jueves, 30 de julio de 2020

El problema de los ricos

La pandemia puso en evidencia muchos problemas que estaban ocultos: esencialmente, la vulnerabilidad económica, sanitaria y alimentaria de una parte importante de los argentinos. También, la vileza de algunos que aprovechan este dramático momento para acrecentar su patrimonio monetario y político. Mientras el porcentaje de indigentes crece, unos pocos llenan sus arcas de manera inadmisible. La organización internacional Oxfam, a partir del listado de los más ricos de la revista Forbes, informó en estos días que los multimillonarios de Latinoamérica incrementaron sus fortunas en 48200 millones de dólares desde marzo hasta julio. Mientras muchos pierden lo necesario para subsistir por la recesión, una minoría impune obtiene una ganancia del 17 por ciento sin producir nada. Un puñado de ricachones que acumula cifras que no se obtienen con el trabajo honesto, paciente y sacrificado. Montañas de dinero que sobran para que su descendencia viva de lujo durante muchas vidas. Pero lo peor de todo esto es que esos individuos súper millonarios son los que más se lamentan por el daño económico de la cuarentena, los que más presionan para normalizar las actividades, los que más se resisten a pagar impuestos, los que más reproducen su dinero con prácticas especulativas.

Si la actividad productiva a nivel global está ralentizada por el coronavirus, si el comercio funciona a media máquina, ¿cómo puede ser que unos pocos sigan ganando a paladas? Desde hace mucho tiempo, el capitalismo encontró la vuelta para generar ganancias sin producir nada; el sistema financiero garantiza la reproducción del dinero sin riesgos. Paraísos fiscales, empresas fantasmas, accionistas invisibles, dueños inhallables, traslado de capitales de un lugar a otro a la velocidad de la luz, sin bolsos ni valijas, fortunas escondidas, no en bóvedas patagónicas sino en guaridas fiscales paradisíacas cuyos dueños están escondidos detrás de nombres de fantasía. El capitalismo mutó en los ochenta hacia una distorsión de sus principios: de la producción de bienes colectivos y materiales hacia la generación de beneficios individuales con mercancías inexistentes.

Las fábricas de antaño se han transformado en timbas. En nuestro país, los grandes empresarios producen menos que antes y ganan mucho más, dejando un tendal de desocupados o explotados que confirman una ley de fuego: si hay muchos que tienen cada vez menos es porque unos pocos tienen cada vez más. El derrame al revés: en lugar de gotear desde la punta de la pirámide hacia la base, absorbe torrentes desde la base hacia la punta. El discurso hegemónico nos ha convencido de que ésta es una ley natural, que siempre ha habido pobres porque no se esfuerzan lo suficiente, porque son vagos o no les da la cabeza para volverse ricos; que la propiedad privada es un privilegio y no un derecho; que cualquier modificación de este estatus quo es una postura ideológica y no de “sentido común”; que quien quiera reformar el mandato divino de la desigualdad incrementa la grieta, divide a los argentinos, es comunista o busca estatizar hasta el quiosquito de la esquina.

Ahora, el gobierno nacional impulsa una reforma del sistema judicial para que sea más dinámico, más legal, más consustanciado con los intereses de la mayoría que con los beneficios de una minoría. El establishment vernáculo está como loco porque ve en esto la posibilidad de perder a sus aristocráticos aliados: los jueces federales. Este camino reformista será tortuoso, tendrá muchas trabas y hasta algunos retrocesos. Si no nos compenetramos en este asunto, sólo será un maquillaje: hay un trecho muy largo entre modificar el sistema judicial hasta lograr una Justicia que nos abrace a todos.

