jueves, 29 de octubre de 2020

Las huellas de octubre

 

Mientras algunos países europeos vuelven a las restricciones y hasta establecen el toque de queda, en Argentina algunos conspiradores niegan la peligrosidad del Covid y claman por la libertad. Los lemas que esputan desde los medios dominantes y las redes sociales convencen a los incautos de que el virus es un invento kirchnerista. Menos mal que son pocos los que se abrazan a estas tonterías, si no, los números de muertos y contagiados estarían por las nubes. Pero en medio de la pandemia, hubo dos momentos que confirmaron el rumbo que, con tropiezos, tomó el país hace menos de un año: los festejos por el 17 de octubre y el emotivo recordatorio por los diez años de la muerte de Néstor Kirchner.

En estos días las anécdotas, las frases y las decisiones de ese presidente que marcó nuestra historia estuvieron presentes en casi todos los corazones. Una calificación a la que muchos analistas recurrieron fue la de políticamente incorrecto, algunos para bien y otros para mal. Claro que resultó insólita su figura desgarbada, su sonrisa permanente, su pronunciación extraña, la cordialidad de sus gestos y la ruptura con los protocolos. Lejos de la solemnidad y la distancia, la calidez se notaba en cada uno de sus movimientos. Quizá lo que muchos consideran incorrecto es que haya puesto las cosas en su lugar, que haya acomodado las piezas de un rompecabezas que todavía no terminamos de armar, que haya conmovido a millones y haya convencido a los incrédulos. La Grieta no apareció con él, sino que se hizo comprensible. Tal vez ahí se origine su incorrección política.

Hay muchos motivos para estar de este lado, pero uno es contundente. A mediados de 2013, Videla –el mayor exponente del terrorismo de Estado- fue entrevistado por una revista española en el penal de Campo de Mayo. Como una invitación ineludible, el dictador expresó que su “peor momento llegó con los Kirchner”. Al poco tiempo murió en un inodoro, como una categórica metáfora de lo que fue en vida. Hoy abundan las señales sobre dónde ubicarse, porque todavía quedan legisladores, periodistas y pensadores que refunfuñan contra los organismos de DDHH y juegan vilmente con el número de desaparecidos. Hasta hubo una cambiemita que pidió los falcon verdes para Juan Grabois y sus seguidores. Y por si esto fuera poco, el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, mandó a limpiar el rostro de Néstor Kirchner que habían dibujado en la Plaza de Mayo. Los que están del peor lado podrán borrar su imagen de pisos y muros y vandalizar estatuas, pero nunca podrán eliminar lo que está tatuado en el corazón de muchos. Esos oscuros personajes que defienden intereses ajenos a los de la mayoría nunca serán recordados con la pasión que se vivió en estos días.

Pasión que aún despierta la vicepresidenta, aunque se la vea poco y se la escuche menos. Aunque las pantallas no la muestren, todos sabemos que está. Hasta los que la detestan no paran de hablar de ella, aunque tengan que fabular como alucinados para fundamentar su desprecio. Esta semana hizo pública una carta que, como siempre, ordena el debate. En ella plantea la necesidad imperiosa de terminar de una vez con la economía bimonetaria, no en el sentido que muchos desean –una dolarización absoluta- sino como una búsqueda colectiva de la valorización del peso. Para arribar a una solución, CFK convoca a “un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina”. Si esto es ingenuidad o ironía, el tiempo lo dirá, porque difícilmente veremos a especuladores, agrogarcas y fugadores sumarse a una propuesta que elimine su parasitaria fuente de ganancias.

