miércoles, 31 de diciembre de 2014

A combatir las malezas que amenazan nuestras flores



Este año será recordado como uno de los más difíciles de la década. Incluso más que 2008 o 2009. No sólo difícil, sino también intenso. En algunos momentos acelerado, y en otros, con un ralentí insoportable. Gran parte estuvo absorbido por una extensa campaña presidencial que comenzó después de las legislativas, cuando algunos candidatos se creyeron dueños de todos los porotos. Como en todos los años, algunas cosas buenas y otras malas, pero el balance indicará un saldo positivo ineludible: como nunca antes ha quedado en claro quiénes son los verdaderos enemigos. Antes de continuar, vale una aclaración: en las líneas que siguen no se realizará un riguroso recorrido con pretensiones de objetividad ni tampoco se tomarán todos los hechos para confeccionar una aséptica cronología. El recorrido abarcará lo que la memoria inspire y lo que el corazón soporte. Si alguien exige una frase que sintetice lo que se viene, podemos probar con lo siguiente: 2014 nos deja el sabor amargo de reconocer la existencia de despiadados conspiradores irrecuperables y la tranquilidad de tener al timón una mandataria que sabe esquivar los embates para conducir el país con buen rumbo.
A diferencia del año pasado que terminó con la rebelión policial y los saqueos inducidos, en 2014 no pasó nada de eso. Sin embargo, la ilusión de los que quieren una salida anticipada de CFK se encontró alimentada por estos dramáticos acontecimientos. Por eso, los primeros meses estuvieron protagonizados por los especuladores financieros, que forzaron una devaluación, no sólo para obtener ganancias extra con poco esfuerzo, sino para trastocar nuestras vidas. Como siempre, cuando unos pocos ganan mucho, los muchos perdemos demasiado. Las grandes empresas aportaron lo suyo, multiplicando los precios hasta la extorsión, mientras el dólar ilegal azulaba el entorno. Con la firmeza presidencial y la ágil muñeca del equipo económico, los malos vientos se aplacaron y sus pestilencias se disiparon hasta no dejar ni rastro.
Las profecías agoreras se perdieron en algún lugar oscuro del cuerpo de sus creadores. Todas las catástrofes que habían soñado para celebrar el fin de año se mezclaron con otros desechos en los contenedores, destino inevitable para el diario de ayer. Esos pocos realizaron una apuesta destituyente que los deja muy mal parados; que los ubica en el peor lugar; que los aleja de toda construcción colectiva; que los convierte en un enemigo fácil de identificar. Y este grupo no está integrado sólo por los grandes empresarios, sino por los periodistas que amplificaron su ideario destructivo y los políticos y jueces que intentaron aportar legalidad a las cuantiosas conspiraciones. Todos los que lamentan la existencia de la famosa grieta se atrincheraron en el lado más oscuro. Ahora ya no quedan dudas: no nos tenemos que preocupar por reparar esa fisura, sino por lograr que este lado –el más luminoso- esté más poblado; no queda otra solución más que dejarlos solos y neutralizar en lo posible su capacidad de daño.
Un botón para la muestra
Por si quedan dudas sobre esta afirmación tan contundente, un solo ejemplo basta para comprender que cualquier puente que tendamos facilitaría el ataque. A mediados de año, la Suprema Corte de Justicia de EEUU se negó a intervenir en el ya conocido conflicto con los fondos buitre. Con su indiferencia, avaló el imperial fallo del juez Thomas Griesa. De aceptar la sentencia, la orfebrería que se tejió en estos años para desendeudar al país se transformaría en una enredada trama que nos terminaría acogotando.
En lugar de agachar la cabeza, nuestro país hizo oír su voz soberana y gran parte del mundo nos dio la razón. El espíritu K siempre convoca a la mayoría, aunque algunos desdeñen esta particularidad y la condenen con el mote de populismo. Como sea, la grieta situaba de un lado a los que temen enojar al establishment global y del otro, a los que defienden a ultranza la dignidad de nuestra Nación. Respetar nuestras leyes antes que acatar las apetencias carroñeras fue la decisión más razonable que tomó el Gobierno. Los que se opusieron, no presentaron más razón que entregar al país como presa para los angurrientos picotazos.
