jueves, 29 de septiembre de 2016

Una foto sin película



El empresario Elon Musk prometió en el Congreso Internacional de Astronáutica de Guadalajara que “el futuro es poblar Marte”. Pero no será en lo inmediato, sino de acá a 40 o 100 años. Mientras tanto, lucrará con su proyecto contratado por la NASA y muchos soñarán con un futuro de ciencia ficción. Él y algunos de los que lo escucharon no estarán al momento de la partida de los primeros colonos. Por lo tanto, no es saludable tener en la mira al planeta rojo para escapar de la Argentina amarilla, ahora gobernada por Macri, un empresario que también nos llena de promesas. Después de poner su mejor cara para las fotos del colectivo y el timbreo, el presidente off shore se maquilló de humano dolorido y anunció los nuevos números de la pobreza. Como si no tuviera nada que ver en el asunto, desplegó su habitual hipocresía para un nuevo capítulo de la Operación Sinceramiento.   
Que tres de cada diez argentinos sean pobres no significa que nuestro país lo sea. Al contrario, producimos alimentos para 450 millones de personas y avergüenza que haya conciudadanos que tengan problemas para nutrir su mesa. No hace falta que nos vayamos a Marte para vivir bien. Con que gobierne un terrícola basta y sobra. Uno con un poco de corazón, cuanto mucho. Y algo de coherencia, honestidad, inteligencia, conocimiento y empatía. Y que jure con patriotismo, aunque sea cruzando los dedos. De ser posible, que su patrimonio no haya crecido en complicidad con la dictadura ni gracias al contrabando ni que le hayan perdonado deudas que después pagamos entre todos. O al menos, que sea agradecido. Que no se haya hecho el vivo durante toda su vida para después, cuando se convierte en presidente, decir a sus pares: desde ahora no se hagan más los vivos. Con eso alcanza.
Pero tenemos a Macri, alguien difícil de definir sin manchar la oración. En conferencia de prensa, el Ingeniero habló de un número como si no tuviera nada que ver con él. Casi con orgullo, como si se tratara de un título universitario recién obtenido. Como si gritar ese número eliminara todo lo que se esconde detrás de él. De Macri y del número. Una parte es herencia, ya que tanto les gusta hablar de eso. El kirchnerismo redujo el número de pobres en casi treinta puntos y si no se pudo más fue, en parte por limitaciones del proyecto –para incluir la necesaria modestia- y en gran parte por la resistencia y las celadas producidas por los que hoy nos gobiernan. Mientras se tomaban medidas para redistribuir la renta que generamos entre todos, los formadores de precios pugnaban para apropiarse de ella y no para invertirla, sino para fugarla. Lo mismo que hacen ahora con la facilidad que les brindan los ceos del gobierno. Macri no es ajeno al número anterior ni al nuevo; ni él ni a los que representa. Ayer, hoy y siempre.
Más zanahorias para este boletín
Al empresidente le gustan las fotos. En conferencia de prensa, mostró una con incontenible orgullo. Como si fuera un conjuro, anunció la cifra. Y después vino lo que vino. Aunque no había ninguna palangana a la vista, se lavó las manos. Al contrario, refrendó el camino y reformuló su promesa. Que ningún oído se confunda, que ninguna memoria se extravíe: la Pobreza Cero fue su caballito de batalla durante la campaña. No reducirla o atenuar sus consecuencias, sino eliminarla, convertirla en cero. En diez meses la potenció… y se enorgullece.
Además, mezcló las cosas, como hace siempre. Con una torpeza que no puede soslayarse, transformó la meta en camino. Lo dijo sin rubor: “nosotros convocamos pobreza cero como un camino”. Mentira. Imposible. No hay ideología ni sistema de pensamiento que avale semejante barbaridad. El objetivo es la utopía que nos invita a caminar. Y confirma esto a los pocos segundos: “caminar juntos hacia pobreza cero”. ¿En qué quedamos, Ingeniero? ¿Es meta o recorrido? Y eso de ‘juntos’ es una hipocresía más. ¿De qué manera van juntos un agroexportador beneficiado con la devaluación, la quita de retenciones y la eliminación de cupos de exportación con los desocupados, los ajustados o las víctimas de la consecuente inflación?
