jueves, 8 de noviembre de 2018

Un Cambio de pesadilla


‘Unidad’ es una de las palabras más escuchadas en los últimos tiempos, casi tanto como ‘ajuste’. Todos los que no forman parte de la infame banda gobernante la pronuncian con distintas tonadas. Y, por supuesto, con diferentes intenciones: unos para garantizar una banca en las próximas elecciones y otros con el compromiso serio de transformar una realidad que cada vez golpea mejor; unos para coquetear con el establishment y otros para domesticarlo un poco; unos para garantizar la continuidad y otros para torcer el rumbo en serio. Hasta están los farsantes de siempre que plantean una unidad amplia pero sin los K, algo que contradice la idea de unidad. La unidad como simulacro, esperanza o pegote es de lo que se habla y son tantas las versiones que el oficialismo se entusiasma con semejante dispersión.
Eso sí: hay desencantados en todos los frentes, hasta en los que alguna vez formaron parte del Gran Equipo, como Carlos Melconián y Alfonso Prat Gay. Los apologistas mediáticos no saben de qué disfrazarse porque los logros brillan por su ausencia, salvo aquellos que, como sólo enriquecen a los más ricos, abochornan demasiado. Algunos simulan enojos superficiales o recitan cuestionamientos más que obvios. Otros insisten en convertir la malaria en jolgorio, olvidando cuánto criticaban antes a los panelistas de 678 por muchísimo menos. Y están los que siempre van más allá de lo ético, como la ex Tribuna de Doctrina que, en su edición del lunes, afirmó que insectos y gusanos son más nutritivos que la carne de vaca.
Claro, entretener con los inmigrantes puede desembocar en las bravuconadas exterminadoras de Patricia Bullrich o del senador Pichetto; exaltar la final con forma de clásico despierta el vergonzante espíritu de hincha del empresidente Macri; apuntar los titulares contra el Papa o los mapuches ya no tiene tanto efecto; hacer de Chocobar un héroe es una tarea monstruosa. En definitiva, camuflar la realidad es más difícil que lograr que la vice Michetti pronuncie una frase coherente, encontrar atractividades en el rostro de Rodríguez Larreta o descubrir un gesto sincero en la gobernadora Vidal. Más difícil que conseguir que el Buen Mauricio parezca un ser humano.
Tan poco humano que hasta los discapacitados debe movilizarse para defender la escasa ayuda del Estado amarillo. Y no conforme con el cruel desbarajuste que ha provocado Macri en la vida del país, la cara principal del Cambio amenaza con la reelección. ¿Para qué, se preguntará el lector? Para continuar, explica el Gerente, “si los argentinos creen que este camino de cambio vale la pena; estoy convencido de que es el único posible”.
El camino de los sueños
No vale la pena ni es el único posible. En los casi tres años al frente del país, nada de lo prometido se ha hecho realidad. La actividad industrial registra una baja similar a 2002, uno de los momentos más dramáticos, con un 11,5 por ciento. El desempleo afecta a más de la décima parte de la población activa. La inflación, que el Macri de campaña prometía bajar en dos minutos, estará este año cerca del 50 por ciento. El poder adquisitivo del salario ha tenido pérdidas que se notan en la caída del consumo y el cierre de fábricas y comercios. El bono mágico que propuso el Gran Equipo para frenar el paro de la CGT apenas alcanza para cubrir la quinta parte de la dignidad devaluada. Y esos que dicen representar los intereses de los trabajadores se marcharon muy contentos de La Rosada SA con esa limosna de fin de año.
En el terreno económico, nada indica que la continuidad de La Revolución de la Alegría esté garantizada, salvo para los que celebran con espumante importado y se pasean en coches de alta gama, con perfumes franceses y carteras con precios de pesadilla. O en los incautos que sueñan con que nos saquen de esta ciénaga los mismos que nos metieron en ella. O en los masoquistas incurables que gozan de las imposibilidades que acosan su vida cotidiana. O en los que se excitan con la sangre de la represión y defecan en las redes los conceptos más discriminatorios hacia los que consideran ciudadanos de tercera. Como ese policía de la bonaerense que comentó un mensaje de Martín Ogando del Frente Patria Grande, con la frase de póster favorita de los odiadores: “hermoso... todos delincuentes. Negros de mierda. Balas de plomo y se acaba la joda. Ignorantes aborteros piqueteros bagos (sic) hdp”. Y si alguien interpreta esto como la actitud individual de un desubicado, basta recordar que la Legislatura Porteña está tratando un proyecto para sancionar a los micros escolares que sean alquilados para trasladar piqueteros. La discriminación es oficial y eso no merece ser avalado en una democracia, por más frágil que sea.
Si a todo esto sumamos la deuda externa que nos empobrecerá durante muchos años y la prepotencia con que intentan someternos a todos, el Cambio debería ser desplazado sin demasiados esfuerzos. Un amasijo multiperonista bastaría para dar vuelta la página. Pero el peligro de estos engendros es que se desgajan a poco de andar y los que antes posaban en las fotos, sonrientes y abrazados, se convierten en los más maleables apenas asumen su banca. De nada sirve conquistar las urnas si, ante el primer gruñido de las corporaciones, los menos unidos corren con el rabo entre las patas a cobijarse en las cuevas del lado oscuro.
Conformar un frente para derrotar al macrismo, al PRO o a Cambiemos –tres versiones de la misma boñiga- es lo más fácil del mundo: basta enumerar las cosas que hicieron mal y prometer que se van a hacer mejor. Conquistar al público disconforme no requiere mucho ingenio. Tampoco es demasiado complejo convencer de que este modelo profundiza la desigualdad a favor de los más ricos. Lo difícil es persuadir al votante de que para que el país crezca hay que distribuir mejor con impuestos progresivos y un Estado activo en la base de la pirámide. Eso no se logra con Libertad de Mercado y modelo del derrame, como estamos verificando ahora. Tampoco con sonrisas, poniendo el hombro y tirando todos para el mismo lado.
El país equitativo con que muchos soñamos no incluye “el diálogo y el consenso” que proponen hipócritas y timoratos ni los conceptos despectivos que vierten los despolitizados hacia los destinatarios de medidas inclusivas. Tampoco incluyen propuestas meritocráticas ni individualistas. La equidad se conquista acortando las brechas económicas, sociales y culturales que tantos años de angurria rentística han ensanchado. Para construir ese país no debemos asustarnos de los ladridos de la minoría empachada porque eso indica que se está distribuyendo de manera progresiva. Nuestros oídos deben estar atentos a los gemidos de los sufrientes y hacer que se conviertan en cantos de felicidad. Mientras más aúllen las fieras más se multiplicarán los cantos y esta música nos acompañará por el resto del camino. Y mientras más estridente sea, más cerca estaremos del país de nuestros sueños.

