viernes, 30 de mayo de 2014

Otra consigna carroñera que se derrumba

     Un pedido desesperado a quienes tengan intenciones de sumarse a la carrera presidencial: un poco de seriedad a la hora de hacer las propuestas de campaña. Un programa de gobierno no puede estar basado en inconsistencias tales como el respeto a las instituciones y la división de poderes, salvo que estemos en lo más profundo de una crisis, situación que formó parte de las peores pesadillas de nuestro pasado. O, en todo caso, que sus autores enumeren las situaciones en que se alteran esos tópicos y que aclaren quiénes son los que las provocan. Claro, esto no lo dicen porque los que más pisotean las instituciones son los grupos económicos concentrados que hacen lo imposible para gambetear las leyes y presionan al Poder Judicial para que facilite su perverso accionar. Tampoco vale agitar el fantasma de la corrupción porque así, en abstracto, sólo contribuye a generar desconfianza hacia las autoridades avaladas por el voto popular. Así no vale: no existe La Corrupción, sino los personajes corruptos. Esa debe ser la manera de construir un país con futuro.
   Pero no son éstas las únicas inconsistencias que se han escuchado de los apresurados candidatos en campaña. El aislamiento del mundo es un lugar común de los que – de manera conciente o no- pregonan un retorno a las relaciones carnales que tanto nos han perjudicado. Porque cuando dicen que estamos así, aislados del mundo, deberían especificar también de qué mundo estamos aislados. Porque si no parece que viviéramos en la estratósfera del Infame Riojano, que no es Ramón Díaz, vale aclarar. Ni siquiera Cuba, que es propiamente una isla bloqueada por el Imperio, está aislada del mundo. Entonces, para que esa fórmula que recitan no parezca una pavada deberían aclarar qué significa estar aislados del mundo. Si no lo hacen, quedará como pavada.
   Y vaya si lo es. El relato kirchnerista de esta semana incluye dos hechos internacionales trascendentes por el mismo precio. De paso, podemos incluir el buen resultado que tuvo el escandalete de la emblemática carta papal, con la desmentida de la desmentida realizada por el propio Francisco. Todavía estamos a la espera de las disculpas pertinentes por parte de los periodistas y políticos de la oposición que salieron a decir tonterías deslegitimadoras entre el jueves y el sábado de la semana pasada. Mientras esperamos en vano, podemos seguir adelante con este apunte.
   Uno de los hechos internacionales importantes ya es conocido, salvo para los lectores cautivos de los medios hegemónicos, que poco o nada publicaron del asunto. Nuestro país fue invitado por Rusia a participar de la sexta cumbre del Brics, el bloque de países emergentes, en Fortaleza, Brasil, a mediados de julio. Este organismo reúne a cinco países que, en conjunto, significan la cuarta parte del producto bruto mundial, el 43 por ciento de la población del planeta y moviliza el 20 por ciento de la inversión del mundo. El mero hecho de haber sido invitados, da por tierra esa absurda consigna del aislamiento que muchos aún denuncian. Mientras más lejos estemos del mundo del que, según ellos, deberíamos formar parte, mucho mejor nos irá.
   La Presidenta se hizo cargo de dar a conocer el segundo hecho, para que no sea ocultado, minimizado o tergiversado por los confundidores de siempre y tiene que ver con el acuerdo alcanzado con el Club de París. Negociación muy compleja porque las exigencias iniciales de los acreedores no se condecían con las aspiraciones de un país que está re-construyendo su soberanía. Porque ganó la cordura o porque la convicción de Kicillof deslumbró a los negociadores, el resultado es muy favorable. Y para los que dicen que la deuda no debería pagarse, ya es demasiado tarde, porque desde 1983, con la asunción de Raúl Alfonsín, los estragos económicos de la dictadura pasaron a formar parte de nuestro patrimonio. Podría haberse evitado, pero no pudo ser.
   Entonces, todos los que se erigen como revolucionarios de varieté, en lugar de clamar dicterios contra la Deuda, deberían exigir que los que se beneficiaron con ella contribuyan a pagarla. Porque las enormes cifras que entraban con formato de crédito iban a parar a las cuentas extranjeras de los empresarios instigadores del golpe, en lugar de destinarse al desarrollo productivo. Nombres de los principales exponentes del Poder Económico que, en vez de agradecer semejante favor, continúan especulando y complotando para seguir llenando las jorobas. A éstos hay que reprocharles el tema de la Deuda. O por lo menos, recordarlo cada tanto para que no sigan jorobando nuestra vida.

miércoles, 28 de mayo de 2014

La palabra del Poder Fáctico

    Las declaraciones emitidas por Adrián Suar la semana pasada prometen ir más allá de Adrián Suar. O, mejor dicho, provienen del Más Allá. La voz de Suar es la Voz de los que quieren recuperar la voz. En realidad, quieren volver a ser la Única Voz. Un detalle que ha pasado desapercibido es el uso de la expresión ‘para mí’, muy común en cualquier conversación. Un ciudadano de a pie expresa de esa manera su calidad de ‘don Nadie’, su afirmación de ser uno más que aporta su opinión, expresa su humildad y evita imponer una posición como algo absoluto. En cambio, cuando la utiliza un personaje con poder ocurre todo lo contrario. El ‘para mí’ de Suar es la imposición de la manera en que las cosas deben ser. De esta forma, sus dichos disfrazados de consejos bienintencionados se transforman en una sentencia, en una advertencia, en una amenaza. El ‘para mí’ de Suar es una primerísima primera persona, una palabra hegemónica que podría traducirse como “ojo que esto lo digo Yo, que Soy Suar”. Entonces, cuando dice que “el actor tiene que agradar a todos”, está advirtiendo que todo actor tiene que complacer al Poder, personificado en él.
Ya está claro, para no aburrir con tantas traducciones, que cuando Suar y otros personajes similares cuestionan los posicionamientos políticos y los análisis ideológicos están confesando, lisa y llanamente, que les molesta que alguien con cierto renombre hable bien del kirchnerismo. Y esto es así porque la letra K ha llegado a desesperarles. Hay muchos porqués de esto que se pueden resumir en esta idea: el kirchnerismo ha venido a disputarles la hegemonía y no a complacer sus antojos.
Antes, el posicionamiento ideológico del establishment se transformaba en sentido común y por eso resultaba natural la difusión de ideas como la libertad de mercado, la baja de impuestos, la reducción de salarios, el achique presupuestario, entre otras delicias que angustiaron nuestra vida. El ideario kirchnerista busca reducir ese sentido común, esa doxa, a lo que verdaderamente es: el posicionamiento ideológico de una minoría que se pretende patricia. Una minoría que procura sostener sus privilegios a costa de pisotear derechos. Una banda de angurrientos disfrazados de correctos republicanos. Una manada de carroñeros que se enriquece a costa de la miseria de la mayoría. Un coro de hipócritas que aconsejan enseñar a pescar, en lugar de regalar pescados, pero agitan el río con sus flotas pesqueras para apoderarse de las mejores piezas. Así son, ya no quedan dudas. Y no buscan el bien del país sino el propio beneficio.
Por eso, los medios que apuntalan esas creencias niegan la realidad y mienten todos los días. Por eso, sus contenidos son desalentadores y sólo buscan generar desconfianza y angustia. Desde los primeros meses de la asunción de Néstor Kirchner anuncian un fin de ciclo que nunca llega. Y les revienta en serio que nunca llegue, que esto quede bien claro. Una plaza como la del domingo es la negación de eso que tanto auguran. Por eso la tapan con sus desinformadoras tapas y difieren el núcleo de la información a su aspecto más banal: si bailó, si se emocionó en serio, si sintonizó con el mensaje eclesiástico, si estaba crispada, sola o angustiada. Hacia cualquier lado disparan el foco de atención para desviar la mirada de esa plaza poblada de emocionados, expectantes y entusiastas ciudadanos.
La voz de Suar es la voz del Poder que aconseja a los actores que se han atrevido a expresar sus simpatías hacia el Gobierno Nacional que sean más críticos. Algo que muchos no hacen respecto a la gestión del Jefe de Gobierno porteño, vale destacar. Todos los Suar están exigiendo, no una posición crítica, sino una pose criticona, como bien enseñan los popes de los medios hegemónicos: todo lo malo que sucede es culpa de Cristina y lo bueno, resultado de la pura casualidad. Y esto es porque anhelan como nunca la llegada del fin de ciclo que tanto pronostican.
Un ciclo que los enloquece porque han tenido que esforzarse como nunca para mantener sus privilegios; un ciclo que les ha permitido enriquecerse pero los ha dejado expuestos y también exhaustos; un ciclo que se reformula a cada paso, que se les escapa de las manos, que se puede convertir en algo más que una anomalía. Pero lo que más les desespera es que este ciclo no parezca en agonía. Por el contrario, se muestra tan vital, dinámico y vigoroso como siempre. La revancha con la que tanto sueñan parece está cada vez más lejos. Y sus siervos, de tan desorientados, ya no saben qué hacer.

