Como si fuera un mensaje cargado de simbolismo, el
juez Horacio Alfonso concedió una nueva protección a Clarín justo el día en que
conmemoramos un nuevo aniversario de la recuperación democrática. Ironía, advertencia o amenaza, pero de
ninguna manera justicia. Tal vez sea una provocación más para agotar
nuestra paciencia. Las corporaciones siempre tienen un as en la manga para
burlar la ley. Los poderosos apelan a
todas sus tretas y mientras disfrutan de sus privilegios, estamos condenados a
esperar la concreción de nuestros derechos. Acá está la grieta que algún zopenco mediático ha denunciado
tantas veces; aquí está la división
insalvable que estamos empezando a comprender en su más cruda dimensión. Si no superamos estos obstáculos, pronto
se convertirán en murallas que nos inmovilizarán para siempre. De ahora en más,
debemos aprovechar todas las ocasiones para demostrar nuestra unidad, la única fortaleza legítima para frenar tanta
prepotencia.
Con comprensible
irritación, el titular del AFSCA, Martín Sabbatella cuestionó con dureza este
absurdo fallo. “La Justicia debería
preocuparse en exigir que las leyes se cumplan, no en darles herramientas a los grupos concentrados para que las eludan”,
sentenció el funcionario. Sin
dudas, ésta es la síntesis más adecuada de la situación. Hace más de cinco años
que se sancionó la ley de SCA y todavía no ha podido aplicarse en su principal
destinatario. La legalidad democrática
no puede alcanzar su plenitud porque un manojo de jueces se ha convertido en el
brazo ejecutor de una estrategia de desgaste. A falta de militares
dispuestos a un golpe de Estado, siempre resultan
funcionales los golpecitos del martillo judicial. Saludable sería que los
magistrados de las instancias superiores desautoricen cuanto antes a este cómplice
de Clarín. Cuanto antes significa en
pocos días, porque cada letra de esta ley ya se ha discutido en todas las
instancias imaginables y ha servido como
modelo en aquellos países que se han propuesto reordenar el mapa mediático.
Y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, no debería
guardar silencio en este tema porque también su legitimidad y la de sus colegas
están cuestionadas.
El argumento
esgrimido por el juez Alfonso parece un aburridísimo sueño recurrente. Algo que se discutió en las audiencias
convocadas por la CSJ y que se consideró irrelevante. En su resolución
entendió que “la adecuación y enajenación
compulsiva” de los bienes de Clarín
“provocará una grave afectación patrimonial
y operativa cuyas secuelas serían de muy difícil o imposible reparación”. Desde
el punto de vista económico la reparación proviene de la venta que –compulsiva
o no- significará dinero. Si las secuelas de imposible reparación tienen que ver con lo simbólico, con la
incidencia que goza el Grupo en la sociedad, es precisamente lo que busca modificar la norma tan resistida: que no exista posición dominante para que convivan opciones discursivas. Esta nueva
cautelar no tiene un objetivo jurídico; sólo busca ganar tiempo para mantener intacta la capacidad de daño
hasta las elecciones presidenciales. Por eso esta estratagema debe desmantelarse cuanto antes y el sicario con
toga, recibir un castigo ejemplar.
Un hilo de esperanza
A simple vista,
parece que algunos jueces ostentan un poder que supera el del pueblo soberano. Causas dolosas que prescriben por cajoneo y
pavadas mediáticas que se elevan a juicio oral entre las tandas del noticiero
de la tarde. Un rápido paneo por los casos más resonantes basta para
conformar un panorama desolador. El ovillo está tan enredado que resulta
difícil encontrar la punta. Sin embargo, en
medio de tantas penumbras podemos vislumbrar una pequeña lucecita. Brillo
diminuto que se convertirá en faro cuando tiremos de las primeras hebras.
El sistema
judicial con iluminados imperecederos está llegando a su fin. Que sea el único poder no representativo
del Estado convierte a los jueces en personajes aristocráticos. La
independencia de los poderes debe ser una garantía, no un privilegio. El año
pasado, la CSJ consideró inconstitucional la reforma del Consejo de la
Magistratura, un fallo con sabor a veto,
facultad que sólo tiene el Ejecutivo. Una reforma elaborada en el Congreso,
promulgada por Presidencia y pisoteada por los Supremos. Como frutilla del
nocivo postre: la declaración de
inconstitucionalidad debe hacerse sobre un caso concreto y no como en este
episodio, que fue en abstracto.
Cuando un poder
tiene supremacía sobre cualquiera de los otros, la República se vulnera. Los tres deben interactuar para resguardar
las relaciones en la sociedad y proteger a los más vulnerables, no entorpecer
la tarea para favorecer a los poderosos. Para que esta tarea sea más
sencilla, el Estado debe evitar el desequilibrio de poder entre individuos y
sectores y si lo hay, que sea controlable. Lo
que estamos presenciando es una puja entre los que buscan el equilibrio y los
apologistas del desequilibrio. Otra vez la división insalvable: la grieta.
No hay conciliación posible entre estas partes; cualquier intento resultaría un
pegote, un simulacro de democracia,
como hemos vivido muchas veces. El
resultado de esta batalla debe terminar en la supremacía de una sobre la otra.
