martes, 30 de agosto de 2011

El verso de la boleta única o un cambio en la dieta del votante

Hace meses que descansan en el Congreso muchos proyectos para modificar el sistema electoral que rige en nuestro país. Parece que el sistema de boletas partidarias no es confiable para contar votos, a pesar de las modificaciones estrenadas para las PASO el domingo 14 de abril, que incorpora colores y hasta la fotito de los candidatos. Los partidos opositores perdieron por culpa de las boletas, según ellos, por supuesto. O tal vez por la inclusión de las “fotitos”. Entonces ahora, a poco más de mes y medio de las elecciones generales, sacan a relucir el sistema de Boleta Única utilizado en Santa Fe y Códoba, como el más confiable y eficaz para garantizar elecciones transparentes. Claro, fue la opacidad del sistema lo que los hizo perder, no la opacidad de sus propuestas electorales.
Y no conformes con no haber alcanzado siquiera cifras que les hagan soñar con la remota posibilidad de arañar un balotaje, pretenden revolucionar el acto eleccionario con un nuevo sistema de boletas que, a los apurones, estará condenado al fracaso. En la invencible provincia de Santa Fe ya se hicieron dos elecciones con este sistema, después de prácticas realizadas en los colegios. Comenzó a diseñarse en diciembre pasado para ser aplicado en mayo. Ahora, perdido por perdido, instalan el debate en torno a la boleta única para ocultar una nueva derrota electoral el próximo 23 de octubre.
En realidad, abren un paraguas ante el chaparrón que se les viene. Nadie con un mínimo de seriedad institucional puede pensar en la viabilidad de hacer tamaña modificación en tan poco tiempo. Simplemente se están atajando. De antemano están sembrando la duda sobre las elecciones futuras a través de dos caminos. Son astutos como zorros y sucios como jabalíes. Si el Congreso aprobara una modificación en el sentido de la boleta única, el Gobierno Nacional y el Ministerio del Interior deberán hacer malabares en función de instrumentar el nuevo sistema. Entonces, serán acusados de improvisados y desprolijos. Y el seguro triunfo de la actual mandataria estará opacado por todas las sombras de sospecha posibles, errores y fraudes incluidos. Ahora, en caso de que la Presidenta vete la ley o decida instrumentarla para las elecciones legislativas de 2013, como inspira la seriedad y la coherencia, será acusada de autoritaria, soberbia, populista, conservadora y vaya a saber uno de cuántas cosas más.
Pero además, la oposición desacredita el sistema electoral que hemos usado durante años. Por esta vía, el triunfo de Cristina ya está ensuciado con más de cincuenta días de anticipación.
Anoche, en el programa “Desde el llano”, conducido por Joaquín Morales Solá en la señal TN, resultaba patético ver a Oscar Aguad dando lecciones a Agustín Rossi y declarar que “el kirchnerismo está llevando al país al abismo”. Claro, el radical olvida quiénes pusieron el moño a las atrocidades económicas de los noventa, cuya explosión se produjo en 2001. Los argumentos a favor de la boleta única YA parecían más el berrinche de nene consentido que el resultado de un razonamiento político. Afortunadamente, el periodista, sin ocultar su desprecio por el diputado oficialista y de paso, sin dejar de manifestar su asco hacia la actual mandataria, concluyó que el sistema de boleta única no podrá aplicarse para las próximas elecciones por falta de tiempo, claro que agregó un “por culpa del Gobierno”.
Otro que desplegó explicaciones extrañas fue el candidato Alberto Rodríguez Saá. Con una creatividad matemática sorprendente trató de demostrar que Cristina no había recibido el apoyo del cincuenta y pico por ciento del electorado, sino menos. Claro, votó un poco más del setenta por ciento del padrón, que según dicen, es alto para unas elecciones primarias que, por primera vez se realizan a nivel nacional. La Presidenta obtuvo la mitad de setenta; algo así como el 34 por ciento descontando votos nulos y en blanco. Ese juego numérico no sólo disminuye la cifra alcanzada por la fórmula oficial, sino la de todos. Pero esto último se oculta.
Pero el puntano hizo hincapié en los votos en blanco, que según él alcanzaron el millón, aunque no llegaron a algo más de 770000. Siempre fue complicada la lectura del significado de los votos en blanco. Muchas veces, el autor de estos apuntes ha apelado a esa opción en elecciones legislativas durante los noventa, con, por supuesto, escasa y nula repercusión política, como debe ser. En estas elecciones primarias, el voto en blanco no tenía demasiado sentido. Hay un proceso de reconstrucción en la discusión y representación política que hace que el voto en blanco no tenga el alcance político que tenía más de una década atrás.
“El Alberto” imponía la idea de que el voto en blanco había sido contra Cristina y que en octubre se iba a encargar de conquistarlo. Allá él con sus quimeras. Pero si a algo se opone el voto en blanco es al sistema político en general. Es un voto cuestionador, aunque no demasiado consustanciado con la política en sí. A veces es un zafe del que no quiere comprometerse en conocer lo que está a disposición del electorado. Así como puede leerse el voto en blanco como un rechazo a la reelección de Cristina también lo es hacia la oposición, que no supo generar una alternativa de gobierno al modelo en marcha.
Más allá de todo esto, lo que queda demostrado con el aullido de los derrotados es que están más desorientados que antes de las PASO. No sólo han perdido el caudal de votos que los posicione en un lugar importante del podio, sino que han reducido su eficacia las operaciones que, desde los escenarios mediáticos que alimentan sus fantasías, despliegan para alcanzar un poder que cada vez les resulta más esquivo. En criollo, advierten que el votante no come vidrio y cuando vota lo hace con el corazón y con la cabeza. El bolsillo ya no vota.

