domingo, 30 de septiembre de 2012

El guión de un sainete carroñero



Los estudiantes argentinos en Harvard pagan 70 mil dólares al año para terminar adoctrinados por los titulares de Clarín y La Nación. Sin lugar a dudas, los están estafando. Si tan molestos se mostraron algunos popes de la política local por el juego didáctico del Eternauta, ahora deberían emprender acciones legales contundentes ante tal atropello pedagógico. El miércoles, en Telenoche, el Jorge Lanata versión 2012 parecía satisfecho por el papelón que los estudiantes de Georgetown le habían hecho pasar a Cristina con sus preguntas. Nada de eso hubo, por supuesto. Pero, para los que no vieron en directo las escenas, resulta efectivo sembrar esa imagen manipuladora. En Harvard, donde parece que muchos juegan de locales, la opereta quedó en evidencia. Tanto es así, que tuvieron que tomarse de un episodio menor para ocultar la habilidad de CFK para librarse de la obvia emboscada. O tal vez, como son muy brutos, no entienden de ironías. Siempre aprovechan el momento más superficial de sus intervenciones para ocultar lo más profundo. Estrategia que sirve, por supuesto, para alimentar los prejuicios de los que no quieren comprender.
Cuando los que se quejan son los que más tienen significa que el camino emprendido es el correcto. Lo peligroso es que tienen herramientas más que suficientes para bombardear a las autoridades democráticamente elegidas. Contactos de clase. Y no tienen escrúpulos, pues son capaces de confabularse con los representantes de los fondos buitre con tal de lograr su objetivo: desterrar al kirchnerismo del territorio nacional. Aunque disfrutan de sus fortunas muchas veces mal habidas, no dudan en apelar a sus viejas mañas predatorias para retomar el control de una situación que se les está yendo de las manos. Esto no significa que temen volverse pobres a causa de las medidas tomadas por el Gobierno Nacional. Al contrario, a la mayoría le ha ido mejor que en años anteriores. Lo que les molesta es compartir el país con los ciudadanos de segunda. Esos caceroleros vip detestan que la recuperación de derechos produzca una leve limadura en sus cuantiosos privilegios. Porque ningún argentino estudia en Harvard a costa del sacrificio familiar. Para llegar a eso tiene que sobrar… y mucho.
Una inversión que puede dar cuantiosos dividendos, a fuerza, por supuesto, de negar toda pertenencia nacional. Porque, para ellos, Argentina no es más que un surtidor para engrosar sus billeteras, aunque tengan que aliarse con las sanguijuelas del Norte. Una fuerza de choque contra argentina, ATFA, liderada por el multimillonario Kenneth Dart busca desprestigiar las políticas económicas desplegadas por el Gobierno Nacional. Integrantes de esta organización distribuyeron unas tarjetas rojas durante el cacerolazo realizado por residentes y turistas argentinos frente al hotel donde se alojaba La Primera Mandataria, en obvia alusión a las amenazas futboleras del FMI. Esta misma escena se repitió en las universidades de Georgetown y Harvard.
En este último centro de estudios también distribuyeron un folleto que mostraba una foto de Cristina en la ONU, encabezado por la pregunta “¿cuán libre es la prensa en Argentina?” y un subtítulo un poco más explicativo: “la libertad de prensa está bajo ataque”. Allí se detallan las denuncias presentadas por el World Press Freedom Committee, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) o la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) sobre inexistentes violaciones a la libertad de expresión. Esto sin aclarar, por supuesto, que son organizaciones empresariales que sólo defienden intereses económicos. Después, un listado de titulares con forma de consignas, como el  deterioro de la libertad de expresión, el acoso constante y la intimidación de los periodistas independientes y críticos, entre otros. Las quejas habituales de las luminarias vernáculas, pero for export. Para ilustrar el peligroso giro político que está tomando nuestro país, el libelo destacaba el premio que había otorgado la Universidad Nacional de La Plata al cuco de Latinoamérica, Hugo Chávez, por su defensa de la libertad de expresión. Y lo más sorprendente es que citaba una crítica del diputado del PRO, Federico Pinedo, cuya proyección internacional brilla por su ausencia. Y su intelecto, también
Pero, por si todo esto fuera poco, el decano y moderador de la fábrica neoliberal, David T. Ellwood, recibió días antes de la visita de Cristina una curiosa carta firmada por Gonzalo Blousson, un liberal criollo con aspiraciones electorales. En esta misiva, el operador político advertía que "los argentinos estamos perdiendo nuestras libertades civiles y económicas, y Kirchner no da conferencias de prensa para responder preguntas".  Y para que la presión manipuladora sea efectiva, afirmaba que habían enviado el mismo texto a más de mil medios americanos y al “Centro de Estudiantes de Harvard”. En catorce puntos, la dramática carta explicaba las atrocidades cometidas por el autoritarismo K, como la privación para comprar dólares o los impedimentos para salir del país, sin aclarar, por supuesto, que el fin de tales controles es evitar la evasión tributaria.
En definitiva, un puñado de patricios complotaron en el Imperio para salpicar la visita de Cristina. Si esto no es traición, se le parece bastante. No se conforman con manipular a una minoría individualista de la CABA. Como no tienen argumentos ni propuestas, tratan de poner zancadillas. Como son malos perdedores, quieren patear el tablero. Como no encuentran cuarteles donde cobijarse, buscan la sombra protectora del envejecido y tambaleante Tío Sam. Como saben que la excusa perfecta para la intervención norteamericana son las violaciones a los derechos humanos y la democracia, dibujan una realidad monstruosa. Sus malas artes recorren kilómetros. No estaría de más dejarlos en evidencia.
