Mientras
el ministerio de Educación deja afuera a
casi 3000 empleados públicos, el presidente off shore Mauricio Macri afirma
en Villa Traful “estamos vocacionados a generar trabajo”. Además del
contraste, el Ingeniero cometió un nuevo furcio. Tal vez introdujo ese neo
verbo confundiéndolo con ‘abocado’ o porque, a la vez que su boca se movía, su cerebro evocaba las vacaciones
interrumpidas para simular ocupación. Antes de recitar sus líneas de stand
up decidió alterar su trayecto para comprar alfajores y toparse, casualmente, con una marcha
de los trabajadores del Estado. Un cristal roto en la camioneta –desde
adentro y no desde afuera- sirvió como excusa para otro episodio de victimización al mejor estilo de Pimpinela. Un
nuevo verso amarillo, por supuesto: si todos los perjudicados y disconformes de
la Revolución de la Alegría arrojaran al
menos un grano de arena, Macri y su Gran Equipo terminarían lapidados. El
primer año del retroceso termina y el que empieza no promete ser mejor, más aún
si insisten en transitar por este túnel
oscuro y sembrado de piedras que no tienen otro objetivo que hacernos tropezar.
Después
de inaugurar por segunda vez el
Centro de Interpretación e Información Turística de Villa Traful y del simulacro de agresión, Macri brindó un
muestrario de sus frases más incoherentes en una entrevista con radio Mitre, donde
su pulsión confundidora recrudeció.
Como si fuera un corresponsal de guerra, explicó: “soy responsable de
exponerme, pero yo necesito conectarme con los argentinos para saber qué les
pasa”. En realidad, lo que
necesitaba en ese momento era comprar alfajores y si quiere saber qué nos
pasa a los argentinos, que analice las
consecuencias de sus políticas y lo sabrá con facilidad.
A sabiendas de recitar sandeces en una radio
cómplice, afirmó: “nosotros somos el Gobierno que más apoyo tiene en
América Latina". ¿Apoyo de
quién? ¿Del establishment internacional que sólo ve negocios jugosos en donde nosotros queremos construir un país?
¿De las grandes corporaciones, que esperan que Macri siga desmantelando nuestros derechos para volcar algunas gotas de
especulación con formato de inversiones? ¿Del presidente entrante Donald
Trump, que tiene en mente cerrar sus fronteras e invadir la región de todas las formas posibles? Según Macri, Trump
le dijo: “vamos a tener la mejor relación, olvidate”. ¿Así habla el nuevo mandatario yanqui, como
cualquier adolescente argentino o es una
nueva patraña del estafador serial que copó La Rosada?
La boca del mentiroso
Pero
volvamos a la falacia original: Macri aseguró que su gobierno es el que más apoyo tiene en América Latina.
Si su entusiasmo estadístico proviene del resultado del balotaje, no
debería olvidar que superar a Scioli por
menos de dos puntos no es un gran apoyo. Si hoy fuera opositor, estaría
deslegitimando cualquier decisión del ex gobernador con esa excusa, como lo
hizo con Cristina, que logró un
porcentaje mayor contra seis candidatos en 2011. El apoyo que imagina Macri
tampoco proviene de las recientes encuestas, que señalan una caída de casi 16 puntos en su imagen positiva. Si en diciembre
del año pasado había un 46 por ciento de argentinos que se consideraban
oficialistas, hoy no llegan al 32. Y
si alguno piensa que el apoyo proviene de los empresarios vernáculos, se está
equivocando: el partido gobernante tuvo que solicitar la contribución económica
de funcionarios y voluntarios porque los
principales beneficiados por el cambio archivaron la chequera hasta nuevo aviso.
Aunque ya deberíamos estar
acostumbrados a sus tretas discursivas, no
dejan de exasperar. Esa manera de disimular sus embustes con un envoltorio campechano y el tono infantil
con que trata de llegar a su gente
todavía logra algún efecto. Y no hay que lucubrar demasiado para arribar a la
siguiente conclusión: el empresidente abusa constantemente de la credulidad de sus oyentes porque el principal
apoyo que tiene es el blindaje que construyen los medios de comunicación
hegemónicos. Blindaje que pasa por alto
las asperezas y tropelías amarillas y resalta las ficciones que surgen de
la creatividad periodística y el afán servil de algunos fiscales y jueces que han abandonado hace rato cualquier idea
de justicia.
