viernes, 15 de marzo de 2019

El desafío de la Historia


El año electoral presenta muchos versos de temporada. El que muchos miembros del Gran Equipo recitan después del vergonzante discurso inaugural del empresidente Macri es “que estamos mejor que en 2015”. No hay un solo dato que confirme esta idea ni una sola variable que la inspire. El esfuerzo que hay que hacer para creer en esto es enorme, salvo que uno forme parte del minúsculo sector beneficiado por el Cambio. Todo es para atrás, salvo la inflación, el endeudamiento, la pobreza y el desempleo que crecen a pasos agigantados. Y también la transferencia de ingresos de los sectores mayoritarios hacia las arcas de una minoría. Apenas unos cuantos individuos angurrientos y egoístas son los que están mejor, porque ganan y fugan como nunca invirtiendo cada vez menos.
Los amarillos dicen estas paparruchadas a sabiendas de que todavía quedan crédulos dispuestos a tomarlas como válidas antes que reconocer que el sacrificio será en vano. La decepción llega a cuentagotas para dar paso al arrepentimiento. A cuentagotas, a pesar de que la economía se derrumba a torrentes cada día. En tres años y medio, el “Sí, se puede” nos condujo a nuestros peores recuerdos: el fallido de Vidal cuando conquistó con trampas la gobernación –“cambiamos futuro por pasado”- se ha transformado en una penosa descripción del presente.
El Indec que ahora no miente pero trata de dibujar la realidad numérica, celebra que la venta de lácteos en los supermercados subió en 2018 casi un 40 por ciento. Si tenemos en cuenta que la inflación estuvo cerca del 50, ese dato revela que la caída en las ventas rondó el diez por ciento. No es para festejar que la población deba renunciar a la leche para poder pagar tarifas. No sólo a la leche, sino a la alimentación en general, que, según el Indec, cayó al 57,5. El Cambio instaura la renuncia a todo menos a satisfacer a la minoría insaciable que representa. Esto es, para Macri y sus secuaces, estar en el buen camino. Un camino tan bueno que empresas como Lacteos Verónica, Carrefour, Coca-Cola, Fate y muchas más están entrando en crisis. Tan bueno es este camino que las fábricas sólo utilizan la mitad de su capacidad instalada y no hay sector, salvo el financiero especulativo, que la esté pasando bien. Los números no confirman el falso lema de “estamos mejor que en 2015”.
Por más que lo repitan como un mantra, hasta los farsantes que coparon La Rosada con malas artes saben que es insostenible, que es una frase de poster para engañar a los que se dejan engañar. En 2015 el dólar estaba a 10 pesos y ahora supera los 40; la inflación era del 25 por ciento y el año pasado casi duplicó esa cifra; el salario mínimo era el mejor de la región y ahora está en el sexto puesto; lo que costaba un año de Fútbol Para Todos ahora se gasta en un día para pagar la deuda; antes se inauguraban escuelas y ahora explotan o se derrumban. Tan poco representativa es esa afirmación que el buen Mauricio se ha convertido en un lastre para sus aliados. Los que venían a unir a los argentinos no pueden mantener el pegote que bautizaron Cambiemos.
Una bala de plata para la Bestia
En lo que sí podemos afirmar que estamos mejor que en 2015 es en el derrumbamiento del maquillaje del Cambio. Quien aún espere algo bueno de este engendro es tan oscuro como sus mentores o tiene malogrado su entendimiento. Por este camino jamás llegaremos a la Pobreza Cero, al trabajo de calidad para todos, al desarrollo, a la educación modelo ni a nada de lo que simulan aspirar. Ni tampoco son tan honestos como algunos creyeron, sino todo lo contrario. Sus trapisondas son tan evidentes que los jueces cómplices deben hacer malabares para no castigarlas. Con medio dedo de frente se puede deducir que el juez Bonadío –un soldado de la causa- sólo castiga a los odiados K y perdona a los amados M. Tan parcial que sobresee a Basavilbaso y Caputo por malvender acciones de la Ansés y mantiene la causa del Dólar Futuro contra CFK, Kicillof y algunos más. En el primer caso, hubo perjuicio para las arcas públicas y en el segundo, el perjuicio lo provocó el equipo económico de Macri al devaluar un 40 por ciento la moneda. Tan parcial es este juez, que ahora procesa a Cristina por la carta de San Martín. ¿Qué esperamos para exigir la renuncia y castigo para este impresentable?
Claro, para la hegemonía discursiva que nos embrutece, el juez Bonadío es un héroe porque persigue a los populistas, aunque tenga que desentenderse de todas las leyes; aunque invente procesamientos por hechos que ni merecen una denuncia; aunque dictamine el fin de la libertad para sus enemigos políticos; aunque sea un emisario de la Embajada de EEUU; aunque sea el más denunciado por irregularidades ante el Consejo de la Magistratura. Que alguien así sea juez habla muy mal de nuestra República.
La otra estrella judicial es el fiscal Carlos Stornelli, un aliado incondicional del empresidente Macri. Ahora está más embarrado que nunca. La denuncia fundada en audios, videos, fotografías y capturas de whatsapp obtenidas por el empresario Pedro Etchebest deja al descubierto un entramado de espionaje ilegal con fines judiciales, económicos y políticos. La presentación del juez Alejo Ramos Padilla ante la comisión de Libertad de Expresión del Congreso es un hito en la historia institucional argentina, no sólo expone a los integrantes de una asociación ilícita; además señala a los que decidieron ocultarse y desmerecer la denuncia.
Los intentos del establishment para neutralizar el hecho dejan al descubierto a sus cómplices y a los instigadores. El ninguneo mediático es prueba de su gravedad y las pavadas que recitaron los adláteres del oficialismo conforman casi una confesión. Desde el absurdo de afirmar que todo es una operación orquestada desde la cárcel hasta la ridícula foto de la diputada Carrió con un pijama a rayas. Desde las falsas acusaciones de la diputada Paula Olivetto contra el empresario Etchebest hasta la indiferencia del ministro de Justicia Germán Garabano. Hasta la titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, no se privó de esputar su complicidad: "atacan a Stornelli porque no le pudieron meter un tiro como se lo metieron a Nisman que los denunció por hacer un acuerdo espurio con Irán y Venezuela". Si no hay un juez que la castigue por mentir tanto, que algún amigo la frene con un poco de información veraz.
Porque de eso se trató la exposición del juez Ramos Padilla: del derecho de los ciudadanos a estar bien informados y la obligación de los funcionarios a no fundar sus argumentos en falacias mediáticas. El caso D’alessio deja al descubierto una trama mafiosa que corrompe nuestro país desde hace décadas. Esta es una oportunidad histórica de desterrar a los profanadores de la República y de recuperar la dignidad que nos quieren seguir esquilmando.

