El sinceramiento y la normalidad siguen estando entre
nosotros. Mientras tanto, gran parte de la población observa atónita cómo se
pulveriza el modesto bienestar que había alcanzado después de la explosión
de 2001. Encima, el presidente vacacional, en un intento de
brindar un conmovedor saludo de rigor
por las fiestas, anuncia que termina “un
año donde todos tuvimos que poner el hombro”. Un lugar común para
expresar esfuerzo o solidaridad. Uno pone el hombro para realizar un
trabajo dificultoso o para que algún amigo en desgracia descargue su congoja. Como
el cinismo es el condimento que acompaña siempre todo lo que Macri dice, no
sorprende encontrar bastante de burla en su mensaje de fin de año. En este
año del cambio, no todos pusimos el
hombro de la misma manera: algunos para enfrentar el embate de los
incrementos tarifarios, otros para subsistir con un salario ajustado o para
afrontar la vida como desempleados. Y sólo unos pocos –a los que el empresidente representa con énfasis- ponen
el hombro para acarrear el botín que han conseguido en estos meses de
multiplicación de la desigualdad. Como José López ante las puertas del
falso monasterio, pero aumentado al infinito.
Para los memoriosos, este poner el
hombro evoca frases de similar hipocresía que los argentinos
hemos escuchado a lo largo de la historia, como “hay que pasar el invierno” o “debemos
ajustarnos el cinturón”. El sacrificio
que siempre han hecho las mayorías en beneficio de una minoría. Si a
alguien le parece exagerada esta idea, este rudimentario GPS puede ayudar: la quita de retenciones a las exportaciones
agropecuarias y la devaluación de la moneda encarecieron los alimentos pero
enriquecieron a los productores, que pudieron comprar 4x4 importadas, fugar
divisas y acumular más que antes. El sacrificio de los que menos tienen
contribuye a llenar los barriles de los que más tienen. Y para colmo,
tienen la habilidad de no derramar ni
una gota.
Y aunque todavía resuenan los ecos de las promesas de Pobreza Cero, los
miembros del Gran Equipo se enorgullecen de las medidas que la potencian.
No sólo se vanaglorian por la eliminación del control de divisas, de impuestos
a los bienes personales y de los aranceles a las importaciones sino que
insisten por este camino. Si les parece inequitativo el reintegro del cinco
por ciento del IVA a las compras de hasta mil pesos, que incentivaba el
consumo de la clase media, no piensan lo mismo de los beneficios a los más
ricos. Esa es la normalidad que están instrumentando: la carencia de los
muchos debe subsidiar la opulencia de unos pocos.
Curiosidades que
incomodan
A poco más de un año, el Gran Equipo empieza a mostrar fisuras
proporcionales a la grieta que está
produciendo en la sociedad. Al ministro de Medio Ambiente y Desarrollo
Sustentable, rabino y farmacéutico Sergio Bergman están por mudarlo de
despacho: como sus rezos no fueron suficientes para evitar incendios e
inundaciones, lo trasladarán a Obras Públicas. La reaparecida titular de la
Oficina Anticorrupción, Laura Alonso ya no puede disimular su inquina
partidaria: mientras exige con énfasis la declaración jurada de Emilio
Pérsico, del Movimiento Evita, omite la ausencia de la misma documentación a
23 mil funcionarios PRO. Una “persecución
selectiva” que ya tiene una causa abierta en la Cámara Federal porteña. Dos
casos de ineptitud que fueron advertidos desde el inicio: en el primero, el
mismo Bergman reconoció no saber nada del tema; en el segundo, Alonso no
es abogada y siempre ha demostrado una rabiosa
militancia anti peronista.
Pero no son los únicos. El flamante ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne
-que todavía no ha jurado porque Macri está de vacaciones- es portador
de contraindicaciones que invitan a no confiar demasiado en él. Que siga
llamando Falklands a las Islas
Malvinas y que considere la disputa por su soberanía un ítem del relato
K y no un mandato constitucional pueden ser detalles para paladares
exquisitos. Que despotrique contra los empleados del Estado cuando él ha
cobrado durante mucho tiempo por una asesoría en el Senado sin asesorar a nadie sea tal vez una mancha en la piel de un leopardo. Que sea un
tentáculo más de Clarín en el gabinete amarillo es una invasión anunciada. Sin
embargo, lo que más espanta son sus propuestas económicas.
