lunes, 30 de septiembre de 2019

Maratón de inconsistencias


Después de un agosto larguísimo, septiembre se escapó como un suspiro. El 27 O está a sólo cuatro semanas que se pasarán volando gracias a una campaña electoral que no modificará demasiado los números. Quizá los empecinados con el Cambio se entusiasmen con la quimera de dar vuelta el resultado después de protagonizar la Caravana del “Sí, se puede”. Tal vez algunos indecisos vuelquen su voto después de observar esa multitud que alentaba al candidato Macri. Quién sabe cuántos abandonarán a los seguros perdedores para sumar un poco más al Ingeniero. Si se dejan convencer por esta manifestación desesperada, se convencerán de cualquier cosa y esto casi siempre ocurre con los que no tienen ninguna convicción.
Eso es lo que explotan las incongruentes consignas del oficialismo: una Nada propositiva que oculta el ideario salvaje de los que tienen de sobra y ambicionan mucho más. Los exponentes del Cambio no paran de recitar frases huecas que los alelados reciben como palabra santa. Mucho hay de esotérico en esa relación porque sólo la magia puede lograr que por este camino lleguemos a algo beneficioso para todos. La pobreza no va a desaparecer porque Macri lo desee ni la actividad remontará con sólo ordenarlo.
Por eso tienen que apelar al discurso cuasi religioso de la diputada Elisa Carrió que, con la incoherencia de siempre, sentenció “la lucha en la adversidad es el gozo mayor para el espíritu de Dios. Y la aplaudieron sin advertir lo que esta alocada señora estaba confesando: ellos provocan sufrimiento a gran parte de la población sólo para que Dios goce; el bondadoso Dios en el que cree Carrió alimenta su espíritu con el padecer de sus hijos. ¿Esto es una propuesta política? Pero hay más porque ese sábado, la exótica diputada ostentaba inspiración. Eso de que “la libertad se gana con trabajo y dolor” está muy bien para una peli de esclavos pero no para la realidad argentina en la que no luchamos por la libertad, como quieren hacer creer estos embaucadores.
En verdad, es tan inadmisible que Carrió sea diputada como que haya tantos que aplaudan sus estupideces. No sólo porque esputa falacias, destila odio y augura apocalipsis, sino también por la burla y la falta de respeto que destina a sus seguidores. En una síntesis perfecta de lo que es, aconsejó que “los pobres no tienen que tener miedo de ser ricos”. ¿En dónde encontró un pobre así? Si la riqueza atemoriza, ¿por qué siguen funcionando los juegos de azar? ¿Acaso los ricos son valientes y no explotadores, evasores y especuladores? Claro, los seguidores de Carrió no se preguntan estas cosas: sólo aplauden como autómatas.
Neblina en el laberinto
El clima de la Caravana del “Sí, se puede” estática, por la edad de los asistentes- anticipa lo que serán las 29 que faltan, de acuerdo a lo prometido por el empresidente. Macri subió al escenario con la emoción a flor de piel porque, como explicó Carrió, “el problema de Mauricio no es que no siente, sino que siente mucho”. Si es así, ¿por qué no se disculpa del daño que ha provocado? Al contrario, parece muy orgulloso de lo que ha estado haciendo en estos tres años y pico. En un exceso de incomprensión y cinismo, agradeció a la clase media, que “es la que hizo el mayor esfuerzo”. ¿Esfuerzo para qué, para llegar al lugar, soportar tarifazos y devaluaciones o para bancarlo a pesar de todo? Los que no pueden llegar a fin de mes y apenas pueden nutrir la mesa familiar, ¿no están haciendo esfuerzos? Y los que apenas tienen una magra comida al día y deben caminar decenas de cuadras porque no pueden solventar el gasto en transporte, ¿no merecen agradecimiento? Y los que no aspiran siquiera a soñar con una magra comida, ¿qué pueden esperar de este personaje tan cruel?
Como no encuentra límites a sus patrañas, el Buen Mauricio prometió que “ahora viene el alivio en el bolsillo para llegar a fin de mes”. El cómo llegará ese alivio quedará para otra vida. Si es por el famoso bono que no alcanza a los estatales y para los pocos que lo cobren será en cómodas cuotas y a cuenta de aumentos futuros, se nota que no entiende nada de lo que está sucediendo. ¿De qué manera va a llegar un alivio si no es el gobierno el que lo genera? En lugar de eso, permite que todo aumente para asfixiar no sólo a pobres y desempleados, sino hasta a los que tienen un empleo formal y bien remunerado. Después de esta nueva promesa que no cumplirá, entabló un diálogo entre el orador y el público más propio de la parodia de un encuentro evangelista que de un acto político. El público repetía como en éxtasis lo que el farsante balbuceaba en el escenario. Más que adhesión, debería provocar vergüenza esa comunión entre embaucadores y embaucados.
A esta altura de las cosas, no puede despertar respeto la insistencia con el Cambio, pues los que están dispuestos a renovar el mandato de Macri no respetan al resto de la población que padece sus medidas. Ellos prefieren persignarse cuando el candidato a vice, el senador Miguel Ángel Pichetto fantasea con las demoníacas medidas del populismo por venir. Ellos eligen creer a Luis Brandoni cuando, a miles de kilómetros de distancia, vaticina “si no hay fraude, ganamos” o indignarse con las mentirosas denuncias de la ministra Bullrich sobre aprietes y prepoteos en las PASO. Elecciones que, como un mal sueño, tratan de minimizar o negar, para beneplácito de sus fervientes seguidores. Ellos aplauden cuando alguien como el candidato a diputado de Juntos por la Rioja, Pablo Yapur, reconoce que hacen clientelismo al sentenciar “a partir de ahora, Ayuda Cero” a los “negros sucios, drogadictos y vagos”, producidos por los doce años de Kirchnerismo.
¿A qué divinidad pedirán protección si –como es previsible- gana Alberto Fernández? Seguramente, considerarán un sacrilegio que el candidato del Frente de Todos afirme que “estos ladrones de guante blanco” nos dejan tierra arrasada o asegure que aumentará la presión tributaria sobre los más ricos. O quizá se abracen con más fervor a la comunicación denuncista de los medios dominantes para rechazar disposiciones distribucionistas. Tal vez se disfracen de lo que no son cuando algunas medidas limen un poco la fortuna de los que nos han esquilmado siempre.
Este ciclo se repetirá al infinito mientras un tercio de la población que no goza de las mieles de la abundancia inagotable siga adorando a los pocos que se amontonan del peor lado de la Grieta. Si siguen abrazados a las razones avarientas del Amo, a la lógica del sacrificio que enriquece a una minoría empachada, a las reglas de la meritocracia y  a los dictámenes del Mercado, que mercantiliza hasta la vida, nada asegura que tipejos como éstos no vuelvan –con otras máscaras y renovadas tretas- después de una temporada en stand by. Así, nuestra historia será un laberinto circular en la niebla y no un camino colectivo hacia el país con el que siempre estamos soñando y jamás terminamos de construir.