Erradicar el dólar de nuestra vida cotidiana no es un objetivo compartido por todos, pero es una necesidad para armonizar el presente y garantizar el futuro. Para eso hay que enfrentar a los que se amontonan del peor lado de la Grieta. Néstor lo hizo y Cristina también. El presidente, a veces, parece intentarlo. Al respecto, aseguró que su gobierno “no llegó para cruzar los brazos ni obedecer a los poderosos”. Y agregó que asumió para obedecer a los que lo votaron y para hacer una Argentina que incluya a todos”. Abandonar los buenos modales para los conspiradores y destituyentes es el primer paso para cumplir con sus promesas de campaña.

lunes, 26 de octubre de 2020

Nostálgicos de la 125

 

Los que acusan de fraudulentos, antidemocráticos y corruptos a los líderes populares siempre quedan descolocados. Tanto, que los hechos demuestran que son Ellos los que más merecen esos calificativos y muchos otros más, por supuesto. El triunfo del MAS en Bolivia no sólo desmiente las estigmatizaciones y persecuciones a Evo Morales, sino que evidencia que los exponentes de la derecha no saben perder. Gracias a la prepotencia de esos personajes, el país vecino perdió un año con una dictadura que se “legitimó” con la firma del Secretario General de la OEA, el uruguayo Luis Almagro. Después, cuando el daño estaba hecho, el organismo imperial tuvo que reconocer que “no hubo una manipulación dolosa” ni “irregularidades graves” en las elecciones presidenciales del año pasado. Borrón y cuenta nueva para seguir conspirando, como siempre hacen los que se creen dueños de todo y sus envilecidos servidores.

Una anomalía que atraviesa la historia de Sudamérica y de la que Argentina no está excluida. Nuestro país perdió cuatro años con el Infame Ingeniero, que logró embaucar a una parte de la sociedad para que lo considerara el Salvador de la República. Y no lo fue, por supuesto, sino todo lo contrario. Eso ya lo sabemos y es indiscutible, por más que ahora, en amables entrevistas, trate de despegarse de los desastres provocados y los abundantes chanchullos en los que está involucrado con pruebas más que suficientes. Y otra cosa que sabemos es que Macri no hubiera llegado tan lejos sin la perversa protección de los grandes medios de comunicación. Si lo sometiéramos a la meritocracia que tanto pregona, no serviría ni para levantar los porotos que caen al suelo en un torneo de truco. Sin embargo, Clarín, La Nación, Infobae, Canal 13 y muchos medios similares han asumido la despreciable función de salvar su imagen para un peligroso recambio presidencial. Tontos seríamos de tropezar otra vez con la misma piedra o con cualquiera parecida.

Pero los PRO en todas sus versiones ostentan tanta sinceridad que asquea. Hasta los que se esfuerzan en el maquillaje dejan escapar sus inmundicias, como el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta que pretende privatizar la CABA al mejor postor como un atroz gerente inmobiliario; que no duda en exponer a los chicos, maestros y no docentes al coronavirus para un simulacro de presencialidad que no sirve para nada. Hasta los que están en silencio, como la hipócrita María Eugenia Vidal, se guardan en sus madrigueras a la espera del mejor momento para asomar el hocico.

Hasta en los conflictos domésticos exponen su podredumbre. En el libro de Santiago O’Donnel, Hermano, Mariano Macri hace público el destrato y las humillaciones padecidas por parte de su hermano mayor, sin cuestionar siquiera los procedimientos irregulares con los que su padre logró amasar la fortuna familiar. En la disputa desatada por Dolores Etchevehere en el casco de la estancia Casa Nueva, explotan los peores conceptos de una clase que cree que todo le pertenece. Desde la prepotencia con que matonean a una de las dueñas de esa tierra, hasta las bestiales amenazas hacia los invitados de la hermana estafada. Desde las órdenes que gritonean a los efectivos policiales hasta el desconocimiento del fallo del juez. Y en esa patota de agrogarcas hay muchos PRO, candidatos y ex legisladores. El propio Luis Miguel Etchevehere fue ministro de Macri.

Aunque parezca sólo un conflicto de tierras, este episodio encierra un ideario mezquino, prepotente y antidemocrático. Y siniestro. El tuit de la legisladora cordobesa es escalofriante: "¿falta mucho para que aparezcan los falcon verdes para impartir la justicia a la medida ideológica de Grabois y compañía?". Y peor aún es su cínico pedido de disculpas que, como todo cambiemita, termina culpando a los demás. En ese inaceptable mensaje no hay error de redacción ni de interpretación: el error es que alguien con semejante concepción de la vida sea una representante.

