jueves, 1 de octubre de 2020

Los Supremos también juegan: ¿Constitución o Clarín?

 

La pandemia sumó más crisis a la herencia pesadísima dejada por la Revolución de la Alegría. A los brotes verdes que se secaron, al segundo semestre que nunca llegó y a la lluvia de inversiones que nos ahogó con la deuda, se suman las restricciones tomadas para evitar los contagios, que, a pesar de eso, no paran de crecer. En medio de todo esto, en lugar de poner en foco la forma de restituir los derechos usurpados por el vendaval amarillo y el coronavirus, la agenda mediática instala como asunto de Estado la situación de tres jueces federales.

Parece de gravedad institucional que el Consejo de la Magistratura, el Poder Ejecutivo, el Senado de la Nación, una jueza de primera instancia y la Cámara de Casación hayan decidido dejar sin efecto el traslado a dedo de tres jueces por capricho de Macri. Para que quede claro, la gravedad institucional se produjo cuando el Infame Ingeniero los trasladó sin acuerdo con nadie, y la Corte Suprema no dijo nada. Los Supremos tampoco dijeron nada cuando Macri desmanteló por decreto la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que había sido declara constitucional por la misma Corte. Tampoco dijeron nada sobre la manera mafiosa de aplicar injusticias de Bonadío y Stornelli. Ni tampoco cuando el Buen Mauricio y sus secuaces tomaron deuda externa con privados y con el FMI en contradicción con lo que dicta la Constitución, que los préstamos externos los debe decidir el Congreso. Nada dijeron estos cinco jueces sobre las atrocidades legales en las que incurrieron los cambiemitas durante sus cuatro años de gobierno. Esos cuatro años fueron de gravedad institucional desde el primer minuto, cuando desplazaron doce horas antes a la presidenta saliente y acomodaron en el sillón de Rivadavia a Federico Pinedo, a quien nadie había votado para ocupar un cargo así.

Para salvar la situación inconstitucional heredada, el Senado convocó a diez jueces designados por Macri para regularizar su nombramiento, pero Bruglia, Bertuzzi y Castelli no se presentaron, ignorando, como buenos servidores del establishment, toda legalidad. Encima, sabiendo el apoyo que tienen del Poder Fáctico encabezado por Héctor Magneto y sus obsecuentes seguidores, se erigen como víctimas para seguir atornillados en puestos para los que no concursaron. Como siempre, la confusión mediática impone que esta conducta inconstitucional es en defensa de la Constitución. Los amarillos, fieles defensores de los poderosos, convocan a sus alelados y minoritarios seguidores a vigilias con antorchas y escraches mafiosos para defender la República. Y los Supremos, en lugar de poner freno a tanta locura, estiran su resolución que no debería ser otra más que avalar el retorno de los tres peleles acomodados a sus lugares de origen.

Porque la Corte Suprema, al aceptar el per saltum no está resolviendo nada. Quizá sea parte de un juego perverso eso de dejar que los destituyentes PRO y sus periodistas cómplices festejen como un triunfo este suspenso de una semana para dejarlos pedaleando en el aire con la resolución de fondo. Quizá los Supremos disfruten con el jaque temporal jugado contra los otros dos poderes –el Legislativo y el Ejecutivo- que son democráticos en serio. Lo más grave sería que el Máximo Tribunal deje en sus puestos a estos tres farsantes –que lo son por haber aceptado el traslado por fuera de las normas- por temor a las presiones que puedan realizar los miembros del Círculo Rojo. Si esto es así, estamos fritos porque significaría que la Constitución y las leyes se archiven en el cajón más oscuro para dejar en manos de Clarín y sus satélites el ordenamiento del país del futuro. Y eso por supuesto, es el peor de los futuros.

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