Comprender lo que pasa en
Argentina es cada vez más complejo. Los
que deberían ordenar las cosas, son los que más confusión generan día a día.
El empresidente Macri es el causante –no
el ideólogo- de semejante desquicio, con
sus derrapes discursivos y sus contradicciones aberrantes. Que pondere el
legado de su padre para después denunciarlo de corrupción es una muestra de su incoherencia o de su
propia corrupción. En la entrevista difundida el domingo con intenciones de
comenzar su campaña por la reelección junto al consustanciado Luis Majul, el buen
Mauricio mostró lo peor de sí mismo. Lo que hace siempre, pero con un
maquillaje cada vez menos efectivo.
En pos de encontrar algo auspicioso, el bajo rating del producto sugiere que está perdiendo su “atractividad”.
No es el único. El canal
oficialista de noticias, TN, también
está perdiendo audiencia contra el opositor C5N. De continuar la
decadencia, el exagerado augurio difundido en tiempos de la discusión sobre la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –“TN puede desaparecer”- se convertiría
en realidad. El exceso de silencio ante los estragos del gobierno que sus
periodistas apuntalaron choca con la
realidad que padece gran parte de su público. La obscena manipulación de
los contenidos está produciendo un despertar
de algunas conciencias. La obsesión por demonizar al gobierno anterior es
tan paródica, que hasta los colonizados
se incomodan. Aunque mientan a coro, los más engañados advierten que las
cosas no van tan bien y empiezan a exigir
un poco de respeto. Como la realidad
se puede tapar, los cautivos
reclaman que se empiece a hacer tapa.
El ambiente está cada vez más
denso y los dislates oficiales parecen
destinados a alimentar la hoguera. La entrevista a Macri mostró mucho de
eso. Como en la apertura de sesiones del Congreso, el Ingeniero apeló a su tono
exasperado, impaciente, exaltado, como
si fuera un iluminado incomprendido. En esos interminables minutos, mintió, fabuló, proyectó, prometió,
pontificó, acusó y sentenció. “Me
parece que ella no está bien –evaluó en referencia a CFK- Niega
la realidad y les echa la culpa a los demás de las cosas que ella hizo”. Una descripción perfecta de sí mismo y
cargada de cinismo. Al decir que “hoy
estamos mejor parados como sociedad que en 2015”, niega el endeudamiento,
la inflación, el deterioro, la desinversión, el desempleo y todos los males provocados por sus medidas.
Con su inhumana entonación, confesó saber “que
hay mucha gente que le cuesta llegar a fin de mes”, algo que ni imagina. Ni con esfuerzo supremo podría llegar a comprender lo que es vivir con un
salario medio, de esos que antes alcanzaban para muchas cosas y hoy apenas
para lo esencial. Como si no hubiera
sido su decisión incrementar las tarifas con cifras astronómicas. Como si
la suba de los medicamentos de un 257 por ciento desde 2015 no fuera consecuencia de la desregulación
que tanto adora. Y ni hablar de "nuestros
queridos abuelos”, que deben pagar los remedios requeridos por la edad un 540 por ciento más caros con una
jubilación que apenas se incrementó en un 172 por ciento. Esto no es culpa
del gobierno anterior, sino de éste.
Y eso no se puede ocultar con nada.
Detrás
del telón
En su intento por engatusar a sus
escuchas, Macri negó haber prometido en
campaña que iba a lograr Pobreza Cero. ¿Cómo puede explotar tanto la
complicidad del entrevistador y la desatención del público? En Finlandia –país
que siempre pone como ejemplo- el
gobierno en pleno presentó la renuncia por incumplir las promesas. Este
farsante, en cambio, afirma no haberlas
hecho. Y encima se burla: aseguró que cuando termine su mandato va a dejar “la misma pobreza” que cuando asumió
pero “distinta a la del kirchnerismo”. ¿Todavía queda alguien que no se ofusque
ante semejante bajeza? Si los que aplaudieron en su momento el fervor con
que auguraba el fin de la pobreza no se sienten decepcionados, es porque son cómplices de esta broma macabra.