Por supuesto, la estrella de este escándalo es Luis Miguel Etchevehere que, como buen patrón de estancia, impone su autoridad por encima de las autoridades. "El que quiera venir...el gobernador, el fiscal, el procurador, el presidente de la Nación. Yo de acá no me muevo, no va a entrar nadie acá vociferó ante las cámaras con total impunidad. Y como una tentadora invitación, el desencajado personaje agrega: "Si nos tienen que meter presos, métannos presos”.

Sin dudas, este sainete se está transformando en el conflicto político que necesitaba la barbarie neoliberal para horadar las instituciones y cumplir su nefasto sueño de desterrar, de una vez por todas, el populismo que nunca llega. Como siempre, para reclutar voluntarios en una gesta infame, la derecha conspiradora necesita disfrazar los hechos para que un proyecto agroecológico se convierta en una usurpación; requiere poner en la escena a personajes altamente demonizados por la prensa destituyente, como Grabois, Cristina o los negros del conurbano. Y como siempre, apelan a la treta de victimizarse cuando la búsqueda de derechos amenaza un poco sus cuantiosos privilegios. La Grieta de siempre, reciclada hasta el hartazgo.

jueves, 22 de octubre de 2020

Nada más que el peor

 

En poco más de una semana, el ex empresidente Macri realizó cuatro entrevistas con sicarios periodísticos para apuntalar su imagen pública, aclarar algunos aspectos de su gestión y horadar al Gobierno Nacional. No logró nada de eso, sino todo lo contrario. La valoración positiva –de acuerdo a encuestas propias y ajenas- está en picada; cada vez que trata de explicar, su presidencia termina más oscurecida; y les Fernández, tal como se demostró el 17 O, mantienen una alta adhesión, a pesar de que la situación no es para nada floreciente.

Ya lo sabemos: el Buen Mauricio no es una luminaria, su verba pueril está obsesionada con el kirchnerismo y Cristina y sus mentiras son tan inverosímiles que ni los entrevistadores –por más amabilidad que pongan- pueden disfrazarlas. Además, el desprecio oligarca lo lleva a vomitar injurias que descomponen las vísceras de muchos de sus partidarios. Eso de que los peronistas no trabajan es apenas una muestra que basta para comprender lo que estamos diciendo.

Pero al Infame Ingeniero se le viene el agua. Aunque trate de equiparar las causas que lo acosan con el law fare de guerra contra el kirchnerismo, sabe que está hasta las manos y puede terminar preso por primera vez en su vida. Y eso sería lo más justo que puede pasarle, no sólo por lo que hizo durante su gobierno, sino por su prontuario de estafas al Estado que comienza en la dictadura. Desde el fallido intento de realizar negocios inmobiliarios en Manhatan con Donald Trump gracias a fondos prestados por Martínez de Hoz y nunca devueltos hasta el contrabando de autopartes y las cloacas de Morón. A pesar de las evidencias, fue perdonado todas las veces. Por eso La Revolución de la Alegría significó un jolgorio para su ímpetu delictivo: el chanchullo de las autopistas, el negociado de los parques eólicos, el desenfreno espiador, las cuentas off shore no declaradas, las tarifas de los servicios públicos y los negocios inmobiliarios. Todas son graves y certeras, y no necesitan demasiada investigación porque están a la vista.

En una de sus últimas escenas televisivas cuestionó a la fiscal Gabriela Boquín, que es la que frenó el escandaloso intento de evaporar las deudas que tiene Socma –la empresa familiar- con el Estado por el Correo Argentino. En realidad, no sólo la cuestionó sino que ordenó a su esbirro, el procurador nombrado a dedo Eduardo Casal que reflote un sumario administrativo contra la comprometida fiscal. Un absurdo obsceno que debería significar la expulsión inmediata de tan nefasto funcionario.  Como buen mafioso, Macri conserva intacto su poder de fuego… el que demostró contra la procuradora Alejandra Gils Carbó hace un par de años, a la que forzó a renunciar con amenazas contra su persona y su familia y que no tuvo ninguna consecuencia institucional.

