jueves, 28 de diciembre de 2017

Un plan perfecto

Cada año que termina invita a la realización de un balance. El segundo de La Revolución de la Alegría necesita varios tomos por su intensidad, muchas dosis de digestivos para su elaboración y varios litros de tilo para no perder la calma. Sintetizar 365 días de tropelías, operaciones, burlas, provocaciones, torpezas, bravuconadas, ajustes, incrementos, represión, injusticias y muchos ingredientes más del Cambio excede la capacidad del autor de estos apuntes. Más aún si uno quiere evitar el formato de inventario o enumeración, que, además de ser tedioso para la lectura, siempre dará la sensación de quedar a mitad de camino, por más empeño que uno ponga. Como sea, la cuestión no es propalar lemas adversos al gobierno a la manera de los medios hegemónicos contra CFK porque eso no forma ciudadanos, sino autómatas odiadores. El empresidente Macri brindando por la represión y por el éxito de los comedores comunitarios puede ser una imagen adecuada para analizar el 2017 que ya estamos despidiendo. Y la vice Michetti ejerciendo la presidencia agrega un anticipo de lo que nos espera para 2018. ¿Qué puede salir mal?
Nada puede salir mal si Macri vacaciona en los parajes donde los mapuches de la RAM pretenden instalar una república independiente, de acuerdo a los informes ultrasecretos del ministerio de Seguridad. Tan ultrasecretos que ni los mapuches lo saben. La familia presidencial en la Patagonia, donde los mapuches ostentan armas capaces de cortar troncos de cuajo, tal como denunció la ministra Patricia Bullrich sin atisbo de vergüenza. Allí jugará Antonia, rodeada de uniformados más peligrosos y salvajes que los mapuches de ficción construidos por los falaces amarillos.
Nada puede salir mal si durante unas semanas Gabriela Michetti toma el timón para continuar el rumbo hacia el iceberg. Si no sabe el nombre de algunos ministros ni las funciones específicas de cada ministerio, siempre habrá un periodista samaritano que le ayude a salir del entuerto. Que sus papelones mediáticos y parlamentarios se multipliquen por las redes no afecta la dulce imagen que logró construir con su silla de ruedas. Total, desentonar una canción de Gilda en el balcón de La Rosada o ser la comensal estrella de una mesaza ya es galardón suficiente para pasar a la historia. Si sus prejuicios sobre los mapuches se deschavan apenas balbuceados, para que nadie se enfade, dibujará en su rostro ese gesto tan practicado de "estamos aprendiendo".
Todo fríamente calculado
Nada puede salir mal si los comedores comunitarios vuelven a convertirse en moda gracias a las políticas de exclusión que el Cambio derrama sobre la sociedad. Que el hambre retorne a nuestras tierras para convertirse en problema brinda la posibilidad de que señoras paquetas limpien sus almas culposas con algunas gotas de caridad. Los cronistas cómplices pondrán en juego su ingenio para construir conmovedores informes sobre sacrificados patriotas que destinan tiempo y dinero para atenuar la angustia de los padecientes. Eso sí, intentarán endosar a la Pesada Herencia la pobreza que desde 2015 no para de crecer.
Nada puede salir mal si Argentina bate records de endeudamiento en una competencia que no se detiene. Si los miembros del Gran Equipo se enorgullecen de eso, ¿por qué debería preocuparnos la espada de Damocles que penderá sobre las cabezas de las próximas generaciones? Que el monto que supera los 140 mil millones de dólares sólo haya servido para alimentar la especulación y la fuga de capitales es apenas un detalle. Aunque esa cifra hubiera dado mejores resultados volcada al mercado interno y al circuito productivo, los muchachos del PRO se sienten realizados si reparten golosinas a los voraces piratas financieros del mundo. Y si la jueza que reemplaza al fallecido juez Thomas Griesa es más complaciente con los buitres que con los estados, el Ingeniero sabrá agachar la cabeza con dignidad para entregar nuestro patrimonio a los carroñeros.
¿Qué puede salir mal si los exportadores pueden acumular las fortunas en el exterior sin volcar un solo centavo en las tierras donde las producen? ¿Qué puede fallar, si la fusión de Cablevisión y Telecom convierte a Clarín en un descomunal monstruo inadmisible en cualquier país, salvo en el nuestro? ¿Dónde está el problema si la tendencia oficial es engrosar las cuentas de los más ricos a fuerza de reducir los ingresos de los sectores medios y bajos? ¿Por qué ver nubarrones en el horizonte ante la creciente pérdida de fuentes de trabajo, si los patrones están felices por el blanqueo de sus evasiones, el perdón de sus deudas y las rebajas impositivas que no se detienen? ¿Cómo ser agoreros si los popes televisivos no hablan más de la crispación que tanto nos afectó años atrás?
Todo está tan controlado que las protestas sociales ya no producen el caos de tránsito de antaño: apenas un malestar que los medios hegemónicos mitigan con buena música y chismes de la farándula. El malestar de gran parte de la sociedad no puede afear la alegría de esta revolución tan prometedora. El fiscal de Cámara Germán Moldes ya se encargó del tema al cuestionar el "festival de liberaciones" y pedir la sanción de una ley que impida las excarcelaciones de detenidos en el contexto de una protesta social. Nada puede fallar si cualquier manifestación se interpreta como intención sediciosa y las fuerzas del orden están dispuestas a dar lecciones de civismo con palos, balas y gases. Y si los organismos internacionales de DDHH advierten que la saña represiva se torna preocupante, nada mejor que recitar deseos de paz con una copa en alto para celebrar la integración al mundo. Que la violencia institucional haya producido un muerto por día desde la asunción de Mauricio es como un viaje a la luna en privilegiados vuelos individuales.
Mientras Macri denuncia presos políticos en Venezuela, los medios cómplices celebran la injusta prisión sin condena de militantes, funcionarios y empresarios del gobierno anterior. Gracias a la treta de convertir al kirchnerismo en una asociación ilícita, el Gran Equipo puede desgobernar el país a su antojo y presentar metas de inflación que fracasan apenas pronunciadas, sin sacudones significativos de la opinión pública. Si no fuera por el blindaje de las pantallas, los cacerolazos tan temibles estarían ensordeciendo los aristócratas oídos amarillos. Si no fuera porque más del 90 por ciento de los medios son apologistas, el extravío del ARA San Juan sería un escándalo comparable a la tragedia de Once y los desembozados negociados de los PRO desterrarían la tontuela idea de que los K se robaron todo.
Por todo esto y mucho más, aunque el abismo ya conocido se anuncia a unos pocos pasos, muchos vecinos están a la espera de que las cosas mejoren. Mientras las angelicales promesas puedan mantener hipnotizada a una parte importante de la población, nada puede salir mal con esta vieja ola neoliberal que vuelve a sacudir nuestras tierras.

