El Poder Real está entrando en
pánico: el presidente que impusieron es
un desastre indisimulable, las espadas judiciales están al desnudo, los
medios hegemónicos tienen cada vez menos
audiencia, las recetas aplicadas llevan al país a una crisis histórica y
las figuras de recambio pierden potencia
a la hora de engatusar a los electores. Aunque el rey de España felicite a
Macri por las reformas, la hecatombe
está entre nosotros. Por prudencia, algunos explican que el fracaso se debe
a la torpeza de los miembros del Gran Equipo que, desconcertados, tratan de calmar los ánimos con frases
esperanzadoras; la idea es que hacen casi todo bien pero las cosas salen
mal y es por eso que “hay que aguantar”
un poco más para que la Revolución de la Alegría surja en el camino como un premio a tanto esfuerzo. Otros, en
cambio, pensamos que el plan económico marcha
de maravillas, que nos están
llevando a donde quieren, que el objetivo es provocar el shock que necesitan
para escribir de cero una nueva Historia.
Un truco que estrenaron en el 76,
reciclaron en los 90 y hoy lo vuelven a intentar. Primero como tragedia,
segundo como farsa y se va la tercera, como
una combinación burlesca de las dos anteriores.
Quien no advierta que todo lo hicieron para desembocar en esto,
peca de ingenuo; quien no comprenda que el túnel oscuro es un desagüe a un pozo ciego, le falta información. Por eso no hay que sorprenderse si nos topamos con un
transeúnte que aún recita que “hay
que darle tiempo”, “también, con el desastre que dejaron” o “no hay que poner palos en la rueda”. O
peor, que despliegue el rosario
denunciador al que apela en cualquier “discusión
política”. Un discurso hermético compuesto por excusas para rechazar lo que no conoce y seguir
abrazando el modelo que lo llena de imposibilidades. Un recitado de lemas
sin fundamento y un arsenal de denuncias mediáticas que hace aguas en los tribunales.
Nada hace dudar al individuo que
aún espera algo bueno del Cambio. El banquero, el financista, el especulador,
el agrogarca no forma parte del grupo que aún
no está decepcionado por haber votado a Macri. Por el contrario, estos
cuatro y alguno más están felices porque la
timba les llena los bolsillos y no se van a decepcionar nunca. Estos son los únicos que encuentran alegría en
este engendro. Con éstos no nos cruzaremos nunca porque viven en otra esfera de
la realidad. Sí con el primero, con la
más variopinta fisonomía, como operario, taxista, jubilade, niñera, chofer,
vendedor o muchas más. Ése es el que no encaja entre los votantes del PRO, que desprecia lo que es mejor, que alimenta
su intelecto con una misma pantalla, que se emociona cuando ve a Macri simular empatía o recitar
una frase de un villano de Batman. Que se deja llevar por un túnel oscuro a la cima de una montaña y sin asustarse del “momento más oscuro de la noche que es el
segundo antes del amanecer”.
Nido
de ratas
La mafia está expuesta y por eso
la desesperación. Las fanfarronadas de Marcelo D’Alessio y el material
encontrado en su casa revelan un
entramado mafioso insólito en nuestra historia. Y, como afirma el ex
abogado del extorsionador, Rodrigo González, “el escándalo no termina en el
fiscal”. Carlos Stornelli
está experimentando el fin de su poder: de
héroe oficial está por convertirse en villano todo terreno. Los chats
revelan que D’Alessio espiaba a sus órdenes a empresarios, políticos y hasta la
ex pareja de su actual mujer. En medio de tanto embrollo espiador, apareció la utilización de fondos reservados de la
gobernación de Buenos Aires para adquirir parte del canal América. La
protección mediática de Vidal es cada vez más cara. Justo cuando están candidateando
a la “bondadosa María Eugenia” para la presidencia, aparece
esta revelación tan oportuna.
Claro que el escándalo no termina
en el fiscal, sino más allá. Por eso
los amarillos hacen lo que sea para protegerlo: si no organizan un jury exprés para destituir al juez
Alejo Ramos Padilla, lanzan una carta de apoyo firmada por 30 diputados
oficiales, aunque muchos de ellos ni se
hayan enterado. Porque saben que después
de Stornelli, caerán muchos más. Como siempre, los voceros mediáticos del
establishment tratan de confundir a la
opinión pública. Primero con que todo era una operación de prensa armada
desde la cárcel, un absurdo que se
desmorona con una neurona a media máquina. Y ahora con que el objetivo
final de estas denuncias es tirar abajo
la Causa de los Cuadernos.
No hace falta mucho esfuerzo para
que eso pase, porque los cuadernos no
existen, no hay pruebas, el testimonio de los arrepentidos no fue registrado con soporte técnico según
la ley y sobre todo, porque ahora sabemos que servía para recaudar fondos, perseguir opositores y quitar del juego a muchos
empresarios locales. La declaración de Mario Cifuentes ante el juez Ramos
Padilla no sólo confirma el tridente extorsionador –D’Alessio, Stornelli y
Santoro- sino que incluye a Vialidad
Nacional, YPF y la AFIP para apropiarse de su empresa, la petrolera OPS. Y
todo esto con documentación y mensajes de texto, además de su relato.
Los que están tan preocupados por
la corrupción y las mafias, deberían
estar consustanciados con este caso y no tratar de neutralizarlo. Las
pruebas son tantas que no debería
demorar mucho la sentencia. Si se toman 27 años como con la venta a precio
vil del predio de La Rural jamás
lograremos la transparencia tan anhelada. Y menos aún un país más justo,
que no es ninguno de los que proponen
los impulsores del Cambio en cualquiera de sus versiones.