lunes, 30 de enero de 2017

Las pestilencias del Cambio



Dos logros para destacar del gobierno de Macri: que los conflictos desatados por su gestión nos unen en su contra y que el deterioro de las condiciones de vida despierta nuestra creatividad solidaria. Los zarpazos que atina a los derechos y a nuestra memoria nos hacen más atentos y aunque la reacción es más prudente de lo esperado, siempre llega. Tampoco es tan difícil argumentar en contra de sus decisiones, pues siempre están basadas en prejuicios y manifiestan el ideario de una apretada minoría, un grupúsculo muy lejano a la Iluminación y muy consustanciado con su angurria. Si bien todavía quedan muchos confundidos que esperan algo bueno de esta Ceocracia, otros ya descubrieron que toda espera será en vano. Unos meses más y casi todos comprenderemos que esta estafa electoral fue pergeñada desde la corporación que más se ha beneficiado en este año y que, de un plumazo, puede desmoronar el engendro que, desde todos sus medios, logró transformar en opción electoral.
Sin exagerar, Clarín ganó las elecciones y es quien gobierna desde las sombras en representación de las empresas más grandes del país y más allá. Quien aún considere que Clarín es sólo un diario o un multimedios de exageradas dimensiones, debería consultar con su oftalmólogo. Desde que se apropió de la empresa Papel Prensa en complicidad con la dictadura, se ha transformado en un nocivo factor de poder para los sucesivos gobiernos democráticos. Tanto que para su director, el oscuro Héctor Magneto, la presidencia del país “es un puesto menor”, de acuerdo al relato que un periodista le atribuye al Infame Riojano. Tanto que Fernando de La Rúa tomaba sus medidas en base a los consejos –órdenes- con forma de titular que aparecían en tapa del ex Gran Diario Argentino. Tanto que durante el ciclo kirchnerista se abocó a articular una oposición destructiva, como decía a mediados de los ochenta el diputado radical César Jaroslavsky: “Clarín ataca como partido político y se defiende con la libertad de expresión”.
Tanto que los actuales integrantes del Gran Equipo temen intervenir en el conflicto de AGR, a pesar del innecesario daño que produce. Por si alguno no está al tanto, el Grupo no necesita cerrar la principal editora del país: sus directivos toman esta decisión por pura maldad y porque se saben impunes. Los amarillos y sus aliados no tienen más opción que bailar a ese destructivo ritmo porque les da pavor padecer la demonización que tan bien construyen desde sus propaladoras de estiércol.
Siempre hay esperanza
Tampoco tienen la intención de enemistarse con los medios que tan bien cubren sus espaldas. Por ahora, hay una simbiosis entre el poder político y el mediático: el primero pone el país al servicio de las más desaforadas ambiciones y el segundo distrae la atención del público cautivo con las fábulas de siempre. Las dolorosas consecuencias del Cambio se amortiguan con explicaciones incongruentes, con consejos para gambetear la crisis o con las mieles de un paraíso que nunca estará entre nosotros. Todo sea para que el laboratorio en que han convertido el país pueda seguir experimentando recetas con nuestras vidas.
Experimentos que han logrado que el salario mínimo haya perdido su capacidad de compra en el primer año de gerencia. Si en 2015 un trabajador podía comprar 517 litros de aceite, durante 2016 apenas pudo acceder a 242. Los asalariados de menores ingresos vieron mermada su capacidad de compra de aceite en un 53 por ciento, un 43 en kilos de harina, un 25 en paquetes de fideos, un 32 en carne picada y un 37 en litros de leche. El informe del observatorio de políticas públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda concluye que un salario mínimo pudo comprar un 11 por ciento menos gracias a la Revolución de la Alegría. Y esto no es un fenómeno regional, sino una anomalía vernácula, salvo Paraguay y Perú: en Brasil, el salario mínimo alcanzó para adquirir un 5 por ciento más, en Uruguay un 9 por ciento y en Bolivia, un 6.
