Las
próximas elecciones presidenciales serán, sin dudas, las más fáciles de la historia. No para los candidatos, sino para
los electores. Con variantes y matices, dos
modelos tratarán de conquistar la Rosada: dos países en pugna que cada vez
están mejor delineados. Quien se confunda es porque mira para otro lado o
se deja confundir. De cualquier modo, todavía queda tiempo para elaborar
esquemas o cuadros sinópticos, para
comparar las malintencionadas fotos que muestran día a día los medios
hegemónicos con la película apasionante que estamos protagonizando desde 2003.
De un lado, un modelo que promete un futuro desigual con las peores recetas del
pasado y del otro, un proyecto que, con
más aciertos que errores, construye certezas, conquista derechos y enfrenta
intereses para garantizar el país de todos.
Uno
de los extremos lo representa el Alcalde porteño Mauricio Macri que, junto a
sus laderos y seguidores no pueden
mimetizar la propuesta de exclusión que llevan adelante. La semana pasada,
los jóvenes del PRO manifestaron desconcierto conceptual -para no decir
desprecio, machismo ni moralina vetusta- con la campaña de prevención del SIDA.
Pero todos los días aportan a la ciudadanía un elemento más que demuestra lo minoritario que es el horizonte que
pretenden alcanzar. Con revisar la distribución de los recursos en el
distrito que administran las Fuerzas Amarillas basta para imaginar lo que será
el país de caer en sus manos. Ya es
práctica corriente desatender a los sectores de menores recursos para redecorar
la CABA al gusto de los que más tienen. Si en algo se evidencia esta
afirmación es en el monto destinado a publicidad, que en 2015 será 14 veces más del que había cuando
comenzó su gestión, en 2007.
Este
año, la UGIS –entidad encargada de la infraestructura en las villas- tenía
asignados 273 millones de pesos que, después
de diversos recortes para reasignación a otras áreas quedaron 189 millones.
Hasta ahora, sólo se ejecutó el 58 por ciento de esa cifra. En cambio, para
publicidad destinaron 364 millones de
pesos y ya se ha gastado el 80 por ciento. Pero a no preocuparse: para
vender el modelo PRO como el mejor siempre han necesitado más de lo previsto, por
eso el recorte de los fondos destinados a los sectores más sensibles y reparaciones
urgentes. Por poner un ejemplo, el año pasado la publicidad tenía asignados
277 millones y terminaron gastando 380. Y como muestra de lo que ha crecido,
para 2008 lo previsto era de 62 millones. No
hace falta sacar muchas cuentas para descubrir cuál será la esencia del país que prometen.
Pero
no sólo la publicidad recibe esas tajadas recortadas a los más pobres. El
desfile de modas de la cuñada de Horacio Rodríguez Larreta, la refacción del
edificio El Dorrego antes de entregárselo a Adrián Suar o de la entrada del
privado zoológico de Palermo son ejemplos de otros beneficiados. Quien simpatice con estas medidas, que
después no se queje por el estado de las villas, la pobreza o los sin techo.
Alimañas pestilentes y ponzoñosas
Si
Macri es un extremo y el abanico de sucesores del FPV es el otro, en el medio
hay una colorida oferta electoral, conformada por matices de uno de los
extremos. Mucho no se diferencian Massa,
Binner, Sanz y Cobos del ideario del líder del PRO. Estos cuatro jinetes cabalgan por los medios
para atraer la mirada de los integrantes del Círculo Rojo y Macri no mueve un casco porque es uno de sus miembros. Cualquiera
de estos caballeros puede terminar
coronado como El Candidato del establishment, porque llevan su nociva doctrina como bandera y sus intereses como lanza. Valiente muchachada de la Armada Brancaleone
que sólo operará para restaurar el neoliberalismo que parece lejano, pero descarga su fétido aliento en nuestras
espaldas.