Por supuesto, en su antojadiza mirada, no fueron sus medidas las que incrementaron el número de pobres. Los despidos públicos y privados, el cierre de negocios y fábricas y la cancelación de innumerables programas sociales que buscaban la inclusión parece que no producen pobreza en su neopatricia visión de las cosas. Destinar recursos a los que más tienen vía renuncia recaudatoria y devolución impositiva no amplía la brecha de la desigualdad, según él y sus ceócratas. Al contrario, sigue insistiendo que en algún momento se producirán inversiones que derramarán para “generar empleos de calidad”, dice Macri, mientras presiona para flexibilizar las condiciones laborales y abaratar el salario. Como si no supiera que los empresarios como él tienen la pulsión de acumular y fugar en lugar de invertir, salvo que tengan las garantías de multiplicar las monedas que destinan sin tributar un céntimo.
Al cinismo y la hipocresía, agrega mucha prepotencia. La misma que demuestra a diario al imponer como sentencias sus opiniones sobre temas que desconoce. El puede reescribir la historia con sólo apelar a la colección de Billiken que conserva desde su infancia. Él puede avalar a los ejecutores de choros o cuestionar que Nisman se haya suicidado sin conocer una letra de los expedientes. Él puede asegurar que la inflación ya bajó drásticamente, aunque recién empieza a frenar la que el Gran Equipo generó con sus medidas. Él puede dialogar sin escuchar al otro, avanzar retrocediendo, desarrollar subdesarrollando. Hasta puede decretar cuándo comienza su gestión: si el año pasado le escatimó doce horas a Cristina, ahora quiere borrar los casi diez meses que lleva gobernando.
Después de haber transferido millones a los ricos, de haber provocado la caída de la industria y la construcción, de haber ocasionado el cierre de negocios con la baja en el consumo y los tarifazos, dice que “éste es el punto de partida en el cual acepto ser evaluado como presidente y como gobierno”. Después de haber despoblado la mesa de los argentinos con la apertura de exportaciones y aniquilar pymes y economías regionales con las importaciones sin aranceles, quiere ser evaluado a partir de ahora. Como si la foto que muestra no formara parte de la película en la que es guionista, protagonista y director. A pesar de sus pretensiones, el Pueblo ya lo está evaluando desde el momento en que asumió y, como muchos anticipamos, está muy lejos del aprobado. Y en esta ronda examinadora ya no quedan recuperatorios.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La interminable campaña amarilla



Cada vez que el empresidente Macri se enreda en sus inconsistencias discursivas o la realidad opaca la Revolución de la Alegría, los amarillos destinan sus esfuerzos a lo que más saben: el simulacro de proximidad con los vecinos. Ni bien llegado del Imperio, Mauricio trepó a un colectivo para acompañar a los desprevenidos pasajeros durante algunas cuadras. Una puesta en escena, como se descubrió a los pocos minutos. No conforme con el nuevo papelón, funcionarios y militantes –perdón, voluntarios- se calzaron las pilchas más informales que encontraron para irrumpir en la cotidianidad de los barrios de todo el país con el clásico timbreo. Una pantomima que, además de incluir a la Hija Presidencial, requirió la selección de los sorprendidos receptores de tan ilustres visitas. Como nada de lo que prometieron se convertirá en realidad salvo que medie un milagro y la incapacidad o la tozudez del Gran Equipo impide torcer el rumbo, lo único que se les ocurre es convertir una campaña que ya debería haber terminado en la principal obra pública de un Estado amorfo.
Algo de coherencia hay en medio de este embrollo: como el mandatario off shore cuestionaba las cadenas nacionales de Cristina porque interrumpían la telenovela, ahora ofrece un culebrón de 24 horas que hasta incluye la boda de un gobernador. Una inverosímil tira dramática que tiene a La Presidenta como la principal villana y culpable de todos los males que los argentinos estamos padeciendo. Una historia épica con espadachines judiciales que con sus estocadas desequilibran la balanza siempre para el mismo lado y convierten las leyes en piedras para lapidar ex funcionarios. Tan variado es este espectacular adefesio que intercala deslumbrantes cuadros musicales con periodistas que cantan la misma canción y ejecutan una sincronizada y monótona coreografía.
