentan como al pasar la reducción de los subsidios al transporte público, lo que significa una succión más a los bolsillos de los usuarios de la CABA y el conurbano bonaerense. Ese monto que ya no facilitará el traslado de muchos ciudadanos no será un ahorro que disfrutaremos entre todos, sino un aporte para la acumulación de especuladores y exportadores.
Cuando el ministro de transporte, Guillermo Dietrich anunció los aumentos en ómnibus, trenes y subtes, un entusiasta aplauso recorrió el salón donde se realizó la conferencia de prensa. ¿Qué aplaudieron los asistentes: que los pasajeros deberán pagar más o que los que más tienen van a aportar menos? Lo segundo, por supuesto, porque es un capítulo más del Modelo del Derrame. Apenas Macri se disfrazó con la Banda Presidencial, realizó el anuncio de la baja de retenciones a las exportaciones agropecuarias y mineras. Desde entonces, el Estado renunció a recaudar unos 70 mil millones de pesos y en este año, resignará unos 20 mil más. Aunque ese monto no derramó en inversiones ni puestos de trabajo, las cerealeras y derivados liquidaron un 10 por ciento menos respecto a 2016, a pesar de la cosecha récord que ostentaron. El monto que recibirán de menos los jubilados irá a parar a manos de unos pocos que sólo saben amontonar divisas en el exterior. Eso produce el tan mentado déficit que deciden reducir con ajustes que provocarán más déficit. Una siniestra rueda que sólo gira para dejarnos en la lona, y no en la de una piscina portátil, precisamente.
Otro tanto ocurre con la deuda que, desde el bailecito en el balcón ha crecido tanto que provoca el asombro de todo el mundo. Más de 60 mil millones de dólares que no se han utilizado para desarrollar el país ni mejorar nuestra vida, sino para alimentar la fuga que unos pocos gozan. El 75 por ciento de esa cifra salió del país para caer en cuentas off shore o en manos de piratas financieros internacionales. Pero siempre está Macri dispuesto a brindar su dosis de incongruencia extraterrena. En una interrupción de sus vacaciones en Villa La Angostura, en las tierras del apropiador del Lago Escondido Joe Lewis, confesó que no quiere “seguir tomando deuda y obligar a que nuestros hijos y nietos la tengan que pagar”. O no entiende nada o es un caradura porque él nos endeudó por cien años. Tal vez memorizó un discurso viejo de cuando era opositor. O todo esto junto más la confianza en que sus hipocresías durarán lo que un mal aroma en un canasto.
La vocinglería mediática hace todo lo posible para disminuir el descontento que gran parte de la población siente ante la estafa del Cambio. La monotonía informativa dominante tapa realidades y exhibe falacias: maquilla la dureza del presente con conceptos tranquilizantes, como sinceramiento, estructuración, adecuación en lugar de transferencia regresiva de recursos, desmantelamiento del Estado y cierre de fábricas. El cambio de metas de inflación que anunciaron los Cuatro Jinetes del Apocalipsis después de la aprobación del presupuesto en el Congreso sería un escándalo institucional si gobernara el kirchnerismo. Hasta ponen como ejemplo del Sí, se puede los más de 3000 despidos y suspensiones que los estados nacional y bonaerense realizaron el mes pasado. Un brindis por los miles de desocupados que fabrica el Cambio.
En un intento de calmar los ánimos, el Gerente de La Rosada SA deslizó una frase para encender las alarmas: “el 2018 será un gran año para los argentinos”. ¿No suena demasiado a Fernando De la Rúa unos meses antes de la hecatombe?