Con esto queda en evidencia que aquel lado no es sólo una posición ideológica, sino que guarda la intención de someternos a la avaricia más descomunal para sumergirnos en las ruinas que ya hemos padecido. En este tema –y en muchos otros- se confirma que llenar sus arcas es más importante que contribuir al desarrollo del país. Una consecuencia inevitable de la globalización: si en los noventa aparecía como una panacea, ahora demuestra que la ausencia de patria la convierte en nociva para los pueblos. Defender las soberanías es combatir hasta su desaparición a estas feroces bestias que no respetan ni la vida; que por escalar el podio de los más ricos, fabrican armas para imponer la paz de los cementerios; que provocan destrucción sólo para saquear las riquezas y ofrecerse después para reconstruir lo que acaban de bombardear. Para ellos, nosotros somos un obstáculo. Si queremos un mundo más justo, no nos queda otra más que pensar en ellos como el principal escollo.
De aquel lado se situaron los que creíamos conciudadanos con diferente pensar. Ahora que conocemos su calaña, no nos podemos dejar engañar con sus edulcoradas promesas de concordia y unidad. No desean nuestro bien, sino todo lo contrario. Por eso enloquecen con nuestros triunfos, tanto los pequeños como los grandes. Ellos no sólo aplauden a los buitres, sino a las bravuconadas del Imperio Británico que usurpa nuestras Malvinas; felicitan a los especuladores y alientan a los evasores; desprecian nuestro orgullo y nos muestran como los peores. Nos insultan, nos estafan, nos desaniman. Sin dudas, quieren extraviarnos para tenernos a su merced.
Este ha sido el año en que desesperaron. Y así, perdieron las sutilezas de antaño. No pudieron minimizar nuestros logros y el ARSAT les pasó por encima. No sólo se asustaron con la aparición de Máximo, sino con cada manifestación masiva del kirchnerismo. Hasta Casey Wonder, el niño de 11 años que prometió ser presidente en 2050, despertó su pavor. Ni siquiera respetaron la camiseta durante el Mundial, pues trataron de mancharla con todo lo que tenían a su alcance. Seguramente, deben haber hecho tantas macumbas que por eso sólo alcanzamos el segundo puesto. No se atrevieron a ensuciar el reencuentro entre Estela de Carlotto y su nieto Ignacio Guido, pero ganas no faltaron. Algunas de sus estrellas periodísticas deben haber delineado descabelladas historias de bóvedas y valijas que quedaron en los cajones, a la espera de una mejor ocasión.
Este año, como en todos los anteriores, aprendimos muchas cosas. Y aprenderemos muchas más en el nuevo que tenemos encima. Los años electorales se vuelven más festivos a medida que se consolida la democracia, cuando deja de ser un simulacro para convertirse en una garantía de equidad; cuando asegura que cada vez estemos mejor. Pero, sobre todo, cuando comprendemos que no basta con poner un papelito en las urnas, sino en elegir al que mejor represente los intereses de la mayoría. Esto ya lo estamos aprendiendo y este año que se inicia daremos el examen más importante de esta carrera. No hace falta muñirse de papelitos ocultos para salir airosos: nuestro corazón nos soplará quién es el indicado para cuidar este jardín poblado de coloridas flores. Y las malezas se secarán con cada brindis sincero para que dejen de amenazar nuestro futuro.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Los malsanos intentos de malograr nuestra vida



Con un sutil toque de machismo, es posible afirmar que todas las mujeres son iguales: cuando alcanzan la presidencia, se les da por acumular hoteles. Al menos eso es lo que se desprende de numerosos chismes sureños que toman forma de denuncias periodísticas para convertirse en categóricos aprietes judiciales. Indudablemente, en nuestro país todo se transforma. El estigma del último año de gestión, el pato rengo, también sufre mutaciones. De pato rengo a pingüina con fractura de tobillo. Pero que no se ilusionen los agoreros que quieren apropiarse nuevamente del país: con yeso o bota ortopédica, los pasos seguirán siendo firmes y constantes. Sobre todo porque hay una multitud que los valora y no está dispuesta a abandonar este sendero.
