jueves, 26 de diciembre de 2019

Memoria necesaria


Mientras los antropófagos que nos gobernaron durante cuatro años sigan enumerando logros inexistentes y cuestionando las medidas que toma el nuevo gobierno para solucionar los problemas que fabricaron, será inevitable recordar la Pesada Herencia de verdad que deja Macri. En lo económico, social, político, jurídico, simbólico el daño es un retroceso de varias décadas. Encima quedará en los medios un grupo de periodistas resentidos porque perderán los multimillonarios sobornos con que la gestión amarilla endulzó la opinión pública. Por eso, muchos de ellos destilan veneno en sus programas y columnas como si del paraíso hubiéramos pasado al infierno en un abrir y cerrar de ojos y desorientan al público cautivo con desinformación y patrañas como han hecho siempre.
La lista es nutrida y los nombres que aparecen en ella podrían servir como anti ejemplos para los profesionales del futuro. Y que esto no se tome como un cercenamiento a la libertad de opinión, sino como una valoración de ella: la opinión basada en información veraz y con el objetivo de construir una sociedad mejor. Penoso que tipos como Leuco, Majul, Morales Solá y tantos otros ocupen lugares destacados sólo para sembrar discordia y malograr la vida de millones. Porque eso significa ponderar los cuatro años de la Revolución de la Alegría: aplaudir un proceso de deterioro que sirvió nada más que para enriquecer a unos pocos. Lo que hacen esos manipuladores profesionales es reorientar el voto ciudadano hacia un modelo destructivo que seguirá siendo competitivo mientras no se lo condene como merece.
El video que se viralizó de la entrevista que Luis Majul realizó a Alberto Fernández el pasado domingo debería avergonzar a más de uno que lo sigue sosteniendo como periodista destacado. Mentira, ignorancia y mala intención abundan en “profesionales” como él. Y eso es dañino: nada bueno se puede construir así. La mejor manera de elevar el nivel comunicacional de la sociedad es dejarlos solos, mascullando en soledad su fracaso por ser tan serviles al Poder Fáctico.
Esto no es broma, porque gracias a tipos como éstos tuvimos a un presidente como Macri. Que muchos aún crean que fue de lo mejor, también es gracias a estos destructores del entendimiento. Y que el Ingeniero pueda decir, sin ponerse colorado, que durante su gobierno “se creció mucho”, a pesar de que los datos expresan todo lo contrario; aunque el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz asegure que el país que deja Macri es “el peor de todos los mundos posibles”. Como el blindaje hacia el ex empresidente continúa intacto, se puede dar el lujo de parafrasear una frase kirchnerista, “el amor supera al odio”, cuando su carrera política se ha basado en contagiar su desprecio de clase. Nadie debe salir impune después de hacer tanto daño y vanagloriarse de ello.
Condena imprescindible
Los primeros pasos del nuevo gobierno sugieren un camino diferente. Al menos, hay un giro en la manera de distribuir el ingreso: nada revolucionario, por supuesto, sino apenas dejar de succionar a los que quedaron secos después de la sangría amarilla. "Todos sentían que estábamos en un colectivo frente a un precipicio, manejado por alguien que pisaba el acelerador –graficó Alberto Fernández ante Majul- Ahora en el colectivo hay alguien que puso el freno, dio la vuelta y todos sienten que el precipicio se aleja". Ese ‘todos’ es un exceso de la metáfora, porque hay unos cuantos que votaron para seguir hacia el precipicio. Hasta hay algunos que incrementan sus fortunas cuando los demás se despeñan al abismo.
Las señales son claras: la recomposición de los ingresos de los más vulnerados vía recursos y congelamientos tarifarios sugiere una tregua a la sangría. Eso que desde el oficialismo llaman Pacto Social implica un cese en la succión desaforada de los más ricos. Ahora hace falta una explicación permanente de cada medida para erradicar el exterminio en cuotas que comenzó en diciembre de 2015. Frenar el exterminio, no terminar con los exterminadores. La impronta desigualadora de los cambiemitas seguirá intacta, por más que en los próximos cuatro años la mejoría sea evidente. Hay que educar mucho a nuestros pares para que comprendan que el modelo neoliberal nunca conduce a buen puerto. Y mucho más para que dejen de asustarse cada vez que las fieras del Círculo Rojo lanzan sus protestas. Al contrario, si aúllan, gruñen o rascan el suelo con sus zarpas, más tranquilos debemos estar, porque es la más clara muestra de que vamos por el buen camino. Mientras más furiosos estén, mejor será el resultado para la mayoría.
Algunos considerarán exagerado el uso del término exterminio, pero nadie puede hacer tanto daño sin que ése sea su objetivo. Hambrear, desocupar, precarizar, reprimir y balear son maneras de concretar la extinción del más debilitado. Ni hablar de la reducción de las partidas para vacunas, que terminan enfermando; o del cese de la distribución gratuita de medicamentos o el descontrol en el aumento en sus precios. Incrementar la inflación aunque se prometió lo contrario es desamparar a casi todos. Dejar todo en manos del Mercado es avanzar hacia el darwinismo social, a la supervivencia no del más apto sino del más poderoso, aunque sea apenas un heredero que no llegaría a nada por sus propios medios.
Que una pendenciera de carnaval como Patricia Bullrich haya ocupado el ministerio de Seguridad es una demostración desfachatada de esa intencionalidad. El aliento etílico a la ejecución de ladronzuelos desarmados y en retirada; la defensa a ultranza de los efectivos que asesinaron a Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y muchos más; el premio de otorgar el Complejo Turístico de Chapadmalal para que los gendarmes se entrenen; todo esto y más concluyen en lo mismo: en el país que pergeñaron sobraban varios millones y desde el primer día pusieron todo para lograr ese objetivo.
De haber conseguido la reelección, hubieran avanzado por ese tortuoso camino hacia el paraíso al que llegan muy pocos. Si ése es el precipicio del que habla el Presidente, debería ser menos metafórico, más enérgico al denunciar las verdaderas intenciones del plan que Macri y sus secuaces ejecutaron en estos cuatro años de pesadilla. Una verdadera asociación ilícita con un insólito consenso electoral, sólo explicable por el extravío de algunas conciencias que prefieren basarse más en prejuicios que en certezas.