Pero los tres
poderes del Estado no actúan en conjunto para conquistar la armonía. Por el
contrario, uno de ellos lo impide.
Al menos, un número considerable de sus integrantes. Si esto ocurriera en el
Ejecutivo o Legislativo, el voto popular corregiría esa anomalía. Pero en el
Judicial es casi imposible. Como no necesitan
conseguir votos para su permanencia, muchos hacen lo que quieren. Y en ese lo que quieren está favorecer intereses,
conquistar prestigio, imponer su mirada patricia y algunos accesorios más. Antes lo sospechábamos; ahora tenemos la
certeza. Y ahí está la lucecita, la punta de la que debemos comenzar a
tirar para desenredar este embrollo.
En esta semana,
el diputado Carlos Raimundi presentó una iniciativa para indagar sobre las aptitudes psicofísicas del Supremo Carlos Fayt
que, con 97 años, excede en 20 la fecha límite para ejercer. El apoyo al
proyecto en algo incidió: casi al
instante se resolvió la cautelar que protegió durante diez años a La Nación y
otros diarios, que están obligados a pagar los tributos adeudados, aunque
en condiciones más beneficiosas que las reclamadas. No importa: esto demuestra que son vulnerables y sienten dónde metemos
el dedo. Por ahora, les hacemos sentir cosquillas y eso los tambalea. Un
solo caso más, para evitar la sobredosis de optimismo: ante las causas que
acumula en el Consejo de la Magistratura, el juez Claudio Bonadío utiliza las herramientas de su cargo para amenazar
y extorsionar. Pero sus últimas decisiones de tan obvias, son más
apropiadas para un mafioso de comedia barata que para un juez federal.
La desesperación les hace perder la
sutileza a todos los que quieren retornar a un statu quo atroz. De tan temerosos o consustanciados con
el Círculo Rojo, nadie se atreve a fallar en contra de sus integrantes, como los
casos de delitos de lesa humanidad o las denuncias sobre las cuentas en Suiza. Ellos siempre tienen un as en la manga pero
nosotros tenemos el mazo entero. Sólo falta que la elaboración del
reglamento de este juego esté verdaderamente en nuestras manos. La Fiesta de la Democracia es una buena
oportunidad para demostrar que sabemos todo esto y tenemos la decisión de
transformar de una vez y para siempre este maravilloso país.
Impecable.
ResponderBorrarGracias. Cada vez me sorprende más la redondez de mis textos. Pero no es mérito mío, sino de la realidad que estamos viviendo. Momentos históricos que no podemos desaprovechar. Abrazo enorme
BorrarMuy bueno su articulo, esta es una realidad tenebrosa mas aun sobre el rubro alimenticio donde tambien son un monopolio internacional y como lo basico para el hombre es comer, despues tener una casa, un auto, un electronico ropa tienen el poder de controlar a los gobiernos o evitar que voten a los que no les conviene o simplemente les tienen antipatia. Por eso Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador tienen serios problemas con el precio de los alimentos que es 7 veces mas de lo que se deberia vender
ResponderBorrarEstas son las personas 1.Nestle 2. Kraft 3.Danone 4.Lever 5. Johnson 6. Procter y Camble 7.Kellogs 8. Lorenzo Servitje (Bimbo) 9.Bungue 10. Mars 11.Cargill 12.Charles Guth (Pesi Co) 13 Pagani ( Arcor) 14.Horst Paulmann ( Cencosud) 15.Ana Llopis ( Día ) 16.Wallm(Watlmart) 17.Marcel Fournier y Denis Deffory (Carrefour) Son los dueños , porque son Sociedades Anónimas, y el control de este tipo de empresas es asi.y dominan o monopolizan casi todo el mundo, 160 de los 192 países que hay.
Fijese que son todas SOCIEDADES ANONIMAS, UNICO MEDIO POR EL CUAL PUDEIRON LLEGAR A LO QUE SON, en la decada del 90
AHORA SI SE ELIMINA LA LEY QUE PERMITE CONFORMAR UNA EMPRESA BAJO LA FORMA DE SOCIEDAD ANONIMA, TANTO ESTAS EMPRESAS COMO LAS QUE USTED INDICA DESAPARECERIAN. porque esos señores controlan la empresa con el 51 % del paquete accionario.
Una ley mas faltaria poner limite a cualquier empresa del numero de clientes que puedan tener que estimo en 1.000.
Le adjunto los capitales de esos señores.
Lo mismo ocurre con todo lo que Usted consume autos solo 10 empresas, medicamentos electrónica etc.
Alejandro Koch Uteda
Lic Teología, Filosofía, Sicología, Economía y Arquitecto
Descendiente del Premio Nobel de Medicina y Filosofia Robert Koch
Muchas gracias por los elogios y por los datos aportados. El panorama empresarial es muy complejo pero alguna vez hay que empezar a reordenarlo. Retomar la senda de las empresas nacionales con nombre y apellido porque así, estaremos siempre a merced de filibusteros anónimos. Abrazo enorme y seguimos en contacto.
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