jueves, 29 de noviembre de 2018

Explicaciones para el Ingeniero


La realidad PRO es tan incomprensible que ni su creador, Mauricio Macri, la entiende. Tanto que hasta el reaparecido Jefe de Gabinete, Marcos Peña aconseja no caer en la lógica de los pronósticos del gobierno”. Tan incongruente que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne está “muy tranquilo” porque la economía “está muy encarrilada”. Según parece, que la Argentina del Cambio atraviese la segunda recesión en tres años, que el consumo caiga, que el hambre crezca y que hasta los empresarios se quejen de la malaria no es motivo de preocupación para el funcionario. Ni para aquellos transeúntes que antes se quejaban por medio punto de inflación, caceroleaban contra el “cepo al dólar” y repudiaban la Cadena Nacional, pero hoy practican la calma zen ante un incremento de más del 5 por ciento mensual, la fuga de divisas indomable y las desconcertantes explicaciones de los popes del Gran Equipo.
Ya se ha dicho hasta el cansancio en estos días: la suspensión de la Final nos avergüenza ante el mundo pero no que nuestro sistema previsional esté en el último lugar entre 30 después de la reforma de diciembre de 2017; nos abochorna que unos inadaptados arrojen piedras contra el bus que trasladaba a Boca pero no que los efectivos de Seguridad reduzcan la pobreza a fuerza de balas; nos ruboriza que el partido se juegue fuera del país pero no que se haya hundido un submarino durante una misión que nadie reveló; nos agravian unos hinchas violentos pero no las bravatas del empresidente Macri y la ministra Bullrich cuando alientan la ejecución exprés.
Las lecturas sobre ese episodio transitaron desde el “todos somos culpables” a “los errores que hay que corregir”, incluyendo la tan exitosa “esto pasa sólo en Argentina”. Frases de sobrecito de azúcar que se desarman con media lectura más. Si todos fuéramos tirapiedras tendríamos terremotos todos los días y la topografía sería difícil de estudiar por la variación cotidiana. Además, en otros países del mundo también ocurren episodios violentos en procesiones, ceremonias, fiestas y hasta en los días de oferta. Y los ‘errores’ que cometieron en el operativo eran tan predecibles que se encuadran en el errorismo de Estado que practican desde el principio. Pocos, muy pocos analistas se atrevieron a sugerir la posibilidad de estar ante un acto premeditado. El porqué de todo esto es complejo de dilucidar pero no debe reducirse a la distracción o la obtención de la Copa sin jugar por parte del cuadro oficial. Hay algo más, pero todavía no puede olfatearse qué.
Demagogia con énfasis
Entonces, el Ingeniero se puso el país al hombro de la peor manera, como siempre. Con una sucesión de no entiendo, manifestó su indignación porque la suspensión del partido malogró su finde en Chapadmalal. También se deslindó de toda responsabilidad porque en su lógica clasista, la culpa es de los otros, ya sean piqueteros, opositores o dioses. Y como un sheriff, amenazó “ir a fondo contra todos los violentos que se nos pongan enfrente”. Y como buen demagogo, anunció que tratarán una “ley contra los barrabravas” –a la que muchas veces se opuso- para tomar como delitos las acciones violentas ocurridas en los estadios. Pura demagogia: ser barra no puede ser delito en sí mismo; la lapidación del micro ocurrió a varias cuadras de la cancha; cualquier cosa que haga un espectador que pueda ser considerado delito como agresión, daños y lesiones ya está contemplada, salvo que quiera castigar con la pena máxima al que entone cualquiera de los hits de temporada contra el Gerente de La Rosada SA.
También la ministra de in-Seguridad Bullrich brindó una explicación similar a la que dio el lúcido Mauricio: protestó porque todos ponen el foco en las fallas en el operativo y no en los que tiraron las piedras. Precisamente, un operativo de seguridad debe prever la posibilidad de que haya desubicados, si no, no haría falta. Por eso han militarizado la CABA ante la realización de la Cumbre del G20, para evitar que los manifestantes acerquen su aversión a los gerentes de los succionadores. Quizá este malogrado episodio tenga como fin redoblar la vigilancia y reprimir sin excusas a los que pretendan traspasar la zona de exclusión.
Más aún cuando el senador ‘opositor’ Miguel Ángel Pichetto afirma –en su afán por parecer oficialista- que los que cuestionan la represión tienen los “valores distorsionados”. Pichetto, otra pieza incomprensible del Cambio, un opositor que juega de oficialista o un oficialista que simula ser opositor. Más PROchetto que otra cosa. Tan PRO que acusó a los detractores de la represión de estar “bajo el influjo de una visión cultural de izquierdas y por eso es muy difícil este país”. ¿Qué es lo que propone, un exterminio ideológico como la dictadura? ¿Acaso una reeducación para los ‘oriundos’ del marxismo? ¿O no será que este país es difícil porque desde siempre ha sido dominado por una minoría oligárquica que se ha enriquecido a costa del resto? Si la timba financiera se transformó en un subibaja entre tasas y dólar, ¿la culpa es de las izquierdas o de los sectores que alientan ese macabro juego?
Mientras el oficialismo ladra para desalentar protestas durante la Cumbre y los ubica lo más lejos posible del lugar neurálgico del global encuentro, organizaciones sociales y partidos políticos ya se están preparando para hacerse oír. El estadio de Atlanta quedó chico para las 70 mil personas que asistieron para sintetizar su posición: además de rechazar la reunión de los más poderosos manifestaron su rechazo al FMI y sus recetas destructivas y saqueadoras. Algunos se entusiasmaron en demasía, como Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, al afirmar que están “construyendo nuestro 17 de octubre” y destacó que “la oleada de participación de los movimientos populares en la política busca lograr una democracia más participativa, donde los humildes recuperen su lugar de mayoría”.
Ese es un buen principio, recuperar la democracia como gobierno para el pueblo, como lo que debe ser y desde diciembre de 2015 no es. La crisis que estamos padeciendo no es técnica, sino ideológica. Mientras aplican un ajuste bestial para trabajadores, jubilados y pensionados, compensan a las empresas de los amigotes por la devaluación con millones de pesos que se fugarán sin derramar un centavo. Mientras la mayoría se empobrece a torrentes, los funcionarios prometen que el derrame está a la vuelta de la esquina. Mientras casi todos vemos cómo destruyen todo en poco tiempo, Ellos aseguran que están construyendo un futuro. La demagogia habitual de los populismos de derecha que llegan con engaños para multiplicar la desigualdad. Una lección que de una vez y para siempre debemos aprender.