lunes, 26 de mayo de 2014

No hay milagros para la construcción de un país




Parece mentira que tan pocas líneas sirvan de inspiración para tantas pavadas. Sin embargo, dejó una vez más al descubierto que algunos personajes de los medios de comunicación no quieren el bien para el país. Y esta afirmación no es sólo una opinión, sino un recorrido por algunas evidencias. El absurdo episodio de la carta papal no sólo muestra la fragilidad del rigor informativo, sino las malsanas intenciones de los siervos del establishment. Porque los medios opositores no sólo se dedicaron a amplificar una supuesta trampa –o una insignificante desconexión- sino que la utilizaron para horadar la credibilidad del Gobierno. O, en el más leve de los casos, para sugerir una desprolijidad en el manejo de la información pública. De una o de otra manera, intentan deslegitimar a las Autoridades Nacionales, buscan despertar al cacerolero dormido para allanar el camino hacia la restauración neoliberal. Y que todo esto ocurra en la semana previa a las celebraciones de la Revolución de Mayo no es casual. Monseñor Karcher les regaló el hueso y los carroñeros lo mordisquearon hasta sangrar sus encías. O hasta el ridículo, como todos los serviles monigotes que mascullaron su desprecio ante cámaras, micrófonos o teclados para machacar con la insostenible hipótesis de que Cristina y sus secuaces hacen todo absolutamente mal.
En este nuevo capítulo de la operación “Tumbemos a la yegua”, también quedaron expuestos como en todos los anteriores. Seguramente, las escaramuzas verbales que destilaron en tan sólo unas horas servirán como archivo para análisis académicos no sólo sobre ética periodística, sino también sobre estrategias destituyentes. Poética, retórica, plástica, psiquiatría, sociología y otras disciplinas podrán alimentarse de ellas porque hubo tanta riqueza en esos improperios opinativos que hasta podría diseñarse una nueva escuela de pensamiento para el siglo XXI.
Para no saturar este apunte, tomaremos sólo algunas muestras, porque el corpus es tan amplio que no permite abarcar la totalidad de las tonterías que se dijeron. Para empezar, es necesario buscar un punto de partida, como debe ser. Todo comenzó con la ya estelar carta que, de tan burocrática, parece de película que haya desatado tanta batahola. Aunque en realidad, todo empezó con monseñor Guillermo Karcher, encargado del protocolo de El Vaticano que se posicionó como vocero de Francisco, aunque no lo es. El escándalo se desató con sus irrespetuosas desmentidas, pues debería saber que rutinariamente se envían estas cartas vía telegrama ante las fiestas patrias de cualquier país. Y también debería saber que esos telegramas se imprimen con el membrete de la Nunciatura. ¿O el punto de partida es el constante accionar de los peleles trajeados para sembrar la desconfianza, el desprecio, el prejuicio desde esos medios que sólo buscan el caos?
El jueves a la noche, desde El juego limpio, Nelson Castro superó su habitual histrionismo para declamar: “esto del gobierno de echarle la culpa a otros siempre es característico y queda  manifiesta esta maniobra que alguien ideó con la intención de ponerle a la presidenta una cáscara de banana que el gobierno pisó como consecuencia de lo que es el relato”. En La Nación, Mariano Obarrio, escribió el viernes que “la relación entre el Gobierno y el Vaticano quedó envuelta ayer en un inédito escándalo por la difusión de una falsa carta del papa Francisco a la presidenta Cristina Kirchner”. O la tapa de Clarín “Papelón diplomático: El Gobierno difundió una carta del Papa que resultó ser trucha”. Y como expertos, apelaron a la hermenéutica, a la grafología, comparación de membretes y a cualquier otro saber para demostrar el engaño que no era tal. Otra vez quedaron intoxicados por su propio veneno, porque el asunto no era tan grave para destilar semejante cantidad.
La magia del compromiso
Si alguien espera que se disculpen o que den el paso al costado que siempre exigen a los funcionarios implicados en sus fabulaciones, quedará decepcionado. Por el contrario, redoblaron la apuesta para seguir manipulando a su público, cada vez más disminuido. Después de que los hechos quedaron aclarados, llegaron a sugerir que Francisco confirmó la veracidad de la carta para ayudar a Cristina. Bastante tontuelo creer que el Mandatario de El Vaticano arriesgue su credibilidad para salvar la imagen de La Presidenta. Pero los tontos existen y también los prejuiciosos. Por eso, las usinas de estiércol continuarán aportando su dañino material hasta lograr la disolución de la sociedad o perecer en el intento.
Mientras tanto, una multitud desborda Plaza de Mayo para demostrar el apoyo indisoluble a CFK. Lejos de las celebraciones con desfiles militares, cargadas de solemnidad, ahora toda fecha patria se convierte en fiesta popular. Más lejos aún de aquellos discursos de ocasión de los presidentes anteriores, ahora hay palabras consustanciadas con el pasado y comprometidas con el futuro. A miles de kilómetros de aquellos pacatos que se escandalizaron con el Himno según Charly García, ahora no sólo se lo corea sino que se lo baila. Y a una distancia sideral de Fernando de La Rúa que, desde la soledad, suplicaba por un milagro para salvar a la Patria. Ahora, no hay milagros, sino política; no hay soledad, sino multitud; no hay solemnidad, sino la alegría del pueblo.
Para atraer la mirada de los medios hegemónicos, los políticos de la oposición ya estarán recitando sus lloriqueos de siempre: que es un festejo de todos y no de un partido, que La Cámpora se apropió de una fecha patria, que la mayoría fue a ver gratis a los artistas o que Fuerza Bruta repartía choripanes. En fin, apelarán a las inconsistencias habituales con tal de no advertir el fracaso en que se están encerrando. Ninguno de los que se creen salvadores de la República lograría convocar tanta gente ni despertar tanta pasión. Ninguno de sus discursos generaría tantas expectativas ni esas miradas cargadas de admiración y esperanzas. Que digan lo que digan porque sabemos que están equivocados.
Y también se equivocarán en las interpretaciones del discurso presidencial. La idea del diálogo siempre aparece como fórmula mágica para salir de los escollos. Muchos de los exponentes de la oposición reclaman el diálogo a cada rato, aunque se fugan por la tangente cuando tienen oportunidad. Para ellos, el diálogo es sólo la obediencia a las órdenes del Poder Fáctico, a sus exigencias para garantizar el flujo de divisas hacia sus arcas. Para evitar confusiones, el diálogo sólo se da entre iguales; entre desiguales, es conflicto, puja, lucha.
Algo similar ocurre con la palabra ‘unidad’, a la que CFK apeló en su discurso por el 204 aniversario de la Revolución de Mayo. “Convoco en esta fiesta patria a la unidad nacional –expresó La Presidenta- Pero no a cualquier unidad, no me interesa la unidad nacional para volver para atrás, no me interesa la unidad nacional para no ocuparse de los pobres y los excluidos”. Claro, no es lo mismo la unidad que la unión. Esta última se da de arriba hacia abajo y tiene un carácter autoritario; la unión es aceptar los condicionamientos del establishment; es un pegote impuesto por los poderosos. La unidad, por el contrario, es una construcción que surge desde abajo, horizontal, democrática, solidaria, fraternal. A esto convoca Cristina, a una consolidación colectiva de lo que hemos edificado en estos años. “Cualquier esfuerzo individual, cualquier esfuerzo de un puñado de hombres, no puede construir una Nación –explicó ante la mirada atenta de los asistentes- Solamente lo hace cuando ese puñado de hombres es acompañado por el pueblo”. No con rezos ni milagros: sólo de esa manera se construye un país, entre todos y con todos. Salvo aquellos que no quieran saber nada con todo eso y sólo deseen un territorio al servicio de sus mezquinos intereses. Esos sí deben quedar afuera para siempre.

