viernes, 2 de septiembre de 2022

Un viernes negro

 

La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido. El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpresa da paso a la angustia. El llanto aparece un tiempo después, cuando comprendemos que el odio jaló del gatillo y el amor generó la barrera que lo convirtió en fallido. Las calles nos verán otra vez poniendo un nuevo límite a los odiadores. Pero esta vez debe ser el definitivo, el necesario para que el país sea para todos.

El agresor -Fernando Sabag Montiel- está detenido, pero acá no termina todo. Un error sería considerarlo como un loco suelto. Tanto él como el repartidor que quiso golpear con una llave inglesa a los militantes, como los que colgaron bolsas mortuorias o atacaron con palos incendiarios la Casa Rosada, como los que difunden agresivos y calumniadores mensajes en las redes. Tanto él como muchos más son un resultado. No es posible separar estos episodios aislados de los constantes vómitos de odio que destinan a diario desde los medios hegemónicos mercenarios disfrazados de periodistas y sus entrevistados aliados. Si hasta ayer nomás animaban a las fuerzas de seguridad porteñas a que “metan palos” a los que se atrevieran a acercarse a la casa de Cristina. Si hasta ayer nomás los principales exponentes del PRO competían por quiénes “tienen el coraje” de poner freno al kirchnerismo. ¿Cómo no va a aparecer un loco suelto con un arma si el diputado del PRO, Francisco Sánchez, propuso la pena de muerte para Cristina? ¿Cómo no esperar una reacción así si el legislador porteño Roberto García Moritán –más conocido como El marido de Pampita- propuso con orgullo la demolición del emblemático edificio del Ministerio de Desarrollo Social porque sus empleados colgaron una bandera de apoyo a Cristina?

Así las cosas, las muestras de repudio no faltaron. Por supuesto, de los propios y de muchos mandatarios extranjeros. También de los que contribuyeron a la construcción de este monstruoso episodio, aunque a regañadientes, Rodríguez Larreta, Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y la banda de TN y La Nación + expresaron consternación y solidaridad. Más que solidarizarse, tendría que pedir disculpas porque esto es un resultado y son ellos los que alimentaron el horrendo camino que desembocó en él. Con una hipocresía inconmensurable, simulan gestos de preocupación sin asumir su responsabilidad.

La Corte Suprema de Justicia tardó horas en emitir un comunicado porque la culpa los carcome. Sus integrantes permitieron la transformación del Poder Judicial en una maquinaria de persecución para alimentar el estigma. Todos ellos, políticos, comunicadores, los integrantes de la Corte y algunos jueces y fiscales alentaron al loco suelto, a todos los locos sueltos que ven el odio como única forma de ciudadanía.

Por supuesto, están los “sinceros” que renunciaron a la simulación. Patricia Bullrich, Amalia Granata, Florencia Arietto y Martín Tetaz que de tan burros resultan insalvables. La calle nos espera para clamar por un país en paz pero no sólo para repudiar el atentado sino a todos los que cargaron el arma con sus discursos odiadores, las especulaciones cotidianas, la expoliación de nuestros bolsillos y el egoísmo desenfrenado. Todos ellos atentan contra la democracia y esta vez el disparo falló. Hay que desarmarlos para siempre.

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