Después de un agosto larguísimo, septiembre se escapó como un suspiro.
El 27 O está a sólo cuatro semanas que se pasarán volando gracias a una campaña electoral que no modificará demasiado los números.
Quizá los empecinados con el Cambio se entusiasmen con la quimera de dar vuelta el resultado después de protagonizar la Caravana
del “Sí, se puede”. Tal vez algunos
indecisos vuelquen su voto después de
observar esa multitud que alentaba al candidato Macri. Quién sabe cuántos abandonarán a los seguros perdedores
para sumar un poco más al Ingeniero. Si se dejan convencer por esta
manifestación desesperada, se convencerán de cualquier cosa y esto casi siempre ocurre con los que no tienen
ninguna convicción.
Eso es lo que explotan las incongruentes consignas del
oficialismo: una Nada propositiva que oculta
el ideario salvaje de los que tienen de sobra y ambicionan mucho más. Los
exponentes del Cambio no paran de recitar frases huecas que los alelados reciben como palabra santa. Mucho hay de esotérico
en esa relación porque sólo la magia
puede lograr que por este camino lleguemos a algo beneficioso para todos. La pobreza no va a desaparecer porque Macri
lo desee ni la actividad remontará con sólo ordenarlo.
Por eso tienen que apelar al discurso cuasi religioso de la diputada
Elisa Carrió que, con la incoherencia de
siempre, sentenció “la lucha en la adversidad es el gozo
mayor para el espíritu de Dios”. Y la aplaudieron sin advertir
lo que esta alocada señora estaba confesando: ellos provocan sufrimiento a gran
parte de la población sólo para que Dios
goce; el bondadoso Dios en el que cree Carrió alimenta su espíritu con el padecer de sus hijos. ¿Esto es una propuesta política? Pero
hay más porque ese sábado, la exótica diputada ostentaba inspiración. Eso de
que “la libertad se gana con trabajo y
dolor” está muy bien para una peli de esclavos pero no para la realidad argentina en la que no luchamos por la libertad,
como quieren hacer creer estos embaucadores.
En verdad, es tan inadmisible que
Carrió sea diputada como que haya tantos
que aplaudan sus estupideces. No sólo porque esputa falacias, destila odio
y augura apocalipsis, sino también por la
burla y la falta de respeto que destina a sus seguidores. En una síntesis
perfecta de lo que es, aconsejó que “los
pobres no tienen que tener miedo de ser
ricos”. ¿En dónde encontró un pobre así? Si la riqueza atemoriza, ¿por qué siguen funcionando los juegos de
azar? ¿Acaso los ricos son valientes y no explotadores, evasores y especuladores? Claro, los seguidores de
Carrió no se preguntan estas cosas: sólo
aplauden como autómatas.
Neblina
en el laberinto
El clima de la Caravana del “Sí, se puede” –estática, por la edad de los asistentes- anticipa lo que serán las
29 que faltan, de acuerdo a lo prometido por el empresidente. Macri subió al escenario con la emoción a flor de piel porque, como explicó Carrió, “el problema de Mauricio no es que no
siente, sino que siente mucho”. Si
es así, ¿por qué no se disculpa del daño que ha provocado? Al contrario, parece muy orgulloso de lo que ha estado
haciendo en estos tres años y pico. En un exceso de incomprensión y
cinismo, agradeció a la clase media, que “es la que hizo el mayor esfuerzo”. ¿Esfuerzo para qué, para llegar al
lugar, soportar tarifazos y devaluaciones o para bancarlo a pesar de todo?
Los que no pueden llegar a fin de mes y apenas
pueden nutrir la mesa familiar, ¿no están haciendo esfuerzos? Y los que
apenas tienen una magra comida al día
y deben caminar decenas de cuadras porque no
pueden solventar el gasto en transporte, ¿no merecen agradecimiento? Y los
que no aspiran siquiera a soñar con una
magra comida, ¿qué pueden esperar de este personaje tan cruel?
Como no encuentra límites a sus
patrañas, el Buen Mauricio prometió que “ahora viene el alivio en
el bolsillo para llegar a fin de mes”. El cómo llegará ese alivio quedará para otra vida. Si es por el
famoso bono que no alcanza a los estatales y para los pocos que lo cobren será en cómodas cuotas y a cuenta de aumentos
futuros, se nota que no entiende
nada de lo que está sucediendo. ¿De qué manera va a llegar un alivio si no es el gobierno el que lo genera? En lugar de eso,
permite que todo aumente para asfixiar no sólo a pobres y desempleados, sino hasta a los que tienen un empleo
formal y bien remunerado. Después de esta nueva promesa que no cumplirá, entabló
un diálogo entre el orador y el público más
propio de la parodia de un encuentro
evangelista que de un acto político. El público repetía como en éxtasis lo
que el farsante balbuceaba en el escenario. Más que adhesión, debería provocar vergüenza esa comunión
entre embaucadores y embaucados.