viernes, 23 de mayo de 2014

Contraindicaciones del consumo informativo


Mientras los medios opositores se entretienen con un testigo en peligro más aficionado al estrellato que a la clandestinidad, Argentina se convierte en el primer país del mundo con un Digesto Jurídico con aprobación parlamentaria. Para el ministro de Justicia y DDHH, Julio Alak, ésta es “una obra de trascendencia histórica, la primera en su tipo en el mundo, que democratiza el derecho y lo convierte en patrimonio de todos los ciudadanos”. Las 31400 leyes producidas desde 1853, con esta iniciativa, se reducen a 3300, lo que elimina superposiciones, contradicciones y caducidades. El secretario de Justicia, Julián Álvarez, sostuvo que “es un paso muy importante en el proceso de simplificación y actualización normativa” y destacó que se trata de “otro significativo avance en materia de acceso a la información jurídica”. Pero como esto no sirve para sembrar la desconfianza del público, las propaladoras de estiércol continúan mordisqueando con el caso Ciccone y del ex funcionario amenazado en circunstancias bastante dudosas.
El ya conocido caso de Guillermo Capdevila, que tuvo que huir del país porque su vida corre peligro, inundará por unos días la agenda informativa. Un poco más de confusión para los ya confundidos transeúntes nunca está de más si el objetivo es torcer el rumbo que ha tomado nuestro país en mayo de 2003. Paciencia, ya encontrarán otra cosa para reemplazar este inconsistente hecho. Peor sería que, de un día para el otro, empiecen a hablar bien de Cristina y su equipo.
Mientras tanto, lo que hay que saber es que Capdevila declaró ante el fiscal Carlos Rívolo el 19 de marzo de 2012 y nada de lo que dijo compromete al vice Presidente Amado Boudou, sino todo lo contrario: lo deslinda de toda responsabilidad en la causa Ciccone. Entonces, ¿de dónde vinieron las amenazas, si las hubo? Si tanto miedo le provocó que dos personas le hayan dicho en el Rosedal que declare bien, ¿por qué esperó 19 días para hacer la denuncia y ponerse a resguardo fuera del país? Si tan traumática fue la situación, ¿por qué no recuerda nada de nada, salvo algunos datos difusos? Si su objetivo es que no lo encuentren, ¿por qué concedió entrevistas en todos los programas a través de su celular sin preocuparse por la posibilidad de ser localizable?
Pero lo que más repugna de esta operación es el uso de la desaparición de Jorge Julio López en medio de los juicios del circuito Camps. El propio Capdevila apeló a esa atroz analogía en su escrito, lo que habilitó que se convierta en lugar común para los voceros del establishment. López es un testigo de un caso de Lesa Humanidad y su desaparición se encuadra en la impunidad de la que gozaron durante muchos años los personeros de la oscuridad. Guillermo Capdevila, en cambio, es testigo de un proceso de investigación por un confuso episodio de corrupción que involucra –no se sabe cómo- a Boudou. Hasta el hijo del albañil que fue secuestrado y torturado en la dictadura y desaparecido en democracia salió a protestar por el atropello: Rubén López aseguró que le da “bronca que utilicen con tanta liviandad un caso como el de mi papá”. Pero ya sabemos que, cuando los exponentes del Poder Fáctico meten sus garras, todo se transforma en podredumbre.
Un país que no se tapa
Quienes piensen que esta operación mediática se pergeñó sólo para minimizar la aprobación del Digesto Jurídico se están quedando cortos. Hace años que fuerzan sus tapas y arriesgan su ya pisoteada credibilidad para convencer a su hechizado público de que estamos peor que nunca. Y como no les sale tan bien, están cada vez más desesperados y ya no les importa traspasar los límites del ridículo. Lástima que sus prejuiciosos seguidores no lo advierten y, muy confiados, no dudan en recitar las consignas que a diario, brotan como hongos desde las tapas, parlantes y pantallas. Y no conformes con eso, parecen satisfechos al andar por la vida con el ceño fruncido y el enojo a flor de piel, después de reciclar viejos prejuicios a fuerza de titulares.
Tan indignados desean estar que son capaces de llenar sus alacenas con productos a precios exorbitantes  para no apoyar el programa Precios Cuidados. Y esto a pesar de que varios organismos internacionales coincidieron al decir que esta iniciativa garantiza el acceso a los alimentos y puede evitar la especulación de los formadores de precios. Claro, es más sencillo culpar a Cristina por las alucinadas cifras que adornan las góndolas que enemistarse con los empresarios angurrientos.
Complacidos por estar indignados, tienen sus oídos impermeabilizados para las buenas noticias. Y si se enteran de algo bueno, tratan de olvidarse al instante o tomarlo como una anomalía. Los manipulados expertos niegan la novedad o la reciben con indiferencia. Ante la llegada de nuevas unidades para renovar el sistema ferroviario del transporte, opinarán que llegan demasiado tarde. Con el descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo y gas no convencional en Chubut, apelarán a su ideario ecologista y dirán que la extracción contamina, algo en lo que no piensan cuando usan el coche hasta para ir al baño. Si se enteran de que el Estado consiguió 72 mil lotes para el plan de viviendas Pro.Cre.Ar, sostendrán que premian a los vagos.
Y así, a cada paso. No es para menos, si los medios opositores se regodearon durante toda la tarde del jueves cuando difundieron la desmentida de la carta del Papa Francisco saludando a Cristina por el aniversario de la Revolución de Mayo. El vocero del Vaticano, el cardenal Guillermo Karcher había considerado esa novedad como una “truchada de mala leche”. Los informativos radiales y televisivos babeaban al desbaratar una mentira más de este gobierno autoritario y populista. Después, cuando la verdad se conoció, archivaron el tema o lo diluyeron a fuerza de creatividad. Un poco extraño que alguien tan cercano al pontífice no sepa que es costumbre enviar este tipo de saludos a los países que están próximos a celebrar una fecha patria.  Eso sí, los medios hegemónicos jamás destinarán a la desmentida el mismo espacio que dedicaron a difundir la mentira.
No importa. A esta altura de las cosas, los argentinos sabemos que estas operaciones mediáticas son moneda corriente. Está engañado quien se deja engañar. Quizá no todos estén al tanto de que la estrategia de los voceros del establishment es desalentar estos caminos populares que conducen a la equidad para retornar a los lúgubres laberintos del neoliberalismo. En ellos habrá que invertir más saliva para desengañarlos. Algunos serán convencidos y otros, persistirán en la confusión.
Pero están también los que coinciden con ese nefasto ideario, algo que no constituye una ilegalidad pero tampoco es un mérito. El mayor logro será dejar cada vez más solos, más expuestos, más obscenos a estos infames nostálgicos de la exclusión. El gran triunfo consistirá en desnudarlos cada vez más, despojándolos de sus disfraces de grandes señores. La victoria vendrá cuando estos oscuros episodios se conviertan en graciosas anécdotas del país desigual que estamos dejando atrás.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Con el desprecio de siempre