jueves, 21 de diciembre de 2017

La canción no es la misma

Uno trata pero no puede. Últimamente, la síntesis y el optimismo faltan en estos apuntes. La brevedad es difícil porque en pocos días pasa demasiado. Sin embargo, el rotor de un gatocóptero se empieza a escuchar a la distancia. Y eso es optimista. Que se entienda: nadie quiere destitución ni renuncia pero no se puede continuar con esta estafa. En todo caso, lo que uno espera es que se vaya este doble y comience a gobernar el amoroso candidato de la campaña presidencial, el que prometía que nos iba a cuidar, que no perderíamos nada y que cada día íbamos a estar mejor. El que se calzó la banda debe ser un impostor porque está haciendo todo al revés. Tanto que da para pensar: lo más probable es que este Macri sea el verdadero y para la campaña llaman al impostor. O los dos Macris se turnan, uno para engañar y el otro para decidir. Pero no, es uno solo aunque parezcan dos: un prodigio que convierte al Ingeniero en el paradigma del cinismo. No nos asombremos si en el futuro su apellido se vuelve un sinónimo de esa innoble actitud.
Nada de lo que hace es para lograr lo que dice. Torpe o cínico. Después de predicar la doctrina del esfuerzo, la meritocracia o el sacrificio, se toma dos semanas de vacaciones en los lares de su amigo y terrateniente, el empresario Joe Lewis. El empresidente se va de la escena después del buen resultado de sus extorsiones, como el asesino a sueldo de un western que inundó de pólvora el pueblo para cumplir su misión. Gracias a las promesas y amenazas a gobernadores y diputados, las leyes regresivas salen como escupitajos, a pesar de las críticas fundadas de los opositores y las quejas que recrudecen en la calle.
El impostor ocupa el lugar del que decide para explicar que un cinco por ciento es mejor que un 12. Según sus conceptos, “estos cambios generan incomodidad”. Claro, la incomodidad de no llegar ni a mitad de mes, algo que no ha experimentado jamás. Ni él ni sus funcionarios. El país necesita una ley que los obligue a vivir una semana con un ingreso mínimo antes de tomar cualquier decisión. Así se humanizarían un poco y comprenderían lo que es padecer los esfuerzos que exigen. Si existiese esta ley, desecharían cualquier ajuste a los más vulnerables y evitarían a toda costa los despidos arbitrarios en el Estado y las empresas. O no hubieran pensado en los tarifazos, que descalabran el humor. Como Macri –y muchos como él- no sabe lo que es vivir con un presupuesto acotado, puede decir con soltura: “muchas cosas se han recuperado, pero la gente no las siente”. Lo que no siente Macri –y muchos como él- es la angustia que está provocando no sólo en el 49 por ciento que no votó por él en el balotaje, sino en una parte importante del 51 que lo coronó como presidente. O sí lo siente pero lo ignora, porque está convencido de que el despojo de derechos de la mayoría es lo que hay que hacer para potenciar los privilegios de la minoría a la que representa.   
Agujeros en el disfraz
El impostor sigue recitando el fárrago conceptual que le dicta el teleprónter. “Yo creo en la paz, en el diálogo y en la democracia”, declamó el Gerente de La Rosada SA como si tuviera un coro de ángeles como fondo sonoro. Esos tópicos no son deidades sino construcciones que requieren compromiso; no son conjuros, sino actitudes. Si ‘creyera’ en la democracia, en lugar de prometer lo que no pensaba cumplir hubiera confesado lo que planeaba hacer; si ‘creyera’ en el diálogo, escucharía más para encontrar empatía con el otro; si ‘creyera’ en la paz, no invadiría el país con tropas desbocadas para acallar las protestas en lugar de buscar soluciones a los conflictos. Tan cínico es que evoca la imagen de Billiken de Gandhi o Mandela despojándolos de sus luchas anti imperialistas. Si supiera que el Mahatma considera que “la honestidad es incompatible con amasar una fortuna” dejaría de incluirlo en sus insustanciales balbuceos. Y abandonaría al líder sudafricano si alguien le soplara uno de sus consejos: “lograrás más en este mundo mediante actos de misericordia que con actos de represión”.
El impostor se muestra preocupado porque las decisiones de Macri no desatan la alegría prometida. Cuando las medidas tardan en mejorar la vida de los más vulnerables es porque no se tomaron pensando en ellos. Pensar que la eximición de impuestos a los más ricos va a despertar una generosidad inexistente es de una ingenuidad pasmosa o de un cinismo atronador. Mientras en el Congreso se recortaban los aumentos jubilatorios, otro amigo de Macri, Daniel Angelici, recibía el privilegio de no tributar ganancias por sus redituables bingos. Y para distraer la atención, un juez aliado, Julián Ercolini, apresó a Cristóbal López por evasión impositiva. Si la aplicación de esta norma inexistente fuera pareja, más de la mitad –con optimismo- de los grandes empresarios argentinos estaría tras las rejas.
Pero el impostor no abandona su impostura. “Lo que hay que entender –explicó- que son muchas las reformas que tenemos que encarar para lograr esa Argentina que nos incluya a todos”. Más allá de que esas reformas no buscan otra cosa que profundizar la inequidad, el cinismo está presente en el final. Los que son como Macri, los que forman parte de esa élite succionadora no necesitan inclusión. Ellos son precisamente los que excluyen. Para que nuestro país sea plenamente inclusivo Ellos –los grandes empresarios y especuladores- deberían abandonar su desmedida avaricia.
Si en verdad el Ingeniero quiere hacer realidad la patraña de la Revolución de la Alegría debería hacer todo lo contrario de lo que ha hecho hasta ahora. El modelo del derrame no derrama nada aunque desborde de divisas las arcas de los poderosos: eliminar impuestos, bajar salarios, descartar controles, desregular el mercado jamás satisface a los angurrientos. Y Macri sabe que esto es así, porque él es uno de Ellos.
El encanto que hechizó a los votantes comienza a desvanecerse y el desencanto se manifiesta con el sonido de los cacharros. El Gran Equipo salió a la escena para recitar las sandeces de siempre: que son golpistas, que hay que respetar –con palos, gases y balas- al que piensa distinto, que ponen palos en la rueda. Si hubo violencia fue por infiltrados de las propias fuerzas: desde “Modart” sabemos que los Servicios ponen monigotes para provocar disturbios. Ya lo descubrimos: las piedras y las balas vienen del mismo lado de la grieta.
Si Macri quiere inclusión, que deje de excluir; si quiere menos pobres, que deje de empobrecer; si quiere paz, que deje de provocar. Si el objetivo de Macri es una Argentina desarrollada con pleno empleo y Pobreza Cero que deje de escuchar a sus malos asesores. Como corazón –según su padre- no tiene, que escuche lo que dice la calle. Aunque la música le resulte conocida porque es la de las cacerolas que tan funcionales fueron a su carrera presidencial, la letra es otra. Los cacerolazos contra Cristina fueron pergeñados desde el Poder Real, desde las corporaciones, con excusas aportadas por los medios cómplices y verdaderamente golpistas. Los cacharreos de hoy no están inspirados por esas usinas; al contrario, los medios hegemónicos tratan de disfrazarlos con interpretaciones maliciosas que cualquiera que haya pasado por el prescolar desmontaría en segundos. La música es la misma pero la letra la ponen los que se han empobrecido, los despedidos, los desplazados, los nuevos desamparados, los amenazados, los perspicaces… Y todos los que van descubriendo dónde desemboca este oscuro túnel. Como Macri no entiende el idioma de la necesidad, pronto será desbordado por el descontento y el impostor quedará al desnudo. Entonces, tendrá que abandonar el lugar que nunca debió haber ocupado.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Las tempestades que se cosechan