Un poder de fuego que se evidencia con los intentos de jueces y fiscales cómplices para trasladar la causa de las escuchas ilegales a Comodoro Py o Pis o PRO, como quieran; en la denuncia de Mauro Wolf, Fernando Iglesias y otros títeres amarillos contra los periodistas Roberto Navarro, Ari Lijalad y Franco Milrahi por publicar parte de los documentos de la AFI macrista; en la obstinación de mantener en sus cargos a los jueces trasladados a dedo para fortalecer la inaudita protección judicial; en la incongruente denuncia del aún fiscal Carlos Stornelli contra Mirian Lewin por el observatorio de las fakes news y los discursos de odio, que es lo que alimenta a los votantes cautivos de la cloaca no política PRO.

Y lo que más le preocupa es un libro, aunque pocas veces habrá leído alguno. Como buen inculto, todos los libros lo asustan, pero uno en particular le aterroriza. En pocos días saldrá a la venta “Hermano”, el resultado de 17 horas de entrevista que el periodista Santiago O Donnel realizó a Mariano Macri, el menor y no por eso menos estafado. Desde que se comenzó a hablar de la publicación de este volumen, ha hecho todo lo posible para detener esta amenaza a su impunidad. Si no hay ninguna medida cautelar de algún juez tan infame como el Ingeniero, una vez más se demostrará que la pluma es más poderosa que la espada.

lunes, 19 de octubre de 2020

Un festejo con gusto a futuro

 

A pesar del triunfalismo exhibido durante semanas, la calle no es de los amarillos. Las falacias y demonizaciones vomitadas por periodistas de medios hegemónicos y exponentes cambiemitas apenas alcanzaron para juntar unas 25 mil almas envilecidas por prejuicios alimentados con miles de patrañas. Aunque Macri teatralice entrevistas en medios amigables, la ignorancia y el desprecio que destila apenas abre la boca convence cada vez a menos. Ya ni los propios lo toman en serio y su cinismo indisimulable está muy lejos de conquistar otra vez las urnas, salvo en la CABA, donde se concentra gran parte de su núcleo duro. La celebración masiva del 17 de octubre era lo que faltaba para demostrar que sigue siendo un contundente derrotado.

No sólo él, sino también el modelo de despojo que representa. Casi como una confesión de su impronta neoliberal, sorprendió a todos con una declaración bestial: su “gobierno económico terminó el 11 de agosto de 2019”, después de las PASO, “porque así lo determinó el Mercado”. Quizá algunos recuerden el enojo del Infame Ingeniero por el resultado de las elecciones, cuando responsabilizó al electorado que le había dado la espalda de todos los castigos que caerían sobre nuestras cabezas. Casi como si hubiera renunciado de facto a la presidencia para dejar todo en manos del Poder Real, algo que hizo desde el primer día de mandato. Pero además de irresponsable –entre muchos calificativos negativos- también es un mentiroso de patas muy cortas. En la entrevista del lunes pasado con Joaquín Morales Solá, este indefendible ex presidente culpó a la entonces oposición kirchnerista por el déficit fiscal al haber votado en el Congreso presupuestos sin recursos suficientes. De más está decir que el presupuesto lo arma el Poder Ejecutivo y el Legislativo puede hacer algunas correcciones antes de aprobarlo. Una falacia destinada a los que no entienden absolutamente nada. Sin ese público cautivo, embrutecido y alienado, los PRO no existirían.

Por supuesto, las tonterías esputadas por Macri en las tres entrevistas concedidas después del cacerolazo del 12 de octubre alcanzan para escribir varios libros; no de política, sino de psiquiatría. Obsesionado –como muchos de los que se suman a su comparsa- aseguró que CFK “tiene secuestrado al peronismo”, como si eso fuera posible. Y, más como una expresión de deseos que como un análisis fundado de la realidad, vaticinó que el gobierno de “Alberto Fernández va a ser el último gobierno populista que tendrá Argentina”.