Un número que trata de dimensionar lo que se padece en lo cotidiano. No sólo los centros turísticos estuvieron un poco más despoblados, sino también los supermercados. Con el gobierno del “sí, se puede”, las vacaciones son un lujo y la alimentación, casi un milagro. Pero el corazón de muchos argentinos suele ser innovador cuando las sombras amenazan. En febrero del año pasado se instaló en Tucumán la primera heladera solidaria y pronto se repitió la experiencia en ciudades de Córdoba, Jujuy, Salta, Neuquén y la provincia de Buenos Aires. Un artefacto para el descarte que se convierte en un contenedor de los mejores sentimientos de la población.
Pero lejos de estas preocupaciones, el Gran Equipo insiste con profundizar una grieta que ya no sólo es simbólica. Si no arremeten contra los menores, buscan en los inmigrantes la causa de todos los males. Como patrones decimonónicos, despotrican contra los derechos de los trabajadores y prueban instalar las viejas diatribas sobre los feriados. Otro deja vu de la impronta mercantilista. Como si el crecimiento del país estuviera más atado a los días no laborables que a la pulsión succionadora, especuladora y fugadora de los grandes empresarios.
Mientras materializan sus caprichos con decretos inaceptables, los medios hegemónicos siguen atados al acoso denunciador y ya no sólo actúan como fiscales y jueces, sino también como agentes de inteligencia. El objetivo es horadar la imagen de Cristina, que es víctima de una “feroz campaña de persecución política, mediática y judicial que no registra antecedentes en la historia democrática de nuestro país”, de acuerdo a sus dichos. Pero a pesar de estos esfuerzos, no logran deteriorar su imagen: al contrario, sigue liderando las preferencias electorales y su gestión se engrandece en contraste con las tropelías del escuadrón amarillo.
Con un ministro de Medio Ambiente que sólo atina a rezar ante incendios e inundaciones, una ministra de Seguridad con hackeos en sus cuentas oficiales y una diputada oficialista que vocifera que “en este país no trabaja nadie” y justifica su permanencia en el extranjero con un “este país apesta”, el desconcierto puede ser pan de cada día. Y si el ministro de Energía insiste con aumentar los servicios, el estado de ánimo de la población no puede ser otro más que la aversión. Por eso no debe sorprender que hoy los opositores superen a los oficialistas, de acuerdo a gran parte de las encuestas. Y no hace falta ser muy perspicaz ni un gran analista para detectar el descontento. El sacrificio innecesario al que nos han sometido está durando demasiado y las esperanzas están cada vez más lejos.
Ellos pueden seguir echando culpas al gobierno anterior como han hecho hasta ahora, pero en el ambiente se olfatea un malestar evidente. El engaño termina cuando el engañado se define como tal y no hace falta esperar a las elecciones legislativas para que ese despertar se manifieste.

lunes, 16 de enero de 2017

Apunte 850 - Bajar unos cambios



A poco de andar este nuevo año, nada indica que el Cambio vaya a cambiar. Por el contrario, insistirán con el ajuste, el inexplicable endeudamiento y la brutal transferencia de recursos hacia los que más tienen: el tortuoso camino sugerido por un GPS enloquecido que ha fracasado incontables veces en conducir a los pueblos hacia algún destino agradable. Que el uno por ciento de la población ostente el 50 por ciento de la riqueza mundial es un indicativo de la desigualdad inherente al capitalismo salvaje que se instaló en occidente desde principios de los ochenta: un modelo que enriquece más al que especula, extorsiona, saquea y evade que al que produce bienes tangibles. Pero el que busca una explicación para el descalabro de las góndolas o a su destino de desocupado en las pantallas de televisión no encuentra motivos tan distantes. Apenas unas fábulas cortitas que le permitan admitir que la bonanza del pasado ahora es pesada herencia y las penurias del presente, el camino imprescindible para llegar a un paraíso muy lejano.