La batalla que tenemos por delante no es sólo por más plata en los bolsillos, sino por comprender por qué nos los vaciaron. Una disputa conceptual, ideológica, discursiva, jurídica. Convencer de que el modelo de Macri no es democrático porque desiguala, despoja, empobrece y no por errores en su aplicación sino porque ésos son su fines. No es apenas un pensar diferente coincidir con algo así, sino avalar un plan delincuencial con la pátina de elecciones amañadas por la mala información de los votantes. La batalla por venir es cultural para romper la colonización que algunos padecen desde hace mucho tiempo. Sólo el triunfo en esta contienda garantiza el tránsito hacia un país más justo.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Imágenes de la demolición


A dos semanas de asumido el nuevo gobierno, la confusión discursiva es atroz. Por la calle uno vuelve a escuchar en boca de algunos transeúntes las interpretaciones más amañadas, además de fabulosos absurdos presentados como hechos. No es para menos: los medios dominantes vuelven a ser opositores y son capaces de publicar cualquier cosa para demostrar que lo son. Los apologistas de la destrucción macrista son ahora denostadores de la reconstrucción y los saqueadores que coparon La Rosada durante cuatro años fingen ser defensores de los que fueron saqueados. Diputados y Senadores cambiemitas argumentan en contra de lo que sea como si el modelo amarillo nos hubiera llevado al paraíso. Encima, cualquier aclaración que uno quiera hacer en una discusión cotidiana sólo recibe desdén, indiferencia y en muchos casos, hasta gestos de asco. En estos catorce días, una parte del 40 por ciento no hace más que anticipar que en los próximos años protestarán por todo, hasta por las mejoras que empezarán a experimentar en su vida cotidiana.
Ahora muchos se horrorizan por los datos pero omiten indignarse con los que los generaron. No es por una epidemia que el 80 por ciento de los trabajadores no llegue a cubrir la canasta básica. No es por un mandato divino que el decil más pobre de la población reciba apenas el 1,3 por ciento de los ingresos mientras el más rico absorbe más del 33. Este es, sin dudas, el resultado de las políticas ejecutadas por el Buen Mauricio y su Gran Equipo. Y no es que se equivocaron, pasaron cosas, hubo sequías y tormentas o cualquier excusa que vomiten estos cínicos: así lo quisieron, aunque ahora se rasguen las vestiduras por el estado de las cosas. Mientras se conduelen por los pobres que fabricaron, están pergeñando una rebelión ante cualquier medida que trate de atenuar el dramático cuadro del presente.
Para revertir la profunda brecha entre ricos y pobres, primero hay que admitir lo intolerable de esta situación. Inadmisible que mientras unos vivan empachados, muchos no puedan ni comer. Más aún si tenemos en cuenta la relación de causalidad que existe en esa brecha: la riqueza de los más ricos produce la pobreza de los más pobres. Así las cosas, los primeros tienen que ceder una parte de sus privilegiadas ganancias por todas las vías posibles: tributando más, especulando menos, rebajando precios, pagando mejores salarios, invirtiendo en serio. Y todo esto sin berrear como desaforados porque tienen que renunciar a una mínima parte de los millones que están habituados a ganar. Pensar que será fácil lograr esto es un exceso de ingenuidad: los que están acostumbrados a especular, expoliar, explotar y evadir no van a dejar de hacerlo por propia voluntad y en silencio; por algo son ricos, porque son egoístas y angurrientos. Y que muestren sus colmillos para defender el botín, aunque nos enoje, resulta previsible. Lo que más desconcierta es que algunas de las víctimas de este afán desigualador sean las que salgan a respaldar a los desigualadores. Ese es el mayor logro de la confusión discursiva: la empatía de los que tienen poco y nada con los que se quieren quedar con todo.
Dentelladas de la bestia
Entre las fotos de hoy hay otro 40 por ciento: el número de la pobreza que Macri prometió llevar a cero con medidas que ni por casualidad podrían conducir a ese objetivo. Esta es la Pesada Herencia en serio que recibe el gobierno de Les Fernández, entre muchos otros números que tratan de sintetizar las tragedias que viven millones de argentinos. Todo esto mientras los sátrapas salientes aseguran que han dejado sentadas las bases para crecer. Claro, como cantaba Joan Manuel Serrat: “bienaventurados los que están en el fondo del pozo, porque de allí en adelante sólo cabe ir mejorando”. Nos hundieron, nos endeudaron, nos enfrentaron y ahora dicen que fue por nuestro bien.
Como jugando de manera cruel con sus víctimas, los amarillos claman en defensa del haber de los jubilados, después de que han perdido entre el 15 y el 30 por ciento contra la inflación gracias a la fórmula de actualización defecada por Ellos. Tanta crueldad hay en el pensar de estos ladinos que hasta han demonizado a los jubilados por moratoria. En la jerga hegemónica, son los jubilados sin aportes, estigma que ha prendido en buena parte de los colonizados. Una moratoria exige un pago, como muchos empresarios que acceden a algo así y no dejan de ser empresarios por hacerlo. Y si estos jubilados no lograron completar sus aportes fue porque perdieron el empleo formal o porque fueron estafados por sus empleadores. Una explicación necesaria, aunque sea mucho más extensa que la etiqueta que pegotea la hegemonía discursiva en su afán de ensanchar la Grieta.
La confusión tiene como objetivo generar descontento y desesperanza. También indignación, que es el alimento imprescindible para montar cacerolazos que desgasten al nuevo gobierno. Aunque desde las usinas del Pensar Único hablen de diálogo y consenso, lo que exigen es la temerosa obediencia al Poder Económico. El Círculo Rojo no acepta que limen sus privilegios para derramar derechos y observa con recelo cómo, tímidamente, el actual oficialismo tantea el terreno con suba de retenciones, incremento de impuestos y una lupa puesta sobre los gastos. Ya suenan los tambores de guerra de los agrogarcas, que sólo producen para exportar y siempre se están lamentando de lo pobres que son, aunque acumulan fortunas con cada cosecha. Los grandotes, porque los medianos y pequeños, que son los que más contribuyen al mercado interno, están dando la bienvenida a la equidad tributaria.