lunes, 26 de noviembre de 2018

El tobogán amarillo


No es exagerado asegurar que la Banda Gobernante llegó para desgobernar el país. O que gran parte de sus integrantes no tienen las mejores intenciones para con nosotros. Ni exagerado ni equivocado. Tal vez tengan tanta mala suerte que todo les sale mal, podrá pensar algún ingenuo. Como sea, los perjudicados somos cada vez más. Y la pendiente, más pronunciada. Indiferentes a errores, fracasos y maldades, siguen prometiendo que todo saldrá bien, aunque todo empeora a pasos agigantados. Inmunes a las críticas, se plantan ante cámaras y micrófonos como expertos pero sólo balbucean sandeces. Brutos y malvados, desconciertan a cada paso, abochornan con cada episodio, desalientan con cada medida. Y todavía queda un año entero de Revolución de la Alegría.
O más, si la conciencia colectiva no despierta. Casi nada queda del mito de “se robaron todo”. Las denuncias económicas contra CFK se desmantelan en los tribunales. La famosa Ruta del Dinero K se interrumpe cuando la verdad, con lentitud, empieza a asomar. Sólo permanecen las insostenibles, como la del memorándum de entendimiento, el dólar futuro y la telenovela de los no-cuadernos. Algunos ‘zapallos’ todavía piensan que Cristina mandó a matar a Nisman con un comando iraní venezolano entrenado en Cuba más un karateca y un experto en simulación de suicidios que con un piolín resolvió todo. Pero son cada vez menos.
Ya ni pueden disimular la incapacidad. Si no avergüenza la asistencia festiva del empresidente al cumple de Mickey Mouse horas después de decretar tres días de duelo por Los 44, debería hacerlo el incongruente tartamudeo de la vice Michetti en la XXVI Cumbre Iberoamericana. Si el primero es el anfitrión de la Cumbre del G20 luego de haber llevado al país a una nueva recesión, la segunda asiste a un encuentro cuyo lema es “Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible”. Encima, la dulce Gabriela es la portavoz del Programa de Derechos de las Personas con Discapacidad; allá, porque acá forma parte de un nefasto recetario que serrucha los subsidios y el bienestar de los más vulnerables.
Tan incapaces son que ni el circo les sale bien. No conformes con haber convertido en razón de Estado la final de la Libertadores, hicieron transitar al plantel boquense por un laberinto del terror. Las vallas que tanto utilizan para contener docentes, científicos, desempleados y protestones en general, brillaron por su ausencia en el camino hacia el Monumental. Más que jugadores en tránsito hacia un partido de fútbol parecían ganado en un brete con destino de matadero. Nadie entiende lo que quisieron hacer con esto, pero a pocos días del arribo de mandatarios de los países más desarrollados, la CABA parece más insegura que la zona más bombardeada por el Imperio.
Y coso
Todo turbio en medio del deterioro. Según el INDEC que no miente, la actividad cayó en septiembre el 5,8 por ciento respecto al año pasado. Con dos trimestres seguidos de caída, cocinaron una recesión que será muy prolongada. Sí, se puede. Lo que más cayó es la industria en un 11,5 por ciento, mientras el sector financiero no para de crecer. Esto es lo que pasa cuando la Economía está volcada a la timba, un juego muy peligroso donde pierden sólo los que no juegan. Y esto no es mala suerte o efecto de tormentas que vienen de lejos, sino el resultado de medidas enfocadas en facilitar el arribo de capitales golondrina tentados con suculentas tasas, el descontrol cambiario después de la eliminación del bautizado por la hegemonía discursiva como “cepo al dólar” y la fuga de capitales en todas sus dimensiones.
¿Qué dirá el Ingeniero ante los líderes del mundo? ¿Con qué cara asegurará que apuesta a la industria, las PYMES y el comercio? ¿Qué entonación aplicará para enumerar sus logros inexistentes? ¿Cuál de todas sus máscaras vestirá cuando condene la evasión y los paraísos fiscales? ¿Cómo explicará la expulsión de los ciudadanos de la CABA y las protestas que no serán sólo contra la Cumbre, sino también contra su gestión?
O sobre todo contra su gestión. En lugar de recitar ambigüedades, debería inaugurar la Cumbre con el video del debate presidencial, donde el candidato Macri aseguraba que no haría todas las cosas que después terminaría haciendo. Ya que tanto pregona sobre decir la verdad, podría reconocer que ganó las elecciones con mentiras concretas; que prometió cosas que no pensaba cumplir; que refutó a todas las predicciones de su oponente, Daniel Scioli, con frases propias de una telenovela barata: “ustedes son malos”, “no vamos a hacer nada de lo que decís”, “parecés un panelista de 678” y pamplinas por el estilo. O el video donde fanfarronea con bajar la inflación en dos minutos y sentenciar que “la inflación es muestra de la incapacidad para gobernar”. En tren de decir la verdad, debería reconocerse ante los presidentes del G20 como un incapaz, que ostenta un 7,5 de incremento en octubre para la canasta básica y casi un 50 por ciento de previsión anual.
¿Y qué dirá del bienestar, indispensable y consecuente en un país en desarrollo? Con salarios que pierden 30 puntos contra el índice inflacionario, un Estado que reduce las partidas en educación, salud, investigación y que no construye más que miseria, ¿dónde puede estar el bienestar? Y menos con jubilados, que cobran un 20 por ciento menos de lo que hubieran recibido con el cálculo instrumentado por el gobierno anterior y que son acosados por la reducción de prestaciones y medicamentos que ahora son carísimos.
Por supuesto que no mencionará ninguno de estos ítems porque de hacerlo, debería presentar su renuncia in situ. Porque además de todo esto están los aportantes truchos, la indiferencia con los familiares de Los 44, la deuda del Correo, los conflictos de interés, la persecución política, los aprietes a los jueces desobedientes, la contención informativa, la habilitación del asesinato de pobres en manos de las fuerzas de in-Seguridad y muchos casos más que harían de Macri el peor de todos los presentes. Por lo único que puede recibir una felicitación es por poner al país a merced de los buitres con una deuda que supera los 150 mil millones de dólares más los casi 60 mil millones con el FMI y por servirlo en bandeja para que las multinacionales succionen sus recursos.
Pero todo está bien, porque la culpa la tiene siempre el Otro. Todo está bien porque el mañana nos espera con flores y violines. El sacrificio de hoy será la bonanza del porvenir. Todo está bien porque dialogamos y consensuamos, aunque impongamos nuestras iniciativas a fuerza de sobornos y carpetazos. Todo está bien porque somos transparentes, decimos la verdad “y coso”. Todo es posible con un embustero que trepó hasta un lugar inmerecido de la peor manera.