jueves, 23 de julio de 2020

Paradojas del castigo


Aunque ya estamos acostumbrados, lo cotidiano registrado por las cámaras de seguridad alimenta diariamente los espacios informativos. Robos, asaltos, accidentes desfilan ante nuestros ojos como si fuéramos testigos de todo. A veces, esas cámaras muestran lo curioso, como el nene de cinco años que defendió a golpes a su mamá, víctima de un robo. Otras, vemos cómo asaltan un maxi kiosco o una granjita. En estos días, hemos visto hasta el cansancio al jubilado Jorge Ríos descargando su arma a un asaltante en plena huida. Cabe aclarar que la obtención de ese video por parte de los medios de comunicación es tan irregular como una escucha ilegal, por lo tanto, al compartirlo en las redes nos estamos convirtiendo en cómplices de una ilegalidad. Claro que muchos medios lo difunden para hacer apología de la defensa por mano propia o, como en este caso, un ajusticiamiento in situ.
Obvio que este caso tiene similitudes con el de Luis Chocobar, aunque la presencia del policía hace que sean diferentes. Pero en ambos se puede observar que la vida del ejecutor no corría peligro, como en el episodio del Carnicero Justiciero. Quienes justifican estos hechos –como Patricia Bullrich, Sergio Berni y algunos periodistas del establishment- olvidan que en nuestro país no existe la pena de muerte. Y en donde existe, no se aplica a delitos tan leves. Lo que pasa es que el sentido común emanado del discurso hegemónico acepta estas paradojas: que sea ley matar al paso a un asaltante de poca monta y defender a ladrones de fortunas como si fueran carmelitas descalzas.
Veamos, si por robar un celular alguien recibe un par de balazos de un transeúnte furioso, ¿qué penas deberían merecer los funcionarios macristas que incrementaron las tarifas de gas y electricidad hasta convertirlas en impagables, es decir, en un robo? ¿O los que aumentaron en dólares los peajes para que el Buen Mauricio pueda vender a mejor precio su empresa Autopistas del Sol? ¿O los administradores de Vicentín, que fugaron todas sus deudas y evadieron tributos para después declararse en quiebra? ¿Acaso los voceros del establishment plantean penas severas para tan sofisticados delincuentes? No, al contrario: denuncian persecución política o atentados contra la propiedad privada.
Durante meses, los rosarinos padecimos el humo de la quema de los terrenos de las islas destinados al pastoreo. Los periodistas locales llenaron las transmisiones con reclamos por el perjuicio a la salud y el daño ambiental sobre los humedales isleños. Ahora que se sabe quiénes son los responsables de las quemas, ¿aceptarán como sanción apropiada multas que no alcanzarán para cubrir gastos y menos reparar daños o pedirán sanciones más severas? No tanto como un disparo de Chocobar, sino apenas la pérdida de los derechos de propiedad de propietarios tan irresponsables.
Sigamos un poco en este juego de las paradojas. Si un ladrón merece el disparo de un justiciero desencajado, ¿qué castigo merecerían los funcionarios del gobierno anterior que endeudaron el país como nunca absolutamente para nada? Y encima, por cien años. Por supuesto, todo esto ha sido nomás un juego para poner en cuestión el sentido común punitivo al que nos quieren llevar los que sólo contribuyen a construir un país más horrendo. Lo mejor es educar al ciudadano en el respeto a la ley, lograr que nadie tenga necesidad de robar para poder vivir y que los que viven robando aunque tengan de todo reciban un castigo en serio para que no sirvan de ejemplo a nadie. Y menos aún que malgobiernen el país en un futuro no muy lejano.