jueves, 26 de septiembre de 2019

El ocaso del ‘Sisepuedismo’


La intención de simular un hacer que no han hecho en más de tres años tiene sus consecuencias, unas trágicas y otras ridículas. Las fotos que buscan para ilustrar una campaña electoral sin logros ni propuestas no sólo son esquivas sino se están volviendo borrosas. Y además, contraproducentes. Pero lo peor es que están tratando de mostrarse “juntos y en equipo” cuando en realidad se están atomizando. El marketing puede servir para ganar una elección, pero no es suficiente para gobernar y menos aún para renovar el mandato. Tan afuera están los PRO de nuestra vida política que el famoso “Sí, se puede” más que en un mantra energizante parece un llanto de despedida.
El maquillaje cambiemita que parecía tan sólido resultó más frágil que la cáscara de un huevo. El blindaje mediático, las tretas de distracción y las diatribas contra los K fueron menos imbatibles de lo que se pensaba. Las frases hueras, el cinismo burlón y los principios anti-políticos resultaron ineficientes para comandar el barco. El capitán del Gran Equipo más que un piloto de tormentas terminó siendo el desatador de muchas. Tanto que la crisis argentina está preocupando al mundo al que tanto insistió con integrarnos. Si en el futuro sentimos aislamiento será porque el resto de los países no querrá saber nada con nosotros después de este tercer experimento neoliberal. Tan mal está conduciendo este barco el Buen Mauricio que su gestión se transforma en el anti ejemplo de la campaña electoral de Evo Morales. Al final, en algo sí, se puede.
Lo que no se puede negar es que ésta ha sido una mala experiencia. Y es de esperar que lo sea para siempre. Una moraleja sería insuficiente para esta fatal fábula. Ante el desafío de buscar una síntesis, se puede probar con ésta: satisfacer las apetencias de los poderosos implica sacrificar la dignidad del resto. Muchas más afloran en la sesera de este escriba, pero niegan el propósito de la síntesis, además de resultar redundantes. Si la política abandona la construcción de una prosperidad colectiva pierde su esencia transformadora y sin eso, no es nada, como podemos comprobar con sólo echar una mirada a lo que ocurre más allá de las pantallas.
Cuando un gobernante y sus funcionarios no pueden empatizar con sus gobernados, poco puede salir bien. O nada, como en este caso. En una de sus recientes apariciones, el Ingeniero brindó una muestra más de su desconexión con sentimientos humanos. Al día siguiente de la tragedia de Ezeiza, Macri confesó –como si animara un cumple- estar muy contento antes de dar sus condolencias a las víctimas del apuro electoral. Y después balbuceó: "esperemos que el segundo que está en situación de peligro logremos realmente que salga de esa situación gracias a los grandes médicos que tenemos". Un trabalenguas propio del que no siente nada de lo que está diciendo.
Abajo el telón
No siente o no entiende. O simula no entender. Primero, al enojarse por el resultado de las elecciones primarias; después, por negarlas; y finalmente, por la ilusión de revertir los números en los comicios definitivos. Una ilusión que sólo tiene como fin ganar para seguir destruyendo lo que queda. En una sobredosis de alucinógenos, el Gerente declamó que "el día de mañana, cuando se acuerden de esta elección se hablará de cómo nos rompimos el alma durante un mes para darlo vuelta". Claro, en un mes creen que van a recuperar el consenso que han perdido en estos cuatro años y sólo con hacer actos vacíos de público y contenido. Y dice que se rompen el alma, después de haber destrozado la vida de millones. Si tuvieran algo parecido al alma, no hubieran hecho lo que hicieron o estarían pidiendo disculpas antes de salir por la puerta de servicio.
Por más que en el spot de campaña la locutora diga que son geniales, cada vez son menos los empecinados. No es para menos, si los simulacros se desmontan antes de montarse, como la inauguración de la ruta nacional 7 cuando falta más de un año para ser terminada. Aunque no estén las colectoras ni bien colocadas las señales, pensaban posar ante las cámaras como eficientes funcionarios. Como intentaban hacer con la ampliación del aeropuerto de Ezeiza, aunque el apuro terminó en sangre.
Ya es difícil ocultar lo que son. Farsantes es poco, como Laura Alonso que se disfrazó de heroína contra la corrupción aunque sólo está en esa oficina para ocultar los delitos de los que la depositaron allí. Malandras, como Guillermo Dietrich y Javier Iguacel, que de manera ilegal prorrogaron la concesión de siete corredores viales, para que las empresas –entre ellas Iecsa, del primo presidencial- se alcen con un botín de 30000 millones de pesos en peajes y certificados de obra. Irrespetuosos, como el senador y candidato Pichetto, que agita fantasmas como si hablase ante nenes asustadizos. Mafiosos, como el oscuro personaje que amenazó al delegado de ATE Capital para que se dejen de “joder con los pueblos originarios” en relación al trabajo que realiza en DDHH.
Si no pueden ocultar lo que son, tampoco pueden disfrazar lo que serán, pues ya los estamos padeciendo. Por más que griten “Sí, se puede” como autómatas, los integrantes del 30 por ciento se darán cuenta de que no se puede engañar dos veces con la misma treta. O tres, pero que ésta sea la última.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Una confesión publicitaria