Lo que viene es complicado: deconstruir el discurso ahora opositor y aclarar conceptos tergiversados nos convertirán en fanáticos apologistas. Tanto tiempo habrá que destinar a des-confundir a nuestros pares que no nos quedará espacio para la crítica orientadora de transformaciones más profundas. Tanto esfuerzo tendremos que hacer para desmentir hechos inventados que no nos quedarán fuerzas para hablar sobre hechos certeros. Cuánto tendremos que desgastar nuestra voz para contrarrestar la vocinglería amplificada de los medios dominantes. Mucho de todo, seguro. Y valdrá la pena si logramos que unas cuantas orejas nos escuchen en serio.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Los “anti” al desnudo


A menos de una semana de iniciado el gobierno de Les Fernández, los desorientadores del 40 por ciento ya están convocando a un cacerolazo. Como son tan poco democráticos, lo de los cien días de gracia quedará para otra vida. En las redes ya están instalando las tendencias Alberto nos mintió, Por la Democracia y la República, No a la Emergencia Económica y algunas sandeces más que dan por tierra con la oposición responsable prometida por el ex empresidente Macri. Una promesa incumplida más después de las tantas de su desgobierno. Eso sí, que la convocatoria esté en marcha no significa que tenga éxito. Hay que ser muy anti para saltar como leche hervida por las primeras medidas que intentan paliar el desastre ejecutado a propósito por la gestión amarilla. Y, sobre todo, poner el cuerpo para salir en defensa de los que, en estos cuatro años, la juntaron con pala en detrimento de casi todos, caceroleros incluidos.
Un buen olfato detectaría que detrás del 18D se esconde el intento de remasterizar la Rebelión de los Estancieros de 2008, pues entre las primeras medidas está el retoque de las retenciones y el incremento del impuesto a los bienes personales. Disposiciones que afectarán a los que más tienen y no a los que ya están preparando sus cacharros para salir a meter ruido por las calles el próximo miércoles. Como se cuestionaba once años atrás, se identifican con el concepto de Campo los que apenas tienen un par de macetas en el balcón. “Gauchada viene de gaucho” intentó ilustrar el Buen Mauricio un tiempo atrás. En pocos días, individuos disfrazados de ciudadanos harán una gauchada a los que fueron poco gauchos, a los que pusieron el precio de los alimentos por las nubes y el dólar en el infinito y más allá.
Además de anti democráticos, también carecen de crítica porque se dejan llevar de las narinas por los mensajes troleros de las redes. Tanto despotricar contra los que se movilizan por el chori y la Coca –una muestra más de la estigmatización- algunos de los que componen el 40 lo harán por mucho menos. O por nada: ni siquiera en defensa de una idea; ni siquiera para reivindicar los logros del Cambio. Al contrario, se convertirán en un obstáculo para solucionar los problemas que los cambiemitas generaron adrede para llenar las arcas de los que tienen de sobra y ahora que les toca devolver unas monedas, consiguen el apoyo de los expoliados de estos cuatro años.
Por supuesto, la pregunta no sólo es, como siempre, a qué se oponen sino, sobre todo, qué apoyan. ¿Acaso el incremento de la pobreza que Macri prometió llevar a cero o el récord de inflación que aseguró “bajar en dos minutos porque es la muestra de la incapacidad para gobernar? Si acusan a Alberto de haber mentido, ¿qué queda para el Ingeniero, que en estos cuatro años mintió hasta el último minuto?
 Marcas en la cancha
Y eso no es todo. Engaños, embustes y mentiras que llevaron al país a la crisis necesaria para desigualar aún más. Los que creyeron que los sin techo eran militantes de La Cámpora rentados para desprestigiar al Gran Equipo ahora van a dar lecciones de republicanismo a las puertas mismas del Congreso. Los que ni se inmutan por las trapisondas de Macri y su pandilla en todo lo que tocaron saldrán a la calle a acusar de chorros a los que la Justicia no pudo demostrar un solo ilícito. Quizá no se hayan enterado de la estafa del Correo Argentino, de las triquiñuelas para incrementar el valor Autopistas del Sol o del negociado fabuloso de los parques eólicos. Tal vez ni sepan que gran parte de las obras públicas anunciadas quedaron sólo en anuncios o terminaron con sobre precios escandalosos. Los que creen en pamplinas indemostrables desdeñan las evidencias de los vándalos que han votado. Con tanto desinterés por la verdad, no es posible construir un país en serio.
Los que antes clamaban por la plata de los jubilados demuestran indiferencia ante la pérdida de casi el 50 por ciento del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses. Y todo para papelitos que los especuladores harán valer como oro ante el actual gobierno. Los que babearon de rabia con la grasa militante ni fruncen el ceño por el decreto con el que Macri pretendía dejar a sus apóstoles como clavo en la función pública, unos 3000 acomodados con indemnizaciones millonarias. Los que claman por la vida en contra de la IVE no se inmutan por avalar al gobierno más criminal de nuestra vida democrática, que ha cometido un homicidio cada 19 horas por violencia institucional, el 26 por ciento de los casos desde 1983 hasta acá.
¿Acaso no les da vergüenza que se tenga que instaurar la solidaridad por ley, como pretende la iniciativa del Ejecutivo que comenzarán a debatir los Diputados? Evidentemente, a los que se harán presentes el 18D se ve que no. No se avergüenzan de avalar al peor gobierno desde el retorno a la democracia ni de que se note tanto la intención boicoteadora. Tampoco se ruborizan por ser tan manipulables ni responder tan bien a la colonización que padecen. Al contrario, se enorgullecen de poner el cuerpo para defender privilegios que jamás atravesarán el umbral de sus viviendas.
