En la Edad Media y más acá torturaban y quemaban personas por la sola
sospecha de brujería o pactos con el diablo. Si el acusado confesaba lo
arrojaban al fuego; si no, lo seguían
torturando hasta que lo haga. Quien piense que esto es un anecdotario del
pasado, cabe decirle que se equivoca. En Malawi, un país africano dominado por
el vudú, el chamanismo y la brujería, muchedumbres
alucinadas linchan, lapidan o calcinan a transeúntes solitarios a los que
consideran vampiros. Por eso, la analogía entre el caso histórico y el
presente es por demás oportuno. La condena ante la mera sospecha es algo monstruoso en toda época y lugar, sobre
todo cuando se basa en hechos inexistentes.
La Argentina de Macri se ha
convertido en eso: una condena extendida
a millones de inocentes, culpables de soñar con un país que comparta sus
riquezas con todos sus habitantes; de
pretender dignidad por medio de su trabajo; de defender sus derechos, avasallados para multiplicar privilegios; de desconfiar del tortuoso túnel en
el que los ceócratas nos han embutido; de haber elegido durante doce años un proyecto de desarrollo inclusivo que
incomodó a los poderosos de siempre. Desde su asunción, el presidente Off Shore se ha dedicado a
repartir culpas y condenas para disciplinar a la sociedad, para dejar en claro el engendro que está construyendo para
nuestro futuro, para aceptar que la desigualdad es el statu quo que el
establishment desea.
Un plan tan ambicioso requiere un descomunal poder que supere el
legitimado en las urnas. Complacientes, consustanciados y confundidos
coronaron con su voto no sólo a un infame sino a su numerosa orquesta, que
ejecuta una melodía macabra: mientras
los vientos soplan nuestra dignidad, las cuerdas nos enredan de mentiras y la
percusión sofoca nuestra resistencia; solistas y coreutas desentonan un
canto pleno de incongruencias. El resultado es una pieza musical indigesta que
taladra tímpanos y cerebros para incrustar
una aceptación que sería repulsa en circunstancias normales. Desde las
sombras, los autores de la obra disfrutan el éxito del hit, mientras calculan el rédito que brindará
esta estafa pseudo artística.
Claro que deben estar en pleno
jolgorio si, a pesar de los desastres
que ya ocasionaron y los que se avecinan, el plan desplegado recibe
adhesión hasta de los damnificados. La canción “Cualquier cosa es mejor que los K” es tarareada a toda hora por colonizados
y adeptos y así van por la vida, repitiendo
versos que no entienden y tomando como fundamento de su pensar y sentir
afirmaciones sin sustento.
El
manual de los inquisidores
La pos verdad funciona a pleno
en estos días de aplanadora amarilla.
La pos verdad que es más que una simple mentira, sino una serie de falacias que a pesar de su obscenidad se convierte en
verdad indiscutible. Una mentira que se toma como verdad, aunque haya que forzar la realidad hasta el
absurdo. Una mentira tan verdadera que ni los hechos más verificados la puedan destronar.
En los días previos al segundo
aniversario de La Rosada SA convivimos con dos ejemplos de antología. El
primero es la construcción del enemigo
interno a partir de los pueblos originarios que reclaman sus tierras
ancestrales. Un enorme acto de fe es
creer que los mapuches tienen lazos con el terrorismo internacional, que
quieren formar una nación aparte, que son violentos y todas las sandeces que funcionarios y apologistas mediáticos recitan
día a día.
Durante la desaparición de Santiago
Maldonado todos presenciamos el despliegue de primicias que lo ubicaban lo
más lejos posible del lugar donde fue hallado su cuerpo. Hasta lo pintaron
como un peligroso terrorista con varias vidas secretas, como un espía de novela. Tan apologistas son que hasta se burlan
del concepto ‘territorio sagrado’, como si nuestros cementerios no lo fueran.
Tanto que se abrazan a la existencia de la RAM, desmentida por todos los que conocen del tema. Hasta siguen
hablando del enfrentamiento en Villa
Mascardi aunque el juez Gustavo Villanueva sólo
encontró balas de prefectura y el disparo con que asesinaron a Rafael
Nahuel haya entrado por un glúteo.
Curioso enfrentamiento con violentos que
atacan de espaldas y sin armas. A pesar de todo esto, los cautivos seguirán pensando que los mapuches son chilenos, armados hasta
los dientes y que nos quieren robar todo.
El segundo caso es más extraño
porque no sólo contradice datos sino la
lógica más elemental de la verosimilitud: la traición a la Patria y el
encubrimiento que CFK y algunos funcionarios cometieron al proponer el
Memorando de Entendimiento con Irán. Que sea el juez Claudio Bonadío el
encargado de juzgar este caso ya es de
por sí una paradoja; justo él, que fue apartado de la causa AMIA por encubrir a los verdaderos encubridores
toma la denuncia del fiscal suicidado Alberto Nisman, que fue quien lo recusó. Y para que la traición a la Patria se
encuadre en lo dispuesto por la Constitución, el creativo magistrado tuvo que inventar que nuestro país está en
guerra con Irán desde el momento mismo del atentado. Con leer las diez
carillas del acuerdo esta vergonzosa
operación se desmoronaría en segundos y los manipuladores de la realidad
deberían pedir disculpas.
Lejos de eso, cuestionan las detenciones arbitrarias pero
no el fondo: que no hay encubrimiento ni traición, que las alertas rojas jamás se levantaron, que interrogar a los
sospechosos no es exculparlos, que no hay nada secreto y que los legisladores lo votaron en pleno
conocimiento del caso. Hasta el ex secretario general de Interpol, Roland
Noble está involucrado en esta patraña jurídica que debería ser un punto de inflexión para retornar a la
cordura. Pero para los odiadores gobernantes las brujas existen y las fábulas que inventan deben convertirse
en fundamento de las condenas. Y entonces discuten sobre el desafuero de la
senadora Cristina Kirchner en lugar de
impulsar la expulsión de este impresentable juez. Ni siquiera la tibia
posición de los opo oficialistas que dicen que hay que investigar cabe para este episodio ridículo. Hay
algo auspicioso: si se aferran a este adefesio judicial es porque no tienen otra cosa para condenar a los funcionarios K.
Para continuar por este
espinoso sendero a la desigualdad los ceócratas necesitan convencer a los sufridos ciudadanos de que es lo mejor para llegar al
paraíso. Que renunciar a la dignidad y a los derechos es un sacrificio irrenunciable para el
desarrollo del país. Que todo lo que habíamos disfrutado en años anteriores era
inmerecido. Que un ingreso justo perjudica
la competitividad. Mientras estos lemas hacen mella en la conciencia, la fortuna de los siempre ricos crece cada
vez más. Los habitantes de Malawi deberían visitar Argentina para saber cómo son los verdaderos vampiros
para no condenar a inocentes. Y de paso, darnos una mano.
gracias Gustavo, siempre ayuda tus apuntes son!-comparto y abrazos
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