En estos días, la palabra ‘violencia’ superó todas las expectativas de rating. Los que más abusaron de su uso fueron los funcionarios amarillos y sus apologistas, desentendiéndose de todo lo que han hecho desde siempre para fomentarla. La profunda desigualdad en un país que produce alimentos para 400 millones de personas y con recursos para convertirse en potencia es una acción violenta. Antes y ahora. Hasta la existencia de un solo pobre sería violencia en Argentina porque nos sobra de todo. Si hay inequidad es porque también sobra la avaricia. Y la Gerencia PRO, en lugar de contenerla, la ha apañado, potenciado y hasta alentado con gran parte de sus medidas. La presentación del proyecto de Reforma Previsional por parte del oficialismo es la demostración más obscena de que no tienen la intención de terminar con la pobreza, sino de multiplicarla. Y eso, aunque muchos disimulen, es la violencia más perversa porque está adornada con el cinismo al que –peligrosamente- ya nos estamos habituando.
El enojo manifestado tanto el jueves como el lunes en los alrededores del Congreso Nacional fue la reacción a una violencia generada desde La Rosada SA no en estos días, sino desde el momento mismo de la asunción de Macri. O un poco antes, cuando con una amañada treta judicial logró desplazar a la presidenta saliente con 12 horas de anticipación. Salvo por enfermedad o con golpes de Estado, jamás había pasado algo así. En realidad, la violencia PRO comenzó desde que Mauricio aprovechó el Incendio de Cromañón para iniciar su camino hacia la Jefatura de Gobierno de la CABA. Para no prolongar esta fundamentación, una síntesis: la historia del PRO incluye violencias de distinta especie, desde su ideario desigualador hasta el uso de la sigla de la logia mafiosa P2 en argentina a principios de los ochenta para nombrar a su despolitizada movida política.
Desde entonces, la violencia PRO se instaló entre nosotros con despectivas expresiones hacia el proyecto que sacó al país del infierno y avanzó hacia la inclusión de los siempre excluidos. Gracias a las patrañas inventadas en los medios hegemónicos y judicializadas por jueces cómplices, Macri logró convertirse en el peor presidente desde la restauración democrática. Después, comenzó a violentar todo con su bailecito en el balcón, el incumplimiento de las promesas de campaña y la brutal transferencia de recursos de los sectores más vulnerables a los más poderosos. La violencia de desmantelar leyes y nombrar Supremos por decreto, encarcelar opositores, despedir empleados estatales como si fuesen alimañas, amenazar y destituir jueces, coronar inútiles como funcionarios, perdonar y perdonarse deudas multimillonarias, eliminar impuestos a la riqueza y distribuir tarifazos de casi el 2000 por ciento. Desde que Macri se convirtió en empresidente, la violencia llueve de manera implacable. La verdad, el Ingeniero y sus secuaces no deberían sorprenderse tanto por la reacción que recién ahora están cosechando.
La violencia de desigualar
El crecimiento descomunal del endeudamiento externo y la pretensión de que sean los jubilados los encargados de pagarlo es la decisión más violenta y por ello encontró la necesaria reacción. Las mismas fuerzas que ahogaron a Santiago Maldonado y fusilaron a Rafael Nahuel, recibieron el refuerzo de la Policía Federal y hasta de un colectivo del Ejército para defender al Congreso de un ataque fantasma. Como siempre, los uniformados se encontraron con gente pacífica que protesta de manera pacífica y tanta paz los incomoda. No iban a desperdiciar el precalentamiento de la Cumbre de la OMC y por eso distribuyeron provocadores para justificar la cacería. Tan preparados estaban para la auto-provocación que desinfectaron con gas pimienta a transeúntes, linyeras y diputados y hasta contaminaron el ambiente con neblina lacrimógena vencida que los K no habían usado.
Ese jueves, una violencia más refinada se desplegaba en el recinto: los diputados PRO y su séquito multicolor de sangüicheros, en defensa de la democracia, querían arrancar la asamblea con un quórum esporádico mientras parte de los legisladores de la oposición era víctima de las brigadas de Bullrich. Y la coherencia llegó de la mano de la incoherente Carrió que propuso levantar la sesión porque había diputados que atropellaban uniformados. Con risas grabadas, hubiera sido una exitosa comedia delirante. En cambio, con las bombas y los gritos de fondo, fue una penosa tragedia.
Después el desborde recrudeció, no sólo porque los uniformados estaban incontenibles sino porque los amarillos se siguen burlando de casi todos. El Jefe de Gabinete, Marcos Peña calificó a los diputados que clamaban por la suspensión de la sesión como ‘piqueteros’, algo que para Ellos es insultante. Y agregó: “no es a través de la violencia y la mentira que van a obtener una mejor situación para los argentinos”. Hasta se atrevió a afirmar que ellos no fueron violentos cuando eran oposición. Esto también daría para risas grabadas o abucheos encendidos. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio introdujo la idea del clima destituyente cuando en realidad, siempre es el Poder Real, el que ahora gobierna, quien crea esos climas.
Del tono reflexivo se encargó el fanático diputado oficialista Eduardo Amadeo en un programa de TV. Con inexistente mesura, el legislador aplaudió la brutal represión de los manifestantes “en nombre de la paz” y hasta confesó que la salvaje agresión con golpes y gas de ocho efectivos contra la diputada Mayra Mendoza le “pareció perfecto”. Y si faltaba una frutilla para este indigesto postre, mientras las tropas repartían palos y fuego, el presidente Off Shore Mauricio Macri encabezó un acto para premiar a las cúpulas de las fuerzas federales que estaban haciendo todo eso. Después se quejan de la violencia y pontifican sobre la paz.
En 2015, cuando muchos dirigentes advertían sobre los peligros de alguien como Macri en La Rosada, los amarillos, acólitos y apologistas inventaron lo de la “campaña del miedo”. Esas advertencias se quedaron cortas porque lo que hemos padecido estos dos años es horroroso. Las falacias que denunciaban en los años kirchneristas, Ellos las han convertido en realidad. Las instituciones son las más lesionadas y así todo lo demás. Que el Ingeniero cite a los gobernadores para que presionen a los diputados es algo que atropella la independencia entre los poderes, algo que se acerca mucho a la extorsión. Y, como madres de antaño custodiando la discreción de sus hijas en un baile o como el líder de una pandilla que verifica el cumplimiento de sus órdenes, el Poder Ejecutivo se hizo presente en la Cámara de Diputados para presionar el quórum.
Los adláteres mediáticos se encargaron de inyectar el miedo necesario para lograr consenso en la opinión pública. Si la ley no se aprueba, todo estalla. Sobre la espalda de los jubilados, pensionados, niños de la AUH y Combatientes de Malvinas depositan la salvación de la Patria… de la Patria Financiera. Y sobre el lomo de los manifestantes que se resisten a este nuevo despojo los uniformados descargan el odio de una clase que se cree dueña de todo. Lo que lograron disimular con abundante maquillaje, ensayadas voces campechanas y lemas vacuos pero efectivos, ahora queda tan al descubierto que hay que ser muy despistado para no advertirlo: no vinieron a solucionar los problemas que no teníamos sino a satisfacer la acumulación de los insaciables. Tarde se enteran muchos que, a veces los cambios son para peor.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Los abolladores de la esperanza