Pero CFK estaba advertida de la maniobra y ante el atril de Harvard tuvo que hacer mucho esfuerzo para disimular su malestar. Los diez estudiantes formularon preguntas que habían sido preparadas por los periodistas presentes y basadas en el engañoso contenido de los panfletos. Un estudiante se deschavó, al advertir que “no iba a preguntar lo que quieren ellos”, sin aclarar a quiénes se refería. En definitiva, como Cristina no da conferencias de prensa en Argentina, la trasladaron a Estados Unidos y los estudiantes vip fueron los chirolita de estos habilidosos ventrílocuos. En algunos casos, no tanto. Una puesta en escena de la desesperación que sienten porque no pueden recuperar el sentido común que dominaron durante tanto tiempo. Y si hubo silbidos, también fueron a control remoto. Entonces, vino la comparación con forma de ironía: actúan como los que tanto desprecian. La reacción fue la esperada: la sobreactuación. Titulares, columnas y declaraciones de pseudo políticos serviles y desorientados trataban de señalar una gruesa contradicción de La Mandataria. Hasta dos exponentes de la Coalición Cívica presentaron una denuncia en el INADI, algo que no hicieron cuando Marcos Aguinis comparó dos organizaciones sociales con las juventudes hitlerianas, por ejemplo.
Algunos dicen que Cristina no debió hablar en Harvard. Sin embargo, el resultado de la comedia es por demás de auspicioso. Por un lado, en la desesperación ante tanta impotencia son capaces de traicionar la voluntad popular en todo terreno y demostraron que en eso no tienen límites. Hasta pueden suplicar al FMI para que nos saquen por fin la tarjeta roja o solicitar ayuda a los marines para que invadan el país antes del 7D. Por el otro, quedó claro para qué quieren conferencias de prensa: para interrogar y condicionar, no para escuchar las respuestas. Si de algo sirvieron las charlas en las universidades norteamericanas fue para dejar al descubierto la miseria que nutre a los carroñeros locales. Aunque simulen celebrar el éxito de la celada, en la intimidad no encuentran rincón dónde llorar tanto fracaso.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Un modelo que da cátedra


Los discursos de Cristina nunca son de ocasión ni de catálogo. Siempre dejan huella en quien los escucha. Tal vez por eso hay muchos que tratan de negar su palabra, porque temen ser convencidos por las ideas que han transformado nuestro país en tan sólo nueve años. Algunos no entienden y otros no quieren entender. Sin embargo, no hay nada que sea incomprensible. Dos caminos se plantean en cada discurso presidencial: tomar medidas para beneficiar a unas minorías o para beneficiar a las mayorías. No hay siquiera un posicionamiento ideológico opuesto en los dos planteos; tan sólo de destinatarios. En todo caso, hay diferencias de recorrido. El primero es el conocido modelo del derrame –en realidad, es un goteo- que muchas veces ha terminado siendo un drenaje, pero inverso. El segundo, busca fortalecer la base social a través de una lenta, pero constante redistribución del ingreso. El crecimiento, en este último modelo, se da de abajo hacia arriba, como debe ser todo crecimiento. Si se contiene la avidez de los de arriba, se producirá una mejora en los ingresos de los de abajo. Y para garantizar eso debe estar el Estado. Pero eso es lo que más molesta: que el Estado intervenga en la economía para proteger a los más vulnerables. Entonces surgen las consignas que sentencian el clientelismo, el gasto público, la inflación, el dólar, las fronteras cerradas, los planes, los terrenos para las mucamas y demás expresiones de asco hacia el ascenso social. En tan sólo dos días, CFK propuso al mundo cómo superar la actual crisis económica global, con la convicción de que sólo puede revertirse a través de la acción política.
Si no es una heroína, se parece bastante. La Presidenta habló de la crisis desde el lugar en donde se cocinan todas las que el mundo ha vivido. Primero, en la Asamblea de la ONU, donde realizó duros cuestionamientos a las recetas recomendadas por el FMI. Allí defendió la soberanía económica argentina conquistada con mucho esfuerzo después de la crisis más profunda que ha tenido nuestro país en sus doscientos años de historia. Pero además, instó a todas las naciones afectadas a apelar a la política para evitar que el saqueo producido por los capitales financieros especulativos no afecten más a los ciudadanos. Y aunque evitó por todos los medios posibles poner a nuestro país como ejemplo, destacó los logros alcanzados en nuestra economía doméstica. Lo más importante, la reducción de la deuda, que pasó de representar en 2003 un 160 por ciento del PBI a estar en la actualidad en sólo un 14 por ciento. Y eso gracias a un crecimiento sostenido a lo largo de nueve años, como nunca antes había ocurrido.
En los días subsiguientes, la cátedra continuó, aunque se modificó el escenario. La universidad de Georgetown recibió a CFK en una distendida charla con un grupo de estudiantes para inaugurar un espacio en el que Argentina será el objeto de estudio. Por eso comenzó con la historia y sostuvo que la batalla de Caseros terminó con un período de industrialización incipiente -el de Juan Manuel de Rosas- para dar paso al modelo agroexportador que muchos intentan reinstalar. En los cuarenta minutos de su exposición hizo un apretado recorrido por la historia de nuestro país y las relaciones con Estados Unidos, las nefastas y las no tan malas, como la preocupación del presidente Jimmy Carter por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura.