Aunque cueste creerlo, los vamos a extrañar. Por supuesto, no por las decisiones políticas destructivas que han aplicado desde el primer día, sino por las torpezas que no pueden disimular. Desde el Buen Mauricio que asegura asistir a la convocatoria en su apoyo hasta el economista cambiemita que exige la devolución del dinero porque Caetano Veloso pidió la liberación de Lula y el público coreó “Si vos querés” en su recital. De tan anti-políticos resultan ridículos. Insustanciales y obscenos. Paradójicos y cínicos. Lo mismo de siempre que se manifiesta con más claridad en medio de la catástrofe que han provocado. En la campaña electoral que se inicia, como no pueden exhibir muchos logros y menos prometer nada, apelan a frases de poster que no reflejan la realidad de lo que son y quieren. Y para ilustrar todo esto, nada mejor que una recorrida por el último spot de campaña en el que, además de ensanchar la Grieta y amplificar monstruosas contradicciones, oculta al gestor principal de esta tragicomedia.
Así es, ni Macri ni Pichetto aparecen en el spot, sino gente común haciendo cosas comunes, como tomar una selfie, bajar de un subte, posar sonriente en medio de una villa, jugar en una plaza… de todo menos comer: nadie come en Macrilandia porque la Gerencia de la Rosada SA quiere que cambiemos hasta en eso. Una cadena de imágenes vertiginosas con una locutora en off que recita con rapidez un texto casi aberrante. Como para ellos las emociones son ‘populistas’, la voz recurre al tono monocorde tan PRO al que nos han acostumbrado para decir que Ellos son lo que los demás no somos, que quieren lo que los demás no queremos y que están dispuestos a sacrificar lo que nosotros no sacrificaríamos para llegar a “un país normal”. Desde hace casi cuatro años estamos saboreando la normalidad que quieren para el país y es por eso que la mayoría está dispuesta a rechazarla para construir una normalidad a la medida de todos.
En el corto, los cambiemitas son optimistas, a pesar de todo. Claro, se cae de maduro que los demás no lo somos: somos los pesimistas convencidos de que este camino nos lleva a un lugar peor, no por tozudez ni credulidad, sino por experiencia y la tercera debe ser la vencida; y no porque nos abracemos ciegamente a lemas opositores sino porque nos enteramos de lo que los analistas internacionales dicen de la situación. El Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que no es antisistema sino apenas un capitalista progresista –si es posible semejante oxímoron- sentencia que “el experimento neoliberal ha sido un fracaso espectacular”. Y esto no es pesimismo, sino racionalidad.
Son lo que no somos
Además de alentar una esperanza vana, el spot enumera una serie de valores exclusivos de ese treinta y pico por ciento que aún cree en la Revolución de la Alegría. Ellos, además de optimistas, creen en la honestidad, la democracia y el diálogo. Creen, pero no practican. Los PRO no son honestos, democráticos ni dialoguistas. Si lo fueran, no estaríamos donde estamos. Con sólo recordar los chanchullos del empresidente desde su asunción, lo de la honestidad se cae a pedazos. Si mencionamos que conquistaron las urnas con mentiras, gobernaron por decreto, tuvieron paralizado al Congreso y regañaron a los que no los votaron en las PASO, lo de democráticos les queda enorme. Y si para los amarillos el diálogo es dictar órdenes o hacer reuniones para no resolver nada, más parecen monologuistas.
El adefesio audiovisual es un catálogo de buenas intenciones que chocan con lo que en verdad hacen; las mismas que recitan a cada rato para dibujar un paisaje encantador que intenta ocultar la realidad que defecan; esa parafernalia enloquecedora de frases edulcoradas que encriptan sus verdaderas intenciones y resultados. Así, el ya clásico “respeto por el que piensa diferente”, balbuceada en diferentes versiones por los amarillos, esconde la presiones, persecuciones y sanciones a los que no bailan al ritmo de los globos.
Algunos casos bastan para deconstruir la falacia. Horacio Verbitsky tuvo que renunciar a Página/12 después de revelar cuánto dinero ilegal había blanqueado el hermano de Macri; luego fundó el portal El cohete a la Luna, a partir de una célebre frase del Buen Mauricio, ésa de expulsar de la tierra a 562 argentinos. Los dueños de C5N están presos porque no se alinearon a la denostación de Cristina. Víctor Hugo Morales y Roberto Navarro no están en TV por ser muy críticos con el gobierno. Los panelistas de 678 no pueden trabajar en ninguno de los grandes medios porque están en una lista negra revelada por el arrepentido Alejandro Fantino. Para cerrar este listado, la visita de la AFIP a la municipalidad de Tafí Viejo después de que el intendente, Javier Noguera respondiera con domador de reposeras al calificativo de remolón que le esputó el Ingeniero. Por supuesto, hay muchos casos más que demuestran que no sólo no respetan al que piensa distinto, sino que buscan silenciarlo cuando no logran comprarlo.
Si se atreven a realizar un producto tan superficial y engañoso es porque lo saben dirigido a un público que se conforma con eso; espectadores impávidos que, aunque saben que están ante la continuidad de esta estafa, les resulta más cómodo dejarse llevar por los prejuicios y el fanatismo que romper con el embrujo. Por eso la locutora afirma –quizá poniéndose colorada, aunque eso no lo sabemos- "somos los que no transamos con el narcotráfico y los que queremos vivir en paz". Lo de no transar con el narcotráfico es un poco exagerado: la destrucción de búnkers no afecta a los grandotes que blanquean sus fortunas gracias a las decisiones del Gran Equipo; la droga decomisada es mucho menos de lo que muestran los innumerables informes sobre el tema; el intendente de Paraná, Sergio Varisco, no sólo es oficialista sino que está procesado por financiar narcotraficantes y hacer un delivery con vehículos del Estado; el Sedronar informa que ha crecido la sensación de que el acceso a las drogas ahora es mucho más fácil. Claro que no transan con el narcotráfico: lo están tiñendo de amarillo.
Pero lo peor es que afirmen que son los que quieren vivir en paz, cuando no hacen más que insultar, denigrar, difamar y provocar al otro. Este spot de campaña, más que conquistar voluntades, debería dejarlos fuera de juego porque muestra lo que en realidad son: superficiales, mentirosos, hipócritas, burlones y, sobre todo, peligrosos. Una pena que algunos simulen no darse cuenta de todo esto, no porque los necesitemos el 27 de octubre, sino porque serán esenciales para instaurar un Nunca Más a recetas como éstas.