Algunos colonizados por los medios hegemónicos interpelan en la calle a los consustanciados con este proyecto, no para brindar argumentos atendibles sino para recitar la retahíla de denuncias con que se alimentan a diario. Imposible contener semejante catarata. Mientras unos se apoyan en falacias, los otros persiguen ideas. Las denuncias pueden estar basadas en hechos reales, pero también podrán ser mentira. Las ideas, en cambio, escapan de esa lógica binaria entre lo que es y no es. Las ideas podrán evaluarse como buenas o malas, convenientes o inconvenientes, realizables o irrealizables, pero nunca serán mentira. Porque son ideas y no sentencias. Las denuncias, en cambio, son condenas de anticipación que destilan los que no entienden, elaboran ni aceptan ideas. El denuncismo es la excusa de los que se oponen a lo que no comprenden ni intentan comprender. Para una minoría odiadora es más fácil asimilar la corrupción como un mecanismo para rechazar un gobierno que recorrer los logros alcanzados para mirarlo con un poco más de simpatía.
Si no, qué otro justificativo puede tener la negación absoluta del concepto La Década Ganada. Los más creativos lo transforman en la década robada o, apelando a la raigambre lunfarda, afanada. Estos juegos verbales sólo buscan alimentar a los prejuiciosos y distraer a los desprevenidos. Pero nunca podrán ocultar el volumen de lo conseguido, no por los funcionarios oficialistas, sino por una parte importante de la población, para no decir todos.
La Década Ganada apela a la comparación con una de las más profundas crisis que hemos padecido y es indudable que, en relación con esos dramáticos momentos, estamos mucho mejor. Quien niegue esto tiene dañada la percepción o sus intenciones son malignas. Si considera que aquello es mejor que esto, será porque le gusta ver sufrir a sus semejantes. Pero la mayor virtud de esta década es que la mejoría no ha sido temporal ni limitada sino que se viene prolongando desde hace mucho y se supera a sí misma. Una gradualidad ascendente de la que no habíamos gozado en mucho tiempo. Y con la certeza de que no tendremos sorpresas que nos hagan perder lo conquistado. Salvo que olvidemos todo esto y nos dejemos embaucar por los predicadores de la no-política.
Un balance evidente
Pero por lo que parece, el riesgo es leve. Casi todas las encuestadoras coinciden en señalar al kirchnerismo como la fuerza política con mayor intención de voto y que con un pequeño esfuerzo logrará conquistar la presidencia en primera vuelta. Los demás aspirantes suben y bajan pero no se apartan demasiado del segundo o tercer puesto porque disputan por el mismo electorado: el que no quiere saber nada con los K, así hayan llevado adelante los mejores gobiernos desde el retorno a la democracia. Ni siquiera apelotonándose en una única fuerza opositora lograrían demasiado, porque nadie les creería. Con ese engendro no podrían garantizar la gobernabilidad y ya sabemos que, cuando la política no gobierna, gobiernan los poderes fácticos. En ese escenario que hemos padecido tantas veces, los intereses minoritarios pisotean todo derecho colectivo y la desigualdad se acrecienta hasta dejarnos en el fondo del más profundo pozo.
Aunque todavía quedan sectores desprotegidos que no han sido alcanzados por la mano del Estado, numerosos informes de organismos internacionales destacan los logros en la disminución de la pobreza. El Hambre Cero ya es una realidad, de acuerdo a lo anunciado por la FAO y la Red Solidaria. De aquel lejano 50 por ciento por debajo de la línea de pobreza a comienzos de siglo a menos de un 6 en los últimos años. Todavía es mucho para un país como el nuestro, pero combatir la desigualdad no debe ser obligación sólo del Estado Nacional. Gobernadores, intendentes y jefes comunales también deberían dedicarse a la tarea de generar empleo y detectar aquellos núcleos aún postergados. Además, los enormes y grandes empresarios deberían preocuparse por invertir parte de las suculentas ganancias que han obtenido para generar nuevas fuentes de trabajo, en lugar de guardar los fajos bajo el colchón y lamentarse por los estragos que dejan a su paso. Precisamente es la mezquindad de estos sectores que, con la especulación, la fuga, la inflación y sus prácticas cuasi mafiosas dificultan la vida doméstica de gran parte de la población.