Claro, los festejos multitudinarios del 17 de octubre deben haber demolido semejante concepción clasista del futuro. Para lograr eso hace falta mucho más que hackear una movilización virtual, recitar generalidades híper ensayadas, publicar titulares fabuleros y operar con trolls en las redes. El futuro no se construye con marketing, odio y cinismo ni con procedimientos judiciales fraudulentos. El futuro se construye con coraje y compromiso, que no es poca cosa.

Más allá de las especulaciones sobre la ausencia de Cristina en el acto de la CGT, Alberto señaló que “empezamos hoy un tiempo distinto, empezamos el tiempo de la reconstrucción de la Argentina”. Una frase que atraviesa los discursos de casi todos los presidentes de la historia. La reconstrucción parece ser nuestro destino y nunca el disfrute de lo reconstruido. Alguna vez tendremos que castigar a los que se dedican siempre a destruir, para no estar eternamente viviendo sobre escombros.

El acto del sábado inyectó energía; evidenció que a pesar del coronavirus, de la pobreza inadmisible, de los sueldos que no alcanzan a cubrir la canasta básica, de los especuladores que no cesan de expoliarnos, el gobierno nacional cuenta con mucho apoyo. Quizá sea el momento de abandonar los buenos modales con aquéllos que sólo quieren obstaculizar esta nueva etapa de nuestro camino. Y que los que siempre quieren ser primeros, terminen, de una vez por todas, al final de la fila.

jueves, 15 de octubre de 2020

Caceroleros y terraplanistas

 

Una vez más, el porteñaje –como categoría política y no sólo como referencia geográfica- salió a exhibir su odio y su ignorancia en distintos puntos del país. La movida de los manipulados coincidió esta vez con el 12 de octubre, como si los colonizados salieran a celebrar la llegada de los colonizadores. En sintonía, el Gobierno porteño, fiel a su ideario colonialista, iluminó con los colores de la bandera española los monumentos alusivos a la llegada de Colón. “Si Cristina no va presa, este país no tiene solución”, pontificaba una señora en el obelisco y su esposo, tan desinformado como ella, vociferaba ante el micrófono “no existe el virus, eso es una farsa que inventaron ellos para tenernos presos a todos”. Algunos dicen que todos tenemos derecho a manifestarnos, aunque sea por pavadas como éstas. El problema es que estas pavadas después desorientan en las urnas y se convierten en un voto al peor de los candidatos.

Y así tuvimos un Macri que, en una amable entrevista que le realizó el apologista Joaquín Morales Solá, se mostró tan fabulero, tranquilo e inocente como si nunca hubiera sido presidente del país. El tránsfuga ex presidente aseguró que la marcha anticuarentena fue "espontánea e independiente", aunque estuvo organizada por el PRO, Clarín, La Nación y otros medios satélites. Y, en un exceso de cinismo, declamó que los manifestantes están contra el atropello a las instituciones y a favor de restablecer la normalidad en el país. ¿Qué normalidad; la de su gobierno, que nombró jueces a la carta, que los trasladó a su antojo, que destituyó a los desobedientes, que amenazó con tácticas mafiosas para que muchos renuncien? ¿Qué normalidad; la de desarmar leyes por decreto, regalar terrenos públicos a sus amigotes y endeudar el país para alimentar la monstruosa fuga? ¿De qué normalidad habla este estafador?

Si la exaltada señora exigía cárcel para Cristina, aunque aún no se haya comprobado ninguno de los delitos que le atribuyen, ¿qué habría que hacer con Macri y su pandilla que pusieron el Estado al servicio del pillaje? Porque lo que viene va a alimentar muchos cacerolazos más: en breve, las causas contra CFK van a desmontarse, no por impunidad, sino por inconsistencia, atrocidades jurídicas y falta de pruebas. ¿Qué harán estos rabiosos manipulados cuando se demuestre que la denuncia de traición a la patria por el memorándum con Irán nunca debió haber pisado un tribunal; cuando la llamada ruta del dinero K se quede sin combustible; cuando la causa de los cuadernos quemados no llegue a juicio oral porque el fallecido Bonadío y el aún en ejercicio Stornelli extorsionaron con prisión a los arrepentidos para que reciten patrañas y encima, no hay registro fílmico de esas declaraciones, a pesar de lo que dispone la ley?