Ya sabemos que es una hipocresía el plan de DDHH de Macri. La confluencia del Ingeniero con esa temática es un oxímoron, un amasijo de elementos opuestos, incompatibles. Quien no recuerde que prometió terminar con el curro -la chantada- de los DDHH un poco antes de comenzar su estafadora campaña electoral es porque tiene amnesia voluntaria. Pero no hace falta hacer memoria para comprender la contradicción de la nueva puesta en escena: el presente de represión todo terreno y empobrecimiento de los más vulnerables basta para ponerla en evidencia. El intento de mostrar una República ‘recuperada’ ante los asistentes a la Cumbre de la OMC fracasa por inoperancia de los propios ceócratas. Lejos de encontrarse con una población dócil y receptora de los dictámenes del libre mercado, los lobistas internacionales se toparon con calles convulsionadas en contra de los ajustes necesarios para integrarnos al mundo.
Si los ánimos están caldeados es porque así lo quieren los autores de este reiterativo drama. Una tragedia que no se repite como comedia, sino como una tragedia con todas las letras. Muchos dirán que es exagerado afirmar algo así, pero la transferencia de recursos a los más ricos lo único que está derramando es miseria. Y eso es inaceptable en un país como el nuestro.
En la carta que el cura Paco Oliveira –de Curas en la Opción por los Pobres- dirigió a la vice Michetti está claro el reproche: “si lo que a ustedes se les ocurre para llegar a la tan mentada “pobreza cero” es bajar los ingresos del sector más pobre mientras a las grandes empresas les reducen los aportes patronales y el impuesto a las ganancias no tenemos mucho para hablar”. “Directamente, ustedes se burlan de los pobres”, acusó con sobrados motivos. El coordinador de este grupo más que religioso, Eduardo de la Serna cuestionó el uso de La Pesada Herencia para golpear impunemente los bolsillos, la salud y las esperanzas de los más vulnerables de la población”. Y para que nadie se confunda, agregó: “no recuerdo un gobierno democrático más anticristiano que éste”.
Anticristiano será para unos; inhumano, para otros. Casi lo mismo. Y no se burla sólo de los pobres, sino de gran parte de la sociedad. El paraíso que prometió es el infierno que vivimos y quien no advierta esto tiene su conciencia absorbida por el enloquecedor discurso dominante. Salvo los verdaderos representados por El Gerente de La Rosada SA, nadie está a salvo de la destructiva impronta PRO. Cada cosa que el Gran Equipo se propone corregir termina destruida. Y después se ufanan de logros no alcanzados. Y cuando no pueden enorgullecerse del daño, se llaman a silencio, como la muerte de Santiago Maldonado, el fusilamiento de Rafael Nahuel o el extravío del submarino con 44 tripulantes en una secreta operación con riesgo de soberanía.
La gran contradicción
Cuando Macri asumió como presidente, no juró con patriotismo sino con honestidad. No importa: ambos valores son inexistentes en él. Su historial de estafas al Estado argentino y el arsenal de empresas en paraísos fiscales lo demuestran. Así y todo, ofreció lo que no le importa para un sacrificio sin resultados. En la inauguración de la Cumbre de la OMC, el empresidente esputó una frase que deberá quedar en los anales de la vergüenza vernácula: "podemos invocar la primacía del interés nacional y esperar la próxima crisis o podemos poner por delante nuestros intereses compartidos y pensar qué OMC queremos y qué objetivos comunes tenemos e ir por ese camino". Ahí nos encontramos con otro oxímoron: Macri y Patria son términos contrapuestos.
En realidad, que alguien como él haya llegado a la primera magistratura de un país que pretende desarrollarse con un reparto justo de la riqueza es una contradicción gigantesca. Defender los intereses nacionales es el único camino para evitar cualquier crisis. El proteccionismo –una mala palabra para la ortodoxia- que ahora practica el llamado Primer Mundo desbarató la intención de la OMC de convertir al planeta en un gran mercado sin fronteras. Una idea revolucionaria si no escondiera las malsanas intenciones de transferir lo generado en los países periféricos a los países centrales. Lo mismo que ha hecho Macri desde que se calzó la banda presidencial hasta ahora: sacar plata de los que menos tienen para enriquecer a los que les sobra con la excusa de un derrame que jamás llega.
El vampirismo ceocrático gobernante posee una pulsión incontrolable que ahora dirige la succión hacia los jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH. Y si clavan sus golosos colmillos en los más vulnerables, ¿qué queda para el resto? Con sus recetas fracasadas nos están conduciendo hacia un abismo de consecuencias ya experimentadas; hacia una hecatombe que sólo sirve para aplicar mayores ajustes mientras una minoría acrecienta su botín.
Como saben que la razón no está de su lado, tienen que vociferar sus inconsistencias por todos los medios posibles. Con la impunidad propia del que se cree en la cima, el presidente del bloque de Cambiemos, Nicolás Massot dejó aflorar su monstruo interior para defender el proyecto. “Los derechos adquiridos tienen que ser realidades realizables –pontificó- no realidades abstractas imposibles de cumplir”. ¡Qué notorio!: los que ganaron las elecciones presidenciales canturreando como autómatas el “Sí, se puede” ahora no paran de plantear imposibilidades. Y una brutalidad conceptual, además de ideológica: si los derechos son adquiridos, el Estado tiene que garantizarlos siempre, no cuando la avidez de los angurrientos lo permita.
Los miembros de esta banda están acostumbrados a patotear, además de mentir y denostar. Por eso, en la reunión de comisiones de la Cámara de Diputados, Massot tildó a los kirchneristas de “irresponsables, incoherentes”. Irresponsables son ellos, que están endeudando al país de manera irracional para facilitar la especulación financiera; incoherentes son ellos que prometieron cosas que no pensaban cumplir y realizaron otras inconfesables en campaña. Y finalmente, el diputado que secunda al ingeniero que nunca se ha hecho cargo de las consecuencias de sus trapisondas, eructó: “háganse cargo de algo, una vez en la vida. Ahora bánquensela”. ¿De qué se tiene que hacer cargo el kirchnerismo? ¿De las mentiras que los jueces cómplices usan para sus ilegales fallos? ¿De los aprietes mafiosos o la persecución antidemocrática que despliegan sobre opositores? ¿O de haber incomodado al establishment que ahora saborea entremeses de venganza? Y por último: ¿quiénes se tienen que bancar las reformas? ¿Los diputados en sus bancas o los jubilados que verán reducidos sus ingresos una vez más?
Además de gritar, insultar y demonizar, los amarillos provocan con sus embustes, sus interpretaciones falaces, sus baches institucionales y con la obsesión de militarizar nuestra vida. Las fuerzas de ocupación de Patricia Bullrich se despliegan cuando la reacción comienza a despertar. Eso es lo que más esperan, lo que más disfrutan porque así, además de entrenar a los efectivos en las tácticas represivas, demonizan a los adversarios. Y después se victimizan y claman por el diálogo. La gran contradicción de estos tiempos es padecer un gobierno elegido en las urnas que pretende actuar como una dictadura: un régimen donde Macri y Democracia constituyen un oxímoron gigante.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Las hogueras bien dispuestas