Mientras la conciencia de una parte del 40 esté tan extraviada será difícil transitar este sendero de recuperación de derechos. Lo único que sí, se pudo desde la usina confundidora del establishment fue deformar el entendimiento de los que se dejan llevar por la impronta odiadora. Y ahora será con ellos con los que tendremos que debatir todos los días, prejuicios contra certezas, fábulas contra hechos, dibujos contra datos. Convencer es el desafío para consolidar los avances y conseguir nuevos derechos. Una vez más, pero debemos hacerlo para empezar a construir un futuro que sea luminoso para todes

jueves, 12 de diciembre de 2019

Estreno en La Rosada


La pesadilla macrista terminó, por ahora. El Buen Mauricio dice que encarará una oposición responsable, algo que ni él cree. Ya ha dado muestras de eso en el pasado, antes de convertirse en el peor presidente de la democracia y no hace mucho, cuando comenzó a despedirse de sus incomprensibles seguidores después de la derrota del 27 de octubre. La cadena nacional del viernes 6, las tonterías que dijo el 7 D y el video Momentos del domingo 8 muestran que vive en otro planeta o que es más cínico de lo que todos suponemos. ¿Dónde está la responsabilidad en un tipo que a pesar de dejar tierra arrasada, se vanagloria de haber transformado el país para construir un futuro próspero? Quien crea en las pavadas que Macri recita sin avergonzarse es tan irresponsable que se convertirá en un peligroso escollo para los necesarios pasos que deberá realizar el flamante gobierno.
Aunque Macri ya fue, seguiremos hablando de él porque la herencia que nos deja es verdaderamente pesada. Un legado desastroso multidimensional que nos costará mucho desmontar. Desde la economía malograda en favor de unos pocos hasta esos pocos habituados a enriquecerse sin esfuerzo; desde la obediencia plena a los dictados internacionales hasta el pisoteo permanente a las instituciones; desde la apología del gatillo fácil hasta la estigmatización venenosa del Otro. Y lo peor que nos deja es ese 40 por ciento de antis que protestarán por todo sin entender absolutamente nada.
La placita del 7 D los mostró a pleno: odiadores empecinados, escupidores seriales, vomitadores de zonceras dictadas por la hegemonía mediática, absurdos opinadores, intolerantes detractores y muchas caracterizaciones más que los pintan como lo peor del peor lado de la Grieta. Mientras Alberto Fernández predica sobre la unidad, el todos juntos y la solidaridad ciudadana, esos furiosos perdedores vomitan su desprecio basado en infamias indemostrables. Y lo más grave de todo es que, a pesar de que se desmonten las falacias, seguirán vomitando hasta vaciar sus ponzoñosos estómagos prestos a recargarse. Quizá en unos días los veamos quejándose a viva voz de la alta inflación que hasta anteayer soportaron, la inseguridad que ahora estará en los titulares y los hechos de corrupción que inventarán las usinas de noticias falsas. Un solo pobre les bastará para anunciar el fracaso de las políticas inclusivas; un número adverso les servirá para exigir la renuncia de quien ni saben qué cargo ocupa. Los que toleraron a los ceos de las empresas beneficiadas en sillones públicos ya están poniendo el grito en el cielo porque La Cámpora invadió La Rosada. Tan extraviados están en sus conceptos que hasta creen que el Ingeniero es honesto. Lo que viene será tan movido que debemos estar más preparados que antes para las discusiones cotidianas si no queremos que estos devastadores personajes retornen al poder dentro de cuatro años, con un rostro distinto pero con las mismas intenciones malsanas.
El futuro es por acá
Mientras el nuevo mandatario presentaba los primeros pasos de su gestión, muchos integrantes del 40 por ciento promovían un apagón de medios por 24 horas o hablaban de la lapicera con que firmó CFK. Hasta llegaron a cuestionar el gesto de Cristina cuando saludó a Macri. ¿Qué cara quieren que ponga ante ese nefasto personaje que se montó a falacias inadmisibles para intentar meterla presa? ¿Cómo sonreír ante el infame personaje que la acusó de asesina? Bastante con que le dio la mano.
Pero Macri ya fue. Y por eso la plaza fue una fiesta: para que Macri no sea nunca más. No sólo macri, sino también todo lo que representa: un modelo de saqueo destructivo y de sometimiento a las angurrias de una minoría empachada; esa minoría que a pesar de su nocividad, recibe el apoyo de un cuarenta por ciento dispuesto a cacerolear para defender sus egoístas intereses; explotados que admiran a sus explotadores; expoliados que justifican a sus expoliadores; estafados que aplauden a sus estafadores.
Ahora está Alberto Fernández con CFK de vice, una foto histórica después de tantos años de demonización más propia de un cuento de hadas. Ella no paraba de sonreír y él no podía disimular la emoción. Algunas definiciones indican el nuevo rumbo. Sus conceptos sobre una reforma judicial que no ponga en jaque a la democracia, la intervención de los servicios de inteligencia para que no estén al servicio de las embajadas imperiales, el fin de los fondos reservados para que no se usen para premios y extorsiones y la suspensión de los sobornos millonarios a periodistas cómplices del saqueo que se termina.
Quizá la frase que más resume la impronta de la gestión recién estrenada es “queremos un Estado presente”. Como muchos, Alberto se equivocó. Durante años hemos escuchado caracterizar al Estado con múltiples calificativos antagónicos. Un Estado mínimo de los neoliberales se opone al gigante de lo que se condena como gobiernos populistas. El Estado ausente es la síntesis de los primeros y el presente de los segundos. Ninguna de estas dicotomías es verdadera. El Estado siempre está presente y nunca es mínimo. Lo hemos experimentado en todos los períodos en que la derecha conquistó el gobierno: el Estado mínimo sólo sirve para desemplear y que los ricos paguen menos impuestos; el Estado ausente es la falacia para la gilada, porque en estos cuatro años estuvo bien presente y fue enorme, pero para favorecer a un puñado.