Si un espécimen del público cautivo espía los diarios hegemónicos y logra superar la tapa, descubrirá que el blindaje pierde su espesor y permite vislumbrar las fotos menos brillantes de la ceocracia gobernante. Si aborda la lectura de las columnas de opinión, se topará con un panorama que no verá en las imágenes de un canal informativo de cable. Hasta encontrará suaves críticas a la gestión y denuncias de opacidad inimaginables durante la campaña. Sin enojos ni gritos de indignación, por supuesto, sino como educativas reprimendas a un niño travieso. Lejos, claro está, de las intenciones destituyentes que vivificaron la tinta durante el gobierno de Cristina.
Ahora, los más osados escribas de las filas del establishment adoptan la pose de la equidistancia, que les permite sugerir correcciones al recorrido actual sin dejar de criticar ferozmente el proyecto anterior. Una versión reciclada de la teoría de los dos demonios como una forma de adulteración de la memoria colectiva. Si algún funcionario amarillo es descubierto en alguna trapisonda, sacan a relucir un caso similar ocurrido durante el ciclo K, aunque haya sido desechado en el retorcido sendero de cualquier tribunal. El mismo mecanismo es utilizado cuando los números no son favorables o las torpezas son evidentes. El resultado es una insólita posición estrábica que adopta la fórmula “esto es terrible pero con Cristina era peor” o “esto que hace Macri es malo pero Cristina hizo lo otro”. En tiempos del kirchnerismo pasó de todo, desde inundaciones hasta incendios forestales, corridas cambiarias y rebrotes inflacionarios, piquetes de pobres y de ricos, desbordes represivos y rebeliones policiales. Pero en doce años. Con el Gran Equipo estamos viviendo un resumen Lerú de la tragedia argentina sin el crecimiento, la industrialización, la reducción de la desigualdad y las miles de toneladas de cemento en obras públicas que sí hubo durante el gobierno de Cristina. La equidistancia es un cómodo sillón para abuchear a los actuales gobernantes sin aplaudir los pasos que permitieron construir la Década Ganada.
El límite de los ajustados
Ahora todo es distinto porque estamos integrados al mundo. Tan integrados que el Ingeniero decidió no asistir a la Cumbre de Davos. Quizá se agotó el entusiasmo triunfalista del año pasado o la vergüenza internacional por los Panamá Papers y la cuestionada detención arbitraria de Milagro Sala le inhiban de pavonearse por el foro de empresarios. Que el escándalo por las supuestas coimas recibidas por el director de la AFI y hombre de confianza de Macri, Gustavo Arribas llegue a las páginas de los diarios europeos es otra explicación posible para desistir del coqueteo con la élite mundial. Si Ellos –que son los dueños del país- dicen que estamos más integrados que antes, habrá que creerles.
Eso sí: no es el mejor de los mundos. Para ingresar a él tuvimos que renunciar a los aranceles por importación y permitir que ingrese hasta lo que acá nos sobra; endeudarnos por más de 60 mil millones de dólares para alimentar la especulación y la fuga de divisas; permitir que las empresas trasnacionales remitan sus utilidades sin límites y liquiden las riquezas de nuestro suelo en el país que se les antoje. Una cuota de admisión un poco alta para ingresar a un club del que jamás seremos socios plenos.
Un mundo que requiere nuestra sangre para reverdecer. Un mundo de piratas con trajes costosos que no necesitan arriesgar la vida en peligrosos mares para substraer tesoros de lugares paradisíacos. Los piratas del siglo XXI sólo utilizan sus lujosas y blindadas embarcaciones para pergeñar sus espurios negocios lejos de espías y autoridades no sobornables. Estos encumbrados señores no precisan poner un pie en las tierras que conquistan porque tienen emisarios que actúan como virreyes. En otros tiempos, el establishment internacional apelaba a cruentos golpes de estado, pero ahora no necesita salvajes militares para imponer su ideario: con descomunales cadenas informativas consustanciadas con sus apetencias basta y sobra para inclinar las preferencias electorales a favor de sus candidatos.