En la Edad Media y más acá torturaban y quemaban personas por la sola sospecha de brujería o pactos con el diablo. Si el acusado confesaba lo arrojaban al fuego; si no, lo seguían torturando hasta que lo haga. Quien piense que esto es un anecdotario del pasado, cabe decirle que se equivoca. En Malawi, un país africano dominado por el vudú, el chamanismo y la brujería, muchedumbres alucinadas linchan, lapidan o calcinan a transeúntes solitarios a los que consideran vampiros. Por eso, la analogía entre el caso histórico y el presente es por demás oportuno. La condena ante la mera sospecha es algo monstruoso en toda época y lugar, sobre todo cuando se basa en hechos inexistentes.
La Argentina de Macri se ha convertido en eso: una condena extendida a millones de inocentes, culpables de soñar con un país que comparta sus riquezas con todos sus habitantes; de pretender dignidad por medio de su trabajo; de defender sus derechos, avasallados para multiplicar privilegios; de desconfiar del tortuoso túnel en el que los ceócratas nos han embutido; de haber elegido durante doce años un proyecto de desarrollo inclusivo que incomodó a los poderosos de siempre. Desde su asunción, el presidente Off Shore se ha dedicado a repartir culpas y condenas para disciplinar a la sociedad, para dejar en claro el engendro que está construyendo para nuestro futuro, para aceptar que la desigualdad es el statu quo que el establishment desea.
Un plan tan ambicioso requiere un descomunal poder que supere el legitimado en las urnas. Complacientes, consustanciados y confundidos coronaron con su voto no sólo a un infame sino a su numerosa orquesta, que ejecuta una melodía macabra: mientras los vientos soplan nuestra dignidad, las cuerdas nos enredan de mentiras y la percusión sofoca nuestra resistencia; solistas y coreutas desentonan un canto pleno de incongruencias. El resultado es una pieza musical indigesta que taladra tímpanos y cerebros para incrustar una aceptación que sería repulsa en circunstancias normales. Desde las sombras, los autores de la obra disfrutan el éxito del hit, mientras calculan el rédito que brindará esta estafa pseudo artística.
Claro que deben estar en pleno jolgorio si, a pesar de los desastres que ya ocasionaron y los que se avecinan, el plan desplegado recibe adhesión hasta de los damnificados. La canción “Cualquier cosa es mejor que los K” es tarareada a toda hora por colonizados y adeptos y así van por la vida, repitiendo versos que no entienden y tomando como fundamento de su pensar y sentir afirmaciones sin sustento.
El manual de los inquisidores
La pos verdad funciona a pleno en estos días de aplanadora amarilla. La pos verdad que es más que una simple mentira, sino una serie de falacias que a pesar de su obscenidad se convierte en verdad indiscutible. Una mentira que se toma como verdad, aunque haya que forzar la realidad hasta el absurdo. Una mentira tan verdadera que ni los hechos más verificados la puedan destronar.
En los días previos al segundo aniversario de La Rosada SA convivimos con dos ejemplos de antología. El primero es la construcción del enemigo interno a partir de los pueblos originarios que reclaman sus tierras ancestrales. Un enorme acto de fe es creer que los mapuches tienen lazos con el terrorismo internacional, que quieren formar una nación aparte, que son violentos y todas las sandeces que funcionarios y apologistas mediáticos recitan día a día.
Durante la desaparición de Santiago Maldonado todos presenciamos el despliegue de primicias que lo ubicaban lo más lejos posible del lugar donde fue hallado su cuerpo. Hasta lo pintaron como un peligroso terrorista con varias vidas secretas, como un espía de novela. Tan apologistas son que hasta se burlan del concepto ‘territorio sagrado’, como si nuestros cementerios no lo fueran. Tanto que se abrazan a la existencia de la RAM, desmentida por todos los que conocen del tema. Hasta siguen hablando del enfrentamiento en Villa Mascardi aunque el juez Gustavo Villanueva sólo encontró balas de prefectura y el disparo con que asesinaron a Rafael Nahuel haya entrado por un glúteo. Curioso enfrentamiento con violentos que atacan de espaldas y sin armas. A pesar de todo esto, los cautivos seguirán pensando que los mapuches son chilenos, armados hasta los dientes y que nos quieren robar todo.  
El segundo caso es más extraño porque no sólo contradice datos sino la lógica más elemental de la verosimilitud: la traición a la Patria y el encubrimiento que CFK y algunos funcionarios cometieron al proponer el Memorando de Entendimiento con Irán. Que sea el juez Claudio Bonadío el encargado de juzgar este caso ya es de por sí una paradoja; justo él, que fue apartado de la causa AMIA por encubrir a los verdaderos encubridores toma la denuncia del fiscal suicidado Alberto Nisman, que fue quien lo recusó. Y para que la traición a la Patria se encuadre en lo dispuesto por la Constitución, el creativo magistrado tuvo que inventar que nuestro país está en guerra con Irán desde el momento mismo del atentado. Con leer las diez carillas del acuerdo esta vergonzosa operación se desmoronaría en segundos y los manipuladores de la realidad deberían pedir disculpas.
Lejos de eso, cuestionan las detenciones arbitrarias pero no el fondo: que no hay encubrimiento ni traición, que las alertas rojas jamás se levantaron, que interrogar a los sospechosos no es exculparlos, que no hay nada secreto y que los legisladores lo votaron en pleno conocimiento del caso. Hasta el ex secretario general de Interpol, Roland Noble está involucrado en esta patraña jurídica que debería ser un punto de inflexión para retornar a la cordura. Pero para los odiadores gobernantes las brujas existen y las fábulas que inventan deben convertirse en fundamento de las condenas. Y entonces discuten sobre el desafuero de la senadora Cristina Kirchner en lugar de impulsar la expulsión de este impresentable juez. Ni siquiera la tibia posición de los opo oficialistas que dicen que hay que investigar cabe para este episodio ridículo. Hay algo auspicioso: si se aferran a este adefesio judicial es porque no tienen otra cosa para condenar a los funcionarios K.
Para continuar por este espinoso sendero a la desigualdad los ceócratas necesitan convencer a los sufridos ciudadanos de que es lo mejor para llegar al paraíso. Que renunciar a la dignidad y a los derechos es un sacrificio irrenunciable para el desarrollo del país. Que todo lo que habíamos disfrutado en años anteriores era inmerecido. Que un ingreso justo perjudica la competitividad. Mientras estos lemas hacen mella en la conciencia, la fortuna de los siempre ricos crece cada vez más. Los habitantes de Malawi deberían visitar Argentina para saber cómo son los verdaderos vampiros para no condenar a inocentes. Y de paso, darnos una mano.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Globos para el arbolito