jueves, 22 de noviembre de 2018

El Cambio se desmorona


En un gobierno que apuesta a la oscuridad, hasta un paquete con lamparitas puede ser una amenaza. Un Gran Equipo que siembra desazón no puede cosechar más que rechazo. Un modelo que se basa en la desigualdad, a lo que más teme es a la reacción de los desigualados. La paranoia por atentados pueriles y bombas inexistentes habilita una especie de Estado de Sitio para la CABA en los días del G 20. El discurso oficial inspira que señoras paquetas de Nordelta se quejen por viajar en el mismo micro con sus empleadas domésticas, que huelen feo y hablan en guaraní. Parafraseando a un músico popular muy criticado en su momento, la realidad argentina cada vez da más asco.
Tanto, que el empresidente Macri se va a una fiesta privada el mismo día que decreta tres días de duelo por el hallazgo del submarino. Y baila con su esposa como si no tuviera responsabilidad de nada. La festichola del director de la Disney local es más importante que acompañar a los familiares de los tripulantes. ¿Qué celebra el Gerente? ¿El encuentro del ARA San Juan a pesar de todo lo que decidieron para que eso no ocurriera? ¿Acaso es motivo de festejo encontrar a los 44 en el fondo del mar, que “es inmenso y el submarino pequeño”?
Nada puede salir bien cuando la tropa gobernante apuesta todas sus fichas a destruir al otro, ya sea un sindicalista, la expresidenta o a un pueblo entero. Porque eso está haciendo el Gran Equipo desde aquel fatídico 10 de diciembre: empeorar nuestra vida en todas las dimensiones posibles. Y ejecutar una venganza de clase no sólo contra el gobierno anterior, sino contra todo lo conquistado durante 70 años. Que Hernán Lombardi encuentre parangón de la Cumbre del G20 en los festejos del Centenario sólo indica que hacia 1910 pretenden conducirnos. A esa Argentina donde la mayoría ni sabía lo que eran los derechos ni la dignidad.
Un país donde sirvientes y peones no se atrevían a mirar a los ojos a sus patrones. Por eso las domésticas de Nordelta molestan en los micros donde viajan sus empleadores. Y si les permiten compartir el mismo coche, que no cometan la osadía de ocupar los asientos. Como hace más de cien años, que hagan su trabajo y se conformen con las limosnas de los distinguidos dueños. Y que después se esfumen, se lleven sus miradas y sus hedores. Esos clasistas propietarios merecen experimentar por un tiempo la miserable vida que destinan a sus subordinados. Sólo así podrán volverse más humanos, menos despectivos y dejar de quejarse porque “ya no pueden ser billonarios. Como dijo CFK en el Foro de Pensamiento Crítico de Clacso, "el neoliberalismo empieza a trabajar sobre un concepto de igualdad que exacerba sus aspectos más negativos".
Fracasos auspiciosos
A tres años del nefasto error del balotaje, el accionar destructivo del Cambio supera todas las expectativas y sólo unos pocos se salvan. El vicepresidente de la UIA, Guillermo Moretti, advirtió que “si la sociedad quiere suicidarse, seguirá con este gobierno”. Y agregó que la única salida para la crisis desatada por la Revolución de la Alegría es “un cambio de modelo”. Pero no sólo eso: hay que evitar por todos los medios que la deuda contraída caiga una vez más sobre el lomo de la mayoría porque sólo ha servido para alimentar la especulación financiera y la fuga. Los pocos beneficiados deberán esta vez sacudir sus arcas para tapar los agujeros provocados por su angurria. Esta vez no tienen que cargar en nuestra cuenta los platos que no hemos roto.
También deberían recibir su sanción los medios que contribuyeron a la campaña con mentiras y operaciones de prensa. Algunos de los “argumentos” utilizados para apuntalar el triunfo del impresentable Macri caen por su propio peso. El juez Marcelo Martínez de Giorgi confirmó lo que ya se sabía: que Máximo Kirchner y Nilda Garré no tienen cuentas clandestinas en Estados Unidos, Irán, Belice ni en ningún otro lado. El denunciador, Daniel Santoro, debería ser sancionado por uno de los inventos que más prensa tuvo en los últimos años del gobierno de Cristina. Y devolver el premio que FOPEA le regaló por haber sido tan funcional al establishment. “Los hechos investigados no se cometieron”, sentenció el magistrado, como una forma elegante de nombrar un embuste.
Otra patraña que se desmonta es la de La Rosadita, la financiera SGI vinculada a Lázaro Baéz donde, según las denuncias de los medios hegemónicos, se lavaba dinero de la llamada Ruta del dinero K. Federico Elaskar declaró desde el banquillo que todo “fue una operación política contra el gobierno de Cristina, porque querían instalar que el dinero era del kirchnerismo” y lo que denunció en televisión fue producto de las presiones de Luis Barrionuevo y Jorge Lanata. “Ellos me llenaron la cabeza diciéndome que Báez me quería matar y por eso acepté decir lo que me proponían en la televisión”, agregó el financista.
Aunque ya no quedan causas económicas contra la expresidenta, el oficialismo intentó hacer realidad su desafuero. Y fracasaron con tanta contundencia que ni obtuvieron quorum. Sus aliados radicales faltaron a la cita no por el aumento de la pobreza, la inflación, la desmesurada deuda, el desempleo o el desplome de la industria sino porque perdieron un cargo en el Consejo de la Magistratura. El presidente provisional de Senado, Federico Pinedo, aseguró que no hay ninguna persecución política sino una investigación judicial”, aunque la causa del encubrimiento del atentado a la AMIA es tan poco sustentable que hasta el TOF 8 envió una nota afirmando que la prisión preventiva es innecesaria. Los PRO dicen que no hay persecución política aunque ellos fueron los inventores del asesinato del suicidado Nisman, otra operación que fue muy funcional a la campaña.
La verdad está viendo la luz y los mentirosos no deben quedar impunes. El fracaso embaucador se suma al desquicio económico y eso los desespera. Por eso se vuelven cada vez más violentos; por eso sus operativos de seguridad terminan con muertos y heridos; por eso imponen sus demoledoras pulsiones privatizadores con palos, gases y balas; por eso se parecen cada vez más a la dictadura que añoran. Porque saben que les queda poco tiempo y en esta oportunidad no saldrán muy bien parados.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Los impresentables


La cantidad de libros que va a generar este calamitoso gobierno es incalculable. Dentro de treinta o cuarenta años, los historiadores tratarán de dilucidar cómo se incrustó en la línea de tiempo semejante engendro. No sólo por haber conquistado las urnas gracias a patrañas mediáticas y promesas sin voluntad de cumplir, sino también por haberse mantenido en funciones a pesar de los desastres evidentes. Y de las bravatas que despliegan a diario. Lo del ministro Dujovne además de una burla, es una invitación. Pero éste es sólo un episodio. Desde el primer día, Macri y su Gran Equipo se mofan de fans, opositores e indiferentes y provocan a todos para precipitar su huida. Y esto no sólo lo hacen con palabras y gestos, sino también con las torpezas y maldades que ostentan y de las que se vanaglorian.