En ese ámbito académico, Cristina definió al golpe del ’76 como el momento en que comenzó “la decadencia, se profundizó la desindustrialización y se gestó la gran crisis que haría implosión en 2001”. Crisis a la que contribuyó el Consenso de Washington, pergeñado por los neoconservadores en 1989, basado en la desregulación de los mercados. “La regulación siempre existe –explicó CFK- o la hace el Estado o la hace el mercado. O el Estado o los grandes conglomerados económicos y mediáticos”. Y algo de eso se notó. Las preguntas que los estudiantes hicieron, tanto en Georgetown como en Harvard, estaban notoriamente influenciadas por los medios argentinos con hegemonía en decadencia. Todos los titulares que siembran la desconfianza y el desánimo aparecieron con forma de interrogación. “Una cosa es saber, porque nos transmiten saberes para ser abogados o economistas, o médicos, y otra es comprender y entender –sintetizó La Presidenta- Algunos saben todo y entienden poco. Otros saben menos y, quizá por estar menos contaminados, entienden más”.
En Harvard fue más evidente la influencia de los medios. Claro, muchos de los jóvenes elegidos eran argentinos. Y no cualquiera puede acceder a estudiar en una universidad como ésa. El cepo cambiario, las conferencias de prensa, la inflación, la re re, el crecimiento patrimonial fueron algunos de los tópicos abordados con la forma de preguntas, después de una síntesis de los logros del modelo expuesta por La Presidenta. “Me siento un privilegiado por ser uno de los pocos argentinos en poder hacerle preguntas...”, comenzó, con ironía, uno de los muchachos vip. Quizá deba considerarse un privilegiado por estudiar allí y no por poder hacer preguntas. Pero sin pensar en eso, Cristina respondió que su obligación es gobernar y “no estar dando conferencias todos los días”. Además, cabe aclarar que la insistencia instalada por la prensa opositora no se basa en la necesidad de buscar información sobre los actos de gobierno. El “queremos preguntar” que inauguró Jorge Lanata en su programa algunos meses atrás no tiene otro objetivo más que sembrar desconfianza en la relación de La Mandataria con los ciudadanos.
Detrás de ese slogan no hay otra cosa más que la intención de recuperar el condicionamiento que los exponentes del poder fáctico han perdido. Porque parte del periodismo ha abandonado ya su rol inicial de representar al ciudadano indefenso ante los poderes del Estado. Desde hace mucho tiempo, algunos periodistas vienen ocupando el rol de voceros de los grupos económicos que han producido tanto daño en nuestra historia reciente. En todo caso, en esas conferencias de prensa que tanto reclaman, no importará la información que puedan recabar sino el escándalo que logren generar los cronistas más consustanciados con los intereses de las minorías. Pero a fuerza de propalar estas instancias informativas como si fuesen un derecho constitucional, han conseguido que muchos individuos la adopten como demanda en sus rituales caceroleros.
Y aunque suene exagerado afirmar algo así, estos esbirros culinarios son muy manipulables. Una sola chispa los convierte en una antorcha que deambula de aquí para allá tratando de incendiar a quien se le cruce. Esta semana, el blanco fue el licenciado Guillermo Moreno y sus modos poco galantes. No fue tan importante el escrache en cuanto al número de participantes sino a su virulencia. El clima comenzó a gestarse desde el domingo con el informe de Jorge Lanata sobre las supuestas amenazas y abuso de autoridad contra la despachante de aduana Paula de Conto. Como la causa iniciada en la Justicia cayó por sorteo en las oficinas de Oyarbide, hacia allí fueron las cacerolas para expresar su descontento. Pero Moreno también tiene otra denuncia por un entredicho que tuvo con Sandra González, titular de Adecua, en una reunión para evaluar la conducta ética de las asociaciones de consumidores. Y entonces, se gestó el escrache. El clima se volvió denso por los mensajes que circularon por las redes sociales, que casi podrían interpretarse como amenazantes y mafiosos. Por eso, el Ministerio de Justicia, encabezado por Julio Alak, presentó una denuncia penal contra algunas personas que operaron en la organización de la protesta frente al domicilio del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Pero los ideólogos de todo esto son los titulares que han bombardeado al funcionario al punto de su demonización. Claro, su función es controlar a las bestias, que se resisten y tiran dentelladas. El 7 de diciembre está próximo, pero dará tiempo para que esta terrorífica mini serie exhiba unos cuantos capítulos más.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

De cacerolas, clarines y tarjetas


Todavía hay algunos que se lamentan porque La Presidenta no hizo referencia alguna a los cacerolazos del 13-S. De haberlo hecho, poblarían páginas y páginas denunciando que persigue a los que piensan distinto. No les viene nada bien, porque no buscan el bien, y menos el común. Sólo el particular les interesa. De colectivos no saben. Al contrario, eso les molesta. Y se desesperan más por la proximidad del 7-D, que es el día clave para que se aplique el artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Muchas excusas están poniendo y apelarán a sus malas mañas, como nos tienen acostumbrados. Y encima, ponen el grito en el cielo por el spot difundido a través del Fútbol Para Todos. Claro, les molesta cuando se difunde un argumento que no los favorece. Como siempre han dominado el sentido común –y de paso a muchos presidentes y ministros- no soportan perder ese privilegio. Más aún, si los deja al descubierto en sus mentiras y sus miserias. A tal punto que, seguramente, el próximo cacerolazo tendrá como consigna principal la defensa de la libertad de expresión. Cacerolas y clarines sonarán a fin de mes, no para celebrar la llegada de la primavera, sino para exigir el retorno del invierno, aquel invierno mortífero que nos congeló durante tanto tiempo, casi hasta provocar nuestra extinción.