A esta altura de las cosas, no puede despertar respeto la
insistencia con el Cambio, pues los que están dispuestos a renovar el mandato
de Macri no respetan al resto de la
población que padece sus medidas. Ellos prefieren persignarse cuando el
candidato a vice, el senador Miguel Ángel Pichetto fantasea con las demoníacas medidas del populismo por venir. Ellos eligen creer a Luis Brandoni cuando, a
miles de kilómetros de distancia, vaticina
“si no hay fraude, ganamos” o indignarse con las mentirosas
denuncias de la ministra Bullrich sobre
aprietes y prepoteos en las PASO. Elecciones que, como un mal sueño, tratan
de minimizar o negar, para beneplácito
de sus fervientes seguidores. Ellos aplauden cuando alguien como el
candidato a diputado de Juntos por la Rioja, Pablo Yapur, reconoce que hacen clientelismo al sentenciar “a partir de ahora, Ayuda Cero” a los “negros sucios, drogadictos y vagos”, producidos por los doce años de Kirchnerismo.
¿A qué divinidad pedirán
protección si –como es previsible- gana Alberto Fernández? Seguramente, considerarán un sacrilegio que el
candidato del Frente de Todos afirme que “estos
ladrones de guante blanco” nos dejan tierra arrasada o asegure que aumentará la presión tributaria sobre los
más ricos. O quizá se abracen con más fervor a la
comunicación denuncista de los medios dominantes para rechazar disposiciones distribucionistas. Tal vez se disfracen de lo que no son cuando
algunas medidas limen un poco la fortuna
de los que nos han esquilmado siempre.
Este ciclo se repetirá al
infinito mientras un tercio de la población que no goza de las mieles de la abundancia inagotable siga adorando a
los pocos que se amontonan del peor lado de la Grieta. Si siguen abrazados a las razones avarientas del Amo, a la
lógica del sacrificio que enriquece a
una minoría empachada, a las reglas de la meritocracia y a los dictámenes del Mercado, que mercantiliza hasta la vida, nada
asegura que tipejos como éstos no vuelvan –con
otras máscaras y renovadas tretas- después de una temporada en stand by. Así,
nuestra historia será un laberinto
circular en la niebla y no un camino colectivo hacia el país con el que
siempre estamos soñando y jamás
terminamos de construir.
comparto Gustavo-gracias y abrazos
ResponderBorrarEn principio, asociaría "maratón" con la revolución de la porquería, por larga, pesada y como consumidora de toda resistencia posible... parece que se termina pero, seguramente éso suene mejor de lo que resta para que efectivamente suceda. Será otra maratón, quizás más complicada.
ResponderBorrarFrente al despliegue de tonterías de los avisos que piden votar al sub virrey (al que no casualmente ni muestran), la verdad es que uno no sabe qué pensar... como todos, tenemos un corazoncito y no pocas aspiraciones, el problema es que acá parece que además hay que ser bastante estúpido y creer que vas a tener, precisamente lo que te vienen sacando desde hace 4 años y que para darte por bien pagado, te quede el "consuelo" de la negrada más lejos, muerta de hambre y molida a palos si no le gusta, o sea, estar mal pero conforme porque los otros están peor y a vos te gusta.
Y mis aspiraciones no son gran cosa, pero nunca ésas; supongo que soy de los que creen que un auto decente, una tele o un aire acondicionado no son lujos, sino cosas que ayudan a una vida confortable... válida para mí y para cualquiera, blanco o negro, peronista o radical, bah, hasta le soporto un cheto, al fin y al cabo, otro animalito de dios como las vinchucas, claro...
Para preservar mis gastadas neuronas, me abstengo de prestarle mucha atención al rosario de chamuyos y embustes amarillos, sin contar la protección hepática y estomacal, una úlcera debe ser incómoda, no?, y de paso, un pequeño problemita lo encuentro en que mientras se discute la última bestialidad de picheto, puede pasar el transformar a Buenos Aires en paraíso fiscal... y una cosa debe ser más esencial que la otra.
Puede ser que haya inconsistencias, en lo discursivo, en las fronteras de la ridiculez de mala fe.... pero es una maratón MUY CONSISTENTE, tan consistente como los miles de millones fugados y los otros millones de panzas, haciendo ruido por vacías... para hacerla corta, tampoco entiendo que alguien con algo parecido a una inteligencia apoye esta porquería, ¿o era maratón de porquerías?.