2 comentarios:

  1. Más que ante un desafío la con la Historia, me parece que estamos ante un compromiso con nosotros mismos, al fin y al cabo y ya que somos argentinos y no turistas, la opción es tan clara que nadie, tenga la excusa ideológica que tenga, puede hacerse el desentendido, se diga de derecha o de izquierda no importa, importa ser parte de un país vivible (un país, nunca un paraíso) o una vulgar colonia ocupada.
    Más importante aún sería definir el significado real de esas palabritas que no son pero se usan como coartadas, como democracia, república, legalidad y/o decencia, palabritas muy transitadas por quienes no tienen el gusto de conocerlas y, menos, practicarlas.
    Hoy se puede decir que la sensación predominante es el asco y ni falta hace que sea en términos políticos, con lo humano basta y sobra, con la evidentemente pornográfica catadura moral de doña colesterol, sus satélites y toda la escoria servicial y judicial que las alimenta... casualmente los mismos que hablan de moral (en fin, tanta moral de la doña, tanta que hizo una ley para reciclar alimentos vencidos y hacer un balanceado para pobres,... un gran antecedente - que debiera ser suficiente - para la yapa que se va conociendo ahora, no?).
    Pero bueno, sería gracioso si no fuera asqueroso, el "periodismo" serio respaldando a uno que de periodista tiene poco y de botón (le queda grande llamarlo espía), todo. ¿Que será?, están fritos o la idea de impunidad es tan absoluta?. Lo mejor de todo ésto es que recién empieza y aunque ya estemos acostumbrados a la decepción, quizás, soplen vientos más justos, alguna vez hay que barrer la mugre.... claro, soñemos antes de ver un rato de tele y vomitar...

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