En cualquier país del mundo, el Estado debe ser grande y presente. El asunto es al servicio de qué debe estar el Estado, si para proteger los privilegios de una minoría empachada o para ampliar los derechos de las mayorías agobiadas por la avaricia de unos pocos. Por supuesto, lo que se tratará de construir de ahora en más es el segundo Estado, a pesar de las protestas de los malintencionados y el coro callejero de los que se niegan a entender. O sí, pero se hacen. El Estado grande y presente a favor de la base de la pirámide con distribución de ganancias es lo que se avizora. No es una revolución, por supuesto, pero es a lo que podemos aspirar cuando tenemos a las fieras expeliendo su fétido aliento en nuestras narices. La revolución sería deshacernos de las fieras de una vez y para siempre, pero para eso falta mucho.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Últimas postales de la pesadilla


A menos de 20 días del fin de su mandato, el Buen Mauricio se sigue esforzando para ser el peor de todos. No el peor de los amarillos, sino de todos los presidentes desde el ‘83 para acá. Y encaramado en ese podio, elige a los peores, como eso de poner a Patricia Bullrich de presidenta del PRO. Mientras pasa papelones con la anulación del protocolo ILE y la alianza gobernante en retirada parece a punto de estallar, Macri se da el gusto de mantener una charla “divertida, entretenida y constructiva” con los usuarios de Instagram. En verdad, el tipo no puede brindar nada que sea divertido, entretenido y constructivo porque es todo lo contrario. Quien se haya divertido con estos cuatro años de terror debe ser un morboso y si, encima ve como ‘constructivo’ al mentor de todo esto, debe ser admirador de súper villanos de comic. El peor hace lo peor para recibir el aplauso de los peores. Peores con los que tendremos que lidiar en los años venideros para que el sentido común neoliberal deje de ser dominante.
Que al Ingeniero le guste la cumbia, quiera aprender a cocinar o prefiera el helado de pistacho no explica por qué se enorgullece de lo realizado durante su mandato. Si los que integran el 40 por ciento que lo votó se interesan por estas cosas, ahora se entiende el nulo grado de preocupación por el desastre que heredará el próximo gobierno. Si se conforman con que “la situación es muy confusa”, que la crisis explotó por sí sola y que “fue el peor momento que viví después del secuestro” no deben tener muy en claro lo que ha ocurrido. Y si encima creen que Macri va a coordinar “una oposición constructiva, responsable e inteligente”, es lógico concluir que estamos en problemas.
El problema principal es que ya sabemos que no serán constructivos, responsables ni inteligentes. No lo han sido antes de 2015 como oposición ni después como oficialismo. Tampoco lo serán ahora que se les atragantó la derrota y se van con ganas de conspirar contra cualquier camino opuesto al que Ellos sostienen como dogma. Aunque el resultado de las urnas dijo ‘No’ al modelo neoliberal, sus principios están instalados no sólo en las conciencias del 40 sino en la de algunos que optaron por el Frente de Todos. El fracaso del Cambio aún no se comprende como una disfuncionalidad de las recetas desigualadoras, sino apenas como una mala aplicación de sus preceptos. Si no logramos transformar esto, no sólo por un tiempo sino para siempre, jamás dejaremos de estar a merced de los vaivenes electorales que resultan tan retrógrados.
Una guía para el futuro
Los pueblos de la región están dando una importante lección a los confundidos locales. Chile, Colombia, Ecuador están convulsionados por movilizaciones que piden a gritos un abandono de las directivas del Imperio vía FMI. En Bolivia, las calles rechazan la interrupción del camino a la equidad llevado adelante por Evo Morales. En Uruguay, la confusión conduce a un empate peligroso. Si Argentina transita en calma hacia el 10 de diciembre no es por mérito de Macri y sus políticas demoledoras. A pesar de él y todo lo que ha hecho y sigue haciendo, continuará como presidente hasta el último día. Un logro de la democracia o un exceso de paciencia, porque un gobierno así debería ser inaceptable, no sólo por los innumerables yerros cometidos, sino también por sus decisiones cargadas de malicia.
Si estamos como estamos es porque el modelo neoliberal nos quiere dejar como nos deja. Para sus mentores, el equilibrio de la Economía se logra con el despojo de derechos. Un equilibrio en los números que nunca llega y deja millones de desplazados. Y así será en cualquier país del mundo, con independencia de quien lo aplique. El modelo neoliberal sólo busca enriquecer a una minoría enriquecida que siempre quiere más sin medir las consecuencias de tanta angurria. La metáfora del derrame es tan falaz como la de la mano invisible. Nunca derrama nada el que quiere tenerlo todo y más aún si las recetas incluyen la facilidad de obtener ganancias multimillonarias con la timba financiera.
Desde el fatídico día en que bailó en el balcón de la Casa Rosada, Macri se dedicó a favorecer a tres sectores que tienen la malsana costumbre de no reinvertir nada: bancos, energéticas y agroexportadores. Las tentadoras tasas de interés, el incentivo para especular con el dólar y la facilidad para fugar divisas favorecieron al primer sector que acumula ganancias cercanas al 200 por ciento anual. Las empresas generadoras y distribuidoras de energía obtuvieron ganancias superiores al 1000 por ciento, por encima de cualquier índice de inflación y, a pesar de eso, la producción energética disminuyó contra todo lo prometido. Por supuesto, la empresa que menos ganó es la estatal YPF, a la que boicotearon desde el principio.
¿Y qué decir del Campo? Ese concepto siniestro construido por el establishment intentó voltear al gobierno de Cristina en 2008 con la excusa de la resolución 125. Detrás de esa palabra entrañable y sencilla se escudaron los peores intereses de una minoría golosa. Esa expresión afable convocó a miles de caceroleros que apenas veían tierra en una maceta del balcón, en una alianza incomprensible alentada desde los medios de comunicación dominantes. Después de cuatro años de mimos oficiales, ahora, como niños malcriados, los agrogarcas amenazan con reeditar la Rebelión de los Estancieros, aunque parece que esta vez con la Mesa de Enlace incompleta. Desde que se calzó la inmerecida banda presidencial, Macri subsidió a la burguesía agroexportadora con quita y rebaja de las retenciones, además de otras reducciones impositivas. Encima de que esto genera el déficit fiscal que tanto cuestionan, de las ganancias extraordinarias obtenidas de esa manera, no han derramado nada ni con inversión ni con la baja del precio interno de los alimentos.