lunes, 20 de julio de 2020

Una campaña peligrosa


Si le preguntaran a Macri sobre la promesa de la oposición responsable, seguramente farfullaría “esa te la debo”. Como la fuerza política que encabeza no puede expresar con sinceridad su ideario, sus exponentes arrojan estiércol para cualquier lado y desde el rincón más oscuro que ocupan. En realidad, el Ingeniero no lidera nada y el PRO sólo tiene la fuerza que emana del Poder Real, sobre todo el mediático. Ninguno se puede apartar del guion establecido y de la estrategia de campaña que ya ha comenzado: erosionar al nuevo gobierno y sembrar en el sentido común de los desprevenidos la idea de que el populismo es más peligroso que cualquier virus.
No por mérito propio sino por el de obedecer al mismo guion, los anti cuarentena ganaron la batalla. No es que hayan abandonado las cacerolas, como sugirió con un inocente retuiteo el diputado cambiemita Fernando Iglesias, para tomar otras herramientas más drásticas, sino porque el absurdo de la libertad en peligro obligó a flexibilizar el aislamiento. Sin esta excusa machacona sería imposible un relajamiento de la cuarentena en pleno auge de los contagios y una ocupación alarmante de las camas de Terapia disponibles. Y no hay que olvidar el anuncio místico con reminiscencias dictatoriales de la ex diputada Carrió sobre el secuestro del Salvador y la irresponsabilidad de sugerir que se repartan hostias en la calle porque “Jesús es el que sana y cura”. Todos los que hoy celebran la recuperación de la libertad para correr, comprar, pasear, rezar serán los primeros en reprochar cuando la propagación del Covid sea inmanejable.
Aunque parezca mentira, la campaña de desgaste está en marcha y con tanta desesperación que queda muy en evidencia. Desde las dudas planteadas sobre la continuidad de Fernández en una amable mesa televisiva hasta el chorro de alcohol en gel a la cara de un funcionario; desde las denuncias de persecución política al periodismo de guerra ejecutado desde las propaladoras de estiércol hasta las cadenas de whatsapp grabadas por actores que simulan ser ciudadanos asustados; desde las absurdas advertencias de convertirnos en Valenzuela hasta los análisis agoreros de los columnistas especializados en patrañas. Hasta plantean que el Frente de Todos es una bolsa de gatos que será desarmada por el fuego amigo cuando, en realidad, los disparos provienen de los verdaderos enemigos, que son los mismos de siempre: los mega-empresarios que, desde la dictadura para acá no han parado de crecer y condicionar a los gobiernos para que satisfagan sus apetencias monstruosas.
La semana pasada, CFK compartió una nota de Alfredo Zaiat en la que describe el escenario del empresariado argentino encabezado por Techint y Clarín y advierte que con sus prácticas extorsivas, evasoras, especuladoras y fugadoras es imposible construir la economía del futuro. Esto alteró a los miembros del establishment porque desnuda lo nocivos que son para el país que llena sus arcas pero no es destinatario de sus ganancias. El caso Vicentín encendió las alarmas de los ricachones con cola de paja, porque el accionar delictivo de esta empresa es practicado por muchas de las grandes exportadoras. Aunque el presidente se haya mostrado arrepentido por plantear la expropiación, muchos sabemos que es el único camino para amoldar a los tránsfugas que dificultan nuestro desarrollo. La propiedad es un derecho siempre y cuando no se convierta en un escollo para los derechos colectivos. Si el propietario transforma su derecho en un privilegio dañino para el conjunto –como especular con el alimento, maquinar ganancias sin producir, triangular para evadir- no merecen ser propietarios.
Claro que hay giles que confunden un grupo de accionistas inescrupulosos con el dueño de un kiosquito o de un mono-ambiente. Los que se quejan por el precio de los alimentos o por los incendios en las islas y después salen a defender a los que provocan todo eso, no entienden nada. El día que empiecen a comprender cuáles son los verdaderos problemas y acompañen las soluciones, tendremos crecimiento y equidad para toda la vida.