También tratan de igualar los cacerolazos de 2001 con los alaridos cacharreros de unos días atrás. Para lograr eso, tienen que negar las diferencias contextuales, lo que sería forzar la lectura y llevar a conclusiones erróneas. Y también equiparar a los participantes y los motivos. No es lo mismo protestar para llenar la olla que para saturar la caja de seguridad o rellenar el colchón. No es lo mismo reclamar por la falta de trabajo que por la abundancia de controles de la AFIP. No es lo mismo poblar la Plaza de Mayo para demandar alimento para los chicos que para facilitar el viaje a Disney. No tiene nada que ver un cacerolazo con otro. Por supuesto que en la próxima edición de primavera incluirán un nuevo modelo para nutrir el ya variopinto abanico de excusas. Al miedo, la opresión, el autoritarismo, el clientelismo, la negrada, la fábrica de hijos, la mucama con terreno, Cristina eterna y el polémico Moreno se le agregará la defensa de la libertad de expresión. Defensa innecesaria, porque ese derecho no está amenazado. Pero bueno, el objetivo es desgastar lo más posible a “la hija del colectivero” –cacerolera dixit- antes de que el inescrupuloso monopolio deba convertirse en un grupo mediático más.
Los exaltados protestones saldrán en defensa de la oficina de prensa de los grupos económicos que no dudarían en hundirlos en el peor de los pantanos, como ya lo han hecho en años anteriores. Las cacerolas sonarán para clamar por una “libertad” que no es otra cosa que la desobediencia intencional a una ley que fue aprobada en el Congreso, no sólo por el oficialismo, sino por muchos diputados de partidos opositores. Por la ceguera informativa en la que están sumergidos saldrán a apoyar un delito, la contravención, a conciencia, de una norma. Por un rechazo profundo hacia lo que se niegan a comprender contribuirán a fortalecer la provocación del Grupo Clarín. Porque eso es lo que está haciendo: desafiando a los tres poderes del Estado. Ellos son los que ponen en peligro la estabilidad democrática, los que vulneran la Constitución.
La ley que no se puede aplicar en su totalidad por la resistencia del gran multimedios no atenta en absoluto a la libertad de expresión. Los límites en la cantidad no vulneran ese derecho, sino que lo reparte. La libertad de expresión es para todos, no sólo para los que más tienen. Y los que más tienen, ya aturden. Los miembros de la Corte Suprema de Justicia ya se expidieron al respecto y en el fallo de mediados de año, afirman que no se ha demostrado que contradiga ninguno de los derechos garantizados por la Constitución Nacional.
Otra de las mentiras que instalaron para no cumplir con la ley se relaciona con los otros grupos mediáticos, que, según afirman, no han sido obligados a desinvertir. En julio, el AFSCA envió a todos los multimedios una notificación para comenzar con el proceso de adecuación al artículo 161. Pero no se puede obligar a los menores a acatar las normas, mientras el más grandote esté amparado por jueces cómplices. Eso provocaría una mayor desigualdad. Algunos deberán desprenderse de cuatro o cinco señales, mientras el Grupo Clarín debe hacerlo con más de doscientas.
De cumplir con la ley, se trata esta historia. Y de hacerla cumplir para fortalecer, por primera vez en mucho tiempo, las instituciones ante un grupo económico que siempre ha sido esquivo a tales hábitos. Después del 7D, el país podrá ser distinto pues, con voluntad y compromiso, todos los exponentes del poder fáctico deberán someterse a las normas democráticas, porque quedarán sin la protección inescrupulosa de los medios hegemónicos. De esta manera, comenzaremos a construir una soberanía más plena en el manejo de nuestra economía.
Soberanía que defendió con maestría La Presidenta en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Con excesiva elegancia, Cristina explicó a la titular del FMI, Christine Lagarde, dónde guardar sus coloridas tarjetas. La Directora del Fondo había advertido que le sacaría “tarjeta roja” a Argentina si no mejora sus estadísticas de inflación y PBI antes del 17 de diciembre. Se ve que diciembre estará superpoblado de vencimientos. “Teníamos que escoger entre la tarjeta amarilla y la roja –explicó Christine, la otra- Escogimos la amarilla y dimos tres meses más antes de la declaración de censura. Si no hay progresos, sacaremos la roja”. Por supuesto que los carroñeros recogieron estas amenazantes palabras como un regalo del cielo. Algo nuevo para bombardear con estiércol y transformar, con mucho esfuerzo, este ultimátum en una consigna cacerolera.
“Mi país no es un cuadro de fútbol -respondió Cristina, la de acá- Y la crisis internacional no es un partido de fútbol sino la peor crisis desde 1930.” Pero no conforme con eso, agregó: “el rol del presidente de la FIFA ha sido bastante más satisfactorio que el rol de la cabeza del Fondo Monetario Internacional”. Esto, por supuesto, no fue un elogio dirigido a la institución del fútbol internacional ni a Joseph Blatter, su presidente. Sólo a la organización de los mundiales. En todo caso, lo que sostuvo CFK es que el FMI se ha manejado peor que la FIFA, porque “querer solucionar los problemas del mundo con las recetas que los provocaron es absurdo”.