jueves, 19 de septiembre de 2019

La magia amarilla


El tipo que se lo pasa diciendo que no hay soluciones mágicas temía que el bastón de mando tuviera una macumba de Cristina. Así es. Cuando Macri asumió la presidencia no aceptó el símbolo tradicional fabricado por el orfebre Juan Carlos Pallarols sino uno de Damián Tessore. Pero no hay que tentarse con interpretaciones descabelladas: con cualquiera de los dos bastones hubiéramos llegado al mismo punto. No estamos así por un maleficio o la mala disposición de los hados. La impronta de los angurrientos hecha gobierno estalla ante nuestros ojos y afecta la vida cotidiana de casi todos. Lo que debe ser maleficio es que, a pesar de las evidencias de este nuevo saqueo neoliberal, el Buen Mauricio conserve aún un 30 por ciento en la intención de votos. Maleficio o tozudez clasemediera aspiracional que resiste hasta los más sólidos argumentos.
Como sea, alarma que sean tantos los que insistan en creer en la cantinela del Cambio, que ahora sería una continuidad del atracón de amarguras que hemos padecido en estos casi cuatro años. Eso es fanatismo, la credulidad ciega en consignas insostenibles, la certeza de que llenando las arcas de los más ricos a todos nos va a ir mejor, la indiferencia ante los actos evidentes de corrupción y vaciamiento ejecutados por los funcionarios amarillos, la aceptación sin más de las excusas que tartamudean ante resultados que provocan espanto en los analistas internacionales, entre muchísimas muestras más de abandono de toda racionalidad. Ni siquiera desde el individualismo extremo se puede explicar este fenómeno, porque muchos de los que votarán por el Ingeniero lo están pasando tan mal como cualquiera.
Para éstos, es preferible seguir padeciendo ajustes innecesarios antes que reconocer que viven engañados. Aunque estén en el grupo de los que apenas llegan a fin de mes o han recurrido a préstamos para pagar tarifas confiscatorias, seguirán pensando que coincidir con los privilegiados otorga pertenencia. Aunque estén apenas unos pocos escalones más arriba, seguirán considerando “vagos” a los pobres y tomándolos como causa de todo y no como consecuencia. Aunque se sientan cada vez más explotados seguirán acatando los argumentos de los explotadores. Miles de “aunques” podrían llenar este apunte pero no modificarían la conclusión a la que estamos arribando: si no tomamos en serio la batalla cultural, siempre tendremos la amenaza de esta pesadilla reciclada por siglos.
Valores devaluados
Quizá a algunos les resulte divertido que de la Casa Rosada cuelguen un aro de básquet y no una gigantografía recordatoria de la Noche de los Lápices. Quizá les resulte adecuada la defensa bestial que la ministra Patricia Bullrich hace de la doctrina Chocobar, aunque roce la apología del delito. Tal vez aplaudan el despojo de sus tierras ancestrales que sigue padeciendo el pueblo Mapuche, a pesar de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Quizá acepten la falacia de que en nuestro país hay veinte millones de personas que viven de un plan o asimilen las fabulosas interpretaciones que alucinados opinadores rentados dibujan sobre el pasado, el presente y el futuro. O tal vez nada, lo que sería peor porque con esa nada deciden su voto.
Increíble que haya conciudadanos que se emocionen con la propuesta épica de revertir el resultado de las PASO. Sorprendente que no se incomoden cuando Macri compara esa ilusión con el Cruce de los Andes. Asombroso que consideren “La Marcha del ‘Sí, se puede’” como una gesta heroica para salvar la República. Y desalentador que no descubran la hipocresía del empresidente cuando pontifica sobre los valores. Si los tuviera, no sería como es. Una negación de la realidad creer que Macri conoce otro valor más que la satisfacción de su angurria. Una ceguera descomunal se necesita para convencerse con la frase los valores son conceptos abstractos, algo en lo cual nos podemos concentrar cuando lo urgente esté resuelto, cuando en la mesa de los argentinos no falta nada, cuando no falte trabajo, cuando todos los chicos sepan leer, escribir y soñar con el futuro”. Precisamente todo eso que califica como ‘urgente’ es la consecuencia de la falta de valores de los que son como él.
Definir los valores también forma parte de la batalla cultural. No sólo definirlos, sino también hacer que las abstracciones de las que Macri balbucea se conviertan en derechos. Garantizar la dignidad de todos debe ser el principal valor del país a construir porque incluye comer, estudiar, trabajar y todos los verbos que necesitemos. Los valores dejan de serlo cuando permanecen como conceptos congelados que jamás se convertirán en acción. Y los que son como Macri constituyen el principal obstáculo para llegar a eso.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Lecciones desde el Altiplano


Una semana antes que en Argentina, Bolivia también tendrá elecciones presidenciales. Tanto allá como acá, el resultado es predecible. Allá el pueblo votará por continuar un camino; acá por retomarlo después de un período de amargo paréntesis. Las postales de acá pueden servir para que nadie se equivoque allá. Las postales de allá servirán para reavivar una nostalgia por lo que debemos recuperar. En ambos casos, los pasos deberán alejarnos cada vez más del neoliberalismo que pulula por el mundo esparciendo su hálito infecto de ambición y egoísmo. Pero para que su impronta destructiva no amenace nuestro futuro, deberíamos desterrarlo para siempre.
Uno observa a Evo Morales y la pasión que despierta a su paso, el compromiso que revela cada una de sus sonrisas y siente envidia cuando compara ese rostro tan terrenal y sincero con la máscara del villano que Argentina eligió como presidente cuatro años atrás. Máscara que ya no es efectiva para Macri ni lo son las muecas ensayadas que se mezclan con sus rasgos despectivos y odiadores. Y los ojos, que revelan todo. Los de Evo firmes, cálidos y humildes; los de Macri esquivos, helados y soberbios. ¿Cómo se puede soslayar ese detalle? Con un poco de atención, algunos argentinos no hubieran inclinado la balanza en 2015. Una lección para no volver a errar en el futuro y no quedar empantanados en el mismo punto de partida.
Porque nosotros retrocedimos mientras Bolivia avanzaba, mientras la embrutecedora mirada del discurso dominante sólo vomitaba titulares despreciativos. Muchos exponentes del establishment vernáculo se hicieron cruces como si fuera una herejía cuando el presidente Evo decidió expulsar al embajador norteamericano. Sin embargo, el presidente aimara sigue en pie, después de 13 años revolucionando su país. Entonces, ésa debe ser la clave: deshacerse de los conspiradores que vienen del Norte.
Cuando el dirigente cocalero asumió la presidencia, Bolivia tenía una economía pequeña y atrasada, con altos niveles de pobreza y poco desarrollo. La discriminación hacia las poblaciones originarias era casi una razón de Estado. Después de 13 años de políticas soberanas, estatistas e indigenistas, el crecimiento no tiene precedentes y lidera la región. Pero lo más importante es que, gracias al Modelo Económico Social Comunitario Productivo, la vida de los bolivianos ha mejorado sustancialmente, con una reducción significativa de la pobreza. Redistribución en lugar de sustracción: mientras el salario argentino se redujo a la mitad en la era Macri, el boliviano se incrementó en más de un 300 por ciento desde la asunción de Evo Morales.
Los pasos necesarios
Evo Morales es un mandatario que viene de muy abajo y bate el record de permanencia en el poder, contra todos los deseos del establishment boliviano que lo bombardea con toda su artillería: apelan a las mismas mentiras mediáticas que utilizan en Argentina, porque los angurrientos están cortados con la misma tijera en todas las latitudes. Ellos se erigen como patricios y se convierten en guardianes de la República, pero quieren acceder al gobierno con patrañas para apoderarse de todo. En la República que sueñan los miembros del Poder Real lo público debe ser de unos pocos.
Sin la Embajada ni el FMI, Evo nacionalizó los recursos naturales y la industrialización de hidrocarburos: una recuperación soberana que debería ser un ejemplo para la región. Como también lo es el endeudamiento externo que, si bien se duplicó desde 2005, los 10187 millones de dólares están por debajo de los límites fijados por los organismos internacionales. Además, su deuda representa un 23 por ciento de su PBI, que se ha cuadruplicado en estos 13 años. Una diferencia más con el modelo macrista en un punto de crucial importancia: la soberanía económica.
Pero las transformaciones bolivianas no versan sólo sobre dinero: las que más se sienten mejoran la vida de sus ciudadanos. Al constituirse como Estado Plurinacional, incluye a los pueblos originarios como ciudadanos plenos, no como acá que se los expulsa a los balazos de sus territorios ancestrales. Allá, la educación pública no es un lugar en el que se cae, como expresó una vez el empresidente Macri, sino uno que eleva. Por eso es notoria la reducción del analfabetismo y la mejora de la calidad educativa.
Mientras acá se fomentó desde 2015 la especulación financiera que no produce ni derrama nada, el gobierno boliviano impulsa la producción industrial. Mientras acá debatimos sobre la emergencia alimentaria, allá se garantizan siempre los alimentos. Mientras Macri duplica la inflación que prometió bajar en dos minutos, Bolivia ostenta apenas un 0,2 por ciento mensual. Mientras El Gran Equipo serrucha los haberes jubilatorios y busca elevar la edad de los beneficiarios, en Bolivia la Renta Dignidad garantiza un ingreso a todos los mayores de 60 años, lo que lo convierte en uno de los seis países con una cobertura del 100 por ciento en seguridad social.
El camino es distinto y eso se nota, por más que Macri diga que el que propone es el único. Muchas veces hemos escuchado al Buen Mauricio fanfarronear con eso de que “estamos construyendo los cimientos…”, pero como buen ingeniero debería saber que van en la base y no en la punta de la pirámide. Evo, sin ser ingeniero, lo supo desde el principio y en eso se centró: en mejorar la vida de los postergados de siempre, en escuchar el lamento de los que sufren y no las órdenes de los que tienen de sobra. Así se construye un país y se hace historia. Lo demás es una historieta de terror.