Una superproducción que tiene como objetivos ocultar la tragedia que muchos están viviendo y disimular la hecatombe que se está gestando. Los datos recientes del INDEC señalan que una familia necesita más de 13 mil pesos para no caer en la pobreza y unos 5400 pesos para no estar en la indigencia. Números que sitúan a gran parte de la población en un escenario de precariedad que puede empeorar si la ceocracia gobernante persiste en continuar por este camino. La misma fuente indica que la actividad económica cayó 3,4 por ciento en el segundo trimestre respecto del año pasado y el PBI se contrajo 1,7 por ciento en la primera mitad del año. Y lejos de la confianza que cree destilar el Gerente de La Rosada con sus nuevas reglas de juego, las inversiones se contrajeron un 4,9 por ciento –contra una expansión del 4,7 del año pasado- y en el período enero-agosto la demanda de dólares para atesoramiento, ahorro y turismo fue de 23106 millones. Y, como en tiempos nefastos, el endeudamiento crece para financiar semejante vaciamiento.
Cuesta abajo
Además de los estragos económicos que ya comienzan a ser visibles, otras sutilezas enrarecen el clima. Si los aliados judiciales apelan a sus tretas más vergonzantes para sostener las sospechas sobre Cristina y algunos de sus ex funcionarios, las fuerzas de seguridad despliegan su potencial represor ante la más mínima muestra de resistencia. Los que prometían unir a los argentinos y no perseguir al que piensa distinto han convertido el encarcelamiento en la herramienta más eficaz para disciplinar a los díscolos. Ante el silencio cómplice del Gobierno Amarillo, Milagro Sala y muchos de los integrantes de la agrupación Tupac Amaru siguen presos en Jujuy sin que haya siquiera una acusación concreta. La venganza y la prepotencia de clase habilitan que sean los primeros presos políticos desde la vuelta a la democracia.
Inocentes amenazas vía redes sociales hacen de sus autores víctimas de un castigo ejemplar. Ya son más de cien los episodios de violencia de las fuerzas de seguridad denunciados por los organismos de derechos humanos. Hasta diputados y senadores se sienten presionados por temor a quedar enredados en absurdos judiciales o que las provincias de las que provienen reciban menos recursos para obras. Por ser la cuna del kirchnerismo, Santa Cruz será la provincia más perjudicada si el presupuesto presentado por el gobierno se convierte en ley: recibirá un 86 por ciento menos para infraestructura; Jujuy, en cambio, se beneficiará con un incremento de casi el 300 por ciento. El cambio que prometía el angelical Ingeniero durante la campaña se ha transformado en una institucionalidad endeble donde abundan más los castigos que los premios.
Muy difícil esconder tanta oscuridad. Ni con las luminarias de los estudios televisivos se puede disimular tanta sombra. Ni los más histriónicos y falsarios periodistas pueden elaborar editoriales que logren continuar con el engaño. Ni los mejores directores cinematográficos pueden transformar a los Gerentes de La Rosada en funcionarios responsables dedicados al desarrollo de nuestro país. Ni reciclar la denuncia de Nisman ni utilizar su cadáver logran que los globitos vuelvan a tomar una forma atractiva. La imagen presidencial ha caído más de veinte puntos y la esperanza de muchos argentinos ya es declinante. El cambio es un fiasco: una de las peores estafas perpetradas en nuestra vida democrática.
Las movilizaciones y protestas se multiplican por todos los rincones. Estatales y docentes ya están de pie mientras la CGT le pone fecha a un paro general. La reapertura de las paritarias será una excusa pero poner un freno a estos falsos representantes debe ser el objetivo fundamental. Detrás de cada manifestación están los puestos de trabajo perdidos y en riesgo, la caída del poder adquisitivo del salario, el incremento de la pobreza, el cierre de industrias y negocios, el aumento de las tarifas, el enriquecimiento de unos pocos, el vaciamiento y entrega del país, la mentira permanente, el retorno de un discurso único imperial, la pérdida de derechos
En cada protesta se denuncia la hipocresía de los que ganaron con malas artes, prometiendo lo que no tenían intenciones de cumplir. En las calles se siente el rechazo a la mentira convertida en la forma en que nos gobiernan los que parecen ser nuestros peores enemigos. Frenarlos no es poner palos en la rueda ni intentar destituirlos, sino responder al mandato de defender la Patria y todo lo que hay en ella. Nosotros incluidos.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Andanzas del Ingeniero en el Imperio



Macri no habló en inglés ante la asamblea anual de la ONU como muchos suponían, sino en un castellano de teleprompter y como si la campaña no hubiese terminado. El empresidente aprovechó a fondo su visita a Nueva York, no sólo para suplicar inversiones en Wall Street y la fundación Bill Clinton sino para posar junto a Juliana Awada en fotos más acordes para una estrella que para un político. También protagonizó un papelón diplomático respecto a la soberanía sobre las Islas Malvinas, algo que sugiere su poco interés en el tema. Interés patriótico, porque el económico sobra. Las islas son para él una fuente de riquezas que quiere compartir con los invasores, muy necesitados de ingresos extras ahora que han roto con la Unión Europea. En verdad, todo el país es pensado de esa manera por quien fue elegido para representarnos: como un sustancioso botín para ser explotado por cualquiera menos por los argentinos.