El Ingeniero presentó a su gabinete como el mejor de los últimos 50 años, con Patricia Bullrich, Sergio Bergman, Oscar Aguad, Jorge Triaca y muchos más que demostraron no estar preparados -ni técnica ni éticamente- para ocupar cargos públicos. Ni él ni la Vice Michetti lo están. Por esto estamos como estamos y como estaremos. A pesar de esto, con la soberbia de clase que los desborda, afirman que todo está bien porque es el único camino. La palabra creadora de un bienestar inexistente y de un futuro venturoso que jamás va a llegar.
Con la clasista palabra blindada crean una realidad que hoy sólo puede convencer a unos pocos pero indigna a cada vez más. En una situación de normalidad informativa, todos estarían armando sus maletas para volver al oscuro agujero del que han salido. Pero como todavía quedan periodistas que arriesgan lo poco que queda de su carrera para hacer que esto parezca un gobierno en serio, el proceso de ruptura con el Cambio se hace más lento que lo previsible. Un ejemplo de esto es la entrevista que Luis Majul mantuvo con la ministra de in-Seguridad Bullrich. Que la etílica funcionaria recomiende a los porteños que “se tomen el fin de semana largo para irse” no sólo mereció el asentimiento gestual de Majul, sino también una muestra de obsecuencia en una frase: “no va a haber espacio para hacerse el loco”.
Manifestar contra la Cumbre del G 20, ¿es hacerse el loco? Demostrar ante los líderes del mundo el desacuerdo con el rumbo global, ¿es hacerse el loco? Evidenciar que estamos contra el modelo del Ingeniero, ¿es hacerse el loco? Además de lo pueril de la frase, quita contenido al descontento que se manifestará en las calles. La alineación vergonzante por parte de un comunicador con un personaje tan impresentable es una irresponsabilidad. Avalar que la ministra expulse a los habitantes de una ciudad para que las tropas de ocupación hagan las delicias de los odiadores reprimiendo a los disconformes es un golpe más a la democracia tan mancillada en estos tres años. 
Cómo nutrir el descontento
Este nefasto proceso que estamos padeciendo no sólo tiene personajes inadmisibles. La mayoría de los episodios –por no decir todos- no se quedan atrás. Un petardo en una tumba, un rompe-portones en la puerta de Bonadío, un sospechoso televisor viejo abandonado en el obelisco, un paquete con sábanas y una bolsa con pollo podrido aceleran la adrenalina de los servicios de Inteligencia, valga la paradoja. Anarquistas y musulmanes se convierten en ‘tan terroristas’ como los mapuches. La funcionaria que hace unos días declaró que en Argentina hay libertad para tener armas, encuentra culpabilidad en la tenencia de unos apolillados matagatos de colección. Si esto ocurriera en una comedia de enredos, resultaría inverosímil, pero todo es posible en Macrilandia.
Y mucho más: el hallazgo del submarino ARA San Juan habilita el despliegue de sandeces a las que no nos deberíamos acostumbrar y pone sobre la mesa el desapego por los dramas que ellos mismos provocan. El Gerente de La Rosada SA grabó un video con frases de ocasión para simular empatía con un accidente del que ni se preocupó durante un año. Cuántas veces habrá repetido su discursito para poder pronunciar ‘solidaridad’ sin que su lengua se haga un nudo. Si los tripulantes son héroes o víctimas se sabrá cuando se conozcan las condiciones en que el submarino zarpó y la misión que tenían que cumplir.
Si las autoridades sabían dónde podría encontrarse y estiraron el tiempo para especular con el olvido lo establecerá la información que se vaya conociendo. Lo que sí se sabe es la indiferencia con que los amarillos y los medios acólitos abordaron el tema. Lo que sí se sabe es que tanto el empresidente como el ministro de Defensa se preocuparon más por tapar que por esclarecer. Lo que sí se sabe es que los familiares tuvieron que encadenarse a las rejas de la Casa de Gobierno durante dos meses para que Macri les concediera un poco de atención. A pesar de eso, el buen Mauricio ahora sentenció que “no están solos” y que cuentan con él “como desde el primer día”. Fiel a su estilo, apeló al cinismo que exuda y sostuvo que “ahora se abre una etapa de serias investigaciones para conocer la verdad”.
Serias investigaciones, dice, aunque las presiones a los jueces cada vez son más notorias. Presiones como las que recibió el juez de Avellaneda, Luis Carzoglio para que encarcele sin causas al dirigente gremial Pablo Moyano. O las que deben haber hecho para que la denuncia de la fiscal Paloma Ochoa contra la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso por desvincular a Macri de la causa Correo quede en manos del Fiscal Gerardo Pollicita y el juez Ariel Lijo, que aún no han indagado a nadie. Menos mal que ahora el oficialismo ha perdido la mayoría automática en el Consejo de la Magistratura, por lo que no podrá destituir sin causa a los jueces que no respondan a sus órdenes de persecución a los opositores.
Mientras los desaguisados que se filtran entre el silencio cómplice de los medios sorprenden a los alelados televidentes, el Ingeniero y su Gran Equipo disponen el escenario para la Cumbre del G 20. Que nuestro país sea el anfitrión de la reunión de los mandatarios de los países más desarrollados es una paradoja en el contexto de decadencia en el que estamos inmersos. Los funcionarios del área de Seguridad están preocupados por detectar terroristas pero, ¿quién va a hacer un atentado si el propio Macri está destruyendo todo? Un gobierno que, como señaló la senadora CFK, “va a dejar un país infinitamente peor del que recibieron”.