jueves, 12 de septiembre de 2019

El futuro es la Memoria


La Revolución de la Alegría nos ha integrado tanto al mundo que hasta importaremos residuos reciclables sin certificado de inocuidad. Receptores de basura importada. Y no es una metáfora malintencionada, sino un capítulo más de la Pesada Herencia que nos dejará el Cambio. No es una chicana, sino una muestra más de lo poco que importa el país a la Banda Gobernante. De lo nada que le importamos nosotros, porque ellos se fugarán detrás de sus fortunas y no padecerán las toxinas económicas, medioambientales y simbólicas que nos dejan. Un daño multidimensional que llevará tiempo reparar.
La experiencia sugiere que el final feliz no se producirá el 27 de octubre ni el 10 de diciembre sino mucho después, cuando esquivemos el coro encantador con promesas de cambio de los que vendrán otra vez a robarnos el futuro; cuando la memoria nos advierta sobre los embaucadores maquillados que pontifican sobre honestidad y transparencia; cuando el olfato nos revele el hedor a lobo que destila la piel de cordero que calzan; cuando el establishment mediático no pueda hacer votable a un candidato que como empresario rico y exitoso no nos robará, sino derramará éxito y riquezas sobre nuestras vidas. El final feliz de esta tragedia se producirá cuando todos estemos convencidos de que todo es de todos y no de unos pocos empachados.
Mientras tanto, tendremos que soportar las barbaridades que supuran a toda hora estas bestias heridas. Una semana atrás, el senador Miguel Ángel Pichetto calificó como una patología la solidaridad expresada por organismos de DDHH nacionales e internacionales sobre el regreso de Vanesa Cuevas, la ciudadana peruana que fue expulsada del país después de cumplir su condena. Para los que son como el candidato a vice presidente, ella siempre será culpable, por más que la ley diga lo contrario. Vender drogas es peor que vaciar un país, que las estafas que la familia presidencial ha realizado al Estado, que acaparar todos los negocios que llegan a La Rosada SA.
Para la oligarquía que nos gobierna, robar un celular o cortar una calle es un delito más grave que provocar desempleo y empobrecer jubilados. Hasta consideran un delito el hambre y no las políticas que lo acrecientan. Ellos, que no saben lo que es padecer una carencia, se burlan de los que claman por los alimentos que producimos en abundancia. La ministra Bullrich, experta más en vomitar veneno que en garantizar seguridad, consideró que “en Argentina hay gente que está pasando necesidades pero no llegaría a decir hay gente que hoy está en una situación de no comer”. Eufemismos y trabalenguas para negar una realidad que ya está explotando, como que el 35 por ciento de la población está debajo de la línea de pobreza. Pero siempre hay más con estos inhumanos, porque la funcionaria ofrece una solución: “tiene comedores y una cantidad de lugares donde poder ir y no pasar hambre”. Bestial.
¿Adversarios o enemigos?
Inevitable recordar la Pobreza Cero que Macri y sus secuaces prometían en campaña. Lejos de lamentarse por haberla incrementado, ahora sólo ofrecen limosnas y represión. Palos, gases y balas para los que reclaman contención; dólar controlado e intereses más altos para los especuladores. Deudas a pagar para todos, menos para ellos, esa minoría que se enriqueció gracias a la bicicleta financiera siglo XXI que instrumentaron desde el primer día de gobierno. Un plan de saqueo que se ejecutó con la complicidad de muchos periodistas, varios jueces y unos cuantos que hoy juegan de opositores. Una historia oscura que no debe esperar mucho tiempo para ser contada y menos aún para que todos sus protagonistas y beneficiarios sean condenados.
El Mejor Equipo de los Últimos 50 Años logró el objetivo de multiplicar la brecha entre ricos y pobres y dejó en evidencia lo que nunca más debe volver a la Argentina: el Poder Real hecho gobierno. Y también, lo que nunca más debemos aceptar: el neoliberalismo como recorrido. Desde ahora y para siempre deberá ser considerado una palabrota. Para tener futuro, deberemos definirlo de la manera más sencilla posible para que no vuelva a tentar a los incautos. Cuando alguien base sus propuestas en recetas de mercado, cuando en las medidas que plantee no esté incluida la mayoría, cuando en los deseos expresados aparezcan con insistencia la rebaja de impuestos o la integración al mundo, será inevitable evocar este nefasto momento. Ya sabemos que los personeros del peor capitalismo saben disfrazarse muy bien y algunos distraídos insisten en dejarse engañar sin atender razones, pero de alguna manera debemos fabricar anticuerpos para evitar que nos despedacen.
La tercera es la vencida, dice un viejo refrán: la Dictadura cívico-militar como punto de partida, el Menemismo con sus toques pintorescos y la Alianza que continuó el plan hasta hundirnos y el Cambio, que se presentó como nuevo aunque es un reciclado de todo lo anterior; y más salvaje, porque en menos tiempo nos despojó como nunca. ¿Cuántas lecciones más necesitamos para descubrir a los enemigos de nuestra dignidad? ¿Cuánto más deberemos padecer para desactivar sus tretas? ¿Cuánto más deberemos hundirnos para rechazar el camino que nos ofrecen los embaucadores disfrazados de impolutos?
¿Cuántas advertencias deberá contener el prospecto antes de cada elección?: ojo con los que cuestionan el tamaño del Estado, los que califican de ñoquis a los funcionarios, los que señalan a los de abajo como culpables de todo, los que miran al Imperio con adoración, los que convierten en dogma la lucha contra la corrupción ajena. Después de esta experiencia nefasta la conclusión no debería rondar por las variantes de “al final son todos iguales” o “todos los políticos roban”. Estos, que presentaron como valor no provenir de la política, nos aplastaron con crueldad en una versión abreviada de los procesos anteriores. Que en todo estemos peor que en 2015 demuele esos lemas de ascensor.
Ahora hay una salida de emergencia a la vista, que intentará evitar una catástrofe mayor y atenuar el dolor que ha expandido la Revolución de la Alegría. Un primer paso para empezar a alejarnos y trazar un camino que no tenga zarzas ni baches para transitar hacia un futuro en donde buitres y vampiros no tengan cabida.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Un final cada vez más cerrado