Si muchos de los exponentes de la oposición dieran un paso más allá de los estudios televisivos, se encontrarían con un panorama diferente al que sirve de inspiración para sus dicterios. Pero no, insisten en explotar al máximo el espacio que brindan los medios hegemónicos y elaboran sus consignas a partir de esos contenidos. Y lo peor es que confunden rating con intención de voto. Tal vez por eso, el Jefe de Gobierno porteño comenzó su campaña presidencial con un novedoso instrumento: concretar matrimonios, como si en lugar de ingeniero fuese un Juez de Paz. Al menos, de fracasar sus intentos de mudanza a la Casa Rosada podrá emular a Roberto Galán en su emblemático programa televisivo “Yo me quiero casar”. Ajena a todo esto, la senadora Gabriela Michetti está convencida de que el líder de PRO ya casi es presidente. Por eso propone que todos se enfilen detrás de Mauricio Macri para derrotar al kirchnerismo el año que viene. Enceguecida por su desprecio –y temerosa de la segura derrota- lanzó un ultimátum a la comunidad: “es República o Estado narco”, a tono con las tendencias de la moda informativa, para variar. Por suerte, nuestro país está muy lejos de esa disyunción: de ser así, todos los que simpatizamos con este proyecto con tantos logros en su haber–y promete mucho más- estaríamos involucrados en la comercialización de estupefacientes. Y no es así, por supuesto. Con estos dichos, la senadora del PRO no hace más que reciclar el siempre vigente lema sarmientino: civilización o barbarie.
Y no es lo único que actualiza. La mirada patricia siempre está presente en muchos de los integrantes de esa fuerza no-política. Como los iluminados que no son, creen tener la solución para todos los problemas del país. Gabriela Michetti, en una charla organizada en la Legislatura porteña junto a Elisa Carrió, Julio Cobos y Ricardo López Murphy, señaló que “el PRO es un espacio que requiere que en 2015 muchas personas se hayan sumado”. La pretensión de ella y muchos más es conformar una nueva política de dirigentes “y no de partidos”, porque, según datos estadísticos que sólo la senadora debe conocer, “sólo el 20 por ciento de los argentinos se ve representado por un partido”. Por eso, su mejor propuesta es hacer política por fuera de la política, con gente que nunca se ha dedicado a ello.
Esta nueva idea no tiene nada de nuevo: no es más que el sentido común que tantos estragos ha hecho en el pasado de pensar que existe una manera lógica de resolver los problemas del país por fuera de cualquier posicionamiento ideológico. Cuando estas propuestas prenden en la sociedad, quienes se hacen cargo del manejo de los asuntos del Estado son los exponentes del Poder Fáctico, que sólo quieren que todos estemos sometidos a sus intereses. No hay que escuchar estos cantos de sirena, pues detrás de esos sones encantadores se escudan las peores bestias, dispuestas siempre a depredar nuestros bienes.
La llegada de un milagro
Pero las fieras angurrientas no son patrimonio exclusivo de nuestro querido país. La llegada al gobierno de Michelle Bachelet promete necesarias transformaciones en el vecino país y las consabidas protestas de los destructores de siempre. El mito del milagro que muchos aún recitan queda destruido con la desigualdad que padece gran parte de su población. A mediados del mandato de Sebastián Piñera –el Macri trasandino- los pobladores de Puerto Aysén, localidad ubicada a 1300 kilómetros al sur de Santiago, solicitaron que Argentina los adopte, debido al abandono que padecían en los servicios esenciales. Después, las demandas estudiantiles por el acceso gratuito a una educación de calidad terminaron por demoler el poco prestigio conseguido por el empresario devenido a presidente con la epopeya de los 33 mineros. No es para menos: el lucro que persiguen muchas entidades educativas deja a las familias endeudadas durante gran parte de su vida. Por eso, muchos estudiantes han decidido seguir su carrera en nuestro país, pues resulta más económico que pagar las cuotas que cobran.
Bachelet inició su mandato con dos medidas que prometen enardecidas reacciones. En primer lugar, el proyecto de reforma impositiva despertó el enojo del embajador estadounidense en Chile, Michael Hammer, que consideró amenazadas a las empresas de su país. En segundo lugar, presentó un gran proyecto de reforma educacional escolar para poner fin al lucro y establecer la gratuidad. “Sin una reforma profunda a su educación, Chile no logrará el desarrollo”, justificó la Mandataria en el Palacio de la Moneda. “La educación es un derecho y no un privilegio –agregó Bachelet- el lucro, la selección y el copago son incentivos equivocados que combinadamente afectan la calidad y comienzan la discriminación, la segregación y la inequidad”. Romper con el país pergeñado por el dictador Augusto Pinochet, la rancia derecha vernácula y los Chicago boys de los setenta costará mucho esfuerzo, pero es necesario para que todos nuestros vecinos puedan vivir con dignidad.
En el contexto regional parece inevitable abordar este maravilloso sendero hacia la equidad que muchos países emprendieron. En el primer mandato de Bachelet muchas reformas quedaron en el tintero, por esa falaz consigna de evitar los conflictos y las divisiones. Claro, las minorías privilegiadas pretenden que todos estemos de acuerdo en la permanencia de sus privilegios, por más que eso nos hunda en la pobreza. Ante cualquier intento de modificación de ese estado de las cosas, amenazan, calumnian, insultan. Desbocados, acusan de autoritario a quien intente apenas limar sus fortunas, producto de la explotación, la especulación y la corrupción.
Para estos avaros que se piensan patricios, sus ideas parten del sentido común, en oposición a las propuestas reformistas, originadas en ideologías despreciables. Para ellos, sostener sus privilegios, acrecentar sus ganancias a costa del padecimiento de la mayoría, someter la democracia a sus angurrias no es ideología, sino la lógica por la que se mueve el mundo. Pero ya están deschavados: apenas unos pocos desprevenidos se dejarán engañar por estas nocivas consignas. Sólo un Estado comprometido con los intereses de la mayoría puede garantizar la conquista de derechos y la consecuente equidad. Y para eso es necesaria la existencia de políticos convencidos de que sólo las ideas pueden transformar un mundo tan desigual. Para no olvidar: cuando un político quiere conquistar votos negando la política, hay que dejarlos solos porque detrás de ellos se esconden los más desaforados vampiros.