¿Qué cara va a poner Macri cuando declame que apuesta al desarrollo industrial, tecnológico y científico? ¿Cómo va a pedir controles a los paraísos fiscales si tanto él como sus familiares ocultan sus fortunas en ellos y hasta pretenden instalar uno en la propia CABA? ¿Qué reacción tendrán sus oyentes cuando pontifique contra la evasión impositiva, justo él que es un obsceno evasor? Todavía faltan unos días para esta puesta en escena, en la que tratará de demostrar el resultado de las ‘fantásticas transformaciones’ que ha realizado desde el Bailecito en el Balcón. Si se enorgullece por haber empobrecido a la población, aniquilado la industria y endeudado al país como nunca a cambio de nada, estamos ante un impresentable que los historiadores del futuro no sabrán cómo catalogar.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Las burlas de los conquistadores


Como los directivos del FMI, el ministro Nicolás Dujovne se vanagloria del daño que el Cambio está provocando en la población. No sólo eso: además se sorprende por la poca resistencia. En eso hay que darle la razón. Como él mismo dice: “en la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el Gobierno". Si el descontento no se volvió desalojo es gracias al blindaje mediático y la gobernabilidad regalada por los opoficialistas ‘racionales’. Si no fuera por esto, Macri, en lugar de escribir pavadas sobre las inundaciones, involucrar a su hija en las atrocidades que despliega y probarse productos capilares, ya sería el peor de nuestros recuerdos.
Encima, muchos que gruñen en los medios contra los desastres gubernamentales, a la hora de aprobar, bajan las orejas, gimen como cachorros y lamen las manos de los destructores. Y luego siguen gruñendo. Como el dirigente cegetista Héctor Daer, que después de renunciar al susurrado paro por un insustancial bono de 5000 pesos, se sumó a la mesa del frente opositor que se está gestando para derrotar a los amarillos. Alguien debería exigir que primero demuestre ser opositor antes de pegotearse a un frente opositor. Nadie se ofendería ante una cuota de ingreso tan razonable. Y no es el único, por supuesto: son muchos los que advierten la proximidad del abismo pero nada hacer para virar el rumbo.
Como si temieran los titulares que una acción así pueda merecer; como si prefirieran abandonar a sus representados antes que enemistarse con el Círculo Rojo; como si la hecatombe que ya estamos percibiendo fuera la antesala de un mundo mejor. Por supuesto, cualquier cosa es mejor que esto. La crueldad del plan de despojo que se aprobó en el Congreso parece atenuarse con las estudiadas sandeces que recitan los hacedores de La Revolución de la Alegría. Una leve caricia suaviza los bofetones que durante meses nos estuvieron destinando. Un partido de fútbol –por más histórico que sea- no debería distraer de los verdaderos dramas que muchos conciudadanos están padeciendo. Las tretas de distracción son tan obvias que sólo un lelo puede caer en ellas.
¿O no se preguntan por qué esta vez no hubo cruceros televisados en las zonas afectadas por las lluvias? ¿No les llama la atención que los gomones con movileros conmocionados por las dramáticas escenas hayan brillado por su ausencia? Claro, después de tres años de gobierno ya no pueden jugar con la Pesada Herencia, aunque el Ingeniero se ocupó de eso de la forma más absurda: Aerolíneas tiene la culpa de las inundaciones. No la deforestación, el monocultivo ni la urbanización descontrolada, sino la línea de bandera. Un silogismo tan burdo que debería avergonzar a los que se abracen a la ilógica conclusión.
Merecedores del desalojo
La felicidad de Dujovne tiene sentido: el rechazo no es proporcional a los estragos voluntarios que están produciendo. La empatía simplona de los ensayados gestos todavía resulta efectiva para muchos de los afectados. En el contexto del temporal, el intendente-cocinero de Quilmes se calzó una campera de lluvia, grabó un spot con cara de preocupación y compromiso y después se fue a la cancha para disfrutar de la final de la Libertadores. La gobernadora Vidal ya no usa las botas para chapotear en el barro como en campaña, pero actúa su dolor con esas frases tan PRO destinadas sólo a los odiadores. Con un “no somos lo mismo” da por clausurada toda duda sobre el latrocinio gobernante.
Dujovne se emociona porque "lo que se ha hecho en estos tres años no se ha hecho nunca en la historia argentina". Mentira, es lo mismo que hemos padecido en los dos aluviones neoliberales anteriores: el primero, con la prepotencia bestial de la dictadura y el segundo con el disfraz peronista de Menem. La gran diferencia es que esta vez el proceso de reorganización nacional fue más acelerado.
¿De qué se enorgullece el Ministro? ¿De haber más que duplicado la inflación, cuadruplicado la devaluación, incrementado el déficit, aniquilado el crecimiento? ¿De que la demanda de servicios públicos haya decrecido un uno por ciento? ¿Acaso es un logro que el uso de la capacidad industrial instalada haya retrocedido a un 61 por ciento? ¿O es motivo de orgullo para el funcionario que el desempleo pueda escalar al 12 por ciento? ¿O se hace merecedor de la medalla al mérito por degradar el salario argentino del primer puesto al último en el ranking regional? Mientras la canasta básica de alimentos se escapa de la mesa familiar y la pobreza se aleja cada vez más del cero, el Ministro posa para el cuadro de honor de la rapiña financiera. En lugar de agradecer nuestra paciencia, se burla de los padecimientos y nos provoca desde la seguridad de su bunker.
Además de empeorar las condiciones de vida de casi todos, han forzado las instituciones para amoldarlas a las apetencias de una minoría empachada, han comprado voluntades políticas, judiciales y periodísticas; han transformado las fuerzas de seguridad en tropas de ocupación y convertido las calles en escenarios de violencia con impredecible final; se han perdonado deudas y posicionado a sus empresas entre las primeras como contratistas del Estado; han convertido el conflicto de interés en la norma para administrar lo público. Por supuesto, la lista de ‘logros’ es mucho más larga, pero estos párrafos valen como muestra.
El ministro Dujovne reconoce que merecen ser echados desde el fatídico día del Bailecito en el Balcón. El inefable funcionario admite que nada puede salir bien cuando la primera imagen que se difundió desde las usinas confundidoras oficiales es la de un perro sentado en el Sillón de Rivadavia. El obsecuente Nicolás asume que no sólo han decepcionado a muchos de sus seguidores sino que han traicionado la voluntad popular.
Y que nadie venga con el verso de la convivencia democrática porque eso se rompió cuando Macri empezó a hacer todo lo contrario de lo que había prometido en campaña. Aquel histórico primer debate presidencial debería ser un documento irrefutable para despedir a esta banda de embusteros. Por eso el 15 de noviembre tendría que convertirse en el Día Nacional de la Mentira. “No hemos hablado nunca de ajuste”, “hay que desarrollar, no ajustar”, “vamos a crear dos millones de puestos de trabajo”, “ningún trabajador pagará impuesto a las ganancias” y muchas más promesas que no pensaba cumplir.