domingo, 28 de agosto de 2011

Un PASO a las generales o la desesperación de los que no saben caminar

No sabían cómo calificar a las primarias. Las nombraban como una gran encuesta, como proscipción para los partidos chicos, como una instancia innecesaria porque todas las listas presentaban un solo candidato. En fin, de entrada nomás se daban por perdidos. Hicieron cualquier cosa para destronar el actual gobierno nacional, menos presentar propuestas coherentes para seguir transformando nuestro país. Denunciaron, blasfemaron, insultaron, mintieron, prometieron. Pero de concreto, nada de nada. Y los resultados del 14 de agosto explotaron en sus envejecidos rostros. Uno esperaba una reacción acorde con la circunstancia, no con intenciones de dejarse convencer por otra cosa sino para hacer más interesantes los dos meses y pico que quedan por delante hasta las elecciones generales. Para que el partido tenga pimienta, si se quiere. Para que haya un verdadero desafío político a la propuesta oficial. No. Ellos insisten en la nada que sostienen.
Pasaron dos semanas del balde de agua fría y están más desorientados que antes. Las diferencias entre la actual Presidenta y ellos fueron más grandes de lo que pensaban. Ninguno superó el 13 por ciento y Cristina logró mucho más del 40 por ciento que pronosticaban. El votante, que según Biolcati mira Tinelli y colecciona televisores de LCD, optó por lo que le pareció más efectivo para nuestro país. Sin embargo, las lecturas equivocadas del arco opositor anticipan otro golpe para las elecciones de octubre. Si todo sigue como hasta ahora –es decir, muy bien- es probable que el FPV supere el número obtenido en las primarias.
En las pantallas de los televisores –viejos o nuevos- aparecen los derrotados desplegando matemáticas extrañas y juegos numéricos que causan risa. Todo para minimizar la victoria del oficialismo. También denuncian fraude. Pero los errores detectados perjudican al FPV y no a las listas opositoras. Nadie hace fraude para perder, sino para ganar, a ver si se entiende. El Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti habló de errores y resaltó la transparencia en nuestro país de los procesos electorales. Binner y otros más salen a proponer la boleta única. En Santa Fe tomó meses su implementación. Hubo prácticas en los colegios y todo. Es un buen sistema, pero no hay tiempo para poner en práctica la boleta única para octubre. No saben qué decir.
Uno pensaba que con la contundencia numérica del apoyo manifestado hacia la fórmula oficialista se iban a poner a trabajar en serio. Parece que esperan una carta documento de cada votante para convencerse de que el país real quiere que se profundice el modelo iniciado en 2003. Hasta argumentan que sería peligroso para el buen funcionamiento institucional que el oficialismo obtenga mayoría en el Congreso. Primero, para que el FPV tenga mayoría propia en ambas cámaras necesita más del 60 por ciento de los votos, lo cual no es posible, aunque sería maravilloso. Segundo, no hay nada de malo en las mayorías parlamentarias, siempre y cuando estén en función de un modelo de desarrollo con inclusión y redistribución del ingreso. Nadie se quejaba de las mayorías menemistas compuestas por levantamanos automáticos que votaban en contra del beneficio popular. Además, las elecciones de octubre no son sólo legislativas. Son los cargos ejecutivos los que adquieren peso en esta instancia.
Y en función de socavar, desprestigiar, deslegitimar cometen la imprudencia de insultar al electorado. El autor de estos apuntes se enojaba mucho en los noventa cuando el menemismo triunfaba en cualquier elección. Claro, entonces no se votaba por un modelo nacional y popular, sino todo lo contrario. Lo de ahora es diferente. Es un discurso oficial que se inserta en la historia de la región, llevando como bandera reivindicaciones que provienen de la horizontalidad de un país. Suma, no resta. Lo que pasa es que algunos no quieren sumar: quieren mandar aunque no los vote nadie. El martes 23, el matutino La Nación publicó un escalofriante comentario del politólogo Sergio Berensztein, “Evitar la hegemonía legislativa será el desafío electoral”. Dice, por ejemplo que “el sistema institucional argentino es sumamente frágil y de pésima calidad, pero la erradicación de la violencia y la desaparición de los actores desembozadamente autoritarios representan logros fundacionales de los que todos debemos sentirnos orgullosos”. Cuesta entender qué realidad está analizando el director de la consultora Poliarquía, de gran trayectoria académica.
Y continúa su texto con una andanada de interrogaciones más allá de octubre, cómo por ejemplo: ¿continuará Cristina con la dinámica de confrontación o se moderará para favorecer la formación de consensos, sobre todo teniendo en cuenta la crisis internacional? ¿Tendrá un gabinete más calificado y la voluntad política necesaria como para intentar resolver los principales desafíos que enfrenta su gobierno (la desconfianza interna y externa, que se traduce en fuga de capitales y escasa inversión en infraestructura y proyectos de gran escala; la inflación y el atraso del tipo de cambio, que afecta negativamente la balanza comercial; el deterioro del frente fiscal en general y la cuestión de los subsidios en particular; la incertidumbre y discrecionalidad regulatoria, sobre todo en torno a la energía)?" Si uno se detiene en los puntos planteados por el columnista, hay un conjunto de mentiras y demandas de los sectores concentrados de la economía que significarían un perjuicio para el conjunto de la ciudadanía, es decir, los de a pie.
Y por supuesto, Berensztein da lugar a sus fantasías, los temores freudianos manifestados en letras de molde, el sueño de tener un enemigo a la altura de sus intereses. “¿Querrá la Presidenta que la Argentina se encamine hacia un régimen de partido único? Y si ése es el caso, ¿qué modelo seguirá? Hay muchos posibles (el del PRI mexicano, la Venezuela de Chávez, la Rusia de Putin, la Indonesia de Suharto), pero en ningún caso se trata de regímenes democráticos, aunque puedan sostener un leve maquillaje de competencia electoral. Dichos regímenes se caracterizan también por el control de los recursos naturales (directamente por parte del Estado o mediante el denominado "capitalismo de amigos") y por un creciente, si no casi absoluto, intervencionismo estatal”.
El miedo. Llega a lo peor, asustar al electorado. Su profundo saber y su aguda mirada le permite percibir lo que el ciudadano común no alcanza a visualizar: la malvada, perversa Cristina tratando de apoderarse de todo el país, convirtiéndose en una dictadora come chicos. Las analogías desplegadas por el servidor de los intereses políticos y económicos más concentrados y destructivos del país son producto de la desesperación. Profundizar el modelo es para ellos sinónimo de autoritarismo, demagogia, populismo. Añora el modelo neoliberal que hace estragos en el  ya no tan Primer Mundo. Claro, no llegó a tanto como el perdedor candidato Eduardo Duhalde –malo como el peor- que agitó los fantasmas del pasado cuando habló de subversivos. Para él todos los que votamos a Cristina somos subversivos. Querido Eduardito: los subversivos no votan, sino que subvierten. Alteran el orden público, tratan de destruir las instituciones, de socavar el poder legítimo. Pregunto: ¿quiénes son los subversivos en esta historia de la que todos somos protagonistas?

