Cada
año que termina invita a la realización de un balance. El segundo de La
Revolución de la Alegría necesita varios
tomos por su intensidad, muchas dosis
de digestivos para su elaboración y varios litros de tilo para no perder la
calma. Sintetizar 365 días de tropelías,
operaciones, burlas, provocaciones, torpezas, bravuconadas, ajustes,
incrementos, represión, injusticias y muchos ingredientes más del Cambio
excede la capacidad del autor de estos apuntes. Más aún si uno quiere evitar el
formato de inventario o enumeración, que, además de ser tedioso para la
lectura, siempre dará la sensación de quedar
a mitad de camino, por más empeño que uno ponga. Como sea, la cuestión no
es propalar lemas adversos al gobierno a la manera de los medios hegemónicos
contra CFK porque eso no forma
ciudadanos, sino autómatas odiadores. El empresidente Macri brindando por
la represión y por el éxito de los comedores comunitarios puede ser una
imagen adecuada para analizar el 2017 que ya estamos despidiendo. Y la vice
Michetti ejerciendo la presidencia agrega un anticipo de lo que nos espera para 2018. ¿Qué puede salir mal?
Nada
puede salir mal si Macri vacaciona en los parajes donde los mapuches de la RAM pretenden instalar una república independiente,
de acuerdo a los informes ultrasecretos del
ministerio de Seguridad. Tan
ultrasecretos que ni los mapuches lo saben. La familia presidencial en la
Patagonia, donde los mapuches ostentan armas capaces de cortar troncos de
cuajo, tal como denunció la ministra
Patricia Bullrich sin atisbo de vergüenza. Allí jugará Antonia, rodeada de uniformados más peligrosos y salvajes que
los mapuches de ficción construidos por los falaces amarillos.
Nada
puede salir mal si durante unas semanas Gabriela Michetti toma el timón para continuar el rumbo hacia el iceberg. Si no sabe
el nombre de algunos ministros ni las funciones específicas de cada ministerio,
siempre habrá un periodista samaritano
que le ayude a salir del entuerto. Que sus papelones mediáticos y
parlamentarios se multipliquen por las redes no afecta la dulce imagen que logró construir con su silla de ruedas.
Total, desentonar una canción de Gilda en el balcón de La Rosada o ser la
comensal estrella de una mesaza ya es galardón suficiente para pasar a la
historia. Si sus prejuicios sobre los mapuches se deschavan apenas balbuceados, para que nadie se enfade, dibujará en su rostro ese gesto tan
practicado de "estamos
aprendiendo".
Todo fríamente calculado
Nada
puede salir mal si los comedores comunitarios vuelven a convertirse en moda gracias a las políticas de exclusión que el Cambio derrama sobre la
sociedad. Que el hambre retorne a nuestras tierras para convertirse en problema
brinda la posibilidad de que señoras paquetas limpien sus almas culposas con
algunas gotas de caridad. Los cronistas cómplices pondrán en juego su ingenio para construir conmovedores informes sobre sacrificados patriotas que destinan tiempo y dinero para atenuar la angustia de los padecientes.
Eso sí, intentarán endosar a la Pesada Herencia la pobreza que desde 2015 no para de crecer.
Nada
puede salir mal si Argentina bate
records de endeudamiento en una competencia que no se detiene. Si los
miembros del Gran Equipo se enorgullecen
de eso, ¿por qué debería preocuparnos la espada de Damocles que penderá sobre las cabezas de las próximas
generaciones? Que el monto que supera
los 140 mil millones de dólares sólo haya servido para alimentar la
especulación y la fuga de capitales es apenas
un detalle. Aunque esa cifra hubiera dado mejores resultados volcada al mercado interno y al circuito productivo,
los muchachos del PRO se sienten realizados si reparten golosinas a los voraces piratas financieros del mundo.
Y si la jueza que reemplaza al fallecido juez Thomas Griesa es más complaciente con los buitres que con
los estados, el Ingeniero sabrá agachar la cabeza con dignidad para entregar
nuestro patrimonio a los carroñeros.
¿Qué
puede salir mal si los exportadores pueden acumular las fortunas en el exterior
sin volcar un solo centavo en las
tierras donde las producen? ¿Qué puede fallar, si la fusión de Cablevisión
y Telecom convierte a Clarín en un
descomunal monstruo inadmisible en cualquier país, salvo en el nuestro?
¿Dónde está el problema si la tendencia oficial es engrosar las cuentas de los
más ricos a fuerza de reducir los
ingresos de los sectores medios y bajos? ¿Por qué ver nubarrones en el
horizonte ante la creciente pérdida de
fuentes de trabajo, si los patrones están felices por el blanqueo de sus evasiones, el perdón de sus deudas y las rebajas
impositivas que no se detienen? ¿Cómo ser agoreros si los popes televisivos no hablan más de la crispación que tanto nos afectó años atrás?
Todo
está tan controlado que las protestas sociales ya no producen el caos de tránsito de antaño: apenas un malestar
que los medios hegemónicos mitigan con
buena música y chismes de la farándula. El malestar de gran parte de la
sociedad no puede afear la alegría de
esta revolución tan prometedora. El fiscal de Cámara Germán Moldes ya se
encargó del tema al cuestionar el "festival
de liberaciones" y pedir la sanción de una ley que impida las excarcelaciones de detenidos en
el contexto de una protesta social. Nada puede fallar si cualquier manifestación
se interpreta como intención sediciosa y las
fuerzas del orden están dispuestas a dar lecciones de civismo con palos, balas
y gases. Y si los organismos internacionales de DDHH advierten que la saña
represiva se torna preocupante, nada mejor que recitar deseos de paz con una copa en alto para celebrar la integración al
mundo. Que la violencia institucional haya producido un muerto por día
desde la asunción de Mauricio es como
un viaje a la luna en privilegiados vuelos individuales.
Mientras
Macri denuncia presos políticos en Venezuela, los medios cómplices celebran la injusta prisión sin condena de
militantes, funcionarios y empresarios del gobierno anterior. Gracias a la
treta de convertir al kirchnerismo en una asociación
ilícita, el Gran Equipo puede
desgobernar el país a su antojo y presentar metas de inflación que fracasan apenas pronunciadas, sin
sacudones significativos de la opinión pública. Si no fuera por el blindaje de
las pantallas, los cacerolazos tan
temibles estarían ensordeciendo los aristócratas oídos amarillos. Si no
fuera porque más del 90 por ciento de los medios son apologistas, el extravío
del ARA San Juan sería un escándalo
comparable a la tragedia de Once y los desembozados negociados de los PRO desterrarían la tontuela idea de que los K se robaron todo.
Por
todo esto y mucho más, aunque el abismo
ya conocido se anuncia a unos pocos pasos, muchos vecinos están a la espera
de que las cosas mejoren. Mientras las angelicales promesas puedan mantener hipnotizada a una parte
importante de la población, nada puede salir mal con esta vieja ola neoliberal que vuelve a sacudir nuestras tierras.
mil gracias Gustavo por todos los apuntes a lo largo del año 2017-abrazo y comparto
ResponderBorrarBueno, el año se termina, un año fantástico como bien lo resumiera usted, obviamente los mejores deseos para el 2018, es que se repita.... y ahí vamos. ¿vió que el dólar pasó de "blue" a "marginal"?, grandioso, no?.
ResponderBorrarSi, saben dibujar sus fracasos y tropelías de reformulaciones. Antes el blue era un escándalo; el marginal, es divino. Felicidades
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