No con la intención de dictar cátedra pero sí desde la certeza de haber afrontado con éxito la crisis de 2008, La Presidenta señaló que “tenemos que hacer ingentes esfuerzos de acumulación de reservas y diseñar políticas para que no nos transfieran desde países centrales consecuencias de la crisis que atentan contra nuestras economías”. Porque, lo que al principio parecía una crisis producida sólo por las hipotecas de los pobres, ahora se nota que “la causante de la crisis global fue la administración financiera de capitales sin ningún control”. Por eso, Cristina pidió regular “los grandes movimientos de capitales donde se esconden formidables transferencias de ingresos” y recordó que “los únicos perjudicados son millones de personas que pierden esperanza y trabajo”.  “Aspiro a que no pierdan la paciencia –pidió a los damnificados- porque cuando además del trabajo la gente pierde la paciencia sobrevienen crisis políticas e institucionales como la que vivimos nosotros en el 2001”. Por supuesto que no le erró. El Congreso de los Diputados español fue el escenario de enfrentamientos entre la policía y miles de manifestantes, desesperados ante una crisis que no provocaron, pero que están padeciendo. Esas son protestas comparables con los cacerolazos de hace más de diez años, no los cacharreos de ahora. Sin embargo, en plena ciudad de Nueva York, un puñado de residentes argentinos manifestaron con cacerolas yanquis frente al hotel donde se alojaba la mandataria argentina. Con ellos, había unos cuantos turistas que clamaban por la libertad para poder salir del país. La ridiculez los desborda y cualquier indicio de vergüenza los ha abandonado. Sólo queda esperar que no sea tan contagioso.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Un manojo de advertencias necesarias


El 7 de diciembre no se termina el mundo, sino una manera de mirarlo. Tampoco es tan así, pero algo de eso hay. No es que de un día para el otro todo cambiará y no habrá tantas mentiras ni manipulaciones. Es sólo una fecha, no un sortilegio. No será fácil, pues apelarán a todos los trucos posibles para prolongar su agonía, que no es ni más ni menos que el cumplimiento de la ley. Entonces se verá quiénes son los que defienden en serio las instituciones. La autoridad de aplicación, la AFSCA, aún no está plenamente constituida, porque los partidos de la oposición se niegan a enviar a sus representantes. Además, cuando muchos de ellos se expresan sobre el tema, sólo apelan a vaguedades de compromiso. No esperan un final feliz ni contribuyen a ello. Y eso que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual tuvo una amplia aceptación en el Congreso por parte de fuerzas no kirchneristas. Sólo se opusieron los que siempre se oponen. Mientras tanto, a fuerza de tapas y cacerolazos, el Grupo mediático más poderoso de la región intentará resistir lo más posible. No será una guerra, pero se le parece bastante.
El cacerolazo del 13-S puede ser pensado como una primera presentación de fuerzas. Primero, tuvieron que sembrar el espectro informativo con consignas inconsistentes: la diktadura, el miedo, la opresión, la corrupción, el otro, los planes. Después, convocar a la protesta a través de las redes sociales operadas por aliados políticos y brindar una sutil propaganda a través de todos sus medios. Finalmente, presentar una lectura cargada de civismo, ejemplo de heroicidad y despojada de las deplorables muestras de odio que algunos medios sí mostraron. Espontanea y pacífica, dijeron. Si bien el carácter espontáneo no le aporta ni le quita nada, llama la atención la insistencia en instalar una falsedad. Y lo de pacífica se rompe al ver los carteles plagados de odio y desprecio, los rostros enojados y las consignas destructivas. A lo que se agregan las agresiones sufridas por muchos cronistas en el lugar. Un docente y periodista de la CABA, Raúl Isman, director del portal “Redacción Popular”, vivió una experiencia aterradora. El autor de estos Apuntes dejará que sea él mismo quien cuente los hechos.
“Cumplidas mis labores –relata Isman- pasadas las 22.30 me dirigí a mi domicilio en un interno de la línea 39 y me bajé en Avenida de Mayo al 1200. Caminaban caceroleros desconcentrándose. Me llamó la atención un grupo de ellos realizando el conocido gesto de Fuck you contra un local peronista. Me acerqué con prudencia a un patrullero y pregunté qué ocurría. A su vez me respondió un joven bastante calmo y yo cometí un error que pudo ser fatal. Dijo algo así como qué mal los k y le respondí yo también soy k,  (y podemos dialogar). Lo que va entre paréntesis no lo pudo oír porque me empezó a insultar a los gritos y la mujer que iba con él llamaba al resto a los alaridos: "aquí hay un k". Rápidamente me rodearon con rostros cargados de odio- siempre protegida mi persona por la policía- y comenzaron a insultarme en una demostración de su proverbial indigencia argumental: montonero, subversivo, hijo de puta, trabajá, andate a Venezuela con Chávez, fueron algunas de las ricas y sesudas expresiones vertidas, mientras que un grupo de jóvenes mujeres con distinguido atuendo saltaba futboleramente mientras gritaba se va a acabar, la dictadura de los k. Por cierto que por su edad, por fortuna no vivieron la siniestra dictadura 1976-1983, pero los insultos proferidos por sus co-caceroleantes antes citados nos permiten sospechar que no lo ignoran. Pero en realidad están de acuerdo y tal defensa del proceso constituye un punto nodal para explicitar porqué el odio exacerbado contra Crisitina Kirchner. Sólo recibí un puntapié mientras me subía al patrullero que me alejó del lugar, pero de no ser por la acción policial no podría escribir esta nota y ninguna más”.
Pero además de esta violencia no registrada por los medios con hegemonía en decadencia ni ningún otro, resulta interesante destacar un punto. Si bien en distintos lugares del país se hicieron protestas similares, no fueron tan numerosas ni portaron consignas tan agresivas y destituyentes. Muchas de las demandas estaban dirigidas más a las autoridades locales que a La Presidenta. En cambio, en la CABA no hubo una sola consigna orientada a falencias del alcalde, que las tiene en abundancia. El fenómeno cacerolero anti K parece ser exclusivo de la CABA, al menos con esas características. Y eso despierta una sospecha. O al menos sugiere que el carácter “a-político” de la protesta es una falacia. Y también, que la conclusión recurrente de que La Capital representa el estado de ánimo de todo el país es sumamente errónea.