Sin tener en cuenta todo esto, ahora amenazan al gobierno entrante: nada de retenciones, impuestos, controles ni obligaciones. La oligarquía terrateniente quiere todo para sí porque así ha sido siempre: egoísta y parasitaria. Golpista, también. Ideóloga de crímenes aberrantes en las distintas dictaduras. Siempre para incrementar y custodiar sus tesoros. Los demás sólo existimos para admirar sus lujos y privilegios y para salir a defender sus intereses en la calle con ruidosos cacharros sin obtener nada a cambio.
El 40 por ciento parece dispuesto a cumplir ese rol de ahora en más. La tarea que viene es lograr, en primer lugar, reducir ese porcentaje vergonzante que sigue apoyando este modelo de latrocinio; y, después tratar de que la unidad confeccionada por el espanto no se desgrane al primer gruñido de los poderosos, como pasó once años atrás. Duros tiempos los que se vienen, pues tendremos que expandir la idea de que la equidad nunca vendrá del lado de aquellos que se quieren quedar con todo.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Un porcentaje que avergüenza


Con rayitas en la pared, estamos contando los días que faltan para que Macri deje de ser presidente. Todos: unos con esperanza de algo mejor y otros que, inexplicablemente, lo extrañarán. La transición se acelera mientras el Ingeniero aprovecha el poco tiempo que le queda para seguir cerrando negocios y garantizar su impunidad y la de sus cómplices. Aunque el 40 por ciento que votó por este engendro no quiera admitirlo, el Gran Equipo nos deja un país peor que el recibido y ha cometido tantas tropelías que más que una gestión de gobierno pareció un plan de saqueo. La construcción del sentido común ejecutada por los medios hegemónicos podría considerarse un crimen: que muchos estén convencidos de que los enemigos son los K es un contundente argumento. Lo que se viene es un nuevo episodio de la batalla cultural, donde los que fueron complacientes apologistas de estos monstruosos cuatro años se convertirán en feroces denostadores del intento de recuperación de algo.
En realidad, ya lo están haciendo. Desde el triunfo en primera vuelta, el acoso periodístico es constante. Tituleros y analistas no saben cómo sembrar el desaliento y provocar una disolución social. En su afán de horadar el consenso hacia el gobierno entrante, son capaces de convertir en noticia principal de tapa el comentario de un obispo en Facebook sobre el proyecto de IVE del futuro presidente. Y encima, Clarín y La Nación resultaron tan obvios al publicar el mismo título en sus tapas que hay que ser muy obcecado para no cuestionar la jugada. A todas luces, una operación de prensa tan absurda como repudiable; una muestra más de la subestimación a lectores dispuestos a dejarse subestimar.
Como los medios bolivianos que, obedeciendo órdenes del gobierno de facto, mostraron el interior de la casa de Evo para justificar el golpe. Los voceros vernáculos se hicieron eco del show, por supuesto, aunque en simultáneo, el Buen Mauricio estaba disfrutando de unas nuevas vacaciones en un complejo turístico de lujo en la provincia de Córdoba. Esto es colonización de la conciencia; es, no sólo mostrar un hecho insignificante, sino instaurar una capciosa lectura de las cosas; es manipular de manera vil la información en abandono de la objetividad e independencia que tanto pregonan. Los lujos de Evo son “inaceptables” porque un indio que representa a pobres y trabajadores debe vivir de manera precaria, tal como sus representados. En cambio Macri, como es blanco y rico, no es merecedor de ninguna objeción a sus privilegios, sino todo lo contrario. Siempre suena la célebre frase de Javier González Fraga a poco de empezar esta pesadilla –“les hicieron creer que…”- como una declaración de principios de la oligarquía gobernante: los ricos merecen todo y los demás, algunas migajas.  
La continuidad del saqueo
Sin dudas, el mayor éxito de esta colonización es el pobre de derecha, el que justifica las angurrias del patrón, el que adopta los desprecios de la clase dominante sin advertir que también es blanco de esos desprecios, el que está dispuesto a renunciar a sus derechos con la vana ilusión de recibir una caricia de los privilegiados. El que cree que coincidir con los explotadores es la llave de acceso al círculo de los poderosos. Una víctima que idolatra a los victimarios. Una identificación ferviente con lo que nunca será. Un rotundo éxito en la distorsión de la conciencia de unos cuantos que se enorgullecen de estar tan extraviados.
Sólo así es posible un modelo tan destructivo, que desiguala, que deja afuera a millones, porque muchos de esos millones votan gustosos por los que lo llevan adelante. Tan exitosa es la colonización que, a pesar de que el Banco Central tenía 24000 millones de reservas al asumir Macri y ahora tiene apenas 8000, el 40 por ciento sigue diciendo “los K se robaron todo”. Aunque la gestión amarilla haya dilapidado gran parte del Fondo de Garantías de la Anses, eran los K los que malgastaban “la plata de los jubilados”. En estos cuatro años, la deuda pública se incrementó en más de 100000 millones de dólares y aunque esa exorbitante suma no ha sido destinada al desarrollo y la obra pública sino a la fuga de capitales, los caceroleros siguen tildando de corruptos a los K. Las reformas impositivas realizadas por estos tránsfugas significan casi 700000 millones de pesos que benefician a un sector muy pequeño de la economía y, a pesar de esto, todavía siguen hablando del capitalismo de amigos ejecutado por los K.
Y para sumar un granito de arena a la presión del establishment al gobierno entrante, los agrogarcas ya empezaron a tocar los tambores de guerra. Nada de retenciones ni controles; nada de subas impositivas ni límites a la especulación; nada de obligaciones para abaratar el costo de los alimentos. El egoísmo como bandera alentado por la tropa de ocupación gobernante. Los terratenientes no aprenden lecciones y están dispuestos a remasterizar la Rebelión de los Estancieros de 2008. Envalentonados, cuentan con el apoyo de ese 40 por ciento de caceroleros urbanos que ya se están preparando para volver a ser el Campo.
