El domingo no pasa nada, dicen muchos. Es sólo una instancia para legitimar candidaturas. Pero uno no puede dejar de estar ansioso. El otro día un taxista se quejaba porque el domingo no se jugaban los partidos. Y dijo: “es preferible tener partidos antes que elecciones”. ¿Qué contestar ante algo así, sin decir algo obvio? Parece mentira que muchos vivan las elecciones no ya de manera tangencial, sino como algo molesto. Y le contesté: “para mí las elecciones son como un mundial”. Y guardó silencio. Claro, jugué con la metáfora que más comprendía. Las elecciones como algo mucho más importante que un partido de fútbol, aunque sean estas primarias que han intentado ser degradadas por la oposición.
Y no hablo sólo de la oposición política, sino también de la mediática, que parece ser más nociva, más destructiva. El miércoles por la mañana, antes de ir a mi trabajo, llevé la bolsita con residuos hasta el contenedor. Como siempre, accioné el pedal que levanta la tapa y arrojé la bolsa. Adentro había algo que me sobresaltó. No tanto como aquella vez que en una especie de flash, mientras bajaba la tapa, vi un par de piernas y una cabeza, que después comprobé que eran de un maniquí y no de un cadáver. Esta vez había una persona, pero viva. Me disculpé por la manera descuidada en que tiré la bolsa y dejé bajar la tapa. Después advertí que al pie del contenedor había algunas cosas acomodadas que el ocupante del contenedor pensaba llevarse. Al instante imaginé titulares de diarios: “Crisis habitacional: excluidos ocupan los contenedores” o cosas por el estilo. Siempre buscan la manera de desalentar y en eso son muy creativos.
Pero estamos a pocos días de las primarias y la verdad, es muy difícil controlar la ansiedad. El domingo va a mostrar números para tranquilizar a unos e inquietar a otros. En cierta forma, van a quedar expuestas las mejores cartas de cara a las elecciones generales de octubre. Y después del domingo… a prepararse porque si hasta ahora hubo operaciones mediáticas y de las otras, es imposible imaginar las que se vienen. Claro, algunos no entienden que se juega con las cartas que están en el mazo y no las que tienen escondidas en las mangas o en otros lugares inimaginables.
Y ante el riesgo de ser un poco drástico, las elecciones del domingo van a mostrar cuántos están de cada lado. Y hay que decirlo claramente, aunque a algunos les moleste. Más que nunca desde la recuperación de la democracia, no es lo mismo uno que otro. En estos últimos ocho años se demostró que no son todos iguales; que estamos como estamos no por la magia sino por una decisión; que si fuera por el viento de cola estaríamos como los países europeos, Chile o Estados Unidos; que asumir el conflicto es superar el problema; que la no-política nos condujo al 2001; que la corrupción es un problema ético y no político; que combatir la pobreza y lograr una mejor distribución del ingreso es un asunto ideológico y no administrativo; que el Estado no es un lastre sino una garantía de crecimiento y equidad; que votar por uno es profundizar el modelo y votar por otro es retroceder. Todo eso aprendimos y el domingo comienza nuestro período examinador.
Claro que hay muchos que intentan confundir. Carrió, por ejemplo, al diferenciar la producción de los bienes necesarios y los bienes suntuarios quiere frenar el desarrollo tecnológico que está comenzando a despertar en nuestro país. La candidata de la Coalición Cívica pretende, con su defensa de los bienes necesarios, volver al país agroexportador, el que teníamos a comienzos del siglo XX. Hacer hincapié en los productos alimentarios es eso: renunciar al desarrollo de la tecnología para volver a ocupar el rol del “granero del mundo”.
Otro que quiso confundir con sus opiniones es el candidato del FAP, el gobernador de Santa Fe Hermes Binner. En un intento de parecer ingenioso, descalificó la idea de modelo que sostiene el Gobierno Nacional. El anestesista manifestó en muchas oportunidades que los modelos sirven para hacer tortas. Esto demuestra que sabe poco de política y mucho menos de repostería. Contrapone modelo a gestión. Confunde o no sabe. El molde –que es lo que se usa para hacer tortas- es inmodificable, reiterativo, impuesto. El modelo, en cambio, es un punto de referencia, un punto de partida para llegar a un objetivo. Un modelo es un esquema teórico que se construye, que se modifica, que crece. El modelo es un puente entre el pasado –la Historia, el arquetipo- y el futuro –el proyecto, el prototipo. La gestión es puro presente y en todo caso es el accionar cotidiano como manifestación de un modelo. La ironía resulta esquiva para el candidato del FAP.
Y otro que intenta confundir, y con tintes siniestros, es Eduardo Duhalde, de la Unión Popular. Su propuesta de campaña se basa en la unión y en la paz. Apuntes Discontínuos ya desarrolló en un texto anterior lo que significa para Duhalde la “paz”. La unión también parece ser un punto importante para el candidato. Sin embargo, lo traiciona su incomprensión de la realidad. Toda unión es artificial, circunstancial. La unión es una alianza entre cosas disímiles. Es un pegoteo de cosas que no constituyen algo armónico.
Una unión no constituye la unidad. Y ahí la Presidenta está un paso adelante. En el cierre de campaña en el teatro Coliseo Cristina habló de “unidad”. Y eso es mucho más profundo que la simple unión. Buscar la unidad es la construcción de algo indisoluble, permanente, no circunstancial. La unidad apunta a lo Uno, a lo sólido. Y lo sólido se construye con solidaridad, no entendida como caridad o limosna, sino como la inclusión del otro. Y esa inclusión no tiene límites porque debe tender a la verdadera Unidad. El domingo hay que empezar a pensar en esos términos, para aprobar el examen.
¡ay hijo¡¡ dá gusto leerte.Es como poner letras a lo que siento pero que yo no sé escribirlo.Un gran abrazo y lo llevo a mi blogspot.¡¡VIVA CRIS¡¡
ResponderBorrar¿Alguien escuchó hablar de inclusión, justicia social, contención a algunos de los candidatos de la oposición?. Ni por equivocación, para algunos Chile es un país ordenado y otros dicen que apoyarían a esos en segunda vuelta. No, para una mente racional no hay opción, no debe haberla.
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