Mientras los Moyano se retiran del escenario –no
muy aplaudidos, por cierto- para
preparar el próximo acto, Mauricio Macri enfrenta en soledad el proscenio
para recitar un monólogo preparado por sus mejores autores. No es el más brillante –difícil
encontrar eso en sus opacas intervenciones- pero tan oportuno como siempre. "Este
disparate de batir el récord mundial de feriados no es bueno para nadie",
arrancó, para conquistar la simpatía de una parte minúscula del público. Justo
el feriado puente del Día del Trabajador se le ocurre salir con semejante caceroleo. Pero además, con
insostenibles argumentos. Después va a evocar un mensajito de alguna de sus
hijas para deslindarse de tamaña sandez. Unos
amenazando con muertos y guerras y el otro proponiendo un recorte de feriados.
¡Qué futuro construiremos con personajes así! Aunque hay tiempo para el Operativo Descarte, siempre es saludable
ir alimentando la memoria. También,
consultarla cada tanto, para no tropezar con lo que ya hemos tropezado tantas
veces. Porque a la vez que estos buenos señores insultan a los trabajadores
con sus dichos, el Congreso se prepara a convertir en realidad una nueva
herramienta para construir dignidad.
Quizá a fin de mes el proyecto de ley de promoción del trabajo
registrado obtenga la aprobación en la Cámara de Diputados. Si bien entre
2003 y 2009 el empleo informal tuvo una significativa reducción –del 49 al 33
por ciento- desde entonces quedó estancado, a pesar del crecimiento de la actividad económica. Por eso, en
agosto del año pasado el Gobierno decidió “ir
a fondo” para bajar el porcentaje. Pero dejemos para otro momento esta
profundización de derechos. Antes,
desnudemos un poquito al Jefe de Gobierno porteño para descubrir las impudicias
de su pensamiento.
En tiempos neoliberales, los feriados nacionales
se podían contar con los dedos de un manco. No había carnavales ni día de la Soberanía
y así y todo, los patrones se quejaban
por la cantidad de días no laborables. Y los puentes sólo eran obras de ingeniería.
Algunos hacían trabajar hasta en domingo a sus empleados, con el mero incentivo de no despedirlos. En
estos años hemos descubierto que no sólo un feriado es un día para no trabajar,
sino un símbolo más en la puja redistributiva. Los que más tienen no necesitan que nadie les autorice días de descanso
en cualquier época del año. Las vacaciones fuera del período vacacional
eran patrimonio exclusivo de un
número muy reducido de personas. El resto se tenía que conformar con viajar en
verano, amontonándose en los centros turísticos tradicionales. Desde la
incorporación de nuevos feriados y la novedad de los días puente –no más de un
par al año- no sólo han aparecido
escapes de fin de semana sino lugares de turismo antes impensados.
Un desprecio
clasista
Para el Jefe
de Gobierno porteño, los feriados
"han alterado la vida de mucha gente". ¿De qué gente? ¿De los que
pueden programar una escapada, de los que deciden quedarse en casa descansando
o de los que deben abonar un día a sus empleados sin obtener nada a cambio? ¿De los que han perdido la exclusividad de
viajar cuando se les antoje? El horror que despierta en Macri el abanico de
feriados tiene su origen en la mirada patronal, pero también en la clasista: el espanto de advertir que quienes deberían
estar sometidos tienen algún margen de disfrute que antes no tenían.
Según aseguró el playboy que juega a ser mandatario, el
PRO ha "hecho bastantes estudios y está comprobado que no favorece a
nadie, que es una gran mentira; tampoco al mundo turístico". A no
entusiasmarse: esos estudios a los que hace referencia no deben ser más que comentarios de sobremesa entre algunos
ricachones que están perdiendo la capacidad para preservar privilegios.
Después justificó sus ridículos dicterios con más inconsistencias. El rechazo
por el rechazo mismo.
Según este patricio, en los
tiempos en que los trabajadores gozaban de pocas posibilidades de estas
escapadas, “el aparato turístico se
preparaba para ese momento; pero ahora, ante la multiplicidad, obliga al aparato turístico a estar abierto
durante más fines de semana y no les rinde por la cantidad de gente que
viaja de esa manera”. Increíble, algo que escapa de toda lógica. El asco es
lo único que inspira sus palabras y promete
convertir en acción su oscura línea de pensamiento de alcanzar a tener un poco
más de poder. Y, con la inexistente precisión que lo desborda, es un
apologista de los “clásicos feriados
largos”. En ningún calendario del mundo aparecen feriados largos. Un día –laborable
o no- tiene 24 horas por lo que hablar
de feriados largos es una brutalidad.
Más no se le puede pedir.
Con respecto a esa idea del récord,
a nuestro país le falta mucho para batirlo. Para desalentar a los que están preparando
los festejos por la inclusión en el Guinness, Argentina no es el país con más feriados del mundo. Camboya tiene
32, Irán 28 y China 27 y acá se hace tanto escándalo por 15 días y dos puentes.
En fin, un aspecto más del oscuro
pensamiento de este personaje de la política para tener en cuenta. Con él,
los trabajadores no estaremos mejor que ahora, sino todo lo contrario. Mientras los lectores quedan pensando en
este tema, el autor de estos apuntes debe preparar su equipaje porque en pocas
horas partirá a la ciudad más austral del mundo. Ushuaia espera a este
trabajador, a pesar de los agoreros que
pretenden opacar nuestros mejores momentos.
Macri no es ningun patricio. Apenas un adinerado hijo de inmigrantes, con conocimientos bastante rudimentarios y un retorcido estilo de comunicacion. Gracias por tu blog, lo disfruto.
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario. Estos días de ausencia extrañé el blog y sus seguidores. Si bien Macri no tiene estirpe, es un neopatricio porque se piensa como dueño de los destinos del país. Gravísimo, pero así hay que considerarlo.
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