El lunes pasado, un enrarecido clima de
violencia sacudió San Miguel de Tucumán. Pocas horas después de haber
votado, una multitud se concentró en la Plaza de la Independencia para
manifestar su disconformidad con los resultados. Con el infaltable aliento de los malos perdedores, la muchedumbre parecía
dispuesta a todo. Por supuesto, no merecían ser reprimidos, aunque fueran
preparados para copar la Casa de Gobierno, no
con bombas Molotov como aconsejaba Nicolás Salvatore, asesor del frustrado
José Cano, pero con furia acorde a las circunstancias. Un contra-fáctico
tentador: ¿hubieran marchado de haber
tenido toda la información? ¿La indignación sería similar si supieran que
los autores de la quema de urnas eran candidatos
y militantes de la oposición o que las fotos difundidas por redes sociales habían ilustrado otros hechos en otro tiempo y espacio? Seguramente, aún no
se han enterado de esos pequeños detalles,
pues los denunciadores se cuidan de
hablar del tema. Una vez más, el público manipulado copó las calles y el resultado de estos eventos siempre es la
confusión y el alboroto.
La represión policial era la foto que buscaban los
organizadores de este estropicio electoral.
Las imágenes de la violencia alimentan
los titulares agoreros y los delirios intelectuales de los analistas. Una
plaza que debió estar poblada por el festejo de los triunfadores se inundó con
la indignación inducida por dirigentes irresponsables y la estupidez de una
horda de uniformados. No será la primera vez en esta historia que las calles sirven de escenario para que
individuos mal informados alcen su voz de protesta. En septiembre de 2012,
la Plaza de Mayo desbordó de caceroleros que desafiaban las amenazas
presidenciales. El “discurso del miedo” fue la tergiversación - por
parte de los medios dominantes y los políticos sumisos- de las palabras que
CFK dirigió a los funcionarios que se encargaban del saneamiento del Riachuelo.
En pleno verano de este año, la Marcha de los Paraguas fue el conmovedor resultado
de los esfuerzos de convertir al
controvertido fiscal Nisman en un Héroe y
Mártir de la Patria. Nadie se
arrepiente ni avergüenza por tanta docilidad. Por el contrario, siempre se
muestran dispuestos a someter su
entendimiento a los cotidianos malversadores informativos.
Si no existiese un público tan manipulable, los candidatos de la oposición deberían
esforzarse más para conquistar algo de trascendencia. Manipulación
facilitada por prejuicios existentes en los destinatarios, cabe destacar. Si
quisieran, podrían tener la información que les permita construir una secuencia
más completa de los hechos y descubrir que el
fraude está en los postulantes que lo denuncian. Si hasta el diario La
Nación publicó el miércoles pasado los resultados de las elecciones del 9 de
agosto que demostraban que el FPV no
necesitaba quemar urnas para conquistar la victoria. Pero son impermeables
a los datos que podrían desterrar los preconceptos que orientan sus vidas.
Jardineros del futuro
Ahora piden la nulidad con el sólo fundamento de sus caprichosos pataleos. Que se vote
tantas veces como sea necesario hasta ganar por cansancio, parece ser el
objetivo. Pero Tucumán ya no importa: desde hace varios días quieren trasladar la indignación a la
Capital para que contagie a todo el país. Y así, la nulidad se extenderá a
las elecciones futuras. En un intento desesperado, buscan incendiar la voluntad popular para condicionar el futuro.
Si la vida fuera justa, esta última operación debería dejarlos fuera de juego para
siempre. Si todos advirtieran el engaño, Macri y sus secuaces deberían ser
el blanco de un repudio generalizado. Si la Justicia estuviera comprometida con
nuestros intereses, un oscuro personaje como Jaime Durán Barba sería expulsado
del país, por inundar nuestra vida
política con la mugre que pergeña. Si el público cambiara alguna vez de
canal, comprendería dónde está el verdadero
fraude. Si se corriese un poco más el velo, muchos individuos podrían ver
los intereses que se esconden detrás de este perverso combo y así, tal vez, vislumbrarían con más claridad lo que está
en juego.
Sin embargo, a pesar de todo el estiércol que
arrojaron, el FPV sigue liderando la intención de voto y con un esfuerzo más
podrá conquistar la victoria en primera vuelta. Bastante ingrato que el proyecto que nos ha sacado del pantano deba
batallar con los números. Desalentador que operaciones mediáticas cada vez
más descabelladas amenacen con interrumpir nuestro camino. Increíble que titulares amañados puedan más que las bondades de la vida
cotidiana.
Si sus fábulas periodísticas explotan apenas
levantan vuelo, ¿por qué permanecen en la memoria de algunos como si fueran la
Verdad Revelada? ¿O no son muchos los que todavía
creen que a Nisman lo mandó a matar el Gobierno, a pesar de que las
pericias indican la imposibilidad de que otra persona haya intervenido en su
muerte? ¿O los que sostienen que Kicillof
es un pibito marxista que cobra 400
mil pesos como director de YPF? ¿O los que ven en los militantes de La
Cámpora una pandilla fascista más peligrosa que los marines? ¿O los que todavía imaginan a Máximo
Kirchner como un bobalicón adicto a la Play?
¿O los que piensan que el honestismo es
un parámetro adecuado para elegir un gobernante? ¿O los que aceptan la pueril
idea de que el Gobierno ataca al que piensa
distinto? ¿O los que suponen que el
incremento de los precios es un entretenimiento de Cristina antes de
acostarse, en lugar de hacer crucigramas? ¿Cuántos serán los que sienten que
estamos atravesando una crisis aunque no vean ninguna señal en su entorno? ¿Cuántos los que esperan de Macri la
salvación de la República?
No contemos, para evitar la acidez. De acuerdo al
resultado de las primarias, alrededor de un 30 por ciento. ¿Acaso no es un
exabrupto electoral que tanta gente se deje encantar por algo así? Ni su mascota debería votarlo. Menos
aún después de esta última puesta en escena. ¿O habrá que hacer un dibujito
para que todos comprendan que las irregularidades detectadas hasta ahora en las
elecciones en Tucumán fueron realizadas por candidatos y militantes del PRO y
sus aliados? ¿En qué idioma habrá que
explicar que el FPV no necesitaba del fraude para ganar las elecciones?
La semilla de la desconfianza ya ha sido sembrada en
muchas mentes. Ya sabemos con qué
pestilencias los agoreros abonan y riegan esos sembradíos. Por lo que
parece, no podemos evitar que broten pero, con paciencia y corazón podremos transformar esas futuras malezas
en coloridas flores para nuestro grandioso jardín. No a todas, sino a
aquéllas que no merecen estar en ese sombrío rincón. Y al resto, contenerlas para que no nos invadan.