La AUH es uno de los pasos que ha logrado aliviar las angustias de madres desocupadas o con trabajo informal. Nadie se atreve oponerse a esto, aunque algunos conciudadanos confundidos o prejuiciosos mascullan por los rincones que a ellos nadie les ha regalado nada o que algunas se embarazan por los planes. No es un regalo, sino un derecho a una niñez más o menos digna lo que se garantiza con esto, más la obligatoriedad escolar y los controles sanitarios.
Pero no sólo la infancia está protegida en sus necesidades básicas. Las sucesivas moratorias previsionales han logrado incluir a muchos ancianos que ni soñaban con gozar de una jubilación. Desde mediados de septiembre, cuando se habilitó una nueva moratoria, ya se han incorporado al sistema más de 140 mil personas y la proyección es que en el primer trimestre de 2015 accederán casi 500 mil. Mientras en 2003 apenas el 66 por ciento de los adultos mayores tenían acceso a una jubilación, ahora casi todos gozan de ese derecho. Muy lejos de Norma Pla y los reclamos por un haber digno, la entidad británica HelpAge International, especializada en seguridad social, ubica a nuestros jubilados en el puesto 17 de un ranking de 96 países, con un indicador que incluye cobertura económica, tasa de pobreza, bienestar relativo y el PBI per cápita. Y más allá de los patéticos informes esporádicos y puntuales de los medios carroñeros, el PAMI garantiza el cuidado de la salud tanto física como espiritual de sus afiliados.
Por si esto fuera poco, la construcción de escuelas y viviendas supera los números de los gobiernos anteriores y mucho más allá. En menos de tres años, el Pro.Cre.Ar alcanzó los 114.445 créditos otorgados para construcción y mejoras de viviendas, con la finalización de más de 66 mil soluciones habitacionales. Aunque la prioridad está puesta en los sectores de menos ingresos, también alcanza a los escalones superiores.
Mientras los medios hegemónicos intentan demoler este proyecto, ocultando los logros, indignando a una minoría y fabricando patrañas, la mayoría de los ciudadanos continúa disfrutando de estos años gloriosos. Hasta nos damos el lujo de batir records en turismo y compras navideñas. Si la corrupción K fuese como se denuncia, nada de esto se hubiera convertido en realidad. Si no estamos mejor es porque los que más tienen se resisten a compartir una parte insignificante de sus riquezas. Y eso no es nada: también insisten con abandonar este camino que, sin dudas, nos está conduciendo hacia un país mejor. Pero a no asustarse: no hay fractura, torcedura o luxación que nos detenga. Menos ahora que estamos conociendo las mieles de un país más justo.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Enormes motivos para descartar candidatos



Una vez más, Macri no nos sorprende. Lo hemos escuchado muchas veces afirmar que el Gobierno debería “bajar el nivel de agresión”, sin explicar demasiado lo que quiere decir con eso. Sin embargo, cada vez que abre la boca, no hace más que agredir a todos los que sienten afinidad por este proyecto de país. En estos últimos días decidió destilar sus conceptos sobre las políticas de DDHH profundizadas en los últimos años. Primero, refiriéndose a la estafa de la que fue víctima Sueños Compartidos como el “curro de los DDHH”, desprestigiando así el trabajo y compromiso de las Madres de Plaza de Mayo. Ahora, para aclarar, introduce la palabra ‘revancha’, algo que está muy lejos de la búsqueda de memoria, verdad y justicia. Revancha es a lo que se dedicará la clase a la que representa si es que llega a conquistar la presidencia. La revancha impulsó los golpes de Estado que hemos padecido en nuestro país. Cada vez que los privilegios de esa minoría se vieron apenas amenazados, se vulneró la constitución para dar paso a la más sangrienta restauración. Ahora que no tienen los brazos ejecutores de los militares y los serviles candidatos no miden ni para conquistar una vecinal, tratan de trasplantar la pulsión revanchista al pueblo, que resistió durante años la agresión social, económica y política pergeñada por los que se creen dueños del país.