jueves, 16 de julio de 2020

Oposición tóxica y oficialismo errático


En medio de la pandemia, no hay tiempo para estadísticas banales. Sin embargo, uno puede arriesgarse a afirmar que la palabra ‘diálogo’ ha sido la más usada en estos días. En realidad, es un término que nunca pasa de moda, aunque expresa mucho más de lo que nos quieren hacer creer. Además, algunos usuarios anulan su sentido en el momento mismo en que la pronuncian, porque ponen como encendido prólogo, “estos ladrones y asesinos nos tienen que convocar al diálogo”. ¿Cómo aceptar tan extraña invitación? Más aún cuando robo y homicidio son inexistentes, por tanto, indemostrables y menos aún condenables. Y la gran paradoja: esos que claman por el diálogo no se cansan de afirmar que estamos en una infectadura con un gobierno tan autoritario como el de “Valenzuela”. ¿Cómo exigir diálogo a quien uno califica como autoritario?
Y peor aun cuando los que tanto reclaman diálogo no han dialogado con nadie cuando fueron gobierno. Macri, en sus nefastos cuatro años al frente de la presidencia, jamás convocó a los diputados y senadores de la entonces oposición, ni siquiera a aquéllos que simulaban serlo. En verdad, ¿qué conversación más o menos seria se puede tener con alguien que propuso construir puertos en Santiago del Estero? ¿O con el que afirmó que en algunos lugares falta agua y en otros, sobra? ¿O con el cráneo que aseguró, como una genialidad en la que ningún científico había reparado, que "en esta globalización no se tiene en cuenta que hay unos que están en el invierno y otros en el verano? Todos estos aforismos de brutalidad fueron dichos por la misma persona, por si alguien se distrajo. Mauricio Macri es el autor de estas vergonzantes burradas y la fuerza política que lidera es la que quiere dialogar.
Pero hay más, porque los PRO son una catarata de sandeces. La presidenta de ese club de élite, Patricia Bullrich en un encuentro por zoom con sus pares amarillos, expresó, iluminada: futuro rima con oscuro y también rima con Maduro. Esta exquisita muestra de brillantez intelectual fue esputada en la presentación del libro Juntos, ideas para el desarrollo y la libertad. Conversaciones de cuarentena. Un libro escrito por las luminarias que fueron funcionarios de la Revolución de la Alegría, como Oscar Aguad, Hernán Lombardi, Laura Alonso, Federico Pinedo y algunos exponentes más de la inexistente intelectualidad de la derecha vernácula. En ese encuentro virtual, Bullrich vomitó una frase de poster que debe haber robado de algún revolucionario en serio: “hay momentos en la historia en los que hay que dialogar y otros en donde hay que luchar”.
Por otra parte, y como han demostrado cuando fueron gobierno, lo que menos les interesa es gobernar para mejorar la vida de los argentinos, sino todo lo contrario. Lo único que pueden aportar son planes de negocios privadísimos para sus amigotes. Además, el presidente Fernández ya los ha convocado tres veces para llegar a acuerdos políticos en el armado de una agenda parlamentaria y los aportes PRO han sido sólo berrinches encaprichados. Ellos no quieren diálogo, sino obediencia. Como en este último episodio, que exigían tener un encuentro a solas, sin otras fuerzas políticas. No son opositores saludables ni responsables: son tóxicos destituyentes que lo único que buscan es aprovechar la crisis provocada por ellos y por la pandemia.
Con estos tipos no hay que ser obsecuentes ni conciliadores: hay que desnudar su vileza porque no buscan el bien del país sino el incremento de los privilegios de sus verdaderos representados; los PRO operan para una élite y muchos de los que votan por ellos no quieren advertir esa anomalía. De democráticos no tienen nada.
Por eso sorprende que Alberto sea tan condescendiente. Por eso duele que en estos días, el primer mandatario se muestre arrepentido por proponer la intervención de Vicentín. De manera sorprendente, reconoció que deseaba el festejo de todos por el rescate de la empresa. ¿Qué esperaba? ¿El aplauso de los mega-empresarios fugadores, timberos y estafadores? ¿Esperaba acaso los vítores exaltados de los palcos VIP; que los títulos de Clarín y la Nación celebren con bombos y platillos como hacen cuando un mandatario del primer mundo toma una medida similar? Muchos esperamos que esta sea una treta para que el apoyo a la intervención y expropiación de Vicentín sea más eufórico. Si no es así, que nadie cuestione que empiece a estar decepcionado.