¿Qué haremos los que queremos un país en serio cuando las fábulas inventadas por los medios hegemónicos y legitimadas por jueces cómplices se caigan a pedazos por la fuerza de la verdad? ¿Qué castigo merecen los periodistas, políticos y funcionarios judiciales que engañaron tanto al público cautivo al punto de alterar la vida democrática? ¿Qué castigo merecen los funcionarios de la Revolución de la Alegría que destruyeron el país a conciencia para someternos a los especuladores internacionales? ¿Cómo podemos seguir adelante sin sancionar a los que no repartieron la viviendas construidas por el Procrear, las notebook que eran para los pibes y las miles de vacunas que, al final se vencieron? ¿Cómo podemos mirar al futuro si los corruptos de siempre –el empresariado salvaje representado por Macri, Magneto, Rocca, Blaquier y algunos más- siguen gobernando el país desde las sombras? ¿Cómo podemos construir algo parecido a un país desarrollado y justo si tenemos a esos alelados porteños desperdigados por todo el país que desorientan su pensar con titulares de diarios mentirosos y consignas falaces vomitadas en las redes sociales? ¿Qué sendero en común podemos seguir si estos colonizados pretenden imponer su mirada terraplanista de la vida entronando a personajes de cuarta que no merecen ni un chupetín?

Algunos, con una corrección política exagerada, explican que en democracia, todos tienen derecho a manifestarse. Quizá sí, pero no con tanto desprecio, tanta violencia, tanto odio y sobre todo con tantas ideas incoherentes que no tienen un mínimo sustento con ninguna realidad de este sistema solar.

lunes, 12 de octubre de 2020

Colonizadores 2.0

 

Así de simple: cuando el Imperio señala un rumbo, hay seguir el camino contrario si no queremos perdernos en la oscuridad que destila desde siempre. Por eso, votar en la ONU de acuerdo a las pretensiones conquistadoras de EEUU provoca un dolor inmenso. Como si el país del Norte fuera un ejemplo del respeto a los DDHH dentro y fuera de sus fronteras. Que un país que bombardea, amenaza, bloquea, chantajea, hambrea, impone al resto del mundo su mirada destructiva de la vida sea un parámetro de humanidad resulta por demás de incongruente. Ese voto que el equipo diplomático del Gobierno Nacional entregó como ofrenda al altar del mal entendido consenso, por el momento, no puede tener ninguna lectura positiva. El voto en contra hubiera sido demasiado audaz para la prudencia no confrontativa del estilo de Alberto, pero la abstención hubiera dejado más tranquilidad en gran parte de sus votantes. ¿Qué satisfacción puede despertar que las felicitaciones lleguen desde las usinas que demonizan constantemente a la nación Bolivariana?

Ninguna, por supuesto, porque mientras destilan veneno contra Nicolás Maduro, silencian las atrocidades que ocurren en Chile, Colombia, Ecuador y Brasil. Hipócritas que pontifican sobre los DDHH y aceptan como si nada la destitución de Evo Morales como presidente de Bolivia. Congraciarse con los poderosos no fortalece al congraciador, sino todo lo contrario. Ésta debería ser una regla de oro para no perderse en los laberintos perversos del neoliberalismo y el discurso único que malogra las conciencias. Cuando se cede una vez, se cede siempre y sin ningún beneficio real más que convertir la renuncia a la soberanía en un plan de gobierno.

Quizá no sea para tanto, pero que la derecha antidemocrática tenga algo para celebrar provoca náusea. ¿Qué necesidad de darles la razón cuando sabemos que no la tienen? Nunca la han tenido ni la tendrán. Sólo poseen los medios necesarios para mostrar su irracionalidad como perfectamente razonable.