Con el cinismo de Massa pero unos días después, Macri sentenció que “hay que ocuparse de los derechos humanos del siglo XXI, ocuparse de lo que está pasando hoy”. El tigrense reclamó por los nuevos derechos y el Alcalde Amarillo por los del siglo XXI. ¡Cuánta creatividad para poner nombres a los tópicos que ocuparán un lugar secundario en sus agendas de gobierno! En el supuesto caso de llegar a la presidencia, claro está, algo cada día más difícil, por lo que se puede apreciar. En los distritos que sirvieron como plataforma de despegue a estos candidatos, mucho no se ocupan del tema. Con sólo recordar el fallido spot de campaña en el que un tigre elegía de un menú una “hamburguesa de motochorro” basta para definir a Massa. No sólo para comprender que con él los derechos no serán para todos, sino para no elegirlo nunca.
Lo de Macri contiene cinismo de clase, además de una profunda hipocresía, como siempre. De más está decir que eso de los derechos del siglo XXI no tiene más fundamento que su descarada superficialidad. Eso no existe más que en el marketing con que diseña su accionar, como una manera novedosa de esconder la mirada histórica, que siempre perjudicará a los que se enriquecieron durante la dictadura. Desde que asumió el Gobierno de la CABA en 2007, el monto destinado a los servicios sociales ha descendido gradualmente en cada presupuesto anual. Salud, acción social, educación, cultura, trabajo, vivienda, agua potable y alcantarillado recibirán unos 6 mil millones menos de lo que recibían hace siete años. Y como un exceso de coherencia, los trabajadores de la Subsecretaría de DDHH porteña denunciaron “precarización laboral y vaciamiento de los diferentes programas de atención a las víctimas y el Parque para la Memoria”. Sin dudas, todos los derechos serán ninguneados por este neo patricio en el hipotético caso de llegar a la presidencia.
El regreso de las pirañas voladoras
No sólo en este aspecto el líder del PRO representa un peligro. Cuando se desató el conflicto con los fondos buitre, fue el primero que salió a cuestionar la desobediencia de Cristina y su equipo. Nunca debemos olvidar que su propuesta es la sumisión absoluta ante esos intereses minoritarios y angurrientos que saquean todo a su paso. Poner la cabeza ante el Tribunal Imperial de Thomas Griesa sin importar las consecuencias. Consecuencias que, como muchas veces en la historia, las padeceremos casi todos los argentinos. Macri será muy patricio y, como tal, no tiene nada de patriota, sino todo lo contrario.
Seguramente por eso, por su alianza con lo peor del sistema financiero internacional, la deuda en dólares de la CABA se triplicó desde su llegada a la jefatura de gobierno. Si en 2009 representaba el 56 por ciento de la deuda total, el año pasado significaba el 91, a pesar de que su discurso siempre apunte a la austeridad. Endeudamiento externo y ajuste es la constante en su gestión, todo camuflado con un descomunal maquillaje publicitario, cuyo presupuesto aumenta escandalosamente de un año a otro. Imaginar cómo estará nuestro país de caer en sus garras, estremece.
Todo el esfuerzo realizado en estos años para re-estructurar la deuda externa se irá por la alcantarilla en cuanto Macri pose sus glúteos en el sillón presidencial. Los buitres y los caranchos esperan con ansiedad el momento en que comience a vestir banda. Con él no habrá límites para el salvaje mundo de la globalización. Hasta debe haber celebrado la reciente resolución de la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito de Nueva York, que avala una orden que Griesa dictó el año pasado. De esta manera, tanto el Gobierno Nacional como las distintas entidades financieras deberán brindar información sobre bienes y activos argentinos en EEUU y otros territorios cuando los fondos buitre lo soliciten.
Un avasallamiento a la soberanía argentina, una prepotencia imperial que deberá ser resistida por toda la región. La paradoja es que los magistrados que firmaron esta atrocidad aconsejaron que Argentina debe ser tratada con “consideración y respeto” en su calidad de soberano extranjero. ¿En qué quedamos? Primero habilitan a los buitres para que nos practiquen una autopsia y después aconsejan respeto. Si estos sirvientes con toga pensaran en el respeto, hubieran frenado esa insultante orden del senil Thomas Griesa. Si en EEUU primara el respeto, gran parte de los conflictos que infectan nuestro planeta no existirían.