Como una muestra más de para quiénes gobiernan Macri y sus secuaces, el Ente Regulador del Gas compensará a las petroleras con más de 24000 millones de pesos, como si no fuera suficiente la dolarización de las tarifas internas y el bestial incremento del que han gozado los amigos del empresidente. Ya se están yendo, pero siguen garantizando sus negocios, como la concesión de las obras del nuevo puerto de Buenos Aires por 50 años. Demasiada obviedad, angurria y abuso de autoridad de estos malandras que nunca deberían haber ocupado cargos públicos.
Demasiada vergüenza da que un país como el nuestro tenga que diseñar un plan especial para combatir el hambre mientras estos delincuentes sin guantes asignan partidas para sus amigos multimillonarios. Pero más vergüenza da que muchos peatones sigan ofuscados porque estos representantes del poder real no hayan conseguido la reelección para continuar con este latrocinio.

lunes, 18 de noviembre de 2019

En busca de un golpe amarillo


Aunque a algunos les parezca una exageración, decir No al golpe de Estado en Bolivia es marcar la cancha para el futuro de la Región. Según algunos medios apologistas de lo peor, la democracia está perdiendo rating en estas tierras bárbaras y, por tanto, habrá que empezar a acostumbrarse a que algún alucinado portador de biblias se autoproclame presidente, aunque no lo conozca ni la familia. Quien discuta si lo de Bolivia fue o no un golpe no atrasa una semana, sino quichicientos años. A la errática y tibia reacción del Gran Equipo, se suma la posibilidad de que Macri estuviera al tanto de todo. Y no sólo eso: hasta da la sensación de que están armando algo para que el gobierno entrante caiga a poco de empezar.
“Esto recién comienza” recita Macri en el spot de invitación al 7 D, su espontánea fiestita de despedida. Esta frase puede interpretarse como una promesa, pero ya todos sabemos que nunca se preocupa por cumplirlas. También puede pensarse como un augurio, aunque los que ha hecho durante su mandato jamás se convirtieron en realidad, como la lluvia de inversiones, el segundo semestre, los brotes verdes, el crecimiento invisible, el alivio… Si no es promesa ni vaticinio, sólo queda pensarlo como amenaza, una especie de Revolución de la Alegría II que aterrorizará más que la precuela.
Si alguien piensa que estamos llamando ‘golpista’ al Buen Mauricio, tenga a bien saber que no está equivocado. Si no es golpista, será destituyente. Y esta afirmación no indica que quien escribe estas líneas sea adivino. No, apenas un atento lector de los hechos. El Gerente de la Rosada SA siempre se apropió de las operaciones que intentaban socavar la gobernabilidad de CFK. Si no fuera por las patrañas mediáticas, no lo tendríamos como presidente. ¿O acaso no se montó al penoso espectáculo de convertir en magnicidio el suicidio del fiscal Nisman? ¿O no explotó la acusación de asesino al candidato a gobernador de Buenos Aires Aníbal Fernández? La mentira hegemónica es tan mortal para la democracia como las botas de un militar. Y ese poder de sembrar falsedades sigue intacto, tanto por el desparpajo con que lo hacen sus exponentes como por la ingenua receptividad del público cautivo.
Las trampas de Mauricio
De entrada, el gobierno de Les Fernández comenzará con el sayo de ‘corrupto’ que han tejido durante años los periodistas independientes de la ética con el hilo de prejuicios que enreda a muchos individuos. Ya están los convencidos propalando en las redes cartelitos y acusaciones que han sido desechadas por los magistrados. Tan infundadas son las denuncias que, en breve, los fiscales y jueces que convirtieron las fábulas en procesos judiciales van a empezar a dictar falta de mérito y a liberar a los secuestrados por la mafia de Comodoro Py. Y ahí está la primera trampa armada por los amarillos: si fueron tantas las denuncias vomitadas en programas domingueros durante cientos de semanas, ¿cómo es posible que casi ninguno termine preso? Claro, los prejuiciosos jamás pensarán que han sido engañados sino que con el gobierno K empieza la impunidad. Un gobierno corrupto e impune merece ser volteado por la fuerza de los buenos vecinos domesticados por el establishment.
Durante estos cuatro años, los amarillos han acumulado denuncias acomodadas en la elegante estantería de los conflictos de interés. Autopistas del Sol, Correo Argentino, Flybondi, Farmacity, parques eólicos, las bolsas de Michetti, los aportantes truchos, parientes y amigos presidenciales beneficiados con negocios multimillonarios y muchos casos más que fueron silenciados por los medios cómplices e ignorados por la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, por temor al bullying de los cambiemitas. Todas con muchos más fundamentos que las cursadas contra los funcionarios K, por supuesto. Como desde hace meses descansan en el freezer de los Tribunales, es probable que los nuevos vientos comiencen a descongelarlas para que se aceleren los trámites procesales. Entonces, la prepotencia de la clase dominante, sus voceros mediáticos y los transeúntes repetidores de zonceras comenzarán a denunciar una inverosímil persecución política contra los M. Ésta es la segunda trampa: un gobierno que persigue a los adversarios tiene que caer más  temprano que tarde.
La tercera trampa está en los Ocho Puntos de la Economía que difundieron la semana pasada desde la usina fantasiosa de Marcos Peña Braum. En ese documento se narra que se hizo todo bien para que al próximo presidente le resulte más sencillo crecer, combatir la inflación y bajar la pobreza. Si el Frente de Todes logra estos objetivos no será por su experticia sino por los cambios estructurales realizados por El Mejor Equipo de los Últimos 50 Años. Una mentira en la que ni Ellos creen, pero que servirá como falso argumento para polemizar en los tiempos venideros. Y si no logran mejorar la situación en los primeros días, serán desalojados de la Casa Rosada por ineptos, incapaces, inmorales y todos los calificativos que los PRO proyectan sobre el Otro tan despreciado.