Si todavía están en funciones es porque sobran los alelados: votantes que no se atreven a aceptar el error que han cometido, opositores que no atinan a oponerse para no ser etiquetados con la K, ajustados que creen hacer un sacrificio patriótico, aliados que temen romper, traidores, cobardes, timoratos y muchas especies más de esta fauna desorientada. El Gran Equipo es tan echable que hasta sus integrantes se sorprenden de su permanencia. Pero esta vez no basta con desalojarlos: debemos convertir en bandera el rechazo a futuro de cualquiera que pretenda desigualar, colonizar, desguazar y convertir nuestro patrimonio en una presa fácil de los carroñeros imperiales.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Las inquietudes de la infanta


Los chicos cada vez son más despiertos, dirá alguno por ahí. Antes, la mayor preocupación de un nene de siete años era no mojar la cama y ahora, el financiamiento de Aerolíneas Argentinas figura en el top ten. ¿Qué le pondrán al yogurt para lograr esos efectos? ¿O será que estamos ante una muestra más de la demagogia presidencial? De irresponsabilidad también, porque introduce a su hijita en un conflicto que no comprende. Y algo de maltrato infantil además, porque la expone a cruentas burlas en las redes sociales. Pero sobre todo, de cobardía, porque utiliza como excusa la inocencia de una menor para sus destructivos planes, que de inocentes, no tienen nada.
Mucho se ha dicho en estos días de una de las más absurdas elocuciones del empresidente entre todas las que despliega a diario. Alguna luminaria pondrá en duda la veracidad de la anécdota. Por supuesto que es mentira. Además, la frase despierta ambigüedades: “yo no quiero más que mi hija me pregunte por qué te tienen que bancar el resto de los argentinos", también puede referirse a la paciencia que estamos teniendo con su penosa gestión. Tan malo es su manejo del español, que puede interpretarse como la pregunta que hace la hija de un trabajador de Aerolíneas. De lo que no puede haber dudas es de su malsana intención: quiere que el público odiador que todavía lo banca pida a gritos la privatización de la empresa estatal.
Los amarillos son adictos a comparar cifras con cosas que no construyen, como jardines de infantes, subtes o autopistas. Ahora el buen Mauricio recurrió a su “gran invención”: el carril exclusivo para transporte público que bautizó con el pomposo nombre de metrobús. Sin dudar, destacó que “con el dinero que gastamos en Aerolíneas se pueden hacer dos metrobuses”. Sin con los mil millones de pesos mensuales que nos cuesta mantener la línea de bandera se puede construir algo así, ¿cuánto más se podrá hacer con los mil millones diarios de las Leliq? Más aún con el pago de intereses de la deuda, que significan más de tres mil millones al mes. En tren de contar gastos innecesarios, su gobierno mantiene contratos con más de cien abogados por fuera del cuerpo permanente del Estado. Uno solo de ellos, Ricardo Gil Lavedra, cobró en el primer semestre del año unos cuatro millones de pesos. Si a esto sumamos allanamientos, excavaciones y procesos judiciales para alimentar titulares, más lo que cuesta mantener el blindaje mediático a los desastres de esta patota de maleantes, nuestro país sería el más ‘metrobuseado’ del mundo.
El preguntón y sus porqués
Si Aerolíneas nos cuesta más es como consecuencia de las medidas tomadas por el Gerente de La Rosada SA. La dolarización de los combustibles y la posterior devaluación de la moneda fueron sus decisiones. Si el número de pasajeros decrece es por la pérdida del poder adquisitivo y la habilitación de empresas –competidoras desleales- ligadas al Gran Equipo. La línea de bandera es un dolor de estómago para un privatista como él y por eso pone el tema en agenda escudándose en la curiosidad de una niña. Una curiosidad que no pasa por cosas propias de su edad sino por los temas que preocupan a su padre. Una niña que no pregunta por la cigüeña o el viejo de la bolsa ni le preocupa que tío Gerardo autorice el trabajo infantil en Jujuy. Tampoco le inquieta que en un país que produce alimentos para 400 millones de personas una parte de sus habitantes pase hambre.
Macri elevó a categoría política las interrogantes de una nena de siete años, cuyos desvelos pasan más por Aerolíneas que por el Correo Argentino; que no se pregunta porqué una inexistente bóveda en la Patagonia es más corrupción que 40 cuentas off shore. O se lo preguntará pero su padre no incluye dudas tan comprometedoras en sus viles discursos. Y quizá llame la atención de la niña la contundencia con que tía Mariú dice que “no somos lo mismo”, a pesar de que la causa de los Aportantes Truchos está más demostrada que la pantomima de las fotocopias de los no-cuadernos.
La edad de los porqués a veces impacienta al adulto dispuesto a responder. Más aún cuando la niña advierte que su padre-abuelo-presidente le da tanta importancia a sus cuestionamientos. ¿Por qué dicen que la bruja Cristina se robó todo si aún no han encontrado ninguna ilegalidad? ¿Por qué tía Gaby es vicepresidenta si apenas entiende lo que hace y menos se entiende lo que dice? ¿Por qué todavía no bajó la inflación si ya pasaron mucho más de dos minutos? ¿Por qué tío Sergio se disfraza de árbol y reza cada vez que hay un incendio? ¿Por qué el swap con China eran papelitos de colores y ahora tabla de salvación? ¿Por qué dicen que la bruja Cristina mató a Nisman si hasta los compañeritos de la sala de cuatro saben que se suicidó, de acuerdo a las pericias de la Corte y no al cuentito de Gendarmería que inventó tía Patricia? ¿Un informe de Gendarmería cuesta más que un mes de Aerolíneas?, pronunciará la infanta.
“Si querés que te nombre en mis discursos –explicará el papá- no hagás preguntas que me pongan en aprietos”. Las mentiras de campaña y las de gestión no entran en el menú preguntón. Tampoco por qué las encuestas dan tan mal y los números de la economía, peor. Ni por qué la gente manda saludos a la abuela Alicia con una palabrota. Tantas son las dudas que tiene la nena que dan ganas de mandarla a la cama sin postre.
Pero la infanta no pregunta eso ni nada. Ella es el amigo invisible de Macri y la inspiradora de argumentos para sus atrocidades. La hija es parte de la campaña que comenzó ocho años atrás, con una boda de ensueño y un nacimiento de realeza. Un apéndice del Ingeniero para simular ternura y teñir de humanidad su inhumana presidencia. Un libro abierto que aporta intelecto donde no lo hay. Una treta más de este perverso para seguir embaucando a los desprevenidos.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Un Cambio de pesadilla


‘Unidad’ es una de las palabras más escuchadas en los últimos tiempos, casi tanto como ‘ajuste’. Todos los que no forman parte de la infame banda gobernante la pronuncian con distintas tonadas. Y, por supuesto, con diferentes intenciones: unos para garantizar una banca en las próximas elecciones y otros con el compromiso serio de transformar una realidad que cada vez golpea mejor; unos para coquetear con el establishment y otros para domesticarlo un poco; unos para garantizar la continuidad y otros para torcer el rumbo en serio. Hasta están los farsantes de siempre que plantean una unidad amplia pero sin los K, algo que contradice la idea de unidad. La unidad como simulacro, esperanza o pegote es de lo que se habla y son tantas las versiones que el oficialismo se entusiasma con semejante dispersión.