En
estos días, dos temas vuelven a sacudir el escenario: el de las ya famosas
cuentas en Suiza y la resistencia de los más grandotes a las leyes de defensa
de consumidor. En ambos casos, están
involucrados los mismos personajes, pero hacen lo imposible para deslindarse.
El primer caso es sólo una punta que ayudará a confirmar lo que se sospecha de
hace tiempo: que nuestro país no se fundió sino que sus riquezas descansan plácidamente en oscuras cuentas
en el extranjero y que no están en cofres de desconocidos piratas sino de empresarios que gozan de enorme prestigio
en estas tierras. Ahora que la fuga de capitales comienza a tener nombres y
apellidos parece que vamos a poder detenerla. Y recuperar lo sustraído,
porque eso es lo más importante.
Pero
no todo será fácil: una jueza se
desentendió del tema y el nuevo juez amenaza con convertir la causa en un
chicle. Tal vez por eso Javier López Biscayart no recibió los 3500 kilos de
papel con la información que Ricardo Etchegaray –el nuevo héroe de esta peli-
llevó al juzgado para la investigación. Como
una forma de evitar cualquier cajoneo, el Congreso discutirá la formación
de una comisión bicameral que citará a los implicados para hacer más visible el
tema ante la sociedad. Y esto permitirá dilucidar cómo operan los bancos
extranjeros radicados en Argentina para facilitar la evasión y la fuga, acciones delictivas que han provocado muchos
perjuicios y que, de continuar, podrían ocasionar muchos más. Inseguridad con todas las letras.
El
segundo caso más que a impunidad, tiene
sabor a prepotencia. El grupo de los 6 -que no es ninguna liga de
justicieros, sino todo lo contrario- está
dispuesto a frenar la aplicación de la llamada Ley de Abastecimiento. La
Unión Industrial, la Cámara de Comercio, de la Construcción, la Sociedad Rural,
la Bolsa de Buenos Aires y la Asociación de Bancos de capital nacional saltan en defensa de sus arcas y convocan
para ello a sus mejores aliados: los jueces. Clarín, La Nación y la
Sociedad Rural encontraron en las medidas cautelares la mejor manera de eludir la voluntad democrática. Según el Jefe de Gabinete, Jorge
Capitanich, “la ley regula las relaciones
de producción y de consumo. Pretendemos proteger al eslabón más débil de la
cadena”. Sin embargo, para estos angurrientos, la norma aprobada en el
Congreso vulnera la propiedad privada. Como
si ellos no hicieran eso con nuestras billeteras cada vez que nos machacan con
los precios. Y encima, evaden y fugan.
Que
no haya un juez que dé cabida a semejante apriete
corporativo, porque ahí sí que nos vamos
a enojar en serio. Después de todo, no será el primer gobierno del mundo
que limite las ganancias empresariales y regule los precios. No sea cosa que se
nos ocurra legislar sobre el reparto de
las ganancias con los trabajadores y una reforma tributaria que haga pagar
mucho más al que más tiene, como debería ser.
Y
acá vuelve lo de los modelos enfrentados: una
grieta inconciliable entre los que
quieren quedarse con todo y los que quieren repartir a todos. El gobierno
de los economistas o de los políticos. Un Estado cómplice o uno comprometido
con sus ciudadanos. Corporaciones o democracia. Y entre estas opciones se
acomodan los candidatos para que nosotros los distingamos. Los cinco de la oposición están, sin dudas, con las primeras. Los
del oficialismo, unos con más o menos fuerza, se encuentran más cómodos con las
segundas. Por eso son fáciles las elecciones del año que viene, porque son muy
claros los países que se ofrecen. Como
si nos dieran a elegir entre un lechón bien adobado y una cucaracha pisoteada.
A alguno de esos cinco, le faltan dos patitas para ser cucaracha o le sobran
cuatro para ser gusano. En todos abunda el veneno necesario para ser una
serpiente de las más venenosas.
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