Por supuesto que nadie puede poner en duda la legitimidad de la protesta cacharrera, aunque no haya sido tan espontánea ni tan inorgánica. Lo ilegítimo es el contenido de sus demandas. Muchos de los reclamos se basaban en mentiras y exageraciones instaladas desde la cadena de medios opositores. Como protagonista casi exclusivo estuvo el miedo, propalado a partir de un recorte mal intencionado de una frase de Cristina. Los individuos allí reunidos desafiaban un miedo inexistente y ostentaban una valentía innecesaria. También reclamaban una libertad que en ningún momento fue cercenada. Y se quejaban porque no pueden salir del país, aunque el turismo hacia el extranjero ha crecido un 20 por ciento desde el año pasado hasta ahora. Por eso las demandas expuestas en los cacerolazos de la CABA son ilegítimas porque son producidas a partir de una salmodia interminable de información maloliente. Quienes sacudieron sus cacharros constituyen el público cautivo de un relato cargado de resentimiento, xenofobia, desprecio y manipulación. Sólo puede esperarse que quienes asistieron a la plaza con reclamos más cercanos a la recuperación de derechos, como la inseguridad o, en todo caso, la inflación o el desempleo, hayan sentido un poco de vergüenza al ver los objetivos reales del grueso de los participantes.
Mientras tanto, desde el oficialismo se descartó la realización de una contra-marcha. En vano hacer algo así, porque no calmaría a las fieras, sino que las exaltaría. Esos bulliciosos sectores, que se consideran a-políticos y espontáneos, desprecian la organización, aunque hayan sido convocados desde las sombras por muchos integrantes del PRO, escudados en el anonimato de las redes sociales. Por más que las hordas K se presenten por millones en la plaza, el sentido común mediático impondrá la lectura de que fueron arrastrados, comprados o adoctrinados por el relato dictatorial. Porque precisamente la diferencia está en la valoración del carácter de una marcha. Para los caceroleros es una virtud no estar ligados a ningún partido político, aunque no sea tan así; creen en serio que asistieron espontáneamente a una protesta no-política; y, tal vez, consideran que sus demandas son legítimas. Pero lo inorgánico es la característica de los minerales, que son los menos sensibles y cambiantes del planeta. Por el contrario, los seres orgánicos son los que se transforman, crecen, se asocian, se reproducen, modifican su entorno. Y no caben dudas de que en nuestro país se han producido importantes transformaciones en los últimos años. De las inimaginables. Lo orgánico y lo planificado es lo que garantiza un rumbo. Lo contrario no es más que un deambular entre cacharros sobre una inmovilidad que huele a estiércol.

sábado, 22 de septiembre de 2012

El tortuoso camino hasta el 7-D


Como una pesadilla recurrente, el conflicto del subte vuelve a ocupar la agenda informativa. En realidad, el conflicto no es del subte, sino del alcalde de la CABA que no sabe qué hacer con él. O sí, pero lo disimula. Empecinado en sus caprichos, vuelve a depositar sobre los hombros de todos los argentinos un medio de transporte que sólo funciona en la Metrópoli. Además, insiste con que no es él quien tiene que controlar la concesión y exige más subsidios del Gobierno Nacional. Por lo visto, se ha tomado muy en serio lo del “estado paternalista”. Y también reitera que quiere hablar con La Presidenta, quizá para formar una especie de dúo y enriquecer sus shows. A esta altura de la vida, nadie duda que el empresario que imita –y mal- a un político no quiere gobernar, sino meter ruido para alentar nuevas asonadas caceroleras para animar las noches primaverales. Mientras el destructor de Mercury flota al amparo de la protección mediática y de su sapiencia respiratoria, cosas más interesantes y auspiciosas ocurren fuera de los muros de su fortaleza.
El Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, exageradamente cuestionado por no saber apreciar las virtudes musicales de los caceroleros, presentó a mediados de semana el Informe Mosconi, que narra el descomunal latrocinio de REPSOL al frente de YPF. Claro, la inseguridad es más que una sensación. Este documento denuncia “un proceso de sistemática desinversión, depredación del recurso y una visión cortoplacista que priorizó el giro de dividendos a su casa matriz”, explicó el funcionario. La investigación realizada por el equipo designado al ser intervenida “muestra cómo se afectaba el futuro de los argentinos, mientras la empresa hacía maravillosas campañas publicitarias, pero cada vez invertía menos, producía menos y, a la vez, ganaba más plata”. Abal Medina destacó que de esta manera se malograba “un patrimonio simbólico material de todos los argentinos y se comprometía el presente, el desarrollo, el crecimiento y los puestos de trabajo”.
Por su parte, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, destacó que en los noventa “se convirtió a YPF en un instrumento para la valorización financiera y para la extracción desmedida de un recurso escaso, en manos de unos especuladores que se dedicaron a cualquier negocio, menos aquellos que apuntaran al bienestar del pueblo argentino”. El funcionario  destacó que este informe muestra los “fundamentos claros y contundentes de que no había otra opción que hacer lo que se hizo”, expropiar la empresa y recuperar su manejo para el Estado nacional, algo a lo que las fuerzas amarillas se opusieron en la Cámara de Diputados, dicho esto para ejercitar la memoria, nada más.
Memoria que a veces se mezcla con barro y el resultado es Facundo Moyano, quien no dudó en apelar a superficiales comparaciones de los cacerolazos del 13-S con los de diciembre de 2001. El Diputado por el “Frente Para la Victoria opositor” consideró que en el oficialismo "algunos utilizan el mismo argumento que utilizaba De la Rúa, que después se terminó yendo en helicóptero de la Casa Rosada". Y, a punto de quemar las naves y hasta los salvavidas, explicó que "algún sector del kirchnerismo ni siquiera es kirchnerismo. Yo lo catalogo como cristinismo bobo. Esto habla de una pobreza intelectual llamativa. Abal Medina tiene una carrera intelectual importante, pero ante las protestas del jueves pasado acude a la simple descalificación". Quizá el sindicalista interpretó las expresiones en la Plaza de Mayo como elogios hacia La Presidenta.