viernes, 26 de agosto de 2011

Las PASO, Bariloche y después

Después de diez días con la compañía bulliciosa de adolescentes y del entusiasmo por la exaltación de las fiestas, el silencio de mi departamento resulta ensordecedor. Bariloche estaba en ebullición, pero no por el volcán chileno –cuyas cenizas no modificaron sustancialmente el paisaje como anunciaban los medios malintencionados- sino por miles y miles de adolescentes que desbordaban la ciudad rionegrina para celebrar la finalización de su segundo ciclo de estudios.
Todo estuvo muy bien y permitió al autor de estos apuntes apreciar un aspecto de los chicos que, reducido al ámbito educativo está vedado para gran parte de los docentes. En comparación con lo que fue el viaje de egresados y la convivencia festiva hace treinta años, la diferencia es notable, para bien o para mal. Entonces, en una evaluación general, hay puntos altamente positivos y otros que deberían repensarse.
En primer lugar, y sin intenciones publicitarias, es necesario destacar el trabajo de la empresa de turismo Auckland, cuya seriedad en la organización permitió disfrutar a pleno estos diez días. La cara visible de la empresa, sus coordinadores –Mauricio Di Lorenzi, Gabriel Curone y Andrés Colombo- y la atención del hotel Plaza más los conductores de los numerosos colectivos y combis utilizados durante la estancia y las actividades programadas estaban permanentemente al servicio de los viajeros con un resultado altamente positivo. A todo esto hay que agregar una trama de comunicación que tenía como objetivo hacer un seguimiento de los turistas para garantizar su seguridad. Con respecto a los coordinadores hay que destacar la calidez, el compromiso y la relación afectiva entablada tanto con los chicos como con los acompañantes y uno, con casi medio siglo encima, se sorprende por la energía desplegada para lograr el entretenimiento de los futuros egresados.
Si hay una crítica para hacer respecto de estos viajes, no reprochables directamente a la empresa sino al viaje a Bariloche en sí, es el énfasis que se pone en las salidas nocturnas. Pareciera que lo principal son las fiestas explosivas de los boliches y que el impactante paisaje y las actividades en contacto con la naturaleza forman un telón de fondo que pasan a un segundo plano. Todo se arma en función de los bailes nocturnos –que desbordan de impulsos- y las excursiones resultan una molestia para la resaca adolescente. Por supuesto que no se pide la eliminación del clima festivo sino una dosificación que permita un equilibrio entre la noche y el día. En esto, las empresas no pueden nadar contra la corriente porque su objetivo principal es conquistar un público. Es necesario trabajar en esto desde otros ámbitos, porque la responsabilidad en las expectativas de los adolescentes por el viaje es compartida.
De cualquier modo, la observación y la convivencia con los festivos jóvenes permiten realizar una evaluación que en muchos aspectos los deja muy bien parados. Y ahí hay un punto muy interesante para destacar: el objetivo principal de la fiesta es bailar, saltar, divertirse como un colectivo sólido y no como una expresión individual. Haciendo memoria, el clima bolichero de la adolescencia ochentosa era sumamente discriminador y frustratorio. Recuerdo que el objetivo principal no era divertirse, sino conquistar a una chica. El que no lograba compañera de baile no bailaba. Y las “lentas” significaban casi el fin de la noche cuando uno estaba en soledad, apichonado en un rincón del boliche. En los locales de hoy casi no existen las lentas y baila el que quiere no sólo el que conquista. Y nadie advierte quién baila en pareja y quién no. Hay un grupo enorme festejando en comunidad. El objetivo principal de la fiesta es festejar y no conquistar. Y eso es muy bueno porque nadie queda afuera y no hay frustración posible. La conquista se realiza más allá de la pista de baile y no en la pista misma. Y parece no importar demasiado porque laprotagonista principal es la diversión.
Lo que cabe preguntarse es por qué la única manera de divertirse que encuentran es el aturdimiento con música y alcohol, lo que resulta superficial y a veces destructivo. Casi no duermen y muchos terminan desmayados, expulsando de su cuerpo el exceso etílico de manera poco elegante. Pero eso hay que trabajarlo, charlarlo. De todas formas, el viaje a Bariloche conforma una experiencia necesaria tanto para los chicos como para los acompañantes y es un hito en la vida de toda persona que empieza a crecer para afrontar el camino de la madurez. Lo grave es cuando quedan anclados en eso.