Aunque bajar la inflación parece ser la meta de todo funcionario PRO, el
incremento que se viene en todos los rubros imaginables parece indicar todo lo
contrario. Ante esto, Dujovne sólo propone abrir más nuestras fronteras: “si nos
preocupa la inflación y queremos más competencia, es lógico que la competencia importada también nos ayude
en la batalla antiinflacionaria”.
Como se ha podido verificar en este tiempo, la importación indiscriminada no sólo no baja los precios internos
sino que afecta la producción local, incrementa el desempleo y deteriora el
mercado interno. Si reducir los impuestos tampoco ha dado resultado y la flexibilización laboral con la que
sueñan siempre termina en fracaso, lo que habría que empezar a regular es la tasa de ganancia en la cadena
de comercialización, a la manera de los países del Primer Mundo.
Quizá Dujovne ni
sueñe con esta posibilidad que incomodaría
a los patrones. Total, el doble discurso es una epidemia en la pandilla que
ha copado La Rosada. Aunque juren que quieren bajar la inflación, son ellos los que la fomentan. Aunque
aspiren al desarrollo, sólo alientan la
especulación. Aunque auguren el crecimiento, sólo gestionan para la recesión. Cuando hablan de Justicia, sólo
piensan en materializar prejuicios y ejecutar venganzas. Y si se muestran “vocacionados” por la creación de
puestos de trabajo, hay que empezar a
temblar porque se vienen más despidos.
En casi todo dicen
lo contrario de lo que hacen. O hacen lo
contrario de lo que dicen hacer. El ministro de Energía elimina los
subsidios a los usuarios para recortar los gastos, aunque en realidad los desvía hacia las empresas. El ministro de
Educación –también de vacaciones- porta el estandarte de la calidad pero
despide a 3000 empleados que se
encargaban de los cursos de capacitación docente. Si un hecho policial
sacude a la opinión pública, inmediatamente piensan en la punibilidad de los
menores y no en recuperar los programas
socio-educativos que los contenían.
En lo único que son
coherentes es en la deudo-dependencia. Ahí no hay contradicción alguna. Como
si les doliera vivir en un país
desendeudado, desde el primer día operaron
para provocar un desequilibrio fiscal que justifique el retorno de los
carroñeros financieros. En un año, Argentina se convirtió en el país emergente que más tomó deuda en
los mercados internacionales en las últimas dos décadas. Para nada, sólo para alimentar la fuga y la evasión
que en algunos meses se beneficiarán con una nueva amnistía. Un círculo
más monstruoso que vicioso, una pesadilla recurrente, una película con un
final conocido. Más que buscar metáforas creativas para ilustrar lo que promete
el Cambio, tenemos que encontrar la
manera de frenarlos. No es demasiado tarde para comprender que si a Ellos
les va mal, al país le irá muy bien.
Y mientras destruyen el país, los medios hegemónicos entretienen con las causas inventadas por estos bastardos disfrazados de jueces. Cuando echemos a esta gente tenemos que acordarnos de todos sus cómplices para no escucharlos más.
ResponderBorrarRomina Yañez
Bueno, no sé si hay que echarlos. Primero hay que advertirles que por este camino vamos muy mal, después decirle que, aunque ganó, la mayoría no está de acuerdo con lo que hace y finalmente, indicarle lo que tiene que hacer. Si no dan bola, ahí sí, los echamos.
Borrares muy triste ver que la historia se repite , pero mucho mas triste es ver que que hay políticos con años en el congreso ,en la función publica , intendentes, concejales , y todos los cargos que la política habilita , que solo hacen negociados para ellos , y ademas no tienen escrúpulos,para seguir diciendo y haciendo lo que se les da la gana , y nosotros pueblo callamos, debemos comenzar a madurar ,dejar de ver solo nuestra imagen y comenzar a mirar a nuestro alrededor permitirnos pensary luchar , no dejarnos vencer por el miedo , miedo a perder el trabajo , miedo a no tener para comer , miedo a que me pongan preso , miedo,miedo , no seremos libres ,si primero no vencemos al miedo.si todos alzamos la voz no habra político que pueda vencernos.
Borrarmerecemos un país libre de pobreza, de hambre, de drogas, de violencia de suciedad,de ríos contaminados,con educación,con una juventud sana. nos merecemos un país