lunes, 19 de mayo de 2014

El espectáculo de las desproporciones


   La región central del país se despoja de la humedad que la aquejaba gracias a unos leves vientos del Sur que traen un aire invernal en medio de este primaveral otoño. Tal vez, esta transformación climática traiga un poco de coherencia al clima político, que, de tan recalentado, parece veraniego. Que unos cuantos trabajadores ferroviarios conviertan en noticia nacional un capricho disfrazado de reivindicación laboral no es más que una desproporción. Más aún cuando todo el país está poniendo plata para solucionar el problema de transporte en una porción minúscula de nuestro territorio. El pensamiento unitario sigue primando, a pesar de que el kirchnerismo ha seguido un sendero inusualmente federal. Muchos se sorprenderían al advertir que la provincia de Buenos Aires, si bien es la más poblada, no es la más extensa de Argentina. Tierra del Fuego tiene una superficie superior a los 980 mil kilómetros cuadrados mientras el distrito rioplatense ni se aproxima a la tercera parte de esa cifra. Causa náuseas ver desde un avión el apiñamiento poblacional de esa provincia, en comparación con lo desolado del paisaje patagónico. Tal vez por eso, cualquier eructo que provenga de esa mínima fracción provoca un eco ensordecedor en la imponente Cordillera.
  Que menos de cincuenta tipos alteren la vida de miles de trabajadores no sólo es una desproporción, sino un acto de prepotencia inadmisible, más aún cuando el Estado está invirtiendo como nunca para mejorar el transporte ferroviario. Y también resulta incongruente que los cacareos de un pequeño Pollo tengan tanta amplificación que se escuchan en todo el país. Chillidos insultantes, antidemocráticos, apátridas. No hay que olvidar que calificó de inútiles a los integrantes del Gobierno convalidado por el 54 por ciento de los votos hace poco más de dos años y que en las últimas elecciones consolidó su mayoría en el Congreso. Inútiles porque no conforman los caprichos de un dirigente sindical de poca monta. Inútiles porque no se dejan intimidar por dirigentes con actitudes extorsivas.
   Sin dudas, el principal problema es que lo que pasa en la CABA y el área metropolitana repercute en todo el país. Tal vez en esa excesiva concentración poblacional esté el síntoma, pues sus pobladores suponen que lo que ocurre en su entorno sucede en todos lados. Y no es así. Por más que los dirigentes con proyección nacional sólo mediática intenten imponer su mirada porteña a cada uno de los argentinos.
    Los exabruptos umbilicales
   Un par de semanas atrás, los medios hegemónicos y los políticos más afines a los estudios televisivos que a los escaños parlamentarios se regodearon con el documento de la Iglesia católica. A pesar de estar plagado de inconsistencias y generalidades, sirvió de inspiración a muchos titulares y comentarios que incrementaron las virtudes del documento episcopal. “Constatamos con dolor y preocupación que la Argentina está enferma de violencia”, afirma el texto firmado por los obispos. Nunca diagnosticaron nada así durante la dictadura, ante los secuestros, torturas y desapariciones ejecutadas por el Estado genocida de esos tiempos. Primero, un país no puede estar enfermo, aunque sí sus habitantes. Y eso no se animaron a decirlo. Un país es violento porque la mayoría de sus habitantes lo son. Y nada de eso se percibe en nuestro entorno. De ser así, no podríamos convivir.
   Un listado de episodios violentos no puede servir para categorizar la infinidad de acciones que se producen a cada instante y que están muy lejos de ser violentas. “Queremos detenernos a reflexionar sobre este drama porque creemos que el amor vence al odio y que nuestro pueblo anhela la paz”, continúa el documento que no expresa una lectura certera sobre lo que ocurre en el país. Aunque los eclesiásticos después amplían el concepto de ‘violencia’ hacia ideas más auspiciosas, periodistas y políticos agoreros interrumpieron la lectura para elaborar sus apresuradas intervenciones mediáticas
   Señalar como anomalía que “una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio” deja mal parada a esta institución milenaria. La violencia siempre es feroz y despiadada, sino, no es violencia. Y si no provoca lesiones graves y muertes, habría que buscarle otro nombre. ¿Acaso proponen que busquemos formas no-violentas de violencia?
   Sin embargo, el documento aborda algunos puntos que pueden ser interesantes. Al menos, brinda la posibilidad de pensar en violencias evidentes y sutiles. A pesar de incurrir en una contradicción en la misma frase, la sensación de inseguridad está presente en esas tres carillas que sacudieron el escenario. “La creciente ola de delitos ha ganado espacio en los diversos medios de comunicación, que no siempre informan con objetividad y respeto a la privacidad y al dolor”. Aunque solapado, hay un palazo sobre el clima de miedo que construyen las propaladoras de estiércol pero, a su vez, los exponentes de la Iglesia se muestran influenciados por las ideas mediáticas. La creciente ola de delitos es más una conclusión inducida y apresurada que el resultado de un análisis riguroso.
   Lo que escapa del discurso dominante sobre este problema es que consideran como violencia no sólo los delitos, sino la exclusión social, la privación de oportunidades, de hambre y marginación, de precariedad laboral y “el empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de parte de otros”. Pero más violento aún –y esto no lo dicen los ministros de Dios- es que esa minoría no se conforma con ostentar su riqueza, sino que lloran y conspiran para ganar aún más. Eso sí que es violencia y de la más despreciable.
   En ese documento, los obispos apuntan hacia todos lados sin priorizar ninguno. De tan ambiguo, es funcional a cualquiera. Por ejemplo, cuando dice que “nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la mentira, que socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales”. De tan general, no involucra a nadie. O peor, involucra a todos. Y ya sabemos que cuando la culpa es de todos, es de nadie. Si de generalidades innecesarias se trata, hacia el final apelan al lugar común de exhortar a toda la dirigencia para que desarrolle “un diálogo que genere consensos y políticas de Estado para superar la situación actual”.
  Pero los políticos opositores tomaron este documento como contundentes cuestionamientos al Gobierno Nacional. Y como en algunas de sus líneas incluye la corrupción –“tanto pública como privada”-, salieron como un coro a pedir un paso al costado del vice Presidente Amado Boudou por la no-causa Ciccone. "Frente a esta realidad y altura, el vicepresidente debe pedir licencia y someterse a la Justicia hasta que la Justicia determine qué es lo que realmente pasó en esta causa", afirmó el senador radical Ernesto Sanz. Sorprendente: le hace ruido que Boudou siga ejerciendo su cargo cuando aún no está imputado judicialmente, no ha sido convocado a declarar ni se lo ha acusado de ningún delito y Sanz coquetea con Mauricio Macri que sí debe enfrentar un juicio oral por las escuchas ilegales. Es más, aunque no se sabe de qué se acusa a Boudou ya ha sido condenado por estos violentos sin condena.
  Lo que no han dicho los obispos es que abandonar la política genera violencia. Si repasamos los hechos más dramáticos de nuestro país advertiremos que esta conclusión no es descabellada. Los que renuncian a la política, apelan a recursos violentos. Que quede como advertencia para todos aquellos que aspiran a apropiarse del futuro por los medios más atroces, sean pollos o gallaretas.