Eso sí: hay desencantados en todos los frentes, hasta en los que alguna vez formaron parte del Gran Equipo, como Carlos Melconián y Alfonso Prat Gay. Los apologistas mediáticos no saben de qué disfrazarse porque los logros brillan por su ausencia, salvo aquellos que, como sólo enriquecen a los más ricos, abochornan demasiado. Algunos simulan enojos superficiales o recitan cuestionamientos más que obvios. Otros insisten en convertir la malaria en jolgorio, olvidando cuánto criticaban antes a los panelistas de 678 por muchísimo menos. Y están los que siempre van más allá de lo ético, como la ex Tribuna de Doctrina que, en su edición del lunes, afirmó que insectos y gusanos son más nutritivos que la carne de vaca.
Claro, entretener con los inmigrantes puede desembocar en las bravuconadas exterminadoras de Patricia Bullrich o del senador Pichetto; exaltar la final con forma de clásico despierta el vergonzante espíritu de hincha del empresidente Macri; apuntar los titulares contra el Papa o los mapuches ya no tiene tanto efecto; hacer de Chocobar un héroe es una tarea monstruosa. En definitiva, camuflar la realidad es más difícil que lograr que la vice Michetti pronuncie una frase coherente, encontrar atractividades en el rostro de Rodríguez Larreta o descubrir un gesto sincero en la gobernadora Vidal. Más difícil que conseguir que el Buen Mauricio parezca un ser humano.
Tan poco humano que hasta los discapacitados debe movilizarse para defender la escasa ayuda del Estado amarillo. Y no conforme con el cruel desbarajuste que ha provocado Macri en la vida del país, la cara principal del Cambio amenaza con la reelección. ¿Para qué, se preguntará el lector? Para continuar, explica el Gerente, “si los argentinos creen que este camino de cambio vale la pena; estoy convencido de que es el único posible”.
El camino de los sueños
No vale la pena ni es el único posible. En los casi tres años al frente del país, nada de lo prometido se ha hecho realidad. La actividad industrial registra una baja similar a 2002, uno de los momentos más dramáticos, con un 11,5 por ciento. El desempleo afecta a más de la décima parte de la población activa. La inflación, que el Macri de campaña prometía bajar en dos minutos, estará este año cerca del 50 por ciento. El poder adquisitivo del salario ha tenido pérdidas que se notan en la caída del consumo y el cierre de fábricas y comercios. El bono mágico que propuso el Gran Equipo para frenar el paro de la CGT apenas alcanza para cubrir la quinta parte de la dignidad devaluada. Y esos que dicen representar los intereses de los trabajadores se marcharon muy contentos de La Rosada SA con esa limosna de fin de año.
En el terreno económico, nada indica que la continuidad de La Revolución de la Alegría esté garantizada, salvo para los que celebran con espumante importado y se pasean en coches de alta gama, con perfumes franceses y carteras con precios de pesadilla. O en los incautos que sueñan con que nos saquen de esta ciénaga los mismos que nos metieron en ella. O en los masoquistas incurables que gozan de las imposibilidades que acosan su vida cotidiana. O en los que se excitan con la sangre de la represión y defecan en las redes los conceptos más discriminatorios hacia los que consideran ciudadanos de tercera. Como ese policía de la bonaerense que comentó un mensaje de Martín Ogando del Frente Patria Grande, con la frase de póster favorita de los odiadores: “hermoso... todos delincuentes. Negros de mierda. Balas de plomo y se acaba la joda. Ignorantes aborteros piqueteros bagos (sic) hdp”. Y si alguien interpreta esto como la actitud individual de un desubicado, basta recordar que la Legislatura Porteña está tratando un proyecto para sancionar a los micros escolares que sean alquilados para trasladar piqueteros. La discriminación es oficial y eso no merece ser avalado en una democracia, por más frágil que sea.
Si a todo esto sumamos la deuda externa que nos empobrecerá durante muchos años y la prepotencia con que intentan someternos a todos, el Cambio debería ser desplazado sin demasiados esfuerzos. Un amasijo multiperonista bastaría para dar vuelta la página. Pero el peligro de estos engendros es que se desgajan a poco de andar y los que antes posaban en las fotos, sonrientes y abrazados, se convierten en los más maleables apenas asumen su banca. De nada sirve conquistar las urnas si, ante el primer gruñido de las corporaciones, los menos unidos corren con el rabo entre las patas a cobijarse en las cuevas del lado oscuro.
Conformar un frente para derrotar al macrismo, al PRO o a Cambiemos –tres versiones de la misma boñiga- es lo más fácil del mundo: basta enumerar las cosas que hicieron mal y prometer que se van a hacer mejor. Conquistar al público disconforme no requiere mucho ingenio. Tampoco es demasiado complejo convencer de que este modelo profundiza la desigualdad a favor de los más ricos. Lo difícil es persuadir al votante de que para que el país crezca hay que distribuir mejor con impuestos progresivos y un Estado activo en la base de la pirámide. Eso no se logra con Libertad de Mercado y modelo del derrame, como estamos verificando ahora. Tampoco con sonrisas, poniendo el hombro y tirando todos para el mismo lado.
El país equitativo con que muchos soñamos no incluye “el diálogo y el consenso” que proponen hipócritas y timoratos ni los conceptos despectivos que vierten los despolitizados hacia los destinatarios de medidas inclusivas. Tampoco incluyen propuestas meritocráticas ni individualistas. La equidad se conquista acortando las brechas económicas, sociales y culturales que tantos años de angurria rentística han ensanchado. Para construir ese país no debemos asustarnos de los ladridos de la minoría empachada porque eso indica que se está distribuyendo de manera progresiva. Nuestros oídos deben estar atentos a los gemidos de los sufrientes y hacer que se conviertan en cantos de felicidad. Mientras más aúllen las fieras más se multiplicarán los cantos y esta música nos acompañará por el resto del camino. Y mientras más estridente sea, más cerca estaremos del país de nuestros sueños.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Alimentadores de estallidos


Al escuchar a algunas figuras del elenco oficial, cabe preguntarse en manos de quiénes estamos: ¿de una comparsa de irresponsables?; ¿de una banda desenfrenada dedicada al pillaje?; ¿de un staff de panelistas de un programa de televisión?; ¿de un equipo de desorientados inexpertos que no saben para dónde patear la pelota? Estas interrogantes no están guiadas por un caprichoso afán opositor, sino inducidas desde las declaraciones de los propios comandantes de la Revolución de la Alegría. En sus nefandos intentos –muchas veces exitosos- de confundir a la opinión pública, apelan a tretas cercanas al autoritarismo, próximas a la xenofobia, bañadas de demagogia y saturadas de cinismo. Todo esto sazonado con abundantes cucharadas de blindaje mediático abonado con “la plata que ponemos entre todos” y en un contexto de preocupante adormecimiento de la reacción colectiva.