La campaña está en marcha y la recta final durará unos cincuenta días. Si es mucho o poco depende de la ansiedad porque el desenlace es previsible. Mientras unos tratan de conservar el núcleo duro, otros festejan porque ya lograron superar el suyo. Unos convocan desinformados, odiadores y empecinados y otros pueblan las calles de bailarines convencidos de que el camino no es por acá. Marketing, frases de poster y credulidad contra una cumbia que contagia entusiasmo y un libro que traspasa fronteras y se convierte en fenómeno editorial. El contraste es notorio y ni la magia más siniestra y efectiva podrá revertir el final de la pesadilla amarilla.
Como si fuera un conjuro, el empresidente Macri trata de convencerse y convencer de que las elecciones no sucedieron. Una forma pueril de ignorar la derrota que debería llamar la atención de los que lo vivaron en defensa de la democracia y la república. Nadie puede exigir sutilezas a quien culpa a la voz de las urnas del desastre económico en marcha. Nadie debería creer que la crisis comenzó el 11 de agosto, pero algunos se obligan a hacerlo para no reconocer cuánto han sido engañados en su buena voluntad democrática. Mientras tanto, voceros, apologistas y cómplices tratan de instalar la idea de incertidumbre política como si eso explicara todo, cuando en realidad lo único que está ocurriendo es un proceso electoral con final certero en medio de una crisis financiera con muy pocos beneficiados y millones de víctimas.
No es para menos, si uno de los candidatos viaja a Europa para participar en actividades académicas y se codea con los mandatarios más afines mientras el otro recibe a cantantes y deportistas. Fernández es ovacionado en el parlamento español y su visita provoca entusiasmo en el progresismo mientras Macri es empequeñecido con los análisis demoledores de la prensa internacional. Mientras Alberto protagoniza selfies, entrevistas profundas y encuentros multitudinarios, Macri se atrinchera en Olivos y ni sus pares quieren aparecer junto a él. Y no sólo es el Buen Mauricio el que empieza a padecer la soledad: la gobernadora Vidal quiso lanzar su campaña con la plaza de Morón llena y apenas la mitad la saludó en su cumpleaños y el Jefe de Gobierno Rodríguez Larreta no sólo ve amenazada su reelección sino que pierde la compostura porque los vecinos de la Villa 31 no votaron por él a pesar de las transformaciones que hizo en el lugar. Después critican el populismo y el clientelismo pero parecen exigir pleitesía porque “hacen lo que hay que hacer” y tantas veces prometieron.
Esta vez no prometen nada porque ya está a la vista que lo que menos saben es cumplir. Sólo tratan de vanagloriarse por logros inexistentes y de iluminar el futuro con la exigua llama de metáforas cada vez menos efectivas. Y como ya están resignados a una humillante retirada, recrudecen su desprecio de clase y fabulan conspiraciones que están muy lejos de ser realidad.
Los que se irán
Como si el vaciamiento de las reservas para alimentar la bicicleta financiera y la negativa a declarar la Emergencia Alimentaria no bastaran, la ministra Bullrich sigue demostrando ignorancia y odio. Amenazada por la decisión de la Cámara de Comodoro Rivadavia de reabrir la causa de Santiago Maldonado, apela una vez más a sus gruñidos etílicos para defender a los efectivos involucrados en su desaparición seguida de muerte. Además de vomitar bilis y mentiras, esputó una frase absurda para incrementar la incomprensión de sus manipulados seguidores: "los miembros de las fuerzas de seguridad también tienen derechos humanos”, cuando en realidad son los que los vulneranY por supuesto, denostó a los familiares del joven artesano, a los jueces y a los organismos de derechos humanos con la aversión propia de los que se acurrucan en el peor lado de La Grieta.
Así son los amarillos: exponentes de una clase angurrienta que ve la vida color verde, pero no porque sean defensores del medio ambiente ni estén a favor de la IVE, sino porque sólo piensan en los dólares que sacan de las entrañas de la población sufriente; hediondos xenófobos perfumados con unas gotas de tolerancia fingida; ignorantes que tratan de amoldar la realidad a su caprichosa y excluyente versión de la vida. Así son los cambiemitas: colonizadores que tratan de imponer a martillazos el ideario apolillado del Granero del Mundo.
Algunos dicen que ésta es la consecuencia de un gobierno copado por empresarios. Si lo fueran ya estarían fundidos y no con fortunas incontables en paraísos fiscales. Como empresarios son pésimos porque están arruinando el país, la “empresa” que debían administrar. Si fueran empresarios o Ceos, los números en rojo los desterrarían del mundo empresarial. No son empresarios ni gerentes fracasados, sino saqueadores exitosos que desde mucho tiempo atrás deberían estar entre rejas. Lo que pase con Ellos después de las elecciones es lo que garantizará un futuro más amigable. Esta debería ser la principal exigencia para los próximos años: no sólo sanear las heridas que dejó el Cambio sino también recordar para siempre quiénes fueron los que las provocaron.