Un poco de resentimiento hay en su crítica, sobre todo cuando se refirió a la "matriz vanguardista de un sector, que dice «nosotros que leemos, que tenemos una trayectoria académica, le decimos a la gente qué es lo que tiene que hacer»". Y, abandonando totalmente la coherencia, pidió "dejar la ideología de lado y discutir realidades". Un GPS no le vendría mal, para no quedar adherido al parabrisas de los noventa. En cambio, el senador Aníbal Fernández nada encomiable encontró en la protesta de “un sector que ha perdido privilegios” y destacó que “el nivel de odio de esa manifestación no fue saludable”. Sin embargo, el diputado Miguel Pichetto se mostró contrario a la realización de un contra-cacerolazo porque se vienen fechas importantes que podrán aprovecharse para manifestaciones de apoyo al gobierno de CFK.
Y bueno, como homenaje al hijo del camionero, Apuntes Discontinuos dedicará unos párrafos al “cristinismo bobo” que tanto molesta. En una nueva etapa del Pro.Cre.Ar, quien despierta las boberías del 54 por ciento de los ciudadanos aclaró que “lo que tienen que entender los que llegaron a un determinado nivel económico, los que ya son clase media, media alta o alta, es que también los que todavía no llegaron tienen el derecho a aspirar a ser de esa clase media, y por qué no alta”. En un momento de su discurso, hizo una crítica a los caceroleros, pero de manera elíptica. “La verdad que escucho algunos comentarios acerca de la localización de barrios y pienso que hay quienes se creen miembros de la dinastía Romanoff”, expresó con ironía. Aunque aludía a las quejas de los vecinos de Ezeiza ante la construcción de viviendas sociales, esa misma comparación podría hacer blanco en los que cuestionan la AUH y los planes sociales. “La verdad, quiero ser sincera, tengo que decirlo, observo como que los argentinos o una parte de ellos tuvieran desprecio hacia determinados sectores sociales que no han podido crecer o tener mejores ingresos”, confesó La Presidenta. Para que no queden dudas de que los golpes de cacerola no pueden torcer el rumbo, CFK aseguró que debemos “hacer un gran esfuerzo para seguir sosteniendo este modelo que ha venido creciendo, pese a las graves dificultades que atraviesa el mundo por la crisis” y remarcó que “vamos a seguir poniendo todos los días una nueva idea”.
Que es lo que falta en ciertas gestiones que se quieren proyectar para el futuro del país, pero lo único que hacen es generar malestar para desgastar la adhesión al Gobierno Nacional. Que Macri vuelva a reflotar su conflicto favorito, el del subte, es una muestra evidente de sus intenciones. Las contradicciones del ministro de Hacienda porteño, Néstor Grindetti, al justificar la no inclusión de subsidios para el subte en el Presupuesto 2013 resultan casi de antología. El riesgo inmediato es que la concesionaria deba incrementar la tarifa a cinco pesos ante la falta de control y subsidios del Estado que corresponde: el porteño. Y esto provocará desconcierto y bronca en los usuarios y se convertirá en una nueva excusa para sacudir cacharros. Y por supuesto que los sones estarán destinados a La Presidenta y no al evanescente ingeniero, que tiene un escudo mediático imbatible, además de un ejército de operadores en las redes sociales. Después dicen que estas protestas del odio son espontáneas e inorgánicas. El guión ya está escrito. Sólo falta poner en escena el segundo acto de esta macabra obra que tiene como objetivo desgastar una gestión comprometida con la construcción de un país mejor. Pero a la vez, se aproximan fechas clave que servirán como un buen motivo para poblar las calles en apoyo a CFK, la creadora de las boberías que tanto desesperan a los destructores de siempre. Calles que se llenarán de rostros felices, ilusionados, comprometidos, agradecidos para desterrar las sombras que todavía nos asechan, cargadas de odio.  

jueves, 20 de septiembre de 2012

Los que se escudan en las cacerolas


Si algo queda claro del cacerolazo es que no les gusta el kirchnerismo. Poco importan las consignas que esgriman, porque sólo son excusas. Lo sorprendente será, en todo caso, que algunas fuerzas políticas se animen a convertirlas en un programa político. Y ya aparecieron los primeros voluntarios, por supuesto. Mientras tanto, con espontaneidad, los gorilas 2.0 están preparando otra muestra de percusión culinaria para fin de mes, quizá con más asistentes y con un renovado mosconeo de excusas. Tal vez la protesta cobre nuevos bríos cívicos con la defensa por el procesamiento a notorios periodistas espías o por la inevitable aproximación de la fecha de caducidad para el mayor grupo mediático de nuestro país. Estas minorías protestonas intentarán transformar un avance de la justicia democrática, en todo lo contrario. Porque no entienden o porque sí entienden, pero lo harán. Con o sin intención, harán un aporte a la agenda informativa de las propaladoras de estiércol y se convertirán en peones de los carroñeros que ven próximo el fin de su supremacía en la manipulación del sentido común. El sobredimensionamiento que se ha dado a estas manifestaciones minoritarias e individualistas permite apartar de la agenda la presentación del Informe Mosconi y el anuncio de una investigación profunda sobre el origen de nuestra deuda externa. Cuando los resultados salgan a la luz, los ciudadanos comprenderemos el porqué de tanta desesperación.