Los revoltijos de las PASO
Las elecciones Primarias, Simultáneas y Obligatorias dejaron un saldo interesantísimo para los que acordamos con el modelo de país llevado adelante por la actual –y futura- Presidenta. Como en estos días Apuntes Discontinuos estuvo de viaje, hoy se dedica a hacer un análisis sin la intención de agregar nada nuevo a lo que se ha dicho a lo largo de estos días. En primer lugar, muchos sentimos un profundo alivio al ver los números, pues eso indica que no nos equivocábamos al apoyar un modelo de desarrollo con inclusión social. También, vergüenza ajena por los dichos de los derrotados, de aquéllos que no son capaces de proponer otra alternativa que no sea la vuelta al pasado neoliberal, cuyos estragos son presente en los países del otrora Primer Mundo.
Las evaluaciones de los que no alcanzaron conquistar un número más o menos digno indica que no tienen la capacidad de leer la realidad, sino que permanecen en una burbuja caprichosa y destituyente. Hablar del “voto con el bolsillo” es no entender nada. El voto cuota de los noventa significó una extorsión a los ciudadanos, una amenaza de abandonar la convertibilidad en detrimento de la economía cotidiana atada a créditos dolarizados. En aquel entonces no hubo elección, sino mera opción. El voto a cristina del domingo 14 de este mes va mucho más allá de la economía mezquina e individual. Es el apoyo a un colectivo solidario, a una transformación que va más allá del bolsillo. El voto en las internas es un voto que apunta a concretar la solidez de un país inclusivo. Lo que representa Cristina es mucho más que la ideología de un partido político. Su discurso es el emergente de un recorrido histórico que toma las mejores ideas para construir un verdadero colectivo nacional.
En comparación, los derrotados sólo son la representación del odio, de la incompresión, de la sumisión a los poderes económicos concentrados. El anacronismo de Eduardo Duhalde en su discurso del domingo por la noche sólo produce escalofríos, con sus referencias a la subversión y a las banderas foráneas. La inutilidad de Alfonsín y el fracaso absoluto de las propuestas honestistas de Carrió demuestran la madurez de un pueblo que por fin ha comprendido la conjunción entre los tres tiempos verbales. Y no sólo eso. La elección del votante incluyó a todos, dejando de lado el voto egoísta, sectario y excluyente. El argentino eligió ser ciudadano y se constituyó como pueblo.  
En los días que restan para llegar a las elecciones generales de octubre habrá que estar atentos a las operaciones políticas y mediáticas que intentarán socavar en vano el apoyo que, con inteligencia, trabajo y compromiso, ha logrado conquistar el Gobierno Nacional. No será tan difícil. Ella lo ha dicho en muchos de sus discursos: el amor siempre derrota al odio. Haré una pequeña corrección a sus palabras –y perdón por la osadía- pero el odio se derrota sólo, víctima de su propio veneno.

sábado, 13 de agosto de 2011

Elucubraciones sobre la jubilación

Antes de comenzar con el apunte de hoy, debo advertir que por unos días no habrá actualizaciones en este espacio porque mis actividades laborales me conducen a realizar un viaje. Bariloche me espera con un licuado de nieve y cenizas, además de adolescentes desenfrenados que terminan el secundario. Que no se asusten los visitantes habituales. Volveré renovado para seguir con este aporte a la batalla cultural que hemos comenzado ocho años atrás.

En esta semana se recalentó la discusión sobre la jubilación de los docentes en la invencible provincia de Santa Fe, a la que habría que cambiar su nombre por algo menos dogmático. El gremio AMSAFE y los otros que nuclean a los docentes comenzaron a reclamar por las promesas incumplidas por el gobierno durante los últimos meses. Ni se ha discutido el tema, para ser más claro. Ante la constante ostentación de las autoridades pertinentes de que Santa Fe es la única provincia que paga a sus jubilados el 82 %, vale aclarar que no es así. A esa cifra se llega después de algunos años de recategorización y no con los treinta años de servicio que se exigen por ley.
Veamos un ejemplo: el de este humilde cronista. En marzo llego a los 24 años de servicio con 49 de edad. En seis años cumpliría con los treinta años frente al aula con 55 de edad, pero no se me permitirá la jubilación porque para los varones la edad jubilatoria es de 62 años. Por lo tanto, deberé esperar siete años más para acceder al jubileo etario, con 37 de servicio. Ese período excedente me permitirá alcanzar el 82% móvil, lo que trabajo de más para alcanzar la edad del retiro. En el medio de esta discusión, está la diferencia  en la edad para la jubilación entre mujeres y varones que se mantiene a pesar de los muchos intentos por superar los problemas de género. Claro, ante el mismo trabajo, el mismo esfuerzo, el mismo desgaste, ¿por qué se supone que el varón tiene más tolerancia a la tarea que la mujer?¿No es eso una manifestación no discutida de la fortaleza de género?¿No hay ahí una aceptación no declarada del mito del sexo débil y el sexo fuerte? A esta altura de la vida, la edad jubilatoria debería ser la misma, no sólo en el gremio docente sino en todas las actividades laborales del país. Y con esto no estoy diciendo que debe elevarse la edad exigida para la mujer. En este caso, estaría permitido igualar para abajo, para que mis compañeras no se enojen.
Los gremios docentes proponen una baja en la concepción de la edad para el retiro: 25 años de servicio y cuando toque con el 82% móvil. Por supuesto que esto es un reclamo de máxima para sentarse a discutir. Si tenemos en cuenta que –sobre todo las maestras- comienzan a trabajar muy jóvenes, los 25 años se cumplen antes de llegar al medio siglo. Entre las dos posiciones extremas –gobierno provincial y gremios- hay muchas alternativas intermedias. Pero hay que sentarse y evaluarlas. No vale la constante negativa oficial y más aún cuando se pregona siempre con la necesidad de mejorar la calidad educativa. También hay que reconocer que en los últimos años, los ingresos han mejorado muchísimo respecto de las retribuciones salariales de los tiempos del neoliberalismo de los noventa. Los abusos, los maltratos monetarios, las sanciones y las exigencias desproporcionadas han quedado en el olvido. Si bien falta mucho para considerar óptimos los ingresos, se ha avanzado bastante en la dignidad salarial. Además se ha titularizado a muchos que estaban en una situación precaria y de inestabilidad. Eso hay que reconocerlo, aunque el proceso de transformación tiene sus aristas negativas, que no merecen la pena ser destacadas en este espacio. Pero siempre se puede mejorar y eso es necesario.
Aunque algunos no lo comprendan –o no quieran- el desgaste de estar frente a un curso es enorme y más aún cuando se trabaja con chicos de nivel inicial y primario. La energía no se repone, por más que se nos reproche el tener treinta días de vacaciones en verano y quince más en invierno. En este sentido, todo trabajo desgasta y el período vacacional de quince días en la mayoría de los sectores es insuficiente. Dos semanas de descanso contra 52 que tiene el año es una relación que debería re-considerarse en todas las áreas laborales del país. En los países vecinos, Chile, Uruguay y Brasil los días de descanso son más generosos.
Volvamos a la jubilación. El retiro de docentes con más de 50 años cronológicos permitiría la renovación de cargos, el ingreso de maestras y profesores más jóvenes y, por lo tanto, con más energía. La diferencia generacional que hay entre chicos de siete años y maestras con más de cincuenta es enorme. Y de alguna manera eso afecta. Además, también hay que considerar la desproporción que significa trabajar con cursos integrados por más de treinta chicos, incumpliendo, ahí sí, lo que dicta toda ley educativa y principios pedagógicos. Las cajas previsionales no se van a vaciar si hay más trabajadores que jubilados, si se amplía el plantel docente para atender mejor a los alumnos.
Una alternativa interesante es mantener en treinta los años de servicio, pero sin exigencias de edad. Además, podría incluirse la voluntad de aquellos docentes que quieran seguir trabajando más allá de esos límites. O pensar en jubilaciones parciales, retiro gradual o algo así. Hay muchas posibilidades para pensar un sistema de retiro para los docentes que deje conformes a las partes. La simple negativa no es una de ellas. Como siempre, la política es el camino.
Y para que no se enojen los lectores que no son docentes, todos los trabajadores deberían tener la posibilidad de jubilarse antes de la edad que ahora estipula la ley. Sería bueno tener jubilados con menos de sesenta años, con energía para disfrutar del tan merecido descanso después del retiro. No puedo decir demasiado por la veda electoral, pero en estos años se ha hecho mucho para otorgar más dignidad a los jubilados, a pesar de las innumerables quejas de los malintencionados. Todavía falta, pero estamos en el buen camino.