Y uno dice ‘broma’ para no
dramatizar: esto es una estafa
electoral, política y económica. Encima el Jefe de Gabinete Marcos Peña pondera este estropicio y, alucinado en
su afán embaucador, aseguró que “el
gobierno de Mauricio Macri hizo una
enorme transformación en todos los rubros”. ¡Rubros!, como si hablara de
una empresa y no de un país. Y por si esto fuera poco para la paciencia de la
ciudadanía, amenazó con que “éste es un
cambio que tiene que llevar 20 o 30 años”.
Con tres décadas más de esto desaparecemos
del mapa, fagocitados por los buitres a los que Macri abrió la tranquera.
Claro que el Ingeniero hizo una gran transformación en estos tres años y
pico: de estar en el puesto 26 en el Índice de la Felicidad medido por la ONU
en 2015, ahora estamos en el 47; de
poder comprar “plasmas, celulares y autos”
con nuestros sueldos medios, ahora
apenas si podemos pagar los servicios; como los kirchneristas nos hicieron creer que podíamos
alimentarnos, los PRO se enorgullecen porque las góndolas nos impiden comprar más de un sachet de leche, no sólo
por el precio sino porque no hay; nos prometieron que íbamos a ser el supermercado del mundo pero muchos están volviendo al trueque para
poner algo en la mesa familiar; nos aseguraron un mejor futuro pero el presente
se puede ver en los millones de
conciudadanos que apenas pueden tener una comida al día.
Los integrantes del Gran Equipo
son más mentirosos que el changarín de
Nogoyá. Por lo menos, José Sánchez reconoce
que fue mentira lo del hallazgo del maletín con 500 mil dólares. En cambio,
los amarillos no: alientan la especulación pero
le dicen ‘inversión’; al desempleo creciente lo llaman ‘trabajo de calidad’;
a la caída, ‘crecimiento’; al
incremento de asistentes a comedores comunitarios lo toman como “un éxito”; el aumento de las tarifas es ‘sinceramiento’;
sonríen al llamar ‘reconversión’ al
cierre de fábricas; se babean al hablar de educación pero no inauguran
escuelas ni jardines, sino que dejan que
exploten o se derrumben. La ‘transformación’ de la que Marcos Peña se jacta
es un desaforado deterioro hecho adrede.
El objetivo es convertirnos en alimentadores de sus fortunas. El
Cambio es desequilibrar la balanza, profundizar la desigualdad, hacer de la corrupción un negocio exclusivo,
arrojarnos a la pobreza para convertirnos en sirvientes, extirpar derechos para potenciar privilegios. Por eso necesitan 20
o 30 años: para adiestrarnos a la medida
de sus apetencias. Por eso amoldan las instituciones para legalizar sus atropellos. Por eso una de las primeras medidas de Macri
fue desmantelar la Ley de SCA, para hacer más poderosos a los medios aliados y convertir
el blindaje, la mentira y la
demonización en la única forma de comunicación pública.
muchas gracias Gustavo compartido-abrazos
ResponderBorrarA estas alturas, lo que podemos apreciar del rosario de calamidades amarilas, tal vez sea una "luz" lo que s vislumbra pero, lo predominante es el hartazgo, el cansancio y hasta estupor, sebíamos que iba a ser una porquería, no nos imaginabamos que sería tanta.
ResponderBorrarY ya ni ganas dan de mirar todo ésto en términos políticos, si con lo personal alcanza, sobra y justifica el asco, Tomar el cadáver aún casi tibio del padre y definirlo como "corrupto" (y hace añares que el holding NO ES del padre, sino de él y ¿no se autoincrimina como corrupto?.... un mínimo pudor de hijo parece que no figura en sus defectos y...¿qué pueden esperar los que votaron esta porquería?, o la incontinente verbal doña malbec, para la que el velorio de Néstor fue "una puesta en escena", tá bien, era teatro pero el muerto estaba como estaba el montón de "actores" (¿cuántos, millones?) despidiéndolo... o que CFK es comparabla a stalin.... no sé que ofende más, la enormidad del dislate o la estúpida ignorancia de la ex montonera (y casi segura botona)...y después un surtido de glorias, como la inefable doña colesterol amenazando de muerte a un juez, Ramos Padilla, cuyo crimen es dejarla en evidencia y así, hasta el infinito...
Ahora sí, lo que se vislumbra es que puede haber un final y, la verdad, será una luz pero lo que viene será un tiempo oscuro, el de la muy pesada herencia y campo minado que dejarán,.... disculpe, hoy me levanté pesimista.