El clima de esta época es agobiante y no por la proximidad del verano, precisamente. Además de la avidez propia de los angurrientos, los PRO llevan la impronta acaparadora del menemismo, las torpezas de la Alianza y la oscuridad de la dictadura. Y esta combinación es letal. El mejor equipo de los últimos 50 años atropella instituciones, riqueza y coherencia con la potencia de una locomotora, la complicidad de medios acólitos, comprados y extorsionados y la indiferencia de un público deslumbrado. Y dirigentes opo oficialistas que gruñen ante las cámaras pero gimen compungidos como cachorros falderos a la hora de oponerse a las destructivas iniciativas oficiales. Además, el espíritu amarillo desciende al llano para inspirar episodios cotidianos, como golpizas a homosexuales, expresiones racistas y multiplicación de prejuicios. Las etiquetas que estigmatizan vuelan con el viento y se posan para tatuar una letra en aquellos que osen pronunciar una crítica en serio. Y esa marca habilita desprecio, insultos y hasta golpes en los escenarios más insospechados.
Nadie se pone feliz con el precio de las cosas ni con las tarifas de los servicios públicos, salvo los empresarios que nos saquean o los que tienen de sobra. El malestar se palpa, el túnel se alarga y las esperanzas se diluyen. Sin embargo, esto no conduce al desencanto y menos aún a la indignación. Todavía funcionan las consignas que inventaron como excusas. Aunque la patraña de la pesada herencia resulta insostenible, cada tanto aflora como la causa de los desastres que estamos padeciendo. Y que los K se robaron dos PBI, aunque semejante monto es difícil de esconder en bolsos o bóvedas patagónicas; sí en paraísos fiscales, donde muchos de los PRO tienen empresas de fantasía para esconder el botín.
Uno puede escuchar las quejas y las diatribas al gobierno anterior en absoluto silencio o cuanto mucho, esbozar algún gesto de comprensión. En cuanto uno intenta explicar los motivos, desmontar una mentira o aportar información contra hegemónica, la mirada del interlocutor se trastoca. Con suerte, se puede recibir una mueca desdeñosa, seguida de un abrupto silencio; en un mal día, una frenética cascada de lemas más propia de un poseído que de un sujeto autónomo.
Un sendero tenebroso
Aunque parezca mentira, el entramado discursivo de la ceocracia gobernante es recibido por un número importante de conciudadanos como una lectura verosímil de una realidad muy compleja. Y eso que no hace falta ser un genio para descubrir sus absurdos ni tener demasiada suspicacia para advertir sus chanchullos. Desde la asunción del empresidente Macri, cada episodio muestra la ausencia de empatía con los damnificados de los dramas que provoca. El extravío del submarino ARA San Juan deja al descubierto la inoperancia del ministro de Defensa, Oscar Aguad y el desapego de Mauricio que se tomó vacaciones en pleno conflicto, ensayó metáforas poco felices relacionadas con el buceo y hasta les aconsejó “bajar la ansiedad”. En el medio, muchas mentiras y el destrato a los familiares de los tripulantes que no contaron con una visita de Macri y encima, ahora, los desalojan de los hoteles de la Armada.
Si esto no incomoda a los globoadictos, la innecesaria reforma previsional debería hacerlo. Además de la crueldad que significa tomar como blanco del ajuste al sector pasivo, la defensa de la iniciativa desborda de cinismo. Primero, presentaron la suba de la edad jubilatoria como una reafirmación del vigor de la tercera edad y de la libertad de trabajar hasta en la tumba. Segundo, recurren a las ecuaciones más inconsistentes para ocultar que, de aprobarse el proyecto, los haberes recibirán una recomposición menor que con la fórmula actual. El ingreso de los abuelos aumentará la mitad de lo que debería si dejaran las cosas como están.
Pero, como la hipocresía es su mayor atributo, el Gerente de La Rosada SA aseguró que el sector pasivo “ha visto disminuidos sus ingresos” con la fórmula actual y con la nueva “los jubilados van a ajustar sus ingresos por arriba de la inflación”. Una patraña descomunal o una brutalidad aritmética. Los propios diputados oficialistas reconocieron que el incremento será menor. Pero el primer premio del ridículo ya está direccionado hacia el diputado de Cambiemos, el usurpador de un puesto en el Consejo de la Magistratura, Pablo Tonelli. “Los jubilados recibirán menos plata –eructó sin dudar- pero no perderán poder adquisitivo”. Algo insostenible con la inflación implacable de los productos de la canasta básica, el monstruoso incremento de los medicamentos y los sacudones tarifarios de los servicios públicos.
Las fábulas que fundamentan este pantanoso sendero sólo se sostienen con mucho maquillaje y un perverso blindaje mediático. A pesar de que algunos voceros del establishment esbozan tímidos cuestionamientos –más por las formas que por el fondo- el aturdidor discurso único de la “Cadena Nacional” mediática no hace más que alentar el drenaje del bienestar de la mayoría. Además, los periodistas independientes rentados por el gobierno hacen malabares para ocultar las tropelías de los funcionarios amarillos y el abismo que se nos aproxima. Y sobre todo, aplauden la captura de las presas señaladas con la K y ponderan medidas judiciales que están muy lejos de ser justas.
La cárcel para los kirchneristas se ha convertido en epidemia, vulnerando la presunción de inocencia en causas que atropellan cualquier norma. La persecución política mimetizada de justicia –además de venganza- es la confirmación de los prejuicios que se fomentaron durante tantos años en el sentir del público cautivo. Prejuicios que se actualizan con la construcción del enemigo interno tan caro en nuestra historia. Si otrora fue la subversión hoy es el terrorismo, construcción tan confusa que puede tomar la forma de un desocupado, un indigente, un opositor, un mapuche y hasta un enclenque octogenario.
El clima de esta época asusta y que Macri condene la evasión fiscal, descompone. Pero lo que más desalienta es la resignación de algunos y la indiferencia de otros. La resignación de comer sapos en un país donde abundan los alimentos y la indiferencia al drama que muchos votantes permitieron. Lejos del derrotismo, las Calles comienzan a bullir para poner límites a este latrocinio y desafiar la prepotencia de estos aristocráticos patoteros. El que quiera entender que entienda y el que no, seguirá apoyando la estafa de los que nos despojarán de todo.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Un consenso inexplicable