El ingeniero cree portar una magia irresistible. Algo de eso debe haber, si no resulta imposible explicar que haya llegado adonde llegó. Sin embargo, fronteras afueras no tiene el mismo efecto. Aunque declare que con su arribo a La Rosada las cosas se han transformado de raíz, los inversores se hacen desear a la hora de desatar la tan prometida lluvia de dólares. Sonrisas de cortesía y palmadas en la espalda es todo lo que recibe después de sus casi desesperados clamores. Tal vez la zigzagueante historia de Argentina los haga desconfiar de la eficacia del control amarillo. O el prontuario de la familia Macri, que incluye complicidad con la dictadura, evasión impositiva, contrabando y lavado de dinero, espante a algunos con historial parecido, pero temerosos de toparse con competidores de tamaña envergadura.
Quizá el recelo provenga del doble discurso que despliega cada vez que abre la boca. Un país con pesada herencia jamás puede ser una gran oportunidad para hacer negocios. La constante denostación a los gobiernos anteriores parece referir a una nación arrasada, lo que no coincide con los informes presentados ante los potenciales inversores. Un país desendeudado, con industria creciente y casi pleno empleo es una oportunidad de negocios para cualquier emprendedor. Más aún con las riquezas naturales de nuestro territorio y la calidad laboral de sus habitantes. Sin embargo, las inversiones ni se asoman.
Otra gran contradicción se produjo entre lo relatado en Wall Street en comparación con su recitado en la Asamblea. Si ante los especuladores pide “al mundo que apoye a su gobierno en la meta de dejar atrás décadas de populismo”, resulta inadmisible que en la ONU declare que “en los últimos años Latinoamérica hizo grandes esfuerzos para reducir la pobreza, gracias a políticas sociales robustas”. La indecisión entre abandonar el populismo o valorarlo desconcierta a cualquiera.
¿Torpezas o traiciones?
Además de las incoherencias de Macri, lo que desalienta a los inversores es la impericia del “mejor equipo de los últimos 50 años”. Ante los líderes del mundo, el empresidente aseguró que “en la Argentina nos hemos planteado como horizonte tres grandes objetivos: la primera meta es avanzar hacia pobreza cero, el segundo objetivo es derrotar al narcotráfico, la tercera meta es unir a los argentinos a través del diálogo, el respeto a la ley y el fortalecimiento de la democracia”. Si disminuir la pobreza es destruir empleos, derrotar el narcotráfico es facilitar la fuga de divisas y unir a los argentinos es demonizar opositores, las inversiones estarían desbordando los cálculos más optimistas. Aunque han logrado frenar la inflación provocada por sus primeras medidas, el camino transitado en estos nueve meses no auspicia un futuro armonioso. Mientras el Ingeniero asegura ante los micrófonos internacionales que los argentinos aceptamos con beneplácito los innecesarios ajustes impuestos, el descontento se hace notar todos los días.
¿Quién puede creer en sus intenciones dialoguistas cuando gobierna con la prepotencia de un conquistador, cuando las causas judiciales se transforman en proscripción política, cuando los periodistas acólitos no cesan de ocultar sus estropicios? ¿Quién puede confiar en el respeto a la ley de alguien al que le descubren empresas fantasmas y cuentas off shore todas las semanas? ¿Quién puede tomar como sincero el compromiso de fortalecer la democracia de alguien que engañó a sus electores para conquistar la presidencia? ¿Qué inversión puede estar segura en un país gobernado por alguien capaz de traicionarlo?