lunes, 13 de julio de 2020

Una Independencia todo terreno


Un sector minúsculo de la población usurpó el Día de la Independencia para clamar por la libertad en medio de la cuarentena. Ya se habló mucho del absurdo de clamar por la libertad sin que nadie lo impida, siquiera por incumplir las restricciones de la cuarentena. Como los pseudo periodistas de los medios hegemónicos, que denuncian censura y persecución sin que nadie los censure y los persiga. Contradicciones propias de la Revolución de la Alegría residual. Un entramado de consignas confusas que ocupa la superficie para ocultar el verdadero ideario. La disociación entre la fantasía malsana y la vida real; un mundo paralelo en donde importan más las falacias que fundamentan los prejuicios que los hechos que los demuelen; una puja eterna entre el individuo colonizado que lame la mano del conquistador y un ser social libre que lucha por romper las cadenas que va descubriendo en su construcción.
Individuos absolutos capaces de participar en marchas sin distanciamiento ni motivos, de organizar torneos de truco o fiestas de cumpleaños con más de veinte personas. ¿En qué cabeza cabe tanta negación del riesgo? Y esto no significa un guiño a los hipocondríacos, sino un llamado a la responsabilidad social. Más allá del enojo de los anti cuarentena, los países que ostentan mayor número de muertos y contagiados son aquellos que apelaron a la inmunidad de la manada y priorizaron la economía por encima del cuidado de la salud. Y el individuo absoluto no entiende que no sólo se contagia él, sino que puede contagiar a otros. Este reclamo incongruente por la libertad no es más que una forma elegante del más extremo egoísmo.
Pero ya sabemos que todo es una excusa: detrás de estas catarsis caceroleras se esconde el rechazo a un modelo que busca limar apenas las grandes fortunas para intentar un poco de equidad. Una hipocresía salir en defensa de la propiedad privada cuando la mayoría ni sabe lo que es eso. Los que marcharon el jueves –muchos de ellos inquilinos- piensan que están clamando por un derecho cuando en realidad están defendiendo el privilegio de unos pocos.
Porque eso es lo que nunca van a entender: resulta contradictorio que se lamenten por los pobres, compartan fotos de chicos desnutridos y se sumen a campañas caritativas exorcizadoras de culpas y después participen de una manifestación apologista de los generadores de desigualdad. La libertad es una idea tentadora para todos, pero es un concepto apropiado por el neoliberalismo más extremo para justificar el saqueo. La cereza de un postre del que nunca probamos un bocado. Los pobres son despojados de su acceso a todo –cercenando libertades- por estos multimillonarios que han obtenido todo a fuerza de despojar. Y los caceroleros dirán que “si son ricos es porque han trabajado toda su vida”, una patraña que se desmonta con pocos datos. Ni trabajando cien vidas se pueden obtener fortunas de miles de millones de dólares. Mientras estos enajenados protestones recitan “los k se dobadon todo”, estas megaempresas monopólicas nos saquean todos los días.
Una de las grandes dudas es cómo hará el gobierno nacional para reactivar la economía post pandemia. Ya se están filtrando algunas de las medidas más importantes, como auxilio a las pymes, construcción de viviendas sociales e incentivo a las legendarias economías regionales: una especie de plan Marshall vernáculo versión siglo XXI; una reformulación del modelo del derrame donde las gotas caerán desde menos altura, para que no horade tanto la base. Mientras estén las grandes empresas monopólicas y multinacionales, incontenibles en su angurria, soplando su fétido aliento sobre nuestras cabezas, ningún plan funcionará. Con estos gigantescos carroñeros que apelan a todas sus tretas para multiplicar ganancias sin invertir ni tributar, fugando cada centavo a paraísos lejanos, estafando a más no poder a cada uno de nosotros, no hay país desarrollado posible. Ese puñado de avarientos no debe estar incluido en el país que necesitamos construir.