viernes, 16 de mayo de 2014

Una mirada desde el fin del mundo



Cada vez que el Autor de Estos Apuntes regresa de un viaje quisiera tener parte del paisaje en su casa. Por eso, en el patio deberían convivir cataratas con mar y glaciares, algunas montañas y un toque de selvas y bosques. Como el departamento no es tan grande, en su corazón caben todas las imágenes que ha recogido en distintos lugares del país. Todo lo bueno cabe en los buenos corazones. En Ushuaia, los comerciantes celebran que haya cada vez más turistas argentinos y juran que cinco años atrás eso no pasaba. Escuchar lenguas diversas que se confunden con las distintas entonaciones de la lengua conocida produce una sorpresa encantadora. Viajar por el país es apropiarse de todo el territorio, es conocer otras formas de patria, otras vivencias de argentinidad. Hay tantas historias que conforman la Historia que haría falta una biblioteca gigantesca para contenerlas. Una tan grande como todo el territorio nacional. Todos deberíamos tener la posibilidad de recorrer nuestros rincones para conocer lo que estamos construyendo, lo que debemos defender, lo que necesitamos conquistar.
Desde el Fin del Mundo, las mezquindades de algunos personajes de la farándula política quedan tan pequeñas que casi no producen ruido pero, a la vez, no hace falta microscopio para advertir el tamaño de su ridiculez. Que un Lanata inunde de improperios el aire de la radiofonía por medio punto de rating parece un pataleo encaprichado. Que el dirigente ferroviario Rubén Sobrero –sin el Pollo, para restarle proximidad y simpatía- amenace a un gobierno legítimo por un incomprensible reclamo gremial suena más a extorsión que a construcción de derechos. Que reaparezca Blumberg aliado con Moyano y Barrionuevo podría formar parte de las escenas borradas de un capítulo de The walking dead y no de un reclamo por seguridad y justicia. En síntesis, desde tamañas distancias el espectáculo que se intenta montar en el escenario de la CABA no es más que una mala comedia que, de tener éxito, puede convertirse en tragedia.
Y no es para menos, si los economistas que colaboran con el guión sólo hablan de achicar el gasto público, sin aclarar qué parte eliminarían. Claro que no piensan en reducir el número de gendarmes o policías ni la luz en las calles o la recolección de residuos, sino en recortar sin remordimiento aquellas partidas destinadas a los que menos tienen. Como nos enseña la historia reciente, achicar el gasto público es afectar la educación pública, el salario de los estatales, el presupuesto en salud y, por supuesto, los beneficios que reciben los menos favorecidos. “La plata de los jubilados que se destina a los vagos que desperdician el dinero en el juego y la droga”, como suelen decir algunos de estos malos actores. O “las pibitas que se embarazan por la platita”, vomitan otros. Los que fundieron al país no ven la hora de repetir esa hazaña.
Algunos propalan estas ideas porque la avaricia los enceguece y otros las replican porque no tienen talento más que para oficiar de idiotas útiles. Y hay transeúntes que se enganchan en ese nefasto anzuelo para despotricar contra lo que no quieren comprender y repiten cuanta pavada escuchan por las usinas de estiércol. Todo para justificar que todo está mal y seguramente terminará peor. Todo para alimentar prejuicios arraigados en lo más profundo de esos malogrados individuos.
La vida está en otra parte
El anuncio de La Presidenta sobre el incremento de la AUH y las asignaciones familiares despertó al monstruo que muchos conciudadanos llevan en su interior; aquéllos que todavía creen que los que tienen mucha plata la hicieron trabajando; que piensan que el modelo del derrame es el más justo del mundo; que sostienen que los pobres lo son por su voluntad o por una epidemia y no producto de un sistema de desigualdad y negación de derechos… Y excesiva angurria de unos pocos, vale agregar. “En la distribución del ingreso es en el único lugar donde no funciona la ley de gravedad –explicó CFK por Cadena Nacional- Se hablaba de derrame, pero no cayó dinero hacia abajo. En cambio, mejorando el ingreso de los de abajo, termina subiendo el beneficio”. Cuando el Estado beneficiaba a los de arriba, desembocamos en el 2001. Ahora que el Estado protege –no tanto como debiera, pero cada vez más- a los que menos tienen, todos estamos un poco mejor. Unos más que otros, bueno es aclarar, y los primeros son los que siempre están lagrimeando.
Como enorme paradoja, los que devoraban enormes comisiones con las AFJP son los mismos que declaman dramáticos soliloquios sobre la manera en que se gasta la plata de los jubilados. Estos fondos pasaron de 98 mil millones de pesos en 2003 a más de 383 mil millones en la actualidad y desde su recuperación en 2008 el Estado ahorró 34460 millones en comisiones de administración. Esta cifra equivale a toda la inversión del año pasado en asignaciones familiares. Semejante volumen monetario, en manos de los que se erigen como defensores de los dineros públicos, sólo hubiera engrosado cuentas en el extranjero. Y esto no es una alocada hipótesis, sino un certero dato de lo que ya hemos vivido. Pero pontifican como si fueran angelicales emisarios recién bajados del paraíso cuando, en realidad, son verdugos del peor de los infiernos.
Y eso que a la larga, la plata les llega, porque los que se ubican en el último escalón de la sociedad gastan gran parte de lo que reciben, pues no tienen demasiada capacidad de ahorro y menos aún de inversión. Y lo que destinan al consumo es apropiado con gula por los que más tienen. Esto explica el aumento desmedido en los productos de la canasta familiar y el boicoteo permanente al acuerdo de precios, que se está convirtiendo en una patriada que quedará para la historia. Siempre les llega la plata, en abundancia. Les sobran los billetes pero les falta la paciencia. No son buenos pescadores, sino cazadores voraces, depredadores incontenibles capaces de considerar el incremento de las asignaciones como una apetecible presa. Por eso, estimados especuladores, estafadores que reciben la simpatía de los aduladores, aumentadores seriales de los productos que consumimos, no agoten nuestra paciencia, que ya está llegando a su límite.
Como ha dicho muchas veces Cristina, está bien que ganen plata, pero que no apelen al latrocinio. En breve, podríamos considerar el incremento de los precios como un elemento más de la tan mentada inseguridad. Y cuando uno habla de los precios incluye todo, desde los intereses crediticios hasta las tarifas de ciertos servicios, como la TV por cable y la telefonía en todas sus variantes. Ladrones trajeados que en un solo movimiento embolsan lo que miles de motochorros en un esfuerzo de producción. Claro, es más fácil estigmatizar a los segundos que a los primeros. Por eso vemos la energía que invierten algunos personajes mediáticos para defender a los abusadores de las góndolas. La misma que destinan para señalar a los indeseables morochos que amenazan sus bienes.
 Todo lo bueno cabe en los buenos corazones, decíamos al principio de este apunte. Y como obvia deducción, ya sabemos dónde entra lo malo. Más allá de estas imágenes cardíacas, no debemos dejarnos engañar por los que nos quieren ver hundidos. Nuestro país es muy valioso para que caiga otra vez en sus horripilantes garras.