Además de todo esto, está el papelón diplomático producto de su mentirita respecto a la discusión sobre la soberanía de Malvinas. Nada de eso hablará con la Primera Ministra británica Theresa May sino de la manera de sacar el mayor provecho posible de las riquezas del Atlántico Sur. “No es atribuible a la maldad –razonó CFK ante los estudiantes reunidos en La Plata para celebrar su día- Apenas es explicable desde la estupidez”. Para suavizar un poco el clima, agregó: “es apenas una muestra de mediocridad”. Las tres cosas se combinan en el Gerente de La Rosada: maldad, estupidez y mediocridad. Virtudes que se derraman a los funcionarios y apologistas, que ya no saben cómo disfrazar los desaciertos ni frenar la catástrofe por venir.
Aunque se ha convertido en un fiel exponente de los intereses internacionales, el vértigo de su gestión y la torpeza de sus disimulos no garantizan demasiada estabilidad. Y como tampoco Brasil tiene un tránsito muy armonioso, la región puede tornarse muy convulsionada. El triunfalismo de los restauradores es un poco apresurado: el dulce sabor de los derechos conquistados resistirá con fortaleza cuando la avaricia despiadada de los neoliberales destile su hiel por las gargantas de la Patria.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Pirómanos en La Rosada



Muchas cosas pueden cuestionarse de la ceocracia gobernante, pero sus integrantes tienen algunas virtudes destacables: sorprenden todos los días con sus exabruptos, sus provocaciones nos mantienen activos y sus falacias ejercitan nuestras neuronas. Si en lugar de engañar a los electores durante la campaña presentándose como ángeles salvadores se hubieran propuesto como entrenadores sociales habrían sacado más votos. Pero todos los días demuestran que no tienen en mira la construcción de un país armonioso y equitativo, sino que buscan resucitar una colonia convulsionada y desigual. La metáfora del ministro de Educación Esteban Bullrich los muestra como conquistadores sin espada, el apoyo de Macri a los ciudadanos justicieros sugiere el exterminio y la orden de Bonadio para incinerar las cunitas evoca la inquisición. Si lo que estamos padeciendo es un período de adaptación hasta que aprendan, todo bien y cabe la paciencia. En cambio, si así serán los más de tres años que nos quedan por delante, que no se enojen si cada tanto poblamos las calles para ponerles un límite.
Y no hay dudas de que lo necesitan. Que un ministro de Educación –o cualquier funcionario- evalúe como positivo un genocidio impune como la llamada Conquista del Desierto, es de una gravedad pasmosa. Pero que considere que en nuestro país todavía quedan bárbaros a los que se debe civilizar es como un vuelo sin escalas al ostracismo. ¿Quién escribe sus libretos? ¿Tan invulnerables se sienten que dicen cualquier cosa en un acto oficial, como si estuvieran en la mesa de un bar, rodeados de botellas consumidas y jugando un truco insomne en una madrugada de otoño?
Tal vez sea producto del sinceramiento, uno de esos conceptos Zen que utilizan a diario para justificar sus desmanes. Ellos piensan la vida desde el binomio civilización-barbarie y como son tan sinceros, no lo pueden disimular. Con la grasa militante y los caudillos provincianos de Prat Gay y la necesidad de eliminar la mala ideología de Hernán Lombardi, pasando por las imprecisiones numéricas sobre los desaparecidos, parecen fieras hambrientas babeando ante la visión de una presa. “No hay que ahorrar sangre de gaucho”, escribía Sarmiento, desde su decimonónica sinceridad. En sintonía con esto, Macri y algunos de sus adláteres hasta parecen aplaudir cuando un ciudadano, en un exceso, mata a un delincuente en un dudoso caso de legítima defensa. Por estos episodios y muchos más podría afirmarse que llevan esa frase en su ADN, aunque truequen el sustantivo ‘gaucho’ por el enemigo de ocasión.
Si no pueden conquistar al retobado, que la ciudadanía lo linche por delincuente o por K, que al fin y al cabo son la misma cosa desde su oligárquica visión. Después, habrá que eliminar todo rastro de la epidemia con el fuego refundador de Bonadio sobre inocentes cunas. Finalmente, con la mitad de la población aún en pie y la tierra asolada por el saqueo que Ellos mismos alentaron, podrán sembrar las semillas para la colonia que sueñan.