jueves, 11 de agosto de 2011

La ansiedad de ver las cartas

El domingo no pasa nada, dicen muchos. Es sólo una instancia para legitimar candidaturas. Pero uno no puede dejar de estar ansioso. El otro día un taxista se quejaba porque el domingo no se jugaban los partidos. Y dijo: “es preferible tener partidos antes que elecciones”. ¿Qué contestar ante algo así, sin decir algo obvio? Parece mentira que muchos vivan las elecciones no ya de manera tangencial, sino como algo molesto. Y le contesté: “para mí las elecciones son como un mundial”. Y guardó silencio. Claro, jugué con la metáfora que más comprendía. Las elecciones como algo mucho más importante que un partido de fútbol, aunque sean estas primarias que han intentado ser degradadas por la oposición.
Y no hablo sólo de la oposición política, sino también de la mediática, que parece ser más nociva, más destructiva. El miércoles por la mañana, antes de ir a mi trabajo, llevé la bolsita con residuos hasta el contenedor. Como siempre, accioné el pedal que levanta la tapa y arrojé la bolsa. Adentro había algo que me sobresaltó. No tanto como aquella vez que en una especie de flash, mientras bajaba la tapa, vi un par de piernas y una cabeza, que después comprobé que eran de un maniquí y no de un cadáver. Esta vez había una persona, pero viva. Me disculpé por la manera descuidada en que tiré la bolsa y dejé bajar la tapa. Después advertí que al pie del contenedor había algunas cosas acomodadas que el ocupante del contenedor pensaba llevarse. Al instante imaginé titulares de diarios: “Crisis habitacional: excluidos ocupan los contenedores” o cosas por el estilo. Siempre buscan la manera de desalentar y en eso son muy creativos.
Pero estamos a pocos días de las primarias y la verdad, es muy difícil controlar la ansiedad. El domingo va a mostrar números para tranquilizar a unos e inquietar a otros. En cierta forma, van a quedar expuestas las mejores cartas de cara a las elecciones generales de octubre. Y después del domingo… a prepararse porque si hasta ahora hubo operaciones mediáticas y de las otras, es imposible imaginar las que se vienen. Claro, algunos no entienden que se juega con las cartas que están en el mazo y no las que tienen escondidas en las mangas o en otros lugares inimaginables.
Y ante el riesgo de ser un poco drástico, las elecciones del domingo van a mostrar cuántos están de cada lado. Y hay que decirlo claramente, aunque a algunos les moleste. Más que nunca desde la recuperación de la democracia, no es lo mismo uno que otro. En estos últimos ocho años se demostró que no son todos iguales; que estamos como estamos no por la magia sino por una decisión; que si fuera por el viento de cola estaríamos como los países europeos, Chile o Estados Unidos; que asumir el conflicto es superar el problema; que la no-política nos condujo al 2001; que la corrupción es un problema ético y no político; que combatir la pobreza y lograr una mejor distribución del ingreso es un asunto ideológico y no administrativo; que el Estado no es un lastre sino una garantía de crecimiento y equidad; que votar por uno es profundizar el modelo y votar por otro es retroceder. Todo eso aprendimos y el domingo comienza nuestro período examinador.
Claro que hay muchos que intentan confundir. Carrió, por ejemplo, al diferenciar la producción de los bienes necesarios y los bienes suntuarios quiere frenar el desarrollo tecnológico que está comenzando a despertar en nuestro país. La candidata de la Coalición Cívica pretende, con su defensa de los bienes necesarios, volver al país agroexportador, el que teníamos a comienzos del siglo XX. Hacer hincapié en los productos alimentarios es eso: renunciar al desarrollo de la tecnología para volver a ocupar el rol del “granero del mundo”.
Otro que quiso confundir con sus opiniones es el candidato del FAP, el gobernador de Santa Fe Hermes Binner. En un intento de parecer ingenioso, descalificó la idea de modelo que sostiene el Gobierno Nacional. El anestesista manifestó en muchas oportunidades que los modelos sirven para hacer tortas. Esto demuestra que sabe poco de política y mucho menos de repostería. Contrapone modelo a gestión. Confunde o no sabe. El molde –que es lo que se usa para hacer tortas- es inmodificable, reiterativo, impuesto. El modelo, en cambio, es un punto de referencia, un punto de partida para llegar a un objetivo. Un modelo es un esquema teórico que se construye, que se modifica, que crece. El modelo es un puente entre el pasado –la Historia, el arquetipo- y el futuro –el proyecto, el prototipo. La gestión es puro presente y en todo caso es el accionar cotidiano como manifestación de un modelo. La ironía resulta esquiva para el candidato del FAP.
Y otro que intenta confundir, y con tintes siniestros, es Eduardo Duhalde, de la Unión Popular. Su propuesta de campaña se basa en la unión y en la paz. Apuntes Discontínuos ya desarrolló en un texto anterior lo que significa para Duhalde la “paz”. La unión también parece ser un punto importante para el candidato. Sin embargo, lo traiciona su incomprensión de la realidad. Toda unión es artificial, circunstancial. La unión es una alianza entre cosas disímiles. Es un pegoteo de cosas que no constituyen algo armónico.
Una unión no constituye la unidad. Y ahí la Presidenta está un paso adelante. En el cierre de campaña en el teatro Coliseo Cristina habló de “unidad”. Y eso es mucho más profundo que la simple unión. Buscar la unidad es la construcción de algo indisoluble, permanente, no circunstancial. La unidad apunta a lo Uno, a lo sólido. Y lo sólido se construye con solidaridad, no entendida como caridad o limosna, sino como la inclusión del otro. Y esa inclusión no tiene límites porque debe tender a la verdadera Unidad. El domingo hay que empezar a pensar en esos términos, para aprobar el examen.