jueves, 5 de septiembre de 2019

De atractividades y reperfilamientos


Ahora que las papas queman, Sandleris dice que los que compran dólares son pocos: lo mismo que argumentaban los funcionarios del gobierno anterior para justificar los controles de cambio. Que los PRO "digan si son kirchneristas", si no, no entendemos nada. Todo es muy confuso. No paran de afirmar que éste es el camino y que lo que logramos en estos años es maravilloso, pero disparan las alarmas y preparan los botes; ponderan el trabajo en equipo pero se están desgranando cada vez más; auguran que la pobreza descenderá cuando se estabilice el dólar, mientras los ricos son más ricos y los pobres, más pobres. Ni el nobel de Economía Paul Krugman la tiene clara: está “llorando por Argentina y tratando de entender el desastre. En el lenguaje de los Amarillos, vamos por un túnel oscuro en un barco averiado a la deriva escalando el Aconcagua. ¡Qué difícil es disfrutar de esta Revolución de la Alegría!
No es para menos, porque mientras el fiscal Stornelli goza de su rebeldía cada vez más solo, en lugar de Pobreza Cero, tendemos a las reservas cero. Estos sí se están robando todo. Desde que Macri y su Gran Equipo firmaron el acuerdo con el FMI, de cada diez dólares, ocho se han fugado. Y, como el director del Central, Guido Sandleris aclaró que son muy pocos, podríamos identificarlos para que sean ésos los que devuelvan los 36 mil millones de dólares que se llevaron, en lugar de los que no vimos ni uno. Mientras el policía de la patada altera las pruebas para fabricar la mala suerte que diagnosticó Patricia Bullrich, la inflación, que Macri prometió bajar en dos minutos, va a superar el 50 por ciento. Desde diciembre de 2015, la duplicaron, aunque el ministro Lacunza afirma que está bajando. Por lo que parece, descendieron de la nave madre sin traductor.
Todo se empobrece: sobre todo la discusión política. Las miles de metáforas que utilizan los cambiemitas para disfrazar el latrocinio es una muestra de eso: el río, el barco, el túnel, la tormenta y demás escenarios oscuros sustraídos de la literatura. En una señal más de la crueldad de este modelo, el hasta ahora inmune Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, no conforme con protagonizar una exitosa canción y después de intoxicar con pizza a los chicos de una escuela, disfraza su egoísmo con una cínica etiqueta: llama “reemplazos” a los recortes presupuestarios en la magra vianda de nuestros estudiantes, bajando calidad y valores nutritivos. Para Ellos está bien que los chicos coman porquerías para incrementar las ganancias de unos pocos, pero si alguien menciona el retorno de la Junta Nacional de Granos o propone una reforma agraria, entonces pierden la capacidad para el lenguaje metafórico.
El camino de lo imposible
Y si no encuentran metáforas, nada mejor que los juegos de palabras que no dicen nada aunque parezcan decirlo todo. Después de “Sí, se puede”, apta para grito de liberación como para carta de suicidio, “Haciendo lo que hay que hacer” es una de las mayores genialidades de la inventiva PRO. “Lo que hay que hacer” ¿para qué? Para todo “lo maravilloso que estamos logrando juntos”. Y si uno pregunta qué tiene de maravilloso el incremento de la pobreza, la pérdida de reservas o la caída del empleo, ellos dirán que lo maravilloso es que lo hagamos juntos, en equipo, porque éste es el camino, el más difícil porque no hay que tomar atajos ni apelar a soluciones mágicas. Más magia es pensar que con la caída de la actividad generalizada vamos a crecer y que con precarización laboral y previsional la vida de todos será mejor.
Al contrario: en estos tres años y medio de fomentar la bicicleta financiera los bancos obtuvieron más del doble de ganancias que durante los doce años de kirchnerismo. De enero de 2016 a junio de 2019 las ganancias especulativas acumulan más de 424 mil millones de pesos contra menos de 200 mil de 2003 a 2015. Y esa ganancia extraordinaria es lo que cercena nuestro bienestar, lo que tenemos de menos en la vida cotidiana, lo que provoca que muchos no puedan ni comer.
Además de saquearnos como nunca y dejarnos una herencia pesadísima, se burlan de la manera más impiadosa. Como el secretario de Cultura, Pablo Avelluto que considera la Emergencia Alimentaria un eslogan de campaña. “Parece que en la Argentina -declaró el insensible funcionario- medio país se estuviera muriendo de hambre y eso es mentira”. No, la mitad no, 'apenas un tercio'. Con que sea uno, en un país con la capacidad para alimentar a más de 300 millones de personas, debería preocuparnos. Él mismo lo dice: que el hambre es "un fracaso no sólo de este Gobierno, sino de la Argentina”. Más que un fracaso, es un éxito de los insaciables que son capaces de propalar miseria para incrementar sus fortunas. Y para evidenciar la incomprensión y el cinismo de este sobrealimentado funcionario, explicó que “el Gobierno está haciendo esfuerzos por aliviar la situación de los más vulnerables". ¿Qué esfuerzos? ¿De qué manera la timba financiera contribuye a disminuir el hambre? ¿Acaso los hambreados deberán trasladarse a algún paraíso fiscal para conseguir un plato de comida?
Avelluto afirma que el hambre es culpa del país y no de la desigual distribución de sus riquezas. Alguno aclarará que todos somos responsables y otro recordará que cuando la culpa es de todos, termina siendo de nadie. Si unos pocos acaparan casi todo es porque hay una aceptación de que las cosas sean así. No de todos, pero sí de muchos: de esos que ven a los pobres como una causa y no una consecuencia; que siguen pensando que los ricos no roban y que los empresarios son buenos administradores del Estado; que abrazan los argumentos del patrón y por eso se sienten contagiados de estatus; que creen que la vida es puro sacrificio y cualquier disfrute, un pecado; que se escandalizan cuando alguien propone limar los privilegios de los miembros del Círculo Rojo pero aplauden hasta despellejarse con la reforma laboral, aunque terminen siendo sus víctimas.
El desafío no es sólo ganar una elección, sino convencer a los oscilantes. De nada servirá apartarnos por un tiempo de este tortuoso camino para retomarlo cuando las cosas nos vayan mejor. De nada sirve un nuevo gobierno que prometa más alivio que transformación. De nada sirve si no avanzamos contra todo lo que hoy nos parece imposible.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Sobre éxitos y fracasos