Este combo facilita que al incremento bestial de los combustibles, sólo se responda con colas de autos en las estaciones de servicio para salvar unos manguitos. ¿Cómo es posible un aumento del 5 al 7 por ciento después de una baja del dólar y del precio del crudo internacional? Más aún cuando el acumulado anual supera el 70 por ciento. Una estafa que se ha naturalizado de forma peligrosa y que se extiende a otras áreas de consumo. Una aceptación del abuso que se expresa en la voz de muchos automovilistas: esto es el resultado de haber mantenido tarifas accesibles en los doce años de kirchnerismo. Una patraña que se convierte en sentencia. Más que una política pública estamos presenciando la institucionalización del saqueo. Más que un Estado ausente, estamos padeciendo uno cómplice de corporaciones angurrientas. Más que un programa de racionalidad económica, estamos sufriendo la sinrazón de los glotones.
Desde el pensar ingenuo, es factible considerar que la crisis actual sea producto de factores externos o torpezas propias y no de la malsana voluntad de ocasionar todo esto. Sin ingenuidad, estamos presenciando el sueño oligárquico del control absoluto para obtener jugosas rentas a costa de excluir a gran parte de los argentinos. Y esto se expresa en cada una de las decisiones que se toman en el cuartel general de Balcarce 50. La transferencia regresiva del ingreso no es un accidente, sino el objetivo. Por eso hacen lo que hay que hacer.
Y lo que hay que hacer es esto: licuar salarios, reducir jubilaciones, pensiones y asignaciones, convertir en maná las limosnas y someter al país a los reclamos perpetuos del FMI. Todo con la falaz promesa de que éste es el único camino posible para llegar al paraíso, al que, por supuesto, no llegaremos jamás porque, como afirman muchas veces los amarillos, no lo merecemos.
¿La final o el final?
Si la reacción es menos virulenta que lo esperable ante tanto estropicio es porque las estrategias de domesticación multimedial son efectivas, por más absurdas que sean. Los consejos para ahorrar combustible o las recetas para un asado vegano abofetean al espectador a toda hora. La justificación de los ajustes roza la parodia. La militancia rentada de los comunicadores apologistas es tan evidente que debería despabilar a los hipnotizados.
Sin embargo funciona, porque se replica en las conversaciones cotidianas, a veces con resignación y otras como súplica. Como si la dignidad se construyera con dádivas o se alcanzara en cuotas con intereses al 100 por ciento sobre deuda total. Tanto predican sobre el país pobre que convencieron a una porción de que es así. Esto logra que el asombro por el precio de la papa, la leche o el pan no se convierta en bronca. Como si nos correspondiera padecer el Purgatorio después de haber probado algo parecido al Edén.
Como algunas encuestas indican que las tretas mediáticas no son suficientes para consolidar el consenso ciudadano, el Gran Equipo se vuelca a los micrófonos para desorientar el entendimiento. La Vice Rodante, Gabriela Michetti no se esfuerza demasiado: con vomitar su confusión intelectual y verbal basta y sobra. Después de calmar la risa que provocan sus tartamudeos incoherentes, uno puede detectar la oscuridad que guía sus pensamientos. En una entrevista concedida a Canal 9, la inefable Gabriela aconsejó que, como “el trabajo tradicional que ofrece una empresa va a ser muy chiquito, hay que generarse uno mismo su trabajo”. Ante el egoísmo empresarial consentido por la runfla gobernante, la salida individual es lo único en agenda. A la generosidad de las propinas exigidas por Carrió, se suman las changas para engordar las migajas que muchas familias apenas alcanzan a conseguir. Para salir de la crisis provocada por los ceócratas, la única solución es el cuentapropismo generalizado.
En este cruel experimento que comenzó en diciembre de 2015, el individualismo y la meritocracia aparecen como las mejores propuestas para combatir la pobreza, el desempleo y la recesión. No sólo eso: hasta la seguridad parece quedar en manos de cada uno de nosotros. Después de unos brindis de sobremesa, la ministra Patricia Bullrich eructó una irresponsable frase para la galería del ridículo: “el que quiera estar armado, que ande armado, el que no quiere que no ande armado. La Argentina es un país libre”. Esta propuesta darwiniana de western se suma a las constantes brutalidades y mentiras que pedorrea a diario para complacer al público odiador y ganar su suculento salario. En cualquier país, alguien que en el Congreso avaló devaneos geográficos durante la búsqueda de Santiago Maldonado y afirmó que los mapuches tenían armas que “cortaban árboles de cuajo” para justificar el asesinato de Rafael Nahuel no debería ocupar un ministerio. Una de las autoras de la novela de Nisman, que convirtió una fantasiosa especulación de gendarmes en una pericia de expertos, merece más el escarnio que el elogio.
Cualquier cosa, menos tener a su cargo la seguridad del país, no tanto por sus pulsiones etílicas sino por la perversidad que contienen sus dichos y decisiones. También maldad, desprecio y discriminación. Si algunos miembros de la oposición estuvieran más preocupados por nosotros que por esquivar carpetazos, sobornos y amenazas, Bullrich ya estaría en el rincón más olvidado de su cucha. Si esos que se consideran racionales dejaran de menear el rabo por una caricia del Círculo Rojo y de actuar para inspirar titulares amables, casi todos los miembros del Gran Equipo estarían sometidos a juicio político para quedar fuera de juego. Si los opoficialistas evaluaran las consecuencias de su complicidad, hasta el propio empresidente estaría en el banquillo.
En la Argentina de hoy los condicionales abundan. El ‘si esto’ o ‘si lo otro’ llenaría muchos apuntes, pero la constante es la misma. El desconcierto que reina en muchos transeúntes también afecta a los dirigentes. O viceversa, como eso del huevo o la gallina. La paciencia de los que antes saltaban por nimiedades resulta inexplicable ahora que tenemos problemas en serio. Más aún cuando el que se calzó la banda para hacer lo contrario de lo prometido sólo está preocupado por un partido de fútbol. Perdón, por dos.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...