lunes, 1 de enero de 2018

El fin de un año caliente

El calor nos da una tregua en el centro del país. Al menos por unos días, nuestros cuerpos sentirán el alivio de abandonar el horno. Pero el verano continúa y nos sigue gobernando Macri con su troupe de farsantes, lo que garantiza un futuro bastante caldeado. Ellos, que aún exigen autocrítica y mantienen su inestable equilibrio con el verso de la Pesada Herencia, nos están conduciendo a un infierno. Pero lo peor es que se enorgullecen de eso y no piensan abandonar el rumbo marcado por el FMI y los piratas financieros. Aunque estas recetas de despojo jamás han tenido el éxito anunciado, siempre encuentran buena recepción en virreyes dispuestos a sacrificar a sus pueblos en pos de enriquecer más a los privilegiados. Cipayos de todas las latitudes que llenan sus campañas de promesas que ni piensan cumplir y, desde el trono usurpado con malas mañas, vomitan medidas perjudiciales y apuestan al fracaso, del que obtienen descomunales ganancias. Tarde, muchos están empezando a comprender que el Cambio no ha sido para mejorar, sino para profundizar la desigualdad que, en un país como el nuestro, debería ser insignificante.
Y esto no es exagerado: producimos alimentos para 400 millones de personas; con un poco más del diez por ciento alcanza para todos. Pero la angurria de los terratenientes no se satisface con el 90. Siempre piden más porque no tienen tope: que les saquen las retenciones, que no les cobren impuestos, que el dólar está atrasado, que los sueldos son muy altos, que hay sequía o mucha humedad, que no tienen competitividad, que quieren liquidar las exportaciones cuando quieran y acumular las ganancias en el exterior. Miles de excusas, pero nunca derraman un centavo: sólo lágrimas. Desde hace dos años, cuando el empresidente anunció la quita de las retenciones, el sector agroexportador no generó un solo puesto de trabajo, sino todo lo contrario.
Por lo que parece, los miembros del Gran Equipo deben tener el diccionario al revés: toman medidas para producir cierto efecto, pero el resultado es lo opuesto. Para bajar la inflación, ofrecen tasas de interés insólitas y a la vez incrementan las tarifas de servicios públicos. Para incentivar el desarrollo, abren las importaciones de cualquier cosa sin aranceles, lo que provoca el cierre de pymes y emprendimientos familiares. Para tentar inversiones, cancelan controles y precarizan el trabajo, pero sólo logran un poco tentador mercado interno. De locos: dicen que quieren reducir el desempleo, pero el Estado Macrista es el primer desempleador; dicen que quieren combatir la corrupción y nombran como Ministro a Luis Miguel Etchevehere, acusado de evasión, estafas y esclavitud. Con fanfarrias, fueron presentados como El Mejor Equipo de los Últimos 50 Años pero están destruyendo un país que debería ser indestructible.
El origen del Mal
 En realidad, no lo están destruyendo, sino despojando. El Gerente de La Rosada SA está ejecutando una redistribución regresiva de lo que producimos entre todos. Con una cantinela que sabemos de memoria de tanto escucharla, Macri quiere convencernos de que “lo que hay que hacer” es vaciar nuestros bolsillos para que empresarios y productores puedan ganar mucho más que antes, con la vana ilusión de que alguna vez nos devuelvan algo de la dignidad perdida. Y cuando estemos secos como piedras, pondrán en pausa su avarienta carrera para que recuperemos un poco de humedad y podamos trepar un par de escalones. Pero si las gotas empiezan a parecer redistribución progresiva, ya ponen el grito en el cielo para reclamar lo que no necesitan con frases que brotan de sus más purulentas entrañas: esto es populismo estatizante, no hay libertad, las pibitas se embarazan por la platita, a mí nadie me regaló nada, esto se parece a Cuba, Venezuela o el mal ejemplo de turno.
Estas frases, amplificadas por el establishment mediático, se transforman en dogma dentro de las cabezas colonizadas por más absurdas que sean y logran inclinar la balanza a favor de modelos desigualadores. La treta resulta efectiva aunque instale incoherencias evidentes como conmoverse con los quom pero odiar a los mapuches o aplaudir los merenderos oficiales pero denostar los planes trabajar, que no existen desde 2002. Al punto de que muchos se quejaran de lo poco que pagaban por el servicio de electricidad o gas. Hay que ser un mago para conseguir que alguien se queje porque algo está barato. Magos, no; pero machacones, sí. Tanto que lograron tatuar la necesidad de que las tarifas sean más caras para que el servicio sea mejor: el usuario como inversor de las empresas obligadas a distribuir la energía que produce el Estado. Llenar el barril hasta que alguna vez derrame. Dos años de pagar facturas de susto y perdonar deudas millonarias con la zanahoria de la inversión para que miles de porteños y bonaerenses padezcan cortes de varios días en medio del sofocón del verano. Y eso que los empresarios son amigos de Macri, que si fueran enemigos, deberíamos volver a las antorchas.  
Así lograron consenso en el conflicto con las patronales agropecuarias, cuando Todos eran el Campo; convencer de que la libertad de expresión estaba en peligro con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; instalar que a Nisman lo mató un comando iraní-venezolano entrenado en Cuba con un karateca y un arma vetusta con balas vencidas; sostener que el desendeudamiento y la defensa de los intereses nacionales nos aislaban del mundo y miles de pamplinas más. Por eso no debe sorprender que uno se encuentre con alguien que diga “Cristina se robó un PBI”, sin saber lo que es, cuánto significa y dónde lo escondió. Los paraísos fiscales están copados por los PRO y las bóvedas que buscó el fiscal Marijuán –candidato a la Procuraduría- con excavadoras en la Patagonia sólo fueron exabruptos de marketing con fondos públicos. Y si Cristina se hubiera robado un PBI –alrededor de 600 mil millones de dólares- sería la persona más rica del planeta, superando a Carlos Slim que tiene “sólo” 50 mil millones de dólares.
El desquicio que inyectan en el pensar del público cautivo desde las usinas de estiércol es tal que lograron que sea Presidente alguien que no merecería siquiera ser vocal de un club de barrio o sembrar la esperanza de que este pantanoso camino de espinas lleve a La Revolución de la Alegría. Tanto que convierten la patoteada de Vidal a unos guardavidas que reclamaban por sus salarios en un ejemplo de civismo. Tanto, tanto, que hacen creer a sus abonados que el Gran Equipo está solucionado problemas cuando, en realidad, está empeorando la vida de casi todos los argentinos.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...