El eje informativo que desde
2008 se centró en mostrar lo malo que es el kirchnerismo no se alteró
un ápice. Por el contrario, desde la asunción del Gran Equipo, la
estrategia se potencia de manera
proporcional a los desastres que produce. Las tapas se han
convertido en la mesa de entrada de los tribunales y desde allí se articula el accionar de fiscales y jueces. El
procesamiento de Cristina decidido por el juez Julián Ercolini es una prueba de
eso: sólo plasma con un lenguaje seudo
tribunalicio los prejuicios que se publican en diarios, radios y canales
televisivos. No importa la verdad tanto como que la acusación parezca lo más
contundente posible. No interesan las pruebas, porque el Poder Fáctico no las necesita para hacer desaparecer sus obstáculos. Ni siquiera hace falta la
existencia de un delito, como puede demostrarse no sólo con la causa de
Ercolini, que transforma un gobierno de
doce años en una asociación ilícita, sino con las otras dos que tratan de
proscribir a La Presidenta: la del dólar futuro y la del memorándum con Irán. Sólo la oligarquía gobernante puede
castigar al inocente con el único justificativo del odio y el desprecio: lo
han hecho con el primer golpe de Estado de la historia, con los bombardeos, los
fusilamientos, la represión y los desaparecidos y lo quieren hacer ahora, con menos crueldad pero igual saña.
Ahora que los que se creen
dueños del país gobiernan con una apariencia de legalidad, su pulsión destructiva se ha desatado. Como si fueran predadores
hambrientos en un redil, tratan de asestar la
mayor cantidad de mordiscones posible antes de que los estafados por el cambio reaccionen. Mientras Macri
prepara la mesa para el festín de los más ricos, el malestar de la población crece cada vez más. Con casi 200 mil
despidos y 40 mil suspendidos no se
puede esperar otra cosa. El deterioro de estos meses fue medido en un
reciente estudio realizado en conjunto por el Conicet, Flacso y las
universidades públicas sobre las
consecuencias de las medidas neoliberales aplicadas por Cambiemos.
La situación es alarmante: la salud física y mental de los trabajadores se ha resentido
notablemente. Los sectores medios son los más afectados porque en estos
meses han perdido el bienestar alcanzado
con el gobierno anterior. La situación económica disminuye la sensación de
felicidad y afecta la alimentación y el descanso. El temor a ser despedido, suspendido o ajustado altera el ánimo y baja
la autoestima. Ya hemos vivido una situación similar y la fabulación simbólica de las pantallas nos han hecho caer nuevamente
en la trampa.
Mientras un puñado de jueces generan titulares con los no-delitos de
Cristina y Milagro Sala, los medios cómplices ocultan o amortiguan la
gravedad de las 50 cuentas en paraísos fiscales de la familia Macri, el acuerdo
reservado con Qatar, las irregularidades en las fundaciones PRO, las incompatibilidades de casi todos los
funcionarios, los negociados millonarios de familiares y amigos, la
ineptitud de ministros, secretarios y subsecretarios y encima, la ministra de Desarrollo Social de
apellido colonialista nos serrucha el mapa. ¿Cómo sería el ánimo del
público cautivo si todo esto ocurriera
con un gobierno populista?
Seguramente estarían prestos a un
cacerolazo destituyente pidiendo la cabeza de todos los involucrados.
Por necedad o distracción, los
argentinos estamos tropezando con las
mismas piedras que nos han hecho caer varias veces. Lo saludable para este
nuevo año sería despertar del letargo antes
de que la caída se convierta en un sometimiento perpetuo.
Excelente tu opinión, comparto al 100%
ResponderBorrarExcelente Reflexión y análisis de la realidad lastimosa de este país. Agradezco enormemente tus notas y festejo tu modo de escribir. Es como la suave caricia que no deja de advertir el trágico final de algo, valiéndose de la salvedad del aviso ante la traición permanente.
ResponderBorrar