Por supuesto, hay otras trampas que Macri ha dejado para el próximo gobierno, como la exorbitante deuda externa de la que él, seguramente, será acreedor, la destrucción sistemática del aparato productivo o los aportes millonarios que deja instaurados para sus empresarios amigos. El peor gobierno desde la vuelta a la democracia se va de la peor manera y promete –como oposición- ser todavía peor. Y lo peor es que estas malísimas personas han sido avaladas por el peor 40 por ciento que lograron conseguir. Si escapamos de tantas trampas, seguro que nos convertimos en inmortales.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Demócratas maquillados


Si tiene cuatro patas, rabo y ladra, sin dudas estamos ante un golpe de Estado. “Total normalidad”, suspiraron los gerentes de la Rosada SA. El Buen Mauricio, descolocado como siempre, ponderó la transición boliviana, aunque en la escena no esté presente ni el presidente en ejercicio ni el electo, que es la misma persona. Un republicanismo sui generis a la medida de los que sólo respetan la democracia cuando obedece a sus intereses. Lo único que falta es que el oficialismo amarillo no reconozca a la autoproclamada presidenta Jeanine Añez sólo porque dijo “sí, se pudo” para desatar la envidia de los cambiemitas. Como sea, el primer mandatario indígena orgullo de la Región no está donde debe estar sino muy lejos de donde lo ubicó su pueblo. Algunos ya se apuran a nombrarlo como ex, pero será presidente por el resto de la historia.
Ahora más que nunca porque el Imperio metió su cola, como buen diablo que es. Los malos perdedores hicieron todo para desatar un caos que parezca improvisado. Los servidores del establishment, como incivilizados que son, se volcaron a la barbarie en pos de la paz y el desarrollo. La cruz y la espada para volver a conquistar un territorio con riquezas. El líder de la revuelta, elquenovotónadie Luis Camacho, se erige como salvador, espantando a los dioses autóctonos para implantar un dios importado que en ningún momento había sido expulsado. Todos los dioses pueden convivir en un Estado Plurinacional; en cambio, los humanos, no. Y menos los blancos que se creen dueños de todo.
Un episodio golpista tan claro que sólo puede avalar alguien que tenga en mente copiar algo así. En esto no hay medias tintas, dos campanas ni Corea del Centro. Tampoco una ancha avenida del medio por la que todos marchemos en paz. Quien trata de justificar se pone del peor lado. Quien intente ver República en esta asonada autoritaria que no se enoje si le destinamos los peores epítetos. El canciller Jorge Fraurie ya debería estar renunciando. Nuestro país tiene una posición muy definida respecto a los golpes y es inaceptable que un funcionario sea tan errático. Hasta la ex canciller Susana Malcorra tiró de sus orejas por su indefinición. Fraurie consideró que no es un golpe de Estado porque “las fuerzas armadas no han asumido el poder”. Un burro, como casi todos los PRO. Para él, que una patota de ricachones desplace al presidente que ganó su reelección significa apenas una crisis institucional. Casi todos los integrantes del Gran Equipo deberían ser inhibidos de ocupar cargos públicos en el futuro porque son muy tóxicos para las instituciones. Tanto que hasta coinciden con la posición de Donald Trump sin ponerse tan colorados como él.
El golpe que se viene
No es la primera vez que los amarillos interpretan las cosas como se les antoja y para el lado desigualador de siempre. Las dictaduras son menos condenables que los gobiernos que Ellos consideran populistas. Ya escuchamos a Macri hablar del curro de los DDHH y jugar con el número de desaparecidos; ya oímos a muchos de Ellos especular con los beneficios obtenidos por las Madres de Plaza de Mayo; ya los hemos visto coquetear con la Teoría de los dos demonios o con el absurdo de la Memoria Completa. Macri menciona la Dictadura como “algo terrible que nos pasó” y no como un plan para imponer un modelo económico y social que enriquece a los que son como él.
Los hemos visto apoyar la destitución de Lugo y Dilma y hasta llamar presidente al usurpador venezolano Juan Guaidó. Por lo tanto, no debe sorprendernos que les cueste contener los aplausos ante el golpe en Bolivia. Algunos aplaudieron y otros justificaron. Y están los que explican todo con un fraude inexistente. Todos bailan en el límite de la apología de un delito condenado desde el retorno a la democracia. Todos bailan como Macri cuando se disfrazó de presidente.
El porqué del golpe no está en los errores cometidos por Evo Morales en su tránsito a la reelección, sino en los aciertos de sus años de gobierno. Gracias al MAS, Bolivia se convirtió en el país más exitoso de la región, con crecimiento sostenido, baja inflación, reducción del desempleo, mejora del poder adquisitivo y en la distribución del ingreso, estabilidad cambiaria, bajo nivel de deuda y muchas cosas más que desatan la furia de la minoría privilegiada.
Lo que más molesta de la nueva Bolivia es que los indios accedan al bienestar. Esa es la Grieta que atraviesa la Patria Grande: ricos que detestan que los demás vivan bien, que consideran propio todo lo que el otro disfruta, que pretenden incrementar sus privilegios a costa de exterminar derechos. Por eso el golpe de Estado; lo demás es verso.
Y a no confundir la situación de Bolivia con la de Chile: en el país trasandino es el pueblo de verdad el que está diciendo basta de alternancia entre partidos para que no cambie nada. Las minorías empachadas hacen un golpe de Estado por pura angurria pero las mayorías desplazadas y empobrecidas hacen una revolución por necesidad. A las primeras hay que condenarlas y a las segundas, alentarlas.
Macri y los que son como él hacen lo contrario porque la desigualdad es lo que orienta sus pasos. Por eso son ricos, porque explotan, especulan y estafan y así empobrecen al resto. Por eso se quejan de los impuestos, los controles y los derechos de los trabajadores. Y tratan de impedir que acceda al gobierno una fuerza política que distribuya con un poco más de justicia. En cuanto eso ocurre, se vuelven los más feroces golpistas. Después de ver cómo se posicionaron sobre el golpe en Bolivia, corremos un serio peligro al tenerlos como oposición. Con el 40 por ciento de aval, harán lo imposible para que el gobierno de Les Fernández fracase en su intención de frenar el saqueo de estos cuatro años. Si se entiende esto, estamos a salvo; de lo contrario, estaremos siempre a merced de sus dentelladas.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...