domingo, 7 de agosto de 2011

¿Los milagros de un santo?

El autor de estos apuntes siempre espera con ansiedad cada 7 de agosto. No porque sea uno de los tantos seguidores del Santo del Pan y del Trabajo, San Cayetano, sino porque esa festividad, ese acto de fe se transforma en un interesante indicador social. Uno que ostenta años sobre su osamenta y se vanagloria por tener buena memoria no puede dejar de hacer una comparación entre el “éxito” que tenía la convocatoria unos diez años atrás y el que tiene ahora. No es la intención de estas líneas abordar con profundidad la cuestión religiosa en sí. Eso quedará para otra ocasión. Pero es muy interesante observar lo que connotaba la afluencia de público en aquellos momentos en que el trabajo era un bien por demás de codiciado.
Los archivos no me dejarán mentir. En los principios de este siglo, cuando la crisis del neoliberalismo de los noventa se estaba comenzando a manifestar –con la búsqueda de trabajo, la necesidad de inclusión, la pobreza extendida, la desesperación por los insumos básicos insatisfechos- cada 7 de agosto se convertía en un fenómeno social estremecedor. Un mes antes, el 7 de julio, los “fieles” ya comenzaban a hacer cola por los alrededores del templo del barrio de Liniers de la Capital Federal para poder contemplar y hasta tocar la estatua del santo, como un sacrificio ofrecido a cambio de un milagro. Pero no eran sólo algunas personas desbordadas de fe, exageradas en su ferviente sentimiento. No. Los medios televisivos tenían ahí muchísimo material para llenar horas y horas de programación. Un mes antes de la festividad ya había muchas cuadras de personas que desafiaban el frío, la lluvia, el cansancio para estar presentes en la demanda de lo que entonces parecía un milagro: conseguir trabajo, satisfacer las necesidades, superar las penurias cotidianas. Los medios mostraban la desesperación a la que se veían sometidos muchos argentinos por un modelo económico sumamente cruel y excluyente.
La angustia se veía en esos rostros cuya única posibilidad de transformar sus condiciones de vida pasaba por el milagro y no por la política, que estaba ausente o felizmente confabulada con el poder económico. En cuanto los micrófonos se acercaban a los pacíficos manifestantes, las voces se quebraban en llantos humillados. Pocos agradecían al santo. La mayoría pedía pan y trabajo. Lo que impresionaba era la cantidad; lo que conmovía era la persistencia; lo que enardecía era la injusticia sembrada por la codicia y canalizada por la creencia. Eso ocurría durante los primeros tres años de este siglo. No era una explosión de fe. La fe era la única salida para los que no podían escapar por la ruta de Ezeiza. El sistema económico de entonces condenaba a los ciudadanos argentinos a transitar esos laberintos entramados en los alrededores del Templo de Liniers o ante las ventanillas del aeropuerto. Ya no era exclusión, sino expulsión.
En los últimos años, la escena fue cambiando. Poco a poco la festividad de San Cayetano se fue trocando en lo que siempre debió ser, una manifestación de fe y no un síntoma de la desesperación de los excluídos. Ya no hay multitudes un mes antes ni hay colas de angustiados. El domingo pasado había sólo un par de carpas en los alrededores del templo, más por tradición que por necesidad. No hay amontonamiento en las puertas sino una cola ordenada y paciente que se empieza a formar apenas unas horas antes de su apertura. Los testimonios no están plagados de llantos suplicantes, sino de agradecimiento. Es un síntoma de que la cuestión laboral verdaderamente se está solucionando. Los medios no tienen una presencia visible en la festividad porque no pueden convertirlo en una mala noticia. Es sólo un hecho más dentro del calendario. Ya no sirve como fotografía del desastre, sino todo lo contrario.
No se ha producido ningún milagro, sino que la política ha puesto las cosas en su lugar. No es que se haya perdido la fe y la gente no concurre a la celebración del Santo. Van los que quieren ir y no los que lo necesitan desesperadamente para calmar su angustia.  Y en esto hay que insistir. Los cambios se producen cuando hay voluntad de cambio y ese cambio se tiene que impulsar desde la política. No hay magia posible. Sólo La Política, que desde hace unos años empieza a estar a servicio de todos y no para servir a unos pocos.