Así ganó Macri, el mejor virrey de la historia, a golpe de patrañas mediáticas y siniestras acusaciones. Así trata de mantenerse, mientras la pata judicial contribuye a alimentar los peores prejuicios. Difícil poner en duda que muchos ciudadanos pensaron en Cristina como autora de la muerte del fiscal Alberto Nisman en la soledad del cuarto oscuro. O en las desopilantes historias de corrupción que se tejían en envenenados programas domingueros, o en las carteras y la interrupción de la telenovela. Y como este año tenemos elecciones de medio término, nada mejor que reforzar las sospechas para concretar una nueva estafa electoral.
Mientras nuestra vida cotidiana se deteriora y el futuro no promete ser mejor, lo ideal es reflotar los viejos éxitos para que el oficialismo pueda alcanzar un simulacro de triunfo. Serviles magistrados ponen en juego su creatividad para que Lodenisman no pierda vigencia, tanto su muchas veces descartada denuncia como su seguro suicidio. Y para que no queden dudas, el juez Ercolini empaquetó un regalo antes de la feria en el que considera el ciclo kirchnerista como una asociación ilícita. Un delirio jurídico que en cualquier país serio condenaría al magistrado al ostracismo.
El Cambio estremece por su brutalidad. Lázaro Báez sigue preso por lo mismo que deberían estar presos muchos de los principales empresarios. De LodeLópez sólo queda el extraño video de su fusil, los bolsos y la hermana que lo recibe. Milagro Sala se ha convertido en el emblema de la persecución política y la arbitrariedad judicial. La represión aparece como única forma de resolver los conflictos que el avariento sistema genera. El miedo a perder el trabajo o de caer en la pobreza ya es el tema favorito de las encuestas. La Revolución de la Alegría lo único que distribuye es pesimismo.
Pero hay reacciones auspiciosas de las víctimas del ajuste y de las tropelías de la oligarquía desbocada: la gente en la calle expresó su descontento ante los tarifazos, frenó la entrega de tierras a Joe Lewis, impidió el despido de los investigadores del Conicet y los capacitadores del Ministerio de Educación y puede poner otro final a la represión a los mapuches en Chubut y lograr la liberación de Milagro Sala. Nadie piensa en sacar a Macri a empujones de La Rosada, tan sólo sugerirle que el Cambio baje unos cambios.

jueves, 12 de enero de 2017

Un país para regalo



En la memoria suenan los ecos de esas voces que otrora exigían que Cristina muestre su título de abogada. Ahora, cuando muchos integrantes del Gran Equipo se esfuerzan por mostrar su inoperancia, nadie pide siquiera el certificado de séptimo. Ni el de buena conducta, tan necesario en estos tiempos de tamaños estropicios. O el carné de conducir, ya que nos están llevando a una colisión. Que nadie le reproche al rabino Sergio Bergman los desastres de su gestión al frente del Ministerio de Medio Ambiente porque él reconoció no saber nada del tema. Tampoco a Laura Alonso por la persecución selectiva que encara desde la Oficina Anticorrupción porque fue nombrada para eso. Ni reprendamos a Patricia Bullrich por su afición represiva o a Esteban Bullrich por convertir la Educación en una fábrica de esclavos. Ni a los encargados de la Economía que nos han conducido a una crisis innecesaria. El presidente off shore los eligió para que amolden el país a los intereses del establishment y es el principal responsable. No es una cuestión de título ni de capacidad, sino de intenciones y cuando la Conciencia Colectiva se reconstruya advertirá que no son de las mejores.