lunes, 5 de mayo de 2014

Del descanso y sus detractores


Mientras los Moyano se retiran del escenario –no muy aplaudidos, por cierto- para preparar el próximo acto, Mauricio Macri enfrenta en soledad el proscenio para recitar un monólogo preparado por sus mejores autores. No es el más brillante –difícil encontrar eso en sus opacas intervenciones- pero tan oportuno como siempre. "Este disparate de batir el récord mundial de feriados no es bueno para nadie", arrancó, para conquistar la simpatía de una parte minúscula del público. Justo el feriado puente del Día del Trabajador se le ocurre salir con semejante caceroleo. Pero además, con insostenibles argumentos. Después va a evocar un mensajito de alguna de sus hijas para deslindarse de tamaña sandez. Unos amenazando con muertos y guerras y el otro proponiendo un recorte de feriados. ¡Qué futuro construiremos con personajes así! Aunque hay tiempo para el Operativo Descarte, siempre es saludable ir alimentando la memoria. También, consultarla cada tanto, para no tropezar con lo que ya hemos tropezado tantas veces. Porque a la vez que estos buenos señores insultan a los trabajadores con sus dichos, el Congreso se prepara a convertir en realidad una nueva herramienta para construir dignidad.
Quizá a fin de mes el proyecto de ley de promoción del trabajo registrado obtenga la aprobación en la Cámara de Diputados. Si bien entre 2003 y 2009 el empleo informal tuvo una significativa reducción –del 49 al 33 por ciento- desde entonces quedó estancado, a pesar del crecimiento de la actividad económica. Por eso, en agosto del año pasado el Gobierno decidió “ir a fondo” para bajar el porcentaje. Pero dejemos para otro momento esta profundización de derechos. Antes, desnudemos un poquito al Jefe de Gobierno porteño para descubrir las impudicias de su pensamiento.
En tiempos neoliberales, los feriados nacionales se podían contar con los dedos de un manco. No había carnavales ni día de la Soberanía y así y todo, los patrones se quejaban por la cantidad de días no laborables. Y los puentes sólo eran obras de ingeniería. Algunos hacían trabajar hasta en domingo a sus empleados, con el mero incentivo de no despedirlos. En estos años hemos descubierto que no sólo un feriado es un día para no trabajar, sino un símbolo más en la puja redistributiva. Los que más tienen no necesitan que nadie les autorice días de descanso en cualquier época del año. Las vacaciones fuera del período vacacional eran patrimonio exclusivo de un número muy reducido de personas. El resto se tenía que conformar con viajar en verano, amontonándose en los centros turísticos tradicionales. Desde la incorporación de nuevos feriados y la novedad de los días puente –no más de un par al año- no sólo han aparecido escapes de fin de semana sino lugares de turismo antes impensados.
Un desprecio clasista
Para  el Jefe de Gobierno porteño, los feriados "han alterado la vida de mucha gente". ¿De qué gente? ¿De los que pueden programar una escapada, de los que deciden quedarse en casa descansando o de los que deben abonar un día a sus empleados sin obtener nada a cambio? ¿De los que han perdido la exclusividad de viajar cuando se les antoje? El horror que despierta en Macri el abanico de feriados tiene su origen en la mirada patronal, pero también en la clasista: el espanto de advertir que quienes deberían estar sometidos tienen algún margen de disfrute que antes no tenían.
Según aseguró el playboy que juega a ser mandatario, el PRO ha "hecho bastantes estudios y está comprobado que no favorece a nadie, que es una gran mentira; tampoco al mundo turístico". A no entusiasmarse: esos estudios a los que hace referencia no deben ser más que comentarios de sobremesa entre algunos ricachones que están perdiendo la capacidad para preservar privilegios. Después justificó sus ridículos dicterios con más inconsistencias. El rechazo por el rechazo mismo.
Según este patricio, en los tiempos en que los trabajadores gozaban de pocas posibilidades de estas escapadas, “el aparato turístico se preparaba para ese momento; pero ahora, ante la multiplicidad, obliga al aparato turístico a estar abierto durante más fines de semana y no les rinde por la cantidad de gente que viaja de esa manera”. Increíble, algo que escapa de toda lógica. El asco es lo único que inspira sus palabras y promete convertir en acción su oscura línea de pensamiento de alcanzar a tener un poco más de poder. Y, con la inexistente precisión que lo desborda, es un apologista de los “clásicos feriados largos”. En ningún calendario del mundo aparecen feriados largos. Un día –laborable o no- tiene 24 horas por lo que hablar de feriados largos es una brutalidad. Más no se le puede pedir.
Con respecto a esa idea del récord, a nuestro país le falta mucho para batirlo. Para desalentar a los que están preparando los festejos por la inclusión en el Guinness, Argentina no es el país con más feriados del mundo. Camboya tiene 32, Irán 28 y China 27 y acá se hace tanto escándalo por 15 días y dos puentes. En fin, un aspecto más del oscuro pensamiento de este personaje de la política para tener en cuenta. Con él, los trabajadores no estaremos mejor que ahora, sino todo lo contrario. Mientras los lectores quedan pensando en este tema, el autor de estos apuntes debe preparar su equipaje porque en pocas horas partirá a la ciudad más austral del mundo. Ushuaia espera a este trabajador, a pesar de los agoreros que pretenden opacar nuestros mejores momentos.