A todo gas
Los PRO conquistaron el sillón de Rivadavia –o de Balcarce, la mascota presidencial- a fuerza de engaños infames, asumieron dispuestos a apagar un incendio que no existía y ahora están actuando como pirómanos descontrolados. Cada uno de ellos tiene en sus bolsillos una caja de fósforos para encender la mecha del cóctel explosivo que están alimentando. La audiencia pública por la tarifa del gas realizada durante el fin de semana fue una muestra de eso. Hasta se suspendieron los partidos del ascenso en la CABA para tener más efectivos policiales para la ocasión. La Usina del Arte se convirtió en una fortaleza que dejó afuera a gran parte de los que se habían anotado para participar de las deliberaciones. En Córdoba, Rosario, Salta y Neuquén se vivieron episodios tensos por la restricción del acceso al público. El cumplimiento de la orden de la Corte Suprema fue en realidad una puesta en escena para concretar la estafa que están pergeñando para los usuarios.
Todo estaba cocinado. El ministro Aranguren –en una clara muestra del lado de la grieta en donde está- expuso un alucinado cuadro tarifario con el precio del gas en boca de pozo ya sentenciado. Y el atroz incremento del 203 por ciento lo anuncia como una buena noticia porque dio marcha atrás con el saqueo de más del 1000 por ciento que proponía antes. El gobierno amarillo retirará los subsidios del gas importado –que es el 26 por ciento de lo que consumimos-, de la producción base y de la incremental. Si con la renuncia del Estado a cobrar retenciones a la exportación agropecuaria y minera transferimos recursos a los que no lo necesitan, con el retiro de los subsidios a la tarifa de gas terminamos financiando la exploración y explotación de las empresas a las que Aranguren representa. Y si a través de facturas y precios exagerados logran que consumamos menos de todo, beneficiaremos a los que quieren engrosar sus cuentas bancarias con los cuantiosos recursos de nuestro país.
Hacer un recorrido por las exposiciones de los representantes de usuarios resultaría excesivo para este modesto espacio. Casi todos manifestaron su oposición, como corresponde. El presidente de Consumidores Libres, Héctor Polino, expresó su rechazo al incremento propuesto porque “implica una ganancia extraordinaria a las empresas y además no se corresponde con las posibilidades de pago por parte de la mayoría de la población”. Otros, como Axel Kicillof, pusieron en evidencia la dolarización de lo que se produce acá, una distorsión que puede resultar fatal. Pero quien dio en la tecla con la síntesis del cambio cultural que está produciendo el Gran Equipo en Argentina fue Osvaldo Bassano, de Adduc. “El mercado no puede dominar al Estado”, que de acuerdo al fallo de la Corte “debe garantizar el acceso al consumo”, explicó Bassano y advirtió que “cercenar derechos es alterar la paz social”.
Durante años, estos candorosos pacificadores que ahora gobiernan denunciaron a Cristina por ser la generadora de la famosa grieta, un artilugio geológico para nombrar la resistencia de las corporaciones económicas a ceder parte de la renta que generamos entre todos. Ahora que coparon La Rosada, no les importa que el número de pobres y desocupados se haya incrementado, que las Pymes y los clubes de barrio estén tambaleando, que millones de integrantes de la clase media deban descender un par de escalones, entre muchas otras consecuencias de sus nefastas medidas. Según la soberbia mirada de los que se creen dueños de todo, éstos no son conflictos ni profundizan grieta alguna, sino que es el camino necesario para la republiqueta feudal con la que sueñan.
Mientras entretienen al público cautivo de los medios acólitos con fábulas persecutorias del que piensa diferente, están rematando el país en pos de una integración que no será beneficiosa para la mayoría. En tanto que el periodismo cómplice trata de presentar como maravillosa la hecatombe venidera, la deuda externa se incrementa como nunca en tan poco tiempo, llegando a superar el monto alcanzado por Brasil, México, Perú y Colombia en conjunto. Mientras el empresidente se mueve como pez en el agua en las cuevas financieras del Imperio, los emisarios del FMI vienen a revisar las cuentas para recomendar nuevos ajustes. Esta película ya la vimos y el final incluye un incendio. Ellos tienen los fósforos, manejan el gas y no les faltan intenciones de disciplinarnos con los palos que desde antes de asumir quieren sacudir sobre nuestra resistencia.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...