viernes, 10 de julio de 2020

Cancerberos del Poder


Desde hace unos días, uno de los problemas del país parece ser la proliferación de atentados a los silobolsas y los culpables son, como siempre, los vándalos K. Claro, esto desde la mirada exclusiva de los medios hegemónicos que defienden los intereses del mal llamado Campo. En realidad, hay apenas unas cien denuncias sobre más de 400 mil silobolsas existentes y las roturas fueron provocadas por granizo, ratones, caballos, pájaros, algún trabajador mal despedido, chicos en patineta y no por hordas desaforadas de cristinistas. Si no quieren que sus cosechas sean dañadas, que las exporten cuanto antes, en lugar de especular con la devaluación. Que Clarín, La Nación y sus medios satélites defiendan su propia avaricia es razonable, pero que cuidamacetas barriales se ofrezcan como sus fuerzas de choque resulta por demás de servil.
Si los banderudos tuvieran al menos el diez por ciento de información certera, no andarían pasando tantos papelones. Pero apenas las pantallas exclaman “la propiedad privada está en peligro”, salen con la celeste y blanca a apoyar estafadores, especuladores, evasores y fugadores justo el Día de la Independencia. Ni saben lo que es Vicentín ni lo que han hecho sus titulares, pero no toleran que el Estado intervenga. Y si uno se toma el trabajo de explicarles el mecanismo de triangulación que utilizan muchas exportadoras para tributar menos, entran en cortocircuito. Un titular les alcanza para tomar partido por los que nunca se preocuparían por ellos.
Seguramente, los caceroleros anticuarentena pro Vicentín creerán que el fiscal Gerardo Pollicita es un ferviente militante K por haber solicitado la inhibición de bienes de Javier González Fraga y Lucas Llach, presidente y vicepresidente del Banco Nación por "créditos millonarios en dólares irregularmente otorgados a Vicentin SA". Sin embargo, este fiscal indagó a Aníbal Fernández y otros ex funcionarios por sobreprecios en Fútbol Para Todos y pidió que CFK vaya a juicio oral por la infundada causa Los Sauces. Además de los funcionarios del Banco, la medida también alcanza a los directores de la empresa sobre muchos de sus bienes.
Pollicita, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 11, manifiesta que "los elementos probatorios recabados hasta el momento permiten sostener que funcionarios del Banco Nación, algunas veces por acción y otras por omisión, incumplieron deliberadamente los deberes a su cargo y perjudicaron los intereses confiados para su administración". Y los titulares de Vicentín Daniel Buyatti, Alberto Macua y Sergio Nardelli, en lugar de pagar sus obligaciones, fugaron a paraísos fiscales los más de 1400 millones de dólares que deben. Los banderudos están defendiendo a truhanes que estafaron a los que confiaron crediticiamente en ellos.
La inconciencia de este grupete de cancerberos del Poder los llevará a aplaudir las inconsistencias que, como parte de la actividad “La Otra Mirada de Latinoamérica”, expresó Macri en una entrevista guionada que mantuvo con Alvaro Vargas Llosa. "Acá lamentablemente hemos visto un Gobierno que intentó avanzar sobre las libertades: la libertad de expresión, el funcionamiento de la Justicia, la independencia de los poderes, la propiedad privada”, enumeró sin fundamentos el Infame Ingeniero. Y sin risas grabadas, agregó que esto “generó una reacción activa y fuerte de la sociedad, que se movilizó para expresarse en contra de estos abusos". Mentiroso como pocos, toma como toda la sociedad al núcleo duro de seguidores amarillos, eso que Macri considera “nuestra gente”, esos que sí serán bienvenidos al festín neoliberal que pergeña, pero sólo como servidores. Y tan extraviados están que aclamarán a sus amos por las migajas que caerán de la mesa.