Uno se siente como en otros tiempos: incómodo en soledad, desubicado en cualquier grupo, monotemático en las charlas, atónito ante la indiferencia. Sorprendido, porque no se percibe la crispación desbordante de otrora, aunque hoy sobran los motivos. Enojado, incapaz de explicar a los demás la causa. Atento al desencanto, que tarda en llegar. Contenido, para no reaccionar a las malas nuevas como un cacerolero. Uno recuerda a una porteña gritando a la periodista Cynthia García “devolvé la fragata”, en uno de los tantos encuentros de furor convocado por los medios para allanar el retorno del neoliberalismo a La Rosada. Lo mismo que gritarle a uno de los tantos apologistas disfrazados de comunicadores “devolvé el submarino”: ridículo. Quienes aprovechan las tragedias para hacer campaña no están del mejor lado de La Grieta, pero esa vileza les facilitó el triunfo. Vilezas avaladas por votantes tan confundidos que ni saben explicar por qué La Revolución de la Alegría es mejor que La Década Ganada.
El desconcierto es inevitable: los que ayer clamaban por el 82 por ciento hoy son militantes de la reforma previsional; los que antes protestaban por el impuesto a las ganancias hoy acatan pagar mucho más; los que se emocionaban por el reclamo de los quom hoy aplauden la cacería de mapuches; los que se embanderaban con la libertad de expresión ahora aceptan gustosos el discurso único; los que rabiaban por la corrupción k no se inmutan por el latrocinio M. Cuando las contradicciones son tantas no hay ideología que las contenga. Este es el resultado de la anti política, un extraño no-pensar que pone a los representantes como únicos responsables de todos los malos tragos. Mientras los ciudadanos reclaman castigos para los candidatos que eligen, los dueños y ceos de las grandes corporaciones esconden el botín lo más lejos posible.
El pensar no político exige que se combata la pobreza sin incomodar a los más ricos y a la vez que reclama honestidad, consiente las picardías de extorsionadores, especuladores y fugadores. La despolitización del sujeto conduce a aceptar las excusas de los poderosos y denostar a los que osan sustraer el fuego de los dioses. Ese fuego que incluye la capacidad de gobernar sin someterse a elecciones, algo propio de las grandes corporaciones y enormes terratenientes. Los individuos que abrazan la no política reniegan del Estado, pero son los primeros en clamar su presencia cuando se ven amenazados.
Este fenómeno no ideológico genera personajes simpáticos pero insustanciales, que parecen decir todo cuando están diciendo nada. El macrismo es la expresión de eso: de un licuado de ideas incoherentes con una promisoria presentación que lo hace más digerible. Cuando la indigestión empiece a mostrar síntomas, ya será imposible frenar la hecatombe.
La avaricia de los empachados
Mientras el director de la ANSES, Emilio Basavilbaso, asegura que en Argentina las jubilaciones son más altas que en Finlandia, la vice Michetti sentencia que es demagógico pagar 15000 pesos porque no está la plata”. Dos mentiras, una contradicción y un prejuicio en dos funcionarios del mismo gobierno con pocas horas de diferencia. Si bien en Argentina se pagan los haberes más altos de Latinoamérica, en Finlandia superan los 750 euros y si ésta fuera la cifra vernácula, estaría superando el límite de la demagogia impuesto por Michetti. ¿Acaso es demagógico mejorar la vida de los abuelos?. Y si no está la plata es porque el des gobierno amarillo toma medidas demagógicas con los más ricos, perdonando impuestos y deudas y aceitando la bicicleta financiera para acelerar el vaciamiento con la fuga de capitales.
Todo lo que ocurre en nuestra vida económica y social de hoy es porque así lo quiere la globocracia. Si la ANSES no es sustentable no es por una decisión cruel de los dioses sino porque despidieron a mansalva, la recaudación se vino a pique y rifaron el Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Y la idea de sustentabilidad es más adecuada para un negocio que para un organismo del Estado. Si el empresidente Macri tuviera la intención de beneficiar a los más vulnerables no pensaría en serruchar el ingreso de los jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH. Si La Rosada SA no fuera una usina de pos verdades nadie se atrevería a hablar del ahorro de cien mil millones que significa esta poda. El Estado no debe ahorrar, sino recaudar y distribuir, debe impulsar la actividad económica y no facilitar la fuga y la concentración de la riqueza.
Pero no debemos olvidar que cambiamos y tanto que ya estamos prontos a no reconocernos. Que la reciente Ciudadana Ilustre de la CABA desee manejar un carro hidrante para despejar piquetes es –valga el juego de palabras- por demás de ilustrativo. El discurso que prometía unir a los argentinos, no perseguir al que piensa distinto, respetar la pluralidad de voces y no quitarle la ayuda a nadie se ha convertido en su absoluto contrario. La inflación que Macri aseguraba bajar en dos minutos se multiplica por las medidas del Gran Equipo. Hasta la riesgosa idea de integrarnos al mundo se dificulta por la desconfianza que la impronta PRO inspira.
El escándalo por la participación de Macri y sus funcionarios en las listas filtradas de paraísos fiscales no lo hacen un paladín de la trasparencia y responsabilidad fiscal. Su historial de estafas al Estado con obras públicas no concluidas, transferencias de deuda privada y sobre precios, más los inocultables conflictos de intereses en que basa su gestión hacen que los diarios serios del mundo lo ubiquen entre los tres presidentes más corruptos. La prisión ilegal de Milagro Sala, la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, el fusilamiento de Rafael Nahuel, el encarcelamiento de ex funcionarios K sin el debido proceso y el hostigamiento de jueces cómplices a CFK alerta a los radares de los organismos de DDHH.
La novedad de estos días es la prohibición del ingreso a delegados de ONGs extranjeras a la reunión de la Organización Mundial del Comercio que se realizará en nuestro país a mediados de diciembre. El periodista indio Chakravarthi Raghavan, que cubre desde hace años estos encuentros comerciales, comparó esta situación con sus experiencias en tiempos de Videla. La decisión de revocar las acreditaciones otorgadas por la OMC fue tomada en conjunto por el ministerio de Seguridad y la Agencia Federal de Inteligencia porque, en muchos casos, estas asociaciones civiles tienen “vocación más disruptiva que constructiva”. El portavoz de Amigos de la Tierra en América Latina y el Caribe, Alberto Villarreal, opinó que “las listas negras del gobierno de Mauricio Macri en Argentina son preocupantes, y revelan la verdadera cara de este gobierno: neoliberal, empresarial y al servicio del uno por ciento de la población”. A tal punto indignó este abuso de autoridad que muchos de los censurados reclamaron al G 20 que reconsidere la locación de su cumbre del año próximo ya que el presidente Mauricio Macri ha demostrado claramente que su gobierno no respeta la democracia ni el pluralismo”.
Así estamos, saliendo de una ficticia Dictadura K que nos hizo recuperar sueños, dignidad, soberanía, orgullo y solidaridad para zambullirnos en esta pesadilla que nos está haciendo retroceder a los más oscuros laberintos de nuestra historia. Y para colmo, los encantados prefieren padecer la más innecesaria reducción de su bienestar antes que escapar del hechizo que hace de sátrapas trajeados, angelicales salvadores de la República.

jueves, 30 de noviembre de 2017

El virreinato del revés

¡Qué difícil resulta analizar el discurso de los apologistas de cualquier muerte! Mientras unos lloran y otros festejan, desentrañar lo que se esconde detrás de las palabras parece una tarea vana. Las emociones postergan la recepción de los conceptos, algo comprensible cuando hay lágrimas pero repudiable cuando monstruosos aplausos agregan más dolor. Sin embargo, renunciar a la reflexión es ceder demasiado terreno a los conquistadores amarillos. ¿Cómo no señalar las contradicciones, hipocresías y yerros teóricos de los que se creen inmunes? ¿Cómo observar, impasible, la destrucción oficial de los principios? ¿Cómo callar ante las barbaridades que inyectan a diario en la opinión pública? Desmontar el discurso dominante, cargado de mantras nefastos e intenciones destructivas, es un compromiso ineludible en esta batalla de ideas que lleva más de un siglo. Además, debe ser cotidiana y tozuda, aunque uno crea que nadie escucha.
Después del fusilamiento de Rafael Nahuel en Villa Mascardi, en lugar de mostrar mesura, los PRO recrudecieron su salvajismo. En realidad, no tanto, porque se privaron de exhibir imágenes de la pieza obtenida en la cacería de mapuches. Apenas justificaron, apelando al catálogo de necedades que saben de memoria y alardeando de una ignorancia sorprendente. La presentación realizada por los ministros de Justicia, Germán Garavano y de Seguridad, Patricia Bullrich hubiera tenido más éxito como stand up que como comunicado oficial. Aunque muchos salieron a afirmar que no existe, ellos siguen hablando de la RAM, como pueril estrategia para construir un enemigo a la altura de sus votantes. La propia Bullrich consideró que la RAM no es una organización concreta, sino un nombre genérico de grupos que actúan violentamente”. Un criterio tan amplio que impone una etiqueta perversa: cualquier violento será considerado ‘mapuche’, aunque sea en una cancha.
Esto no es nada en comparación con las atrocidades que dijeron como verdades jurídicas. “Nosotros no tenemos que probar lo que hacen las fuerzas de seguridad –sentenció Bullrich- Le damos a la versión que nos da la Prefectura carácter de verdad”. Si a esto sumamos el decreto que autoriza a un efectivo incumplir una orden judicial que juzga ilegal, nada puede fallar en La Revolución de la Alegría. Más aún si aporta certezas con tanta imprecisión: “las armas aún están ahí o ya las sacaron”. Menos mal que ni siquiera intentó explicar cómo un “atacante” recibió un disparo en el glúteo; un violento tan extraño que no sólo estaba de espaldas sino también agachado.
Pero la ministra fue más allá en la apología del horror: “no tenemos ningún límite más que los de la Constitución”. Sin embargo, en nuestra Carta Magna no existe la pena de muerte y el derecho a la tierra de los pueblos originarios es un mandato ineludible. Además, envalentonada por las cámaras, prometió que “no va a permitir ningún tipo de ilegalidad”, aunque los desalojos están prohibidos por la ley 26160, prorrogada por el Senado por cuatro años. Y después de tergiversar datos y conceptos, la funcionaria sentenció: “se acabó el mundo del revés”.
Exposición de la violencia
Pero el mundo del revés no se acabó porque los PRO siguen gobernando. Germán Garavano, más que de Justicia debería ser ministro de Manipulación porque en sintonía con las patrañas de Bullrich expresó las suyas con mucha seguridad. Para él, estamos ante “grupos violentos que usan medios violentos, que desconocen la Constitución, el Estado e incluso la propia Justicia”, pero además, los mapuches son tan malos que “no tienen interés en dialogar con los argentinos”. ¿Cómo van a rechazar la fórmula secreta de los amarillos para solucionar todos los problemas? Si algo faltaba para oscurecer el discurso PRO, la vice Michetti realizó sus nutridos aportes. "El beneficio de la duda lo tiene que tener la fuerza que ejerce el monopolio de la fuerza del Estado –explicó -si no le damos el beneficio de la duda, estamos haciendo las cosas mal”, agregó sin esperar los aplausos.
Sin dudas, la política del Estado macrista incluye el exterminio de los que no acepten su impronta. En ningún momento lamentaron la muerte del joven mapuche, ni siquiera como daño colateral. Por el contrario, esgrimieron el crimen como advertencia para los ‘violentos’ del futuro. Claro que Ellos ven violencia sólo en los que resisten el avance colonizador de los ceócratas. Para Ellos despedir, ajustar y cercenar derechos no es violencia; como tampoco lo es mentir, manipular o inundar las redes con operadores rentados; ni endeudar el país y rifar su soberanía. Para Ellos, violencia no es demonizar a los adversarios para convertirlos en enemigos ni presionar opositores para que aceiten este tortuoso sendero.
Ellos son los violentos que convocan al diálogo después de realizar el despojo. Ellos son los violentos porque hablan de consenso cuando sólo exigen sumisión y obediencia. Sin dudas, los Amarillos violentan las instituciones, aunque juren que las respetan. Ellos son los violentos, que exhiben hipocresía y cinismo, que ostentan corrupción porque son sus creadores, que transfieren fortunas a los que no las necesitan, dejando en el desamparo a los que tienen casi nada. Macri y su troupe son violentos porque han incumplido todas las promesas de campaña que permitieron el apretado triunfo electoral. Sin embargo, en estos días, el Gerente de la Rosada SA realizó una promesa que ya se está convirtiendo en realidad: “hay que volver a la época en la que dar la voz de alto significaba que había que entregarse”. Este es el país de sus sueños y después acusa a los demás de ser violentos.