Y los ceócratas que invadieron La Rosada no son para nada sutiles. Mientras en los hospitales públicos sus trabajadores denuncian la falta de insumos, medicamentos y sub ejecución presupuestaria, el Estado Nacional gasta un millón de pesos mensuales para alquilar un galpón a la empresa OCA. Como si no supieran de la existencia de predios propios para almacenamiento, Ellos que son tan ahorrativos. Pero, además de la pulsión de favorecer siempre a los privados, hay otra tendencia más oscura: en ese galpón de OCA descansan los kits para recién nacidos –Qunitas- que con múltiples excusas aún no piensan repartir. Y, aunque ya se ha demostrado que los materiales no presentan toxicidad y son más seguros y completos que los que se reparten en otros países, retienen los equipos para manifestar su desprecio a los que más los necesitan.
Quizá dentro de unos meses presenten el programa como iniciativa propia y con mucho simulacro de sensibilidad. A lo mejor hagan lo mismo con el plan Conectar-Igualdad y repartan las netbooks retenidas en las sombras de la ANSES. Eso si no es cierto el rumor de que están usando las computadoras para operar de manera malsana en las redes. Si el empresidente inaugura obras iniciadas en el gobierno anterior como si fueran propias, si los Precios Cuidados tan demonizados ahora continúan con otro nombre, si el Ahora 12 se amplió a 18, ¿cómo no suponer que harán algo parecido con otras medidas de años anteriores sin reconocer ningún mérito?
Ensayos y experimentos
En estos días, el Ingeniero anunció un acuerdo para la explotación de los recursos no convencionales del yacimiento de Vaca Muerta. Años atrás, cuando La Presidenta anunció el plan de exploración de YPF, Macri, el coro opositor y los laderos mediáticos no paraban de burlarse y obstaculizar la medida como mejor saben, con las pantomimas del denuncismo y los laberintos judiciales. Ahora, es la tabla de salvación de una gestión que nació para naufragar. Lo que antes era objeto de mofas y críticas infundadas, ahora será “una verdadera revolución del trabajo”, como anunció Macri. Una revolución tan flexible que los trabajadores deberán trabajar más tiempo, con más esfuerzo y sin reconocimiento por traslado. El trabajo de calidad tan cacareado, ésa te la debo.
Como debe ser, las empresas involucradas tendrán todas las condiciones para ganar lo máximo dejando lo mínimo: no pagarán retenciones ni impuestos provinciales, el Estado “garantizará el precio de compra” y podrán liquidar sus operaciones fuera del país. En su exultante presentación, Macri pidió “hacer un esfuerzo”, “contribuir con granitos de arena” y, quizá como autocrítica, “abandonar la viveza criolla”. Después, contradiciendo a su Jefe de Gabinete Marcos Peña –que dijo “no nos dedicamos a hablar mal del gobierno anterior”- habló de la administración en base a “la mentira y el derroche” y de las “décadas en las que nunca se pudo desarrollar” la explotación, sin tener en cuenta que durante mucho tiempo YPF fue vaciada por manos privadas. Y finalizó con una moraleja cargada de segundas intenciones: “la energía es escasa, cara y contamina, así que tenemos que minimizar usarlas”.
De eso se encarga el ministro Aranguren, que planea incrementos que convertirán a los combustibles en bienes inalcanzables porque –según dice- el precio de la nafta no depende de él sino de factores en los que no tiene capacidad de decisión, como el precio del crudo y la evolución del dólar. Sin embargo, Argentina fue uno de los pocos países en donde hubo aumentos de combustibles en un año con el precio internacional del petróleo más bajo de las últimas décadas. Paradojas del cambio. El desarrollo que planea el Gran Equipo no será disfrutable para todos los argentinos: servicios, combustibles y alimentos serán inaccesibles para muchos porque la impronta del futuro es exportación a mansalva y consumo interno mínimo.
La lluvia de dólares necesita condiciones que el Estado macrista está dispuesto a cumplir. Lejos de la libertad de mercado que pregonan sus ideólogos, el clima de negocios requiere nulos impuestos, máximas ganancias, facilidad de fuga y, sobre todo, bajos salarios. De los primeros ítems se han encargado sin tapujos desde los primeros días de gobierno. Lo último presenta un poco más de complejidad.