Eso sí, con Macri no habrá fallos adversos de jueces arbitrarios porque jamás se llegará a esa instancia: la integración al mundo que propone desintegrará nuestra soberanía y las relaciones carnales se transformarán en procaces. Nadie que persiga estos fines podrá declarar su amor por el país. Todos los que argumentan a favor de estos terroristas económicos no sienten más que desprecio por los intereses nacionales y colectivos. Mentira que los que pregonan por el retorno neoliberal son argentinos. No pueden ser más que infiltrados. Quien sienta amor por nuestra Argentina debe rechazar de plano cualquier intento de legitimar el saqueo que pretenden estos especuladores. En estos temas, no hay posibilidad de matices: soberanía o colonia.
Por lo tanto, los que todavía consideran votar a Macri o Massa, deberán tener en cuenta dos asuntos fundamentales en los que hemos profundizado estos años. La política de DDHH con juicio y castigo a todos los responsables militares y civiles y la defensa incondicional de los intereses de nuestro país. Democracia o dictadura corporativa. Patria o buitres. Disyunciones sintéticas pero muy significativas. Pero, sobre todo, muy fáciles de recordar.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Un poder en vías de extinción



Ya no hay dudas: el establishment, representado por Clarín, comienza a comprender que otra vez será derrotado en las urnas. Extraviados por las ciclotímicas órdenes del Amo, sus serviles candidatos se enredan con cada línea del guión, lo que los vuelve in-votables. Para conquistar un par de puntos en la carrera electoral, El Favorito –no por mejor, sino por ser parte- deberá apelar a lo que más sabe, que no es la ingeniería ni la política, sino el más crudo y superficial marketing. Por eso la propaganda es el rubro que más crece en el presupuesto de la CABA. Como ya es muy evidente que el maquillaje que simula la ausencia de gestión se está desmoronando, los carroñeros recrudecen sus ataques mediáticos como única manera de vulnerar la creciente imagen positiva de CFK. Una pesadilla que no esperaban y de la que no pueden despertar.
Titulares que convierten en denuncia las fantasías de sus escribas, políticos de segunda o tercera línea que brindan su escasa legitimidad para aportar mayor volumen y unos cuantos jueces patricios que estampan su rúbrica a los escritos periodísticos para prolongar la vigencia de la patraña. Total, cuando se resuelvan estas no-causas, el resultado de las elecciones estará sobre la mesa y si no ganan, siempre habrá ingenios dispuestos a alimentar los prejuicios del público con informes de dudoso fundamento. Uno piensa que algún día se cansarán, pero no: energía es lo que les sobra cuando el objetivo es recuperar el poder y transformar al país en su exclusivo coto de caza. Si no es en 2015, será en 2019. Siempre tendremos el fétido aliento soplando sobre nuestras espaldas y sus babeantes fauces acechando a la espera de un descuido.
Mientras los candidatos opositores se preparan para la recta final, los integrantes del Círculo Rojo despliegan una estrategia de desgaste avanzando con sus piezas preferidas: los jueces. Ariel Lijo disparó contra el vicepresidente y Claudio Bonadío apunta su pluma envenenada contra La Presidenta y su hijo. No importa si lo que investigan es insostenible, lo importante es mantener el tema, indignar a una porción del público, desprestigiar la política. Ninguno de sus lectores se preguntará por qué los únicos corruptos parecen ser los K, porque sólo buscan excusas para despreciar. Tampoco les parecerá extraño que, a pesar de la corrupción generalizada –incluso mayor que la del menemato- las cosas no funcionan tan mal. No importa que las piezas no encajen bien en el rompecabezas odiador, mientras garantice que ningún candidato de Cristina gane las elecciones presidenciales. Hay que cambiar porque no se aguanta más tanta equidad, tanto crecimiento del consumo, tamaña felicidad en las mayorías. Que instauren la alternancia por decreto, así el próximo presidente nos integra al mundo, nos entrega como sacrificio a los buitres y nos hunde en los más pestilentes pantanos.
