El año electoral presenta muchos versos de temporada. El que muchos
miembros del Gran Equipo recitan después del vergonzante discurso inaugural del empresidente Macri es “que
estamos mejor que en 2015”. No hay
un solo dato que confirme esta idea ni una sola variable que la inspire. El esfuerzo que hay que hacer para
creer en esto es enorme, salvo que uno
forme parte del minúsculo sector beneficiado por el Cambio. Todo es para
atrás, salvo la inflación, el endeudamiento, la pobreza y el desempleo que
crecen a pasos agigantados. Y también la
transferencia de ingresos de los sectores mayoritarios hacia las arcas de una
minoría. Apenas unos cuantos individuos angurrientos y egoístas son los que
están mejor, porque ganan y fugan como
nunca invirtiendo cada vez menos.
Los amarillos dicen estas
paparruchadas a sabiendas de que todavía quedan crédulos dispuestos a tomarlas
como válidas antes que reconocer que el
sacrificio será en vano. La decepción llega a cuentagotas para dar paso al
arrepentimiento. A cuentagotas, a pesar de que la economía se derrumba a torrentes cada día. En tres años y medio,
el “Sí, se puede” nos condujo a
nuestros peores recuerdos: el fallido de Vidal cuando conquistó con trampas la
gobernación –“cambiamos futuro por
pasado”- se ha transformado en una
penosa descripción del presente.
El Indec que ahora no miente pero trata de dibujar la realidad numérica, celebra
que la venta de lácteos en los supermercados subió en 2018 casi un 40 por
ciento. Si tenemos en cuenta que la inflación estuvo cerca del 50, ese dato
revela que la caída en las ventas rondó
el diez por ciento. No es para festejar que la población deba renunciar a la leche para poder pagar
tarifas. No sólo a la leche, sino a la alimentación en general, que, según
el Indec, cayó al 57,5. El Cambio instaura
la renuncia a todo menos a satisfacer a
la minoría insaciable que representa. Esto
es, para Macri y sus secuaces, estar en el buen
camino. Un camino tan bueno
que empresas como Lacteos Verónica, Carrefour, Coca-Cola, Fate y muchas más están entrando en crisis. Tan bueno es
este camino que las fábricas sólo
utilizan la mitad de su capacidad instalada y no hay sector, salvo el
financiero especulativo, que la esté pasando bien. Los números no confirman el falso lema de “estamos mejor que en 2015”.
Por más que lo repitan como un
mantra, hasta los farsantes que coparon La Rosada con malas artes saben que es
insostenible, que es una frase de poster
para engañar a los que se dejan engañar. En 2015 el dólar estaba a 10 pesos
y ahora supera los 40; la inflación era
del 25 por ciento y el año pasado casi duplicó esa cifra; el salario mínimo
era el mejor de la región y ahora está
en el sexto puesto; lo que costaba un año de Fútbol Para Todos ahora se gasta en un día para pagar la deuda;
antes se inauguraban escuelas y ahora explotan
o se derrumban. Tan poco representativa es esa afirmación que el buen Mauricio se ha convertido en un lastre para sus aliados. Los que
venían a unir a los argentinos no pueden
mantener el pegote que bautizaron Cambiemos.
Una
bala de plata para la Bestia
En lo que sí podemos afirmar que
estamos mejor que en 2015 es en el
derrumbamiento del maquillaje del Cambio. Quien aún espere algo bueno de
este engendro es tan oscuro como sus mentores
o tiene malogrado su entendimiento. Por este camino jamás llegaremos a la
Pobreza Cero, al trabajo de calidad para todos, al desarrollo, a la educación
modelo ni a nada de lo que simulan
aspirar. Ni tampoco son tan honestos como algunos creyeron, sino todo lo
contrario. Sus trapisondas son tan evidentes que los jueces cómplices deben hacer malabares para no castigarlas. Con
medio dedo de frente se puede deducir que el juez Bonadío –un soldado de la
causa- sólo castiga a los odiados K y
perdona a los amados M. Tan parcial que sobresee a Basavilbaso y Caputo por
malvender acciones de la Ansés y mantiene la causa del Dólar Futuro contra CFK,
Kicillof y algunos más. En el primer caso, hubo perjuicio para las arcas
públicas y en el segundo, el perjuicio
lo provocó el equipo económico de Macri al devaluar un 40 por ciento la moneda.