Desde siempre, el Gerente de La Rosada y sus funcionarios sostienen la necesidad de bajar el costo laboral y se han dedicado a denostar licencias y derechos de los trabajadores. Con el acuerdo por Vaca Muerta están experimentando la docilidad de los afectados y por si hay resistencia de los excluidos, ya están practicando. La represión a los manteros porteños, los mapuches de Chubut tildados de terroristas, la amenaza a los piqueteros y la condena a Milagro Sala son advertencias a plazo fijo. Una garantía más para demostrar que Argentina será el gran negocio del mundo. Un exclusivo festín al que no estamos invitados y que sólo se hará realidad si nos dejamos avasallar como los amarillos pretenden.

lunes, 9 de enero de 2017

Recortes del nuevo año



Este año, los Reyes Magos estuvieron más ajustados que en años anteriores. Ni las cartas perfumadas lograron expandir sus billeteras para que los regalos sean más contundentes. No para todos, por supuesto: los niños de la minoría beneficiada por las medidas del Gran Equipo deben haber recibido visitas monárquicas más generosas. Y claro, si en las vísperas, antes de acomodar los zapatitos y las vituallas, los grandes especuladores tuvieron el obsequio más deseado: ahora podrán comprar en ventanilla la cantidad de dólares que quieran para fugarlos a donde se les antoje; lo malo es que todavía deben revelar cómo obtuvieron los fondos, pero todo llega cuando hay un gobierno empecinado en favorecerlos. Para compensar el vaciamiento que se viene, la mejor receta es recortar los medicamentos para los jubilados y todo lo que sea recortable, siempre y cuando perjudique a los que menos tienen. Y si no los perjudica, que los asuste para que después sientan el alivio de no estar en la lista. Nada peor que acostumbrarnos al deterioro cotidiano de nuestras vidas para subsidiar los lujos de una minoría que ya no necesita nada.   
Tarde o temprano tenía que ocurrir. Los neoliberales vernáculos miran con codicia cada centavo que no se destina a sus bolsillos y la caja de la Seguridad Social es el tesoro al que no quieren contribuir pero siempre anhelan saquear. Cuando eran oposición, la cuidaban como al Santo Grial y se rasgaban las vestiduras si los fondos de la ANSES se destinaban a algo distinto que pagar jubilaciones. Ahora que son oficialismo, confiscan las notebooks y los kits Qunitas, liquidan los Fondos de Garantía y pactan con Qatar para fletar a un paraíso fiscal una parte de la plata de los jubilados, como les gustaba decir, simulando ternura. Ahora que son oficialismo, nuestros abuelos no necesitan tantos medicamentos gratis y hasta podrían trabajar hasta los 70 años.
Con la excusa de un puñado que se aprovechan del sistema, planean recortar los beneficios de los que tienen las monedas contadas. Por unos cuantos afiliados con coches de alta gama, aviones o yates, los demás deberán demostrar cuánto necesitan la ayuda del Estado para mantener su bienestar. Como si fuera lo mismo tener bienes suntuarios que completar los ingresos con una casita en alquiler. En realidad, tanto unos como otros aportan a la obra social y sus actuales administradores deben hacer lo que esté a su alcance para cumplir el contrato. Quizá terminen haciendo lo que va contra sus principios: retirar la gratuidad a los que les sobra en serio después de asustar a todos. Pero son tan crueles que parecen gozar con el temor que provocan sus anuncios. O tal vez sea una estrategia de marketing y hagan rodar el rumor para verificar la reacción. Como Ellos jamás han estado al límite de la indigencia ni se imaginan lo que es vivir con lo justo, no miden las humillantes consecuencias de sus experimentos.