viernes, 5 de agosto de 2011

Entre calzoncillos y spots televisivos

Estamos en la recta final de este año en el que las elecciones son las protagonistas de la agenda política. Y no sólo las elecciones como acontecimiento puntual, sino todos los pormenores que rodean a tan importante acto de la vida democrática. Pero en la Argentina de hoy esos pormenores se convierten en pormayores.
El domingo pasado se realizó el balotaje por la Jefatura de Gobierno en la CABA y uno de los hechos más destacados de la jornada fue la llamada telefónica que hizo la Presidenta al ganador de la contienda, el ingeniero Mauricio Macri. En medio de los festejos peloteriles y el aluvión de “gracias” y globos, el alcalde de Buenos Aires mencionó el hecho como un importante gesto de convivencia y todos los concurrentes aplaudieron y vivaron. Cuando en una entrevista posterior Macri narró la escena que rodeó a la llamada telefónica, se desmoronó la trascendencia, entre otras cosas. Una escena familiar de domingo de elecciones, suena el teléfono y Mauricio atiende. Hasta ahí, todo bien, si no fuera porque el destinatario de la llamada se esforzó en remarcar que en ese momento se encontraba en camiseta y calzoncillos. No le creo, sobre todo por la temperatura de esa jornada… aunque con una buena calefacción todo se puede. Pero no le creo. Su relato es una forma más de marcar el lugar que ocupa él en su imaginario pero además, el que ocupa la Presidenta en su concepción de la política. Puede ser que haya estado así vestido o puede que no. Pero destacar ese detalle ante los medios es la negación de la importancia que ese llamado tiene. Se enorgullece de haber atendido a la Presidenta con ese atuendo porque significa su máximo posicionamiento político. Continúa con la lógica del patrón de estancia que se muestra como una persona común ante sus peones.
Esta semana también se inició con las movilizaciones de apoyo al candidato del Proyecto Sur, el periodista e investigador Carlos del Frade quien, a pesar de haber obtenido más votos en las elecciones no será diputado. Exquisiteces de la ley electoral y el conteo de los votos. Los beneficiados son los menos votados. Otra vez los santafesinos nos quedamos sin un representante de lujo y a cambio tendremos un calienta sillas del PRO.
Y como si esto fuese poco, se recalentó la súper operación mediática para atacar otro punto fuerte del gobierno nacional, la Corte Suprema de Justicia. Como no les bastó con la embestida hacia Hebe de Bonafini por el caso Shocklender ni hacia Estela de Carloto por el ADN de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble y como les salió mal la operación Skanska, ahora pretenden mezclar a Eugenio Zaffaroni con la trata de personas. Uno podría reprocharle al juez de la Corte Suprema que haya sido tan descuidado con sus bienes en alquiler, pero hasta cierto punto. De ahí a imputarlo directamente como cómplice del delito de explotación sexual hay una distancia enorme. Veamos un ejemplo desde la lógica del buen sentido cotidiano, sin intervención de argumentos legales ni nada que se le parezca. Supongamos que como ignoto profesor de provincias tengo un par de departamentos administrados por una inmobiliaria. Uno de los inquilinos invita a alguien a comer y, por algún motivo, lo mata. ¿Soy responsable o cómplice de ese homicidio?¿Tengo algo que explicar si el inquilino a quien no conozco –porque para eso están las administradoras inmobiliarias- comete algún ilícito en mi propiedad? Para los medios y ciertos candidatos de la oposición es claro que sí. Ante la ausencia de propuestas electorales, apelan a lo más sucio que es socavar, desgastar y mentir.
Basta con ver los spots de campaña de algunos de los candidatos, especialmente los de Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde para comprobar que ante la nada que tienen para ofrecer, se prenden a esas operaciones. A diferencia de los cortos de Cristina, Binner y Rodríguez Saa, que se apoyan en los logros obtenidos en la gestión, los de estos dos candidatos fundamentan sus promesas en la nada. En ambos casos, el punto de partida es el de un país que no existe, lo que se transforma en una hipótesis equivocada. Alfonsín parece como si estuviera hablando de la situación argentina del 2002, porque su texto parece referenciar ese contexto. Habla de intolerancia, represión, privilegios y otras cosas que no forman parte de los problemas del país.
En los spots de campaña de Duhalde están las generalidades de siempre, la pobreza, la exclusión. Pero hay algo que al candidato no lo deja dormir y más como amenaza que como promesa, lo incluye en sus contenidos de campaña: la paz. Claro, alguno podrá preguntar qué tiene de malo pedir paz si hasta las modelos se preocupan por la paz mundial. Precisamente por eso, porque es algo tan general, inasible, absoluto que hablar de la paz es hablar de nada desde la nada, desde el descompromiso total. Sobre todo en un país como el nuestro que, más allá de los conflictos existentes que a veces explotan, vive pacíficamente desde hace algún tiempo. La preocupación de Duhalde por la paz, provoca miedo. Porque “su paz” incluye amnistía y excluye la memoria y la justicia; “su paz” es la derogación de la Ley de Servicios Audiovisuales; “su paz” es la del consenso, entendido como una sumisión a los poderes económicos concentrados. “Su paz” tiene un contenido ideológico temible que significa la negación de toda paz real.
Falta hablar del spot de la Coalición Cívica, que propone a Elisa Carrió como presidente y a Adrián Pérez como vice. Pero su campaña es tan light, tan descafeinada, tan plagada de generalidades, tan anclada en las premisas del honestismo que no dan ganas. Es preferible ver un maratón de publicidades de yogures medicamentosos con las explicaciones invalorables de Pancho Ibáñez.   