Pero los dirigentes de la derecha más rancia y antidemocrática saben que están fingiendo preocupación por la vida de los venezolanos para expoliar su petróleo; saben que Juan Guaidó es un usurpador y Yanina Añez, una dictadora; conocen al dedillo los abusos de poder de Piñeda y las barbaridades de Bolsonaro; hasta saben que Trump es el principal peligro para la Humanidad. Sólo actúan para conseguir que el público cautivo de sus morisquetas haga de comparsa a pesar de que no comprendan ninguna realidad. Incautos creyentes de las patrañas de los medios hegemónicos que salen con paraguas un día soleado sólo porque su manipulador favorito anunció que estaba lloviendo. Alienados convencidos de que la culpa de todo la tienen los políticos populistas y no los empresarios corruptos, impunes, fugadores, estafadores, explotadores y evasores. Una pena que la diplomacia de Alberto haya dibujado una sonrisa en la monstruosa cara de los conquistadores unos días antes del 12 de octubre.

lunes, 5 de octubre de 2020

Un país sin tantas vueltas

 

Las discusiones en nuestro país parecen producirse en una calesita porque siempre dan vueltas sobre lo mismo. Eso de buscar puntos de acuerdo es la propuesta de los que sólo aceptarán la mayor tajada de la torta. Y lo del diálogo y el consenso –ya lo sabemos- son palabrejas utilizadas por aquellos que sólo exigen obediencia a sus egoístas órdenes. Por un lado, los que hablan de una mejor redistribución del ingreso y por el otro los que plantean una baja de impuestos para atraer inversiones sin soltar nunca un centavo; mientras unos proponen planes de desarrollo, otros se abrazan al granero del mundo; mientras unos apelan a la solidaridad otros se miran el ombligo. Así pasan los años y el diagnóstico parece ser el mismo: tenemos un país de lujo pero nunca nos ponemos de acuerdo para dejarlo brillante.

Por el motivo que sea, los más ricos son los que más lloran mientras los que menos tienen son cada vez más. El Infame Ingeniero había prometido Pobreza Cero y concluyó su despreciable gobierno con más pobres que antes. El actual gobierno –que se propuso revertir las cosas- justifica el 40 por ciento de pobres con la pandemia que nos acosa. Y duele que casi la mitad no alcance a cubrir las necesidades básicas, mientras desde el oficialismo ponderan la canasta alimentaria y la IFE como paliativos para esta dramática situación. Pero hay algo que subyace en los números: si el desempleo ronda el 15 por ciento, ¿cómo es posible naturalizar el porcentaje de pobreza? Por si no queda claro: hay un 25 por ciento de trabajadores con ingresos que no alcanzan a cubrir la canasta básica. Y esto es inadmisible. El salario mínimo debería estar en sintonía con la canasta básica o, mejor aún, la canasta básica debería estar más adecuada al salario mínimo. Como sea, alguien tiene que disminuir su porción de torta, chillen los que chillen.

Y ésta es la recurrente discusión: para revertir estos números hay que mejorar la redistribución del ingreso, porque hay una relación muy directa entre el incremento de la cantidad de pobres con el crecimiento patrimonial de los que se creen dueños de todo. Una minoría que somete a la mayoría a condiciones de vida intolerables en un país capaz de alimentar a diez veces su población. Y la patraña del derrame no va a solucionar nada, como queda demostrado en todas las ocasiones que se agitó esta zanahoria: llenar las arcas de los de arriba sólo alimenta la angurria y el derrame no es más que un goteo miserable que se pierde en el camino. La redistribución del ingreso debería producirse por tres caminos simultáneos: baja de los precios, suba de salarios e incremento de los impuestos a los más ricos, siempre, no por única vez. Podríamos agregar un necesario condimento a este tentador menú: eliminar todas las formas de especulación, que multiplica las ganancias de unos pocos con menor inversión. La mejor forma de desarrollar el país no es satisfaciendo la obsesión por las exportaciones, sino con la potenciación del mercado interno; que la producción de cualquier cosa tenga como principal objetivo a los 45 millones de argentinos y de ahí en más que exporten lo que sobra. Y que los precios internos no tengan como referencia el dólar, porque ahí es cuando se habilita la gran estafa que padecemos en las góndolas.