lunes, 27 de noviembre de 2017

La osadía de correr el velo

Las tropelías de los amarillos tienen, todavía, pocas consecuencias en la percepción positiva de una parte importante de la sociedad. Nada la afecta, ni los chanchullos económicos del Gran Equipo, el furor represivo contra los que se ponen en su camino ni la succión vampírica de nuestros bolsillos. Nada extirpa la angelical imagen de Macri y su ballet que los cautivos incrustaron en sus retinas ni destierra las esperanzas que abrazan, aunque La Revolución de la Alegría ya no despierta ninguna. Cuando los muertos se empiezan a amontonar no debe haber lugar para la indiferencia. Si en tiempos de Cristina vociferaban por la inseguridad hasta por el fallecimiento de una mascota y marcharon bajo la lluvia por el falso homicidio del fiscal, ahora no mueven ni una célula ante la pulsión gubernamental de asesinar compatriotas.
El público globoadicto parece inflado a imagen y semejanza de sus gobernantes y por eso, las reacciones son monstruosas. Que el empresidente aproveche un finde largo para descansar y jugar al tenis en medio de la crisis del submarino es una muestra de eso. Quizá no tenga mucho para aportar en un incidente tan específico, pero al menos que disimule lo poco que le interesa. Una foto bien dispuesta con funcionarios preocupados ante un mapa no alcanza para gobernar el país, aunque los trolls de Marcos Peña la multipliquen por las redes. Sin embargo, muchos cautivos se conmueven ante las puestas en escena que construyen el simulacro amarillo. Aunque la imagen sea en extremo obscena -tanto en su composición como en sus fines-, alcanza para alimentar a los seguidores del Cambio. Los crispados de otrora son los híper relajados de hoy, a pesar de que sobren los motivos para estar como antes.
Ahora que los problemas son reales, las quejas parecen desterradas o al menos, contenidas, como si el consejo con forma de orden “hay que darle tiempo” tuviese validez eterna; como si ignorasen que la sensación de metida de pata comienza a trepar a la categoría de certeza; como si el narcótico fuese incapaz de adormecer por siempre todo atisbo de conciencia. El encantado sabe que cuando se rompa el hechizo, el horror explotará ante sus ojos. Por eso se aferra a los jirones de optimismo que los ceócratas tejen con dificultad. Cualquier filtración negativa podrá ser neutralizada con unos cuantos sí, se puede y seguirá por la vida feliz por haber contribuido al fin de la tiranía K.
El hábito del terror
Desde que 42 gendarmes dieron su vida por la causa represiva en un accidente de tránsito en Salta, la tragedia empezó a salpicar estas tierras. Así comenzó a gobernar Macri, poniendo todas sus piezas sobre el tablero, aunque tenga que sacrificar algunas. Según la Correpi –Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional- las tropas amarillas baten el triste récord de casi un muerto por día. El gatillo fácil se ha convertido en obligación para los uniformados que se despliegan en todas las latitudes. Los familiares de Santiago Maldonado no habían terminado de despedirse de sus restos cuando una nueva bala detonó en nuestros corazones. Rafael Nahuel, un mapuche de 22 años, es otra víctima de esta Conquista del Desierto siglo XXI que, como la del siglo XIX, sólo busca resguardar a los terratenientes.
Esta vez fue prefectura la encargada de desalojar a una comunidad mapuche de un lote en Villa Mascardi, a dos días de promulgada la ley 26160, que suspende por cuatro años los desalojos en tierras ancestrales. Y como el peor pasado confluye en este presente, las versiones oficiales toman por valedera la excusa del enfrentamiento. Un enfrentamiento extraño de hondas y boleadoras contra fusiles y metralletas; tan extraño que la víctima recibió un disparo que entró por un glúteo y salió por el tórax. En tiempos de la dictadura, los titulares ponían combate cuando relataban oscuros secuestros, homicidios y fusilamientos. La diferencia es que las tapas de ahora son a todo color. En aquel entonces, los lectores no tenían a su alcance información contra hegemónica, pero ahora sí. Si todavía quedan crédulos incondicionales es porque están guiados por una voluntad malsana.
Los cautivos televidentes del asfixiante relato oficial consumen a diario los argumentos de los poderosos. Los conflictos generados por la guadaña impiadosa de la Gerencia PRO son interpretados como palos en la rueda en este camino al paraíso neoliberal. Los mapuches son terroristas peligrosos que pretenden apoderarse del país con piedras y lanzas, los trabajadores impiden la competitividad con sus pretensiones de una vida digna y los jubilados provocan el déficit fiscal que tanto desvela a los funcionarios. En la mirada patronal de los canales más vistos, el salario es un gasto, la seguridad social, un desperdicio y la desigualdad, un principio arcano. Los voceros de la pantalla deben justificar este purgatorio que padece la mayoría por el pecado de haber gozado de algo parecido a la equidad. Los apologistas mediáticos ponderan a los pobres que agradecen, sumisos y humillados, los mendrugos que caen de la mesa del amo y señalan como enemigos a los que reclaman por sus derechos. Los monigotes detrás del vidrio se emocionan con gestos dadivosos y comedores comunitarios exitosos y condenan con furor las acciones solidarias y la organización horizontal. La programación tiene como fin aglutinar individuos para evitar que la comunidad se consolide como pueblo.
El televidente que antes recibía sobredosis de indignación hoy inunda sus venas con una paciencia de rumiante. Los venenos que regurgita contagian el cinismo de la clase gobernante, tanto que es capaz de celebrar el resultado de una autopsia y festejar como si fuera un gol, la puntería de un balazo en el glúteo de un joven.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...