Estamos en la recta final de este año en el que las elecciones son las protagonistas de la agenda política. Y no sólo las elecciones como acontecimiento puntual, sino todos los pormenores que rodean a tan importante acto de la vida democrática. Pero en la Argentina de hoy esos pormenores se convierten en pormayores.
El domingo pasado se realizó el balotaje por la Jefatura de Gobierno en la CABA y uno de los hechos más destacados de la jornada fue la llamada telefónica que hizo la Presidenta al ganador de la contienda, el ingeniero Mauricio Macri. En medio de los festejos peloteriles y el aluvión de “gracias” y globos, el alcalde de Buenos Aires mencionó el hecho como un importante gesto de convivencia y todos los concurrentes aplaudieron y vivaron. Cuando en una entrevista posterior Macri narró la escena que rodeó a la llamada telefónica, se desmoronó la trascendencia, entre otras cosas. Una escena familiar de domingo de elecciones, suena el teléfono y Mauricio atiende. Hasta ahí, todo bien, si no fuera porque el destinatario de la llamada se esforzó en remarcar que en ese momento se encontraba en camiseta y calzoncillos. No le creo, sobre todo por la temperatura de esa jornada… aunque con una buena calefacción todo se puede. Pero no le creo. Su relato es una forma más de marcar el lugar que ocupa él en su imaginario pero además, el que ocupa la Presidenta en su concepción de la política. Puede ser que haya estado así vestido o puede que no. Pero destacar ese detalle ante los medios es la negación de la importancia que ese llamado tiene. Se enorgullece de haber atendido a la Presidenta con ese atuendo porque significa su máximo posicionamiento político. Continúa con la lógica del patrón de estancia que se muestra como una persona común ante sus peones.
Esta semana también se inició con las movilizaciones de apoyo al candidato del Proyecto Sur, el periodista e investigador Carlos del Frade quien, a pesar de haber obtenido más votos en las elecciones no será diputado. Exquisiteces de la ley electoral y el conteo de los votos. Los beneficiados son los menos votados. Otra vez los santafesinos nos quedamos sin un representante de lujo y a cambio tendremos un calienta sillas del PRO.
Y como si esto fuese poco, se recalentó la súper operación mediática para atacar otro punto fuerte del gobierno nacional, la Corte Suprema de Justicia. Como no les bastó con la embestida hacia Hebe de Bonafini por el caso Shocklender ni hacia Estela de Carloto por el ADN de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble y como les salió mal la operación Skanska, ahora pretenden mezclar a Eugenio Zaffaroni con la trata de personas. Uno podría reprocharle al juez de la Corte Suprema que haya sido tan descuidado con sus bienes en alquiler, pero hasta cierto punto. De ahí a imputarlo directamente como cómplice del delito de explotación sexual hay una distancia enorme. Veamos un ejemplo desde la lógica del buen sentido cotidiano, sin intervención de argumentos legales ni nada que se le parezca. Supongamos que como ignoto profesor de provincias tengo un par de departamentos administrados por una inmobiliaria. Uno de los inquilinos invita a alguien a comer y, por algún motivo, lo mata. ¿Soy responsable o cómplice de ese homicidio?¿Tengo algo que explicar si el inquilino a quien no conozco –porque para eso están las administradoras inmobiliarias- comete algún ilícito en mi propiedad? Para los medios y ciertos candidatos de la oposición es claro que sí. Ante la ausencia de propuestas electorales, apelan a lo más sucio que es socavar, desgastar y mentir.
Basta con ver los spots de campaña de algunos de los candidatos, especialmente los de Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde para comprobar que ante la nada que tienen para ofrecer, se prenden a esas operaciones. A diferencia de los cortos de Cristina, Binner y Rodríguez Saa, que se apoyan en los logros obtenidos en la gestión, los de estos dos candidatos fundamentan sus promesas en la nada. En ambos casos, el punto de partida es el de un país que no existe, lo que se transforma en una hipótesis equivocada. Alfonsín parece como si estuviera hablando de la situación argentina del 2002, porque su texto parece referenciar ese contexto. Habla de intolerancia, represión, privilegios y otras cosas que no forman parte de los problemas del país.
En los spots de campaña de Duhalde están las generalidades de siempre, la pobreza, la exclusión. Pero hay algo que al candidato no lo deja dormir y más como amenaza que como promesa, lo incluye en sus contenidos de campaña: la paz. Claro, alguno podrá preguntar qué tiene de malo pedir paz si hasta las modelos se preocupan por la paz mundial. Precisamente por eso, porque es algo tan general, inasible, absoluto que hablar de la paz es hablar de nada desde la nada, desde el descompromiso total. Sobre todo en un país como el nuestro que, más allá de los conflictos existentes que a veces explotan, vive pacíficamente desde hace algún tiempo. La preocupación de Duhalde por la paz, provoca miedo. Porque “su paz” incluye amnistía y excluye la memoria y la justicia; “su paz” es la derogación de la Ley de Servicios Audiovisuales; “su paz” es la del consenso, entendido como una sumisión a los poderes económicos concentrados. “Su paz” tiene un contenido ideológico temible que significa la negación de toda paz real.
Falta hablar del spot de la Coalición Cívica, que propone a Elisa Carrió como presidente y a Adrián Pérez como vice. Pero su campaña es tan light, tan descafeinada, tan plagada de generalidades, tan anclada en las premisas del honestismo que no dan ganas. Es preferible ver un maratón de publicidades de yogures medicamentosos con las explicaciones invalorables de Pancho Ibáñez.
Para Junior los modelos de País son Chile, Brasil y Uruguay. Chile: Represión a lumnos con siete muertos. Brasil: Fabelas, exclusión, cero asistencia social, a pesar de Lula y sus intentos de corrección. Uruguay: País turístico donde la concentración de la riqueza es la más grande de América latina. Para él esos son paises ordenados.
ResponderBorrarBinner dijo públicamente que en segunda vuelta lo va a votar a Junior, lo que lleva a pensar que adhiere a sus ideas.
Duhalde fue salvado por Labagna en el 2001, sino estaríamos tan en pelotas como sus propuestas. Carrió está tan perdida que dice que sabe quienes son los padres de los Noble y nadie le da pelota.
Quedan Cristina y Rodriguez Sá. Que Dios nos ayude si nos equivocamos.