Mucho para debatir con la mira puesta en la reconstrucción definitiva de un país que incluya a todos. Los números están para modificarlos y no sólo para lamentarse. Y no se mejoran con buenas intenciones, sino con audacia, más allá de las críticas de los que defienden el statu quo de la desigualdad. Quizá sea hora de bajarnos de la calesita y exigir sin tantas vueltas aquello que nos corresponde.

jueves, 1 de octubre de 2020

Los Supremos también juegan: ¿Constitución o Clarín?

 

La pandemia sumó más crisis a la herencia pesadísima dejada por la Revolución de la Alegría. A los brotes verdes que se secaron, al segundo semestre que nunca llegó y a la lluvia de inversiones que nos ahogó con la deuda, se suman las restricciones tomadas para evitar los contagios, que, a pesar de eso, no paran de crecer. En medio de todo esto, en lugar de poner en foco la forma de restituir los derechos usurpados por el vendaval amarillo y el coronavirus, la agenda mediática instala como asunto de Estado la situación de tres jueces federales.

Parece de gravedad institucional que el Consejo de la Magistratura, el Poder Ejecutivo, el Senado de la Nación, una jueza de primera instancia y la Cámara de Casación hayan decidido dejar sin efecto el traslado a dedo de tres jueces por capricho de Macri. Para que quede claro, la gravedad institucional se produjo cuando el Infame Ingeniero los trasladó sin acuerdo con nadie, y la Corte Suprema no dijo nada. Los Supremos tampoco dijeron nada cuando Macri desmanteló por decreto la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que había sido declara constitucional por la misma Corte. Tampoco dijeron nada sobre la manera mafiosa de aplicar injusticias de Bonadío y Stornelli. Ni tampoco cuando el Buen Mauricio y sus secuaces tomaron deuda externa con privados y con el FMI en contradicción con lo que dicta la Constitución, que los préstamos externos los debe decidir el Congreso. Nada dijeron estos cinco jueces sobre las atrocidades legales en las que incurrieron los cambiemitas durante sus cuatro años de gobierno. Esos cuatro años fueron de gravedad institucional desde el primer minuto, cuando desplazaron doce horas antes a la presidenta saliente y acomodaron en el sillón de Rivadavia a Federico Pinedo, a quien nadie había votado para ocupar un cargo así.

Para salvar la situación inconstitucional heredada, el Senado convocó a diez jueces designados por Macri para regularizar su nombramiento, pero Bruglia, Bertuzzi y Castelli no se presentaron, ignorando, como buenos servidores del establishment, toda legalidad. Encima, sabiendo el apoyo que tienen del Poder Fáctico encabezado por Héctor Magneto y sus obsecuentes seguidores, se erigen como víctimas para seguir atornillados en puestos para los que no concursaron. Como siempre, la confusión mediática impone que esta conducta inconstitucional es en defensa de la Constitución. Los amarillos, fieles defensores de los poderosos, convocan a sus alelados y minoritarios seguidores a vigilias con antorchas y escraches mafiosos para defender la República. Y los Supremos, en lugar de poner freno a tanta locura, estiran su resolución que no debería ser otra más que avalar el retorno de los tres peleles acomodados a sus lugares de origen.

Porque la Corte Suprema, al aceptar el per saltum no está resolviendo nada. Quizá sea parte de un juego perverso eso de dejar que los destituyentes PRO y sus periodistas cómplices festejen como un triunfo este suspenso de una semana para dejarlos pedaleando en el aire con la resolución de fondo. Quizá los Supremos disfruten con el jaque temporal jugado contra los otros dos poderes –el Legislativo y el Ejecutivo- que son democráticos en serio. Lo más grave sería que el Máximo Tribunal deje en sus puestos a estos tres farsantes –que lo son por haber aceptado el traslado por fuera de las normas- por temor a las presiones que puedan realizar los miembros del Círculo Rojo. Si esto es así, estamos fritos porque significaría que la Constitución y las leyes se archiven en el cajón más oscuro para dejar en manos de Clarín y sus satélites el ordenamiento del país del futuro. Y eso por supuesto, es el peor de los futuros.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...