2 comentarios:

  1. Bueno, que un camarada represor diga, o escriba, que "hay que matar a los bagos" es comprensible, además de lógico ya que él defiende a un regente casi casi adicto al laburo, cómo será esa dedicación que juega con la hija y termina averiado y, claro, y tanta delicadeza necesita gente que lo defienda de la semi gente, la mala como usted o yo, cierto, son un tanto rústicos pero no nos pongamos en detallistas; ahora, hablando de detalles, ¿vió que hubo protestas de "federicos" por las mismas razones y casi de la misma forma que los "bagos" que deberían matar... no me diga que no es gracioso este símbolo esencial de la democracia amarilla, les paga mal a los imprescindibles "calmantes" del (mal) humor social que producen sin pausa y con prisa, unos genios..... en fin, damos una pequeña ojeada a la bella ministra de las declaraciones etílicas y nos quedamos tranquilos, no?. Hablando de declaraciones, ¿se murió doña colesterol?, piorque se la extraña, dígame que apenas se exilió en Punta del Este o calvario parecido, la patria la necesita, la "corrusión" la necesita, quién sino ella puede señalarnos el camino ahora que brotan toda clase de chanchullos, obvio, chanchullos amarillos en billetes verdes, qué se cree?, que la abanderada moral se va a quedar callada?, no prejuzgue que queda feo.
    ¿Usted cree que no hay "unidad"?, hay de sobra, quién más, quién menos, estamos unidos en la malaria, el hartazgo, pero hay que tener paciencia, ya lo dijo el ministro baldío y, claro, por cada millón de ansiosos hay más de un "dirigente" viendo cómo y dónde se acomoda que la alegría virreinal es tentadora.... mire el ejemplo de los "periodistas" premiados y ya'stá.... ¿o no es hora de cambiar el Taunus 83 por el Maserati que se merece?, vamos, no se haga el modesto que a mí el médico me recetó un Range Rover y tiene razón...
    Los fallados somos nosotros, que nos quedamos en alguna parte de hace 70 años y no entendemos la lindura del siglo 18, la negrada era esclava y los negritos no pedían netbooks ni, menos que menos, universidades o escuelas para aprender a robarse todo y, hay que decirlo, los peruanos y paraguayos estaban bien lejos, porque no es lo mismo que te afane un inglés o una franchuta, es otro nivel, caramba!. No como ahora que pisa una baldoza y le sale un paragua o un bolita vendiendo merca o ajo... todo mal, ¿por qué no traerán leliqs o cosas civilizadas así?, el prócer picheto tiene razón, las fronteras son un colador, de la rosada o el central ni hablemos, no?.
    Para el final, usted escribe bonito pero es muy pesimista, habla de cosas tristes que desentonan con el virreinato de la alegría, vamos, no será peruamo?

    ResponderBorrar

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...