En estos dos años de gerencia PRO no sólo se ha verificado que la campaña presidencial fue un engaño sino que el plan que traían entre manos nos conduce a una catástrofe sin escalas. Aunque el empresidente Macri recibió el país en mejores condiciones que todos los precedentes, primero disparató los números con medidas regresivas y ahora aplica una receta más adecuada para una economía terminal. El Gran Equipo provocó un desastre y para repararlo provocará más desastres. Y todo esto mientras aseguran que todo es en pos de normalizar el país. Una normalidad que implica desatender todas las normas para satisfacer las angurrias de una minoría empachada que jamás derramará una gota. Una ilusión que asegura que este penoso camino nos conduce a un paraíso llamado Revolución de la Alegría.
Una alegría orgiástica en la que los cortes de electricidad son más caros que antes. Los votantes del Cambio no sólo consiguieron la eliminación de los tan ofensivos subsidios a los servicios públicos sino también un bestial incremento en las tarifas que no derramaron en inversiones, sino que se fueron por la canaleta de la acumulación avarienta. Ahora son más los que disfrutan de un verano con más de 40 grados sin aire acondicionado, heladera ni ascensor: pagan miles de pesos para terminar sentados en la vereda abanicándose con un Clarín viejo. Y los que antes caceroleaban por veinte minutos sin servicio ahora toleran días de simulacro decimonónico con un silencio vergonzante.
Votantes tan convencidos de su voto que hoy ni se quejan de la inflación: si antes consideraban que era el resultado del populismo K, ahora que ocupa el segundo lugar en la región después de Venezuela, la toman como algo tan inevitable como una lluvia sorpresiva. Y eso que Macri en campaña había dicho que "era lo más fácil de resolver", pues es una muestra de incapacidad para gobernar. Lejos de reconocer tan evidente incapacidad, corre las metas como Pierre Nodoyuna, el tramposo de "Los autos locos". Tramposo y egoísta, porque quiere imponer un techo salarial para transferir más fortunas a los que tienen de sobra, aunque la inflación acumulada desde su asunción alcanza el 70 por ciento y el poder adquisitivo ha perdido, en consucuencia, un extenso terreno.
Votantes tan conformes de lo que han votado que, en la soledad del baño, celebran la muerte de Santiago Maldonado, el asesinato de Rafael Nahuel y todos los decesos que se han producido por violencia institucional: uno por día, todo un récord en democracia. Esto es razonable porque en el ideario PRO hay vidas que valen menos. Pero es contradictorio que los que lloraron por las víctimas de la Tragedia de Once, ignoren con énfasis a los tripulantes del ARA San Juan y el dolor de sus familiares.
Ojos muy bien cerrados
Antes se preocupaban por la plata de los jubilados porque acataban las órdenes de los medios que consumen y hoy toman como necesaria la reforma previsional -que despoja a los pasivos y serrucha a los que están prontos a serlo- para solventar una deuda alimentadora más de la especulación que del desarrollo. Jubilados que ya no reciben medicamentos gratuitos y ven malograda la atención de su salud. "Nuestros queridos abuelos" -como decía el Ingeniero en campaña- observan con resignación cómo la canasta de alimentos empieza a ser inalcanzable. La gobernadora Vidal aseguraba cuando era candidata "no vas a perder nada de lo que tenés", salvo el poder adquisitivo que, con el nuevo cálculo de incremento, perderá por goleada frente a la inflación, empecinada en superar las metas que dibuja el Poder Ejecutivo. Votantes PRO que cierran los ojos ante la certeza de que el Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la ANSES -más de un billón de pesos en activos- jugará en la timba como un privado hasta quedar en manos de los especuladores.
Esos ciudadanos comprometidos que consideraban a Leopoldo López como el mártir de la dictadura venezolana, condenado por cuarenta homicidios, pero festejan con champaña sin aranceles el encarcelamiento injusto que padecen muchos K y allegados por imaginarios delitos indemostrados. Y toman como héroes a los jueces que castigan sin sentencia a los ajenos y perdonan a pesar de la evidencia a los propios. A los que actúan por presión, no tanto, como el caso de Daniel Rafecas, que archivó la causa por conflicto de intereses en la venta de Autopistas del Sol SA. Que Macri haya impulsado un aumento en los peajes del 400 por ciento para después vender la empresa a cuatro veces más de su valor no resulta sospechoso para un juez que no parece muy hábil con los números.
Esos individuos a control remoto que colmaban la Plaza convocados por los titulares para defender instituciones que no estaban en peligro, hoy aceptan con beneplácito que sean pisoteadas en serio. Aunque Cristina firmó apenas 29 Decretos de Necesidad y Urgencia -19 más que Alfonsín- en sus dos mandatos y Macri la supera pasada la mitad del primero -y es de esperar, que único- el imaginario del colonizado sostiene lo contrario. Ni tiene en cuenta que modificar leyes o nombrar miembros de la Corte de esa manera es anticonstitucional, como lo hizo con la de Blanqueo que, en su versión parlamentaria, prohibía el beneficio para familiares y un decreto lo habilitó.
Tampoco enoja que, desde Villa La Angostura, el presidente off shore firmó un mega decreto de 192 artículos que modifica más de 140 leyes para re estructurar el Estado, sin más necesidad ni urgencia que satisfacer intereses minoritarios a los que representa. Si dudas, una decisión inconstitucional de quien ya actúa como un dictador. Aunque los bancos ganaron más de 70 mil millones de pesos durante el año pasado, el buen Mauricio pone las cuentas sueldo a disposición de los embargos, algo que deja en la indefensión a los trabajadores. Y eso no es nada: además modifica las licencias de importación tal como lo exige la OCDE para bombardear la ya vulnerada industria nacional. Una entrega que debería despertar la ira de gran parte de los argentinos, que se verán perjudicados con este adefesio, cuyos fundamentos fueron copiados de un decreto de los noventa. Después dicen que son el futuro, pero se basan en el peor de los pasados.
Una pena que estemos atravesando estos espinosos tiempos que no nos conducen a nada bueno. Una lástima que los que se dejaron embaucar por las edulcoradas promesas ahora se nieguen a reconocer el error. Sin dudas, creyeron la patraña de que un multimillonario en el gobierno no tiene necesidad de robar. Sin embargo, se mueve. Y tanto que sólo podrá ser frenado cuando las calles se pueblen hasta de todos los que se ilusionaron con esta incamuflable restauración oligárquica.
gracias Gustavo! compartido-abrazos
ResponderBorrarBueno, pero maticemos un poco, así evitamos cortarnos las venas con una chocolina filosa... al parecer hay cosas cambiando para bien (o algo así)... por ejemplo, el virrey "pide" por Ginóbili y el ingrato se lesiona, nos quedaría hacer la encuesta para determinar qué tan mufa es el virrey fúlmine... y así, mil sucesos que, de a poquito y en cuotas van avivando a los atolondrados votantes amarillos, ya sé que puesto así suena poquita cosa viendo los verdaderos dramas que viven tantos compatriotas, pero la encerrona es tan pesada y profunda que hoy, al percibir el cambio de "clima", el fastidio por tanta impostura, la falta de expectativas y, claro, esa cosa cruel de saber hasta dónde metieron la pata... son un cáncer. Y se nota mucho, no es poco.
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