Tan parcial es este juez, que ahora procesa a Cristina por la carta de San
Martín. ¿Qué esperamos para exigir la
renuncia y castigo para este impresentable?
Claro, para la hegemonía
discursiva que nos embrutece, el juez
Bonadío es un héroe porque persigue a los populistas, aunque tenga que
desentenderse de todas las leyes; aunque invente procesamientos por hechos que ni merecen una denuncia;
aunque dictamine el fin de la libertad para sus enemigos políticos; aunque sea un emisario de la Embajada de
EEUU; aunque sea el más denunciado por irregularidades ante el Consejo de
la Magistratura. Que alguien así sea
juez habla muy mal de nuestra República.
La otra estrella judicial es el
fiscal Carlos Stornelli, un aliado incondicional del empresidente Macri. Ahora
está más embarrado que nunca. La denuncia fundada en audios, videos,
fotografías y capturas de whatsapp obtenidas por el empresario Pedro Etchebest
deja al descubierto un entramado de
espionaje ilegal con fines judiciales, económicos y políticos. La
presentación del juez Alejo Ramos Padilla ante la comisión de Libertad de
Expresión del Congreso es un hito en la
historia institucional argentina, no sólo expone a los integrantes de una
asociación ilícita; además señala a los que decidieron ocultarse y desmerecer la denuncia.
Los intentos del establishment
para neutralizar el hecho dejan al
descubierto a sus cómplices y a los instigadores. El ninguneo mediático es prueba de su gravedad y las pavadas que
recitaron los adláteres del oficialismo conforman
casi una confesión. Desde el absurdo de afirmar que todo es una operación orquestada desde la cárcel
hasta la ridícula foto de la diputada Carrió con un pijama a rayas. Desde las
falsas acusaciones de la diputada Paula Olivetto contra el empresario Etchebest
hasta la indiferencia del ministro de
Justicia Germán Garabano. Hasta la titular de la Oficina Anticorrupción,
Laura Alonso, no se privó de esputar su
complicidad: "atacan a Stornelli porque no le pudieron
meter un tiro como se lo metieron a Nisman que los denunció por
hacer un acuerdo espurio con Irán y Venezuela". Si no hay un juez que la castigue por mentir tanto,
que algún amigo la frene con un poco de
información veraz.
Porque de eso se trató la
exposición del juez Ramos Padilla: del derecho de los ciudadanos a estar bien
informados y la obligación de los
funcionarios a no fundar sus argumentos en falacias mediáticas. El caso D’alessio
deja al descubierto una trama mafiosa
que corrompe nuestro país desde hace décadas. Esta es una oportunidad
histórica de desterrar a los
profanadores de la República y de recuperar la dignidad que nos quieren
seguir esquilmando.
comparto! gracias estimado Gustavo
ResponderBorrarMás que ante un desafío la con la Historia, me parece que estamos ante un compromiso con nosotros mismos, al fin y al cabo y ya que somos argentinos y no turistas, la opción es tan clara que nadie, tenga la excusa ideológica que tenga, puede hacerse el desentendido, se diga de derecha o de izquierda no importa, importa ser parte de un país vivible (un país, nunca un paraíso) o una vulgar colonia ocupada.
ResponderBorrarMás importante aún sería definir el significado real de esas palabritas que no son pero se usan como coartadas, como democracia, república, legalidad y/o decencia, palabritas muy transitadas por quienes no tienen el gusto de conocerlas y, menos, practicarlas.
Hoy se puede decir que la sensación predominante es el asco y ni falta hace que sea en términos políticos, con lo humano basta y sobra, con la evidentemente pornográfica catadura moral de doña colesterol, sus satélites y toda la escoria servicial y judicial que las alimenta... casualmente los mismos que hablan de moral (en fin, tanta moral de la doña, tanta que hizo una ley para reciclar alimentos vencidos y hacer un balanceado para pobres,... un gran antecedente - que debiera ser suficiente - para la yapa que se va conociendo ahora, no?).
Pero bueno, sería gracioso si no fuera asqueroso, el "periodismo" serio respaldando a uno que de periodista tiene poco y de botón (le queda grande llamarlo espía), todo. ¿Que será?, están fritos o la idea de impunidad es tan absoluta?. Lo mejor de todo ésto es que recién empieza y aunque ya estemos acostumbrados a la decepción, quizás, soplen vientos más justos, alguna vez hay que barrer la mugre.... claro, soñemos antes de ver un rato de tele y vomitar...