El gobierno es un dibujo
Aunque parezca increíble, a pesar de todo lo que ha pasado en el año que acaba de terminar, aún quedan conciudadanos que conservan alguna esperanza en que las cosas mejoren. Optimistas de la peor especie que todavía no han descubierto que las intenciones del Gran Equipo están muy lejos de eso. Sus integrantes no fueron elegidos para lograr una distribución equitativa del ingreso que producimos entre todos, sino para hacer más eficientes las ganancias de sus verdaderos representados. Ellos se muestran inexpertos, torpes y extraviados pero saben muy bien lo que hacen: maximizan la acumulación de unos pocos a costa del empobrecimiento de la mayoría. Por eso, de acuerdo a una estimación del Centro de Economía Política Argentina con datos del INDEC, la desigualdad creció el 7,93 por ciento entre el segundo y tercer trimestre del año. Y esto es un éxito para la ceocracia gobernante, aunque no tenga nada que ver con la Pobreza Cero prometida en campaña.
Para Ellos, el país es una empresa que debe amontonar ceros a costa de lo que sea. Y si dejan en el camino un tendal de excluidos, será como consecuencia de la normalidad, el sinceramiento, la sustentabilidad, el clima de negocios, la confianza o cualquiera de los conceptos que utilizan los amarillos para camuflar su vileza. No hay errores ni excesos: el país con el que sueñan es un feudo con privilegiados, elegidos y aceptados. Lo que ocurra extramuros no es asunto de ellos. Ya han dejado en claro cuáles son los requisitos para cruzar las puertas y padecer las consecuencias de estar al servicio de la oligarquía que ocupa La Rosada: sólo la docilidad, la obediencia y la resignación serán las exigencias. Lo demás viene solo; por eso, el ministro de Educación propondrá reemplazar el Instituto de Educación Técnica por la Agencia Nacional de Formación de Talentos, un organismo más adecuado para concursantes mediáticos que para trabajadores. Formar es más autoritario que educar. Eso sí, bolivianos, peruanos y pobres de cualquier color y latitud, protestones y memoriosos de los derechos perdidos, nostálgicos de vacaciones, celulares y autos 0 km y ancianos que pretendan una vida digna quedarán a la buena de sus dioses, viviendo de los desechos que cada tanto se arrojarán de las troneras.
Diez mil ciudadanos de El Bolsón no serán aceptados en Macrilandia. Durante el fin de semana, poblaron las calles para manifestar su oposición a que uno de los amigotes del empresidente Macri, el británico Joe Lewis, convierta unas 850 hectáreas de una reserva natural en un negocio privado. Si ya logró apropiarse de un lago y de una empresa de distribución eléctrica, ¿cómo no va a poder usurpar tierras protegidas, si aloja a Mauricio en su estancia cuando necesita descansar de tanta preocupación por la gente? Su gente, la que gana fortunas a golpe de chanchullos o la que recoge algunas migajas que se caigan del botín. Piratas, cómplices, laderos y sirvientes tendrá la población de ese mundo de ensueños con menos de 15 millones de personas.
Entre los muros del feudo, las relaciones laborales serán tan armoniosas como un sano aparato digestivo. Ya lo dijo el secretario de Empleo, Miguel Ángel Ponte, "la posibilidad de entrar y salir del mercado laboral hace a su esencia, como comer y descomer". El trabajador será un bocado a fagocitar y cuando no tiene más que dar, se lo defeca en la alcantarilla más cercana. Y lo dicen en estos términos porque es tal la desfachatez que no necesitan las metáforas. Si Diputados y Senadores habilitan alguna modificación a las leyes laborales, serán cómplices de la esclavitud que se viene.
Mientras precarizan nuestra vida y vacían el país con camiones blindados que circulan por Ezeiza, las letrinas mediáticas tratan de distraer la atención con boberías veraniegas y denuncias refritadas. Una realidad paralela que convence cada vez a menos. En medio de sus vacaciones, Macri dibujó a Argentina como un horizonte con un sol naciente. Pueril o sugestivo pero este dibujo tiene unas cuantas opciones interpretativas: entre ellas, nos estamos encaminando hacia la oscuridad o eso no es un amanecer, sino la trituradora que nos está esperando.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...