sábado, 3 de mayo de 2014

Unas advertencias para los amnésicos


 
    ¿Qué pasó en los últimos días para terminar la semana hablando de guerra y servicio militar? Tan raro que un senador proponga la colimba como solución de un problema social como que un intendente esté al borde de un conflicto bélico por estatizar la recolección de residuos. Quizá Mario Ishii previó esta situación con los Moyano y por eso consideró la necesidad de convocar a las tropas. Extraña manera de celebrar el Día de los Trabajadores. Menos mal que el miércoles La Presidenta inauguró las nuevas instalaciones de Siam, agonizante en los noventa, finada en 2003 y resucitada en 2014. Más trascendente aún la media sanción recibida por el proyecto de ley para combatir el trabajo no registrado, una contienda mucho más interesante que la planteada por los camioneros. No hay dudas, mientras muchos vamos por el camino más luminoso que encontramos, otros tratan de arrastrarnos por los atajos más enrevesados hacia la oscuridad de la que todavía no terminamos de escapar.
Parece una fotografía vieja la de los Moyano hablando de muertos y de guerra. Parecen extraterrestres los que afirman sin pudor que estamos peor que antes. Parecen nostálgicos los que comenzaron a evaluar la utilidad del Servicio Militar Obligatorio para los jóvenes que no estudian ni trabajan. Todo resulta extraño desde hace algún tiempo. Una especie de Cambalache del siglo XXI se está re-escribiendo en estos días, en una versión tan alocada que incluye violentos, mentirosos, extorsionadores y destituyentes, en el mismo lodo, todos manoseados.
Si la propuesta del senador Mario Ishii era una broma, deberían haber puesto risas grabadas para que nos riamos todos. Si la idea de derivar a los jóvenes desorientados a las filas del ejército es un anzuelo para que se enganchen algunos bagres, que desmonten la operación porque la pesca fue escasa. Esto de buscar las soluciones en el arcón de la abuela resulta poco productivo porque en su interior se acumulan los errores que nos condujeron a la ruina. A todas las que hemos padecido desde mediados del siglo pasado. Entonces, que quede claro: allí no hay nada que nos pueda servir. Nada en serio. Quien no tenga arcón o lo haya extraviado en la baulera, podrá echar una mirada a algunos de los países europeos, cuyos ciudadanos padecen los recortes más severos para satisfacer la angurria de los que han provocado las crisis.
Una familia muy normal
Anclados en el extravío, los Moyano no saben qué hacer para sacudir el tablero. Si no es un paro, es una marcha y si no, una guerra. Todo vale a la hora de ser admitidos en el club de los elegidos, hasta disfrazar intereses empresariales con defensa de derechos. ¿Acaso alguien cree que estos dirigentes sindicales están protegiendo la dignidad de sus representados? De ser así, estarían dirigiendo sus reclamos a la empresa Covelia y no al municipio de Quilmes, que prometió integrar a los trabajadores como estatales con el mismo sueldo. Eso sí, después de que la empresa de residuos indemnice a los trabajadores. Perdón, hay un apresuramiento en este análisis. Los empleados aún no han sido despedidos y recién el lunes vence el contrato por la recolección de residuos. Están amenazando con muertos y guerras por algo que todavía no pasó. Y no en defensa de los más desprotegidos sino de los poderosos. Es decir, ellos mismos. Ahora hay un principio de acuerdo entre Francisco Gutiérrez y el sindicato, pero lo que quedó es el exabrupto verbal, desproporcionado para un conflicto tan pequeño.
Y de ese licuado no puede salir otra cosa más que una batería de dardos dirigidos a La Presidenta, culpable sin juicio de todo lo que ocurre y está por ocurrir. “Ellos están buscando -vociferó el hijo- y lo digo: si tiene que haber un muerto, va a haber un muerto, dos, tres muertos, porque la gente está dispuesta a defender su puesto de trabajo y su dignidad”. ‘Ellos’, por supuesto, está constituido por Cristina y sus funcionarios, intendentes, diputados, senadores, concejales y, por extensión, nosotros.
Y el padre, simulando poner paños fríos, recalentó el episodio porque no había tenido suficiente repercusión en los titulares. Entonces, redobló la apuesta. “Que sepa el Gobierno que si quiere guerra –amenazó- los camioneros estamos preparados y que vamos a defender hasta los últimos puestos de trabajo. No me interesa que quieran joder a Moyano, yo me la banco, no soy un cagón como son ellos”. ‘Ellos’ también en este caso se está refiriendo a nosotros. Pero qué importa recibir una declaración de guerra en medio de un fin de semana largo y, en el mismo pack, una evaluación clínica y a distancia de nuestras funciones intestinales.
Más allá de estos detalles, en este nuevo sainete se percibe una constante: gritan tanto que un conflicto municipal trasciende todas las fronteras y se transforma en una amenaza nacional. No sólo niegan la realidad sino también la geografía. Porque ahora, como si fuera un revólver sobre el escritorio, prometen una marcha el 14 de mayo y un paro de camineros que va a afectar todo el territorio. Esto, más que un reclamo por derechos laborales, es una extorsión y será un castigo que padeceremos todos por un confuso y minúsculo incidente. Este tipo de sobreactuaciones verbales deberían tener una sanción inmediata, una especie de tarjeta que deje fuera de juego a estos malos actores para que la discusión pueda elevarse y no quede empantanada en los malos parlamentos.
¿O será que es una escaramuza más de la resistencia al fortalecimiento del Estado? De ser así, estamos presenciando un perverso juego. A principios de esta semana, CFK destacó por Cadena Nacional la importancia del Estado como garantía de derechos y crecimiento en todo sentido. “Menos mal que hay Estado en la Argentina –explicó- cada vez que el Estado se retiró, el pueblo fue devastado”. Porque el Estado siempre debe estar del lado de los menos favorecidos para mejorar su situación, para distribuir bienes, para otorgar dignidad. Y también debe buscar la equidad, esa palabra que está en boca de todos pero sólo en el ideario de algunos.
Porque para que la equidad se convierta en acto, los que más tienen deben renunciar a una parte de sus ganancias y, si no alcanza, de sus bienes. Más aún aquellos que se enriquecieron a costa de nuestras crisis, ésos que detestan la intromisión del Estado en sus asuntos. Esos son los que mandan a sus patoteros disfrazados de comprometidos dirigentes sindicales para provocar un caos que descontrole al Gobierno Nacional. Esos son los que quieren volver para succionar, una vez más, la mayor parte de la riqueza generada con nuestro trabajo. Esos quieren recuperar el poder para borrar de un plumazo los derechos conquistados en esta década.
Pero esta vez no les será tan fácil. Nos hemos acostumbrado a estar cada vez mejor, más allá de lo que digan los manipuladores mediáticos. La creciente dignidad de la que estamos gozando tiene una sonrisa tan bella que la extrañaremos mucho si la espantan de nuestro lado. No hay dudas: cuando un derecho se convierte en cotidiano, resulta muy difícil extirparlo. Y si esto se logra, quedará como un recuerdo, como una ausencia, que no es lo mismo que la inexistencia. Cuando algo no existe, no puede extrañarse. Se extraña lo que se conoció y ya no está a nuestro lado.  
Menos mal que hemos aprendido mucho en estos años. Tanto conocemos a los carroñeros que detectamos al instante todas sus tretas. Tan atentos estamos a sus movimientos que ya podemos descifrar sus gruñidos. Esta vez no van a volver, por más que disfracen su avidez con los más inocentes camuflajes.  

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...