lunes, 6 de julio de 2020

Otra vuelta de tuerca


Los cambiemitas están bastante desorientados. Al parecer, no encuentran argumentos coherentes para oponerse. Sus intelectuales –dicho esto con mucha generosidad- sólo cuestionan la cuarentena desde la exageración del peligro o el atropello a las libertades individuales. Para que estas pamplinas tengan eco, necesitan aislar informativamente a su electorado cautivo, que ni siquiera se entera de que un militante anti-cuarentena murió de coronavirus. Sin embargo, en todos los idiomas, la cuarentena es –por ahora- la única manera de evitar el contagio y la caída de la Economía es la previsible consecuencia de la pandemia. La hegemonía discursiva siempre intenta mostrar lo que pasa en Argentina como si fuera una anomalía mundial donde el Estado es el único culpable, sobre todo cuando lo gobierna algo más o menos parecido al peronismo. Para lograr cierta aceptación, los voceros del establishment deben embrutecer a su público, aunque incurran en groseras contradicciones: aplaudir la estatización de una aerolínea en Alemania pero repudiar la intervención en Vicentín, por ejemplo. Lo que Allá es ponderable, acá es repudiable. Y el televidente responde con su manipulada indignación sin entender absolutamente nada.
Ese es el caldo de cultivo para transformar el asesinato de Fabián Gutiérrez en un crimen político, como intentaron hacer con el suicidio del fiscal Alberto Nisman, con total éxito en el sentido común. Además, tienen un poder discursivo en apariencia indestructible, seguidores capaces de creer cualquier cosa que fundamente sus prejuicios y la voluntad intacta de proyectar su vileza hacia todos los que detestan visceralmente. Por eso puede resurgir de sus cenizas Laura Alonso, para calificar de “G-R-A-V-I-S-I-M-O” lo que a todas luces es un homicidio por extorsión de quien fuera secretario de CFK durante poco tiempo y un arrepentido que no aportó nada en la inconsistente causa de los Cuadernos Quemados. Y todo para desviar la atención del cimbronazo judicial y político del entramado de espionaje ilegal.
A todo esto se suman los hondazos del titular de la UCR, Alfredo Cornejo que propone la declaración de la provincia de Mendoza como país independiente. O los miembros de FOPEA, que agitan las banderas de la libertad de expresión para defender a los periodistas que se beneficiaron con el espionaje ilegal. O los estancieros que convocan a protegerse con armas a los inexistentes atentados K contra los silo-bolsas. O los cómplices de Macri que firman una nota para denunciar persecución política en lugar de indignarse con el entramado mafioso orquestado por la fuerza política que los contiene. Si el Infausto Ingeniero deseaba enviar a la luna a 562 argentinos que le molestaban, ¿qué debería hacerse con estos tránsfugas cuya razón de ser es alterar la vida democrática para beneficio exclusivo de unos cuantos estafadores?
Porque los que se lo pasan pontificando sobre la República y las Instituciones, no han hecho más que vulnerarlas en cuanto han tenido oportunidad, desde el gobierno o fuera de él. Los que más han desgobernado el país son los que nunca han sido votados. El Poder Real no necesita elecciones para modelar la realidad a su más egoísta conveniencia. El caso de Macri es único: él no necesitaba acceder a la presidencia para incrementar sus negocios. Lo hizo por puro ego, por mero capricho de niño rico, de angurriento desmedido. Así nos fue y cuesta creer que algunos todavía se atrevan a defenderlo.
Pero el asunto no pasa por Macri, como quieren hacer creer los que están armando un buzón electoral sin tenerlo en cuenta. Lo que nunca está en discusión es lo más importante: el sistema que está detrás del monigote que designan; la defensa de un sistema empresarial corrupto que genera fortunas para sus accionistas sin invertir en producción real; el empobrecimiento creciente de la mayoría para el incremento bestial de fortunas personales. Hasta que no se comprenda quiénes son los que obstaculizan el desarrollo y la equidad, siempre estaremos perdidos en los mismos senderos escabrosos.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...