Oposición de papel y tinta
Los seguidores de sus medios nunca se enteran de otra cosa más que de los chanchullos de Cristina y su pandilla. Los demás actores de la política son tiernas palomitas que recién abandonan el nido. Las tapas ya no se encargan de marcar una agenda periodística sino de estampar chismes de peluquería; los héroes no son deportistas sino jueces de oscura trayectoria que dirigen la mira de sus cañones a los principales personajes del Gobierno Nacional; las noticias que publican siempre están orientadas a sembrar el desaliento, a horadar la autoestima, a boicotear cualquier iniciativa que se aparte de la salmodia neoliberal. Si hay algún hecho que pueda considerarse positivo, aportan retorcidas interpretaciones para trocarlo en negativo. Si no encuentran la forma, lo sentencian a la ubicación más insignificante de la página o, cuando el ingenio no alcanza, directamente lo destierran a la papelera.
Algo así ocurrió con el anuncio de reducción del precio de los combustibles en un 5 por ciento. Omitir este hecho es no saber nada de periodismo o tener muy malas intenciones. Si jamás se hubieran dedicado al tema, está todo bien. Pero, si en lugar de rebajar, hubiesen aumentado, los titulares lo anunciarían en un destacado enorme y con luces de colores. Los dos principales matutinos ignoraron o minimizaron esta novedad –única en la historia, como muchas otras- que para los usuarios significarán 2000 millones de pesos en un año por cada diez centavos de rebaja. Por el contrario, Clarín y La Nación se han convertido casi en periódicos judiciales: denuncias, amenazas y lucubraciones del martillo anti democrático de la Justicia.
Tanta confusión siembran que los candidatos no parecen ser Macri o Massa, sino el juez Bonadío, a quien muestran como un coloso que no teme enfrentar a las autoridades surgidas de la legitimidad de las urnas. Más que procesos judiciales, semejan aprietes cuasi mafiosos. A cada paso que se da para avanzar en la distribución del ingreso, el establishment responde con un titular amenazante. Ya es imposible dudar de que la extravagante causa Ciccone sea una forma de venganza por la estatización de las AFJP, diseñada por Amado Boudou cuando era ministro de Economía. Venganza ejecutada por un grupo de periodistas creativos y el juez Ariel Lijo que le dio entidad y pidió el procesamiento del vicepresidente, con más confusiones que claridad. Cuando la Procelac avanza en investigaciones sobre lavado de dinero, el juez Bonadío declara en rebeldía a su titular, el fiscal Carlos Gonella, pide un juicio político y le impide salir del país.
Pero los jueces no están sólo para arrojar bombas de estiércol sobre el equipo gubernamental; también están para proteger al Poder Económico. Las medidas cautelares siempre están dispuestas para impedir que las leyes votadas en el Congreso puedan convertirse en medidas transformadoras. El caso del Grupo Clarín y la adecuación a la LSCA ya se ha convertido en un paradigma de la resistencia corporativa con soporte judicial. También la Sociedad Rural, que con una medida similar protege el predio de Palermo –adquirido sin poner un centavo en tiempos de Menem y Cavallo- de la expropiación dispuesta por el Gobierno Nacional. La democracia no está en su plenitud, a pesar de que hace 31 años que comenzamos a recuperarla. Ni lo estará, mientras uno de los poderes del Estado esté al servicio de aquellos intereses que están muy lejos de ser los de todos.
Pero no importa, cada vez son más los que comprenden que éste es el camino para construir el país que tantas veces nos han prometido y que ahora sí parece que comenzamos a merecer. Que las mágicas recetas neoliberales nos despojarían de todo lo que hemos conseguido en estos años; que cuando los que más tienen rechazan alguna medida es porque nos beneficiará a todos; que los poderosos nunca dialogan ni buscan el consenso: sólo están complacidos cuando imponen su angurria en nuestras vidas. Todo esto lo hemos comprendido, pero falta comprender mucho más. Que no hay que esquivar el conflicto, sino afrontarlo; que para profundizar la redistribución, los que más tienen deben renunciar a una parte de sus ganancias; que hay buenos y malos y debemos aprender a diferenciarlos; que la meta está muy lejos y nunca hay que frenar los pasos. Y algo que debemos grabar a fuego en nuestros corazones: los ricos no tienen razón, sino intereses; la razón está siempre del lado de los que persiguen fines colectivos. Si esta idea nos ilumina en estos días de festejos, ya nada podrá detenernos.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...