El Cambio nos hace experimentar situaciones insólitas, desde responsabilizar a los votantes por la crisis financiera que el Gran Equipo fabricó hasta exigir que hable CFK después de haber estado años ordenándole que se calle. Las tendencias en las redes Fernández traidor o la tienen escondida hablan tan mal de los que elaboran esos mensajes como de los que los creen con los ojos cerrados. Ni hablar de los memes que muestran a la ex presidenta incendiando La Rosada con un bidón de nafta: explicaciones para imbéciles. Éste es el resultado de haber malogrado la conciencia de unos pocos con engaños y patrañas que deberían avergonzar a los que siguen creyendo. Ahora no hay vuelta atrás, por más que la nonagenaria de almuerzos y cenas califique al Ingeniero de fracasado.
Del triunfo al fracaso, así lo sintetizó en su mesaza, a pesar de que algunos de sus invitados trataron de defender con sandeces la gestión de Macri. Ni lo uno ni lo otro: cualquier multimillonario es un triunfador, más aún cuando su fortuna es espuria y la impunidad que lo cubre le permite acceder a la presidencia del país; nadie es un fracasado si logra sentarse en todos los lados del mostrador para incrementar sus negocios y los de sus amigotes. Y si después de estos cuatro años de vulnerar la institucionalidad y arruinar nuestras cuentas sale como si nada a disfrutar del botín, se convertirá en el delincuente más exitoso de la historia. El giro discursivo de la Diva, por más que parezca una crítica, no es más que una forma elegante de abandonar el blindaje para seguir confundiendo a su audiencia.
Esta es la lección más importante que nos deja el Cambio: el que engaña una vez, engaña siempre, aunque se vista de periodista independiente y autocrítico. “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso” sentencia un viejo refrán y los que ahora se muestran arrepentidos por haberse equivocado tanto no hacen más que tratar de recuperar el rating que se escapa como agua entre los dedos. Y también el prestigio, por haber callado durante tanto tiempo lo que se sabía desde el principio: que el plan angurriento del Gerente de La Rosada SA y su equipo de tránsfugas nos iba a llevar a la hecatombe.
Pero algunos siguen por el absurdo sendero de brindar excusas: pasaron cosas, fueron las tormentas o la culpa la tiene el que vendrá. Algo de esto dirán en estos días para justificar el decreto dominguero que reinstala el control cambiario tan denostado, la obligación de liquidar exportaciones y la restricción a las multinacionales de remitir utilidades. ¿Los caceroleros oficialistas considerarán que estas medidas restringen la libertad y marcharán, como antaño, para defender su derecho a comprar dólares?
Eufemismos de los cuatreros
De ninguna manera Macri puede considerarse un fracasado: es el primer presidente de la historia que defaultea la deuda que él mismo ha tomado; recibió una economía desendeudada y la devuelve reperfilada, la manera PRO de decir “en ruinas”. Tan exitoso es que logró destronar a De la Rúa del podio de los peores. Insuperable. No sólo es mérito del Buen Mauricio: todos los integrantes del elenco oficial se han esforzado para salir en la foto de los funcionarios más impresentables. Después se sorprenden porque fueron derrotados en las elecciones primarias. Y con estas medidas tardías intentan impedir la segura derrota de octubre.
No sólo con disposiciones en las que no creen, sino con metáforas superficiales y tontuelas, como la de Marcos Peña Braun: “fue como una crisis de pareja; no nos entendimos con los votantes”. Los amarillos tienen una extraña manera de amar: vaciar las reservas, empobrecer a la población, incrementar bestialmente las tarifas, renunciar a la soberanía, alentar la represión deben estar incluidas en sus relaciones de pareja. Y a todo eso, que a todas luces es violencia doméstica, Ellos lo llaman falta de entendimiento. El lenguaje PRO está plagado de eufemismos burdos para disfrazar el plan de saqueo que Macri aplicó desde el principio. Y sin bidón de nafta ni fósforos, Cristina, durante otra multitudinaria presentación de su libro “Sinceramente”, brindó la más exquisita síntesis de todo esto: “no es de mal presidente, es de mal ser humano”.
Falta de entendimiento, dicen los amarillos que se jactaron desde el primer día de tenerla re clara; que, con la soberbia de clase que los caracteriza, pusieron el país en manos de los especuladores; que se erigieron como paladines del diálogo y el consenso y ahora vienen con el verso de que no nos entendieron y aprendieron a escuchar. Esto es una estafa desde el primer día, porque todas las medidas que tomaron apenas asumir nos iban a llevar indefectiblemente a esto. Y la nueva etapa de este fraude ya no tiene cara de Dujovne sino de Lacunza. Con la seriedad de un chiste en un velorio, el recién estrenado timador inventa excusas para este giro de campana, como “sobredimensionamos nuestra capacidad” o “subestimamos la herencia”. Mentira, por supuesto, cualquiera con media falange de frente sabe que la Libertad de Mercado termina oprimiendo al resto. Atrás quedaron las reglas claras y todas las patrañas con que justificaron la retirada del Estado para facilitar el libre accionar de los buitres.
Esto no es un fracaso, sino un éxito rotundo, porque a pesar de todo esto aún pueden arañar el 30 por ciento en la intención de votos. Y no sólo los periodistas cómplices están renunciando a su apología: muchos de los grandes empresarios que aplaudieron fervientes la llegada de Macri están vertiendo severas críticas al Ingeniero y se están reuniendo con Alberto Fernández para que les prometa salvar sus fortunas.
Por más que Mirtha lo califique como fracasado, Macri se retirará con el éxito de mantenerse en el cargo a pesar de los tarifazos, la inflación, la caída del PBI, el desempleo, las 50 off shore (que son como bóvedas) y los conflictos de intereses (‘corrupción’, para el cacerolero promedio). Muchos de sus funcionarios también son exitosos y hasta se convertirán en acreedores de la deuda que tomaron en nombre del Estado: serán buitres amarillos. Todos son exitosos porque conquistaron La Rosada disfrazados de lo que no son para hacer lo que prometieron no hacer. Un éxito rotundo porque lograron imponer el verso de La Pesada Herencia para dejarnos una herencia pesada en serio. Y el éxito será mayor si salen impunes después de tanto daño, en unos meses se convierten en feroces críticos y en un par de años aparecen como candidatos bien posicionados. Eso será un éxito para Ellos y un nuevo fracaso de nuestra memoria colectiva.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...