lunes, 1 de agosto de 2011

Sobre Ledesma, el poder y algunas cosas más

Podemos encontrar muchas señales que lo indican. Hay muchos gestos, muchas palabras que muestran algo de nerviosismo. Se entiende. Pero cuando esas señales de poder terminan en la muerte de conciudadanos, no hay explicación que atenúe el hecho. El jueves en horas de la madrugada, justo un día después de que se cumplan 35 años de la llamada “Noche del Apagón”, un desproporcionado número de policías desaforados y enfurecidos, junto a muchos vigilantes privados del Ingenio Ledesma, desalojó con violencia –desmedida violencia- a unas quinientas familias que ocupaban un predio perteneciente a la familia Blaquier. Vamos a los números, que resultan aburridos para algunos pero muy significativos para todos. La familia Blaquier ostenta 160 mil hectáreas en el sur de la provincia de Jujuy, cuarenta mil de las cuales rodean practicamente Libertador General San Martín, una población de unos 60 mil habitantes. El déficit habitacional afecta a cerca de 2000 personas y hace tres años que se reclama al Ingenio Ledesma que ceda quince hectáreas de su infinitud territorial para solucionar el problema. Es por esas quince hectáreas que se produjo el hecho sangriento del jueves pasado. Veamos proporciones urbanas: quince hectáreas son quince manzanas, 160 mil hectáreas son 160 mil manzanas. Es desproporcionada tanta mezquindad. Esas 160 mil hectáreas equivalen a más de diez veces la ciudad de Rosario, de casi doce mil hectáreas de superficie. Los Blaquier, además de los siete yates que ostentan y muchas tierras y propiedades en Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos , poseen diez ciudades de Rosario en la provincia de Jujuy. Eso sí, sin un solo Monumento a la bandera.
Para un ciudadano común, la lógica del buen sentido y no la del sentido común conduce a una duda enorme. Si yo tengo cien millones de pesos,  ¿en qué me afecta regalar mil? Obviamente que el problema no es material, porque la cifra a ceder es insignificante respecto de la totalidad: es apenas el 0,001 por ciento. Nada. Es el equivalente a menos de un centavo sobre cien pesos. Seguramente hay otra cosa detrás de este violento desalojo con un saldo de cuatro muertos y casi sesenta heridos.
Un juez que firmó una orden y se fue de vacaciones es otro dato de este incomprensible hecho. Pero es inaceptable que el mismo juez sea el encargado de la investigación. Jorge Samman se llama el juez y firmó la orden de desalojo el 22 de julio. Otro magistrado más que es obediente a los intereses del poder económico. Desde el buen sentido –y no desde el sentido común- no es una buena manera de ejercer la justicia en un país que busca desde hace ocho años solucionar los problemas de exclusión social y económica.
Según los actores de esta historia, el gobernador de Jujuy, Walter Barrionuevo, alineado al gobierno nacional, sólo controla el norte de la provincia. El resto es territorio de Blaquier y tiene sus propias reglas. Esa no debe ser la forma de organizar un país. Cómo símbolo, eso es el poder económico por encima del poder político. Es la lógica neoliberal que se debe torcer para la construcción de un país con inclusión y equidad.
Desde ese eje podemos visualizar mejor el origen de todos los conflictos que hemos protagonizado desde la asunción en 2007 de CFK. Desde los cortes de ruta de la mesa de enlace hasta este último episodio centralizado en Jujuy, la puja es por lo mismo: ¿quién manda a quién? En el medio, la Ley de Servicios Audiovisuales, cuya aplicación se retrasa debido a la actuación de jueces tan obedientes y adornados como el jujeño.
Con el caso de la llamada Ley de Medios, también reina la desproporción. ¿Por qué un emporio con cerca de 260 medios, entre otros negocios, se niega a cumplir con lo que dicta una ley del Congreso Nacional, hasta el punto de asumir actitudes destituyentes y por fuera de toda concepción ética? ¿Esa negativa está inspirada solamente en motivos económicos?
En la misma pregunta está la respuesta. No hay que pensarla.
Para reducir la inequidad hay que profundizar en la redistribución de los ingresos. Redistribuir es distribuir mejor, volver a distribuir. Para achicar la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es necesario que cedan los que nunca han cedido. Pero además, hay que pensar que las grandes fortunas no son fruto del trabajo esforzado de una persona o una familia que ahorra honestamente peso sobre peso. Las fortunas incontables e “ingastables”, no las buenas posiciones económicas. Esas grandes fortunas se originan en la explotación, la corrupción y la especulación. Esas grandes fortunas son las que generan las grandes miserias. Esa brecha entre ricos y pobres es producto de la avidez desenfrenada de los que quieren ganar a toda costa y nunca tienen límites de ningún tipo. Ni siquiera la vida de los otros. Y la resistencia a ceder, a redistribuir, a renunciar a una mínima parte de todo lo que tienen no pasa por lo económico solamente. Lo crucial es que no quieren renunciar a ser patrones, no de sus tierras, sino del país entero.
Ya lo dijo Hugo Biocati en la inauguración de la 125° Exposición Rural. En un período de cosechas récords, con un crecimiento continuo de la producción agropecuaria, sus palabras con forma de súplica parecen más un grito de guerra: “dejen de castigar al campo, dejen de castigar a la Argentina”. El “castigo” para ellos es tener que obedecer a un poder político al que aborrecen. El “castigo” para ellos es pagar impuestos. El “castigo” es no ser adulados como lo eran en los tiempos del centenario. Pero el peor castigo –y esto se relaciona con la reconstrucción de los símbolos- es dejar de ser La Argentina para empezar a formar parte de ella.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...