Por supuesto que van a llevar como bandera la defensa de la “libertad de expresión”, uno de los principios más distorsionados de los últimos tiempos. Los que se escudan en este derecho no tienen reparos en pisotearlo con su malintencionado accionar. Detrás de él esconden mentiras, operaciones, tergiversaciones y amenazas. Detrás de él están los eternos que siempre han gobernado desde las sombras los destinos del país, con un saldo negativo para el resto de los ciudadanos. Aunque les importe tres pepinos la República y la Democracia, se autoproclaman como sus defensores. Aunque derraman litros de lágrimas cuando descubren a un pobre para montar su show, jamás han escatimado esfuerzos para escamotear las riquezas del país. Aunque se conduelan con las víctimas de la inseguridad que ellos amplifican, no han dudado en asociarse con la peor de las dictaduras para acrecentar su poder, a costa de silenciar los crímenes más atroces. Poderosos, eternos y malvados que se presentan como víctimas de un autoritarismo que no existe, como si fueran inocentes corderitos acosados por lobos hambrientos.
Y como ven amenazado su poderío y temen quedar al descubierto, redoblan sus esfuerzos para alimentar los prejuicios de los que no ven más allá de su nariz. Por eso las protestas contra la Cadena Nacional, que ocupó tan sólo 15 horas contra las casi 6000 que tuvieron a su disposición para envenenar con sus panfletos. Por eso un manifestante exigió que La Presidenta dé conferencias de prensa en lugar de usar La Cadena. Y agregó “así no me obligan a escucharla”. La “operación cadena” pergeñada por Clarín, satélites, laderos y siervos tuvo el éxito de convertir en atropello algo que es perfectamente legal. Además, tal vez muchos de los que claman excitados que no soportan escucharla, jamás lo han hecho. Y desde la desinformación y el prejuicio, esta minoría protestona embiste contra la voluntad de las mayorías. Como ya se dijo en un Apunte anterior, las mayorías deben respetar los derechos de las minorías, pero no sus privilegios. El de evadir y fugar a cuatro manos mimetizado con la consigna “no nos dejan salir del país”, por ejemplo. Para que quede claro, el evasor no es un héroe ni una víctima, sino un angurriento que acrecienta sus monstruosas ganancias a costa del esfuerzo colectivo.
Muchos se horrorizaron al ver flotar cruces esvásticas en la manifestación del odio, aunque interpretaron, erróneamente, que eran portadas por agrupaciones neo nazis. Debajo del nefasto símbolo estaba el odiado nombre: Cristina. Cristina es nazi. Además, había otro cartel que rezaba “maestros de la propaganda” y debajo un dibujo de Hitler junto a uno de La Presidenta. Todas estas barbaridades no son más que el resultado de la retahíla de comparaciones que los popes del periodismo opositor hacen del nazismo con el kirchnerismo. Columnistas, editorialistas, analistas y locutores como discos sinfín están constantemente repartiendo falsas analogías que prenden en los gorilas 2.0 convocados a la sedición. Porque es eso lo que están haciendo: alentando la rebelión de los disconformes perpetuos. Lo mismo que han hecho desde los tiempos del levantamiento de los estancieros, provocar una reacción, producir desaliento en muchos pobladores, construir malestar a través de sus mentiras.
Pero el fin de ciclo está próximo. El procesamiento a los integrantes de una red ilegal de espionaje liderada por Juan Bautista Yofre revela un accionar muy afín a la derecha más rancia. No hay que olvidar que el Jefe de Gobierno porteño está involucrado en una causa similar. Después de seis años de investigación, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, decidió procesar a los involucrados por el delito de espionaje por  “hacerse y comercializar datos, noticias e información de orden político, social, militar o económico que debían permanecer secretos en función de la seguridad, la defensa o las relaciones exteriores”.  Esta banda hackeó cientos de correos electrónicos de los más altos funcionarios de Gobierno, desde secretarios y ministros hasta CFK cuando era senadora para convertirlos en mercancía informativa. Pero además de procesar a los hackers, también hará lo propio con los que recibían estos contenidos espurios y los utilizaban para la producción de sus columnas, como el periodista de La Nación, Carlos Pagni, el director del portal Urgente 24, Edgar Mainhard y el columnista de Perfil y ex director de Ámbito Financiero, Roberto García. No se los persigue por pensar distinto, sino que se los enjuicia por actuar fuera de la ley.
Y si de leyes se trata, en poco más de dos meses comenzará la lenta exfoliación del grupo Clarín. A la espera de tal ocasión, el Gobierno Nacional propuso a Martín Sabatella como presidente de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, en reemplazo del renunciante Santiago Aragón. El 7 de diciembre deberá aplicarse el artículo 161 de la ley de SCA, aprobada por mayoría en el Congreso y ratificada en su constitucionalidad por la Corte Suprema de Justicia. A partir de ese día, el monstruo se transformará en un monstruito, por lo que se reducirá bastante su capacidad de daño. Aunque hasta entonces, tendrán tiempo suficiente para arrojar sus bombas de estiércol contra la sociedad. La desesperación los conducirá a convocar desde las sombras unas cuantas sinfonías caceroleras más para intentar su salvación, con el apoyo de unos cuantos funcionarios PRO y activistas de partidos aliados desde el anonimato de las redes sociales.
Un poco de paciencia, que el principio del fin está cerca. Detrás de las cacerolas se escudan los peores exponentes de la clase patricia, los que se creen dueños de nuestras riquezas y de nuestro futuro. Que no nos pongan nerviosos. Al contrario, vamos a divertirnos. El autor de estos Apuntes propone una hora diaria de Cadena Nacional y dos horas semanales de Aló Cristina por la TV pública. Y, como la mejor broma de todos los tiempos –y para garantizar la continuidad de los logros de estos nueve años- de verdad que se merecen un tercer mandato de CFK.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...